martes, 8 de enero de 2013

Diario de un cazador


Ficha: "Diario de un cazador", Miguel Delibes, Ed. Destino, 207 páginas, ISBN: 978 8423 337538

Como he comentado ya varias veces aquí, una de las cosas más interesantes de participar en un club de lectura consiste en que al no elegir uno habitualmente las obras leidas para comentar terminas leyendo libros que nunca hubieras escogido personalmente.

Así me ha pasado con este "Diario de un cazador" de nuestro insigne escritor y académico, fallecido en 2.010, Miguel Delibes, uno de esos autores que no necesitan presentación. En mis años de escolar leí "El Camino" y "Los Santos Inocentes" y no se si alguna más, sus libros eran, y espero que aún sean, lecturas habituales en la asignatura de lengua y literatura. 

Poseo un déficit verdaderamente vergonzoso de lecturas de buenos autores en castellano, así que aunque nunca hubiera leido este libro por gusto ya que mis lecturas habituales van por otros derroteros, aproveché la ocasión para saborear este recio y contundente plato de la literatura española del siglo pasado, premio nacional del año 1.955.

El libro nos cuenta en forma de diario las andanzas y tribulaciones de Lorenzo, un chico de veintipocos años que vive en un pueblo de Castilla, aunque él lo llame "ciudad", trabaja de bedel en un instituto y es un gran apasionado de la caza como muchos otros de sus paisanos. Vive con su madre, viuda desde hace bastantes años, y lleva una existencia sencilla y gris solo amenizada por su gran afición a la escopeta. Lorenzo nos hará partícipes de sus ideas, sus dificultades para ganar dinero, para conseguir un equipo de cazador medio decente, su preparación de las jornadas de caza, sus conversaciones y discusiones con sus colegas de afición... nos invita a ser testigos de su vida, esa vida en el medio rural de un pueblo de Castilla en los años 50. 

El libro está estructurado en fragmentos de longitud muy variable, todos fechados como entradas de un diario, abarcando un periodo de casi año y medio, desde agosto del 54 a la navidad del año 55... la fecha y especialmente el día de la semana no son datos banales, de hecho Lorenzo divide el año en función de la época de caza. Al igual que los jornaleros dividen el año en temporadas, los escolares en cursos o los contables en ejercicios, Lorenzo divide el año en temporada de caza y temporada de veda. Sólo sale a cazar los domingos, es por eso que el relato de lo acontecido esos días tiene un especial interés... aunque también su trabajo deparará abundantes reflexiones y no pocas situaciones cómicas. 

Delibes nos hace participar del habla llana del área rural donde nació y vivió muchos años y que él conocía perfectamente, como también conocía muy bien toda la jerga campestre y cazadora, él mismo se definió una vez como un "cazador que escribe"... de modo que lo que nos cuenta sobre las jornadas de caza del bueno de Lorenzo no lo ha leído en los libros, lo ha aprendido de primera mano, seguramente desde muy jóven cuando acompañaba a su padre a cazar. Confieso que ya el mismo título del libro me daba "repelús", no me gusta la caza ni los cazadores, personalmente preferiría que no existiera tal actividad con la que me he topado más de una vez en mis rutas senderistas y mis paseos por el campo y la montaña... sin embargo no he podido evitar sentir simpatía por el personaje que Miguel nos describe en su novela.

Lorenzo es un cazador, pero un cazador con un código de conducta intachable, respeta los periodos de veda, no le gusta cazar con red ni con reclamo... lo suyo es salir al monte a cazar liebres y sobre todo perdices y codornices bien acompañado de un amigo y de un buen perro. No es un vulgar escopetero que dispara a todo lo que se mueve aunque alguna vez se le vaya el dedo con el gatillo y pegue algún tiro de más... Sus incursiones en el campo le permiten disfrutar de la naturaleza, de la belleza de ese entorno campestre que sin embargo considera algo accesorio, su obsesión por cobrar una buena cantidad de piezas y la emoción de la búsqueda, el acecho y la persecución son sus mayores incentivos.

Delibes construye su historia a base de frases cortas, engarzadas con un vocabulario riquísimo de la jerga rural, palabras que describen vegetales, elementos del terreno, animales... en ocasiones pareciera que uno tiene que echar mano al diccionario para entender muchas cosas:

"El campo estaba hermoso y junto al puesto había una pradera cuajada de chiribitas y tréboles bravíos. A mano izquierda andaban acorrillando un majuelo. Ya en el tollo con la hembra a diez pasos dando el coreché se me olvidaron todas las cosas. Entró un macho y me lo cepillé. A poco entraron dos peleando y dejé a los dos de un tiro. Salí del tollo y me fui donde Gabriel"

Los sueños del narrador, su complicada relación con una chica, sus conflictos en el trabajo, la complicada relación con unos desaprensivos vecinos, discusiones con sus compañeros de caza, sus alegrías y sus penas... sus meteduras de pata, la relación con la familia, sus desilusiones, sus deseos... la novela se lee en un suspiro, de hecho me la terminé de una sentada, de un tirón, ya que no quería dejarla sin terminar. No quería dejar para otro día ese relato tan aparentemente sencillo y tan magistralmente narrado por el maestro Delibes.


Lo mejor: Una bonita novela de uno de los grandes de nuestra literatura, no tan conocida como otras obras del autor como "Cinco horas con Mario", "El camino", "Las ratas" o "Los Santos Inocentes"... pero posiblemente sea una de las que Delibes más apreciaba y donde más había puesto de sí mismo, de hecho hubo dos novelas posteriores donde puso al mismo protagonista, "Diario de un emigrante" y "Diario de un jubilado"... está claro que se encariñó con el personaje y es fácil de entender leyendo esta obra.


Lo peor: Que igual es la última novela de Delibes que leo en mucho tiempo, lo siento pero los grandes de la literatura española no son santo de mi devoción... alguien dijo una vez que le encantaban los clásicos porque era una gozada mirarlos bien colocaditos en una estantería sabiendo que en cualquier momento uno podía leerlos... cosa que casi nadie hace claro.


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