lunes, 25 de noviembre de 2013

Memoria contra la religión

"He conocido tantas maldades en este mundo que ni siquiera la virtud más perfecta o la inocencia más pura parecen encontrarse al abrigo de la malignidad de los calumniadores. He visto, como lo puede ver cualquiera a diario, a una multitud de inocentes perseguidos sin razón y oprimidos por la injusticia, sin que pudieran encontrar un protector caritativo que les socorriese y sin que nadie se conmoviese de su infortunio. Las lágrimas de tantos justos afligidos, y las miserias de tanta buena gente oprimida por los malvados ricos y por los poderosos de la Tierra, me han asqueado tanto como a Salomón y me han causado tanto desprecio por la vida que llegué a considerar, como él, más dichosa la condición de los muertos que la de los vivos, llegando a preferir a quienes no han sido nunca felices antes que a quienes lo son y gimen bajo tan grandes pecados."


Ficha: "Memoria contra la religión", autor Jean Meslier, Editorial Laetoli, 726 páginas, ISBN: 978-84-92422-16-6

Hace unos meses comenté en este blog un par de libros de la colección que la editorial Laetoli dedica a varios personajes de la ilustración del siglo XVIII tan importantes como poco conocidos, en algunos casos la edición de la editorial navarra ha sido la primera en aparecer en castellano, al menos en su versión íntegra. Los libros reseñados fueron "Etocracia" y "Cartas a Eugenia" del barón D' Holbach, ambos muy recomendables. Leyendo este que hoy comento aquí no he podido evitar pensar en el segundo, en muchas ocasiones me ha parecido estar ante el mismo autor... no es de extrañar ya que el "divino barón", como le llamó Onfray, fue admirador de la gran obra del párroco de Étrépigny, Jean Meslier.

No se conoce con exactitud la fecha de la muerte de Meslier, ocurrió entre el 27 de junio y el 7 de julio de 1.729, tampoco sabemos donde quedaron finalmente depositados sus restos, apenas se sabe nada de su vida aparte de que fue párroco del pueblecito de Étrépigny, un pueblecito francés de la región de las Ardenas que cuenta hoy con apenas 200 habitantes y que seguramente no estaba mucho más poblado a comienzos del siglo de las luces. Desde 1.689 a 1.729, cuarenta años en total, Jean Meslier ocupó la dirección de la parroquia y aparte de un par de sucesos, como la toma de posición junto a los campesinos y en contra del noble local, que le valió una reprimenda del arzobispo y un par de amonestaciones por mantener en casa a una criada demasiado jóven, en contra de las normas de la época, aparte de esos dos sucesos pasajeros no hay nada reseñable en la vida de este humilde párroco rural... hasta el momento de su muerte.

Meslier dejó un par de cartas que debían de ser abiertas tras su muerte, en ellas encomendaba el cuidado y la difusión de la obra de su vida, un voluminoso manuscrito del que se molestó en realizar dos copias, que según cálculos debieron de tomarle al menos mil horas de trabajo. Un trabajo monumental que era su testamento vital... tras examinar la obra las personas encargadas por él mismo quedaron escandalizados y remitieron las tres copias a las autoridades que inmediatamente las depositaron en el registro judicial, la naturaleza de la obra debió impresionar tanto a sus depositarios que estos realizaron numerosos comentarios que fueron corriendo de boca en boca, lo cual al final se alió con el libro e impidió que fuese destruido y olvidado. Pronto la curiosidad hizo que alguien se molestara en pagar una buena cantidad de dinero para realizar una copia y comenzaron a circular fragmentos de la misma. 

     Su principal valedor en un primer momento fue Voltaire, quien difundió una versión bastante "expurgada" de críticas sociales y de los elementos más controvertidos dejando únicamente las críticas a la religión cristiana. Holbach realizó su particular homenaje al libro usando el nombre de Meslier para publicar una versión resumida de su obra "Sistema de la naturaleza" una de las obras clave de la ilustración francesa, al menos en su vertiente más radical. No fue hasta 1.860, más de cientro treinta años tras la muerte de Meslier, en que la obra vio por fin de forma íntegra la luz en forma de una edición "oficial"... y no ha sido hasta el año 2.010 en que lo ha hecho su versión en castellano.

     ¿Que tiene de especial este libro?, muchas cosas, se trata del primer y más radical manifiesto ateo de la historia, un libro escrito en secreto por un miembro de la iglesia que hacía mucho tiempo que había renegado de sus creencias... aun así no abandonó el ejercicio de su ministerio y durante años llevó una doble vida, ¿hipocresía?, sin duda, en grado mayúsculo... pero también miedo, mucho miedo a difundir sus ideas, algo comprensible en la Francia de aquellos tiempos. Podía perfectamente haberse llevado su secreto consigo, dejar que sus ideas murieran con él, pero atormentado seguramente por su conciencia decidió legar a la posteridad su pensamiento filosófico y sus ideas no solamente contra la, para él, falsedad de las religiones, sino también su denuncia de la colaboración entre la iglesia y un orden social terriblemente injusto y su llamamiento a romper esa unión en pos de una nueva era donde fuesen la razón, la verdad y la justicia las protagonistas y no la superstición, el miedo, la ignorancia y la injusticia que eran moneda corriente en la sociedad europea de entonces. 

En esta clave hay que entender el pensamiento de Meslier, no solamente como una profesión de feroz anticlericalismo y apología del ateísmo, sino ante todo como una denuncia del orden social existente y una apuesta por un futuro mejor. Él nunca hubiera emprendido la escritura de este extenso y apasionado libro con el único motivo de denunciar las falsedades de la religión si esta no fuese un apoyo importante, y seguramente imprescindible, de la política de opresión y privilegios nobiliarios y eclesiásticos del antiguo régimen francés. La escritura de esta obra por lo tanto fue su mayor, y posiblemente único, acto de libertad de su vida, dejó atrás su miedo y sintiendo ya cercana su muerte quiso romper con esa vida de hipocresía y falsedad y por una vez expresar sus ideas. No, definitivamente no era un párroco del montón aunque para sus contemporáneos hubiese vivido en el más absoluto anonimato. 

Naturalmente el libro más citado en su obra no será otro que la Biblia, son docenas y docenas los textos y fragmentos de la misma recogidos en sus páginas como apoyo a sus ideas, también recogerá citas de autores clásicos como Séneca y Cicerón, y sobre todo se revelará como un entusiasta seguidor de Michel de Montaigne, cuyos ensayos citará en numerosas ocasiones.  La Biblia es el gran protagonista del libro, los textos escogidos de la misma le servirán para defender sus ideas incendiarias acerca de la falsedad de las revelaciones divinas, de los milagros, las contradicciones... Meslier lanza numerosas invectivas contra la religión y especialmente el cristianismo, "cristícolas" y "deícolas" serán la palabras usadas en vez de cristianos y creyentes, con evidente actitud insultante. No se librará tampoco el islam y alguna referencha habrá hacia las religiones orientales mucho menos conocidas en aquellos momentos. La antigua religión pagana de griegos y romanos será también muy utilizada en sus argumentos, insistiendo una y otra vez que el cristianismo no es más que paganismo disfrazado, no mejor que cualquier religión primitiva de África o la América indígena. 

Su estilo es apasionado, llano, directo... panfletario incluso, machacón y repetitivo... en ocasiones uno lee el texto y parece estar oyéndole, subido en el púlpito de la iglesia, despotricando contra las falsedades e iniquidades del poder establecido, insultando a los profetas, a Jesucristo, burlándose de la idea de Dios, de las ideas que defienden y afirman su existencia... Meslier se quedó a gusto sin duda tras su escritura, echó todo el veneno que llevaba dentro, que era mucho, tras toda una vida de hipocresía, más o menos forzada, tenía que ajustar las cuentas con su conciencia y con la posteridad, y vaya si lo hizo.

"Los argumentos que contiene esta obra son tan demostrativos y probatorios como cabe desear. Para percatarse de su evidencia basta con echarles una ligera ojeada o prestar un poco de atención. Por lo cual queda claramente demostrado, gracias a los argumentos que he presentado a lo largo de la obra, que todas las religiones existentes en el mundo sólo son, como dije al comienzo del libro, invenciones humanas, y que todo lo que nos enseñan y obligan a creer constituyen únicamente errores, ilusiones, mentiras e imposturas inventadas, como ya he dicho, bien por bromistas, bribones e hipócritas que han querido engañar a los hombres, bien por políticos astutos y taimados que quieren mantenerlos por la brida para conseguir que la gente —capaz de creerse ciega y tontamente todo lo que le dicen que proviene de los dioses— haga lo que ellos quieren"

No hay dogma del catolicismo que no sea revisado, analizado y denunciado por falso, la trinidad, la Eucaristía, la moral, la supuesta naturaleza divina de Jesucristo, la creación, las profecías, la autenticidad de lo relatado en las sagradas escrituras, la inmortalidad del alma, el pecado, la figura y la naturaleza de Dios, su posibilidad de existencia, los milagros... Meslier a pesar de lo apasionado de su discurso es ante todo un filósofo, y no hay insultos ni críticas gratuitos aunque en ocasiones llevado por su pasión y sus sentimientos exprese algún que otro epíteto nada "amable". En general todo está razonado, aunque sea una razón apasionada y llena de emoción de alguien que estaba ansioso por ajustar cuentas con lo que para él es un cúmulo de despropósitos y falsedades verdaderamente monstruoso... vamos que uno lee este libro y dan ganas de salir corriendo a pegarle fuego a las iglesias ;-). 

Bromas aparte, la verdad es que no le faltaban motivos al buen párroco para estar indignado, en ocasiones se deja llevar por sus sentimientos demasiado, también habla de oídos sobre asuntos sobre los que no tiene información de primera mano, como cuando se pone a enumerar las supuestas riquezas de las órdenes religiosas y los monasterios de su tiempo... tremendamente exageradas aunque no exentas de un fondo de verdad. Sin embargo se le puede perdonar tanto apasionamiento por el simple hecho de que su motivación era completamente sincera, y altruista, porque escribió todo esto tomándose un trabajo tremendo, tuvieron que ser innumerables las noches a la luz de una vela garrapateando con una pluma de ganso mojada en tinta este libro y sus copias... y encima no poder hablar de esto con nadie llevando una doble vida que le hubiera terminado conduciendo seguramente a la depresión o al suicidio... estoy convencido de que la redacción de este tremendo y voluminoso texto le ofreció un motivo por el que vivir, fue la obra de su vida, la que le dió finalmente sentido y seguramente la que le proporcionó finalmente la paz que tanto necesitaba.

"Calculo que mis parientes y amigos pueden apenarse en tal caso y disgustarse al tener que oír lo que dirán de mí o harán contra mí después de mi muerte. Les evitaría con mucho gusto semejante trago pero, por fuerte que sea, esta consideración no me detendrá en absoluto. La preocupación por la verdad y la justicia, el desvelo por el bien público, así como el odio y la indignación que siento al ver los errores y las imposturas de la religión, como también el que me produce ver el orgullo y la injusticia con que los poderosos gobiernan imperiosa y tiránicamente la Tierra, se impondrán en mi ánimo por encima de cualquier consideración personal, por fuerte que sea."



"Después de esto, me da igual que piensen, juzguen, digan y hagan lo que quieran. No me preocupa en absoluto. Que los hombres se conformen y se gobiernen como quieran, que sean sabios o locos, que sean buenos o malvados. Lo que digan de mí o hagan conmigo una vez haya muerto, me importa un bledo. Ya no formo casi parte de lo que ocurre en el mundo. A los muertos, con quienes me dispongo a juntarme dentro de poco, no hay nada que pueda importarles, no pueden interesarse ya por nada y no hay nada que les afecte. Acabaré en nada. Nací de la nada y dentro de poco volveré a la nada."






En esta fotografía podemos ver el "Obelisco a los pensadores socialistas" situado en el parque Alexandrovsky de Moscú, un antiguo monumento erigido por los zares y remodelado posteriormente por las autoridades soviéticas. En él figuran los nombres de diecinueve pensadores del socialismo, con Carlos Marx y Engels naturalmente a la cabeza, Jean Meslier ocupa el séptimo lugar. Dicen que la lista fue presentada y aprobada por el mismo Lénin en persona.

No es extraña la inclusión de Meslier en esta lista entre pensadores del socialismo y el marxismo ya que en su libro defendió la abolición de la propiedad privada y la construcción de un sistema social más justo, con llamamientos al derrocamiento de los tiranos y a la unión de la gente del pueblo, de los oprimidos.

"Si sois sensatos, desprendeos del odio, de la envidia y de todas las animosidades que hay entre vosotros, volved vuestro odio y vuestra indignación contra vuestros enemigos comunes, contra todos esos tiranos detestables y toda esa clase de gente orgullosa que os oprime, volved vuestro odio contra todos los que os hunden en la miseria, os roban y os arrancan de las manos los mejores frutos de vuestros penosos trabajos. Uníos en el propósito común de liberaros del yugo odioso e insoportable de su tiránica dominación, así como de las prácticas vanas y supersticiosas de sus falsas religiones."


Lo mejor: Una obra singular, merecedora sin duda de una mayor difusión y una mejor suerte. Excelente la labor de la editorial al difundir estas obras desconocidas del siglo de las luces. Muy buena idea la de ofrecer este libro en versión e-book que es la que finalmente he leído. El libro es impresionante, mucho mejor y más completo de lo que parece, si eres agnóstico o ateo, como es mi caso, el libro te encantará, en ocasiones no podrás evitar sonreír, o reírte abiertamente, ante la acidez y el ingenio de las críticas del singular párroco... muy recomendable también para los creyentes inteligentes de mentalidad abierta, que supongo que alguno habrá ;-), debería ser lectura obligatoria en colegios concertados y seminarios. Y por supuesto que nadie me hable mal de este libro ni emita el menor comentario despectivo sobre el mismo sin habérselo leído antes de cabo a rabo. 

Exabruptos y ataques apasionados aparte, su autor destaca ante todo por hacer gala de una gran humanidad. Muy adelantado a su tiempo me ha parecido en algunos aspectos, sobre todo en la defensa de los animales, por no hablar de sus propuestas sobre la abolición de las desigualdades sociales y el reparto de la riqueza siglo y medio antes de Marx, y por la crítica a la idea de la creación y la defensa de la evolución y cambio a través de las leyes de la naturaleza y las propiedades de la materia, mucho antes que Darwin, no tengo la menor duda de que su vida, incluso a pesar de esta obra, fue una vida en gran parte desperdiciada, de mediar otras circunstancias hubiera sido con toda seguridad uno de los grandes autores de su siglo, y en cierta forma lo fué.
 
Lo peor: Extenso y excesivamente reiterativo y machacón, las mismas ideas y argumentos aparecen una y otra vez de forma obsesiva, uso intensivo de las repeticiones, interminables sesiones de citas... no había leído tantos fragmentos de la Biblia desde el colegio, hay capítulos que parecen análisis de las sagradas escrituras... todo ello convierte en un poco "plomífera" la lectura en algunos capítulos, sobre todo en aquellos centrados en temas metafísicos. Sin duda hubiera necesitado una revisión y una corrección de estilo, algo completamente imposible dada la forma en que fué escrito. Posiblemente se podrían eliminar más de un centenar de páginas y la obra no perdería un ápice de sentido, riqueza y fuerza. 

Solo recomendable para lectores "cabezotas", armados de paciencia y amantes de las carreras, o más bien lecturas, de fondo... por muy rápidos que sean aviso, este es un hueso duro de roer. Abstenerse lectores con fuertes convicciones religiosas y estrechez de miras, se sentirán insultados en más de una ocasión ante la aplastante artillería verbal desplegada por el bueno de Meslier. Setecientas páginas, y noventa y siete capítulos de extensión muy variable lo convierten en una verdadera "bíblia" del ateísmo, desde luego no es para cualquiera a pesar de la sencillez de su estilo.

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