sábado, 1 de febrero de 2014

El poder es de las personas

Ficha: "El poder es de las personas", Pablo Herreros Laviña,  editorial Léeme Libros, 288 páginas, ISBN 978 841 5589099

En mis habituales vagabundeos por la sección de novedades de las librerías me encontré con este título,   de llamativa portada, escrito por el periodista Pablo Herreros, un nombre que no me sonaba de nada,  aunque tras echarle una ojeada decidí adquirirlo debido a su temática, cualquier trabajo sobre Internet y las redes sociales es siempre de mi interés, pero además este libro tenía muy buena pinta, se trata de una edición muy cuidada y atractiva, además se metía de lleno en el tema de los blogs... algo que definitivamente termina de tocarme la fibra sensible por así decirlo. Da la casualidad de que me inicié en el mundillo de los blogs allá por el ya lejano 2.008, el mismo año en que comenzó a escribir el suyo el autor de este libro.

Hace ya algo más de dos años que se vivió el llamado "caso la Noria", caso conocido por mí ya que se aireó bastante en los medios de comunicación. En aquel infame programa, merecidamente caído en el olvido, se entrevistó a la madre de un delincuente, ya con condena firme, a la que se pagó encima por la entrevista... no era la primera vez que un individuo con causas pendientes con la justicia, o ya directamente condenado, iba a un plató de televisión a contar sus penas... nada que objetar en cuanto a la libertad de expresión que todos tenemos, delincuentes incluídos, pero el hecho de que lo habitual es que dicha aparición televisiva se hiciese tras el pago de un sustancioso cheque de la cadena era lo que ya cruzaba la raya de lo éticamente permisible.

Pablo Herreros reacciónó con indignación ante aquel suceso que no hacía sino alimentar más aún el dolor y el sufrimiento de las víctimas, en este caso principalmente los padres de Marta del Castillo. Lo primero fue publicar mensajes en Twitter, artículos en su blog "Comunicación se llama el juego", entrevistarse con responsables de la administración, con políticos... todo para intentar que se legislase en contra de estas prácticas que claramente sobrepasan el límite de lo que debería ser legal, es decir que un delincuente o su familia se lucren debido a su delito y que encima manden el claro mensaje a la sociedad de que infligir la ley tiene sus compensaciones... 

No hubo suerte y en vista de la escasa sensibilidad demostrada por la cadena, las autoridades y políticos (salvo alguna excepción), uno de sus seguidores en Twitter o un comentarista de su blog le dió la solución... intentar presionar a las marcas anunciantes del programa. El programa se emitió, pero Pablo mediante una rocambolesca acción, comentada con sumo detalle en este libro, tomó nota de los anunciantes del programa para tras la emisión del mismo comunicarles que iba a emprender acciones en la red dirigidas al boicot de sus productos si estas marcas persistían en seguir apoyando económicamente a un espacio televisivo con comportamientos tan poco éticos. 


El disparo dió en el blanco, la primera marca en responder favorablemente pidiendo disculpas y retirando su publicidad de dicha cadena fue la conocida marca Campofrío... después vinieron todas las demás en avalancha. Pablo dejó caer la primera piedra, luego esta empujó a otra y a otra y al final todo se convirtió en un alud imparable que consiguió lo que parecía imposible, que una iniciativa personal y privada, convenientemente difundida y amplificada por la red, apoyada por miles de internautas, que llegaron a escribir cartas a las empresas afectadas, realizar llamadas telefónicas, promover boicots a sus productos terminase triunfando. Hay que decir que las marcas nunca se vieron perjudicadas, muy al contrario, su reacción pidiendo disculpas y retirando su publicidad demostró que no les había hecho gracia la publicidad negativa que el caso les había proporcionado y que no son en modo alguno insensibles a la buena opinión que de las mismas tienen sus consumidores... su negocio precisamente les va en ello.  Se abrió con ello un sano debate sobre la libertad de expresión, sus límites y la conveniencia o no de la influencia de los anunciantes en el contenido de los programas. 

Todo este caso, sus antecedentes, su inicio, desarrollo y conclusión se comenta detalladamente en el último capítulo del libro, pero este contiene mucho más. 

Los dos primeros se centran en Internet y las redes sociales y como ello puede afectar a las empresas. Lejos de constituir un enemigo de según que modelos de negocio, Internet es un medio formidable de comunicación que, convenientemente usado eso sí, puede ser un gran aliado a la hora de colocar productos y servicios en el mercado. El libro se extiende mucho en este tema donde expone casos de como usar Internet y las redes sociales, y como no. Queda muy claro tras la lectura de los mismos que ignorar a las redes sociales puede estar bien para una pequeña tienda de barrio, o no, pero que cualquier empresa puede estar desperdiciando enormes oportunidades de negocio sin un uso inteligente de la red. Los tiempos en los que podía incluso tener visos de romanticismo aquello de la tecnofobia a las nuevas tecnologías e Internet está claramente pasado de moda, por no decir que es de una estupidez total, si se puede hay que estar ahí, hay que usarlo y además aprender a hacerlo... salvo que uno desee dejar de competir en términos de igualdad con otros que indudablemente van a aprovecharlo claro.

Es el mundo que nos ha tocado vivir. Y es precisamente la generación de Pablo Herreros, que también es la mía pues solo nos llevamos 5 años, la que es más consciente de ello ya que hemos visto, y utilizado, todo el desarrollo de la informática, desde el ordenador personal con el que apenas podías hacer otra cosa que jugar en los años ochenta, al PC de los noventa, al uso masivo de Internet en la segunda mitad de esa década, la telefonía móvil en años anteriores, y hemos finalmente asistido desde finales de la década pasada a la explosión de las redes sociales... ahora incluso en su versión portatil. Un desarrollo vertiginoso que sigue acelerándose sin parar...




El tercer capítulo se centra en el mundo de los blogs y en Twitter... el primero como ya he comentado antes es un mundillo en el que me inicié ya hace ya algo más de cinco años, sin embargo tenía como asignatura pendiente el mundo del pajarillo azul. Da la casualidad de que una o dos semanas antes de la adquisición de este libro había abierto mi perfil en Twitter, lo hice tan tarde porque ya soy usuario fanático de Facebook desde hace tiempo, el mundo del "caraculolibro" como lo llama un blogero algo repelente al que sigo varios años ya. Tras la lectura no ya de este libro, sino de este capítulo, me he convertido en un nuevo y fanático converso de Twitter ¡gracias Pablo! ;-)... Facebook puede ser más completo pero esta otra red social tiene también sus utilidades, que son bastante grandes, creo que ya ando "siguiendo" a más de 45 "tuiteros".  El apartado de consejos sobre escritura y confección de blogs me ha parecido también muy interesante, no solamente escribo en algunos sino que leo asiduamente el trabajo de otros en la red, todo lo que opina y expone Pablo Herreros en el mismo es verdaderamente útil y de puro sentido común.

El libro aborda la que para mí es con diferencia su parte más interesante en su cuarto capítulo, dedicado al llamado "ciberactivismo". Especialmente escrito para todos aquellos que creen que con acciones individuales, convenientemente sumadas y dirigidas, se pueden cambiar las cosas, aunque ¿y por qué no? también de muy conveniente lectura para los "ciberescépticos". No puedo ya contar las docenas de firmas que llevo en "Change.org" y "Avaaz.org", con la satisfacción además de que algunas de las causas, para mí nobles y desinteresadas, que he firmado han conseguido cosas... y eso que no firmo por sistema todo lo que me llega, solamente aquello que creo que merece la pena, aun así basta con darse una vuelta por estas páginas para ver que no faltan por desgracia las causas humanitarias y justas a las que apoyar aunque sea con algo tan simple como una firma. 

Sé que parece poco, y de hecho lo es se mire como se mire, pero resulta dificil de creer lo que se puede conseguir aunando miles de esos "pocos"... y es que los políticos dependen de algo tan simple como un voto, las todopoderosas corporaciones empresariales dependen del buen nombre de sus productos en el mercado, los bancos dependen de aquellos que depositan en los mismos sus ahorros y de los que los utilizan sus servicios... y así con casi todo. La red otorga una herramienta muy poderosa con la que antes no contábamos, la posibilidad de organizarnos, de aunar voluntades en pos de un objetivo común, y eso se lo debemos a las tan en ocasiones despreciadas, en los medios oficiales claro, redes sociales. Pablo no deja de poner ejemplos en este capítulo de acciones exitosas, evidentemente todas no consiguen sus objetivos, pero el mero hecho de que exista esta posibilidad, la de organizarse vía Internet en búsqueda de un noble y justo objetivo común, es ya un gran logro en sí mismo. ¿Puede cambiar el mundo una simple recogida de firmas y acciones de ese tipo?... puede que si, puede que no, lo que está claro que nunca cambia las cosas es no hacer nada.

El último capítulo del libro está centrado exclusivamente como ya he comentado en la experiencia personal del autor con el caso "La Noria", un ejemplo de manual de como hay que actuar usando las redes sociales. Pablo no evita la autocrítica, no evita comentar aquello que no le terminó de salir bien o que debería haber hecho de otro modo, como el caso afectó a su vida personal y como consiguió a duras penas evitar el proceso de demanda contra su persona por tratarse del principal instigador... una historia de buenos y malos, con distintos matices y responsabilidades y posiciones intermedias. Al principio su lectura me pareció un poco pesada pero poco a poco se fue poniendo interesante al ver como se iban desarrollando los acontecimientos. Sin duda alguna fue muy valiente, algunos dirán que imprudente, pero su esfuerzo valió la pena... aunque creo que a esta fecha seguimos estando sin una legislación clara que evite estos abusos, al menos sirvió para que un producto televisivo tan deleznable terminase fuera de la parrilla, y lo que es más importante aún, marcó un camino a seguir, una nueva estrategia de presión que aunque muchos la vieron como una amenaza de limitación de libertades está claro que dificilmente se podrá convertir en nada de eso... ¿quién apoyaría aunque fuese con algo tan simple como una firma una causa que cree injusta?, nadie sensato imagino. No hay peligro creo yo por lo tanto de ingerencias interesadas en el mundo de los negocios ni peligro alguno de presiones injustificadas y condenables que limitan la libertad de expresión, dado que para sumar miles y miles de voluntades está claro de que la causa ha de tener un elemento del que parecen carecer ciertos negocios, puro sentido común, la gente no es tan tonta y manipulable como en ocasiones se nos quiere hacer ver.




Lo mejor:  Un libro instructivo, ameno y recomendable sobre un tema que no solamente interesan a una minoría de "frikis" blogueros y tuiteros, teniendo en cuenta los millones de personas que hay abonados en las redes sociales y los que las utilizan a diario muchos de los que además son empedernidos lectores, como un servidor, harían bien en echarle una ojeada. Su aparentemente excesivo precio se justifica a tenerlo en las manos y ver lo cuidado de la edición, el que la editorial lo venda por Internet sin gastos de envío y que además se ofrezca a enviar una versión electrónica del mismo a los compradores de la edición en papel. También hay que señalar que un 20% de sus derechos de autor se destinan a FAPE, la Federación de Asociaciones de Periodistas de España.


Lo peor:  El libro en algunos apartados me ha parecido una extensión de los post de su blog, no es algo que personalmente me desagrade, todo lo contrario, pero quizás el estilo directo y desenfadado de su autor no sea del gusto de todo el mundo... y lo siento pero el apartado dedicado a las campañas y promociones vía Twitter descritas tan minuciosamente me ha parecido un poco rollo, salvo quizás para las personas que se dedican al marketing, imagino que me faltan todavía "muchas tablas" en esta red social para apreciarlo debidamente ;-)



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