martes, 4 de febrero de 2014

La utilidad de lo inútil


"El saber constituye por sí mismo un obstáculo contra el delirio de omnipotencia del dinero y del utilitarismo. Todo puede comprarse, es cierto. Desde los parlamentarios hasta los juicios, desde el poder, hasta el éxito: todo tiene un precio. Pero no el conocimiento: el precio que debe pagarse por conocer es de una naturaleza muy distinta. Ni siquiera un cheque en blanco nos permitiría adquirir mecánicamente lo que sólo puede ser fruto de un esfuerzo individual y una inagotable pasión. Nadie en definitiva, podrá realizarse en nuestro lugar el fatigoso recorrido que nos permitirá aprender. Sin grandes motivaciones interiores, el más prestigioso título adquirido con dinero no nos reportará ningún conocimiento verdadero ni propiciará ninguna auténtica metamorfosis del espíritu."







Ficha: "La utilidad de lo inútil", Nuccio Ordine, editorial Acantilado, 172 páginas, ISBN: 978 84 15689 92 8

Supe de la existencia de este librito a través de una entrevista, de lectura imprescindible según mi opinión, que publicó eldiario.es en su sección de cultura a raíz de la promoción del manifiesto que de este filósofo y filólogo italiano se acaba de publicar en nuestro país. Me gustó tanto la misma que pensé que sería una buena idea echarle un vistazo a la obra de Ordine, y bueno, aquí la teneis ya comentada.

El tema no es nuevo, ya en julio del año pasado tuve la ocasión de leer un libro que guarda una estrecha relación con este por su temática, "Sin fines de lucro" de la ganadora del premio Príncipe de Asturias de ciencias sociales Martha Nussbaum, ambos tienen como argumento principal el progresivo abandono de los planes educativos de todas aquellas materias y asignaturas de escaso uso práctico, como el arte, la literatura, las humanidades... Martha ponía como ejemplos principales el de dos países que conoce muy bien, su tierra natal Estados Unidos y La India. Nuccio Ordine se centra en el ejemplo europeo, especialmente el italiano, aunque no faltarán referencias a otros países.

Hasta ahí llegan las coincidencias, tanto el filósofo calabrés como la gran pensadora norteamericana, de la que no tardaré en leer alguna otra obra suya pues poseen sus libros méritos sobrados para captar mi interés; tanto el uno como el otro, decía, tratan el tema de forma muy distinta. Nuccio lo hace a través de una recopilación de pensamientos de algunos grandes de la literatura, la filosofía y las artes sobre la necesidad de darle espacio y recursos a ciertas materias consideradas actualmente como "inútiles"... veremos que este es un debate ya muy antiguo y que ya en el relativamente lejano siglo XIX era ya una guerra abierta entre los defensores de uno y otro postulado. La cuantitas se opone innecesariamente a la qualitas, según palabras de Ordine, y esta última parece tener ya la batalla perdida en un mundo como el nuestro donde no solamente el afán de lucro domina cada faceta de la vida humana sino que además parece ser, y por desgracia cada vez más, lo único importante.

Un enfoque fundamentalmente utilitarista de la educación y la cultura ha de ser forzosamente parcial e incompleto, formar para aprender habilidades que serán necesarias para ganarse la vida... y una vez conseguido el sustento ¿para qué? ¿acaso para consumir y seguir trabajando para seguir consumiendo?. La actual crisis claramente favorece a los partidarios de la quantitas, seguro que más de uno torcerá la boca en un gesto de desprecio ante estos nuevos quijotes, como Martha y Nuccio, que defienden las artes y las humanidades como elementos fundamentales en la formación de la persona, aquello que como muy bien explica Martha en su libro "... porque no sirven para ganar dinero. Sólo sirven para algo mucho más valioso: para formar un mundo en el que valga la pena vivir ... " ¿puede haber algo más importante como ese para qué, permanentemente puesto en segundo plano tras el cómo? ... de poco sirve una brújula o un mapa si no se sabe a donde se quiere ir.

Quantitas y cualitas pueden y deben coexistir perfectamente. De hecho siempre ha sido así en la educación. Aquí puede opinar libremente quien quiera pero en lo personal aprendí y olvidé más, mucho más, del 99% de todo lo que en el colegio e instituto me enseñaron. Muchos saberes inútiles, por supuesto, montones de ellos... pero también que algo de poso tuvo que quedarme al final. Somos lo que estudiamos, aprendemos y vivimos... de ahí que distinguir entre válido y prescindible en función de su posible valor económico a corto o medio plazo es un disparate. Es más, es un suicidio a largo plazo por un motivo que el autor expresa en su obra.

Uno de los puntos más interesantes que Nuccio recoge en su libro, en este pequeño manifiesto de bella redacción y trufado de hermosas citas y fragmentos, que Martha no llega a vislumbrar en su trabajo que yo recuerde. La equiparación entre artes y humanidades con la ciencia teórica, y este es un aspecto punto muy importante. 

Cuando Albert Einstein elaboró su teoría de la relatividad no lo hizo movido por tal o cual interés económico, su principal motor fue la pura curiosidad. Un interés que se mantuvo intacto durante su vida. Su teoría por otra parte nunca hubiera visto la luz, al igual que la de todos los grandes de la ciencia, sin el trabajo de cientos o miles de científicos que les precedieron. Muchos de los cuales desarrollaron sus matemáticas, sus teorías y sus sistemas sin motivación económica alguna, llevados de una sed inagotable de saber... naturalmente que también ha habido científicos de cuyas investigaciones se han sacado ideas prácticas que finalmente se han traducido en avances tecnológicos convenientemente difundidos y explotados económicamente, pero a poco que se busque se encontrarán casos y más casos de gentes de ciencia entregados a su trabajo sin pretensiones de enriquecerse, muchos se conforman con modestos sueldos, y eso los más afortunados que reciben subvenciones... 

De ahí la comparación que hace Nuccio entre el arte, las humanidades y la ciencia teórica, estas pueden dar sus frutos de forma inesperada y enriquecer a sus estudiosos y expertos, pero es siempre una consecuencia, no un fin en sí mismo. Ese afán de lucro desmedido, esa monetarización de todo y todos al final termina volviéndose contra sí misma, la tecnología es deudora de la ciencia, y esta necesita tanto de la ciencia empírica como de la teórica, ambas son inseparables. Formar a nuevas generaciones sin más valores que los que se pueden contar, pesar o medir es indudablemente empobrecer al espíritu humano... parece un sarcasmo en estos tiempos que corren donde tanta gente pasa necesidades económicas aludir a aquel dicho que reza "era un hombre tan pobre tan pobre tan pobre que sólo tenía dinero... ". Pero lo cierto es que muchos de los recortes presupuestarios ocasionan mucho más mal que bien, los fondos ahorrados no son tan significativos al final, y sin embargo, sí que son importantes para el mantenimiento de actividades culturales, a las que encima se suele desprestigiar tachándolas poco menos que de "gorronas".


El libro es una delicia, sencillo y ameno, escrito con elegancia y plagado de referencias a los clásicos, Gabriel García Márquez, Dante y Petrarca, Montaigne, Shakespeare, Kant, Ovidio, Leopardi, Bocaccio...  la lista de referencias de grandes autores de la literatura sobre el tema del título del libro es interminable. Precisamente en esa supuesta "inutilidad" está la utilidad de la literatura y el arte, entre otras muchas materias, ahí es donde precisamente se encuentra su valor. Quien quiera comprobarlo no tiene más que acercarse a estas páginas donde se tienta continuamente al lector como al invitado al comienzo de una celebración, con deliciosos bocados que llegan precisamente en el momento en el que más viva se siente el hambre.


Demoledora la crítica de Nuccio a las nuevas universidades y su nueva, y nefasta, filosofía utilitarista. El autor viene a recoger las ideas de otros, como el escritor decimonónico Víctor Hugo, de que precisamente en estos tiempos de crisis donde falta dinero para todo es justamente cuando más hay que invertir en estas pretendidamente inútiles materias... ¿dificil defender el argumento?, bueno no tanto como parece. 

La parte final del libro termina con un excelente artículo de Abraham Flexner, un pedagogo americano que desarrolló su importante vida profesional en la primera mitad del siglo XX y que en 1.939 publicó un artículo que con algunas modificaciones podría haberse publicado hoy mismo:


"Las universidades han sido reorganizadas al punto de convertirlas en instrumentos en servicio de quienes profesan un particular credo político, económico o racial. De vez en cuando un individuo irreflexivo en alguna de las pocas democracias que restan en el mundo pretende incluso cuestionar la importancia fundamental de que la libertad académica se mantenga absolutamente irrestricta. El enemigo real del género humano no es el pensador audaz e irresponsable, tenga razón o no. El enemigo real es quien trata de moldear el espíritu humano de manera que no se atreva a desplegar sus alas... "


Lo mejor: Un manifiesto muy necesario en estos tiempos de locura disfrazada de sensatez. Montones de citas literarias y textos muy bien escogidos que harán las delicias del lector amante de la cultura. En definitiva un trabajo conmovedor y hermoso que vale la pena conocer.



Lo peor: Demasiado breve, se termina demasiado pronto. Hubiera sido más deseable una mayor aportación del autor, que aquí ejerce casi por completo de comentarista y recopilador, seguro que tenía mucho más que ofrecer que lo expuesto en esta pequeña obra, por ejemplo no incide lo suficiente en el tema del desarrollo del pensamiento crítico, punto en el que si habla en la entrevista comentada al principio. Y lo de siempre ... ¿habrá algún responsable de alguna administración pública con poder suficiente para distribuir, aumentar o recortar partidas presupuestarias entre sus lectores?... es que me da la sensación de que aquellos para los que van dirigidos este tipo de libros NUNCA los van a leer.


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