lunes, 25 de agosto de 2014

Algo va mal






Ficha: "Algo va mal", Tony Judt, editorial Taurus, 216 páginas, ISBN: 978 843 060 7969

Desde que estalló la crisis de 2.008, el actual paradigma político-económico está sometido a innumerables críticas, ha quedado en evidencia y no son pocos los que lanzan sus dardos, con más o menos razón, contra el llamado neoliberalismo. Sin duda alguna que el agotamiento del sistema y su posible crack fue pronosticado por muchos, a los que no se les hizo el menor caso, pero también es cierto que una gran mayoría de los políticos de occidente estaban subidos al carro de la reforma ideológica, siempre lo fue y lo es, que iniciaron la Sra. Tatcher y el Sr. Reagan en los ochenta. Unos de modo más directo declarándose herederos suyos, otros con un doble discurso donde se habla mucho de políticas sociales por un lado y se actúa a la contra por otro.

Lo curioso del caso, es que hasta ese momento de crisis del sistema bursatil y la masiva adopción por los gobiernos de medidas intervencionistas el esquema "reducción de ayudas estatales + adelgazamiento y supresión del estado del bienestar + privatizaciones + escaso control sobre los mercados" era poco cuestionado fuera del ámbito de la izquierda más "radical", y no solamente eso sino que además se consideraban como poco menos que inevitables unas políticas nacidas de un clima ideológico relativamente nuevo... porque desde comienzos de los cincuenta hasta los años setenta fue otro clima bien diferente el que animaba la situación y era considerado poco menos que algo normal... justo el opuesto, el intervencionismo estatal, la construcción de un sólido estado del bienestar y la idea de que había que promover desde el estado políticas que fomentaran la igualdad social, todo eso que posteriormente fue considerado "caduco" e "insostenible".

Esta es la idea central del libro del tristemente desaparecido historiador británico Tony Judt, un hombre claramente posicionado en la izquierda ideológica y de talante súmamente moderado, la explicación de cómo se ha llegado a esta situación, y de que algo que hoy vemos como algo "normal" no lo era hace unas décadas, y de porqué motivo se ha cambiado el paradigma y el modo gradual en que dicho cambio ha ido aconteciendo.

 A diferencia de otros libros escritos en tono panfletario y de denuncia, este de Judt está escrito desde el sentido común y la búsqueda de acuerdos. Quizás su estado físico, ya muy deteriorado por una grave enfermedad que lo llevó a la tumba el mismo año de su publicación (2.010) tuviera influencia en ello, pero lo cierto es que es una obra que rezuma concordia y a obsesión por encontrar una salida al embrollo en el que se halla envuelto el mundo. Crisis económica imparable, tasas de paro inaceptables, políticas de ajustes presupuestarios con los presupuestos para gastos sociales como principales víctimas mientras a los artífices de la crisis se les premia con subvenciones multimillonarias a fondo perdido, cinismo y falta de los más elementales valores por doquier, aumento preocupante de la tasa de desigualdades sociales... el panorama no es nada alentador.

Judt propone volver a retomar el discurso ya antiguo de la socialdemocracia, ve en esta ideología tan denostada la única respuesta plausible a las políticas de sesgo neoliberal, sin buscar el enfrentamiento, proponiendo el diálogo y la acción directa en los temas más acuciantes. El libro también se centra capítulo a capítulo en como el paradigma político fue cambiando tras los años sesenta hasta llegar al neoliberalismo de los ochenta, el porqué este triunfó en política y a su vez la socialdemocracia se fue apagando y desluciendo... y como a pesar del gran patinazo de 2.008 los estados siguen empeñados en continuar con el rumbo errado con una ceguera total. 

Judt señala como parcialmente culpable a los sesenta y los movimientos de protesta como los iniciadores de un cambio que finalmente se volvió en contra. Como todo ese movimiento de la contracultura tuvo como efecto positivo la conquista de libertades... pero cómo esas libertades se centraron en el ámbito de lo individual y se fue olvidando la conciencia de clase, la lucha por lo de los demás, la lucha por lo colectivo, por lo que es de todos. Y como al final los individuos, libres pero aislados, fueron presa fácil para el mundo de los publicitarios y los demagogos políticos sin escrúpulos... el resto es conocido.

De ahí que al autor no se le ocurra otra cosa que una toma de conciencia global, un diálogo y una vuelta, en la medida de lo posible, a políticas correctoras que encaminen el mundo en otra dirección diferente a la búsqueda individualista de la riqueza y el progreso material y en otra dirección diferente a la que nos quieren inculcar a través del mensaje político imperante y a través del mundo del marketing y de la publicidad, la búsqueda de la felicidad a título exclusivamente individual y centrada en el consumo de bienes de todo tipo. Un sin sentido que solamente lleva a lo que ya sabemos, a la exaltación del ego y a la miseria moral donde te venden una felicidad de pastel mientras la injusticia y la miseria nos rodea cada vez más, y donde impera la ley del más fuerte y la del "todo vale si sirve a mis intereses".

Lo Mejor: El sentido común del autor, su honestidad y voluntad de encontrar una salida al actual caos económico y social volviendo a recuperar el discurso de la socialdemocracia, es decir una política firmemente anclada en la dirección y la importancia del estado pero a su vez comprometida con las instituciones democráticas, lejos, bien lejos de las tentaciones totalitarias del pasado, y a su vez empeñada en el que debe ser siempre el objetivo de un gobierno de todos y para todos, el ataque directo y sin miramientos a las grandes desigualdades sociales, el verdadero problema nº 1 de la política, la democracia y todo lo demás, aunque muchos no quieran verlo así.

Lo Peor: Un discurso atacable tanto desde la derecha más extrema, defensora consciente o inconsciente de las desigualdades y beneficiaria del actual status que ve con sospecha todo lo que huela a "socialloquesea", como de la izquierda dogmática y anticapitalista... precisamente porque Judt nunca realiza cuestionamiento alguno del sistema económico, solo de sus excesos y de su falta de dirección, aparente, por parte de los estados. Quizás esté ahí el punto más débil del libro, la propuesta peca de ingenua y tampoco es de recibo comentar que el principal problema de la socialdemocracia esté en el "lenguaje de su discurso"... no creo que sea tan fácil como eso. Ojala Judt hubiera vivido para presenciar los movimientos sociales de 2.011... quizás hubiese escrito un libro diferente.



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