martes, 16 de septiembre de 2014

Historia de las utopías

"Incluso la más ingenua de las utopías que se haya escrito jamás posee notables cualidades humanas que están completamente ausentes en los planes de los superhombres científicos y los imbéciles morales que han ideado la estrategia ruso-americana de exterminio total actualmente en curso. Los utópicos idealistas que han sobrevalorado el poder del ideal están, sin duda, más plenamente en sus cabales y más estrechamente ligados a las realidades humanas que los realistas científicos y militares que han transformado el uso del arma definitiva en un ideal compulsivo. "

Lewis Mumford (1.962)


Ficha: "Historia de las utopías", Lewis Mumford, editorial Pepitas de calabaza, 296 páginas, ISBN: 978 84 15862 062

Más de una vez he comentado aquí como mis andanzas por la biblioteca me deparan en ocasiones gratas sorpresas. Era de esperar que si este libro se cruzaba en mi camino no me iba a dejar indiferente. En principio el autor me era completamente desconocido, pero no por su obra o su importancia en el mundo del ensayo, sino porque suelo tener muy mala cabeza para los nombres... había leído un extenso comentario sobre el mismo en la monumental "Historia intelectual del siglo XX" de Peter Watson, y su nombre había terminado perdido y olvidado en los innumerables recovecos de mi memoria, seguramente porque su especialidad, los ensayos sobre urbanismo, no son precisamente un tipo de lectura que capte mi atención.

Tras devorar el libro en apenas un par de días e informarme más sobre su autor es bastante probable que más adelante me atreva con alguna de sus monumentales obras. Suelo subrayar aquí también la labor de las editoriales cuando se atreven con proyectos arriesgados y editan libros sobre temas minoritarios aunque de gran calidad. Tengo que añadir a la lista de mis editoriales favoritas a partir de ahora a la riojana "Pepitas de calabaza", basta echar una ligera ojeada a su catálogo para darse cuenta de la calidad y el cuidado que ponen en sus ediciones, por no hablar del buen gusto al escoger las obras editadas... y que conste que no me llevo comisión alguna ;-).

Lewis Mumford merece por derecho propio figurar entre los más grandes ensayistas del siglo pasado, en la Wikipedia podemos leer como se le califica de sociólogo, historiador, filósofo de la tecnociencia, filólogo y urbanista... personalmente le calificaría principalmente de "humanista", una persona provista de una gran curiosidad y un enorme apetito por saber, Mumford no es fácilmente clasificable. Aunque el ámbito del urbanismo haya sido al que más energía y tiempo le haya dedicado en sus escritos, basta leer los títulos de sus obras para darse cuenta de que estamos fundamentalmente ante un historiador y un sociólogo con múltiples intereses que incluyen el mundo del arte, la filosofía, la ciencia y todo cuanto se le pusiera a tiro.


Mumford en la época en la que escribió este libro contaba solo con veintiséis años y seguramente se encontraba embarcado en sus interminables estudios universitarios que compaginaba con su trabajo como articulista para la revista "The Dial". Sorprende sobremanera la gala de erudición y la madurez que muestra en este trabajo tan temprano, leyéndole se diría que uno se encuentra ante un maduro erudito que ha pasado la vida con la nariz enterrada en libros... y estamos hablando de los comienzos de una carrera literaria que abarcaría seis décadas... algo verdaderamente impresionante, sin duda un buen indicativo de como serían sus obras en la plenitud de su carrera. De momento tengo ya en mi lista de futuras lecturas, el binomio "El mito de la máquina" y "El pentágono del poder", y por supuesto la monumental "La ciudad en la historia"... únicas obras del escritor publicadas en castellano que yo sepa, editadas también por la empresa riojana.

Este "Historia de las utopías" fue su primer libro, publicado originalmente en 1.922, viene a ser una especie de relato sobre las utopías en la literatura a través de sus ejemplos más conocidos, la República de Platón y Utopía de Tomás Moro, y otras menos conocidas por el gran público pero consideradas por el autor lo suficientemente interesante para sus propósitos, Cristianópolis de Andreae, Ciudad del Sol de Campanella, La nueva Atlántida de Francis Bacon  etc etc. La antiguedad, el Renacimiento, el Barroco, el siglo de las luces y el siglo XIX serán las épocas donde dichas obras literarias verán la luz, las épocas en las que diferentes autores retomaron una y otra vez el mismo tema... imaginar como debería ser una ciudad o una nación ideales, como vivirían sus ciudadanos, como estarían organizados social y políticamente, como se administraría la justicia, como funcionaría su gobierno, como estaría estructurado su espacio físico... 

El libro comienza con una brillante introducción fruto de posteriores reediciones de la obra, concretamente en el cuarenta aniversario de su publicación, ya en 1.962. Un escritor ya en el ocaso de su vida, un ocaso que todavía habría de extenderse casi tres décadas más, pero en plenitud de facultades tal y como atestigua su impresionante carrera literaria. En este prefacio se muestra avergonzado por la superficialidad y la rapidez con la que escribió aquella obra... un libro que fue gestado en febrero, documentado en marzo, entregado al editor en forma de primer borrador en junio y terminado en julio de aquel año milagroso de 1.922 ... el mismo autor reconoce que pecó en el mismo de superficialidad y apresuramiento y que si tuviera que recomponerlo y revisarlo en ese momento terminaría destruyendo el trabajo inicial por la mera adición de contenidos. Creo que se muestra demasiado exigente consigo mismo teniendo en cuenta el nivel de lo publicado en su momento, me pregunto cuantos escritores actuales tendrían esa actitud ;-) Por otra parte el autor reconoce la importancia de este primer trabajo, hasta el punto que marcaría las líneas maestras de todas sus obras posteriores. Construir un proyecto de utopía mínimamente serio y completo, e incluso analizar seriamente la utopía ideada por otra mente pensante supone un ejercicio fascinante y complejo... tal y como Mumford expone:

"El pensamiento utópico, tal como yo llegué a concebirlo, era pues lo opuesto al unilateralismo, el sectarismo, la parcialidad, el provincianismo y la especialización. Quien practicase el método utópico debía contemplar holísticamente la vida y verla como un todo interrelacionado: no como una mezcla azarosa, sino como una unión de piezas orgánica y crecientemente organizable, cuyo equilibrio era importante mantener - como en el caso de cualquier organismo viviente - a fin de promover el crecimiento y la trascendencia"

Mumford nos introduce en el primer capítulo en una visión general de las utopías en la historia de la literatura, como cada una de ellas es como una imagen especular de la sociedad de su tiempo, semejante y a la vez invertida. Cómo en las mismas podemos leer entre líneas y captar todo aquello que el autor critica o ve en sentido negativo del tiempo que le ha tocado vivir. En la expresión de las características de esa sociedad ideal y ejemplar cada autor revela también sus contradicciones y limitaciones porque si algo queda claro a lo largo del libro es que no existe una utopía perfecta. Por simple etimología la palabra utopía deriva de u-topos, ningún lugar, o bien eu-topos, buen lugar... escojamos una u otra, está claro que los autores de las mismas nunca confiaron en ver tal proyecto realizado. Sin embargo no todo el esfuerzo en imaginar y pensar una utopía es esfuerzo baldío.

"La creencia en que el mundo era plano fue, en otro tiempo, más importante que el hecho de que fuera redondo, pues dicha creencia impidió que los marinos del mundo medieval se internasen mar adentro de forma tan efectiva como lo habrían hecho una flota de cañoneros o una barrera de minas flotantes. Una idea es un hecho sólido, una teoría es un hecho sólido, una superstición es un hecho sólido mientras la gente continúe regulando sus acciones conforme a esa idea, teoría o superstición, y no dejan de ser menos sólidas porque se trasmitan mediante imágenes o sonidos"

El autor dividirá las utopías literarias en dos tipos, aquellas que son concebidas únicamente como vía de escape ante una realidad cotidiana demasiado dura e inadmisible, y aquellas que poseen en el fondo una intención de materializarse en un futuro. La primera se aparta cuanto puede de la realidad y deja fluir la imaginación, la segunda se atiene a unas normas y una lógica... es una utopía "seria" elaborada con tan sumo detalle en todos sus aspectos que parece el esbozo de una obra de ingeniería social... aunque no se pueda hablar de utopía en el sentido en que Mumford lo hace en este libro ¿que son si no los experimentos sociales llevados a cabo por los regímenes comunistas?... el intento, casi siempre nefasto y fracasado, de recrear una utopía, una sociedad o gobierno ideal que solo existe en la mente de sus diseñadores o del lider de turno. Lewis M. nos deja muy claro en este primer capítulo que las utopías son un asunto muy serio.

La República.
Metidos ya en harina el autor nos introduce en el mundo griego y en la magna obra de Platón "La República", el más conocido de sus diálogos. La continua fundación y refundación de colonias por parte de este singular pueblo, su división política en ciudades-estado (al menos en la época que le tocó vivir a Platón), y la misma esencia de la filosofía y pensamiento del genial pensador desembocaron en esta obra donde se preguntaba cómo sería la organización y la vida en una polis ideal... filósofos a cargo de la política, una casta de militares que vela por el orden y la seguridad y que llevan una vida de entrega y abnegación... con el reverso negativo de la crítica platónica a las artes ¿es concebible una vida buena sin el arte?, y por supuesto la imposibilidad de encontrar gente de una talla semejante, porque como muy bien apuntará Mumford en el libro más adelante, el enfoque en la educación es de lo más acertado pero ¿cómo manejar el tiempo de transición hacia esa república ideal? ¿cómo educar a los adultos?... para eso Platón no tenía ninguna respuesta.



Utopía.
El siguiente capítulo se aborda la utopía de utopías, aquella que ha dado el nombre a todas las demás, "Utopía" de Tomás Moro. Ciudadano del Renacimiento, la obra de Tomás Moro constituye, según Mumford, un salto en el tiempo de más de mil años entre la República de Platón y la suya... y es que por lo visto en la Edad Media no había necesidad de elucubrar e imaginar utopías, el mundo era un valle de lágrimas y toda perfección solo pertenecía a Dios y a lo que este tuviera dispuesto en la otra vida. Moro como humanista y hombre del Renacimiento no puede estar de acuerdo y sueña con un mundo mejor, con un gobierno más justo... la pequeña comunidad rural y la familia serán los átomos constitutivos de su fantasía utópica. Esta a diferencia del diálogo platónico, otra de mis innumerables lagunas en el tema de lecturas de clásicos, es una obra que ya leí oportunamente hace mucho tiempo... de ahí que haya disfrutado especialmente con este capítulo. Si con Platón teníamos la base de la continua fundación de colonias y ciudades griegas, con lo que se ofrecía la oportunidad de comenzar desde cero, en la época de Tomás Moro sería el descubrimiento y la colonización del nuevo mundo el que espolearía la imaginación del Lord Canciller. A pesar del bucólico cuadro descrito por Moro su utopía no está exenta de lacras, como la esclavitud, ni de temas difíciles de justificar moralmente para un hombre de nuestro tiempo, como la guerra y el engaño, pero que eran completamente admisibles en su época.


Cristianópolis.
El capítulo siguiente nos mostrará la obra "Cristianápolis" de Johann Valentin Andreae, una obra y autores completamente desconocidos para mí y que Mumford considera esenciales en esta singular historia de las utopías, tanto que le dedica un capítulo entero... será el último del libro centrado en una sola obra. Desconozco si existe traducción castellana de esta "Reipublicae Christianopolitanae descriptio". Andreae era un predicador alemán protestante que vivió en el siglo XVII,  y de alguna manera su obra es precursora de lo que será la utopía moderna del siglo XIX, un relato minucioso y elaborado de una ciudad-estado, al estilo de la república de Platón, donde como su nombre indica vendría a ser una antesala del cielo en la tierra "una sede que, si está por debajo del cielo, está por encima de la basura de este mundo conocido"... como se puede ver es la reacción contra el mundo real casi siempre el motor de una utopía. Una ciudad-estado situada en una isla, se impone el aislamiento físico al igual que en "Utopía" para justificar su presencia en el presente, una ciudad que viene a representar en sí la esencia de las virtudes cristianas, perfectamente delimitada, ordenada, una especie de monasterio ampliado donde las máximas "ora et labora" se lleva a su máxima expresión.

Lo que sorprende en la utopía de Andreae es su modernidad, la importancia que da en la ciudad utópica a la industria, a la ciencia, a la actividad comercial y empresarial... sin duda que el predicador alemán era un adelantado a su época y en su obra se comienza a vislumbrar la importancia que la ciencia, nacida en su siglo, y la tecnología iban a tener en la historia de la civilización. Es una ciudad-factoría, con un componente religioso si, pero hasta cierto punto mínimo. Mumford no dudará en poner esta obra a la misma altura que la de Platón.

Más adelante en el libro nos encontramos con los intentos fallidos de Campanella y Francis Bacon de ofrecer una obra con una consistencia similar a las ya expuestas... tanto "La nueva Atlántida" como "La Ciudad del sol" vienen a ser utopías de "escape" en las que Mumford trata de sacar algo válido y extraer algo de utilidad... por alguna razón que desconozco le tiene una especial inquina a Bacon. 

El utopismo industrial.
La llegada de la revolución industrial en el siglo XVIII puso en marcha los engranajes no solo de las máquinas de vapor, sino de la imaginación de algunos escritores que veían en los nuevos tiempos y en las posibilidades que se abrían gracias a la tecnología la clave de la realización del viejo sueño, nunca olvidado, de las utopías. Aquí aparecen las utopías industriales de Marie Fourier, se cita al "utopismo" de Robert Owen, la obra utópica de James Buckingham... no hablamos de grandes obras sino de artículos, fragmentos, obras pequeñas y dispersas... la utopía se encuentra firmemente asentada en el espíritu de los tiempos.

Mumford nos describe este clima del utopismo industrial con maestría... una moda que lejos de construir modelos "holísticos" como los de Platón, Moro o Andreae se centraban y ceñían fundamentalmente al "envoltorio", es decir a la organización del territorio y las ciudades... como si eso por sí mismo fuera ya suficiente. No faltaron en la época utopías anti-industriales, la radical "Spensonia" de Thomas Spence es un ejemplo,  "Freiland" de Theodor Hertzka por el contrario se centra casi exclusivamente en la economía... dejando todo lo demás en el tintero. "Icaria" de Etienne Cabet lleva la obsesión por la organización al paroxismo... un país organizado como un ejército, de nuevo la falacia de que basta una mera organización eficiente para que todo lo demás se de por añadido, sin importar que tipo de seres humanos estamos creando en el proceso... no es extraño que la mayoría de estas obras hayan caído en el olvido.

Más interesante es la obra de Edward Bellamy "El año 2.000, una visión retrospectiva", aunque  a juicio de Mumford también termina adoleciendo del principal defecto de todas las utopías de su siglo... la brecha que existe entre la concepción que sus autores tienen de lo que es una buena vida y la estructura que elije para alojarla, de nuevo un excesivo énfasis en el papel de la organización:

"Podemos decir que, en términos generales, todas las utopías de reconstrucción presentan una asfixiante semejanza en sus objetivos y una deprimente uniformidad de intereses: aunque contemplan la sociedad como un todo, se plantean el problema de su reconstrucción como una simple cuestión de reorganización industrial."

En el capítulo noveno se abordan los trabajos de Willian Morris, W. H. Hudson y el conocidísimo (y ya era hora) H. G. Wells. Autores todos ellos de las llamadas utopías de "escape", menospreciadas en general en la obra, terminan en el caso de estos escritores aportando la pizca de humanidad y fantasía de la que parecen carecer unánimemente los demás autores de utopías literarias. La "Edad de Cristal" de Willian Morris, una delirante historia que raya en la ciencia ficción y que a la inversa de las utopías de reconstrucción de la época se sitúa en un entorno rural cuasi-normal que no tiene nada de particular excepto la mentalidad de sus habitantes que viven en un orden social muy diferente al "normal". "Cuando el dormido despierte" de W.H. Hudson sueña con una Inglaterra alternativa que ha regresado a la vida rural centrada en pequeñas comunidades, el capitalismo ha sido abolido y las relaciones sociales vuelven a recuperar la calidad que alguna vez tuvieron, seguramente en un pasado mítico que nunca existió realmente. "Una utopía moderna" de H. G. Wells es según Mumford el mejor ejercicio utópico de su tiempo, y seguramente el último importante y más cercano a la fecha de la escritura del libro. Wells imaginó un mundo casi idéntico al nuestro donde todo ha salido bien, el progreso humano ha sido progreso de verdad, se han erradicado las guerras y la miseria, la economía abandonó el sistema capitalista y es rigurosamente planificada... y encima el experimento triunfa. La sociedad se divide en diferentes estamentos en función de su nivel de conciencia y sus habilidades, se presta una gran atención a la educación y por supuesto no falta una clase, disciplinada y entregada a la causa, encargada de mantener el orden... no se si Mumford llegó a conocer a H.G. Wells... pero por sus elogios se diría que era pariente del escritor americano :-)


La Casa Solariega, Coketown y la utopía nacional.
Lewis Mumford cambia ahora de rumbo y una vez llegado a su tiempo, en la figura de H.G. Wells, comienza a teorizar no ya sobre obras literarias concretas, sino sobre una serie de mitos que persisten en una u otra forma en la literatura utópica de los últimos tiempos. Comenzará por el mito de la Casa Solariega y Coketown. El primero hace referencia a una residencia ideal, una residencia donde el trabajo no tiene lugar, una residencia o complejo residencial que se caracteriza por su falta de utilidad práctica, salvo para llevar una vida de ocio, y su relación con las obras de arte que lo decoran en toda su extensión... cuadros, estatuas, jardines... la Casa Solariega constituye un lugar recurrente, una especie de paraíso en la tierra consagrado al ocio y al placer. La encontramos en la literatura pero también en los palacios y las mansiones de los ricos, atiborradas de obras de arte... cuantas más mejor, con una decoración recargada, de múltiples estilos, donde todo sigue la consigna vulgar en extremo de que la calidad va de la mano de la cantidad. Aristocrática en un principio, terminó siendo adoptado este esquema por la alta burguesía e incluso por las instituciones del estado en forma de museos... no tiene nada que ver con la felicidad de la comunidad, como bien apunta Lewis, sino con la felicidad de los mandatarios, poder político y riqueza económica son sus requisitos. La codicia, la posesión y el materialismo llevado al extremo, el arte florece en la Casa Solariega... pero como posesión y objeto de contemplación. 

Coketown, la ciudad del carbón, nombre de una ciudad ficticia donde se desarrolla la acción de "Tiempos difíciles" de Dickens, está en las antípodas de la Casa Solariega, Coketown es la ciudad del trabajo, los feos pueblos mineros de la Inglaterra del XIX, las ciudades industriales... hoy podríamos encontrar a Coketown en lo que en tiempos posteriores a la publicación del libro de Mumford se llamaron las ciudades-dormitorio, con sus colmenas de pisos y bloques iguales. Suciedad, uniformidad, líneas rectas, ausencia de esfuerzo por un mínimo de estética, por una preocupación en suma por la calidad de vida de sus habitantes. La fábrica es su centro neurálgico, Mumford al igual que se despacha a gusto en el caso del mito de Casa Solariega por su consumismo vacío, nos muestra también que el ideal de la ciudad industrial se reduce a la producción de basura... hay una relación directa entre la producción de bienes para el consumo, bienes de ciclo de vida breve, y la creación de basura... si en Casa Solariega hay que amontonar obras de arte, en Coketown se amontona basura. 

Aprovechando el repaso a estos dos mitos, Mumford continúa su labor de sociólogo y se enzarza en una crítica con otros mitos sociales, como la figura del estado nacional y su carga de burocracia... aquí su discurso se torna bastante oscuro, algo normal, porque el escritor americano tenía todavía recientes en su memoria los horrores de la primera guerra mundial cuando elaboró este trabajo y para él estaba claro en aquel momento que el nacionalismo y su carga de fanatismo había sido el culpable de la hecatombe y seguía constituyendo un serio peligro. 

"Si Coketown, la Casa Solariega y la Utopía nacional no hubieran pasado del papel, sin duda habrían hecho una amena y edificante contribución a nuestra literatura. Por desgracia, estos mitos sociales son poderosos. Han moldeado nuestras vidas y son el oigen de muchos de los grandes males que, como hierbas venenosas, amenazan con ahogar la vida buena en nuestras comunidades. No he criticado con tanto tesón estos mitos porque sean utopías, sino más bien porque siguen provocando daños generalizados"

Conclusión.
Finalmente el libro termina realizando un análisis de lo que el autor llama "utopías parciales", donde por fuerza se tiene que enzarzar en una historia del socialismo, el marxismo, anarquismo y sus aplicaciones en la vida real, estamos en 1.922, a los que achaca su falta de realismo a la hora de tratar de crear utopías sin tener en cuenta la naturaleza humana y su superficialidad... un cambio de amo nunca es una mejora significativa para un esclavo. Se trata también el tema de las dificultades en poner marcha cualquier teoría sociológica en la práctica, y de como se choca siempre con lo mismo... Mumford pide disculpas por sus críticas a la ideología del mundo obrero, se considera simpatizante de muchas de sus reivindicaciones pero:

"No entienden por revolución una transvaloración de los valores, sino la disolución y la difusión de las prácticas e instituciones dominantes... Como si un cambio de propietarios o en el equilibrio de poder pudiese alterar el rostro de Coketown y, de esta manera, sus hornos dejasen de arder y sus cenizas de polucionar"

En definitiva solamente un cambio de mentalidad puede poner la primera piedra de cualquier utopía, en esto Mumford se aparta claramente del materialismo del siglo XIX que presuponía que era el hombre el que cambiaba según cambiase su entorno. El escritor americano se muestra por un lado optimista... ya que no ve como algo imposible las utopías, lo que si ve imposible es que alguna se pueda materializar sin un cambio en lo que denomina idola  es decir, el mundo de las ideas particular de sus habitantes, también opina que no hace falta un cambio masivo de la mentalidad de millones de personas... que basta con unos pocos y que estos en base a su éxito ya irán propagando su propia utopía. Dudo mucho que el Lewis maduro estuviera de acuerdo con la conclusión de este vigoroso ensayo lleno de la audacia de la juventud, tal y como él mismo lo calificó.

"Sin un designio común, sin un gran designio, tanto da que nuestros pequeños ladrillos para la reconstrucciónse queden en la fábrica; pues la discordia entre los hombres presagia, al final, el rápido deterioro de todo lo que pudiera haberse construido. Pongamos el punto y final aconsejando la perfección. Cuando lo perfecto llegue, lo imperfecto se desvanecerá"

Lo mejor: Un ensayo apasionante, magníficamente bien escrito, de hondo calado y que muestra una maestría, una sencillez y una erudición fuera de lo comunes. Un impresionante primer trabajo de un escritor de enorme talento que nos regaló esta obra imperecedera. Destaco también la riqueza de ideas de Mumford que arrolla literalmente al lector en muchos temas que todavía hoy tienen plena vigencia. Muy recomendable, imprescindible diría yo, si se tiene algún interés en el tema de las utopías, su historia pasada y su proyección en el futuro.

Lo peor: El libro pedía a gritos una revisión y ampliación... entiendo que el autor estuviera enfrascado en otros proyectos, más ambiciosos e importantes, pero aun comprendiendo los reparos en tocar la obra original unos capítulos anexos hubieran actualizado el ensayo y le hubieran otorgado mayor interés aún. En esa oportuna revisión posterior hubiera sido muy de agradecer espacios dedicados a esas grandes antiutopías del siglo XX, "Un mundo feliz" de Huxley y "1.984" de Orwell... estoy seguro que les tuvo que dedicar espacio en alguna de sus obras posteriores, o bien, en alguno de sus artículos.


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