miércoles, 4 de marzo de 2015

De animales a dioses



"Contar relatos efectivos no es fácil. La dificultad no estriba en contarlos, sino en convencer a todos y cada uno para que se los crean. Gran parte de la historia gira alrededor de esta cuestión: ¿cómo convence uno a millones de personas para que crean determinadas historias sobre dioses, naciones, o compañías de responsabilidad limitada? Pero cuando esto tiene éxito, confiere un poder inmenso a los sapiens, porque permite a millones de extraños cooperar y trabajar hacia objetivos comunes. Piense el lector lo difícil que habría sido crear estados, o iglesias, o sistemas legales si solo pudiéramos hablar de cosas que realmente existen, como los ríos, árboles y leones."


Ficha: "De animales a dioses", Yuval Noah Harari, editorial Debate, 492 páginas, ISBN: 978 84 9992 421 2

En navidades lo vi anunciado a bombo y platillo en Internet y también en una librería. A pesar de que corría el riesgo de llevarme un buen chasco, no siendo encima un libro precisamente barato, me animé a comprarlo y echarle una ojeada. Por suerte es de esos ensayos que cumplen con creces lo que prometen, es más, creo que  difícilmente leeré otro mejor sobre historia este año.

Es complicado marcarse un objetivo más ambicioso que el que Yuval aborda en esta obra, nada menos que una historia de la humanidad desde sus inicios como especie hasta el momento actual incluyendo alguna que otra mirada a un posible futuro. No es el primer ensayo histórico que traza un recorrido tan largo, pero si desde luego es el primero que veo que trata de captar la esencia de esa rama del saber humano, más que constituir un relato, más o menos coherente o creíble de hechos ya pasados se trata de analizar cuales son los principales motores de la historia, en definitiva el porqué las cosas sucedieron como sucedieron y no de otra forma.

La historia es un campo donde uno puede entretenerse todo lo que quiera, perderse en mil y un detalles, enredarse en una selva enmarañada de datos, fechas y cifras para luego al final no decir absolutamente nada. Hace bastantes años era mi tema favorito y todavía de vez en cuando me animo a leer algún que otro ensayo, sobre todo porque considero que es fundamental para tener una base mínima de cultura y comprender mejor otro tipo de trabajos, filosóficos y científicos sobre todo... aun así repasando lo comentado en este blog a lo largo de seis años la historia es uno de los temas más minoritarios. Esa facilidad con la que en la historia se puede uno perder y quedarse en la anécdota y en los sucesos aislados es seguramente lo que poco a poco me ha llevado probablemente a dar de lado el tema... sin embargo el libro de Yuval Noah Harari, un oscuro autor de libros de historia militar israelí que ha sido catapultado a la fama con este ensayo, me ha venido a recordar el porqué es interesante la historia y me ha devuelto las ganas de adentrarme más adelante en otros libros de esta temática, el nombre de Jared Diamond, por ejemplo, uno de los más importantes autores de divulgación histórica de las últimas dos décadas me comienza a sonar cada vez más atractivo.

Yuval capta perfectamente la esencia del acontecer humano y lo hace con un lenguaje claro y ameno, salpicado en muchas ocasiones de ironía y donde no faltan las analogías para ayudar al lector a comprender mejor lo que está exponiendo. Esa capacidad de hacerse entender y de enganchar con un relato donde tampoco faltan las ideas atrevidas y claramente provocadoras es sin duda lo que ha constituido la clave de su éxito. En España el libro tuvo una buena campaña publicitaria... no así en su versión original en inglés que terminó sorprendiendo a sus editores en uno de esos raros casos de publicidad "boca a boca", sin duda la mejor que hay. Mi ejemplar es ya la tercera edición de finales de 2.014... toda una hazaña para un libro calificado por algunos como el mejor de no-ficción del año de su publicación.

El libro comienza con las primeras andanzas del Homo Sapiens como un animal apenas distinguible de otros simios, y con la particularidad de no ser la única especie humana, algo que en demasiadas ocasiones obvian los tratados de historia, se nos relata su éxito frente a otras especies de homínidos a los que con casi toda probabilidad llevó a la extinción, su propagación por todo el planeta y su innegable éxito pasando de unos pocos miles de individuos radicados en el Africa Oriental a varios millones esparcidos por los cinco continentes ya en tiempos "prehistóricos"... todo ello fruto de la primera revolución, la revolución cognitiva.

Esa primera revolución de hace 70.000 años cuyo origen sigue siendo un misterio, llevó a los miembros de la especie Homo Sapiens a utilizar un lenguaje no solamente para elaborar mensajes simples, los simios, delfines, abejas y muchos animales también tienen el suyo propio, sino también para hacer referencia a hechos inexistentes, pasados o imaginados en el futuro. Esa capacidad de utilizar símbolos que hacían referencia a hechos y cosas inmateriales, fruto de la imaginación, fue lo que les concedió ventaja sobre otras especies de homínidos como los neandertales por ejemplo, siempre según el autor, debido a que permitían entre otras cosas la construcción de mitologías.


La revolución cognitiva.
Y es esa capacidad de elaborar relatos mitológicos, creencias y supersticiones lo que permitía que diferentes clanes de Sapiens, sin conocerse a penas, pudieran colaborar en pos de un fin común... algo que los clanes de neandertales seguramente no podían hacer. Todo son suposiciones claro, sin embargo este es el hilo fundamental del libro del que Yuval irá tirando una y otra vez hasta enlazarlo con la época actual, y para él es la clave del progreso humano, la capacidad del Homo Sapiens para inventar historias ... y creérselas por supuesto. En algún que otro libro he podido leer la idea de que el cerebro humano no es una herramienta creada para la búsqueda de la verdad sino que está diseñado para sobrevivir, Yuval estaría seguramente de acuerdo ya que como muestra una y otra vez es nuestra capacidad de creer en nuestras propias ficciones lo que nos ha hecho tan poderosos... ni la rueda, ni el fuego, ni la postura erguida, ni la capacidad de construir herramientas, casi todos estos elementos también eran conocidos por otras especies de homínidos que no pudieron competir con el Sapiens.

Entre el año 70.000 antes de nuestra era y el 12.000 el éxito de nuestra especie era total, varios millones de individuos viviendo por casi todo el mundo divididos en pequeños clanes, seguramente de no más de cien o ciento cincuenta individuos, y esparcidos por vastos territorios en los que tenían poco contacto entre sí. A pesar de tan modestos avances si se comparan con el abigarrado mundo actual de 7.000 millones de humanos lo cierto es que el impacto sobre la fauna de la época fue devastador, esos supuestamente pacíficos clanes de cazadores-recolectores llevaron a la extinción al mamut, al tigre de dientes de sable, al perezoso gigante... y a la mayor parte de los grandes mamíferos del mundo. Cambiando ecosistemas enteros mediante el uso del fuego para arrasar selvas y convertirlas en pastizales donde posteriormente buscarían la caza.  El libro trata de romper, creo que con bastante éxito, con la imagen bucólica que tenemos en la actualidad de los pueblos indígenas como benévolos habitantes en armonía con la naturaleza todavía sin "contaminar" por la civilización.

El mayor fraude de la historia.
Sobre el mencionado año 12.000 de antes de nuestra era comenzó la segunda revolución cognitiva que supuso un avance inmenso, el descubrimiento y la utilización masiva de la agricultura. Un avance que Yuval en una de sus ideas más polémicas califica como de "el mayor fraude de la historia". Recibe dicho calificativo debido a que si bien la agricultura trajo a la humanidad unos recursos muy superiores a los que hasta entonces disponía, empeoró significativamente la calidad de vida de los seres humanos... para Yuval la vida del cazador-recolector medio era más larga, tranquila y feliz que la vida del agricultor de las primeras civilizaciones. Con la agricultura llegó lo que llamamos civilización, los impuestos, la clase dominante parásita, las guerras y la necesidad de fortificarse, las epidemias como consecuencia del hacinamiento, falta de higiene y el contacto permanente con los animales domésticos... la agricultura trajo además la necesidad de controlar el tiempo, de contabilizar los productos, la propiedad y por supuesto sistemas para llevar las cuentas de todo... la escritura en sus inicios era simplemente eso. Un aumento espectacular del número de individuos y por lo tanto un mayor éxito como especie, con la contraprestación de una también espectacular disminución de la felicidad individual y un empeoramiento de las condiciones de vida. Yuval con el ejemplo de los agricultores, pero también con el ejemplo de los animales domésticos, nos explicará como a la naturaleza le importa bien poco el sufrimiento individual si el resultado es una mayor generación de copias de ADN... 

Ni que decir tiene que las mitologías siguieron vivas en esta revolución agrícola, es más, se sofisticaron y comenzaron a aparecer las primeras grandes religiones, había que darle una explicación divina a todo, y por supuesto una intencionalidad divina para que las cosas fueran como eran y sostener el orden establecido, faltaría más. El hecho de que la agricultura se inventase en sitios tan distantes e incomunicados entre sí como el próximo oriente, las llanuras fluviales de China o América Central y los Andes muestra que fue algo progresivo e imparable... los clanes de cazadores dificilmente podían hacer frente a las tribus de agricultores y pastores, estas terminaron ganando la batalla y extendiéndose por casi todos los territorios donde era posible la agricultura y relegando a los cazadores a las zonas más inhóspitas. Yuval aclarará también el porqué de no poder ir hacia atrás y como el proceso que conduce a la agricultura no tiene ya retorno.

Los pueblos de agricultores fueron dando paso a las naciones, pequeñas, y las ciudades estado, y estas fueron alimentando a los imperios... todo sostenido por ficciones, mitos, religiones. Ficciones como la ficción de nación o estado, como la ficción de un dios sobrenatural creador y administrador del universo, ficciones como las leyes y los códigos, y finalmente como la ficción más poderosa de todas, la del dinero. 

Para Yuval son estas ficciones, realidades intersubjetivas que no tienen existencia fuera de la cabeza de quienes creen en ellas, pero que a diferencia de las alucinaciones no dependen de que alguien concreto crea o no en las mismas al ser compartidas por cientos, miles o millones de individuos; son estas ficciones el cemento y la argamasa de lo que llamamos civilización, un cemento tan imaginario como impenetrable que nos encorseta desde el nacimiento en función del lugar, la época, y sus creencias compartidas, en el que hemos venido al mundo y vivimos. Yuval aborda en esta parte del libro su lado más filosófico y que personalmente encuentro más interesante:

"Con el fin de desmantelar Peugeot, por ejemplo, necesitamos imaginar algo más poderoso, como el sistema legal francés. Con el fin de desmantelar el sistema legal francés necesitamos imaginar algo todavía más poderoso, como el Estado Francés. Y si también quisiéramos desmantelarlo, tendríamos que imaginar algo más poderoso aún. No hay manera de salir del orden imaginado. Cuando echamos abajo los muros de nuestra prisión y corremos hacia la libertad, en realidad corremos hacia el patio de recreo más espacioso de una prisión mayor."

Yuval analiza también la problemática de las jerarquías sociales, las castas y el orden social, el origen del racismo etc en uno de los capítulos más interesantes del libro. También será más que interesante su inteligente y lúcida incursión en el tema del sexismo, sin duda alguna la jerarquía social más común en la civilización humana. 

Una vez puesto en marcha el tren con la revolución agrícola no tardaron en surgir las naciones y los imperios. Yuval aunque reconoce que la palabra "imperialista" posee indudables connotaciones negativas no duda, de forma un tanto polémica aunque también muy fundada, de echarle un capote a los imperios y comentando que a pesar del coste en sufrimiento y sangre que conllevaba la guerra de conquista casi inevitable para anexionar territorios el resultado no siempre era un empeoramiento de las condiciones de vida de los conquistados. Es más, dicho proceso de construcción de imperios, ahora también llamado "globalización" ha sido uno de los grandes motores de la historia y eso que llamamos "progreso".

En otro polémico capítulo, el dedicado a la religión, el autor realizará una nueva definición de religión e incluirá en la misma a ideologías como el comunismo, nazismo, e incluso al moderno capitalismo: "La religión es un sistema de normas y valores humanos que se fundamenta en la creencia en un orden sobrehumano..." Aunque advierte de la incomodidad que puede suponer para algunos lectores también comenta que cambiar la etiqueta por ideología tampoco cambia las cosas ni un ápice.

En el siguiente dedicará unos pensamientos muy "jugosos" al estudio de la historia, a la imposibilidad de usar el estudio histórico para predecir el futuro y al efecto engañoso de que visto en retrospectiva todo parece tener sentido y no podía haber sucedido de otra forma... si hay una rama del conocimiento humano donde las interpretaciones y las suposiciones son constantes esa es precisamente la historia:

"Y, ya puestos, ¿por qué estudiar historia? A diferencia de la física o de la economía, la historia no es un medio para hacer predicciones exactas. Estudiamos historia no para conocer el futuro, sino para ampliar nuestros horizontes, para comprender que nuestra situación actual no es natural ni inevitable y que, en consecuencia, tenemos ante nosotros muchas más posibilidades de las que imaginamos. Por ejemplo, estudiar de qué manera los europeos llegaron a dominar a los africanos nos permite darnos cuenta de que no hay nada natural o inevitable acerca de la jerarquía racial, y que el mundo bien pudiera estar organizado de manera diferente. "

La revolución científica.
La cosa se podía haber quedado ahí, pero entonces llegó la revolución científica y con la misma tenemos completo la tríada del impulso histórico por excelencia, comercio, imperio y ciencia. Nada ha cambiado tanto la faz de la civilización humana en los últimos cinco siglos como la ciencia, y sin embargo esta no está sola... la ciencia necesita del apoyo decidido de los estados y los particulares para desarrollarse, y estos demandan aplicaciones prácticas a la misma, ya sea con fines puramente económicos ya sea con fines de otra índole, habitualmente relacionados con el poder. Hasta el siglo quince la mayor parte del poderío demográfico y económico del mundo se encontraba en oriente, a partir de ese punto y merced al desarrollo de la ciencia cambiaron completamente las tornas. La expedición de Colón tenía unos medios ridículos en comparación con la gran armada que lanzaron los chinos para un viaje de exploración que no tuvo eco posterior... sin embargo fueron los españoles capitaneados por Colón los que descubrieron América, fueron los ingleses los que exploraron y colonizaron las islas del Pacífico Sur,  Australia y Nueva Zelanda. No basta con tener los medios, había también que sentir el impulso de la curiosidad y ver en todo viaje de exploración una gran oportunidad, económica, sobre todo pero también pura y simple curiosidad.

El responsable de esta mentalidad curiosa fue la ciencia ya que aunque siempre ha habido mentes inquietas faltaba una metodología que consagrara la búsqueda de la verdad, la asunción de que no lo sabemos todo y que todo puede ser puesto en entredicho, la importancia del método empírico y las matemáticas y finalmente la búsqueda de aplicaciones prácticas a los conocimientos adquiridos. Todo un cóctel explosivo que impulsó al genio humano a los niveles que todos conocemos, que comenzó precisamente en esta época y que otorgó una gran ventaja a occidente sobre el resto de las culturas. De nuevo el autor se vuelve a lucir en el libro, en esta ocasión con la explicación de la revolución científica y las implicaciones económicas y de poder que conllevó consigo.

"En resumen, la investigación científica solo puede florecer en alianza con alguna religión o ideología. La ideología justifica los costes de la investigación. A cambio, la ideología incluye sobre las prioridades científicas y determina qué hacer con los descubrimientos."

La alianza entre ciencia e imperialismo será analizada en el capítulo siguiente donde se mostrará con gran claridad el como los avances científicos y el apoyo gubernamental y económico a los mismos fueron de la mano de las conquistas de Africa y Asia en el siglo XIX, y como la revolución industrial hubiera sido imposible sin los avances científicos. Las aventuras de los españoles en América, la de los ingleses en la India y China... la colonización de Africa, conquistas en definitiva que fueron muy distintas a las de los pueblos antiguos como las de los antiguos romanos o los griegos. Faltaba no obstante otro gran protagonista que junto con el imperialismo y la ciencia vino a dar el impulso definitivo, el capitalismo.

El capitalismo y su utilización continua del crédito y la premisa del crecimiento continuo, que desembocaría con el tiempo en la llamada sociedad de consumo, la industria que aprovechó los avances de la ciencia como la máquina de vapor que traería el ferrocarril... la utilización cada vez más masiva de fuentes energéticas alternativas al tradicional músculo humano y animal, la aplicación de la industria a la alimentación... toda una serie de cambios vertiginosos que transformaron el mundo en un tiempo record. Da escalofríos pensar en lo que ha cambiado el mundo tan solo en los últimos dos siglos... o en los últimos cincuenta o sesenta años. El impacto de la vida moderna y los cambios drásticos que la misma impuso en la vida de los ciudadanos en relación con la familia y la comunidad serán analizados posteriormente.

Finalmente el libro termina con una visión futurista de lo que nos espera... el autor no se decanta por ninguna visión especial, cualquier cosa es posible, desde un final apocalíptico hasta un futuro dorado donde se hayan superado los graves problemas medioambientales que nos amenazan, desde un futuro en el que una élite privilegiada va a tener acceso a la inmortalidad y la inmensa mayoría van a vivir en un infierno a un futuro donde continúe la vida pero sin nosotros, o bien, con una humanidad que en nada se parezca a lo que hoy conocemos. Todos los caminos están abiertos, como muy bien comenta Yuval la historia vista retrospectivamente parece un camino trillado, vista hacia adelante es siempre una incógnita.

Lo mejor: Ameno, lúcido, repleto de datos pero también de interesantes ideas que podrían mantener un foro de opinión abierto semanas o meses... Yuval ha escrito uno de los mejores ensayos históricos de lo que va de siglo y todo un referente en el género. Un libro lleno de opiniones polémicas y quizás cuestionables pero también pleno de sentido del humor y de un sano escepticismo e inteligencia a raudales. Muy recomendable. 

Lo peor: A más de un lector se le pueden atragantar ciertas ideas, los lectores dogmáticos que se identifican con sus ideas, y que se toman cualquier ataque a las mismas como algo personal,  o que consideran que estas poseen una entidad tan real como una mesa o el suelo que pisan mejor que se mantengan apartados... el libro de Yuval les puede dar que pensar, si es que pueden claro ;-). Aparte de eso el autor no duda en lanzarse a la piscina y aventurar hipótesis que probablemente habrán tenido ya su contestación, aunque lo haya hecho de forma consciente y no deje durante toda la obra de reflejar argumentos a favor y en contra de cuanto expone.


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