domingo, 28 de febrero de 2016

Aforismos


"En la elaboración de un trabajo ten presente: confianza en ti mismo, noble orgullo y la idea de que no son mejores que tú otros que evitan tus errores y que en cambio cometen otros que tú has evitado"


Ficha: "Aforismos", Georg Christoph Lichtenberg, editorial Cátedra, 358 páginas, ISBN: 978 847 625 492

Curioseando como ha menudo hago en mi web favorita sobre filosofía, que se ha convertido en los últimos años de un gran referente respecto a lecturas en este campo, me encontré con una reseña de un autor completamente desconocido para mí. Al tratarse de un pensador ilustrado del siglo XVIII y ver tan favorables críticas sobre el mismo me dije que tenía que leer en cuanto tuviera ocasión algo sobre el mismo. 

Lo más fácil hubiera sido conseguir el libro recientemente publicado por Hermida Editores, el primero de una serie que pretende completar la edición completa de esta gran obra, los cuadernos, Sudelbücher, donde Georg Christoph Lichtenberg recogió anotaciones de extensión muy variable sobre todo tipo de temas durante treinta y cinco años. Pero el estar todavía incompleta y no ser precisamente un libro "barato" me convenció de que tenía que intentar buscar una edición algo más asequible, aunque fuese al precio de contentarme con una edición más limitada. Afortunadamente la editorial Cátedra hace siete años publicó esta selección de aforismos incluidos en los cuadernos, la cual aunque incompleta posee el suficiente interés como para que me interesara por ella. Tiene además la ventaja de ofrecer una visión muy amplia tanto de la vida como de la obra del pensador alemán, y proporciona al lector curioso, o sea a mí,  una introducción excelente a esta obra más que singular... y es que difícilmente encontraremos una colección de elogios más grande que la vertida por tantos lectores sobre esta obra de ese ingenioso y sagaz apóstol de la ilustración.

Para un científico, articulista y afamado profesor universitario de Gotinga, hubiera sido toda una sorpresa constatar que iba a ser conocido en la posteridad casi exclusivamente por una obra escrita sin ánimo de ser publicada, una obra para uso exclusivamente privado y que sin duda nunca hubiera aprobado que la misma fuese conocida del gran público. Es por eso que, salvando las enormes distancias, me ha recordado mucho a esas meditaciones de Marco Aurelio, por aquello de que se trata de obras que han pasado a la posteridad en cierta forma a pesar de su autor, y han terminado cobrando vida propia.



Nació en 1.742 y fue el décimo octavo, o décimo séptimo (según la fuente que se cite), y último, hijo de un pastor protestante de la localidad alemana de Over-Ramstadt, débil y enfermizo, sus padres lo bautizaron inmediatamente ante el temor de que pudiese morir en breve plazo, de poca estatura, no superaba el metro y medio, y aquejado de una dolencia congénita que le deformó la columna y se hacía visible exteriormente con una joroba, seguramente una escoliosis, nunca disfrutó de una buena salud y de hecho falleció un tanto prematuramente en 1.799. Es difícil que una mejor salud le hubiera permitido tener una vida intelectual más fructífera, tras conseguir estudiar y licenciarse merced a una beca, sus estudios de matemáticas, historia natural y astronomía solo fueron el principio de una intensa carrera intelectual. Es bastante probable que sus limitaciones físicas sirvieron de acicate a su natural curiosidad y también le ayudaran en su notable capacidad de observación, sin duda su mayor cualidad. No hubo rama del saber que se librase de su estudio y su aguda visión: teología, literatura y poesía, filosofía, física experimental, química, astronomía... a partir de su vivencia universitaria no dejaría de escribir y publicar artículos de la más diversa índole en las revistas de la época, aparte de ser un reputado profesor universitario e investigador, de hecho fue el primer físico experimental de su país. Pero como he comentado antes... serían sus escritos privados recogidos en esos cuadernos que guardaba para sí, los que finalmente le reportarían un lugar en la inmortalidad como uno de los mejores escritores alemanes de su siglo, y también como uno de los más grandes autores de aforismos de todos los tiempos.

De forma metódica Lichtenberg anotaba sus impresiones sobre los más diversos temas en los mismos, en ocasiones nos encontramos con pensamientos de una sola línea, otras veces se trata de fragmentos más elaborados que parecían mini tesis. Como muy bien explica el autor del largo prólogo, todo un estudio introductorio de más de 100 páginas, Feliciano Pérez Varas, la definición de lo que es un aforismo se presta a bastante confusión, de ahí que nos proporcione una especie de historia resumida del "aforismo" a lo largo de la historia de la literatura, seguramente necesario para poder situar mejor al autor en su contexto. 

El retrato que se nos presenta a través no solamente de la presentación que del autor hace la presente edición, sino sobre todo a través del material recogido es el de un pensador ilustrado poco menos que ideal, todo un apóstol de la ilustración, posiblemente el más genuino representante de la misma en Alemania, mejor incluso que Kant. Un defensor a ultranza de la capacidad de la razón humana, y por lo tanto, enemigo declarado de toda superstición, pero también enemigo de todo prejuicio y distorsión cognitiva creado por la fuerza de la costumbre y el dogmatismo. Vivió seguramente en una época donde tuvo que lidiar con montones de intelectuales y eruditos mediocres a los que no se cansó de desenmascarar y criticar, de forma inmisericorde aunque siempre irónica. Lichtenberg ante todas las cosas fue un excelente observador del género humano, de sus limitaciones, de sus ridiculeces y de sus miserias... y a la vez como pensador ilustrado, un optimista redomado y un declarado defensor del progreso de la humanidad.

En sus aforismos, o al menos en los recogidos en esta incompleta edición, aparece aunque no de forma obsesiva, el tema de la religión, con la que se mostrará muy crítico... pero no contra el fondo de la misma, Lichtenberg era creyente, aunque tenía una idea de la religión bastante alejada de cualquier beatería, y como protestante no resulta extraño que cargase las tintas contra el catolicismo, aunque este es siempre un tema menor. No se puede decir lo mismo de su tema favorito, el ser humano:

"Con respecto al cuerpo, con certeza, hay si no más por lo menos tantos enfermos imaginarios como reales; con respecto a la mente hay tantos, si no muchos más, sanos imaginarios como sanos reales"

Referencias a la psicología humana, al espíritu humano, al cuerpo... también a las ramas del saber, especialmente a la filosofía, la religión, la ciencia y la naturaleza, la lengua y la literatura, el arte, la política y la historia, el arte de vivir, el amor, la suerte, las mujeres... y esa colección de cortos aforismos titulada irónicamente "verdades de perra chica", algunas de las cuales han pasado al acerbo cultural europeo:

"Hoy en día, el derecho del más fuerte se ha perdido, salvo la libertad de cerrarle la mano a cada uno en su bolsillo"

"Hay pocas personas que pueden poner un rostro inteligente cuando miran al sol"

"Donde la moderación es un error, la indiferencia es un delito"

"Cuando las personas dicen que no quieren nada regalado, es una señal, por regla general, de que quieren algo regalado"

Y como seña distintiva siempre el afilado, afiladísimo en ocasiones, humor pleno de inteligencia:

"Era un chico admirable; con apenas seis años ya sabía rezar el padrenuestro al revés"

"Él solía llamar a las facultades superiores e inferiores anímicas la Cámara Alta y la Cámara Baja, y muy a menudo aprobaba la primera un proyecto de ley que la segunda rechazaba"

"Frecuentemente, cuando un conocido pasa por delante de mi casa, me retiro de la ventana, no tanto por ahorrarle el esfuerzo de una reverencia, como por ahorrarme yo el bochorno de ver que él no me hace reverencia"

Lo mejor: Un personaje fascinante del que seguiré leyendo más cosas en el futuro, este pequeño ensayo proporciona una excelente introducción a esa magna obra que vale la pena atesorar en cualquier biblioteca. G. C. Lichtenberg era un pensador agudo, que escribía con gran estilo y cuyas máximas y pensamientos a cerca de muchas cosas siguen teniendo hoy todavía vigencia. Sus reflexiones, llenas de ingenio y sentido común, se siguen leyendo con placer a pesar del tiempo transcurrido. Todo un clásico digno de ser visitado una y otra vez.

Lo peor: Como sucede con los buenos aperitivos, uno no puede evitar quedarse con hambre de más... de ahí que me plantee la lectura completa de sus "cuadernos" en cuanto esté lista la edición completa de los mismos, mientras tanto... bien sirve este adelanto.

miércoles, 17 de febrero de 2016

Filosofía de la redención



"¿Quién es, pues, optimista? Es necesariamente optimista aquel cuya voluntad aún no está madura para la muerte. Sus pensamientos y máximas (su cosmovisión) son fruto de su ímpetu y hambre de vivir. Si se le ofrece un conocimiento mejor desde fuera, pero este no echa raíces en su espíritu, o se apodera, ciertamente, del mismo, pero arroja tan solo una especie de frío relámpago en su corazón, pues este es obstinado y duro -¿qué ha de hacer? ¡Pues seguir! - También le llegará su hora, pues todos los hombres, como todo lo demás en la naturaleza, tienen una única meta"



Ficha: "Filosofía de la redención", Philipp Mainländer, Ediciones Xorki, 447 páginas, ISBN: 9788 494 150555

En una de mis inspecciones periódicas de ese gran blog de filosofía que es "El vuelo de la lechuza", me encontré con un artículo dedicado a la primera edición en castellano de la obra de un desconocido filósofo. Philipp Mainländer es uno de esos autores apartados de la filosofía académica, un filósofo prácticamente ignorado en su tiempo cuya filosofía, no obstante, se resiste a morir y caer en el olvido. En cierta forma una paradoja, ya que esa redención de la que nos habla en el título de su obra más importante, no es otra cosa que la muerte y el descanso eterno en la nada.

Decía León Shestov que aquellos filósofos que ponían en pie un sistema filosófico realmente lo que estaban haciendo era rendirse, dejar de moverse, dar por sentado que ya sabían lo suficiente y "acampar", según sus palabras: "Cuando el hombre pierde la capacidad y la fuerza para avanzar, comienza a asegurar que ha llegado hasta el fin, que no hay adonde ni es necesario continuar, que ya es hora de detenerse y empezar a elaborar una concepción del mundo". El símil no podría ser más acertado en el caso del melancólico filósofo germano. Mainländer convencido de que había logrado el objetivo de su vida, un sistema filosófico que pretendía explicar nada más y nada menos que el origen y el destino final del mundo, y también seguramente en medio de un ataque insuperable de melancolía, se quitó la vida un 1 de abril de 1.876, se ahorcó usando una pila de libros enviada por su editor el día antes, precisamente la obra que comento aquí, para alcanzar la soga... no había todavía cumplido los 34 años.




Años antes, en 1.860,  había quedado poderosamente seducido por las ideas expresadas por Schopenhauer en su obra magna "El mundo como Voluntad y Representación", la lectura de ese libro iba a cambiar su vida. Tres años más tarde, a raíz de la muerte de su madre dejó paulatinamente de interesarse por la literatura y la poesía, y se fue centrando mucho más en la filosofía, siempre y de forma autodidacta, al igual que sus anteriores lecturas de literatura, se sumergió en una intensa lectura de los más grandes de la filosofía, desde Platón y Aristóteles, Spinoza, los empiristas británicos hasta culminar en Kant, y por supuesto teniendo siempre como referencia insustituible a su idolatrado Schopenhauer, su obra, esta "Filosofía de la Redención" no es otra cosa en el fondo que un epílogo a la obra del genial cascarrabias de Danzing, no solo completaba su visión del mundo sino que acentuaba mucho más aún su pesimismo... aunque como comentaré un poco más adelante, no es justo catalogar a Mainländer con la etiqueta de pesimista sin más, es que en su caso habría que inventar una nueva palabra. 

La idea central de su filosofía es tan sencilla como inquietante y colosal, el mundo tal y como lo conocemos tuvo su origen en la muerte de un ser omnipotente y singular, más allá de todo cuanto podamos imaginar al que podríamos llamar Dios, este, enfrentado a su soledad, puesto que cuando existía solamente él incluía el universo, la totalidad de todo lo existente en un todo indiferenciado; decidió ejercer su libertad, su libre albedrío en la única acción posible, su muerte. Su omnipotencia le impedía, paradojicamente, disolverse en la nada sin más, pero no su "suicidio". Resultado del mismo es la existencia de este mundo múltiple, surgido de ese otro universo anterior simple e indiferenciado... y es este mundo múltiple, del que hemos surgido los hombres, el que sí que se vuelca en la nada. Porque para llegar a la nada es preciso el paso previo por la vida y la existencia... de modo que la meta del mundo, del hombre, y de todo cuanto existe, no es más que el paso del ser al no-ser. Es la redención de ese "crimen" de existir, el objetivo último de la vida, y el destino del universo... el cumplimiento último por lo tanto de la voluntad de ese Dios primordial.

Como seres inteligentes y auto-conscientes participamos según Mainländer de la naturaleza de ese Dios empeñado en auto-aniquilarse, por un lado hay en nosotros una voluntad creadora, una voluntad de vivir, y por otra parte una atracción fatal por la destrucción y un deseo de descansar en paz, un anhelo de detenernos para siempre y encontrar esa paz que tanto perseguimos sin encontrar nunca del todo. 

En base a esa idea, no ya pesimista sino algo que ya no sé como calificar ¿ultra-nihilismo?, construyó todo un sistema filosófico que se apoyaba sobre todo en la obra de Schopenhauer aunque bebía también de otras fuentes, sobre todo de Kant, y que un servidor ha encontrado también reminiscencias de Hegel en su faceta política. De ahí que en la mayor parte de su filosofía la originalidad brille por su ausencia, Mainländer construyó un colosal edificio... pero me temo que lo comenzó por el tejado, porque de principio a fin, y en esto si que tiene un gran mérito, trata de adaptar y justificar su visión metafísica a partir de todo aquello que conoce.

En el primer capítulo, el titulado "Analítica de la facultad cognoscitiva", altamente especulativo, de inspiración kantiana, le tenemos embarcado en la difícil tarea de explicar el proceso de conocimiento del mundo: sentidos, ideas, "cosa en sí", los límites de la percepción y el conocimiento que podemos tener a partir de la misma, los límites del conocimiento a través de la introspección... y por supuesto el intento de justificar la idea de la Voluntad, esa fuerza ciega que impregna todo y que mueve el mundo, herencia directa del pensamiento de Schopenhauer.

En el siguiente capítulo, el dedicado a la física, le veremos intentando introducir esa fuerza ciega, la Voluntad, en el ámbito de las fuerzas físicas... elementos inanimados incluidos, le veremos disertar sobre la vida, en su ámbito vegetal, animal y humano, pero también sobre el elemento físico... aquí tendrán lugar los mayores dislates y desbarres, explicables en parte por su pobre formación científica, y también por el estado de la ciencia de su tiempo es verdad... resultarán chocantes sus ideas sobre el movimiento planetario por ejemplo y su idea del equilibrio de la Tierra en torno al Sol... por no hablar de ese intento de "meter" con calzador si hace falta la idea, propia de la metafísica, de la Voluntad mezclando, como decimos en castellano churras con merinas. Simplemente curioso ese intento de tratar de encontrar una "teoría del todo" filosófica.

Mucho más interesantes son sus disertaciones sobre la estética en el siguiente capítulo, se nota que ahí si que pisa terreno más firme debido a su formación artística y literaria, y también gracias a su sensibilidad de poeta, no faltarán por supuesto las ideas controvertidas o apreciaciones subjetivas, realmente este hombre no parecía conocer el sentido del ridículo ni el miedo, sino que además todo este capítulo no es sino una justificación de su tesis de porqué el arte y el goce estético no bastan para proporcionar sentido a la vida, por qué este no es suficiente para compensar el vacío de la existencia... de nuevo vuelve a aparecer el fantasma de Schopenhauer que encontraba en la experiencia estética uno de los modos más poderosos para acallar y suspender la influencia de la Voluntad... aunque fuese momentáneamente.

En el capítulo dedicado a la ética, nos encontraremos con sus ideas sobre la posición del hombre en el mundo y su relación con los semejantes, la moral, el bien y el mal... y sobre todo su postura en relación con la abstinencia de la procreación, lo relativo de los actos, y como da igual de cara al destino del mundo lo que hagamos o dejemos de hacer. Mainländer solo veía en la procreación de nueva vida el acto y la decisión más importantes, por cuanto suponía nuestra supervivencia, aunque fuese en forma de descendientes... aunque al fin y al cabo estaba convencido de que el destino del universo hacia la no-existencia era algo completamente inexorable.

Mucho más interesante es el capítulo centrado en la política, contrariamente a su maestro Schopenhauer, que fue un conservador a ultranza, Mainländer era partidario de la consecución de un estado ideal, defendía las pretensiones de los movimientos obreros y sociales de su época en aras de abolir el estado de semi-esclavitud en el que vivía el proletariado... pero no lo hacía por grandeza de corazón o por compasión, simplemente creía que las duras condiciones de vida de la clase obrera les incapacitaba para pensar en otra cosa que en la difícil lucha por la supervivencia del día a día, reforzaba de forma paradójica sus ganas de vivir, reforzaba la influencia de esa fuerza ciega llamada Voluntad... y posponía el fin último del mundo. Solamente a través de la consecución de un estado "ideal", un estado supra nacional, en donde la gran mayoría de sus ciudadanos disfrutasen de comodidades materiales, lujos, y tiempo de ocio podía germinar la idea de la aniquilación total... solamente en un estado que proporcionase la comodidad de la que en aquel momento solo disfrutaban las clases más acomodadas podría darse un paso adelante en el cambio de conciencia, que todo el mundo comprobase de primera mano que los placeres mundanos, el ocio, el conocimiento y demás bienes terrenales no conducían a la felicidad y no colmaban en modo alguno el vacío de la existencia. Era como desear que todo el mundo se haga millonario para que ser millonario pierda todo su atractivo, y hacer despertar de su sueño a la humanidad, pues tras ese estado ideal ya solo quedaba, a su entender, la extinción.

Y al final llegamos al capítulo más importante del libro, el de la metafísica, centrado en especular sobre el origen del universo y su destino según lo apuntado anteriormente. Todo lo visto anteriormente, y que conste que hay un sin fin de ideas y de especulaciones, mucho muchísimo más de lo apuntado aquí, sirve tan solo de apoyo a su cosmovisión, original e ingeniosa, por la que Mainländer hubiera merecido entrar en la puerta grande de la filosofía. Su sistema filosófico es un puente, un eslabón perdido realmente, entre Schopenhauer y Nietzsche, este último leyó a fondo su "Filosofía de la Redención", de ahí sacó su idea de la "muerte de Dios", aunque en un sentido muy diferente del utilizado por Mainländer, y como bien comenta Manuel Pérez Cornejo en la introducción, se portó de forma bastante mezquina con el desafortunado filósofo. No fue el único, Mainländer ha sido "ninguneado" como pocos filósofos en la historia, quizás por su ausencia del ámbito académico y su labor autodidacta, por su prematura muerte... o quizás porque su filosofía se apoyaba en una idea demasiado radical, demasiado desesperanzadora, y a nadie le gustan las malas noticias.

En el club de los pesimistas Mainländer ocupa un lugar muy especial, Schopenhauer llevó una vida acomodada y no dudó en hacer uso de cuantos placeres, estéticos y más terrenales, estuvieron a su alcance, Nietzsche vivió una vida más desgraciada... pero fue un apasionado melómano y un ardiente defensor del valor de la lucha del hombre contra su aciago destino, nuestro Miguel de Unamuno lo podríamos encuadrar también en ese ámbito, el de los pesimistas heroicos, que vieron en la lucha contra lo inevitable un indicio de la grandeza del hombre "vive tu vida de tal forma que tu muerte aparezca como la mayor de las injusticias"... Emil Cioran no dejó de lamentarse y arrojar sus demonios a través de su escritura durante su larga vida sin atreverse a dar ese paso en el vacío... paso que Mainländer dio sin titubeos, aquí no estamos solamente ante alguien angustiado que no ve más que sufrimiento en la vida y desea poner fin a su agonía, vemos también a un pensador "enamorado" de la idea de la muerte, de la idea del descanso definitivo del sufrimiento... esa nada a la que parece arrojarse la existencia no angustia en absoluto al filósofo germano, no hay ni una frase de temor o lamento en su obra por ese final contra el que tanto se revolvía nuestro gran Miguel de Unamuno. Ni un solo lamento por la pérdida definitiva de ese "yo"... y para mí desde luego ahí está la grandeza de Mainländer, semejante a la sencillez de esos maestros budistas de oriente.

Por eso considero, y es solo una opinión, superficial la etiqueta de "pesimista", Mainländer va más allá. Es conmovedora por ejemplo su visión del cristianismo, cómo identifica al budismo, en su esencia, con el mismo, como interpreta a su modo hasta el dogma de la Trinidad cristiana para hacerlo coincidir con su cosmología... y también como su colosal visión de un universo donde predomina la entropía y camina lentamente a su extinción, un universo donde hubo un principio, posteriormente llamado big-bang, aunque podríamos llamarle igualmente Dios, un universo del que ya podemos tranquilamente excluir cualquier elemento trascendente e inmaterial, aunque ahí esté nuestro pensamiento, nuestros sentimientos, ideas etc etc como un resto del genio divino... un universo sin un vigilante, sin guardián, sin niñera... donde estamos fundamentalmente solos y que probablemente camina lentamente hacia su auto-extinción ¿acaso no cuadra perfectamente con el universo que nos describe la ciencia?.



"Dios ha muerto y su muerte fue la vida del mundo"








"Entregándose única y exclusivamente a la vida, de forma cada vez más voraz y llena de apetencias, el hombre actúa sirviendo a los intereses de la naturaleza, sirviendo al mismo tiempo a su propio interés; pues debilita la suma de fuerza del universo, y a la vez su tipo, su individualidad, que tiene una idea especial, y una semiautonomía. Se encuentra en el camino de la redención, y sobre esto no puede haber duda alguna; pero es un camino largo, cuyo fin no puede verse."

Conclusión: Como bien dice el traductor en el prólogo, la escritura de esta obra tuvo lugar de forma "torrencial", el libro hubiera necesitado unos años de reposo y reescritura en algunos apartados, el mismo Mainländer reconoce que no estaba completamente terminado y que necesitaría revisiones y añadidos posteriores en el campo de la física y la historia, debido naturalmente al progreso de ambas; porque en lo fundamental creía firme, y trágicamente por desgracia, en la verdad de su cosmovisión. 

Sin duda si el desgraciado filósofo pudiera contemplarnos desde su tiempo por un lado quedaría horrorizado del intenso materialismo de nuestra era, pero por otro lado quedaría complacido ante la lenta confirmación de sus tesis, y es que hay una relación directa entre la mejora de las condiciones de vida de la población, el aumento del ocio y las actividades de distracción y escapismo que no pueden desembocar en otra cosa que en un vacío existencial si cabe más intenso. Y naturalmente quedaría satisfecho también al conocer el progreso histórico desde su época, ese "avance en espiral" siempre progresivo, aun con grandes retrocesos y calamidades. Pura charlatanería para la mayoría de los pensadores actuales quizás, pero también una cosmovisión y una colección de símbolos y temas que todavía dan que pensar y excitan la imaginación y el intelecto. 


Lo mejor: Un libro enorme, un trabajo de esos que ya no aparecen en el mundo de la filosofía, y que ha sido oportunamente rescatado y traducido, magníficamente, por Manuel Pérez Cornejo y editado por Carlos Javier González Serrano autor del blog mencionado al comienzo. Recomendable a los lectores asiduos de filosofía y especialmente a aquellos que gustan de autores poco conocidos y marginados por la historia oficial. Es inevitable encontrarnos con muchas ideas que nos van a "chirriar", con interpretaciones con las que no vamos a estar de acuerdo, y con las limitaciones de un pensador muy peculiar, y ante todo hijo de su tiempo... pero Mainländer es un autor, sin duda, que merecía un rescate del olvido, estamos ante un filósofo valiente que fue capaz de mirar a la muerte cara a cara, sin dramas personales, y poco menos que decirnos que "no hay para tanto", y también que puesto que ante la misma todos somos iguales, y que es el fin último del universo, y la voluntad última de Dios, quizás deberíamos enfocar de otra forma nuestra vida. 

Lo peor: Aunque durante el desarrollo de la obra en general los términos que se usan quedan suficientemente claros a través de su contexto un glosario no hubiera venido mal, Mainländer al igual que tantos otros filósofos en ocasiones utiliza las palabras con un sentido particular... y no hubiera estado de más un poco de ayuda. Las notas biográficas incluidas saben a poco, quizás no se tenga más información de este filósofo tan curioso, pero hubiera estado bien un apartado introductorio más extenso. Por lo demás un trabajo excelente, sin duda un libro al que se le puede sacar mucho partido y con el que no basta una primera, y superficial aproximación como la mía, la de un lego en la materia, por eso confío en que pronto aparezcan más ensayos relacionados con la obra y vida del filósofo germano.


domingo, 7 de febrero de 2016

La conspiración contra la especie humana


"Cuando las marionetas terminan su obra vuelven a sus cajas. No se sientan en un sillón a leer un libro, sus ojos rodando como canicas sobre las palabras. Sólo son objetos, como un muerto en un ataúd. Si alguna vez llegaran a cobrar vida, nuestro mundo sería una paradoja y un horror en el que todo sería inseguro, incluido si somos o no meras marionetas humanas"

Ficha: "La conspiración contra la especie humana", Thomas Ligotti, editorial Valdemar, 305 páginas, ISBN: 978 84 7702 789 8

En febrero del año pasado vio la luz la primera edición en castellano de este singular ensayo de uno de los más interesantes, y desconocidos, autores de literatura de terror de nuestro tiempo. Thomas Ligotti es un virtuoso del relato de horror, que en su caso bebe directamente de las fuentes más clásicas del género, muy especialmente de los maestros en la creación de atmósferas siniestras donde se sugiere más que se muestra, donde como en una pesadilla el protagonista se ve arrojado a la contemplación de los aspectos más desconcertantes y angustiosos de la existencia humana. Heredero de Poe, Lovecraft, Machen y otros maestros del género, Ligotti como autor de terror ha explorado sin cesar la angustia de la existencia, su absurdo, la frontera entre la locura y la razón, y esa especial percepción que en un parpadeo puede transformar las cosas más cotidianas y convencionales en algo extraño y fuera de lugar.

Es indudable que la vida que uno ha llevado, con su historial de sufrimiento y alegrías; que las condiciones en las que se nos presenta la existencia tienen que marcar poderosamente nuestra concepción del mundo. De ahí que cuando uno lee un ensayo como este y sabe que su autor tuvo duras experiencias durante la mayor parte de su vida debidas a una ansiedad crónica, y a una incapacidad patológica para disfrutar de los placeres de la vida, bordeando, o cayendo de lleno, en ocasiones en la depresión clínica, pues se explica muchas de las ideas esgrimidas en este ensayo. Entiende, aunque solo sea en parte, esa peculiar visión de la vida considerada como una broma macabra y algo MALIGNAMENTE INÚTIL, pues esta expresión, puesta siempre así en mayúsculas es la tesis que se encargará de defender, brillantemente por cierto, en este ensayo.


Así, de magistral escritor de relatos de horror sobrenatural cambia de registro a ensayista... pero lo hace sin abandonar un ápice su temática favorita, de hecho este es un ensayo donde no solamente pretende hacer participar al lector de su visión, absolutamente pesimista de la vida, sino que también intenta, y consigue desde luego, golpear su conciencia de la misma forma que lo hace en sus relatos de terror, horror y desasosiego, donde elude, según dicen puesto que no le he leído en esa faceta, los golpes de efecto y la sangre , recurso fácil se mire como se mire, y se centra en cambio, en el mucho más difícil arte de crear atmósferas angustiosas de pesadilla sin asomo de final feliz. Tenemos a Ligotti en ese mismo proyecto, con exactamente esa misma intención, desasosegar y golpear el ánimo del lector en un ensayo de "miedo".

Este libro está dedicado a la memoria de un oscuro y desconocido filósofo noruego, Peter Wessel Zapffe, cuya obra "El último mesías" seguramente inspiró a T. Ligotti a escribir este libro y que constituye la referencia más citada de la misma. Este consideraba la existencia humana un error y una aberración de la naturaleza, no nuestra vida animal en sí, sino nuestra naturaleza animal acompañada de consciencia humana, para él la mejor solución para evitar el sufrimiento humano, ese tan especial que no compartimos con el resto de las especies y que no es otro que la consciencia de nuestra extinción y muerte, fuente indudable del desasosiego y el vacío humano empeñado en encontrar un sentido a lo que según Wessel Zapffe no lo tiene, a la vida; la solución propuesta no era otra que la extinción programada de la especie humana. Es algo terrible pero que posee una lógica implacable, si partimos de la premisa de que la vida es ante todo sufrimiento, el peor pecado, el peor crimen imaginable es traer a otro ser humano a la vida para que sufra, y el peor destino posible sería por tanto esa rueda de reencarnaciones interminables en las que creen algunas religiones, y la idea más abominable jamás expresada sería aquella que aventuró Nietzsche sobre "el eterno retorno", o la eterna repetición una y otra vez de la misma vida en sus más pequeños detalles. En este contexto la idea de una extinción programada que libre al mundo de nuestra existencia y evite sufrimientos futuros a nuestra descendencia parece bastante "razonable", máxime cuando según Ligotti la esencia de un pesimista no es pensar que la muerte sea preferible a la vida, porque eso nos llevaría a buscar el suicidio como vía de escape, sino que lo más preferible de todo sería el hecho de no haber siquiera nacido.

MALIGNAMENTE INÚTIL.
Ligotti no se hace ilusiones, sabe perfectamente que su ensayo no va a convencer a nadie de lo "correcto" de su visión, sabe, y así lo expresa una y otra vez, que la inmensa mayoría de los seres humanos vive presa de esa suerte de auto engaño donde eludimos pensar en los aspectos más duros de la existencia, evitamos pensar en la muerte, evitamos intentar imaginar siquiera cómo podría ser nuestro fin o esa nada a la que podría desembocar, miramos para otro lado, disfrutamos de lo bueno que la vida nos ofrece, nos entretenemos con mil ocupaciones, nos divertimos, nos preocupamos, nos angustiamos por tonterías, discutimos sobre deportes, religión, política, contamos chistes, leemos y nos evadimos como podemos para ser lo menos conscientes posible de ese vacío impensable al que nos dirigimos, de esa tumba a la que día tras día, paso tras paso nos acercamos de forma implacable.

Porque si algo hay que no admite discusión, si hay una verdad que es innegable y que está siempre omnipresente en la vida es la certeza de la muerte. La consciencia permanente de la misma, la ansiedad y el vértigo que produce, es para Ligotti una maldición inseparable de nuestra condición, un elemento indisoluble de nuestra naturaleza que no debería estar ahí, que solamente el ser humano posee al ser el único animal con conciencia de su futura muerte. Eso convierte al ser humano en una aberración de la naturaleza, en un ser fuera de lugar, un ser maldito sin posibilidad alguna de redención. De ahí que pensar en la muerte individual como fin del sufrimiento es quedarse corto... que un fin ideal, un fin que cortaría de raíz el sufrimiento humano, sería no otro que nuestra extinción programada como especie, negarnos a tener más hijos, ayudar a quienes deseen dar el paso y en una, dos o tres generaciones, culminar la tarea librando al mundo y al universo de la existencia de este ser de pesadilla, ese aborto deforme de la naturaleza que para el autor es eso que llamamos "ser humano". Cómo veis la temática del ensayo es "preciosa" ;-).



Ligotti ha llenado este ensayo de múltiples citas y referencias a otros autores, aparte del mencionado filósofo noruego veremos también referencias a Edgar Allan Poe, en particular a su magnífico relato "La caída de la casa Usher", pieza maestra de la ambientación siniestra e insana, y también a ese genio del terror que fue Howard Phillips Lovecraft, no solamente en sus obras sino también en alguno de sus ensayos sobre la literatura de horror y el significado de la cosmovisión reflejado en la misma. Dos autores de sobra conocidos por los aficionados no solo a la literatura de terror sino a la literatura en general, ya que su genialidad les hizo sobresalir e ir mucho más allá del nicho literario de la literatura de género.

El universo de pesadilla mostrado en sus obras, ese universo sin escapatoria, ese universo indiferente al sufrimiento humano y completamente ajeno a nuestros deseos, ese universo donde el hombre se ve perdido, como un fantasma que volviera de la tumba, y el paisaje en principio más bucólico, sublime y encantador puede transformarse de súbito en algo venenoso y amenazador, completamente extraño, pues es nuestra imaginación, nuestra percepción, la que transforma aquello que es neutro e indiferente en hermoso o siniestro... y no hay más verdad en una visión que en la otra.

Que nadie espere encontrar en este libro una simple colección de citas que respaldan la visión pesimista del autor, que las hay en buena cantidad, o una colección de exabruptos incisivos y cortantes contra la vida, que también abundan de principio a fin, Ligotti conoce perfectamente cuales van a ser las objeciones del lector a esa visión del mundo tan macabra, pesimista y descorazonadora, lo sabe muy bien, y con perseverancia y me atrevería a decir con un toque considerable de refinado sadismo va a anticiparse a las posibles salidas y vías de escape, cerrándolas una tras otra, tratando de vapulearnos, de tocarnos en la fibra sensible, de patear nuestros argumentos una y otra vez sin piedad hasta reducirnos a la impotencia... el libro no afloja la presión en ningún momento, no hay visos de esperanza, no hay disculpa alguna sobre la vida, no hay salida, no hay redención posible de ese pecado mortal que constituye el estar vivo. 

Finalmente adquiere visos más literarios y nos ofrecerá, mitad ensayo mitad relato de terror, algunas visiones tan crudas como contundentes... hay partes de este libro que parecen destinadas a horadar la conciencia del lector y dejarle sin dormir en más de una noche, ese relato por ejemplo sobre la presencia de la muerte en lo cotidiano, en ese figurado accidente de tráfico es simplemente impresionante, acojonante, de lo mejor que leído... no hay duda de la pericia y buen hacer, de la genialidad me atrevería a decir, de este loco autor de relatos de horror. Stephen King o Clive Barker a su lado no son otra cosa que fantoches que no asustarían ni a una débil e impresionable criatura; y es que el mayor horror de los horrores no es ese universo amenazante que nos rodea y que alberga monstruos en su seno, el mayor horror de todos es comprobar que los monstruos somos precisamente nosotros, no los busquemos fuera.

"Esos ojos que no parpadean siguen brillando en el espejo, los ojos de esa cara que sonríe demasiado y durante demasiado tiempo. Y sientes que tu cara también sonríe, que tus ojos tampoco parpadean. El secreto que nunca quisiste saber se revela ahora en tu cabeza: que te hicieron como te hicieron y te manipularon para que te comportaras como te comportabas. Y a medida que el secreto se abre paso en tu cabeza, la sonrisa de esa cara del espejo se estira por las comisuras. Lo mismo hace la tuya, haciendo lo que le ordenan. Las dos caras sonríen a la vez con la misma sonrisa. Se ensancha hasta alcanzar proporciones demenciales. Al fin una voz largamente contenida grita: ¡Qué es esta vida! Pero solo responde el silencio, burlándose de todas las esperanzas absurdas que una vez tuviste."

El libro nos llevará por los temas más variados, desde la literatura y el aspecto sobrenatural de la visión del mundo, sin duda su especialidad, el auto engaño constante en el que vivimos y la presión social y mediática constante para apoyar dicha visión engañosa, la falsa construcción de un "Yo" que haga funcionar la máquina, la estafa de las religiones... no solamente del cristianismo, judaísmo e islam, sino también del budismo. Es curioso como en este último caso apenas dedica un párrafo, insultante a las tres grandes religiones, claramente no desea ni gastar tinta, tiempo o saliva en expresar su desprecio más profundo a las mismas, y en cambio se recrea en el budismo y su aparente visión correcta, desde el punto de vista materialista, del mundo... se nota claramente como Ligotti, aunque no lo reconozca, se acercó al budismo  probablemente intrigado en busca de ¿verdad? ¿consuelo?, o simple curiosidad. El caso es que le dedica unas páginas realmente interesantes aunque finalmente lo termine desechando con el resto de consuelos religiosos o de cualquier tipo. Ni siquiera la ciencia y la visión científica del mundo sale mejor parada, aunque la versión más materialista y mecanicista de la misma parezca respaldar su descarnada, y espantosa, visión del ser humano como anomalía de la evolución, como algo que no debería haber ocurrido, no comparte el optimismo científico y esa obsesión por conocer, esa curiosidad por indagar en la naturaleza humana y del universo... porque cree que en el fondo no hay nada impresionante ahí, solo los íntimos resortes, los pequeños mecanismos constitutivos de un sinsentido, una especie de búsqueda interminable de una nada vacía e inútil. El espacio dedicado a aquellos fascinados o partidarios del post-humanismo, ultimamente tan de moda, que sueñan con una futura y próxima evolución del ser humano, acelerada por la tecnología y la ciencia también se llevan lo suyo... y en este caso participo plenamente de la visión irónica y pesimista del escritor americano.

Conclusión.
Si hace unas semanas recomendaba un libro cuya filosofía me parecía resueltamente optimista, hoy comento aquí un libro que está en el otro extremo, ambos y por motivos muy distintos me parecen igual de interesantes. Este es un libro que sin duda haría las delicias de los lectores habituales de Emil Cioran, y que sería citado y recomendado sin dudarlo por Alberto Domínguez en su ensayo sobre el filósofo franco-rumano si hubiera salido a la luz hace más tiempo. Quien pensara en su momento que no hay fondo más negro y pesimista que el mostrado por Cioran y sus escritores de referencia se equivoca de plano. Porque si el refinado filósofo era un reconocido melómano, como lo eran también otros pesimistas famosos, Schopenhauer y Nietzsche, en este caso tenemos a un pesimista morboso, un pesimista que de la forma más retorcida posible encuentra alivio en la contemplación del horror en sí, un autor que ha sublimado su peculiar angustia vital, no en la música como los filósofos citados, ni siquiera en el montañismo, como su admirado W. Zapffe, sino en la indagación y la exposición del horror en estado puro. No solamente estamos ante alguien que no evitaría la vista de un cementerio sino que salta voluntariamente la verja en plena noche y se adentra a ver que encuentra en él, y para eso hace falta una peculiar naturaleza, una singular forma de ser y un considerable valor, cualidades que Ligotti parece poseer en grado sumo.

Personalmente no creo que un final defina una obra, opino que el breve paréntesis entre nuestro nacimiento y muerte por breve que sea es una oportunidad única para demostrar lo que se puede llegar a hacer, y si no, un valor en sí mismo mientras la vida se presente en condiciones aceptables. Ni defiendo la vida por la vida en sí, ni me parece un error o una abominación. ¿Por qué tendríamos que considerar la visión de un místico o un artista que se queda extasiado ante la contemplación de un paisaje, inferior a la de aquel que solo ve tinieblas incluso en el día más soleado?. Para Ligotti el mundo entero vive sumido en un engaño, seguro que la posibilidad de que sea él quien se auto engañe se le ha pasado por la cabeza... para un pesimista tan extremo los demás mortales somos como esas cucarachas que huyen ante la luz, una luz que él mira fíjamente, y quizás tenga razón en parte, pero como en el caso de Cioran me temo que un exceso de "lucidez" termina cegando igualmente.

Destaco dos artículos sobre este libro encontrados en la red, el primero de un excelente blog que deseo que tenga continuidad en el futuro "El quimérico lector", y sobre todo el post de este blog dedicado a la literatura.

 "Una cosa sabemos que es real: el horror. Es tan real, de hecho, que no podemos estar seguros de que no podría existir sin nosotros. Sí, necesita nuestra imaginación y nuestra consciencia, pero no pide ni necesita nuestro consentimiento para utilizarlas. En realidad, el horror actúa con completa autonomía. Generando estragos ontológicos, es la espuma metífica sobre la que nuestras vidas simplemente flotan. Y finalmente debemos aceptarlo: el horror es más real que nosotros."


Lo mejor: En definitiva un ensayo magnífico, brillante en su ejecución, monstruoso y terrible en su temática, que no puede dejar indiferente a nadie, independientemente de comulgar o no con las ideas defendidas por su autor, que muestra el buen hacer de un maestro en su género. Lleno de frases incendiarias y demoledoras, lleno de amargura pero también de una convicción implacable realmente rara en los tiempos que corren. Si alguien pensaba que había visto en la obra de Schopenhauer o Emil Cioran el fondo del pesimismo, el final del callejón sin salida se equivoca, Ligotti, de la mano de Zapffe y sus referencias literarias va aún más lejos todavía. Buscaré sin dudarlo alguno de sus libros editados en castellano con recopilaciones de sus relatos de horror, en cuanto se me pase el susto claro ;-). A todo quien se pregunte ¿qué de bueno puede haber en un autor semejante que defiende lo aparentemente indefendible? respondería que su visión descarnada de la existencia humana tiene también de forma indudable su lado bueno, como la tiene la del resto de los pesimistas de la literatura y la filosofía, es inevitable... como dicen los taoístas ¿alguien ha visto alguna vez algún palo con un solo extremo?, y el lado bueno a mi modo de ver, al igual que podría decir de otros pesimistas como Cioran o Schopenhauer es su capacidad para decir verdades incómodas, lo que constituye paradojicamente todo un bálsamo en estos tiempos extraños que corren donde parece obligatoria la opción del optimismo vital, y donde a la vez el pesimismo se filtra inevitablemente por todos los rincones.

Lo peor: ¿Por donde empiezo?... nada que achacar al estilo y al buen gusto del autor en lo referente a su estilo y sus referencias filosóficas y literarias, pueden ser peculiares, pero nunca diría que son vulgares, más bien tendría que decir en el aspecto negativo que solamente aporta aquellas que le hacen la rosca, o a otras que si bien coinciden en buena parte con su visión de la vida, sí que poseen elementos débiles sobre los que hace blanco a placer. En ocasiones se mete en camisas de once varas y mete la pata hasta el fondo... ¿a qué cuento viene esa condena de la naturaleza como cómplice de nuestro sufrimiento?... creo que es llevar las cosas demasiado lejos, es elegir una trayectoria rectilínea y seguirla de forma inflexible, caiga quien caiga, es en definitiva la opinión desquiciada de un ser humano que ha sufrido mucho, que se cree condenado y que parece querer extender su sufrimiento y dolor a modo de consuelo, porque aunque el ensayo se presente supuestamente con una intención justamente contraria, es decir, defender la opción de la auto extinción de la raza humana para acabar con el sufrimiento, en el fondo su visión que parte del dolor y la desesperanza ¿por qué no iba a promoverlos al final?. Alabo su sinceridad y su falta de paños calientes, ese estilo tan directo y tan franco, tan políticamente incorrecto... pero no dejo de pensar en las brazadas y manotazos desesperados de alguien que se ahoga cuando le leo. Al final solo es un libro, un libro feo, tan reseñable y tan olvidable como cualquier otro.

miércoles, 3 de febrero de 2016

De la soltería


"En realidad hay muchas razones que cualquier soltero podría aducir lindamente para defender su soltería: "Porque me gustan mucho las mujeres", "porque no me gustan los niños", "porque me gusta tener espacios de soledad"... Yo mismo podría alegar cualquiera de ellas, y de hecho las retomaremos con calma más adelante. Pero hay otra respuesta -en forma de pregunta- para responder a los curiosos que quieren saber por qué no nos casamos. "Y por qué voy a hacerlo?" sería esa respuesta, tal vez algo desafiante e insatisfactoria para nuestro interlocutor, pero totalmente plausible en teoría, porque casarse es, en último término, un hecho aleatorio, y sería absurdo justificar con razones todo aquello que no hacemos en la vida".


Ficha: "De la soltería: reflexiones libres sobre la vida célibe", Javier Garcia Gibert, Editorial Biblioteca Nueva,  317 páginas, ISBN: 9788 416095391

En cuanto vi la reseña de este libro en la revista de filosofía que leo con cierta asiduidad, me dije que valdría la pena echarle un vistazo. He visto ensayos sobre los más variados temas, pero un ensayo dedicado al tema de la "soltería", este estado civil en el que sigo estando teóricamente a mis 47 años. Aunque según las indicaciones de su autor nunca he estado del todo en él, máxime cuando desde hace dos años y pico comparto lo mejor de mi vida con una mujer maravillosa, que espero que no se asome demasiado por este blog... ;-). Aun así, antes de esa época tampoco constituía un soltero "perfecto" tal y como lo define Javier García en este ameno ensayo. Para ello ese estado debería haber sido plenamente, o casi, vocacional y debería haber vivido solo. 

A pesar de mi imperfección solteril y mi todavía relativamente nuevo estado de "comprometido", pues ya ni siquiera soy para nada un  "single"; la verdad es que he sentido mucho de lo que habla el autor como propio, como algo que me toca la fibra sensible. También es cierto que no puedo suscribir punto por punto todas las ideas esgrimidas por el autor, pero sí que coincido con bastantes y desde luego que me reconozco en muchas de las situaciones reflejadas en este ensayo. Un libro que como su autor muy bien indica, tan solo pretende reivindicar la situación de la soltería como una opción vital tan válida como otra cualquiera, y no, como tantas veces se pretende desde tiempos inmemoriales, como calificar dicho estado de prueba de la existencia de una anomalía, aberración, tara o simplemente la antesala, en ocasiones interminable, de algo mejor, de un proyecto familiar nunca llevado a cabo... en definitiva de un fracaso como persona. Evidentemente no es así, el soltero tiene tanto derecho como el casado que ha constituido, o constituyó, una familia a sentirse a gusto con su opción vital... e incluso, como bien explica en el libro, dicha opción en algunos casos es la más conveniente si alberga la intención de llevar a cabo una labor intelectual fecunda e intensa. 

Para empezar tengo que alabar el estilo y buen hacer de Javier García Gibert, doctor en filología, y autor de media docena de ensayos, su forma de escribir, tal y como cabría esperar de un doctor en filología y ensayista es sobresaliente; no obstante, titulaciones aparte, se nota en esa forma de escribir el buen hacer de un autor experimentado y con innumerables y excelentes lecturas no solo "devoradas", como hacemos algunos, sino bien asimiladas. Esa forma de escribir, que me recuerda a los grandes autores de las letras españolas, simplemente me ha encantado, y la lectura del libro de principio a fin ha constituido todo un placer... algo que no puedo decir siempre de las obras que comento aquí.


Tras un prólogo que sienta las bases de lo que va a ser el resto de la obra, una visión personal y subjetiva del fenómeno de la soltería, el autor se lanza a mostrar una, también muy personal, visión de la historia de la consideración de ese estado u opción vital a través de la historia. Recorreremos la antigüedad, la Edad Media y en un capítulo donde el autor pisa terreno más firme, el de la literatura, su especialidad; allí le veremos realizar un interesante análisis de tres mitos de la literatura hispana y su relación con el tema de la soltería, hablamos de La Celestina, El Quijote y Don Juan... tres pequeños ensayos dentro del libro que harán las delicias de los aficionados a las letras. J.G. Gibert nos va a convencer de algo que los solteros, perfectos o imperfectos, ya sabíamos... que no se ha abierto nunca el periodo de "veda" de la reprobación social de la soltería. Vemos progreso en la aceptación de las diferencias de sexo y la emancipación de la mujer, aunque quede un abismo todavía por cubrir hay innegables avances en esto, lo mismo cabe decir con la aceptación de las diferencias raciales y las opciones sexuales que se salen de la "norma", pero no existe avance en la consideración del soltero como ciudadano de segunda, por mucho que avispados publicistas y empresarios hayan encontrado un filón en ofrecer productos para "singles", especialmente en aquellos diseñados para ayudar a los "pobrecitos" a salir de ese supuestamente penoso e indeseado estado, y de paso "sacarles las perras"... 

Tras esta personal visión de la historia de la soltería, en la segunda parte el autor se introduce en temas más psicológicos, no dudando en mostrarnos de vez en cuando ejemplos y situaciones sacados de su propia vida, la elección vital de tal estado y sus consecuencias serán analizados en esta ocasión, el dilema de casarse o no casarse, la diferente perspectiva desde el punto de vista del hombre y la mujer y  las distintas formas de enfocar el tema... para los que se lo hayan planteado claro. En este punto del libro comienzan, y ya se hará frecuente, las opiniones y vivencias personales del autor, donde va dejando claro, más o menos, el porqué de su elección personal. En resumidas cuentas la elección que nunca es fácil entre dos cestos llenos de pros y contras, porque tanto bueno o malo se puede decir de una opción u otra, especialmente desde el punto de vista del varón soltero, que es el que se trata mayormente en el libro.

"Mientras los vivos sigan leyendo a los muertos, ¿quién va a impedirme que abrigue la esperanza de que, una vez yo desaparecido, alguien se tope con uno de mis libros y de corazón aprecie, no tanto el mérito de la sabiduría, como el del amor de un ser que vivió con mi nombre y mis apellidos a la tradición y que encarnó del modo más bello y más persuasivo esa sabiduría? ¿Y no estaré viviendo entonces, aunque solo sea por un instante, una pequeña eternidad? Quizá existen inmortales de mayor alcance y envergadura. Pero yo no soy capaz de imaginarlas"

De todos los capítulos del libro, mi favorito con diferencia es el sexto, donde se cuenta la historia de tres solteros célebres, Henri-Frédéric Amiel, S. Kierkegaard y F. Kafka, que vivieron una soltería harto problemática, especialmente el último de los tres. Ejemplos los tres de lo que NO debería constituir la elección de la soltería, la negación de la elección misma poniendo de coartada un ideal que por supuesto nunca se materializa en el primer caso, la falta de conocimiento de uno mismo en el caso de Kierkegaard, y la fobia al compromiso en el caso de Kafka. Tres historias narradas meticulosamente, en consonancia con el tema del libro, que poseen un gran interés humano, y que nos muestran lo difícil que en ocasiones resulta el tan manido y extraño consejo de "ser ante todo uno mismo".

La relación, siempre especial, y en ocasiones problemática del soltero y las mujeres será el protagonista del siguiente capítulo, quien espere en el mismo ver un retrato negativo, deforme, poco elegante o caballeroso del bello sexo se equivocará de plano, el autor a mi juicio evita caer tanto en la idealización, aunque muestre ejemplos de ello, como en la misoginia. Ante todo y casi desde el comienzo del libro nos viene a recalcar que a pesar de su elección vital y de lo que opina a cerca del matrimonio, él está lejos de menospreciar o detestar a las mujeres... de hecho, más bien nos viene a decir justo lo contrario, que si algo nos puede gustar "demasiado" en la vida, ese es precisamente su caso con las féminas. Ello por supuesto no le coarta a la hora de decir con claridad lo que no soportaría de una convivencia continuada con una, por mucho que la amase, y simplemente pone distancia de por medio. Entramos de lleno en la parte más "políticamente incorrecta" del libro... pero como en mi opinión quien quiere ofenderse encontrará fácilmente cualquier excusa, real o imaginada, alabo la sinceridad y la falta de "paños calientes" empleados por el autor, siempre, eso sí, desde la caballerosidad, la elegancia y el respeto.

El sexo y la soltería serán los protagonistas de la parte final del libro, conforme este avanza se van tocando temas más "escabrosos" pero también comienza a aflorar en mayor medida las opiniones personales del autor y su experiencia propia... sin embargo no hay peligro de que el libro derive hacia una especie de autobiografía, afortunadamente el autor está muy comedido en este terreno, abunda en ejemplos sacados de la historia de la literatura, el arte y la filosofía, y sabe mantener el pulso de interés con el lector en cada momento con este torrente de referencias entresacadas del impresionante acervo cultural europeo donde parece moverse como pez en el agua. Una delicia esta parte del libro.

Y para finalizar ese especial capítulo que dedica a su biblioteca y su relación personal con la misma... me he visto retratado en más de una ocasión en esta parte del ensayo, y si, yo también poseo una, mucho, muchísimo más modesta que la que Javier García Gibert debe poseer en casa, pero donde me siento más a gusto que en ninguna parte. He leído estas últimas páginas del libro como "con bata y en zapatillas"... termino con una transcripción de un fragmento recogido en este capítulo de una obra anterior del autor:

"Las mujeres están siempre fuera de los libros -a veces más acá, a veces más allá-, son siempre, y en algún grado, superiores o inferiores a lo que los libros son y significan, y nos dan, por consiguiente, la medida exacta de lo que valen (tanto ellas como ellos). Un hombre se transparenta siempre en mi biblioteca: a su través, nítidamente, sigo viendo los libros que forman parte de ella. La presencia del hombre no los cuestiona, ni los justifica, ni los contradice. La mujer, en cambio, puede hacerse opaca y Mujer frente a ellos, provocando picos de revelación y de rebelión. O por decirlo de otra manera: un hombre está en su biblioteca como un monarca por sus dominios; solo la mujer puede hacer que se sienta como un monstruo por su laberinto. Pero eso, afortunadamente, solo ocurre a veces y por poco tiempo. Y no es malo, a fin de cuentas: solo es ampliar la perspectiva". 



Lo mejor: Un ensayo excelente, ameno, instructivo, sorprendente en ocasiones, divertido en otras, lleno de ejemplos sacados de la historia de la literatura, la filosofía, el arte y la historia en general, pero también con abundancia de opiniones y vivencias propias de su autor. No es para nada uno de esos ensayos asépticos, que cada vez me gustan menos, donde el autor desaparece y asemejan ser obra de un fantasma. Muy recomendable y mucho más variado de lo que se puede presumir en un primer vistazo superficial, incluida esta reseña por supuesto. Apunto en mi lista de libros pendientes de leer o adquirir su anterior ensayo "Sobre el viejo humanismo. Exposición y defensa de una tradición", creo que seguiré leyendo a este autor.


Lo peor: Como muy bien apunta el autor en el prólogo no es un tratado completo acerca de la soltería, aunque lo parezca, no posee pretensión científica ni utilidad pragmática alguna, ni es tampoco, afortunadamente, manual de auto-ayuda; ni tampoco un panfleto reivindicativo de la soltería. Para mí ha constituido ante todo una lectura edificante, amena y bastante instructiva... pero que nadie le busque mayor hondura ni pretensiones porque coincido con el autor en que el ensayo no las tiene ¿cómo podría si habla de un tema tan personal que cada cual ha de enfrentar a su manera y en función de su naturaleza y circunstancias?.