jueves, 23 de febrero de 2017

Ser o no ser (un cuerpo)


"¿Es mejor vivir sin cuerpo o sin él? ¿Podemos elegir entre tener o no tener cuerpo? La tesis que propongo es que, en términos económicos y culturales , nuestra civilización capitalista global ha tomado partido contra él, con el resultado que nuestras taxonomías sociales han acabado por identificar simbólicamente, pero con terribles efectos materiales, exclusión y sobrecorporalidad: sólo los pobres, los gitanos, los inmigrantes y, por supuesto, los viejos y los enfermos - antinomia clandestina de la publicidad comercial - tienen cuerpo, acarrean sin solución, si se quiere 40.000 años de historia sobre sus hombros. La Historia es la historia de nuestras fugas y nuestras caídas. El tiempo se aburre en los cuerpos y quiere discurrir -deprisa deprisa- sin ellos. Huye sin parar."


Ficha: "Ser o no ser (un cuerpo)", Santiago Alba Rico, editorial Seix Barral, 383 páginas, ISBN: 9788 432 229923

De crío tuve un libro llamado “¿Dime quién es?” que trataba fundamentalmente de la historia y sus protagonistas, el libro terminó hecho polvo, sin tapas, de tantas veces que lo releí, tenía un capítulo llamado “desconocidos célebres” en el que casi podría entrar el autor del presente ensayo que comento a continuación, un autor que he descubierto ahora aunque ya me había encontrado con “algo” escrito por él aunque de la forma más impensable que hubiera podido concebir.

Y es que pocas veces un autor de ensayos filosóficos me había resultado tan entrañable… así de entrada. Todos los que ya pasamos holgadamente de los cuarenta, y quizás alguno más joven, recordarán aquel programa infantil emitido en la primera mitad de los ochenta “La bola de cristal”, pues bien, Santiago Alba Rico es hijo de la que era su directora Lolo Rico Oliver, y además trabajó como guionista de la sección del mismo conocida como “Los electroduendes”, que seguramente junto con las intervenciones de Alaska, Javier Gurruchaga y Santiago Auserón, son lo más recordado de aquel mítico programa. Nunca me ha costado madrugar, es mi particular condición, pero desde luego mucho menos los sábados para ver aquel programa al que estuve muy enganchado, y eso que era ya lo bastante mayorcito como para pensar más bien en otros  programas, pero ya se sabe, cada uno pone la frontera entre la niñez y la adolescencia donde quiere, o le dejan, y en mi caso la misma se extendió lo suficiente como para ver todo aquel programa de principio a fin… incluso cuando en su último año ya no hacía más que repetirse y emitir programas que no eran otra cosa que retales de lo ya emitido.

Pues ahí teníamos ya a Santiago escribiendo guiones para la función de títeres “Los electroduendes”, todavía recuerdo algún “gag” y me ha quedado indeleble también en la memoria aquel patético y malvado personaje llamado “La bruja avería” con sus llamadas “¡arriba el mal! ¡arriba el capital!”… hoy sin duda sería un programa censurado, y censurable, por su carga política de la que en aquel entonces no éramos conscientes, simplemente era algo que nos resultaba gracioso y punto, y que todavía se recuerda con cariño entre la gente de mi generación… creo que todos hemos sentido un poco de pena por los niños de ahora que ni tienen, ni seguramente tendrán nunca, un programa de esa calidad, aunque sus productores se empeñaran en boicotearlo y echarlo a perder en sus últimas emisiones.


Con este son ya, si la Wikipedia no anda más desfasada, dieciocho los libros que llevan la firma de Santiago, aparte de un buen puñado de colaboraciones con otros autores, redactor de varios periódicos como Gara,  o Público, políticamente situado claramente a la izquierda y de hecho uno de los referentes intelectuales de la misma en estos últimos años, figurando hasta hace poco en la lista de Iñigo Errejón de cara al congreso Vista Alegre II de la formación Podemos, aparte de haber concurrido en la misma formación como candidato al Senado por la provincia de Ávila. En fin, alguien como vemos que no esconde ni disimula sus inclinaciones políticas sino que ha hecho de las mismas, y la política, uno de los temas fundamentales de sus ensayos.

La adquisición y lectura de este libro fue uno de esos casos de “flechazo” que me han ocurrido en muchas ocasiones, algo que podríamos llamar perfectamente “compra compulsiva”, sin saber nada del autor me encontré con el libro y apenas hojearlo un poco me dije que era una obra que tenía que leer, así sin más, estoy seguro que más de un lector habrá sentido lo mismo al toparse con la rica y fluida prosa de este autor, llena de referencias no solamente filosóficas o políticas, sino ante todo literarias. Y es que es en la literatura, incluso la infantil, y también en el mundo del arte donde nos vamos a encontrar articulado su pensamiento filosófico… aunque reconozco que en la parte final del libro el tono se vuelve un poco más erudito y solemne, esa al menos es mi impresión, es un libro que engancha desde el comienzo, ese comienzo sencillo y brillante que nos habla de cómo hemos perdido en el mundo actual tecnificado e hiperconectado nuestra conciencia de ser un cuerpo. Ese es el tema central del libro, la corporalidad humana y cómo nuestra vida en esta sociedad tecnificada y capitalista viene a ser en general una especie de huida del mismo.

Ser o no ser (un cuerpo), va un poco más allá de una mera crítica a la modernidad y al capitalismo, apunta más a la raíz, a esa necesidad que parecemos tener, cada vez más acentuada, de huir de nosotros, de la realidad de nuestro cuerpo… este es visto como algo sucio, frágil, problemático, una entidad que nos rebaja al nivel de los animales, que nos deja solamente como muy bien expresa Santiago, a solo un paso de considerarnos “carne”, lo que seríamos desde tiempos inmemoriales para un depredador, y por encima de todo MORTAL, algo de lo que sentir pudor y vergüenza. De ahí esa necesidad de velocidad por ejemplo, cuanto más rápido mejor, hay que huir de nuestro cuerpo, de ahí la obsesión con la salud… hay que mantener al cuerpo callado, como si viviésemos desde un cerebro del que cuelga una bolsa de carne… pero también nuestra necesidad de nombrar y etiquetar, de convertir en familiar todo cuanto nos rodea aunque en ocasiones sea también para dominar y menospreciar.

Referencias a la mitología, a la Biblia, a los cuentos y leyendas… pero también a la clasificación taxonómica, estamos ante un escritor que ante todo es un lector omnívoro y que sabe aprovechar y asimilar cuanto material cae en sus manos para obtener la necesaria “munición” para disparar sus ideas. De ahí, por ejemplo, esa referencia temprana a la lectura del monumental ensayo de Stephen Jay Goud sobre la evolución. A diferencia de otros autores que parecen sacar sus ideas de la chistera de un mago, Santiago no solamente nos va a proporcionar referencias externas a su ensayo, la mayoría de autores lo hacen, sino también información sobre la génesis y elaboración del mismo en la parte final, la más completa y amena que he leído nunca, y lo dice un lector que suele saltarse esta última parte habitualmente en los ensayos. Resulta de lo más instructivo leer esa “Bibliografía caprichosamente razonada” que adorna la obra, de hecho sus referencias bibliográficas no solamente son interesantes, sino que nos explica el porqué él las considera así. Santiago nos invita por así decirlo a "tirar del hilo", a deshacer ese nudo gordiano... pero sin tajos ni atajos, hay que enredarse en él, y desde luego quien quiera va a tener material de sobra sobre el que continuar... 


Veremos temas como esa ya referida obsesión por clasificar y etiquetar, la velocidad, el dolor, la vergüenza, la compasión, el tratamiento de la metamorfosis como rebelión ante las etiquetas… la permanente huída de nosotros mismos, la expansión al universo de Internet sin la que ya parece que no se sostiene nuestra civilización, la prevalencia de la imagen sobre la realidad y lo material. Muy interesante también esa digresión entre imaginación y fantasía, el significado del mito de Ícaro, la fantasía del mundo “masculino” en contraposición a la corporalidad e imaginación del mundo “femenino”… ciencia, política, psicología, historia, mitología… este ensayo filosófico es un “batiburrillo” donde parece caber cualquier cosa y donde se puede apreciar una y otra vez la capacidad de la filosofía para extenderse como una ameba por los más dispares temas, sin perder de vista naturalmente el motivo principal del libro.  

Me ha gustado mucho este estilo vivo y chispeante del autor capaz de brincar de un tema a otro, de una referencia a otra con agilidad sin resultar nunca aburrido,  farragoso, pedante, difícil o complicado de seguir. Creo que es un libro que por ejemplo puede gustar a todos a los que agrada o siguen a Michel Onfray, algo hay en el estilo que me recuerda al filósofo galo, y por supuesto cualquier lector de libros de filosofía en la onda de Byung-Chul Han, no solamente disfrutará de esta obra sino que se preguntará , como es mi caso, cómo el filósofo germano-coreano o el farragoso esloveno Slavoj Zizek pueden tener más lectores que este :-). 

"¿Cómo se hace un país? Con territorio, bandera, dinero, pasaporte, gobierno. ¿Cómo se hace un ser humano? Quitándole todas estas cosas. Lo que demuestra la trágica vulnerabilidad de los inmigrantes y refugiados es que la relación de los cuerpos individuales con "España" (o con "Francia" o con "China") es metafórica. Esa metáfora es lingüística y es, aún más, la lengua nacional, construida también mediante ortopedias históricas no inocentes, pero no se deriva necesariamente ni del nombre de la nación ni de la existencia de nuestro cuerpo"

"Relatamos con el cuerpo, queremos con el cuerpo, cuidamos con el cuerpo y por eso es tan peligrosa la huida hacia la velocidad y la imágen. Pero relatamos con la nacionalidad, odiamos y matamos con la nacionalidad (o con la identidad religiosa) y por eso son también peligrosos los relatos encarnados en los Plurales Comunes"


Para terminar aquí una entrevista al autor donde desvelan algunas de las claves del libro.


Lo mejor: Un buen ensayo filosófico, ameno y fácil de leer, interesante, lleno de referencias a obras de la literatura y buenos libros, un libro en definitiva para sumergirse, enredarse y perderse en sus laberintos. Muy recomendable, creo que volveré a leer más obras de este autor.


Lo peor: Imagino que la omisión en el libro de prácticas como la danza, la meditación o el yoga que poseen la virtud de hacer que nos reencontremos con la realidad de nuestro cuerpo y que son justamente lo más opuesto que cabe imaginar a esa huida hacia adelante que el libro denuncia de principio a fin ha sido intencionado, seguramente por desconocimiento del tema pienso, pero es una omisión que chirría bastante. Como en otros tratados filosóficos se muestra una situación, se la evalúa, se la examina desde múltiples ángulos... pero no se aporta nada más allá de un entretenido momento de lectura y ejercicio intelectual. Quizás la clave personal nos la da el mismo autor cuando nos habla de esa dicotomía entre el ordenador y su mundo virtual, opuesto por ejemplo al mundo de la cocina donde uno se sumerge en el mundo material... y también opuesto a ese mundo de ahí fuera, de las plazas y la calle, donde volver a sentirnos lo que somos en esencia, un cuerpo, mortal, finito, frágil y lamentable, pero nada más y nada menos... pues como muy bien escribió una vez Spinoza "Nadie ha determinado hasta ahora lo que puede un cuerpo". 

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