domingo, 2 de abril de 2017

Sócrates y Platón, aprender a pensar

"La lección socrática básica es que una sociedad de individuos autónomos exige una forma de vivir mucho más deliberada por parte de todos y cada uno de esos individuos. Sócrates traduce esta mayor deliberación en la necesidad de vivir con arreglo a un método que es también una ética. Esta era la misión y también el castigo que dejaba Sócrates a sus condenadores atenienses. Y, por supuesto, también a todos nosotros después."




Ficha: "Sócrates", "Platón", colección "Aprender a pensar", Ramón Vilà Vernis y Ramón Alcoberro Pericay, 150 y 154 páginas, ISBN: 978 84 473 8318 4 y 978 84 473 8313 9




















Hace algún tiempo alguien me comentó que en una reunión en un café filosófico alguien pidió un ejemplo de un filósofo, - ¡Sócrates! - dijo esta persona, y alguien exclamó -¡no es un ejemplo válido!, en todo caso habría que decir Platón, ya que Sócrates no escribió nada y todo lo que sabemos de él lo conocemos a través de su discípulo Platón-... y el resto estuvieron de acuerdo, de modo que eligieron a otro filósofo... no sé de cual hablaron después, pero este es un problema cardinal cuando abordamos a Sócrates, distinguir entre el "Sócrates histórico" y el inventado por Platón. Ese tema, de hasta donde llega uno y donde comienza otro ha sido un problema que ha hecho darle vueltas a la cabeza a los especialistas de la historia de la filosofía. Hoy existe más o menos un consenso donde podemos encontrar a uno y donde comienza la invención e idealización de su discípulo más aventajado.


Este pequeño ensayo escrito por Ramón Vilà Vernis va a gravitar de casi de comienzo a fin sobre ese tema, de hecho fue una sorpresa para mí ver que la colección de RBA le dedicaba un tomo a Sócrates, pues habitualmente aunque se le reconoce, como no podía ser de otra forma, la importancia que tuvo en el desarrollo de la filosofía, el maestro ha quedado siempre un poco a la sombra de su brillante discípulo, no es descabellado incluso suponer que sin Platón, Sócrates hubiera quedado al final casi en el olvido.


Esa distinción y clasificación entre filósofos pre y post socráticos es un tanto injusta, como muy bien señala Michel Onfray, entre los filósofos presocráticos se incluye por ejemplo a Demócrito... el cual sobrevivió unos cuantos años al propio Sócrates, aun así es una clasificación que cobra sentido si atendemos a las palabras de Ramón V. Vernis en lo referente al método que inauguró Sócrates, sin duda en ese aspecto hubo un antes y un después. Es curiosa la historia de un pensador que no escribió ni una sola línea, pero que en cambio inauguró tras su muerte todo un género literario, el diálogo socrático, un subgénero dentro de la filosofía que encontraría en su discípulo Platón su cima artística y filosófica. Tanto es así que Platón elegiría esta forma para transcribir sus pensamientos hasta casi sus últimas obras.


La clave del pensamiento de Sócrates, como muy bien explica el libro, no es lo que dijo sobre tal o cual tema, porque básicamente la frase más conocida de su pensamiento es el tan conocido, y no exento de controversia, "sólo sé que no sé nada"... lo dijera o no, lo cierto es que desde ahí es posible enjuiciar su pensamiento, Sócrates a diferencia de otros filósofos anteriores a él no se preguntaba por la naturaleza del mundo, por el origen de las cosas y la estructura del universo, él básicamente centró su atención en el ser humano y en los valores asociados al mismo, cuestiones como la virtud, la verdad, la bondad, la verdad, la justicia... que hacía tiempo que eran tratadas por los pensadores conocidos como "los sofistas" que se habían hecho muy populares, estos eran básicamente gente que habían viajado mucho y que dominaban el arte de la oratoria, centrándose en los aspectos relativos de los conceptos antes nombrados y en las distintas concepciones sobre los mismos en función de los intereses particulares y la cultura dominante. Pregonaban además los sofistas un saber de índole práctico y cobraban por sus clases de retórica y oratoria, no se preocupaban en lo más mínimo por encontrar definiciones absolutas, que sirvieran para todo el mundo, en lo relativo a la bondad, justicia, virtud o bien, fundamentalmente porque sabían muy bien que los que es bueno para alguien puede ser malo para otro, etc... en la Atenas de Sócrates, sobre todo desde que el régimen político era el democrático, el arte de defender una idea de forma convincente, independientemente de su valor, había tomado una importancia desmedida, hasta tal punto de que ya parecía que daba igual la bondad o la veracidad de la misma, lo importante era saber argumentar de forma convincente y lograr una mayoría de votos a favor de la causa defendida, fuera justa o injusta, ya fuera en una asamblea de carácter político o en un juicio. Sócrates se rebeló contra todo esto.



A él, sin ningún género de dudas podemos atribuirle un método que desde entonces ha formado parte indisoluble de la filosofía, el llamado “método socrático”, que básicamente consiste en un falso diálogo, donde el supuesto maestro hace las preguntas, cada vez más inquisitivas e impertinentes, y el “alumno” contesta con lo que él cree saber, poco a poco las preguntas del maestro van arrinconándole y mostrando sus carencias y contradicciones… para al final llegar a una “aporía”, es decir, a un callejón sin salida donde quede bien patente que esa seguridad que tenía el alumno en un comienzo en donde creía saber de qué estaba hablando era en realidad una ilusión. Esta forma no ya de emprender un camino hacia una definición concreta y satisfactoria de las cosas, sino más bien de eliminar lo incorrecto y superfluo, de mostrar las contradicciones, los prejuicios y cosas que se dan por supuestas y se tienen muy asumidas sin haber reflexionado previamente sobre ellas era su método. Un método reflejado una y otra vez por Platón de forma brillante en los diálogos socráticos y donde, sobre todo en los primeros: Apología, el Critón, el Laques, el Eutifrón, el Ión, el Lisis, el Cármides, el Gorgías, el Hipias menor, el Hipias mayor, y el Protágoras, sobre los que hay cierto consenso entre los estudiosos, son los que nos van a mostrar con más fidelidad, siempre de forma relativa, al Sócrates histórico… posteriormente Platón ya pondría mucha cosas de su cosecha y se convertiría en un filósofo de peso por méritos propios, pero eso es ya otra historia.



Solamente apuntar como nota final algo obvio, que en el caso de Sócrates, así como en el de cualquier filósofo del pasado, la explicación de las circunstancias de su vida y el contexto histórico son algo que tiene la mayor importancia, en ese aspecto el trabajo de Ramón Vilà es ejemplar, también me ha gustado mucho esa selección de obras recogidas en la parte de la bibliografía, donde se da prioridad a las obras en castellano y que todavía es posible buscar y adquirir, todo un detalle pasado por alto por demasiados autores y editores con habituales referencias a obras ya descatalogadas o en otros idiomas. Muy buen trabajo, una verdadera joya para leer y coleccionar.




“Platón considera poco significativo el éxito o el fracaso puntual de un gobernante, de la misma manera que no otorga valor al consenso o al pacto entre los ciudadanos. En el Estado platónico no hay lugar para la subjetividad ni necesidad de consenso. En él –ya no se pronuncian al unísono palabras tales como “mío” y lo “no mío”. Las contradicciones de clase, la subjetividad y el deseo han quedado superadas por la apelación a la Razón universal. El platonismo es, en definitiva, una propuesta para resolver conflicto mediante la apelación a principios universales. Que esos existan o no, y que la razón logre conocerlos, ha sido objeto de debate durante siglos, en filosofía y fuera de ella. Y seguramente seguirá siéndolo.”


Platón representa naturalmente una continuidad natural del trabajo anterior, cuando uno lee con atención este ensayo es cuando se da cuenta de que aquella frase de Alfred North Whitehead “Toda la filosofía occidental puede considerarse como anotaciones al margen de las obras de Platón” lejos de ser exagerada cobra todo su sentido. No existe ningún otro pensador de la antigüedad más vigente que Platón, sea para alabar su concepción de las cosas, de los temas que trató y su visión del sr humano, sea para considerarle una influencia perniciosa y atacarle… da igual, hay otros pensadores que uno puede eludir, a los que puede ignorar y no pasa absolutamente nada… pero no es el caso de Platón, nos guste o no.


Estamos ante el alumno más aventajado de Sócrates, con diferencia, y con el más brillante escritor de la antigüedad, al menos de aquellos de los que nos han llegado obras suficientes, que en el caso de Platón es casi todo lo que escribió. Menudo contraste entre el maestro que no escribió ni una sola línea porque despreciaba y desconfiaba de la palabra escrita, y el alumno, el mejor escritor filosófico de la antigüedad y una de las cimas de la lengua griega clásica. Todavía recuerdo una frase de la profesora de filosofía que tuve en el instituto cuando abordamos la filosofía platónica ante el gesto de desagrado de una compañera por ser “demasiado antiguo” – si hay un filósofo que sigue estando actual es Platón, si quieres considerar un carca a Aristóteles, bueno, pero no a Platón- , creo que en esa misma clase nos habló de su obra “El banquete” y las definiciones del amor que el filósofo da en ella… ya se sabe basta cualquier mención al tema del amor a unos adolescentes para que automáticamente las neuronas, debidamente estimuladas por el flujo hormonal, se pongan en marcha. De hecho alguna vez he comentado en alguna tertulia con amigos alguna de las cosas que comenta el filósofo en esa inmortal obra… y es que Platón da para mucho, muchísimo.


Me ha gustado especialmente este ensayo firmado por Ramón Alcoberro, porque trata de buscar un hilo conductor en una filosofía que parece hablar de casi todo y donde parece difícil encontrar un sentido general… no es así, Platón es fundamentalmente un filósofo político, preocupado más que nada por elaborar una teoría sobre el gobierno justo de una ciudad-estado, había vivido en su juventud el trauma de ver como los atenienses condenaban a muerte a su maestro Sócrates, el hombre que él consideraba el más justo y bueno de la ciudad y no sin motivos, ello le hizo renegar del sistema democrático para siempre, pero si el sistema democrático de la mayoría (de los ciudadanos con derecho a voto claro… mujeres, extranjeros y esclavos fuera por favor) daba unos resultados tan injustos y aberrantes, ¿cuál era el mejor sistema para gobernar a los hombres?... para llegar a eso faltaba mucho por decir y escribir. 

Donde en Sócrates teníamos a un sabio que paseaba sin parar por la ciudad preguntando e incordiando a los transeúntes con los que se cruzaba aquí tenemos todo lo contrario. A un brillante escritor y a un pedagogo centrado en enseñar a una élite. Platón fundó una escuela, la Academia, donde no entraba cualquiera. Tuvo siempre un punto en sus enseñanzas de elitista que no hubiera sido aceptado o visto bien por su maestro, pero para entonces Platón hacía mucho que era un pensador independiente, su base filosófica es naturalmente las enseñanzas de Sócrates, pero Platón fue mucho más allá.




Porque para llegar a dilucidar la teoría de lo que sería un estado ideal, teoría expuesta en su obra magna “La República” había mucho que decir, el alma humana y sus diferentes atributos, que quedarían reflejados en la misma estructura de esa ciudad ideal, el mundo de las ideas… algo completamente contrapuesto al saber sofístico de la época, y en definitiva sus preguntas sobre la posibilidad de alcanzar, o acercarnos al menos, al saber absoluto a unas definiciones perfectas sobre asuntos de vital importancia para la vida y la convivencia de los hombres, el ideal de la justicia, la bondad, la importancia de llevar una vida virtuosa, la relación entre el alma y el cuerpo, el aspecto de “reconocimiento” que anida en el aprendizaje de las cosas, el amor y sus diferentes aspectos y su papel como motor que nos lleva progresivamente hacia la idea suprema de la belleza y el bien… Platón imaginó un gobierno ideal gobernado por reyes filósofos que representaban el aspecto racional del alma, con un cuerpo de seguridad formado por soldados que representaba el lado pasional de esta y una base formada por productores donde se representaba el lado sensual del alma… nada de democracia pues, un sistema de gobierno que despreciaba y que ponía solo por encima del peor posible, el gobierno de un tirano.



El gobierno ideado por Platón el gobierno autoritario de una élite de gobernantes representada además por la figura del rey-filósofo lo que Platón consideraba ideal, sostenida además por una casta de militares y con la mayoría de la ciudadanía reducida al nivel de “productores”… ello ha dado lógicamente pie a considerar a Platón como un defensor de los fascismos y regímenes autoritarios, pero es algo injusto… ya que el gobierno imaginado por él a pesar de su carácter autoritario poco o nada tiene que ver con las habituales dictaduras, mezcla de tiranía y oligarquía, que forman el habitual cóctel dictatorial, un tirano sanguinario y caprichoso sostenido por el poder del miedo del ejército y la policía y también por las prebendas repartidas a una élite económica que hace caja en detrimento de la mayoría de los ciudadanos. Ese esquema lo vemos repetido en los dictadores africanos, latinoamericanos y asiáticos… y también sin ir más lejos todavía lo tenemos fresco en nuestra historia reciente. Un gobierno de ese tipo hubiera horrorizado al mismísimo Platón que proponía en cambio una especie de “dictadura inteligente” como bien hubiera expresado nuestro Miguel de Unamuno, aunque claro como cualquiera sabe los términos dictadura e inteligencia son bastante incompatibles.


El ensayo, igual que en el caso anterior, abunda en explicaciones históricas, claves del pensamiento del filósofo, esquemas, algún gráfico inclusive… se nota mucho el esfuerzo de intentar hacernos accesible el pensamiento platónico y conseguir que el lector se anime a intentar una lectura de sus obras. Evidentemente eso requerirá un esfuerzo para el que apenas se nos ha preparado aunque hay un punto que me ha gustado mucho del libro, la estructura de su diálogo más conocido “El Banquete”, parece que Ramón Berrueco ha pensado que este va a ser el ensayo elegido para comenzar a leer al filósofo y como su estructura es un tanto enrevesada nos proporciona un cuadro para que podamos hacernos una idea de su génesis y entenderlo mejor… todo un detalle, así como la atención mostrada a “La República” no solamente por su importancia sino probablemente porque sabe de sobra que será posiblemente el ensayo más leído.


Conclusión.
Dos obras interesantes, asequibles, bien editadas, merecedoras de una lectura atenta y que consiguen que el lector se “pique” con la filosofía del inmortal filósofo y se anime a acercarse a su obra de una forma más seria. En definitiva una joya en medio del batiburrillo habitual presente en los kioskos, llenos habitualmente de sensacionalismo y vulgaridad. Lo recomiendo.


Lo mejor: Dos ensayos poco menos que ideales para iniciarse en el pensamiento platónico y socrático, separando muy bien, dadas las circunstancias, aquello que pertenece a cada uno, con muchas explicaciones históricas, referencias a otras obras y otros pensadores, donde no solamente se muestran las ideas y el pensamiento sino que se le dan diferentes enfoques, se analiza y se van entresacando sus claves, no es una obra divulgativa semejante a lo que podríamos leer en la Wikipedia o en cualquier enciclopedia… va más allá y vale la pena como obra de referencia y punto de partida.


Lo peor: La extensión limitada a unas 150 páginas de cada ensayo en la colección es a la vez una ventaja, porque obliga al autor a “exprimir” al máximo el contenido y a purgarlo de información que no sea relevante, y a la vez una verdadera faena… porque queda claro que una inmersión más exhaustiva en el pensamiento de este filósofo excedería con mucho los límites impuestos por la publicación. Por ejemplo en el caso de Platón, se pone demasiado énfasis en sus ideas y se reducen al máximo sus datos biográficos, justo al contrario de lo mostrado en Sócrates, apenas se habla de sus peripecias como consejero de los tiranos de Siracusa y de otros temas. Aun así tengo que decir que el espacio queda muy bien aprovechado, el contenido es bastante completo, e invita a repasos y a interesantes segundas lecturas :-).




1 comentario:

  1. hola! un placer llevarte y pegarte en el muro, que varios de nuestro seguidores leeran gustoso. gracias, es muy bonito aprender cada dia! saludosbuhos!

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