sábado, 27 de mayo de 2017

Memorias, Douglas Macartur

"Estas reminiscencias no son historia, ni biografía, ni diario, aunque entrañen algo de cada una de estas categorías. Lo que aquí presento dista mucho de ser un relato completo de todos los incidentes en que tomé parte, sino meramente los recuerdos que guardo de los acontecimientos, reavivados mediante consultas a mi propia agenda y el libre uso de los planes del Estado Mayor y los anales históricos hechos bajo mi supervisión y dirección [...] Abrigo también la esperanza de que la lectura de estas páginas ofrezca algún incentivo a la nueva nación norteamericana y consiga grabar en su espíritu esta verdad trascendental: un país y un régimen como el nuestro son dignos de que se pelee y, si es preciso, se muera por ellos"



Ficha: "Memorias", Douglas Macarthur, editorial Altaya - colección Memorias de Guerra, 488 páginas, ISBN: 978 84 487 2362 0
































Encontré este libro en una papelería cercana al lugar donde trabajo y donde últimamente han puesto a la venta libros de segunda mano. La edición data de 2.008, una colección con las memorias de protagonistas de la Segunda Guerra Mundial, aunque no ha pasado demasiado tiempo parece bastante más viejo y hay páginas con letras parcialmente borradas, usando además un tipo de imprenta, como de periódico antiguo, que hacía mucho tiempo que no veía. No es que tenga especial predilección por los libros viejos, pero este me gustó especialmente, además lo vendían por un precio irrisorio… demasiada tentación como para no caer en ella.

Como se puede leer desde el comienzo, el libro que se supone que fue escrito por el mismo Douglas Macarthur en persona tras su retirada de la vida militar. Corría el año 1.951, cuando su enfrentamiento con los políticos de Washington en relación a la conducción de la Guerra de Corea, estando él mismo al frente del ejército norteamericano bajo supervisión de la ONU, condujo finalmente a su relevo, y también a su retirada del puesto que ocupaba en Tokio como jefe de la fuerza de ocupación tras la guerra. Seguramente comenzó a aburrirse en esa nueva vida de militar retirado y siendo consciente ya de su inminente fin, falleció en 1.964, quiso dejar por escrito una obra para las futuras generaciones de norteamericanos en la que fundamentalmente no hace otra cosa que hacer apología de su forma de pensar y defenderse de las que considera acusaciones falsas y malintencionadas, además naturalmente de relatar los hechos y acontecimientos históricos en los que se vio envuelto... que son muchos y abarcan varias décadas. Si ha existido en la historia militar, no solamente la norteamericana, un general brillante, osado, querido, homenajeado y condecorado y a la vez públicamente ese ha sido Douglas Macarthur, un militar irrepetible y fuera de serie como ninguno.

Mis sentimientos durante la lectura de este libro han oscilado entre la franca admiración, la sorpresa y la repugnancia, porque es un personaje por el que es tan fácil caer presa de la admiración a través de sus argumentos, convicciones y hechos que lo respaldan, como el tener que taparse la nariz ante el tufo autoritario y arrogante que desprenden algunas de sus ideas. Lo que nos lleva a su principal característica, la rectitud y honradez, sumado a una cierta ingenuidad... me pregunto que pensaría hoy este general al contemplar la política exterior de su país de los últimos veinte o treinta años. Sin duda, el nuevo escenario que tuvo que vivir en los comienzos de los cincuenta, cuando se le ordenó dirigir un ejército sin que una voluntad política de ganar la guerra lo respaldase en la Guerra de Corea le resultaría harto familiar, como tampoco se sorprendería de la sangrienta patochada de Vietnam, ¿se tragaría sus propias palabras acerca de la necesidad de luchar y morir si es necesario por un país así?, quiero pensar que sí.


Saltos de rana.
Existe una película de los años setenta sobre su figura que ví hace muchos años protagonizada por Gregory Peck en el papel del famoso general. Me llamó la atención bastante, y hubo una escena que quedó en mi memoria, y no me refiero a la representación de la famosa escena en la que  hizo cuando tuvo que abandonar las Filipinas invadidas por los japoneses y pronunció aquel famoso discurso "¡volveré!", promesa que cumplió, como Terminator ;-), sino que fue la escena en la que planea la campaña en el Pacífico Sur, cuando indica a sus colegas del alto mando que los tiempos de los ataques directos han pasado a la historia, que no hace falta ese derroche de vidas en la guerra moderna. 

Macarthur no sé si inventó esa forma de dirimir conflictos a base de operaciones coordinadas con distintas armas, la guerra “trifibia” como él la llamaba, que constaba de operaciones simultáneas por tierra, mar y aire, pero está claro que en la Segunda Guerra Mundial fue el que aplicó esa forma de utilizar las armas modernas de la manera más eficaz. La campaña que le llevó desde Australia hasta Filipinas marcó todo un hito en la historia militar, y sin duda que ha sido muy estudiada en todas las academias militares del mundo como ejemplo perfecto de esfuerzo coordinado entre fuerzas de tierra, aviación y armada. 



Utilizando siempre el elemento sorpresa, llevando la iniciativa de forma agresiva, sabiendo centrarse en los puntos clave y dejando a un lado los objetivos secundarios, eludiendo los puntos más fuertes y limitándose a aislar las fuertes guarniciones japonesas, moviendo siempre las tropas bajo cobertura aérea y usando el mar no como una barrera sino como vía de comunicaciones evitando siempre que se podía el moverse por terrenos difíciles como las montañas y la jungla, una estrategia bautizada como "saltos de rana" en sentido irónico pero que supuso abrirse paso hacia Filipinas desde sus bases en el norte de Australia conquistando las islas Salomón y Nueva Guinea dejando aisladas y fuera de combate a fuerzas japonesas de más de 180.000 soldados sin enfrentarse directamente a ellas. Todo ello consumiendo apenas un 10% de los recursos que Estados Unidos destinaba a la guerra. Viendo esta campaña uno solamente puede pensar en la palabra "chapuza" cuando ve la campaña que hizo el almirante Nimitz y sus cabezazos contra Peleliu, Iwo Jima y Okinawa... Macarthur dejó fuera de combate tropas mucho más numerosas de las que estaban acantonadas en esas islas y con una fracción de las pérdidas de este. D. Macarthur no solamente era un brillante organizador, era también un brillante táctico y estratega, un lider nato que sabía como utilizar lo mejor de cada uno de sus comandantes, fue, y me la juego con quien quiera, el mejor militar aliado de la Segunda Guerra mundial y con diferencia, el más completo... por mucho que hayan otros como Patton o Eisenhower que a la larga resultaron más populares.


El general incomprendido.
Mc Arthur era un divo, un rey en sus dominios, un director de orquesta… pomposo, seguro de sí mismo, pretencioso, orgulloso… no ha existido en la historia de norteamerica, ni en la de occidente en los últimos cien años, pues habría que remontarse atrás en el tiempo al mismísimo Napoleón, un genio semejante para la guerra y a la vez a alguien tan atacado por la prensa y seguramente tan insoportable. Dice un refrán que “el clavo que sobresale es el primero en recibir un martillazo” y Douglas Macarthur se llevó muchos… de hecho, como comenté antes, estas memorias  son de principio a fin una apología de las decisiones que tomó a lo largo de su vida, por las que fue duramente criticado en su país, y una encendida defensa del militarismo defensivo, en el seno de una democracia, y una actitud beligerante contra los enemigos de su país… es curioso ver al militar más galardonado de la historia americana dotado de una piel tan fina y protestar tanto por sentirse “herido”. Debía ser todo un suplicio ser subalterno suyo, es lo primero que uno puede pensar. En cierto modo hay un tono "antipacifista" y "anticomunista" presente en la mayor parte, ahora bien, antes que emitir condena alguna hay que puntualizar qué significaría esto para alguien como este general.




Estados Unidos no era, a comienzos del siglo XX, la superpotencia imperialista y militarmente agresiva que es hoy en la actualidad, al menos no en la misma medida. Había comenzado su andadura en este campo, atacando los restos del imperio español en Cuba y Filipinas, pero de paso había liberado a estos países de un dominio colonial caduco y depredador, no es que Francia o Gran Bretaña fuera mejores, pero lo cierto es que la guerra de 1.898 en la que los EEUU comenzaron a extender su área de influencia por el mundo distó mucho de ser una guerra para ocupar, dominar y explotar salvajemente otros territorios, todo lo contrario, España no estaba precisamente por la labor de otorgar la independencia a esos países, mientras que alcanzaron la misma bajo bandera norteamericana. Otro asunto sería la vinculación económica que los terminó ligando con el nuevo "amo". El caso es que en los EEUU a pesar de este episodio dominaba la mentalidad aislacionista, la de ocuparse de sus propios asuntos y mantener un ejército con fines puramente defensivos. La llegada de la Primera Guerra mundial puso de manifiesto las carencias de ese sistema, Estados Unidos tardó casi un año desde su entrada en la guerra en poner en pie un ejército para auxiliar a sus aliados en Europa Occidental que se encontraban en un momento crítico, se puede afirmar sin reservas que la entrada en el conflicto de los norteamericanos los salvó del desastre. Macarthur entonces era ya un brillante y prometedor oficial que se hizo cargo de la división "arco iris" en suelo francés, su intervención en este conflicto, oscurecida por sus posteriores actuaciones, le acarreó no pocas medallas y condecoraciones.



Antipacifista.
Las presiones para limitar las dimensiones del ejército norteamericano y evitar su implicación en conflictos en el exterior de forma simultáneamente arreciaron más que nunca tras la Primera Guerra Mundial, Macarthur tras sus condecoraciones y ascensos en el conflicto mundial fue designado para dirigir la famosa academia militar West Point, allí emprendió una dura labor convirtiendo la misma en una academia que fuese modelo en todo el mundo, abandonando su elitismo cultural, su conexión con una cierta aristocracia militar y modernizándola todo lo posible, ampliando también su capacidad... era consciente ya por aquel entonces que el mundo no iba a permanecer en paz mucho tiempo y su país necesitaba formar de forma apresurada cuadros militares modernos y eficientes que constituyeran el corazón de unas futuras fuerzas armadas de mayores dimensiones. Es aquí seguramente el momento en el que comienza a chocar con los grupos "pacifistas", y no me refiero a activistas que se manifiestan a favor de la paz en manifestaciones tal y como los entendemos ahora, sino a políticos y sectores influyentes de la opinión pública que preconizaban lo contrario, de que era un contrasentido buscar la paz y de paso prepararse para la guerra. La idea podía parecer sensata, pero en un mundo donde florecían regímenes políticos de corte fascista y militarista era algo que no podía terminar bien. Douglas Macarthur siempre asumió como suyo el viejo dicho de "si buscas la paz prepárate para la guerra". Nos guste o no, fue algo que resultó ser completamente cierto en la convulsa y dura realidad europea de los años treinta. En este contexto es donde hay que situar siempre su "antipacifismo".

Anticomunista.
Otro de sus caballos de batalla fue su lucha contra el comunismo como ideología, no hay que perder de vista nunca que estamos en los años treinta y cuarenta, el comunismo tenía en esas primeras décadas de existencia tras la toma del poder por los bolcheviques en Rusia un marcado carácter revolucionario. Entraba en el juego democrático en muchos países pero hay que tener en cuenta que no creía en la democracia como sistema, cosa que hoy afortunadamente hace, pero eran otros tiempos y muchos, Macarthur incluido, no veían otra cosa en el comunismo que un fascismo camuflado, en el que sus activistas aprovechando las injusticias y desigualdades como gasolina para funcionar, se limitaban a subvertir el orden público embaucando a una clase obrera empobrecida y explotada, para finalmente conseguir tomar el poder... que indefectiblemente se tornaría en una dictadura, de otro signo político, pero con igual ferocidad y desprecio por los derechos humanos que las tiranías más tradicionales. Es en este marco conceptual donde hay que entender muchas de las obsesiones anticomunistas tanto de Macarthur como de otros... no hay que caer por lo tanto en la estúpida y falsa dicotomía de anticomunista = fascista que encontramos hoy en día. Muchos de los partidarios que hoy tiene la ideología comunista simplemente no soportarían vivir en un régimen comunista de la época, por mucho que esa ideología cautivara a las masas y a muchos intelectuales occidentales que demostraban no tener ni puñetera idea de lo que significaba vivir en un país comunista a la antigua usanza.

Naturalmente que hay siempre un punto donde algo que no es en sí ni bueno ni malo se torna vicioso y patológico, y por desgracia el anticomunismo de Macarthur pasó esa barrera, su represión de los ex-militares que protestaban en Washington. Fue algo muy criticado en su momento y que el general disculpa en estas memorias aludiendo a una supuesta infiltración de agentes comunistas entre los veteranos de guerra, dando por supuesto que solamente una pequeña parte de los alborotadores eran veteranos de guerra, mentira, y dando por supuesto la implicación del partido comunista norteamericano en los alborotos de carácter subversivo... el caso es que cuando le pidieron comandar las fuerzas del orden para reprimir las protestas se pasó dos pueblos, aunque él naturalmente no lo veía así y se consideraba casi un salvador de la patria a la que había visto en "peligro"... en fin. No se de su opinión de la persecución contra los simpatizantes, o supuestos, simpatizantes del comunismo que llevó a cabo el senador Joseph Mc Carthy, en los cincuenta, pero apuesto a que el viejo general fue un fervoroso partidario, máxime cuando su orgullo herido por su retirada de Corea, combatiendo contra los comunistas o como él los denomina "los chinos rojos" lo vivió siempre como una derrota injusta. 

El general en la paz.
Existe un simpático librito titulado "El arte de la guerra", de un militar chino que ha pasado a la historia bajo el nombre de Sun Tzu, es una obra que data del siglo quinto antes de cristo y que ha sido el libro de cabecera de la mayoría de los estrategas militares de oriente durante siglos, es una de esas joyas de valor intemporal lleno de sentido común y buenos consejos, que no ha pasado de moda y que seguramente nunca lo hará, el principal axioma del mismo vendría a decir que el mejor general es el que evita la guerra o vence a su enemigo sin entrar en combate. Sin duda era un libro que Macarthur lo había leído bien a fondo. Tras la victoriosa campaña que lo llevó a reconquistar Filipinas y tras la rendición de Japón, Macarthur fue escogido para liderar a las tropas de ocupación norteamericanas en el archipiélago japonés. Ironías del destino, los japoneses iban a ser gobernados por su mayor y más emblemático enemigo, aquel que habían prometido colgar en Tokio si lo hubiesen capturado tras la caída de Batán y Corregidor. Si en la campaña militar el genio de este ya anciano general, tenía sesenta y cinco años, había marcado un hito en la historia sería sin embargo su labor durante cinco años al frente de las fuerzas de ocupación lo mejor que hizo en su vida y con diferencia.




Decía Buda que quien se vence a sí mismo tiene mayor mérito que quien vence a mil enemigos en mil batallas, pero no dijo nada, que yo sepa, de quien es capaz de convertir a un enemigo en amigo ¿es siquiera imaginable una mayor victoria que esa?... pues este sátrapa oriental, divo y general-estrella lo hizo. Se encontró a su llegada tras la firma de la paz con un país arrasado por los bombardeos, una población famélica, y sobre todo desmoralizada. No es posible imaginar siquiera la humillación y la conmoción que supuso para el pueblo japonés la derrota, una cultura que se mueve y gira en torno al sentimiento de vergüenza y el honor de repente se ve destrozada, humillada, y hasta con un emperador, sacrosanta y endiosada figura, convertida en un títere de sus enemigos... un pueblo que hasta hacía bien poco había vivido bajo un régimen militarista y expansionista, convencido de su supremacía sobre el resto de los pueblos de Asia. Ahora se veían reducidos a la impotencia... nada bueno dice el código samurai, el Bushido, a cerca de los que se rinden, "no los dejes vivir, no los dejes morir". Los japoneses esperaban lo peor, esperaban un trato semejante al que ellos sin duda hubieran otorgado, y otorgaron de hecho, a sus enemigos derrotados. 

Macarthur se dio cuenta, merced a su experiencia y sus conocimientos de lo que ocurrió en Alemania tras la derrota en la Primera Guerra Mundial, que una política dura y cruel en Japón tendría a la larga funestas consecuencias. El comunismo era una fuerza ideológica muy pujante en esa parte del mundo, por una vez demostró sus dotes políticas y se negó a una partición del territorio japonés en zonas de influencia, tal y como se había hecho con Alemania, bastante que se hizo con Corea, una mala idea tal y como se demostró más adelante. Los soviéticos habían rehusado entrar en guerra con Japón cuando este iniciaba el conflicto y se expandía victorioso, y solamente entraron en ella ya cuando el país oriental se encontraba vencido... ansiosos de disputarse sus despojos. Macarthur había intentado presionarles para que abriesen un frente en Siberia que aliviase la presión sobre Filipinas y las colonias británicas, sin éxito, seguramente al final se alegró de que no lo hicieran. Primero se esforzó, con éxito, en evitar la presencia del ejército soviético en Japón, lo siguiente fue mejorar las condiciones de vida de los japoneses, reconstruir el país y sobre todo modernizarlo.




No fue una tarea fácil, se encontró con un país que había entrado de forma harto desigual en la modernidad, industrialmente avanzado, pero con estructuras feudales, había que reconstruir, y también evitar que quienes habían detentado el poder y llevado al país al desastre volvieran a ocupar sus puestos. Para ello solamente había un camino, la modernización y la democratización. Aunque fue muy criticado por haber dejado en el poder al emperador, Macarthur demostró ser inteligente en esto, conocía mejor que los políticos de Washington y Europa la peculiar forma de ser del pueblo japonés y su devoción por esta figura política, de forma que no quiso enjuiciarlo por sus pasadas actuaciones, de hecho era consciente que él nunca había tenido el poder real en el país, de modo que era útil mantenerle en el puesto. Un emperador encarcelado, juzgado y condenado a muerte hubiera suscitado la ira de una buena parte del pueblo, y era justo lo último que el país necesitaba. Macarthur le dejó en su puesto, aunque reducido a una figura simbólica controlado por el parlamento, a semejanza de las monarquías parlamentarias europeas, intervino en la redacción de una nueva constitución en la que, por ejemplo, se equiparaban los derechos de hombres y mujeres. Presionó al gobierno de su país para que enviasen alimentos y ayuda humanitaria a Japòn, y prohibió terminantemente que las fuerzas de ocupación consumieran productos del país y se alimentasen solamente con sus raciones del ejército. Japón se moría literalmente de hambre, y en una carta memorable pidió a sus superiores "o me dais alimentos o me dais cartuchos, los hombres prefieren morir peleando antes que morir de hambre". Promovió además una campaña de vacunación para erradicar enfermedades que hacía décadas que habían desaparecido de los EEUU y que allí, y no solamente a causa de la guerra, eran endémicas... cuando los expertos en sanidad le dijeron que a causa de estas campañas se podían haber salvado dos millones de vidas no cupo en sí de satisfacción, tras tantas vidas perdidas en la guerra el hecho de salvar vidas humanas era algo que lo llenaba de orgullo.

Cuando marchó del país dos millones de japoneses acudieron a despedirlo, poco tiempo después el gobierno del país le concedía la más alta condecoración... ¿alguna vez un general ha sido honrado con algo semejante por parte de sus peores enemigos?. El país siguió evolucionando y cambiando tras su marcha, pero está muy claro que los efectos de esos primeros años de la ocupación tras la guerra sentaron las bases del Japón moderno.

Corea.
El breve episodio de Corea fue a la vez uno de los más brillantes y el más amargo de su carrera como militar. La partición del país tras la guerra trajo consigo una enemistad entre el norte comunista y el sur situado en la esfera capitalista occidental que no podía terminar bien. El sur había sido provisto de un ejército al que se habían eliminado los elementos pesados, artillería y carros de combate, para evitar, paradojas de la vida, que invadieran al norte, se pensó que era buena idea para impedir el conflicto civil que el sur no tuviera medios para atacar al norte... lo malo es que el norte sí que los tenía para atacar al sur. Armados por la Unión Soviética y la China comunista Corea del Norte atacó a su vecino, y hermano, del sur con el propósito evidente de reunificar el país bajo la bandera roja. 

Era demasiado tarde para rectificar errores, pero no para intervenir, el ejército americano, de nuevo con Macarthur como comandante en jefe, acudió presto para defender a Corea del Sur y darle la vuelta a la situación. No era fácil, el ejército del sur había retrocedido hasta el puerto de Pusan y perdido la capital Seúl, sin embargo la rápida intervención norteamericana, incluso con fuerzas insuficientes, consiguió ralentizar el avance norcoreano y conseguir un ámplio perímetro defensivo en torno a Pusan. Fue entonces cuando Macarthur en lo que sería su última "genialidad" propuso un plan para desembarcar en Inchon, ciudad portuaria tras las líneas enemigas y cercana a la caída Seúl, para cortar las líneas de suministro del enemigo. Otro general más cauto se hubiera limitado a enviar tropas a la cabeza de puente del sur, eternizando con ello la guerra, sin embargo si el viejo general intervenía en un conflicto era ante todo para ganar, no para adoptar una estrategia timorata y defensiva buscando resistir o el empate. Esa era su filosofía de combate a la que fue fiel siempre.

Aunque con muchas reticencias y muy desaconsejado la seguridad en sí mismo de Macarthur doblegó la misma, era una operación difícil, el punto escogido no era precisamente de fácil acceso, el riesgo era tremendo... pero por eso mismo la sorpresa fue absoluta, y Macarthur hizo de nuevo cierto aquel dicho romano "audentis fortuna iuvat", a los audaces les sonríe la fortuna. Me pregunto cuantos generales de hoy en día serían capaces de liderar y llevar a buen término algo semejante, de plantearlo incluso, y de si los actuales políticos les dejarían correr tantos riesgos en esta época de drones :-). El caso es que se salió con la suya y el ejército norcoreano estuvo muy cerca de ser aniquilado en la pinza entre las fuerzas norteamericanas, y de otros países con el respaldo de la ONU, y el sur. Sin embargo el tratar de convertir la victoria en victoria total terminó mal.

Si las tropas norteamericanas se hubieran limitado a expulsar a las norcoreanas al otro lado del paralelo 38 que constituía la frontera... pero no lo hicieron e invadieron el norte, buscando la victoria total. La China de Mao intervino... al ejército norteamericano se le prohibió sobrevolar inclusive la frontera con China, no era posible ganar un conflicto con tales limitaciones de suministros, tropas y movilidad geográfica... que era aprovechada al máximo por sus enemigos. Macarthur hizo cuanto pudo para desbloquear la situación y finalmente fue destituido. El mundo había entrado de lleno en la llamada Guerra Fría, la política respecto a al guerra había cambiado para siempre, el viejo general ya no tenía su sitio en este nuevo escenario. Su vuelta al país, acompañada de multitudes que le vitoreaban y de discurso en discurso, condecoraciones y homenajes tuvo siempre un regusto amargo.


Lo mejor: Un libro en general ameno, que nos permite conocer de primera mano los pensamientos de uno de los protagonistas del mayor conflicto bélico, hasta ahora, de la humanidad. Un personaje polémico, con muchas luces y sombras, brillante más allá de la duda y del que resulta interesante conocer más detalles de los hechos en los que se vio involucrado. Hará sin duda alguna las delicias de todos aquellos aficionados a la historia de la Segunda Guerra Mundial. Como ya he aludido antes, a la continua defensa y apología que el general hace de sí mismo y de las decisiones que tomó a lo largo de los años se añaden una serie de "pruebas" consistentes en transcripciones de documentos oficiales y cartas que durante los años intercambió con las personalidades de la época. Posee por lo tanto esta obra un considerable valor histórico para todos aquellos que deseen conocer, por el motivo que fuese, con mayor detalle los acontecimientos descritos en estas "memorias" ... aunque no se si llamarles "desmemorias" ;-).


Lo peor: No deja de ser un panfleto de autodefensa y apología, con mayor o peor fortuna. Decía Orwell que una memorias debían estar siempre acompañadas de un sentimiento de derrota, yo añadiría que eso sucederá siempre que la persona que las escribe sea honesta. Macarthur dentro de sus limitaciones, su ideología y su ingenuidad lo es. Aunque por momentos resulta un poco patético que el general más querido, laureado y admirado de la historia americana arremeta una y otra vez contra aquellos que le critican. 

No asume por ejemplo responsabilidad alguna por su desidia y mala organización en el ataque japonés a las Filipinas, se pasa páginas y páginas demostrando que había solicitado una ayuda mayor a Washington parar armar al pueblo filipino y a continuación tras ser advertido del ataque a Pearl Harbour pone como excusa el que no conocía su alcance y la victoria de los japoneses para no poner a sus fuerzas en alerta. Siete horas tardaron los japoneses en enviar su aviación a bombardear los aeródromos norteamericanos y se encontraron a la mayoría de los aparatos en tierra perfectamente alineados para hacer tiro al blanco... nunca admitió responsabilidad alguna por ello. 

Como tampoco admitió responsabilidad por su empeicinada, y de derrota más que previsible, defensa de Bataan... dice que lo hizo para ganar tiempo, como si los japoneses hubieran detenido toda su campaña precisamente para asediar Batán. Fue por motivos puramente personales, su arrogancia que no podía resistir el retirarse derrotado, ocasionó la muerte y sufrimiento de miles de soldados americanos y filipinos cuando sabía a ciencia cierta que no iba a recibir refuerzos. De la misma forma, aunque da mil excusas, hubo sin duda algo personal en la condena del general Homma, aunque este no estuvo informado, algo que parece probado, de las atrocidades cometidas contra prisioneros aliados en las Filipinas... Macarthur le derivó responsabilidades de los actos cometidos por sus subalternos, pero en el fondo había también algo personal, era el general que le había derrotado y expulsado de Filipinas. No aplicó por ejemplo el mismo rasero al juzgar las responsabilidades del emperador, aquí la conveniencia política pudo más.

En fin, hay otros ensayos donde se escuchan a las diferentes partes implicadas, este como no podría ser de otra forma solamente aporta la versión del propio Macarthur de los hechos, valiosa, indispensable, pero inevitablemente sesgada.


2 comentarios:

  1. Una reseña increíble, formidable, como sueles hacer y ya nos tienes acostumbrados.
    Este McCarthur es un personaje controvertido, pero si el libro se lee bien al ser ameno me parece una lectura interesante.
    Sólo discrepo un poco de ti (o del libro, no sé) cuando dices que los EEUU lucharon por la independencia de Cuba, Filipinas y Puerto Tu o en la guerra de 1898. Das una imagen positiva de los USA y yo pienso que nos utilizaron de disculpa para iniciar ellos su expansión colonialista: se hicieron con los tres países que luego a trancas y barrancas lograron una cierta personalidad independiente (Puerto Rico logró ese estatus raro que aún hoy colea). Y los tres países están sumidos en la pobreza pese a haber sido "liberados" por la mayor potencia del momento.
    Un abrazo

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  2. Hola Juan Carlos, gracias por tu comentario. Bueno tanto Filipinas como Cuba y Puerto Rico ganaron una independencia política, aunque no en el terreno económico. Macarthur siempre se refiere a Filipinas, allí su padre había sido el representante del gobierno americano y hasta cierto punto el "heredó" el cargo. Su visión de la ocupación americana evidentemente está sesgada a favor de los EEUU, de hecho estuvo a punto de participar en la guerra de 1.898 pero su padre estimó que era demasiado joven y estaba demasiado verde (tenía 18 años). Filipinas fue durante mucho tiempo una especie de protectorado a la que como bien dices solo se le concedió la independencia a trancas y barrancas... pero al final la consiguió, aunque sigue evidentemente bajo la órbita económica americana. Hay algo que habla a favor de la labor de los norteamericanos allí y no muy bien de la labor española, el idioma, el castellano está casi extinguido mientras el inglés es oficial, la cultura española no caló tanto como en América. El caso de Cuba y Puerto Rico es distinto... hablamos en el caso de Cuba de una colonia que sostuvo varias guerras para intentar lograr su independencia. Solo la intervención americana consiguió romper su vinculación forzosa con España, aunque fuese para convertirse en un títere del gigante americano y el país se convirtiese en el burdel de los Estados Unidos, con un dictador títere al frente del gobierno. Aun así, está claro que su emancipación de España, aunque fuera para caer en la influencia norteamericana, fue mejor que seguir siendo colonia española al precio de una guerra tras otra. Su proximidad a los EEUU me hace recordar lo que dicen en México "demasiado cerca de los Estados Unidos, demasiado lejos de Dios"... es virtualmente imposible que no caigan dentro de su esfera económica. Incluso en sentido negativo en el caso de Cuba debido a su régimen político y el embargo, están condenados a estar siempre dentro de la esfera de influencia norteamericana, por muy independientes que sean sobre el papel. Macarthur siempre que se refiere a independencia habla de elecciones democráticas, banderas y demás... no se mete en el asunto de la riqueza, pobreza o vinculación económica, nunca cuestiona su presencia en Filipinas. En fin, ojala estos países hubieran seguido un camino hacia su independencia menos tortuoso y doloroso ;-)

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