"La comprensión profunda llega con la libertad total y esta se da solo cuando se rompen las barreras del yo, con sus limitaciones. Entonces ya no existe lo mío y lo tuyo, solo lo que es. No hay tampoco diferencias entre mi amor, que lo doy generosamente, y el que me dan aunque con restricciones. Sólo hay amor. Vivimos una gran libertad al descubrir que el amor no es ese gran negocio que imaginábamos. No es el triunfo de la astucia, no es competitividad o lucha, no es sacrificio, no es entrega. El amor es. Y la realidad está hecha de amor. El amor somos nosotros. En la alegría de la libertad, rotas las ataduras de todos los prejuicios, descubrimos que siempre ha estado el amor y siempre estará sin que lo falso le pueda tocar. Aunque aparezca tapado con ideas, creencias, interpretaciones, hemos de saber que estas capas que lo cubren no son realidades. De todo ello solo el amor es real. "
Ficha: "La Libertad y el Amor", Consuelo Martín Díaz, Ediciones Obelisco, 219 páginas, ISBN: 978 8477 206 422
Revisando el sitio donde tengo almacenados una buena cantidad de libros de hace unos años, me encontré con este de Consuelo Martín. El mismo forma parte de un conjunto de una docena de libros, o más, de temática espiritual que adquirí y nunca leí.
El tema del mundo de la espiritualidad y todo lo relacionado con la misma había formado durante cinco años el grueso de mis lecturas. Hubo un punto en que quedé tan saturado que sin darme cuenta, pero ya de forma inexorable, mis intereses como lector fueron dirigiéndose a otros terrenos... pero no del todo, y es que hay temas que parece que llegan a uno de forma natural en función de la etapa de la vida que le toca vivir, a veces buscamos literatura de evasión, otras veces buscamos formarnos... y hay ocasiones en las que uno se vuelve adicto al efecto que determinadas lecturas opera en nosotros.
El tema del mundo de la espiritualidad y todo lo relacionado con la misma había formado durante cinco años el grueso de mis lecturas. Hubo un punto en que quedé tan saturado que sin darme cuenta, pero ya de forma inexorable, mis intereses como lector fueron dirigiéndose a otros terrenos... pero no del todo, y es que hay temas que parece que llegan a uno de forma natural en función de la etapa de la vida que le toca vivir, a veces buscamos literatura de evasión, otras veces buscamos formarnos... y hay ocasiones en las que uno se vuelve adicto al efecto que determinadas lecturas opera en nosotros.
En un mundo desquiciado, lleno de problemas que no parecen tener solución, en un mundo donde cada vez parece más difícil encontrar un rincón para la esperanza, o quizás, donde esa sensación sea pura y simplemente una sensación subjetiva mía; que uno va cumpliendo años y acumulando lecturas de todo tipo... bueno pues como que también apetece encontrar un oasis particular de paz, leer sobre un tema que en esencia es optimista y a determinados pensadores y filósofos que todavía creen en la capacidad del ser humano de llegar a algo mejor. También me parecía que este blog estaba recibiendo últimamente demasiadas visitas y creo que una de las mejores formas para bajarlas es comentar libros como este ;-).
Decía William James en una de sus conferencias recogidas en "Pragmatismo" comentado por mí hace poco, que él no se consideraba ni optimista ni pesimista, sino "meliorista", porque a diferencia de los pesimistas que consideran imposible una mejora con el tiempo del ser humano, y a diferencia de los optimistas que consideran que esa mejora es inevitable, él creía que tal mejora en el futuro era simplemente posible, a condición claro está de lo que los seres humanos hicieran. Ese mismo mensaje, en mi opinión, nos lo intenta transmitir Consuelo Martín en este y en cada uno de sus libros.
El mensaje yo lo resumiría de la siguiente forma: El ser humano posee un enorme potencial de mejora y autorrealización, el origen de sus conflictos y sufrimiento psicológico se origina fundamentalmente en la ignorancia, no vemos el mundo tal y como es, lo vemos distorsionado a través de nuestras ideas preconcebidas, dogmas, prejuicios etc, que varían de un individuo a otro y en función de la cultura donde este se inserte. Da igual su nacionalidad, su condición, da igual sus opiniones políticas y creencias religiosas... en esencia todo es falso, erróneo, y pura distorsión. Solamente la percepción atenta, desprovista de prejuicios, la contemplación, el silencio de la mente y la introspección pueden dejar al descubierto las distorsiones a través de las que contempla el mundo y encontrar la verdad, sea lo que esto sea... y solamente a través de esta iluminación, realización o comprensión, llámese también como se quiera, uno puede aspirar a superar el sufrimiento y el conflicto. Un mensaje que por un lado invita a la esperanza, hay posibilidades reales de cambio para mejor, pero que por otro insiste en la necesidad de un trabajo individual, de introspección interior, un trabajo tenaz y disciplinado, para observar de forma fresca y libre de prejuicios, y darnos cuenta de cómo tantas cosas que damos por sabidas, por supuestas y aceptadas habitualmente no son sino errores que nos llevan al sufrimiento. Vamos el mensaje platónico de toda la vida, sostenido en un primer momento por Sócrates, que veía en la ignorancia la raíz de todo mal, y que bastaba la mera observación del bien y la verdad para desencadenar el cambio. Un tema controvertido, donde personalmente tengo unas cuantas objeciones a que el simple conocimiento consiga operar el cambio, pero hay quien cree firmemente en esa idea.
El mensaje yo lo resumiría de la siguiente forma: El ser humano posee un enorme potencial de mejora y autorrealización, el origen de sus conflictos y sufrimiento psicológico se origina fundamentalmente en la ignorancia, no vemos el mundo tal y como es, lo vemos distorsionado a través de nuestras ideas preconcebidas, dogmas, prejuicios etc, que varían de un individuo a otro y en función de la cultura donde este se inserte. Da igual su nacionalidad, su condición, da igual sus opiniones políticas y creencias religiosas... en esencia todo es falso, erróneo, y pura distorsión. Solamente la percepción atenta, desprovista de prejuicios, la contemplación, el silencio de la mente y la introspección pueden dejar al descubierto las distorsiones a través de las que contempla el mundo y encontrar la verdad, sea lo que esto sea... y solamente a través de esta iluminación, realización o comprensión, llámese también como se quiera, uno puede aspirar a superar el sufrimiento y el conflicto. Un mensaje que por un lado invita a la esperanza, hay posibilidades reales de cambio para mejor, pero que por otro insiste en la necesidad de un trabajo individual, de introspección interior, un trabajo tenaz y disciplinado, para observar de forma fresca y libre de prejuicios, y darnos cuenta de cómo tantas cosas que damos por sabidas, por supuestas y aceptadas habitualmente no son sino errores que nos llevan al sufrimiento. Vamos el mensaje platónico de toda la vida, sostenido en un primer momento por Sócrates, que veía en la ignorancia la raíz de todo mal, y que bastaba la mera observación del bien y la verdad para desencadenar el cambio. Un tema controvertido, donde personalmente tengo unas cuantas objeciones a que el simple conocimiento consiga operar el cambio, pero hay quien cree firmemente en esa idea.
Consuelo Martín es doctora en Filosofía por la Universidad Complutense y experta en la corriente filosófica Advaita, no-dualidad, proveniente de la India, aunque podemos encontrar enormes similitudes también en otras tradiciones religiosas y filosóficas, desde el platonismo a la mística cristiana, el budismo zen o el sufismo del Islam; tradiciones y ramas de la espiritualidad a las que en ocasiones se clasifica bajo la etiqueta de "filosofía perenne". En sus libros podemos comprobar una continuación de las ideas de Jiddu Krishnamurti, por ejemplo en este último libro que he leído con su firma hay bastantes citas del afamado sabio hindú, aunque también de otros, como el que es uno de mis sabios favoritos de la India, Nisargadatta Maharaj, del que espero poder comentar algún texto un día de estos. De Consuelo Martín, además de este, puedo recomendar libros como el ya comentado aquí "El arte de la contemplación", y otros leídos por mí hace años tal y como "El silencio creador", "La revolución del silencio", y "Sé una luz". Probablemente alguno de ellos y algún otro más terminará releído y comentado aquí en este blog próximamente.
"La Libertad y el Amor" era, creo, su séptimo libro, publicado en 1.999. Apenas lo hojeé un poco, no pensaba leerlo en principio, quedé enganchado, a pesar de haberlo tenido más de ocho años guardado en una estantería. Me decidí a terminarlo y comentarlo aquí porque trata de dos temas que a todos nos afectan de una forma u otra durante toda nuestra vida, el tema del amor y el de la libertad, ambos muy relacionados con ese pensamiento fundamental del que brotan todas las ideas de sus libros, y del Advaita en general.
Según Consuelo confundimos el Amor, ese con mayúsculas, el genuino, con cosas que no lo son... de ahí que en ocasiones pensamos que este no existe, o que tiene duración en el tiempo, o que no es más que un espejismo... y claro que lo es, cuando este, el que creemos que es, no es más que una ilusión formada por la proyección de nuestros deseos físicos, sentido de la posesión, contaminado todo por el miedo a la pérdida e ideas erróneas difícilmente podríamos idealizar ese tipo de amor. Sin embargo hay otro, uno que está siempre presente en nosotros, que no posee condición alguna para existir, y que forma parte de nuestra más íntima naturaleza... solo que no somos conscientes de él, pero, y aquí está lo interesante, podemos alcanzar a vislumbrarlo, a ser conscientes de él a través de la contemplación. Se supone naturalmente que la autora sabe por experiencia de lo que habla y que no hace de "maestro Ciruela"... ya sabéis, aquel que no sabía leer y puso una escuela ;-).
De la libertad se podría decir otro tanto, habitualmente pensamos que no somos libres pero nos gustaría serlo, o bien, que no lo somos en absoluto y que nunca lo podremos ser. El problema según esta escritora es que confundimos e ignoramos en qué consiste la verdadera libertad. Como en el caso del amor, esta confusión está en la raíz de nuestro sufrimiento, y solamente la comprensión que se deriva de una actividad introspectiva y contemplativa, extremadamente simple pero también muy difícil, nos puede llevar a vislumbrar ese singular estado de libertad que poseemos y que simplemente no podemos llegar a perder, sean cuales sean nuestras circunstancias externas. Porque la verdadera Libertad no es aquello que creemos habitualmente que es, poder hacer cuanto a uno le viene en gana, o bien, ser dueño del manejo de una situación concreta. Al igual que en el tema del amor también nos movemos en terrenos que se adentran en la metafísica, en el límite entre la filosofía y la mística, y donde se observa la intención de la autora de hacernos replantear muchas cosas, hacernos reaccionar y llevarnos hacia una actitud de observación desapasionada donde dejemos de enredarnos en el pensamiento, tal y como hacemos continuamente. Advierto que no se nos indican nunca "trucos" o "recetas" para ello. Esa ausencia de consejos prácticos, esa calculada ambigüedad es quizás el punto flaco de esta autora, posiblemente ante la imposibilidad de dar consejos que puedan servir a todo el mundo por igual en lo que inevitablemente es un trabajo extremadamente personal. También seguramente porque de hacerlo así, entraríamos en un terreno más espinoso, el libro se convertiría simplemente en un manual de "autoayuda" más, algo que Consuelo seguramente trata de evitar.
El libro está dividido en diecinueve capítulos que corresponden a otras tantas "investigaciones", tal y como las denomina Consuelo y que tienen su origen en una serie de trabajos realizados con grupos de personas, seguramente en diferentes "retiros" y actividades de contemplación guiadas. Consuelo lleva muchos años organizando o participando en eventos de este tipo y me ha sorprendido ver que aún continúa con esta labor, así como con la escritura y publicación de nuevos libros, dieciocho en total según he podido comprobar.
Poco más puedo comentar de un libro que está concebido como texto meditativo, para ser leído y releído con cierta frecuencia, que posee esa elegancia y sencillez típica de esta ensayista. Una prosa reiterativa pero con un intenso contenido lírico en ocasiones, elegante e inspirada y sobre todo que no da concesión alguna a ningún "pero", hay una insistencia machacona en el mensaje principal, nunca vamos a leer otra cosa, por muchas vueltas y revueltas que adopten sus argumentaciones:
"Desde el desconocimiento de la lucidez en mi conciencia, actúo buscando alguna teoría, alguna manera distinta de las ya probadas de manipular al otro, para conseguir amor.
No veo que amar es lo contrario de manipular, que es lo opuesto a vivir con astucia. El camino de acumular información y con ella el poder de dominar a otros va en dirección opuesta al amor. Porque la información se acumula capa sobre capa en la ignorancia básica y el desconocimiento de nuestra esencia que es amor.
Lo que acompaña al amor es la inocencia. Habitualmente no la conocemos. Siempre se confunde con falta de madurez o de conocimientos. Cuando al contrario, se requiere una gran madurez y una inmensa lucidez para ser inocente."
El punto fuerte, o débil según se mire, del Advaita, de esta filosofía de la no-dualidad tan de moda en la nueva espiritualidad desde hace años, es que nunca se nos va a señalar ninguna definición o dogma, es como una especie de pensamiento "negativo" en el sentido de que se nos señala aquello que NO es la verdad ni puede serlo pero no se indica aquello que ES, esto último solo puede ser vislumbrado a través de una súbita comprensión, eso sí... cuidadosamente preparada por un trabajo previo que puede durar años, o toda la vida si se quiere, un trabajo de contemplación y en el que habría que enredarse de forma intensa para poder llegar a reconocer en estos textos algo que uno ya ha experimentado, no una mera indicación del camino a seguir.
Hay un tipo de indagación filosófica típico de la India denominado "vichara", muy usado por aquel sabio llamado Ramana Maharsi, que consiste en definir algo a través de decir lo que no es, no es esto, no es aquello etc, porque se supone que aquello que constituye su verdadera realidad es indefinible, pero sí que podemos en cambio expresar el lenguaje para delimitar aquello que no es... tal y como una huella de un pie delimita con su forma aquello que la causó aunque en realidad no contiene nada. Este tipo de recurso, el de cercar y tratar de acorralar la realidad, o la verdad, a través de la negación de aquello que no puede serlo pero que pensamos que guarda relación es muy utilizado en esta peculiar e interesante filosofía. El resultado puede ser desalentador para todos aquellos que buscan un dogma, una definición, un "algo" a lo que aferrarse, difícilmente encontrarán nada parecido en el Advaita, especialmente en su versión moderna y actualizada, prácticamente desligada de toda tradición religiosa. Naturalmente, rizando el rizo, podríamos pensar que un no-dogma no deja de ser un dogma camuflado, y que al final vamos a terminar entrando en algún tipo de contradicción lógica... bueno creo que los pensadores adscritos a esta corriente espiritual-filosófica del Advaita poco o nada les importan las contradicciones. Las generalizaciones, las ambigüedades, el "leer entre líneas", son características que van a estar siempre ahí, sea cual sea el autor que leamos, desde Krishnamurti a Maharaj, de Wilber a Liquorman, Kersschot o Parsons... si bien el tono, el estilo y la forma en la que escriben pueden variar, y mucho.
Hay un tipo de indagación filosófica típico de la India denominado "vichara", muy usado por aquel sabio llamado Ramana Maharsi, que consiste en definir algo a través de decir lo que no es, no es esto, no es aquello etc, porque se supone que aquello que constituye su verdadera realidad es indefinible, pero sí que podemos en cambio expresar el lenguaje para delimitar aquello que no es... tal y como una huella de un pie delimita con su forma aquello que la causó aunque en realidad no contiene nada. Este tipo de recurso, el de cercar y tratar de acorralar la realidad, o la verdad, a través de la negación de aquello que no puede serlo pero que pensamos que guarda relación es muy utilizado en esta peculiar e interesante filosofía. El resultado puede ser desalentador para todos aquellos que buscan un dogma, una definición, un "algo" a lo que aferrarse, difícilmente encontrarán nada parecido en el Advaita, especialmente en su versión moderna y actualizada, prácticamente desligada de toda tradición religiosa. Naturalmente, rizando el rizo, podríamos pensar que un no-dogma no deja de ser un dogma camuflado, y que al final vamos a terminar entrando en algún tipo de contradicción lógica... bueno creo que los pensadores adscritos a esta corriente espiritual-filosófica del Advaita poco o nada les importan las contradicciones. Las generalizaciones, las ambigüedades, el "leer entre líneas", son características que van a estar siempre ahí, sea cual sea el autor que leamos, desde Krishnamurti a Maharaj, de Wilber a Liquorman, Kersschot o Parsons... si bien el tono, el estilo y la forma en la que escriben pueden variar, y mucho.
No puedo dejar de recomendar algunos comentarios de este blog, como el archiconocido "El poder del Ahora", de Eckart Tolle, uno de los trabajos más originales y recomendables de este tipo de nueva espiritualidad no dogmática y fuertemente anclada en la mística y la contemplación, o el excelente trabajo de Byron Katie "Mil nombres para el gozo", muy en la línea del anterior, o "La vida sin centro", de Jeff Foster, otro de los autores más interesantes de esta nueva hornada de escritores en esta temática, como el original No Way de Wayne Liquorman, otro de mis referentes, y por supuesto el erudito Ramesh Balsekar, y su "Deja que la vida fluya", autor del que espero pronto comentar algo más aquí.
Y para aquellos que sientan curiosidad sobre el denominado Advaita, tanto en su versión tradicional como en su versión más moderna, hay una visita absolutamente obligada, el excelente portal no-dualidad.info, un sitio de Internet con una gran cantidad de información sobre autores, libros, artículos... etc etc, incluso con una clasificación, un poco "sui géneris", de los mismos en función de la tradiciones seguidas. Todo un descubrimiento para cualquier seguidor o curioso interesado en conocer mejor esta interesantísima rama del mundo de la nueva espiritualidad, que a pesar de su lavado de cara hunde sus raíces en una antiquísima tradición que se remonta en el tiempo más allá de los inicios de la filosofía occidental. Comentar también que este portal no solamente se concentra en el Advaita del hinduísmo y su moderna revisión, sino que está dedicado también al Budismo Zen, al Dzogchen tibetano y al Sufismo, con el que comparten muchas similitudes.
Conclusión: De la misma forma que afirmar que uno es apolítico no deja de ser una forma de posicionarse en política, afirmar y pretender estar alejado de cualquier dogma no deja de ser una forma sutil de defender un dogma camuflado. Sí, es verdad que se nos invita a contemplar y experimentar la realidad de la que se nos habla, pero por desgracia no es algo que esté dentro de las posibilidades y alcance de cualquiera, desde luego no a corto plazo; lo que nos puede llevar a la paradoja de convertirnos en seguidores y adherirnos, sin experimentar plenamente, las enseñanzas de una rama filosófica que precisamente propaga la idea de que la aceptación ciega y acrítica de los dogmas, de cualquier tipo, no sirve para nada.
Estos ensayos en general están muy bien, pero si nos interesa el tema, tanta o más espiritualidad podemos encontrar en obras puramente literarias como "Siddartha" de Hermann Hesse, por ejemplo. La clave la podríamos encontrar en esa frase, acertadísima, del protagonista de esa novela cuando se encara con el mismísimo Buda y le espeta "sí, pero tú no alcanzaste la iluminación siguiendo tu propia doctrina"... de la misma forma hay que afrontar la lectura de estos libros en mi opinión, indican un camino, muestran indicios, pero solo son un punto de partida que fácilmente puede quedar en nada. A pesar de todo, constituyen en ocasiones todo un bálsamo de tranquilidad y sosiego, inspiran sentimientos positivos, levantan el ánimo, proporcionan una especie de "droga" si se quiere considerar así, que en ocasiones necesitamos ¿que pueden fomentar una actitud pasiva y una adicción estéril que no nos mueve a la acción necesaria para cambiar las cosas?... anda pues como tantas otras aficiones o lecturas de cualquier tipo ;-), hay válvulas de escape mucho peores. Animo a quien sienta curiosidad a buscar información, experimentar y adentrarse en este mundo, vale la pena.
Eres una maravillosa sorpresa. Te sigo hace muchos meses. Estoy seguro que tienes muchos seguidores, aunque no escribamos. Enhorabuena!
ResponderEliminarMuchas gracias, visitas de mi blog hay muchas, seguidores no tantos, pero se agradece ver que a alguien sigue o le gusta mi blog. Un abrazo.
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