domingo, 24 de diciembre de 2017

Fugas o la ansiedad de sentirse vivo

"Este libro habla de fantasía, de rabia, de follar y de fuego. 
De un fuego omnipresente. En mi cabeza, detrás de mis ojos, en mi pecho.
Fuego en todas partes.
Este libro habla de la música. Del amor. Del odio. De las imperfecciones. Quizás al final también acabe hablando de la sensación de estar a gusto en tu propia piel."

"... Pero este libro no trata de quien soy. Sino de cómo soy. De cómo somos todos quizá. Que yo sea padre, pianista, escritor, exmarido, piscis y un idiota no tiene la menor importancia. Lo que cuenta es el cómo. "



Ficha: "Fugas", James Rhodes, editorial Blackie Books, 278 páginas, ISBN: 9788 417 059 187

El bueno de James Rhodes vuelve a la carga con este libro, publicado en castellano el mes pasado, ya había publicado otro anteriormente, y no me refiero al archiconocido "Instrumental", comentado aquí el 2 de abril de este mismo año, sino a "Toca el piano", donde se empeñaba en enseñarnos a tocar el preludio nº1 en Do Mayor  de Bach, libro que compraré si un día de estos me vuelve a dar la fiebre que ya sufrí hace muchos años de intentar aprender a tocar el piano... aunque fuera con un teclado electrónico de pacotilla. 

Por lo visto al Sr. Rhodes le volvió a picar el gusanillo de escribir y fue tomando algunas notas dispersas durante los conciertos de su gira de 2.016, concretamente desde agosto hasta diciembre de ese mismo año. Esas notas junto con muchos recuerdos y vivencias experimentados durante ese periodo, que incluyen también la grabación de un disco, son la base de lo publicado en este libro, una especie de diario íntimo de sus días de gira. 


Era "Instrumental", un libro cuya publicación le costó un largo y costoso pleito, y que quizás en ese detalle estriben las enormes lagunas presentes en el mismo, pues como muy bien me apuntaba en su comentario un lector habitual de este blog, no hay prácticamente ninguna mención a sus padres y a su familia en el mismo, tampoco la hay en este "Fugas, o la ansiedad de sentirse vivo", una decisión por parte de James que no puede ser casual. En esa obra se despedía al final de sus lectores un Rhodes pletórico que parecía ilusionado de nuevo por vivir y que parecía haber reconducido su vida sentimental... y que se atrevía, el muy iluso... él precisamente él, en darnos consejos a los demás de cómo llevar una relación... pues vale, ahora lo tenemos en este libro de nuevo divorciado y más solo que la una. No es este ahora un libro-revancha contra nadie, salvo quizás contra sí mismo.

Si en el anterior teníamos a un personaje cuyo sufrimiento, patetismo y feroces autocríticas podían estar plenamente justificadas, su vida daba para llenar veinte capítulos o más de una mezcla de serial e historia de terror, aquí le tenemos conduciendo una carrera profesional triunfante, con calendarios llenos de giras de conciertos, librerías abarrotadas de gente que quiere autógrafos de sus libros y CD's y que no para de darle las gracias, apreciarle y darle muestras de cariño... no es para menos. A comienzos de este mismo año pasó también por mi ciudad y reconozco que estuve tentado de ir a verle, no lo hice y todavía me estoy arrepintiendo tal y como comenté aquí este mismo año, porque si algo tiene el amigo Rhodes es que sabe vender muy bien sus productos. Si con el anterior volví a meterme en vena un buen chute de música clásica mientras leía su historia, en esta ocasión lo he vuelto a hacer... he terminado las últimas páginas de este libro al ritmo de las "Tocatas" de Bach, interpretadas por Glenn Gould, de momento no tengo estómago para sus otros compositores nombrados en esta obra (Chopin, Beethoven, Gluck y Rachmaninov)... pero ya caerán :-).



Buda afirmaba que "con nuestros pensamientos construimos el mundo", y es una verdad muy grande, mayor que un piano de cola, nunca mejor dicho, y estoy seguro que Rhodes está de acuerdo al 100% con ella, porque de eso va este libro, de la vida interior de una persona exitosa en su profesión, que ha conseguido en medio de unas increíbles dificultades dedicarse a hacer lo que más ama, de forma brillante además, y que sin embargo como veremos durante el recorrido relatado por diversas ciudades de Europa de concierto en concierto y de hotel a hotel, no consigue encontrar la paz consigo mismo, no consigue sentirse a gusto en su propia piel... Aquí acude fácilmente el pensamiento de excusar al protagonista en base a las devastadores experiencias sufridas desde su infancia, abusos, drogadicción, dos divorcios, pérdida de la custodia de un hijo, intentos de suicidio, autolesiones, tratamiento psiquiátrico... la lista es tremenda, pero lo cierto es que la clave del sufrimiento relatado en este libro no es otra que sus desequilibrios mentales, su compleja forma de ser, fruto de una psique devastada por muchísimas cosas y demasiados años de dolor. Eso no lo van a cambiar fácilmente ni el éxito profesional ni el apoyo y cariño de los demás, precisamente porque como bien nos lo dice y repite a lo largo de este libro, James Rhodes es su propio peor enemigo, posiblemente el único que tiene... y vaya donde vaya, muy especialmente si tiene que lidiar con la soledad, tiene que aprender a ser un buen amigo de sí mismo, seguramente una de las cosas más difícil de este mundo, incluso para aquellos que hemos podido disfrutar de una vida "normal".



Esa intensidad con la que Rhodes experimenta todo, esa exquisita sensibilidad, para lo bueno y lo malo, ese carácter lleno de manías y esa perenne falta de confianza en sí mismo y en los demás va a producir efectos devastadores. El libro es una letanía interminable de despropósitos y miserias de su mundo interior. Tendrá sus momentos buenos, pero también le veremos caer en picado demasiadas veces... abrumado en ocasiones por chorradas, pero que él por algún motivo no consigue poner en su sitio. Esa complejidad e imperfección de su mundo interior, relatada con el habitual tono directo y macarra, marca de fábrica, engancha desde el comienzo... sobre todo porque cuando empieza a volverse un poco patético y odioso, incluso perdiendo parte de la empatía que el lector puede sentir por él y con el pensamiento "te lo has ganado, te lo mereces por gilipollas" emergiendo en nuestra conciencia... entonces entra de lleno en su TEMA con mayúsculas, que no es otro que la música. De la misma forma que la música ha sido un refugio y una redención en su vida, también sus comentarios sobre la misma siento que impulsan la narración, cuando esta parece tocar fondo o simplemente girar en torno a sí misma, y hacen que la lectura finalmente valga la pena. No he visto absolutamente a nadie escribir sobre música tal y como hace este hombre... ¿amor?, es más que eso, amor apasionado mezclado con una entrega total, por mucho que en ocasiones sus frases nos sacudan y parezca que nos estallan en plena cara. 

Puede parecer que el bueno de James se pasa tres pueblos, y de que cuenta historias que a nadie le importan, porque al fin y al cabo todo el mundo tiene sus propios problemas y tragarnos el rollo de nadie parece un despropósito... pero ¿acaso nos cuenta algo que nos resulte de todo ajeno?. Estoy completamente seguro que muchos de los lectores del libro, que digo muchos, todos, sin excepción se habrán visto reflejados en algún que otro momento, o como en mi caso en bastantes... cualquier lector que tenga un temperamento tímido o con alguna que otra dificultad para relacionarse socialmente puede haber sentido inevitablemente una buena dosis de empatía con Rhodes, no digamos ya aquellas personas solitarias, o que actualmente se encuentran atravesando una situación difícil de soledad. Tal y como hizo Montaigne hace más de cuatrocientos años al exponer sus luces y sus sombras en sus Ensayos poniéndose a él mismo como tema principal de su libro, de forma que cualquier lector pudiera ver reflejado en el mismo su propia humanidad. Rhodes nos lleva de paseo por su atormentada psique, y de paso, nos hace compartir sus emociones, manías y obsesiones. Imperfecciones en suma de las que ninguna cabeza pensante está libre, y eso en mi caso me hace apreciarle mucho más y sentir la sensación, con reservas por supuesto, de que le "conozco de toda la vida"... esa cercanía cómplice al autor nos va a producir la sensación cuando le leemos de que estamos en su compañía, de que ha hecho aparición de forma un tanto fantasmal y que ahí está compartiendo sus intimidades con todo aquel que esté dispuesto a escucharle.

"Ha llegado la hora de dejar de pelear y empezar a aceptar e incluso celebrar todo aquello que me ha causado vergüenza durante tanto tiempo: los momentos de torpeza, los errores incómodos, las cagadas, los fallos y los deslices, la sencilla y sincera mortalidad de mi existencia. Ha llegado la hora de no limitarme a sobrevivir, de empezar a vivir de veras, de forma auténtica y con algo de compasión por mí y por el niño que fui y al que destrozaron de forma tan salvaje. Porque vivir de este modo constituye la única forma efectiva de apagar el fuego que me rodea, y ser libre".


Lo mejor: De nuevo James Rhodes en estado puro, menos extremo y doloroso que en su "Instrumental", mucho menos... pero en modo alguno de fácil digestión. Estoy seguro que todo aquel que disfrutó, y sufrió porque anda que no se sufría ni nada, con aquella primera obra, se acercará también a esta. Por mi parte no me siento defraudado y agradezco que por una vez no se haya cargado tanto las tintas en la parte negativa de su vida... algo hay, es inevitable, pero es minúsculo en comparación, quede claro que esto NO es "Instrumental 2", aunque las secuelas de lo narrado en aquel libro siguen, y seguirán siempre, presentes. Por supuesto también soy consciente de que estamos ante un personaje hipersensible pero también muy inteligente y hábil en el arte de la manipulación psicológica, de modo que aunque uno pudiera darle credibilidad al 100% de lo que nos cuenta, hay que pensar en las exageraciones intencionadas, la distorsión, intencionada o no, y por supuesto en todo aquello que nos calla o que disfraza de forma deliberada. Aun así vale la pena... he devorado este libro en un par de días y adquirido "Instrumental", lo había tomado en préstamo, para en un acto de genuino masoquismo volver a leerlo.

Lo peor: Excesivo, cargante, patético y a la par que un poco "chulesco"... uno no se aburre con este autor, es verdad, aunque hay veces que dan ganas de aporrearle la cabeza. No volveré a perder la ocasión de verle en persona si se vuelve a dejar caer por mi ciudad, su forma de transmitirnos su pasión por la música es simplemente única... aunque estoy seguro que a más de un aficionado o profesional del mundillo clásico le saldrán úlceras con solo pensar en él.

Feliz navidad y próspero año nuevo a todos los visitantes y lectores ocasionales de este blog. Me despido de todos vosotros hasta el año próximo. Un millón de gracias a todos.

Próxima parada:  "Solenoide", de Mircea Cârtârescu.


La pura conciencia de ser

"En tal caso, todo lo que se percibe como tal está ya impregnado por el Espíritu, porque el Espíritu no está separado de nada y el simple canto del petirrojo, tal cual es, revela el esplendor de lo Divino. Ésta deviene entonces la sencilla y natural percepción constante, a través de todos los cambios de estado, que acaba por liberarnos de la locura básica de ocultamiento de lo Real. 

¿Por qué, entonces, ordinariamente no tenemos esa percepción?

Todas las grandes tradiciones no duales de sabiduría han dado la misma respuesta a esta pregunta. No nos damos cuenta de que el Espíritu se halla total y completamente presente aquí mismo y ahora mismo porque nuestra conciencia está atrapada en algún tipo de evitación".



Ficha: "La pura conciencia de ser", Ken Wilber, editorial Kairós, 414 páginas, ISBN: 978 847 245 6266

Definitivamente hay libros, temáticas incluso, que necesitan de un determinado estado de ánimo. Ahí podríamos incluir toda la literatura de evasión por ejemplo, o la divulgación científica. Estando animada la primera por un intento de huir de la realidad cotidiana y sumergirse en otros mundos, o espoleada quizás por una sed de conocimientos y elemental curiosidad la segunda. ¿Qué estado de ánimo puede conducirnos a los ensayos de temática espiritual?... en mi caso es claramente una sensación de dolor y una necesidad de curarme. Este tipo de obras es para mí como un botiquín de urgencias y a la vez un refugio donde evadirme de todo, un lugar donde curar mis heridas como hacen los gatos tras una pelea. 

Este que ya casi termina no ha sido un año fácil para mí, sucesos en mi vida personal y laboral, así como la pérdida de dos familiares cercanos me han ido conduciendo de nuevo a este tipo de lecturas. Donde repito, no solo existe la necesidad de buscar un espacio íntimo, un refugio donde evadirse como en el caso de cualquier lectura, sino también una necesidad de aliviar un poco la tiranía que tantas veces la mente suele ejercer sobre nosotros. Cuando volví a interesarme por estas temáticas recordé la figura de Ken Wilber, y aunque ya comenté hace unos meses una obra reciente suya, que me permitió ver por donde andaba la evolución de su pensamiento, siempre interesante, aunque a veces demasiado impregnado de la candidez de las almas nobles, pude ver que había publicada desde hace años una recopilación de los fragmentos más "espirituales" dispersos por su obra. 

Ken Wilber es un pensador multifacético, con una sólida formación en el terreno científico que data de sus años de estudiante de bioquímica, profundamente interesado en renovar la psicología a la que se ha adherido (cuando no fundado directamente) en sus corrientes alternativas denominadas integral y transpersonal, también estamos ante un filósofo erudito muy versado en el pensamiento de oriente y profundamente centrado en el fenómeno de la mística. Autor de curiosas e interesantes teorías en el campo del pensamiento, en el que intenta desde toda su vida aunar las tradiciones de occidente y oriente, a través de la psicología. En fin, difícilmente vamos a encontrar un autor con una trayectoria intelectual más interesante y fascinante (aunque se le puedan achacar muchas y diversas críticas, bien que lo se). Sin embargo hay un aspecto del pensamiento de Wilber, que si bien aparece de forma omnipresente en todos sus trabajos desde que comenzó a publicar a finales de los setenta, e impregna completamente su obra. Este aspecto de su obra no había tenido un protagonismo completo en un trabajo salvo quizás desde aquel memorable "La conciencia sin fronteras", su segundo trabajo y para mí uno de sus mejores libros. Me refiero a la faceta de practicante de meditación y fervoroso seguidor de diferentes disciplinas espirituales orientales. A diferencia de otros pensadores que dieron el salto desde el mundo de la ciencia al mundo de la espiritualidad, como el conocidísimo Mattheu Ricard de sobra comentado en este blog, Wilber nunca se ha centrado en una sola religión o práctica religiosa... ni por supuesto realizado votos ni convertido en ningún monje, y aunque es verdad que suma muchos años de práctica de budismo Zen, también ha estudiado a fondo desde hace muchos años el Taoismo, el Vedanta Advaita, el budismo Dgozchen y por supuesto el misticismo cristiano y sufí del Islam.


Wilber según sus propias palabras jamás ha pretendido convertirse en un guru ni guía espiritual de ningún tipo, él siempre se ha considerado lo que en la India se denomina un "pandit", es decir un erudito. Ello no quiere decir que el saber y la experimentación personal de Wilber se haya quedado ahí, en los libros, de los que seguramente ha leído y estudiado más que nadie en estas temáticas, sino que hay en él un compromiso de práctica espiritual-religiosa que lleva cumpliendo de forma firme desde su juventud. Estamos ante un hombre que lleva practicando diversas prácticas meditativas desde hace cuatro décadas, que las vive y ha vivido con intensidad, y que trata de ser él mismo ejemplo de cuanto apoya y da como verdadero en sus ensayos. Esa faceta de místico y practicante de la meditación es la que vamos a encontrarnos aquí en este libro. Eso y mucho más porque cualquier intento de trazar una separación clara y nítida entre su pensamiento y su práctica y creencias personales está condenada al fracaso de antemano. De su pensamiento filosófico, impregnado de espiritualidad de cabo a rabo, vamos a tener también mucho, porque hay obras capitales suyas, como ese monumental "Sexo, ecología y espiritualidad" cuya base es precisamente esa... nada menos que aunar el tema de la evolución humana, y del universo, con el desarrollo espiritual, Wilber es un pensador ambicioso y de muy altos vuelos, y esa característica suya no podía faltar tampoco en esta recopilación.

Una serie de seguidores de la obra de Wilber llamados Mark Palmer, Sean Hargens, Vipassana Esbjörn y Adam Leonard, posiblemente relacionados con el Instituto Integral, centro de estudios fundado por el propio K. Wilber, son los que han recopilado todos estos textos dispersos por toda su obra, hasta 2.004 fecha de la edición original, los han ordenado de forma temática y los ofrecen juntos para todos aquellos que conocemos su obra y que de alguna forma hemos quedado prendados, o interesados al menos, por la visión de la espiritualidad de este singular filósofo.



¿Qué nos podemos encontrar aquí?, nada nuevo para los que leemos a Wilber desde hace años desde luego, a pesar de que es un texto compuesto por fragmentos de una docena de obras, "El espectro de la conciencia", "La conciencia sin fronteras", "El proyecto Atman", "Gracia y coraje", "Después del Edén", "Sexo, ecología y espiritualidad", "Boomeritis", "El ojo del Espíritu", "Ciencia y Religión" ... etc etc y ofrece una visión global del pensamiento místico de Wilber hasta la fecha, la verdad es que finalmente forma un "todo" bastante homogéneo, la selección es bastante exhaustiva, inteligente y está muy bien ordenada por temáticas generales, añadiendo además fragmentos de obras que no han sido publicadas en castellano todavía, lo que le añade un especial interés. Para los especialmente comprometidos con los temas espirituales, practicantes de meditación y seguidores de Wilber, este es un libro que sin duda va a formar parte de lo mejor de su biblioteca. Una colección de fragmentos más o menos inspirados, donde a pesar de lo inevitable de las repeticiones temáticas, vamos a disfrutar con la forma de escribir de Wilber, con esa pasión y contundencia con la que se expresa... da gusto leer, o releer como es mi caso para el 80% de este libro, ese tipo de comentarios centrados en la temática mística, porque da la casualidad de que son precisamente los mismos los que más he disfrutado cuando me he internado en su pensamiento y peculiares ideas. 

Todavía recuerdo, por ejemplo, el capítulo dedicado al "Testigo" cuando leí hace años "Conciencia sin fronteras", esa maravillosa sencillez y la sensación de que me estaba siendo comunicado algo realmente grande que podía cambiar el sentido de mi vida o la de cualquiera que lo leyese... esa forma de comunicar su pensamiento, de forma apasionada y más que alejada de tantos escritores del advaita, que o bien, caen en una especie de estilo "descafeinado", o bien, no parecen ni tomarse en serio a sí mismos. Wilber nunca cae en esos extremos... quizás parezca demasiado empalagoso, meapilas o beato para según quien, otras veces se agradecería un poco menos de envaramiento y más sentido del humor... pero lo que no puede negarse es que Wilber cree en lo que dice, que hay un fervor en sus palabras fruto de la pasión y del convencimiento personal, y que aunque es plenamente consciente de que no todo lo que nos cuenta puede ser verdadero y puede estar en bastantes cosas equivocado, que nadie me lo confunda con un fanático a estas alturas por favor porque este hombre estaría en las antípodas de una actitud dogmática, está claro que ha vivido sus ideas, ha luchado por ellas, ha tratado de abarcar lo máximo posible y sobre todo ha estado dispuesto a tender puentes entre las diferentes tradiciones religiosas, entre la ciencia y la religión, oriente y occidente, y en suma, en un mundo que parece cada vez más desquiciado y fragmentado y donde tantos obtienen partido de dividir y enfrentar ahí está este chalado norteamericano que lleva décadas empeñado en construir puentes, tan adelantado a su época que también es la nuestra. 

"Deja que tu mente se relaje. Deja que se relaje y se expanda hasta llegar a fundirse con el cielo que te rodea. Entonces date cuenta de que las nubes flotan en el cielo y de que eres consciente de ellas sin necesidad de realizar esfuerzo alguno. Los sentimientos flotan en el cuerpo y eres consciente de ellos. Los pensamientos flotan en la mente y también te das cuenta de ellos. La naturaleza flota, los sentimientos flotan, los pensamientos flotan... y tú eres consciente de todo ello. Ahora dime: ¿quién eres tú?"

"La lluvia está formando un gran charco en la terraza. Todo flota en la Vacuidad, en la Transparencia pura, sin que haya nadie para contemplarlo. Si hay un yo, eso es todo lo que aparece en este instante y en este otro y también en éste. Aquí, donde nunca pasa nada, mis pulmones son el cielo, las montañas mis dientes, las esponjosas nubes mi piel, el trueno el latido de mi corazón en lo atemporal y la lluvia las lágrimas de nuestra condición colectiva"

"Del mismo modo que una vez que aprendemos a contar no tenemos que contar hasta un millón para llegar a dominar esa capacidad, basta con reconocer profundamente la Vacuidad una sola vez para llegar a despertar, sin que sea necesario seguir observando de continuo su incesante despliegue. El juego finaliza con ese Atisbo primordial en el que lo único que perdura es el resplandor, perfectamente evidente en el canto del petirrojo en un temprano y resplandeciente amanecer de primavera"

"Nadie puede salvarte sino tú mismo. Tu desarrollo contemplativo sólo te compete a ti. Disponemos de un gran número de posibles ayudas y de catalizadores de este desarrollo, pero ése es un trabajo que nadie podrá hacer por ti. Y si no emprendes este desarrollo y, en tu lecho de muerte, imploras la ayuda de Dios, nada sucederá. El desarrollo espiritual no es una cuestión de creencias, sino de crecimiento real, prolongado y difícil, y las meras creencias son absurdas y carecen de importancia. Es como fumar durante veinte años y luego decir "Perdón, ahora lo dejo". Ésas son cosas por las que el cáncer no se deja impresionar. La realidad, dicho en otras palabras, no está interesada en tus creencias, sino en tus acciones, en lo que realmente haces, en tu karma real. Éste es el motivo por el que las visiones infantiles de Dios, antaño apropiadas, resultan tan perjudiciales para la espiritualidad madura."


Lo mejor: Mi recomendación es muy simple, si ya conoces bien la obra del filósofo americano, aunque sea parcialmente, este libro te encantará, te hará recordar algunos de los mejores fragmentos que hayas leído ya, o que nunca leerás sobre espiritualidad. Si no le conoces... entonces ve directamente al octavo capítulo "Uno sin segundo", o mejor aún, al último capítulo "La resplandeciente transparencia de la conciencia omnipresente"... y comienza a leer, si puedes pasar de las tres o cuatro páginas seguidas y el tema te engancha ¡enhorabuena! ;-). Si aquello no te dice nada, lo ves demasiado complicado o te parece una absurda chaladura, bueno entonces déjalo y ya está. Por mi parte tengo ya este libro entre los mejores de este tipo de temáticas, probablemente el único que de momento me llevaría si tuviera que emprender un largo viaje y andase escaso de espacio. Hay todo un mundo entre sus páginas donde uno se puede perder, un laberinto maravilloso de donde uno no querría encontrar la salida, poesía, inteligencia, erudición, sabiduría, ingenio... y la sensación en general de estar ante una mente especialmente poderosa y a la vez poseedora de la habilidad para hacerse comprender y tocar la fibra sensible del lector. Lo recomiendo de todo corazón.

Lo peor: No solamente es la temática o las ideas de Wilber, es su forma de expresarse, ese revestir el lenguaje de tantas denominaciones para lo mismo empleando, abusando más bien, de las mayúsculas y un revestimiento piadoso-empalagoso, sus constantes repeticiones, multiplicadas de hecho al tratarse de esta obra una selección de sus textos más "espirituales", pues no es ni puede ser gusto de todos los platos, es evidente. La originalidad, en esencia, brilla por su ausencia, nos vamos a encontrar con las mismas ideas una y otra vez... las mismas que defendían Ramana Maharsi, Nisargadatta Maharaj, Ramesh Balsekar... y cualquier pensador fascinado y subyugado por la denominada "filosofía perenne", llamémosla budista, hinduista, cristiana etc. Y aunque ello no resta un ápice de interés, siempre habrá quien prefiera ver expresadas estas ideas de otra formas, con más comedimiento, más elegancia, sin tanta pompa, con más sentido del humor, de forma menos cargante sin tanto boato... aunque difícilmente las va a ver nunca expresadas con una pasión mayor que con Wilber, eso lo tengo claro.

Para mí esa noción de la existencia de un alma o espíritu universal del que cada ser participa en una pequeña parte y del que no está separado, aunque se sienta como tal debido a una distorsión cognitiva propia de nuestro estado de vigilia, distorsión que es posible anular mediante una concienzuda práctica meditativa... bueno es una idea demasiado bonita para ser cierta dirán algunos, pero la belleza y la simplicidad de una idea no es tampoco prueba de su inexistencia ¿o no?. Para mí si la palabra "espiritualidad" posee algún sentido se halla en esa genial intuición de los místicos de todas las épocas y todas las culturas... pero claro, para ello no tenemos más remedio que dejarnos llevar y apagar el espíritu crítico (o hipercrítico) de eso que demasiadas veces confundimos con la razón y que a veces es de todo menos razonable. No es una lectura apropiada para todos y reconozco que puede suscitar en ocasiones más dudas que certezas, pero como el mismo Wilber diría, "haz lo que yo indico, aplícate, ten paciencia, y luego dime si es verdad o no"... en eso estamos ;-).


sábado, 16 de diciembre de 2017

Walden

"Con mi experimento aprendí al menos que quien avance confiado en la dirección de sus sueños y acometa la vida tal como la ha imaginado recibirá a cambio una gratificación que no le otorgará el tiempo ordinario. Dejará atrás algunas cosas, cruzará una frontera invisible; leyes nuevas, universales y más tolerantes comenzarán a regir en su interior y a su alrededor; o se modificarán las antiguas, interpretadas en su beneficio, en un sentido más generoso, y vivirá con la libertad de la que gozan seres más elevados. Conforme simplifique su vida, las leyes del universo parecerán menos complicadas y la soledad ya no será soledad, ni la pobreza tal pobreza, ni la debilidad tal debilidad. Si construye castillos en el aire, su obra no se perderá: ahí están bien edificados. Que tan sólo ponga ahora los cimientos bajo esos castillos"



Ficha: "Walden", Henry David Thoreau, editorial Errata Naturae, edición especial 200 aniversario, 369 páginas, ISBN: 9788 416 5444 24


Este año que ya termina ha sido testigo de dos grandes efemérides en el mundo editorial, una, la más obvia y que personalmente me importa un comino, es el centenario de la Revolución Rusa de 1.917, no han faltado los oportunos ensayos, algunos verdaderos tochos, revisando y conmemorando aquel evento crucial de la historia, el otro evento, infinitamente más banal en apariencia, pero que considero más interesante, atractivo y actual ha sido la conmemoración del nacimiento en 1.817 de Henry David Thoreau, uno de los grandes filósofos y pensadores norteamericanos, un filósofo de moda cuyo mensaje parece hoy más actual que en la época en que escribió sus libros hace ya más de ciento cincuenta años. De hecho su figura y su influencia no ha hecho más que agrandarse en todos estos años, y hoy es mucho más leído y conocido que cuando vivió.

Varias editoriales se han lanzado a editar sus obras y ensayos centrados en su figura, ahí están Capitán Swing que ha publicado una versión íntegra de sus diarios, Pepitas de Calabaza con algún ensayo inspirado precisamente en el libro que comento hoy, la editorial Ariel con un bonito ensayo sobre su vida y obra que espero comentar aquí pronto... pero si hay una editorial que lleva años homenajeando y editando obras de Thoreau es Errata Naturae, allí están las principales obras de Thoreau además de un impresionante ensayo, otro más, sobre su vida y obra. Entre todo lo publicado destaca este que comento aquí, una edición especial de Walden, ilustrada y con prólogo del filósofo Michel Onfray, de sobra conocido (y comentado en este blog), la edición no es más que una versión actualizada, e ilustrada, de la que ya se publicó en esta editorial en 2.013 basada en la nueva traducción de Marcos Nava García, una buena costumbre, el reeditar obras importantes con nuevas y cuidadas traducciones. Una edición de lujo que en mi opinión vale la pena tener y guardar como un tesoro, hay muchas versiones editadas de este clásico del pensamiento, también muchas que pululan por la red de forma gratuita, pero ninguna comparable a esta preciosa edición de esta pequeña  e interesante editorial.

Walden es el nombre de la obra más conocida y apreciada de este singular filósofo norteamericano, publicada originalmente en 1.854, relata la experiencia y las reflexiones que acompañaron a su autor durante los dos años, dos meses y dos días que pasó junto al lago Walden viviendo en una pequeña cabaña que había construido con sus propias manos varios años antes. Fue el inicio de un proyecto vital y filosófico que seguramente Thoreau había acariciado durante largo tiempo y que aquel año de 1.845 pudo ser finalmente materializado. Escogió un terreno en la orilla norte de la laguna que era propiedad de su amigo, y también ilustre filósofo, Ralph Waldo Emerson, y allí vivió durante el tiempo señalado hasta que por motivos hoy de sobra conocidos pero no expresados en el libro, abandonó la estancia en aquel apartado lugar. Para los curiosos comentar que el motivo de su salida de la cabaña no fue el que aquella vida le hubiera cansado o causado problemas, sino que antes de la partida de R. W. Emerson en un largo viaje hacia Europa, este le pidió que se alojara en su casa para no dejar a su mujer sola allí. El caso es que Thoreau abandonó la cabaña pero no sin antes haber dejado por escrito una buena cantidad de hojas escritas con sus reflexiones durante aquel tiempo de vida en soledad. Esos apuntes, tomados de forma poco sistemática y escritos a rachas, pues había muchos periodos de tiempo donde él reconoce que no escribía ni leía nada, absorbido como estaba por las labores diarias, o simplemente por el simple y puro disfrute de sus paseos por los bosques, esos escritos sirvieron de base al ensayo que escribió y publicó más tarde en 1.854 y que terminaron convirtiéndose en su obra más apreciada y conocida, aunque eso ya sería de forma póstuma. Al menos no constituyó el fracaso de alguno de sus primeros trabajos a los que el mismo autor hace alusión en Walden.




¿Porqué abandonar una vida más o menos cómoda en la casa familiar de Concord y marcharse a una cabaña en medio del bosque a una milla de su vecino más próximo? ¿era para convertirse en ermitaño y rehuir todo contacto humano?... Thoreau no había cumplido por aquel entonces los treinta años pero en verdad que había vivido mucho, poseedor de una excelente cultura, en Walden hace gala de una buena cantidad de conocimientos tanto de la cultura americana como de obras clásicas, entre las que destacan de forma singular el Bhagavad Gita, había estudiado y leído a los filósofos, pero no se consideraba como tal, ese experimento vital que llevó a cabo a orillas de la laguna Walden no fue otra cosa que su intento de unir en un todo vida y pensamiento, el de considerarse filósofo de verdad, y no un mero profesor de filosofía. No quería ser un filósofo de salón dotado de un mero saber libresco tal y como otros que ya conocía, quería experimentar sus ideas en vivo.

"Fui a los bosques porque quería vivir deliberadamente, enfrentándome solo a los hechos esenciales de la vida, y ver si podía aprender lo que la vida tenía que enseñar, no fuera que cuando estuviera por morir descubriera que no había vivido. No quería vivir nada que no fuera la vida, pues vivir es algo muy valioso, ni tampoco practicar la resignación, a no ser que fuera del todo necesario. Quería vivir intensamente y extraer el meollo de la vida, vivir de manera tan dura y espartana como para apartar todo lo que no fuera la vida, surcar una divisoria y llevar la vida hasta un rincón y reducirla a sus elementos básicos y, si resultaba mezquina, obtener entonces toda su genuina mezquindad y hacerla pública al mundo; y si fuera sublime, saberlo por experiencia y poder dar cuenta de ello en mi próxima excursión. Porque me parece que la mayoría de los hombres se halla en una extraña incertidumbre acerca de si la vida es cosa del diablo o de Dios, y han deducido algo apresuradamente que el fin principal del hombre es dar gloria a Dios y gozar de él eternamente."




Reflexiones sobre el significado de la vida, descripciones del entorno natural en el que vivía, especialmente de los bosques que rodeaban su cabaña y de la laguna Walden, de sus actividades de construcción de la cabaña, la obtención de los materiales, del trabajo para ganar el dinero suficiente para comenzar su proyecto, su trabajo cultivando un extenso campo de judías, la pesca en el lago, sus encuentros con sus vecinos, sus escapadas a la pequeña ciudad de Concord, la variación del clima y las diferencias en las estaciones, sus ideas sobre cómo vivir, referencias a las obras literarias de su época, sus encuentros con la fauna salvaje y su relación con la misma... el libro es un sinfín de este tipo de pensamientos, más o menos ordenados y agrupados de forma temática en capítulos, aunque Thoreau será libre de expresar en cada uno de ellos cualquier tema que le viene a la cabeza, su escritura viene a ser un reflejo de su persona, libre, anárquica, desapegada... no es en ocasiones una lectura fácil o complaciente con el lector, especialmente por estar salpicada de abundantes notas locales y referencias a obras de su época, oportunamente señaladas por el traductor en un buen número de notas al pie de página que por desgracia restan fluidez a la narración, aunque por otra parte son muy necesarias. El ritmo es muy variable, en ocasiones me veía transportado a los bosques, ríos y la laguna de Walden por una descripción rica y detallada, y otras abusa un poco de la paciencia del lector cuando se enreda en reflexiones que no siempre vienen a cuento.



Solamente el primer capítulo titulado "Economía" sienta las bases del libro, detalla todos los elementos prácticos sobre la construcción de la casa y la obtención de los materiales y constituye por así decirlo un manifiesto sobre las intenciones del autor, toda la filosofía que impregna la obra está en este capítulo de comienzo a fin, es una declaración de intenciones que desde un principio deja las cosas claras... afortunadamente el Thoreau menos político pero más filosófico y enamorado de la naturaleza hace su aparición de forma brillante en el segundo capítulo "Dónde vivía y para qué vivía", aquí por fin se deja de "rollos" políticos e ideológicos y se mete en su terreno, donde tengo que decir que brilla como nadie. A partir de este capítulo va a aparecer con más frecuencia el Thoreau contemplativo, aquel que entra en comunión con la naturaleza y nos deleita con sus descripciones de su vida en los bosques y su particular visión y disfrute de la naturaleza, una visión muy diferente de la que tenían la gran mayoría de sus conciudadanos y que se anticipaba en muchas décadas al pensamiento ecologista, de hecho este libro es uno de los libros de cabecera de cualquier amante de la naturaleza que se precie, pues pocas veces se ha captado con tanta y tan exquisita sensibilidad la belleza y la majestuosidad de la naturaleza. Me ha gustado en especial el capítulo dedicado a la laguna, ese lago que al comienzo es simplemente un elemento más del paisaje, y que poco a poco toma un protagonismo superior al de cualquier otro, bosque y fauna incluidos.

Pero es que hay más, mucho más, Thoreau le dedica un capítulo a los sonidos del bosque, a las lecturas que le acompañaron en su estancia a orillas del lago, a la soledad, a la gente que iba a visitarle (ni rehuía la compañía humana ni estaba tan lejos como par no recibirlas), dedica incluso un capítulo entero a sus faenas como cultivador de judías, o las visitas periódicas que hace a la ciudad... un capítulo lleno de ironía por cierto, o a las lagunas, ese magnífico episodio al que ya he hecho referencia, donde por cierto expresa su desprecio más absoluto por los valores de su época y la admiración por el ciudadano ejemplar, el ciudadano exitoso en los negocios con cuyo nombre bautizan una de las hermosas lagunas de la zona, compañera de su querida Walden:

"No respeto su trabajo ni su granja, donde todo tiene un precio. Ese hombre sería capaz de transportar el paisaje hasta el mercado, sería capaz de transportar a Dios hasta el mercado, si pudiera sacar algo de dinero por ellos; de hecho su único dios es el mercado y todo se le ofrece. Nada crece libremente en su granja: sus campos no dan cosechas, sus praderas no dan flores, sus árboles no dan frutos, solo dólares. No ama la belleza del fruto, pues no ve más fruto que el dólar. Dadme la pobreza que goza de la verdadera riqueza. Los granjeros me parece respetables e interesantes en la medida en que son pobres, pobres granjeros. ¡Una granja modelo! ¡un caserón que se alza como un hongo sobre un montón de estiércol y una sucesión de dependencias, limpias o por limpiar, destinadas a hombres, caballos, vacas y cerdos! ¡Muchos hombres como suministro! ¡Un lugar grasiento que apesta a estiercol y a suero de leche! ¡Una proeza civilizatoria abonada con los corazones y los cerebros de los hombres! ¡También se pueden plantar patatas en el cementerio! Esta es la granja modelo."

El episodio titulado "La granja de Baker" es también muy significativo, allí muestra su encuentro casual con un pobre granjero de la zona y su familia, en él se muestra también la filosofía de vida de Thoreau y su idea de que complicamos innecesariamente nuestras vidas trabajando sin cesar para obtener un dinero que nos permita cubrir necesidades que nos estamos creando constantemente de forma artificial. Para él, artículos tan básicos como el té, la mantequilla, la carne, el azúcar, la carne o el pescado eran simples lujos completamente prescindibles... precisamente porque él ya sabía por experiencia que se podía vivir sin ellos, de modo que no tenía sentido dedicar tiempo y esfuerzo a obtenerlos, arruinando el disfrute de la vida en el proceso. Es muy significativo el párrafo que en la parte inicial del libro resume, de forma filosófica, esta idea:

"¡Simplicidad, ¡simplicidad!, ¡simplicidad! Que vuestros asuntos sean dos o tres, y no cien o mil, y en lugar de un millón, contad media docena y llevad las cuentas con la uña del pulgar. En medio de este mar picado de la vida civilizada, son tales las nubes, las tormentas, las arenas movedizas y los otros mil asuntos que debe uno enfrentar, que un hombre, si no quiere naufragar e irse a pique y bogar sin llegar nunca a puerto, no tiene más remedio que navegar a estima, y para ello sin duda deberá ser un maestro haciendo cálculos. Simplificad, simplificad. En lugar de tres comidas al día haced si es preciso tan solo una; cinco platos en lugar de cien, y reducir las demás cosas en la misma proporción."

Avaricia capaz de esquilmar la vida y el medio natural, carencia de inteligencia del que se esclaviza por cubrir unas necesidades que él mismo se crea... ambas son las dos caras de la misma moneda. ¿Han quedado obsoletas en alguna forma estas palabras pronunciadas hace más de ciento cincuenta años?... creo que no.

El libro en su última parte se centra en la naturaleza, en la fauna que merodea por los bosques, en la sabiduría de la naturaleza, en la estación invernal, verdaderamente extrema, y en cómo sobrevivir en aquellas condiciones, la laguna en invierno y la fauna que le rodea... y un maravilloso capítulo dedicado al resurgimiento de la vida en primavera y los cambios que operaban en la laguna, el terreno y los bosques. En resumen todo un canto a la belleza y al valor de la naturaleza en sí misma y al tesoro que pueden ofrecer al hombre que sabe contemplarlas. Es uno de esos libros donde da igual por donde lo abras y comiences a leer... poco a poco te van calando las ideas del singular filósofo y terminas enganchado. No creo que visite nunca los EEUU, pero si lo hiciera... no me perdería un viaje a Concord aunque sea para ver con mis propios ojos esa laguna y esa parcela del bosque donde hoy unas piedras y una inscripción revelan el sitio en el que Thoreau pasó aquellos dos intensos años.

Como propina aquí tenéis un vídeo, en inglés, con una visita guiada a la laguna de Walden y al lugar donde levantó su cabaña, y otro donde se recitan reflexiones del ensayo y se visualiza la laguna, el entorno y una reconstrucción de la cabaña. En fin, Thoreau por suerte o por desgracia está de moda y va a seguir estándolo, aquellos que disfrutamos con sus reflexiones y compartimos, en mayor o menor medida, su filosofía de vida estamos por lo tanto de suerte, hay material de sobra para leer, visualizar y reflexionar.

Lo mejor: Uno de esos clásicos que hay que leer, un canto de amor a la naturaleza lleno de asombro y sentido de la maravilla ante la contemplación del mundo, exento por otra parte de idealizaciones, Thoreau era muy consciente de la dureza y la crueldad, aparente, del medio natural... su estancia de aquellos dos años está lejos de ser unas vacaciones en el paraiso terrenal, aun así da la impresión de que aquel periodo de su vida posiblemente fue el más feliz y de que consiguió llevar a buen término su experimento. Si quería demostrarse a sí mismo que podía simplificar significativamente su existencia, sin merma alguna de la calidad de la misma, el experimento fue todo un éxito, al menos temporal. No obstante, sus inquietudes y su carácter difícilmente le hubieran permitido una estancia más prolongada allí. Da la impresión de que consiguió lo que se proponía, extraerle a la vida lo que en ese momento necesitaba, y allí dejó abandonada la cabaña, como las mondas de un rico fruto. No volvió a repetir el experimento, pero tampoco lo olvidó, de eso da buena fe esta obra escrita años después no sin un toque, intenso según mi opinión, de añoranza por aquellos años pasados en soledad.

Lo peor: El texto posee muchos niveles y altibajos, el ritmo también es muy variable, en ocasiones su lectura resulta fácil, otras veces no tanto. El autor en ocasiones parece tocado por la inspiración y en otras se pierde en reflexiones un tanto farragosas. Para el lector habitual de ensayos no hay reto alguno en leer este libro de cabo a rabo... para aquel que busque una historia en la que poner el piloto automático y devorar páginas sin darse cuenta, mejor que busque otra cosa, Thoreau le pondrá de los nervios, eso lo aseguro.