sábado, 27 de enero de 2018

Otras mentes

"El mundo tiene dos caras que, de alguna manera, han de encajar entre sí, pero que no parecen hacerlo de una manera que, en la actualidad, seamos capaces de entender. Una es la existencia de sensaciones y otros procesos mentales sentidos por un agente; la otra, el mundo de la biología, la química y la física. 

Tales problemas no quedarán enteramente resueltos en este libro, pero es posible progresar al trazar la evolución de los sentidos, el cuerpo y el comportamiento. En algún punto de este proceso se halla la evolución de la mente."





Ficha:  "Otras mentes. El pulpo, el mar y los orígenes profundos de la consciencia", Peter Godfrey-Smith, editorial Taurus, 313 páginas, ISBN: 978 8430 619 061

Creo que este año 2.018 no voy a leer otra cosa que ensayos, y ensayos sobre ciencia, naturaleza y quizás alguno de temática filosófica principalmente. No puede ser de otra forma tras haber leído la obra comentada en mi anterior post ¿quien querría consolarse mirando el brillo de las estrellas lejanas tras haber tocado el sol? ;-), de momento nada de ficción, o casi.

Este es un libro que ha entrado con fuerza en el mercado editorial español, pocas veces he visto un libro de ensayo tan publicitado como esta curiosa obra... imagino que no se trata solamente por el habitual auto-bombo y promoción de las publicaciones que desembarcan aquí tras cosechar el éxito (sobre todo si vienen de los EEUU o cualquier otro país anglosajón), sino también por su originalidad.

¿Qué tenemos aquí?, pues algo bastante infrecuente, un ensayo de tipo filosófico respaldado con una buena base científica y centrado en la historia evolutiva, o posible historia evolutiva más bien, de algo tan fascinante y escurridizo como la conciencia... bueno, aparte de eso también se habla de los pulpos, sepias y calamares... y no, no es un libro de recetas de cocina :-).



No hace mucho que se ha venido difundiendo por las redes un curioso descubrimiento, seguramente a raíz de la publicación de este libro, en 2.009 un buceador aficionado descubrió en una zona de la costa australiana un lugar bastante singular, que fue posteriormente bautizado como "Octópolis", una zona del fondo marino donde se habían agrupado cientos, miles de conchas de vieira, y donde vivían varias decenas de pulpos. Era la primera vez que se observaba un hecho tan insólito, aunque no la última ya que desde entonces se han localizado entornos similares en otras partes del mundo. Es particularmente insólito porque siempre se ha considerado al pulpo como un animal particularmente solitario, se arrastra por el fondo, se refugia en cualquier hueco que encuentra, es un consumado maestro del camuflaje, el famoso camaleón es un torpe diletante a su lado, y ante todo es un animal muy territorial que malamente tolera vecinos de su misma especie. Pero allí sucedía lo aparentemente imposible, docenas de pulpos conviviendo más o menos pacíficamente en un área relativamente pequeña, y por el número de conchas de vieira acumuladas parecía que la cosa venía de lejos. En este libro el autor nos desvelará el misterio, o una teoría que lo explica de forma muy plausible, y de paso nos introducirá en el fascinante mundo de la vida, fisonomía e inteligencia de los cefalópodos... mucho más interesante de lo que podría parecer así a simple vista.



Y aquí quiero comentar una cosa, y lo siento por aquel que se eche este libro en las manos, mire su bonita portada y quede seducido por las preciosas fotos de pulpos y jibias de su interior, el tema del mismo más importante no son estos simpáticos cefalópodos, que sí, que en el libro vamos a aprender mucho sobre los mismos; sino que estamos ante todo delante de un tratado filosófico sobre el origen evolutivo de la conciencia. Los cefalópodos son los invertebrados más inteligentes del universo, que sepamos de momento, y son los animales más alejados en su árbol evolutivo de nosotros que muestran un mayor nivel de inteligencia, se mida como se mida. Naturalmente tenemos también el ejemplo de los artrópodos en la forma de los insectos sociales, y por supuesto la enorme variedad de los vertebrados cuya cima evolutiva, supuestamente, somos nosotros. Pero en el caso de los artrópodos sociales, hormigas, termitas, abejas y avispas no hay inteligencia individual destacable, como especies son fascinantes, pero individualmente no hay demasiada distancia entre una hormiga y un escarabajo por ejemplo... sin embargo en los cefalópodos tenemos el ejemplo más avanzado de una inteligencia sorprendente que ha seguido una evolución completamente diferente a la de los vertebrados. Es una separación que se produjo teóricamente hace más de quinientos millones de años y que tiene como protagonista, según el siempre incompleto y dudoso registro fósil, a animales semejantes a los gusanos de un tamaño de unos pocos milímetros de tamaño... que a partir de ahí, de un inicio tan extremadamente simple hayan surgido tanto los vertebrados como los artrópodos y los moluscos es alucinante... en pocas palabras, pulpos, sepias y calamares son el animal más extraño existente dotado de una inteligencia notable, lo más parecido que tenemos en la Tierra a una inteligencia alienígena en relación con nosotros.



La anatomía, el sistema nervioso, los órganos de los sentidos... son parte indisoluble del fenómeno de la conciencia, y en los cefalópodos encontramos cosas realmente únicas, que le servirán a Peter Godfrey-Smith, un filósofo armado hasta los dientes de una buena base científica, para atreverse a especular sobre el origen y evolución de la conciencia, porque de la misma forma que tenemos evidencias físicas de muchos productos de evolución convergente, como los ojos o las alas por ejemplo, ¿porqué no podríamos hablar del mismo modo de algo tan singular y escurridizo como la conciencia? ¿porqué un animal con un sistema nervioso tan complejo no habría de tenerla? ¿y cómo sería si la tuviese?... este es un libro pleno de especulaciones y teorías, pero también de divulgación que nos enseña lo que sabemos a estas fechas sobre la aparición y posibles orígenes evolutivos de la conciencia. Y por supuesto en el que vamos a aprender muchas cosas sobre cefalópodos y se nos va a ilustrar con una buena cantidad de anécdotas e historias vividas en primera persona por el autor, enfundado en su traje de neopreno, y su experiencia particular en el trato con estos animales en libertad. Hay algo fascinante en estas criaturas, su inteligencia que les hace capaces de reconocer a personas individuales (y tomarles manía), y sobre todo su curiosidad... algo que les distingue por ejemplo de los peces, su inteligencia está por encima de la de cualquier pez y es imposible eliminar la sensación que cuando uno de estos seres nos observa hay algo más tras esa inquietante mirada, algo que va más allá de examinar lo desconocido en busca de alimento o evaluando posibles peligros... una sensación que no se tiene cuando se miran los ojos inertes de los peces.


Lo mejor: Un libro de divulgación original, que toca el que sea posiblemente el tema más fascinante, misterioso y habitualmente más ignorado, de la evolución. Con multitud de datos sobre un grupo de animales absolutamente fascinante. Nos hará sonreír, también nos causará cierta tristeza y seguramente nunca más volveremos a contemplar a un pulpo de la misma forma... dudo que pueda volver a probar una tapa de pulpo en un bar sin sentirme culpable o sin explicar a mis sufridos acompañantes una serie de curiosidades sobre el cefalópodo troceado, y delicioso, al alcance de la mano :-). En este libro hay mucho más de lo que parece tras una ojeada superficial ¿alguien sabe de la existencia de otro semejante cuyo autor sea un filósofo de la ciencia metido en el papel de buceador?, yo no. Muy recomendable.


Lo peor: Aunque el autor usa hábilmente una serie de "ganchos" para aligerar el contenido, a través de anécdotas y curiosidades sobre estos animales, además de las experiencias propias que ha vivido en su contacto directo con pulpos y jibias, es inevitable que nos encontremos con partes del libro donde se mete a fondo con el tema de la fisiología comparada, huellas en el registro fósil, historia evolutiva de los cefalópodos y muchas especulaciones sobre el origen evolutivo de la conciencia. La impresión que tengo es que ha sacado del tema todo cuanto podía y que en ocasiones la cosa se queda en una mera exposición de teorías que no desembocan en ninguna conclusión definitiva. No vamos al final a encontrarnos con nada tangible, ninguna conclusión definitiva... es por eso que he querido incluir la etiqueta de "ciencia ficción" de forma irónica en este post, porque desde luego que hay bastante de la misma en este trabajo. Los aficionados a los típicos libros de divulgación más ligeros y a las colecciones de anécdotas salpicadas con ocasionales teorías o partes teóricas, mejor que busquen en otra parte, encontrarán este trabajo demasiado árido y especulativo, la verdad es que le falta un poco más de emoción y sentimiento, por muy fascinante que sea el tema. Vamos que Godfrey-Smith no es Philip Hoare, pero nadie es, ni puede ser, perfecto :-).

2 comentarios:

  1. Hombre, a mí no me parece en absoluto que los peces tengan ojos "inertes". Aquí se puede ver un ejemplo:

    http://etc.usf.edu/clippix/picture/yellow-fish-eyes.html

    Son inertes cuando están expuestos como mercancía en los mercados, porque en ese caso están muertos. Pero los peces vivos tienen ojos más bien vivaces,

    Por otro lado, debo señalar que me llama la atención el hecho de que alguien continúe infligiendo daño a los animales incluso sabiendo que estos animales son seres conscientes. ¿Lo razonable desde el punto de vista moral no sería acaso dejar de hacerles daño innecesariamente? Dices que te sientes "culpable", pero aun así continúas infligiéndoles ese daño, pudiendo dejar de hacerlo. ¿Cual sería el motivo de dicha conducta? Me gustaría conocer tu opinión al respecto.

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  2. Pues sí, reconozco que hay peces que tienen otro tipo de mirada. Hay una gran diferencia entre ver un animal vivo y en su entorno y verlo hecho trozos y convertido en un sucedaneo de embutido como el pulpo. Cuanto mayor diferencia hay entre el animal tal y como es y el producto alimenticio derivado del mismo que nos presentan más fácil resulta esquivar los aspectos éticos y la "culpa". Sobre todo cuando no es el que lo ingiere el mismo que lo ha preparado. Creo que es así, es como una toma de distancia en lo físico que deriva en una moral más "flexible". Hay un ejemplo que lo ilustra bien aunque seguramente tampoco lo explica del todo: a los miembros de una tribus del amazonas que vivían de la caza un visitante occidental les preguntó que ¿por qué no criaban animales en vez de depender del azar de la caza?, respondieron que no serían capaces de matar un animal que viviese con ellos y al que ellos cuidaran como uno más de la familia. Si tuviésemos que matar y preparar nosotros mismos la carne que nos comemos habría creo bastantes más vegetarianos, aunque desde luego seguramente la mayoría de la población seguiría siendo omnívora tal y como ha sucedido siempre. No mato el pulpo que me tomo en un bar, ni siquiera lo cocino, y me resulta fácil olvidar (sobre todo cuando ya lo has comido antes y te gusta) lo que era antes de estar guisado en el plato. Anoche mismo cené unas croquetas de pollo... sé que están hechas con esa carne y de donde sale... pero apenas queda parecido alguno del animal original en el producto final. Es muy sencillo olvidarlo y no tenerlo presente. Es una doblez en lo moral que casi todos asumimos una y otra vez, sobre todo cuando lo llevamos haciendo toda la vida y todo el mundo a nuestro alrededor lo ve normal. En mi caso nunca mataría o me comería a un pollo que tuviese como mascota... pero podría tenerlo y cuidarlo y comerme de paso unas croquetas con la carne de otro. Analizado fríamente suena enfermizo y patológico, pero que le vamos a hacer, cuando una patología se extiende a la mayoría de la población son los "sanos" los que parecen raros :-). Saludos.

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