domingo, 10 de junio de 2012

La trampa del ego






"Desgraciadamente, la mayoría de los filósofos de la identidad personal han quedado atrapados en la trampa de la "identidad" y, en consecuencia sus argumentos han sido erróneos. Y cuando la filosofía se equivoca, es como una persona que trata de clavar natillas en la pared. No sólo no dejará de dar martillazos, sino que insistirá en que si las natillas son algo real, que sin duda lo son, tiene que ser posible sujetarlas a la pared."


Ficha:"La trampa del ego", autor "Julian Baggini", editorial Paidós, 242 páginas, ISBN: 9788449326608

Tuve conocimiento de la existencia de este libro de Julian Baggini a través de una reseña de este libro en la revista "Filosofía Hoy", anteriormente había visto alguno de sus trabajos publicados y aunque no me decidí a comprar ninguno de sus libros la verdad es que me llamaron la atención, títulos tan llamativos como "El cerdo que quería ser jamón" o "¿Nos toman por tontos?" dificilmente pueden pasar desapercibidos. Tras la lectura del que comento ahora no podré resistir la tentación de volver a enfrascarme en la lectura de alguna de sus obras. No creo exagerar si digo que estoy ante uno de los más lúcidos pensadores de nuestro tiempo, ante una de esas inteligencias notables, pletórica además de sentido común, que le hacen a uno reconciliarse con el género humano, tan dado a la estupidez y al fanatismo.

El tema del ego, palabreja que viene del griego y significa "yo" de ahí las etimologías "egoista" o "egocéntrico", no es nada nuevo en filosofía, de hecho la pregunta acerca de que es lo que constituye nuestra identidad, la esencia de una persona si es que tal cosa existe es un debate de siglos, presente además en todas las religiones y en todas las filosofías.

Una de las cosas que uno lee cuando se interesa sobre el  Budismo es la "vacuidad" del fenómeno del yo, es decir su no-existencia dada la imposibilidad de definirlo en función de nuestro cuerpo, pensamientos, sensaciones etc... el yo se ve como un conjunto de "agregados", sin embargo como paradoja los budistas creen en la reencarnación, de modo que surge la pregunta ¿si la naturaleza del yo no es real que es lo que se reencarna?. Para los cristianos la esencia del ser humano sería su alma inmortal, siendo el cuerpo un mero vehículo necesario, algo así como la diferencia entre hardware y software. Desde que el filósofo Descartes enunció su famosísimo "cogito ergo sum", y mucho antes desde la filosofía de Platón, la filosofía ha estado impregnada de esa dualidad cuerpo-alma, defendida por muchos y denostada actualmente por la gran mayoría de los filósofos. El debate sigue abierto aunque leyendo el libro de Julian Baggini uno piensa fácilmente "esto es lo que hay, asunto cerrado".

En busca de la perla.
Así se titula la primera parte del libro, cuatro capítulos donde vamos a asistir a la búsqueda del yo mediante eliminación. En el primer capítulo se hará una indagación buscando la esencia de nuestro "yo" en el cuerpo. Se hará a través del testimonio de dos transexuales, uno de ellos casualmente budista, y a través del testimonio de personas que han afrontado graves pérdidas en el aspecto físico, desfiguraciones, accidentes graves, y como dicha pérdida ha afectado a su identidad. La conclusión del mismo es que si bien el yo no está en el cuerpo, es inútil buscarlo ahí, algo con lo que los budistas estarían de acuerdo, no es cierto que la percepción de nosotros mismos no se vea afectada ante un cambio importante o radical. El yo no está en el cuerpo, pero está claro que se puede ver muy alterado por este.
En el segundo capítulo asistiremos a recientes investigaciones sobre el cerebro, como han afectado lesiones cerebrales, traumatismos, operaciones y tumores, a la identidad de muchas personas y como estos cambios fisiológicos han trastocado prácticamente su identidad, al final se llega a la paradoja de la llamada "fragilidad robusta", el sentido de la identidad muestra ser asombrosamente fuerte y a la vez vulnerable... también la conclusión de los neurólogos es clara, no existe un centro en el cerebro donde resida nuestra identidad por mucho que los cambios físicos en el mismo nos afecten.

El tercer capítulo trata de encontrar el sentido de nuestra identidad a través de los recuerdos, el ejemplo más claro es el de la demencia producida por Alzheimer... sin embargo, y esto es algo que he aprendido dolorosamente en mi vida personal, no se puede afirmar que el sentido del yo esté solamente en los recuerdos, aun siendo estos súmamente importantes, probablemente más que cualquier otra cosa, no lo son todo. La naturaleza cambiante de la memoria, su funcionamiento y su importancia en la identidad personal es tratada en este importante apartado.

El cuarto capítulo se centra en el debate sobre la existencia o no del alma, a través de un teólogo británico, máximo exponente de la defensa del alma como núcleo central del ser humano y usando la razón como medio de análisis, Julian nos expone aquí las ideas de este pensador que a diferencia de otros defensores de esta causa no evita entrar en el debate dejando a un lado el comodín de la "fe" tan habitual en los creyentes. Ni que decir tiene que el teólogo terminará "escaldado", los argumentos del autor del libro terminan poniendo al descubierto los fallos de los razonamientos en defensa de la existencia del alma, un edificio lógico armonioso con el problema de contener en sí mismo partes inexistentes. Un puzzle que ha sido completado a base de encajar algunas piezas imaginarias dificilmente puede darse por válido. Pues no, el ego, el yo, ese sentido de la identidad que todos poseemos no posee una naturaleza inmaterial aparte del aspecto físico... aunque sea más que este.

Construcciones.
El libro entra ya en el meollo del asunto en esta segunda parte, si no existe algo que constituya el núcleo de nuestra identidad está claro que el ego no es sino una construcción, un agregado de distintos elementos como dirían los budistas... ¿pero que piezas forman esa construcción?. El quinto capítulo nos hablará del trastorno de personalidad múltiple y nos presentará a una señorita que durante casi dos años vivió una doble vida como aplicada estudiante e investigadora universitaria por un lado y como prostituta de lujo por otro, nos presentará casos de personalidades múltiples en este caso con marcados tintes patológicos... no obstante más allá de estas distintas versiones de sí mismo no queda nada claro que cada una de esas facetas constituya una personalidad completa en sí misma. El sexto capítulo nos habla del "yo" social y como la visión que de nosotros tienen los demás y el contexto cultural forma parte ineludible de nuestra identidad... aunque nunca la defina por completo.

El séptimo capítulo nos muestra la tésis del autor del libro, hasta el momento solo había estado recopilando datos, con abundantes análisis de los mismos es verdad, pero había poco de cosecha propia, se hace un resúmen de lo expuesto hasta el momento y se entra de lleno en la "teoría del haz":

"Este es el truco del ego. El truco es crear algo que tiene un fuerte sentido de unidad y singularidad de lo que es en realidad una secuencia desordenada y fragmentada de experiencias y recuerdos, en un cerebro que no tiene ningún centro de control. Lo fundamental es que el truco funciona. Es como un truco de mecánica, no un truco de magia. La pretensión del mago es hacerte creer que ha sucedido algo que nunca sucedió. Los trucos de los mecánicos, los ingenieros y los científicos, en cambio, son atajos o improvisaciones que les permiten lograr que los sistemas se comporten como ellos quieren que lo hagan, evitando los medios habituales de hacerlo."

Este no es un capítulo tan sencillo como los anteriores, el mismo autor recomienda leerlo despacio y con suma atención, posiblemente necesita varias lecturas... pero vale la pena porque es la exposición más clara y completa que he visto nunca sobre el enigma del yo. 

El octavo capítulo trata sobre la posibilidad de identificar el yo con una ilusión, una idea secundada por el Budismo y atacada y desmontada por el autor que nos muestra sus inconsistencias... existe ilusión pero no en cuanto a que exista algo sino más bien a la solidez e inmutabilidad de eso que existe. El noveno capítulo nos expone el tema del cambio en la personalidad a través de las circunstancias cambiantes de la vida y de la influencia del entorno para producir modificaciones en el comportamiento y la personalidad del individuo.

Nuestro yo futuro.
Tras las conclusiones de la segunda parte donde el yo ha sido analizado y radiografiado hasta el más mínimo detalle ¿que podemos esperar de nuestra identidad futura? ¿que pasa con la muerte? ¿y con la evolución humana? ¿se puede vivir una vida plena y feliz tras asumir como ciertos los descubrimientos mostrados en los capítulos anteriores?... la respuesta en esta tercera parte. Imaginemos una vida sin fe o una vida que niega la muerte... o una última opción que renuncia a una trascendencia eterna y mira cara a cara el final de esa ilusión de existencia continuada en el tiempo, de esa solidez de algo que no es más que un conjunto organizado de elementos completamente dispares entre sí... de nuevo aparecen en escena las religiones, en este caso la Budista y su teoría de la reencarnación, y la cristiana con su dogma de la resurreción de los cuerpos. También hace acto de presencia la ciencia y sus innovaciones en el campo de la lucha contra el envejecimiento y las implicaciones éticas que acarrearía una vida extremadamente larga ¿sería deseable?... hay quienes piensan que si. 

Al final el autor se hace la pregunta de si la aceptación como correcta de la teoría del haz produciría algún cambio en las personas... las conclusiones son que no, porque es una teoría demasiado dificil de aceptar y en el fondo a todos nos encanta pensar que en algún lugar existe algo que constituye nuestra esencia:

"La visión de la perla ha arraigado tan profundamente que, después de todo, no podemos ver que merece ser arrojada a los cerdos. Los haces desordenados, complicados y amorfos son más extraordinarios y más humanos que las piedras preciosas, duras y frías."




Lo mejor: Un trabajo riguroso, apasionante y lleno de sentido común. Existen otros temas de la filosofía que pueden interesar o no al lector, pero si tuviéramos que hacer una lista sobre los más importantes y aquellos que más nos afectan en el terreno personal este estaría en el número uno y a mucha distancia de cualquier otro. Julian Baggini ha escrito un libro fantástico y muy accesible al lector medio y aunque posea una dificultad variable vale la pena enredarse en sus partes más profundas y reflexionar sobre las mismas. Aunque expongo en este comentario algunas de sus conclusiones más importantes, a modo de spoiler ;-),  estas son lo de menos... hay que seguir el razonamiento de sus argumentos, los testimonios, las opiniones de los expertos. El libro está muy bien documentado y no deja nada al azar. Se notan también las tablas de Julian a la hora de escribir libros para el público general, no especializado, por la claridad de sus explicaciones y esa habilidad, no demasiado frecuente, de ponerse en lugar del lector. Una verdadera joya.


Lo peor: Aunque proponga y defienda una tesis este no es el trabajo definitivo sobre el tema, ni mucho menos. Una obra tan breve como esta por muy bien documentada que esté no puede pretender abarcar todos los aspectos de algo tan extenso como la naturaleza humana, porque al fin y al cabo es de eso de lo que se habla, estamos ante el sentido de la identidad que poseemos y el autor se pregunta sobre si hay algo más que una construcción mental y el por qué todos la tenemos, creo que todavía se puede ahondar mucho más en el tema. Una pena que el autor no sea practicante de la meditación ni deportista practicante de algunas modalidades de "riesgo"... creo que podría enriquecer este trabajo sobre el ego gracias a esas experiencias.




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