sábado, 29 de marzo de 2014

Ni el sexo ni la muerte

"Ni el sol ni la muerte se pueden mirar fijamente."  
François de la Rochefoucauld.


"El sexo es un sol; el sexo es un abismo. Pero solo es un sol para nosotros, no para la naturaleza o en sí mismo. Solo ilumina a cada uno desde el interior (aunque el deseo se de sobre otro), y solo a los que mantiene vivos. Por eso el sexo del otro todavía nos deslumbra más, por este incendio que enciende o reaviva en nosotros, que repercute y que redobla, y que nos esconde su origen. Es como la noche en pleno día, como un abismo de luz: es el abismo del deseo -el mío, el del otro-, que convierte en sol, para aquel que ama o que desea, algunos centímetros cuadrados de piel o de mucosa... Freud tenía razón al hablar de instinto de vida. El orgasmo o la muerte ya llegarán más temprano que tarde."


Ficha: "Ni el sexo ni la muerte. Tres ensayos sobre el amor y la sexualidad", André Compte-Sponville, editorial Paidós, 319 páginas, ISBN: 978 8449 327612

Hacía ya más de un año que no me adentraba en una obra de este filósofo francés, llegué a crear una etiqueta en este blog con su nombre debido a mis frecuentes lecturas de obras suyas, sin duda alguna que ha sido para mí un referente en lo que a lecturas de ensayos de filosofía se refiere desde que comencé a interesarme por el tema a finales de 2.011. 

Comencé su lectura con la que seguramente es su mejor obra "Pequeño tratado de las grandes virtudes", uno de esos trabajos con vocación de clásico imperecedero cuya lectura considero más que imprescindible para cualquier buen aficionado a la filosofía, sobre todo a los neófitos en el tema como es mi caso y máxime en estos tiempos donde leer, no digamos ya escribir, un tratado sobre moral parece más que pasado de moda.


Ninguna de mis lecturas posteriores estuvo a la altura de la mencionada, aunque todas me gustaron; ni ese breve pero intenso ensayo titulado "La felicidad desesperadamente", ni esa obra un tanto desordenada y errática de sus comienzos "Sobre el cuerpo", o ese bonito y recomendable ensayo de introducción a la filosofía titulado "Invitación a la filosofía", ni por último siquiera esa excelente recopilación de artículos publicados bajo el sugerente título de "El placer de vivir".


Por ese motivo no pude sino mirar con indiferencia esta reciente obra suya, mis lecturas de este filósofo estaban tomando un claro cariz "descendente", si bien con altibajos, me saturaba ya el bueno de André, tenía la impresión de que era un filósofo que nada nuevo me podía ofrecer ya, que esto era más de lo mismo... de ahí que demoré mi adquisición y lectura de este libro durante más de un año. Tras su lectura puedo corroborar esa intuición, porque salvo alguna sorpresa y momento agradable creo que es un filón que puedo dar por agotado. Naturalmente siempre me quedará la relectura de sus interesantes trabajos, posiblemente alguno tenga más interés en segundas y aún terceras relecturas tal y como sucede con cualquier ensayo ... pero ¿quién dedica tiempo a las relecturas teniendo tanto por leer aún? :-), la vida es demasiado corta, el tiempo apremia y las energías y ganas por leer prefiero que me pillen siempre con material "fresco" del que por fortuna, realmente muy buena fortuna,  dispongo en abundancia. 

¿Qué tenemos aquí? tres ensayos sobre el amor y la sexualidad más la transcripción de dos conferencias relacionadas, más o menos más adelante lo veremos, con este tema principal... casi nada. De hecho podríamos contar dos ensayos realmente más las conferencias porque el tercero aunque tiene un origen diferente no deja de ser una extensión del segundo, con el que coincide en temática, estilo y nivel de comprensión. 


El amor.
El primer ensayo, titulado "El amor", no es más que la transcripción y reelaboración de una conferencia que el autor ha dado en numerosas ocasiones y que en su casi totalidad solamente extrae las ideas principales del último capítulo del "Pequeño tratado de las grandes virtudes", el dedicado precisamente al tema del amor... los mismos conceptos, la misma estructura y las mismas ideas elaboradas para la exposición oral. Un texto donde las ideas fluyen armoniosamente, abundan las referencias al lector (u oyente en su versión oral) y donde nos encontramos con el mejor ejercicio de estilo del que es capaz el filósofo galo, lo que no es decir poco... lo malo, pues que naturalmente para los lectores de la obra citada no vamos a encontrarnos con nada nuevo o sorprendente, simplemente más de lo mismo. 

El amor es analizado desde la peculiar perspectiva filosófica del autor, nada de coqueteos con la sociología ni con la biología o neurología... uno de los puntos fuertes, y también limitaciones, del filósofo francés es que nunca se mete en un terreno donde no pise firme, en ese aspecto y a pesar de su indudable maestría no estaría de más que tomase nota de autores modernos como Richard David Precth y su enorme "El amor. Un sentimiento desordenado", pero que le vamos a hacer Sponville es de otra generación, de otra escuela y otro método.

El amor en su faceta platónica de "Eros", el amor en su faceta de alegría y disfrute "philos" con el sello de Aristóteles, Spinoza y algún otro... y finalmente el amor como sentimiento de bondad universal en su versión cristiana de "ágape". El amor de lo que falta, el de lo que se tiene o disfruta y el que se ofrece de forma incondicional. Sobre estos tres caballos de batalla versa este primer ensayo, el más bonito y fácil de leer... aunque por desgracia para nada original.

Destacar el acierto de esta división, su enfoque práctico, su siempre acertada revisión de los clásicos... Sponville da toda una lección de filosofía griega sobre el tema, y la luz que arroja sobre este tema tan apasionante como complejo. Tengo no obstante que señalar las deficiencias del capítulo dedicado al "amor universal" o "ágape" en terminología greco-cristiana, y es que aunque más adelante en el libro con ocasión del tema de la espiritualidad el autor se confiesa seguidor de la vertiente espiritual del budismo... por eso mismo echo en falta que a la hora de tratar el tema del amor como sentimiento universal no haya casi ni una mención al tema de la compasión budista, ni siquiera al tema de la benevolencia confuciano... centrándose principalmente en la visión judeocristiana. Ya se que estamos en Europa, que también el que escribe ha sido educado, como todos, en esa tradición... pero es una ausencia muy notoria e injustificable por alguien que se supone versado en el tema. Por eso para mí de los tres capítulos el dedicado al "ágape", al "amor sin orilla" tal y como bellamente lo define André es el que al final tengo la impresión de que le falta algo... de que se queda cojo.

Muy buena por otra parte su insistencia en incluir el amor marital, y el de pareja dentro de la categoría "philia", porque habitualmente solemos encuadrarlo en el apartado "eros" o amor pasional de aquello que nos falta, de lo que se busca o persigue... en fin, si en su momento ya me pareció que el último capítulo del Pequeño tratado era lo mejor del libro con diferencia (y eso que el resto de la obra pone el listón muy alto), de nuevo he vuelto a disfrutar con su lectura. 

Ni el sexo ni la muerte.
Entramos ahora en la parte más densa, extensa e importante del libro, la parte que por sí sola justifica su compra y a la que nos ha preparado la lectura del primer ensayo... aunque posee un origen similar como tema de una conferencia aquí se nota mucho la mano del autor al reelaborar el texto porque es imposible que declamara oralmente este trabajo, por muy experto que fuera su auditorio... es tanta la densidad de ideas, la cantidad de citas y la elaboración de los argumentos que está muy claro para mí que hay mucho trabajo "a posteriori". 

El ensayo está dividido en varios capítulos, siendo el primero el dedicado a la sexualidad, el autor desde el principio nos recuerda que es un filósofo, de hecho este ensayo en forma de conferencia tuvo a un público especializado en sexología clínica como oyente... de ahí que las referencias a la biología, medicina o naturaleza física humana solo son tangenciales, se habla lo justo, y sí mucho en cambio del tema de la sexualidad en la filosofía. Si el amor ha sido tratado en innumerables ocasiones por los filósofos a lo largo de la historia no ha ocurrido lo mismo con este tema tan fundamental como el de la sexualidad humana. Aun así C.Sponville tirará de todo tipo de referencias para sostener sus argumentos y su exposición del tema sin caer en la repetición ni el aburrimiento en ningún momento. Temas como el sexo como función y facultad, como pulsión o instinto, el tema de la obscenidad y la transgresión, su relación con el cuerpo y con la espiritualidad... en este primer capítulo se dedica a definir el campo de estudio y sus límites, sus definiciones. En el segundo ofrece toda una historia de la sexualidad a lo largo del desarrollo de la filosofía, de nuevo Platón, pero también San Agustín, Epicuro, Spinoza... y sobre todo Montaigne, el ensayista gascón será citado abundantemente por C. Sponville... tanto de hecho que el propio autor pedirá disculpas por ello ¡disculpas aceptadas naturalmente !, pues pocos escritores pre-modernos han dicho tanto y con tanta lucidez sobre el tema. 

Tras tocar el tema del deseo, sexualidad vinculada a eros, de la sexualidad vinculada a philia... toca entrar en el pesimismo filosófico de la mano de Schopenhauer, me ha hecho mucha gracia que Sponville le ponga el epíteto de "platónico" ... precisamente es con sus diatribas contra Platón con lo que empieza su peculiar historia de la filosofía, no me cabe la menor duda de que el gruñón y malhumorado filósofo germano hubiera reaccionado con inusitada violencia verbal ante la colocación de dicho sambenito... pero aun siendo chocante no puedo menos que estar de acuerdo con André en este aspecto, si el platonismo deviene en pesimismo, pues solo se ama con pasión aquello que no se tiene... entonces entramos de lleno en Schopenhauer cuando afirmaba que la vida "oscila siempre entre el deseo y el tedio"... tal vez sea cierto pero en medio de ambas se encuentra también la alegría y el disfrute por lo que se tiene ;-). Tras Schopenhauer llegará Feuerbach y su deificación de la pulsión sexual y Nietzsche con sus polémicas, y en buena parte equivocadas, ideas sobre la "guerra de sexos". Para redondear y terminar con el tema de la sexualidad a través del pensamiento de los filósofos y alterando deliberadamente el orden cronológico C. Sponville termina con una interesante , y sorprendente, exposición de las ideas sobre el tema de Emmanuel Kant y es que su precepto "usa al prójimo como si fuese un fin en sí mismo y no un medio" y aquel que reza "obra de tal forma que de tu comportamiento fuera deseable extraer una ley universal" vienen muy al pelo en el tema de la sexualidad... 

Definido el campo, esgrimidas ideas en uno y otro sentido... ahora queda bucear en los aspectos más oscuros y polémicos de la sexualidad, el tercer capítulo se dedica al erotismo, para comenzar el mismo se afronta el tema de la violación, la prostitución y la pornografía... ¿quién dijo alguna vez que la filosofía era aburrida o desapegada de asuntos terrenales? ... el erotismo como trasgresión, algo ineludible, el tema de nuevo del deseo y el disfrute y como estos no entran en contradicción según el autor, la diferenciación del sexo en el ser humano como hecho cultural, por oposición al sexo de los animales, de ahí eso que llamamos erotismo solo presente en el ser humano. El tema del pudor y la moral, el sexo visto como algo delictivo o pecaminoso... el sexo como espectáculo, el erotismo y la mística... aunque el tema da para mucho me extrañaría que ningún lector curioso quedase defraudado, al menos en esta vertiente, la filosófica. 

"Es la grandeza del hombre, tanto para lo mejor como para lo peor. Solo un ser parlante es capaz de decir banalidades, barbarismos o solecismos. Pero, por otro lado, solo él puede respetar la lengua, mimarla, maltratarla, enfrentarse a ella, jugar con ella, trabajarla y disfrutar de ella. Es lo que se llama etilo. También es preciso tener algo que decir: el cerebro, y no la lengua, lo decide. De la misma manera, solo un ser moral es capaz de vicios, de crímenes y de barbarie. Pero solo él puede jugar con las prohibiciones que se impone, o que le han impuesto, alimentar con ellas sus deseos y sus fantasías, y de esa forma reforzarlas, refinarlas, regularlas, seleccionarlas, disfrutar de ellas, y eso es, cuando se trata de sexualidad, lo que llamamos erotismo. También aquí es preciso tener algo que desear o amar: el cuerpo, y no la moral, es quien lo decide. Si no fuéramos capaces también de lo peor, ¿sería lo mejor tan deleitoso?"

De nuevo entramos en temas platónicos en el último capítulo de este interesante ensayo donde se analiza el fenómeno del deseo, maldición para algunos, parte indisociable de la naturaleza humana para otros, y por supuesto en relación con el sexo... objeto donde los haya de deseo. La temática se repite, y se le termina dando tantas vueltas que me cuesta trabajo pensar en un lector que termine tras la lectura del mismo con más hambre y curiosidad sobre el tema, en su vertiente filosófica claro, porque sobre la otra... la biológica, social, médica y cultural hay estanterías llenas en las secciones sobre el tema. 

En el tercer ensayo entramos en el tema del amor en relación con la amistad y el amor en pareja, diferencias y similitudes entre uno y otro, veremos que no hay una frontera clara y que ambos se entremezclan, algo que ya sabíamos claro. De nuevo el tema de la pasión, el tema de la virtud, el tema del deseo y sus límites... aunque distinto no hay nada en este pequeño ensayo que no haya sido tocado ya en los dos anteriores y podría formar parte de un apéndice tanto de uno como de otro.


El amor y Dios.
El libro termina con dos conferencias sobre el amor en su vertiente mística o religiosa, una centrada en la figura de Blaise Pascal y otra en la de Simone Weil... dos filósofos franceses en los que Compte-Sponville es un consumado experto. 

Comentar únicamente que me ha parecido la parte menos conseguida del libro, la más prescindible... si hasta ahora nos habíamos encontrado con una exposición de ideas ágil y amena en su primera parte, y más densa y trabajada en la segunda, ahora nos encontramos a un autor que pasa voluntariamente a un segundo plano, demasiadas veces en mi opinión, para ceder protagonismo a sus filósofos examinados. Blaise Pascal en alguna ocasión escribió en contra del amor propio e incluso en contra de todo amor que no esté dirigido a Dios... dicha idea que parece contradictoria será trabajada y explicada minuciosamente por André en esta conferencia, aclarándonos el por qué. Para mí hay dos "Pascales"... el científico y matemático y el filósofo, en este último hay también dos vertientes, un filósofo con una gran y aguda visión de la naturaleza humana que me parece admirable, y un místico... que ya no me parece tan grande. Lo siento pero la visión espiritual desde el prisma y el filtro del cristianismo se me atraganta, se me atraganta también la teología y la beatería... y es precisamente ese Pascal enfervorizado y místico el que se nos presenta. C. Sponville es manifiestamente ateo, pero eso no le priva de meterse en las arenas movedizas y el lodazal de la teología... confieso que he leído este capítulo con mortal aburrimiento y desidia, nunca el escritor francés me había producido tanto esta sensación de tedio hasta la náusea. Cuestión de gustos supongo.

Más interesante, mucho más, es el capítulo segundo de estos apéndices donde se analiza la figura de la gran filósofa y mística francesa Simone Weil, ya en su momento me atreví con la lectura de su singular "A la espera de Dios", tengo que confesar que para un agnóstico aficionado a la filosofía sus ideas sobre la espiritualidad y Dios me parecen interesantes, y sobre todo porque esta mujer fue un ejemplo en vida de todo aquello en lo que creía, es raro por desgracia ver a un filósofo cuya vida coincide plenamente con sus ideales pero así era Simone, una judía que rehusó el bautismo aunque poseía un gran fervor religioso, filósofa platónica, defensora de los pobres y los oprimidos, marxista y revolucionaria... toda una "santa roja" que estaría en los altares si las circunstancias de su vida hubieran sido otras. André hablará sobre la particularidad del amor a Dios defendido por Simone, sobre sus ideas de la ausencia de Dios en el mundo... y de su pasión y amor por la muerte que por desgracia llevó hasta sus últimas consecuencias. Coincido con André en la atracción que este confiesa por la filósofa que él explica de forma muy bonita comparando su filosofía con un faro que brilla en la noche, atrae, se distingue de lo demás... y a su vez nos avisa de la existencia de la costa y los arrecifes. Mezcla pues de atracción y repulsión, de una idea de la espiritualidad que para nada es compartida ya que André es agnóstico, materialista y un enamorado de la vida... mejor sin duda amar la vida que la muerte, la ausencia y la nada que parecía adorar Simone, por muy bellas y singulares que fuesen sus ideas.

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En una entrevista concedida por André Compte-Sponville a la revista "Filosofía Hoy" en relación con la presentación de este libro, la entrevistadora terminaba concediendo el epíteto de "seductor" a su entrevistado, es fácil estar de acuerdo, seguramente no hay otro filósofo que con unas referencias tan limitadas, siempre cita a los mismos autores que habitualmente no pasan de la decena, saque tanto partido. Y hasta ahora no me he encontrado con otro con mejor estilo a la hora de exponer sus ideas, erudición la justa, nada de pedanterías, consideración con el lector, nada de jerga técnica... pero sí densidad de ideas, muchos razonamientos lógicos y siempre a un nivel asequible. No me extraña nada que sea capaz de llenar auditorios enteros en sus conferencias... algo que sin duda será motivo de crítica de los filósofos más "serios", pues vale, probablemente a estas alturas está ya bastante lejos de aquellos que están en vanguardia pero tengo claro que es de los autores más interesantes y asequibles.
 
Lo mejor: Todo lo bueno y lo malo de este filósofo francés condensado en un solo libro. Si el lector es aficionado a la filosofía y posee ya algún libro de André haría bien en echarle un vistazo a este. Desde luego que si nunca ha leído nada del mismo haría bien en comenzar con otra obra menos densa y ambiciosa.

Lo peor: Demasiadas repeticiones y refritos de ideas presentes en otros libros, demasiadas citas, demasiada exposición continuamente interrumpida por referencias a tal o cual pensador, demasiadas vueltas sobre lo mismo... muy buen estilo pero en ocasiones al servicio de la pura dispersión y divagación sin objetivo semejante a la carrera de un hamster en su rueda, vueltas y más vueltas sin llegar a ninguna parte; uno de los atractivos de la filosofía, sin duda, pero también termina cansando. Por mi parte doy por concluida con esta obra la lectura y el repaso a los libros del autor galo... hay luces mucho más brillantes en el firmamento filosófico.



miércoles, 19 de marzo de 2014

Ciencia, filosofía y racionalidad

Ficha: "Ciencia, filosofía y racionalidad", autor Jesús Mosterín, editorial Gedisa, 329 páginas, ISBN: 978 84 9784 76 6

Esta misma semana sostuve una discusión con una compañera de trabajo por culpa de la filosofía, ella se lamentaba de la pérdida de tiempo que le supuso estudiar dicha materia en el instituto debido a que "era algo completamente inútil que no sirve para nada", lamentablemente no conseguí hacerle cambiar de parecer porque algo de razón tenía... de hecho yo mismo opinaba lo mismo en mis tiempos de estudiante, lo que ocurre es que algunos seguimos evolucionando con el tiempo..., pero bueno eso es ya otra historia.

Traigo esta anécdota aquí porque posiblemente si hiciésemos una encuesta donde preguntásemos al ciudadano de a pie cual de las materias de estudio considera más inútiles e innecesarias seguramente la filosofía ganaría por goleada, probablemente seguida por la religión, aunque tras la última reforma educativa por lo visto esta última se la considera más importante... Nadie en cambio consideraría a la ciencia en general y mucho menos a cualquiera de sus ramas de conocimiento, matemáticas incluidas, como innecesarias y prescindibles, todo lo contrario. 

La ciencia y las aplicaciones tecnológicas que esta posibilita son vistas como las materias más importantes y necesarias tanto en el momento presente como de cara al futuro, en detrimento a las denominadas "humanidades", filosofía incluída. Hay sin embargo un detalle a menudo olvidado y es que tanto la ciencia como la filosofía formaron en el pasado un cuerpo unificado de conocimiento, una sola materia, de hecho la ciencia moderna como tal vio la luz cuando se separó de la filosofía y la teología a comienzos del siglo XVII, con Galileo y a través de su método empírico teorizado por Bacon y otros comienza a seguir su propio camino, lleno de triunfos espectaculares que han cambiado decisivamente el mundo hasta nuestros días... sin embargo nunca ha conseguido separarse completamente de su origen filosófico, por mucho que ambas parezcan en cuanto a materia, ámbito de aplicación, metodología y alcance completamente distintas.

Ya tuve la ocasión de comentar aquí en este blog la obra "La vida bajo escrutinio" del profesor Antonio Diéguez, un libro centrado en la filosofía de la ciencia en su vertiente biológica, lleno de datos interesantes sobre la Evolución, la definición de la vida, la genética... asuntos de hondas repercusiones filosóficas que mostraban la íntima unión entre la filosofía y la ciencia al tratar esta última temas que son, o deberían ser, materia de estudio no solo de científicos y gentes de ciencia sino también de filósofos por sus profundas implicaciones.

No hay por lo tanto una separación perfectamente clara y definitoria entre ciencia y filosofía, incluso alguna definición leída por mí hace tiempo "ciencia: búsqueda de aquellas verdades verificables por métodos empíricos, filosofía: búsqueda de la verdad por métodos no experimentables" se queda corta. La filosofía de cada época se ha visto siempre muy influenciada por el conocimiento científico, o que podríamos llamar científico, del momento. La ciencia no solamente produce conocimientos que llevan a desarrollar aplicaciones tecnológicas en todos los campos, sino que también dichas aplicaciones y dichos conocimientos cambian nuestra forma de apreciar el mundo, de definir y experimentar la realidad de cada época... y ahí entramos de lleno en el terreno de la filosofía. 

Jesús Mosterín en esta obra se centra en ambas materias de conocimiento, la ciencia y su método, y la filosofía con su visión totalizadora que a su vez proporciona objetivos y dirección a la ciencia en un sentido amplio:

"Una ciencia ayuna de filosofía corre el riesgo de quedar reducida a técnicas y rutinas desabridas y de corto vuelo. Una filosofía  alejada de la ciencia con frecuencia degenera en mera palabrería y verborrea, en la que las citas y los juegos de palabras no logran restablecer el contacto con la realidad"

El tercer elemento presente en el título, la racionalidad, será usado a guisa de bisagra para establecer una unión entre ambas. Racionalidad entendida como estrategia de optimización en la consecución de objetivos, como una búsqueda permanente de atajos y caminos más directos en pos de nuestras metas. Solamente a dicho aspecto, la racionalidad, y su relación con la ciencia y la filosofía dedicará tres capítulos de este libro. 

Mosterín es un firme defensor de una filosofía en íntima relación con la ciencia y con sus ámbitos de aplicación, una filosofía con sus pies firmemente anclados en la lógica, la precisión y la claridad expositiva, sin excesos ni retóricas de ningún tipo, sin pérdida de contacto con la realidad... muy diferente de esa otra filosofía especulativa tan centrada en el lenguaje y tecnicismos, oscura y verborréica empeñada en darle vueltas a los límites del lenguaje y perderse en una maraña de capas y capas de conceptos cada vez más alejados de la realidad y solo comprensibles por los expertos en la materia... no es extraño que siendo este el aspecto más visible de la filosofía académica de los últimos tiempos haya terminado empañando la visión que popularmente se tiene de esta rama del conocimiento. Quizás no sea para tanto y también esta filosofía especulativa desligada por completo, de momento, del mundo de la ciencia tenga también su valor y pueda aportar cosas interesantes... pero está claro que al menos para este gran filósofo, porque Jesús Mosterín es indudablemente una de nuestras mejores cabezas pensantes, la filosofía y la ciencia han de ir de la mano en su explicación del mundo y el universo en el que hemos visto la luz y donde vamos a morir.

La relación entre ciencia y filosofía, la ciencia y su método, los principales protagonistas de la misma y su relación con la filosofía, la teoría, la experimentación, la observación y detección, los límites del conocimiento, la nanotecnología, la física cuántica, el principio antrópico en cosmología, la obra de Albert Einstein, la labor de Karl Popper como filósofo de la ciencia más grande del siglo XX, la figura de Thomas Kuhn y su historia de la ciencia, la figura de Rescher... el libro proporciona a todo lector interesado en ciencia y su relación con el pensamiento filosófico todo un "banquete" de datos, historias, definiciones, explicaciones, notas biográficas... trae además algunas entrevistas sumamente interesantes al autor publicadas en un periódico chileno y recogidas por primera vez en un libro, aparte de una sumamente interesante a Karl Popper, el gigante de la filosofía de la ciencia fue entrevistado en 1.989 por el autor, la transcripción de dicha entrevista ha sido para mí uno de los puntos más fuertes y sorprendentes del libro... 

Si el libro antes mencionado de Antonio Diéguez me dejó al final con un sabor agridulce en el sentido de que me hubiera gustado ver al autor mojarse más en el asunto de la relación entre los descubrimientos y avances científicos, aunque fuera solamente en su campo, el de la biología, y sus implicaciones en la filosofía y la concepción del mundo y del hombre; en este caso con el libro de Jesús Mosterín me ha sucedido justamente lo contrario, por fin encuentro una obra donde se muestre a la filosofía en relación con la actualidad de los descubrimientos de la ciencia, a la que será seguramente, le pese a quien le pese, la filosofía del futuro, no solamente una rama particular de la misma, tal y como sucede ahora con la filosofía de la ciencia, sino a la FILOSOFÍA con mayúsculas, aquella que lejos de ser ninguneada y canibalizada por la ciencia, como alguno augura, se constituirá en fiel aliada y compañera de viaje de la ciencia, si es que alguna vez ha dejado de serlo claro; un viaje que no tiene fin porque tampoco tiene final la búsqueda de la verdad ni tiene límites el conocimiento humano.

Por si alguien tiene curiosidad, aquí pongo un enlace a una interesante entrevista publicada por JotDown muy relacionada con el contenido de este libro.  


Lo mejor: Un trabajo excelente, cualquier aficionado lector a obras de divulgación científica podrá disfrutar con la lectura de este libro, muy recomendable también para los habituales lectores de obras de contenido filosófico, no digamos ya si se buscan además obras que conecten ambas ramas del saber. Por mi parte ha sido todo un descubrimiento y no tengo la menor duda de que leeré más obras de este gran pensador hispano más adelante, no todos los días se encuentra uno una unión tan perfecta y agradable entre claridad expositiva, sentido común y profundidad de pensamiento, he disfrutado con el libro.

Lo peor: La dificultad de la lectura es muy variable, hay capítulos y partes del libro que se leen de un tirón con suma facilidad, y otras que requerirán una lectura atenta y reflexiva... me han parecido especialmente árida, y quizás también algo excesiva en extensión, la parte dedicada a la crítica al principio antrópico. Me hubiera gustado que el autor tocara también el tema de la ética en relación con los avances médicos y biológicos... hay mucha, muchísima más materia de la expuesta aquí por Jesús para ilustrar la relación entre ciencia y filosofía, si bien también entiendo que al estar centrado el libro en la cosmología y las ciencias del Universo, en relación con sus leyes tanto en lo infinitamente grande como en lo pequeño, eran temas que podían quedar fuera de la temática del mismo.

Algunas partes dedicadas a la lógica, una de las especialidades de J. Mosterín, pueden dar dolor de cabeza ;-)... y no termino de tragarme ese término horripilante de "humanes" ideado por el autor, ¿no era más sencillo y elegante usar el término "ser humano" para evitar confusiones entre hombre (especie humana) y hombre (macho humano)?. Creo que es ir demasiado lejos en pos de la claridad y la precisión de los términos, uno de los estandartes personales de este filósofo.

sábado, 8 de marzo de 2014

Africanus, el hijo del cónsul

Ficha: "Africanus, el hijo del cónsul", Santiago Posteguillo, Ediciones B, 1.397 páginas (edición en formato "librino"), ISBN: 978 84 666 4646 8

Tras mi afortunada incursión en la obra del escritor valenciano con "Los asesinos del emperador", comentada aquí hace poco más de un mes, me quedaron muchas ganas de seguir leyendo sus novelas. Decidí no obstante continuar no con la segunda parte de la trilogía de Trajano, "Circo Máximo", recientemente publicada, sino con la anterior trilogía que le dió fama a su autor, la dedicada a Escipión el Africano, así dejaba tiempo mientras salía la versión en rústica de esta más reciente trilogía todavía inconclusa. Aparte de ser más caros no terminan de gustarme demasiado los libros de tapa dura, son ideales para una obra que hay que conservar y releer cada cierto tiempo pero los considero demasiado aparatosos para una novela que probablemente no volveré a leer.

Hace ya tiempo que le tenía echado el ojo a la trilogía sobre Escipión el Africano, posiblemente por mi interés ya lejano en el tiempo en ese periodo histórico de la segunda guerra púnica sobre el que había ya leído bastante, concretamente un ensayo sobre las guerras púnicas bastante interesante y sobre todo la gran novela histórica "Aníbal" del escritor germano Gisbert Haefs, durante años mi referente, casi único, en el género. Africanos, el hijo del cónsul, Las legiones malditas y La traición de Roma pasaron a engrosar la siempre abultada lista de los libros a adquirir en un "futuro".

De modo que me decidí y al final me hice con la trilogía entera, eso sí en un formato especial, y además por el mismo precio en total que el importe de un solo libro encuadernado en rústica. Tal y como señala acertadamente en este artículo Bernat Ruiz Domènech en su blog, el formato "librino" nació muerto desde el comienzo dado el nulo interés que han mostrado las editoriales españolas en el mismo. Solamente Ediciones B y con una selección de sus títulos más comerciales se han pasado al formato. Tengo que decir no obstante que parte de las críticas que el autor del mencionado artículo vierte sobre este formato no son ciertas, lo que me hace pensar que no ha leído un solo libro encuadernado de esta forma. Concretamente no es verdad que estén mal encuadernados, ni se les caen las hojas ni veo previsible su caída... al menos en este caso. 


Posiblemente el hándicap más grande al que se enfrentan estos libritos sea el tener que pagar, o depender al menos, de una patente holandesa... ahí si coincido con el autor. Lo de necesitar expositores especiales es lo de menos si más editoriales se hubieran lanzado a la aventura, al fin y al cabo el espacio que necesitan es mínimo, se leen con comodidad, pese a que hay que tener cierto cuidado al pasar las páginas. He leído recientemente algún libro de bolsillo en formato tradicional con letra más pequeña y más incómodo de manejar que estos "librinos".

Aparte de eso tengo que mencionar la belleza y el buen y cuidado diseño que ha puesto la editorial, tanto en la trilogía de Santiago Posteguillo como en otros títulos. Una pena que el formato haya quedado finalmente abandonado... en su día se anunció a bombo y platillo como una buena opción que pretendía, y eso ya es más que discutible, plantarle cara al libro electrónico luchando con las mejores opciones del libro en papel. Todo un despropósito pero que al menos sirvió para darle publicidad.

En la librería de los grandes almacenes donde los compré eran ya los únicos supervivientes de una docena de títulos que andaban ya olvidados en un rincón... una verdadera pena porque me parecen mejores que los habituales libros de bolsillo, estos SI que son verdaderos libros de bolsillo... hablo de libros que caben en la palma de la mano, holgadamente en el bolsillo de una chaqueta, y con obras que en su versión estandard supera las setecientas u ochocientas páginas. Una buena idea es una buena idea venga de donde venga. Por desgracia, y estoy seguro de ello, de aquí a poco van a ser un simple objeto de coleccionistas, y si no al tiempo.



Roma de nuevo, pero en esta ocasión la de finales del siglo III antes de nuestra era, una nación que se había erigido ya en una gran potencia en su ámbito geográfico, dominando toda la península Itálica, territorios de la Galia Cisalpina, Córcega, Cerdeña y Sicilia, y que comenzaba a extender su influencia por el norte de la península Ibérica y el mar Adriático. En su expansión se había encontrado con otra gran potencia, Cartago, y ambos rivales, antaño aliados contra las ciudades griegas del sur de la península Itálica y Sicilia, se habían batido ya en una larga guerra de 23 años que terminó en victoria de la potencia itálica. La república romana desde entonces no había hecho otra cosa que expandirse y acrecentar su poderío en esa parte del Mediterraneo mientras que la derrotada Cartago había renunciado a parte de sus posesiones y sobre todo había dejado de ser una gran potencia naval debiendo además de pagar pesados tributos de guerra.

Las cosas no se iban a quedar así durante mucho tiempo, con astucia y habilidad los cartagineses comandados por Amilcar comenzaron a expandirse por la península Ibérica, allí comenzaron a controlar y extraer plata de las minas y demás recursos que les iban a servir en una futura guerra contra Roma. Aunque esta se había erigido con los años en la principal potencia naval del "Mare Nostrum" no estaba a salvo de las ánsias de venganza y expansión del imperio cartaginés. 

El inicio, desarrollo y desenlace de la Segunda Guerra Púnica es de sobra conocido por cualquier interesado en historia antigua, pocos episodios hay tan famosos como la marcha de Aníbal sobre Roma con su legendario cruce de los Alpes, elefantes incluidos, una de las mayores hazañas de la historia militar, sus grandes victorias sobre los romanos, de hecho las mayores de toda la historia... y todo ello para ser finalmente derrotado. Hay un aire de tragedia épica en la historia del gran general cartaginés, sin duda alguna junto con Alejandro Magno y Julio Cesar el más grande militar de la antigüedad... sin embargo paradójicamente su vencedor final, el romano Publio Escipión, apodado tras su victoria "El Africano", no ha sido tratado por la historia como se merece. Es un caso insólito, casi único, en que el vencedor queda ensombrecido por la fama de su rival derrotado. 

Todavía recordaba mi lectura de "Anibal", hace ya más de quince años, como el autor alemán presentaba un cuadro complejo y completo de la personalidad del gran militar cartaginés, del porqué de su guerra contra Roma, que parecía a priori una empresa propia de un loco fanático ávido de venganza al que solo le movía un odio mortal. Nada de eso, Gisbert Haefs conseguía convencer al lector de la necesidad de tal campaña, promover sus simpatías hacia el gran general cartaginés, y hacer ver de paso a los romanos como los "malos" de la película en términos generales. Leyendo aquella gran novela uno llegaba a lamentar el fracaso de la empresa y desear que la historia hubiera tenido un final diferente...

Santiago Posteguillo toma esa misma historia, la amplía enormemente, le añade muchos más detalles, deja que sean los principales protagonistas los personajes históricos sin añadir demasiadas historias paralelas ni invenciones, y crea en mi opinión una obra muy superior contándola desde ambos puntos de vista, el romano y el cartaginés... pero sobre todo desde el primero, ya que será Publio Cornelio Escipión el principal protagonista. La historia comienza con el desembarco en Hispania de Amilcar Barca que junto con su ejército y su jóven hijo Aníbal de trece años comienza la expansión de Cartago en la península Ibérica. Curiosamente estamos en el mismo año del nacimiento de Publio, el autor deja así sellada desde un comienzo la relación que existirá entre la vida de ambos.

Este primer tomo de la trilogía termina con la sorpresiva toma de Cartago Nova, la actual Cartagena, por parte de los romanos comandados por un jóven Publio C. Escipión, una hazaña que el autor se ocupa de subrayar, seguramente nada desdeñable en comparación al paso de los Alpes por Aníbal, dadas las circunstancias con las que se encontraron los romanos en Hipania en aquel momento... la caída de una ciudad aparentemente inexpugnable en un periodo record de menos de una semana. Será el estreno en la guerra como general de un militar romano único en la historia, el primero en ostentar el mando de un ejército consular, dos legiones, sin el cargo de cónsul o proconsul dada su juventud... otro record.

No será el único, como tampoco serán los cartagineses los únicos enemigos de Publio. Roma en aquella época, así como más tarde en las postrimerías de la república e inicios del imperio, era un enjambre de maniobras políticas, alianzas, intrigas... leyendo la biografía del gran militar romano y por supuesto asistiendo al relato de Santiago con él se hace muy cierta la maldición china "así tengas una vida interesante", la vida del más notable de los escipiones fué muy interesante, apasionante incluso. No es extraño que hubiese material sobrado para no una novela, sino una trilogía entera.

Personalmente me ha encantado la inclusión entre los personajes principales de Tito Marcio, más conocido como "Plauto", ha constituido toda una agradable sorpresa, el capítulo dedicado a la representación de la obra de teatro "Asnaria" me parece de lo mejor de todo el libro... demostrando que no hay que recurrir a batallas, asesinatos y demás hechos épicos o sangrientos para crear emoción, intriga y mantener al lector en vilo devorando página tras página.

Y de estas hay a montones en el relato, asedios y caída de ciudades, enormes batallas campales, dolorosas derrotas, sacrificios, tragedias, estrategias políticas y militares, planes descabellados, emboscadas, traiciones... salpicado con notas sobre la dura, durísima vida de aquellos tiempos, pero también con la grandeza de unos personajes hijos de una época donde abundaron los seres extraordinarios para lo bueno y lo malo. Que el lector espere de todo menos aburrirse.




Lo mejor:  Una novela muy entretenida, bien narrada, con la acción cuidadosamente dosificada, una buena "puesta en escena" y repleta de datos históricos interesantes. Entretenimiento puro y duro, si, pero de calidad. No debería, y seguramente no debe ya a estas alturas, quedar ni un solo buen lector aficionado a la novela histórica sin disfrutar de esta trilogía. Su dimensión abultada, 720 páginas en la edición de bolsillo siendo el de menor extensión de los tres, no debe disuadir a nadie de emprender su lectura, se lee con suma facilidad.


Lo peor: Sin duda Santiago Posteguillo es de los escritores que como los buenos vinos mejora con el tiempo, tras leer la primera novela de cada una de las trilogías, la de Escipión y Trajano, me quedo sin duda con la segunda, más ambiciosa y trabajada. De todas formas confío en que en la siguiente entrega de esta trilogía de Escipión, para algunos lectores la mejor de las tres, se note el éxito y la experiencia que le proporcionaron esta primera novela. Hay episodios que hubieran merecido un tratamiento más detallado y no me termina de convencer el retrato que de Aníbal hace Santiago, lo siento pero en ese aspecto concreto me parece muy superior la obra de G. Haefs ya comentada. También me parece muy discutible la interpretación de que el plan original de agresión por tierra a Roma fuese idea original de Amilcar, o que sobreviviese más de un elefante al paso de los Alpes, aunque en la batalla de Cannae solo figure uno acertadamente... pero bueno, detalles sin importancia que no restan un ápice de interés a una buena novela.


viernes, 7 de marzo de 2014

Cartas a un joven científico

"Medita un poco sobre estas cuestiones: ¿cómo funcionan realmente los ecosistemas de un estanque?, la cumbre de una montaña, un desierto y una pluviselva?; ¿qué los mantiene unidos?; bajo qué presiones se desintegran a vece, y cómo y por qué? De hecho, hay muchos que se están viniendo abajo. La supervivencia de la humanidad a largo plazo depende de adquirir respuestas a estas preguntas y a otras muchas relacionadas sobre nuestro planeta natal. El tiempo se está agotando. Necesitamos un esfuerzo científico mayor, y muchos más científicos en todas las disciplinas. Ahora repetiré lo que dije cuando inicié estas cartas: se te necesita"


Ficha: "Cartas a un joven científico", autor Edward Osborne Wilson, Editorial Debate, 244 páginas, ISBN: 978 849 992 3604

De nuevo tengo que tender la alfombra roja en este blog para darle la bienvenida a otro libro de Edward O. Wilson, seguramente el mejor ensayista de ciencia vivo del planeta. Ya en junio del año pasado tuve el placer de vérmelas con su excelente libro "Consilience: La unidad del conocimiento", una de sus grandes obras que no puedo sino recomendar, a pesar de que discrepe en alguno de los argumentos en defensa de la unidad y convergencia entre las ciencias, ciencias sociales y humanidades que plantea el genial entomólogo, y que en el mismo observe según mi opinión, un trato escaso e injusto para la filosofía... pero son supuestas manchas que en nada empañan el brillo de un libro impresionante por la profundidad y alcance de sus planteamientos. 

Aquí estamos con una obra bien distinta, aunque algo del tema principal de la obra mencionada puede leerse, extremadamente resumido eso sí, en uno de sus capítulos. La obra está estructurada en cinco partes y comprende una veintena de breves capítulos redactados en forma epistolar. En ellos el científico, con una carrera de más de sesenta años a sus espaldas y encontrándose ya lógicamente casi en el punto final de su vida, se esfuerza en dirigirse a aquellos jóvenes interesados en la ciencia que pretenden hacer del trabajo en la misma y la investigación la meta de su vida. 



Para ello no dudará en salpicar el ensayo de abundantes notas autobiográficas, el comienzo de su afición por los insectos durante su niñez, en sus paseos por los bosques de su Alabama natal, una tierra cálida y semisalvaje que aún hoy reune una gran riqueza biológica. Nos hablará de su gran curiosidad y de como su pasión por los insectos, hormigas especialmente, terminó fructificando en sus estudios de biología, entomología (insectos) y finalmente mirmecología (hormigas) en una época en la que prácticamente no había especialistas en esa materia. Decenas de libros, premios, fundación de una nueva especialidad bautizada "sociobiología" que causó una gran polémica en sus inicios, investigaciones exitosas que forman un pilar fundamental en lo que hoy día sabemos no solamente de los insectos sino también de su distribución mundial y su relación con la evolución en la tierra... el libro nos mostrará como sus investigaciones sobre esas humildes criaturas poseen un gran valor para explicar muchas cosas sobre la historia de la vida. También, y como no, el libro abunda en consejos para el jóven estudiante de ciencia que sueña con realizar grandes descubrimientos como investigador... Wilson no engaña a nadie, hay mucho trabajo duro por delante y una dedicación casi fanática, pero el premio puede ser inmenso, él lo dice por experiencia.

La clave está en el término "pasión", que repetirá una y otra vez a lo largo del libro, también en el sentido común, en saber usar los recursos propios con inteligencia. Wilson rompe el mito de que el científico ha de ser forzosamente una persona con un coeficiente intelectual superior a la media, rompe también, y es una de las partes más interesantes del libro, con el mito de que en ciencia no hay nada que hacer si no se tiene una sólida base matemática. En su caso fue casi un analfabeto matemático hasta la veintena, solo en la universidad aprendió los rudimentos del álgebra que sus compañeros de clase dominaban desde la enseñanza media. Wilson tratará de desmitificar tanto las matemáticas como a la tecnología, son útiles, necesarias, imprescindibles en algunos casos de ramas de la ciencia que las necesitan para todo... pero todavía se puede hacer buena ciencia sin las mismas, no son la clave para una buena investigación, al menos en su campo. 

El trabajo en equipo, la forma de elaborar teorías y experimentar, como la fantasía mueve las ideas y estas toman forma de teorías que han de verificarse empíricamente... y al revés, como hechos observados que no poseen explicación sirven de fundamento a teorías... consejos que toman forma en algunos principios básicos que sorprenden por su sensatez, he aquí dos que expresa en relación con el tema mencionado de las matemáticas:

"Es mucho más fácil para los científicos adquirir la colaboración necesaria de matemáticos y estadísticos que, para los matemáticos y los estadísticos, encontrar científicos capaces de utilizar sus ecuaciones"

"Para todo científico, ya sea investigador, tecnólogo o profesor, cualquiera que sea su competencia en matemáticas, existe una disciplina en la ciencia para la que dicho nivel de competencia en matemáticas es suficiente para alcanzar la excelencia"

Wilson trata no solamente de orientar en la dirección correcta el camino de los jóvenes científicos, sino también, animarles a que emprendan el mismo, y lo hace de forma apasionada, muy en consonancia con su carácter, evita por todos los medios el pesimismo, que el estudiante de ciencias tenga la sensación de que está todo investigado, de que la ciencia ha progresado tanto que apenas queda campo por explorar, que todo depende en demasía de la tecnología... nada de eso, una y otra vez su voz resuena en el texto con el mismo mensaje machacón, vale la pena consagrar la vida a la ciencia si esa es tu pasión, queda mucho, muchísimo por descubrir todavía, y por supuesto es necesaria más que nunca en la historia de la humanidad la investigación científica, el futuro de la humanidad está en juego.
 
Lo mejor: Muy entretenido, instructivo y recomendable, especialmente para los fans del gran científico, leer a Wilson es un placer por la forma tan directa en que se dirige al lector, con los tecnicismos justos, sin rodeos y con la claridad meridiana con la que se expresa. Wilson ejemplifica una y otra vez lo que comenta en el libro, nunca asistiremos a una lección "teórica" sin ejemplos prácticos de como dicho tema o problema fué afrontado por él y su equipo de investigadores. Esa forma de pasar constantemente de la teoría y las ideas a ejemplos concretos otogra gran amenidad al libro. Recomendable también para aquellos que pretenden iniciarse en su obra, sirve perfectamente como carta de presentación. Y naturalmente, si como a mí, te encanta la  naturaleza, la biología, los insectos y todo lo relacionado con los "bichos"... disfrutarás con este libro, está lleno de sorpresas.
 
Lo peor: Quienes ya conocen otras obras mayores de Wilson este librito les sabrá a poco. No era un ensayo ambicioso, abundantes en su obra, sino una especie de "testamento vital" dirigido a las futuras generaciones de científicos e investigadores, cumple su papel pero me da la impresión de que se podía esperar más de este gigante.