miércoles, 4 de junio de 2014

Contra aquellos que nos gobiernan

 Ficha: "Contra aquellos que nos gobiernan", Lev Tolstói, Errata naturae editores,125 páginas, ISBN: 978 84 15217 63 3

Supe de la preocupaciones sociales y las ideas políticas del legendario escritor ruso (Guerra y Paz, Anna Karénina) a través de la obrita de teatro inserta en la excelente recopilación de Stefan Zweig "Momentos estelares de la humanidad", donde relataba los sucesos del final de la vida del gran escritor, concretamente su huída del hogar ante la incomprensión de su familia, especialmente la de su esposa, su intento de legar todos sus bienes a los pobres y su muerte solitaria en una estación de tren.

De noble ascendencia, hijo de condes, durante buena parte de su vida vivió una existencia indolente y disipada hasta que ya casi en la madurez una serie de crisis personales, espoleadas por su experiencia en la guerra de Crimea, le transformaron profundamente en alguien de hondas convicciones religiosas, humanísticas y pacifistas. Defensor a ultranza de la no-violencia, del vegetarianismo y pacifista convencido... cuando tal actitud contraria a la guerra era algo verdaderamente inusual, sus escritos de corte social y político inspiraron a personajes de la talla de Gandhi, con el que llegó a mantener correspondencia, y Martin Luther King.  Sus convicciones no solamente le empujaron a defender la no violencia y la hermandad entre los seres humanos en sus escritos sino que hizo cuanto pudo para predicar con el ejemplo, llegando a vivir apartado de su familia entregado a un oficio artesano y pagando de su bolsillo la fundación de una escuela para los hijos de los campesinos en la que hacía también de profesor. A su muerte, en 1.910, era una de las personas más respetadas y queridas de Rusia.

Este libro que comento aquí, de muy reciente publicación, enero de este mismo año, se compone de una serie de pequeños capítulos, quince en total, y una breve conclusión. Comienza con una especie de ensayo novelado donde se relatan las terribles condiciones de vida de los trabajadores del ferrocarril en Rusia, estamos en el año 1.900 y hace ya bastante tiempo que se está gestando lo que será la futura revolución rusa, un capitalismo salvaje y opresor que se nutre de mano de obra esclava junto con una sociedad todavía anclada en parte en el feudalismo. Un país subdesarrollado que trataba de subirse a toda prisa al tren de la modernidad a un precio terrible. 

Tolstói nos resumirá todo su ideario político en esta breve obra que puede ser leída perfectamente de una sentada ya que el estilo de su escritura es ágil, ameno y además tampoco es un libro excesivamente denso, más bien se trata de una recopilación de artículos periodísticos con aires de panfleto donde el autor va rápidamente al grano sin dar demasiados rodeos. Denuncias de las humillantes y degradantes condiciones de los obreros, ataques al sistema que hace tal cosa posible, a aquellos que lo mantienen y apoyan, críticas también a la incultura y la ignorancia de la clase obrera, culpable en parte de su situación al haberse encandilado con los bienes materiales fruto del progreso, los cuales para su elaboración, paradojicamente, necesitan de su esfuerzo y sacrificio.

Ataques duros al sistema capitalista, sin concesiones, para Tolstói la situación del obrero explotado por el sistema en su tiempo era incluso peor que la del esclavo de la antiguedad y la del siervo medieval, peor incluso que la situación de los animales y las bestias de tiro, ya que al menos a estas últimas se las consideraba posesiones valiosas, así también sucedía con los esclavos y los siervos... mientras que el obrero explotado solo era una pieza desechable de un mecanismo inhumano. Militares, jueces, abogados, políticos... todos estos "hombres de ley" se llevan también lo suyo al ser los guardianes de tan injusto sistema, un sistema que se reviste de naturalidad, de orden natural inevitable que hace incluso que las mayores atrocidades e injusticias ni siquiera pesen en las conciencias de sus responsables. 

"La luz eléctrica, los teléfonos, las exposiciones universales, todos los jardines de la arcadia con sus conciertos y sus diversiones, los cigarros y las cajas de cerillas, los tirantes y hasta los automóviles... todo eso me parece muy bien, pero que desaparezcan para siempre todas esas cosas junto con los ferrocarriles y las fábricas de telas y de paños, si para hacer perdurar todos esos manantiales de placeres y de comodidades, en provecho de una minoría privilegiada, el noventa y nueve por ciento de la humanidad debe permanecer en la esclavitud y continuar muriendo por millones a consecuencia del trabajo que se le impone. Si para que Londres y Petersburgo aparezcan iluminadas por la electricidad, si para que se eleven los magníficos pabellones de una exposición o para que podamos admirar bellos colores y finas telas, se precisa que algunas vidas humanas se destruyan o se abrevien o se echen a perder, alúmbrense Londres y Petersburgo con gas o con aceite, que no haya más exposiciones y que no se fabriquen más telas preciosas"

Mención aparte merece la crítica de Tolstói a las ideas socialistas que por aquel entonces impregnaban la vida política de Rusia y que evidentemente él conocia sobradamente, para él el ideal de una sociedad futura igualitaria y justa que preconizaban los seguidores de Marx y Engels estaba equivocado de raíz, la posesión por los obreros de los medios de producción para Tolstói no significaría nunca la liberación mientras siguiesen existiendo fábricas y talleres centrados en la producción de artículos no imprescindibles, fuese por imposición, necesidad o por voluntad propia nada cambiaría mientras no fuese abolida la propiedad privada, las leyes que la sostienen y por supuesto la violencia que sirve de coacción para el cumplimiento de las mismas.

Tenemos pues el retrato de un pensador anarquista, libertario, con una profunda desconfianza en los gobiernos, en todo tipo de gobierno, y por supuesto en las leyes creadas para el sostenimiento del poder. Finalmente Tolstói marcará el camino que conduciría a una hipotética liberación de la humanidad, solo ve como salida de la situación una concienciación a nivel individual y un compromiso firme con la no-violencia, y sobre todo una negativa en la medida que se pueda a colaborar con las injusticias del mundo. El boicot, la pasividad y la no colaboración con un sistema injusto, a la vez que una transformación personal y un compromiso de por vida con la causa de la no-violencia ya que para Tolstói toda forma de gobierno es opresiva y se fundamenta en el uso de la fuerza... usar la misma para derrocar a un gobierno injusto suponía para el novelista ruso caer en una contradicción que terminaría sofocando cualquier intento por evitar la perpetuación de la injusticia.


"Igual que sucede con las sociedades enfermas. Si el malestar que padecemos tiene su origen en la violencia ejercida por ciertos hombres contra otros, no podremos mejorar nuestro estado si continuamos sosteniendo la violencia de los gobiernos, o si la reemplazamos por la violencia de los socialistas revolucionarios. Podíamos tener ilusiones acerca de ese punto cuando la verdadera causa de la desdicha de los hombres nos era desconocida. Pero hoy sabemos que nuestra sociedad padece por la violencia, y no podremos curarla sosteniendo la violencia en una u otra forma. Para el alcohólico no hay más que una cura, reconozcámoslo: abstenerse de beber vino, es decir, suprimir la causa de su enfermedad. Para nosotros, que queremos acabar con una organización injusta, no hay más que un remedio, abstenernos de practicar la violencia: la violencia física, la enseñanza sistemática de la violencia y toda justificación social de la violencia."

Lo mejor: Un ensayo breve e intenso que con una excepcional lucidez se anticipaba a las reivindicaciones pacifistas, de liberación nacional y la lucha por la igualdad, marcando con mejor o peor acierto la raíz de los problemas y la solución a los mismos. Humanidad, sentido común y una hermosa visión de la hermandad de los seres humanos con una voz que nos habla desde los albores del siglo XX y que sigue teniendo aún plena vigencia. Sea por los motivos expuestos por el autor, sea por la mala aplicación de sus principios, resulta revelador el anuncio del fracaso de la puesta en práctica del "paraíso del proletariado" de los regímenes comunistas... casi dos décadas antes de que estallara la Revolución Rusa. Por desgracia también las críticas al sistema capitalista y al consumismo extremo y vacío, ambos van íntimamente ligados, siguen teniendo plena vigencia.


Lo peor: Tolstói no confiaba demasiado en la ciencia ni en la tecnología si estas no iban en pos de la liberación del ser humano, del alivio de su sufrimiento y del aumento del bienestar generalizado, no solamente del disfrute de unos pocos. Es por eso que a pesar de su innegable valor me termina pareciendo un poco reaccionario al preconizar la vuelta del ser humano a sus orígenes campesinos, él precisamente que era hijo de nobles y que disfrutó de una esmerada educación se erige en defensor de la vida sencilla del campo... seguramente acierta cuando la prefiere a la brutalidad de las fábricas y la deshumanización de las cadenas de montaje o los talleres de costura, pero dudo mucho que la difícil y durísima vida de los campesinos rusos fuera tampoco un modelo deseable.


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