"Ingrata patria, ne ossa quidem habebit"
"Ingrata patria, ni siquiera tienes mis huesos."
Epitafio que había inscrito en la tumba de Publio Cornelio Escipión.
Ficha: "La traición de Roma", Santiago Posteguillo, Ediciones B, 1.563 páginas (edición en formato "librino"), ISBN: 9788 466 649 445
Termino aquí mi comentario a la monumental obra del escritor valenciano iniciada ya hace más de un año con "Africanus, el hijo del cónsul", y continuada unos meses más tarde con "Las legiones malditas". Una monumental trilogía dedicada a ese enorme, y casi olvidado, general romano cuyas acciones cambiaron el curso de la historia. Y digo olvidado porque sin duda alguna hay otros personajes de la antigua Roma que aunque si estuvieron a su altura, como por ejemplo Julio Cesar, o incluso menos, han sido más recordados tanto en obras literarias como en la literatura y el cine por ejemplo les ha rendido un notable tributo. Incluso su gran rival, Aníbal, ha gozado de una mayor popularidad literaria, aunque el romano demostrase estar totalmente no solo a su nivel, sino incluso por encima en el terreno militar... algo que Santiago sostiene en esta trilogía y que resulta perfectamente creíble, no solamente por su victoria en Zama, sino por toda su campaña anterior llevada con maestría y en perpetua lucha no solamente contra un enemigo implacable, sino también contra feroces enemigos políticos en su misma ciudad de Roma, quien dijo que la historia la hacen los siempre los vencedores olvidó el hecho de que incluso en el bando de estos también hay vencidos, y ese es el caso del "Africano".
Ambos, Publio Cornelio Escipión y Aníbal Barca, los más grandes generales de su tiempo, fueron cohetáneos, rivales y semejantes en muchos aspectos. Ambos dirigieron ejércitos que consiguieron victorias consideradas imposibles, ambos fueron traicionados y exiliados de su patria, y finalmente las tumbas de ambos quedaron ocultas, una, la del general cartaginés rápidamente sepultada en el olvido y otra, la de su gran rival romano que tampoco resistió mucho el paso del tiempo. Si las memorias, que se sabe que escribió Publio Cornelio, se hubieran conservado quizás la posteridad hubiera sido un poco más magnánima... pero tal vez fue mejor así.
En fin, sea como fuere aquí está nuestro maestro en novela histórica para rendirle un homenaje a esta gran figura histórica, y no pequeño por cierto. Una trilogía de lo más recomendable que culmina en esta "Traición de Roma", el tercero pero no el menos interesante, ni mucho menos, tomo de la misma. Haciendo un poco de memoria, si la primera parte se nos narraba la historia desde el nacimiento del protagonista hasta su nombramiento como general y el comienzo de lo que parecía una misión suicida en Hispania, la segunda parte nos narraba con todo lujo de detalles la accidentada y feroz campaña contra los cartagineses en Hispania, Italia y África que culminará en la gran batalla de Zama que puso punto y final a la segunda guerra púnica, en esta ocasión la historia comienza justo donde quedó en el tomo anterior, en un ejército romano victorioso tras la batalla de Zama.
¿Y ahora qué? ... lograda la mayor empresa de Escipión solamente le quedaba en la vida recoger los frutos de tantos triunfos militares, tanto sufrimiento y tanto trabajo en una tarea digna del mítico Hércules, ¿veremos en esta tercera parte al gran general dedicado a la administración y cultivo de sus tierras? ¿o quizás dormitando amodorrado en alguna sesión del Senado?. Nada de eso, en la antigua Roma, así como en épocas posteriores, era normal que los militares victoriosos hiciesen luego carrera política, una guerra de otro tipo quizás menos incruenta pero no menos encarnizada. Dicen que en la vida un enemigo fiel es lo más parecido a un amor verdadero, nunca te abandona, y al bueno de Publio nunca le abandonó la pasión, en este caso negativa, de Marco Porcio Catón, un rival muy inferior a él en el terreno militar, pero muy superior en las más complicadas y traicioneras arenas de la política. Fue esa una batalla que no consiguió ganar, la rivalidad entre ambos será el motivo principal de esta entrega final.
Naturalmente aunque las intrigas políticas sean el plato fuerte del libro no será lo único que tendremos, cualquiera que conozca la historia sabe que faltaba un elemento militar todavía, y de gran envergadura, otra gran batalla en la que el gran general romano se vio involucrado, la campaña en Asia contra Antíoco III y su imperio seleúcida que culminó en un acontecimiento de una magnitud no menor a la de Zama... aunque en esta ocasión no le correspondió comandar las tropas, su hermano Lucio fue el general elegido, su presencia en Asia fue mucho más que testimonial, tal y como relata Santiago en esta entrega.
De modo que no hay peligro que los amantes de la acción y la épica terminen aburridos, a las intrigas políticas ya mencionadas, acompañadas por suerte con una recreación más exhaustiva del autor en la psicología tanto de Publio Cornelio como de su gran rival, se suma el relato de la gran campaña de Asia. En este caso no tendremos ese ritmo endiablado que nos llevaba de un lado para otro sin respiro como en la anterior entrega, pero sí la suficiente intriga como para tenernos con el alma en vilo durante buena parte de la novela, una labor en la que Santiago es un consumado maestro.
La batalla de Magnesia será recreada con todo lujo de detalles, al igual que en Zama y luchas anteriores uno parece estar viviendo la lucha desde dentro, las tribulaciones de los generales, la preparación del terreno, la estrategia de uno y otro bando, las distintas formaciones y los generales que estuvieron a su cargo... casi puede uno sentir el temblor del suelo ante la carga de la caballería acorazada siria, el bramido de los elefantes moribundos, el silbido de las flechas, los gritos de los heridos, las cargas de los carros de guerra en medio de una polvareda, la imagen del general del ejército romano, Lucio Escipión en este caso, montado a caballo y girando su espada en el aire 360 grados como anuncio del comienzo de una lucha a muerte... un espectáculo grandioso y terrible como presenciar de cerca la erupción de un volcán sin poder salir corriendo, y es que las guerras de aquella época eran otra cosa.
¿Qué puede hacer un general cuando se enfrenta a un enemigo que posee un arma contra la que no tiene defensa?... la respuesta la dio ya el gran Alejandro en la batalla de Gaugamela y de nuevo esta estrategia fue usada por los romanos en Magnesia, no lo desvelaré aquí, ya que creo que es mucho mejor que si el lector llega a ese punto de la novela lo ignore por completo, si es que consigue evitar la curiosidad claro. A pesar del lugar central que ocupa la campaña de Asia en el libro como comentaba antes este no es el tema más importante, aunque se agradece algo de lucha y épica, que de todas formas estaba en la historia ;-), para aligerar un poco el relato de las desventuras de la familia de los escipiones.
Y es que realmente la lucha más importante expuesta en el relato de Santiago se libró en el Senado romano, luchas de alianzas, sobornos, interpretaciones literales de las leyes cuando conviene y apelaciones a la tradición cuando es necesario, maniobras de distracción, brillantes discursos, derrotas tácticas necesarias para afrontar temas más importantes, avances y retiradas estratégicas... durante un tiempo Publio Cornelio pareció desempeñarse tan bien en este escenario de guerra como en el otro, aunque al final la realidad se impuso. El personaje de Catón es seguramente uno de los aciertos del libro, demuestra como las puntos fuertes de alguien se pueden tornar en debilidad, y viceversa. Santiago nos lo retrata como alguien inteligente, cruel, retorcido, envidioso... pero también honesto consigo mismo y con la causa que defiende, equivocada o no, terco, irreductible, inasequible al desánimo, gran orador y también perfecto conocedor de las leyes y tradiciones de la ciudad eterna. Un rival de gran altura que paradójicamente tenía algún punto en común con Publio, la entrega a una causa sin reparar en medios y sacrificios personales y sin ánimo de enriquecimiento o empoderamiento personal por encima de las instituciones del estado... una pena que estos dos romanos fuesen enemigos políticos, enemigos a muerte, ya que en algunos aspectos se parecían bastante.
Aparte de los dos grandes rivales nos encontramos a otros personajes ya conocidos del lector, a los que se suman con un nuevo protagonismo dos de sus hijos, Publio Cornelio hijo y Cornelia su hija menor, al fiel Lelio, a Plauto, a un infortunado Aníbal que como Publio irá de mal en peor, a la ex-esclava egipcia Netikerty... una más que digna conclusión de la que seguramente es la mejor trilogía de novela histórica escrita en castellano, aunque sea de forma temporal ya que estamos todavía a la espera de que Santiago nos dé una alegría un día de estos y concluya la monumental, y mucho mejor en mi opinión, trilogía sobre Trajano que todavía anda inconclusa. Que a nadie le asuste la envergadura de estos libros, se leen con gran rapidez y constituyen una lectura de entretenimiento poco menos que ideal, sobre todo para estos meses de verano que tenemos ya encima.
Lo mejor: Lo de siempre tratándose de Santiago, una historia fantástica a la que no se puede pedir más, bien escrita, bien narrada, perfectamente "dosificada" para que no se le atragante al lector más novato pero a la vez con la suficiente calidad como para atraer al lector exigente. Toda una gozada que no hay que perderse si uno es forofo del género de la novela histórica.
Lo peor: Santiago en los apéndices comenta un par de hechos que aunque parezcan inventados no lo son, uno sucedió realmente y un par de ellos bien pudieron haber sucedido... mejor hubiera sido que añadiese una relación de sucesos no ya de la novela sino de toda la trilogía que han sido sacados directamente de su imaginación aunque quizás sería pedir demasiado y esos apéndices ocuparían entonces unos cuantos capítulos. No hay que olvidar que no estamos ante un libro de historia sino ante un relato de ficción, y de entretenimiento puro y duro, por muy bien documentado que esté y por mucho que el autor consiga meternos más de un gol. En ocasiones también "marea la perdiz" en exceso, alargando el relato y dando vueltas a lo mismo, ese aspecto cansino y repetitivo , ese "tufo" que en ocasiones despide un poco la obra a "culebrón televisivo" afortunadamente estará bastante más ausente en su siguiente trabajo "Los asesinos del emperador", también comentado aquí. Santiago progresa como narrador y novelista y a mejor afortunadamente, espero poder comentar su segunda entrega de la trilogía de Trajano en breve.
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