Ficha: "El bonobo y los diez mandamientos. En busca de la ética entre los primates", Frans de Waal, Tusquets Editores, 280 páginas, ISBN: 9788490660263
Hace un año publicaba en este blog una reseña sobre otro libro de Frans de Waal, seguramente el primatólogo más importante e influyente del mundo, excepto quizás la gran Jane Goodall, y todo un pionero de la investigación de la naturaleza y comportamiento de los simios en cautiverio. Autor de numerosos libros donde no solo se limita a desentrañar las claves de la vida social y la psicología de los simios sino que no se arredra en "mojarse" y meterse en materias, en principio ajenas a su especialidad, pero muy relacionadas en cierta forma con su trabajo... es decir, ofrecer opiniones muy bien fundadas sobre la sociedad y comportamiento "humanos".
Si ya "La edad de la empatía" caminaba por esos derroteros, los de salirse un poco del tema del estudio de los simios y otras especies de mamíferos avanzados, para enjuiciar de paso algunas ideologías dominantes y falsamente basadas en el mundo natural y la evolución darwiniana, en esta ocasión se mete de lleno en el tema.
Este es pues un libro un poco escrito "a la contra", un libro que fundamentalmente expresa una protesta contra la mala utilización de la teoría de la evolución de Darwin con fines políticos, y no solamente eso, sino también contra una torpe ceguera que ha guiado a la filosofía política y la antropología hasta hace bien pocos años. La falacia puesta en tela de juicio no es otra que la consideración de la naturaleza humana como eminentemente egoísta, donde cualquier comportamiento cruel, agresivo, egoísta y manipulador era visto como "natural", y cualquier comportamiento cooperativo, empático y solidario era puesto en tela de juicio por considerarse eminentemente hipócrita e interesado... vamos que daba lo mismo. Si partimos de la premisa de que el ser humano es egoísta y competitivo por naturaleza, ya que le va la vida en ello, no puede ser de otra forma, de ahí que la pulsión a sobrevivir y reproducirse, adaptándose de paso al medio, no podía ser más natural... siendo la cooperación y la empatía "desviaciones" de la ley natural. Sin embargo algo hay que no cuadra en esta ecuación.
Si partimos del hecho que el ser humano es, al igual que el resto de los animales, fruto de la evolución biológica, y que nuestro antepasado más cercano era un simio descendiente de los que hoy conocemos como primates superiores, entonces nos llevamos algunas sorpresas en cuanto estudiamos el comportamiento de los simios... por un lado descubrimos como era de esperar comportamientos egoístas, mentiras, manipulaciones... incluso alianzas "políticas" y crímenes, pero por otro lado, como muy bien señala Frans de Waal descubrimos grupos jerárquicos donde lo habitual no es la imposición por la fuerza, sino la cooperación, la asistencia a los más débiles, el respeto a unas normas establecidas por el bien del grupo, la intermediación en conflictos, la adopción y ayuda a miembros del grupo con los que no se comparte herencia genética alguna... y de hecho este tipo de comportamientos, incluso entre los chimpancés, el simio más inteligente y más parecido socialmente al hombre son la norma, no la excepción ¿consideramos pues contra toda lógica como más "naturales" entre los primates los rasgos que apuntan al bien individual y al egoísmo pese a ser los menos frecuentes con diferencia? ... eso no se sostiene. Durante décadas Frans y el resto de los primatólogos tuvieron que olvidar lo que sus ojos veían, casi todos los resultados de sus experimentos donde probaban sobradamente que entre los simios hay indicios más que sólidos de algo que no dudaríamos en calificar como empatía, apoyo humanitario e incluso moral y sentido de la justicia, elementos que siempre se habían considerado propios en exclusiva de nuestra especie.
En el momento que Frans y sus colegas presentaban resultados de sus experimentos en comportamiento animal eran duramente criticados, ridiculizados incluso, sus conclusiones eran tachadas de visiones puramente antropocéntricas... en pocas palabras y como dice el refrán, "no hay más ciego que el que no quiere ver". Era un sesgo cognitivo en el que cayeron uno tras otro eminentes biólogos, empeñados en defender sus ideas de toda la vida, porque si atribuimos empatía y buenos sentimientos a los animales, si otorgamos un sentido moral a los primates superiores... entonces cae la bomba, LA MORAL TIENE INDUDABLES ORÍGENES BIOLÓGICOS, no es fruto ni de la cultura, ni de la filosofía, ni de la religión... si acaso las diferentes culturas, a través habitualmente de las religiones, refuerzan el tono moral de una sociedad, pero no es esta sino la propia naturaleza humana, como primates que somos, la que fundamenta la misma.
¿Son pues necesarias las religiones?, para Frans de Waal solo hay una respuesta, "indudablemente de momento sí", en ese punto marcha de la mano con el filósofo Alain de Bottom quien en su libro "Religión para ateos" destaca que si bien hace tiempo que las religiones han quedado superadas en el plano ideológico o filosófico todavía cubren un vacío que ninguna ideología "laica" cubre o puede cubrir al menos de momento. Son todavía necesarias para dar cohesión social y promover la espiritualidad, entendida esta como el cultivo de las buenas cualidades humanas, en buena parte del mundo. Me recuerda a la idea de Voltaire de "si Dios no existiese habría que inventarlo", naturalmente siempre tendremos el ejemplo contrario de guerras y fanatismos religiosos... que no olvidemos son poco representativos en conjunto, por mucho que salten a las portadas de los periódicos. De ahí la crítica que de Waal lanza con el grupo de nuevos ateos encabezados por Dawkins y su "cruzada atea", comprensible por la influencia política que tienen en los EEUU los fanáticos cristianos que niegan la teoría de la evolución, pero en general una idea poco afortunada que no representa el sentir de la mayoría de los agnósticos y ateos de occidente quienes no tienen, no tenemos, problema alguno para convivir con las religiones.
Vemos que el título del libro nos da la clave de su tema principal, en este caso la alusión al bonobo se hace porque esta especie de simio, poco conocida hasta hace un par de décadas, lleva al extremo ese comportamiento empatico y solidario descubierto entre los primates. A diferencia del chimpancé, el bonobo no utiliza la violencia para sentar las bases de su jerarquía, y también a diferencia de este no se conocen casos de asesinatos entre la población de bonobos. El bonobo o "chimpancé pigmeo" utiliza el sexo como sistema habitual para resolver conflictos, incluso entre miembros del mismo sexo, algo insólito y único entre las especies de primate... lo que le ha valido apodos como el "mono hippie" o el "primate de izquierdas", dado incluso su sistema matriarcal, para diferenciarlo del primate violento y egoísta "de derechas" que sería el chimpancé y el resto... tonterías porque como bien demuestra Frans, incluso en una sociedad chimpancé donde no son raras las agresiones físicas, la manipulación y el engaño es la cooperación y la ayuda lo que predominan siempre.
El libro, al igual que el ya mencionado, abunda en ejemplos sacados de los experimentos de Frans y su equipo realizados durante décadas, y sobre todo de observaciones de grupos de simios criados en cautividad, donde podemos constatar la complejidad de sus aparentemente simples sociedades, el sentido de la justicia, los numerosos casos de apoyo a los más débiles, incluso de la "adopción" por parte de adultos a algún que otro huérfano. en el caso de los bonobos vemos la utilización del sexo para dirimir conflictos, y de forma generalizada la preocupación por el resto del clan y los sentimientos, inclusive el de culpa, y el sentido de responsabilidad por acciones que van contra el bien común. Encontramos también, como no podía ser de otra forma en un primate jerárquico como nosotros ;-), el respeto por unas normas establecidas por el grupo que en modo alguno suponen el abuso de los ocupantes de la cima de la misma contra los ocupantes de la base... ya quisiéramos los humanos vivir en sociedades jerárquicas más parecidas a las de los simios. De hecho no son raros los casos en los que un "macho alfa" ha intentado pasarse de la raya en su aplicación de la disciplina a un díscolo miembro inferior y se ha encontrado con el correctivo del grupo en conjunto... o a un bonobo excesivamente agresivo que ha trasgredido uno de los tabús de esta especie, la violencia contra los pequeños está prohibida, para encontrarse con la agresión coordinada del grupo... vamos de una insubordinación en toda regla, que le obligan a quedarse en su sitio, pues nada puede un individuo, en cualquier sociedad humana o primate, solo contra la acción conjunta de una comunidad.
Lo mejor: Un libro ameno, bien escrito, interesante y sencillo de leer aunque no exento de ideas profundas y de gran transcendencia, no solamente para el reducido campo de los simios superiores, sino para sacar conclusiones acerca de la naturaleza del ser humano. Me ha gustado en particular la crítica a la mala utilización de la ciencia esgrimida por el autor donde se constata que si bien el método científico es la herramienta más poderosa conocida por el hombre para el conocimiento del mundo, este al estar realizado por seres humanos, imperfectos por definición, puede quedar viciado y no ser todo lo riguroso que se supone. Las referencias a los cuadros y pintura del Bosco incluidos de propina en el libro son especialmente sugerentes... ahora que se va a estrenar una gran exposición sobre este pintor en Madrid dan ganas de hacer las maletas e ir a verla como sea. En definitiva, otro ejemplo excelente de como hacer ensayos de ciencia que no se quedan solamente en su ámbito y pueden interesar a un público mucho más amplio.
Lo peor: Frans se "moja", y evidentemente saca los pies del tiesto en unas cuantas ocasiones... personalmente lo considero un acierto del libro, de hecho recomiendo cualquier trabajo que escriba este hombre porque me parece la lucidez y la sensatez en persona, pero es inevitable pensar que cuando no pisa su terreno corre el riesgo de meter la pata. Coincido con su opinión sobre la religión y su crítica a Dawkins y Sam Harris, pero hay quien puede perfectamente no estar de acuerdo con la misma o defender un ateísmo militante, me da la impresión de que en ocasiones peca un poco de ingenuo y desde luego en el tema de la religión hay mucho más de lo que él expone, normal si tenemos en cuenta su perspectiva del tema desde Holanda, pues en su tierra hay debates y asuntos ya resueltos desde hace mucho tiempo, un país que convierte iglesias desacralizadas en bibliotecas públicas tiene todo mi respeto ;-).