Ficha: "50 batallas que cambiaron el mundo", William Weir, colección Books4Pocket, 574 páginas, ISBN: 978 849 682 9640
Repasando los libros pendientes de leer y ya prácticamente olvidados en mi pequeña biblioteca me encontré con este que puede presumir, o casi, de ser el que más tiempo lleva esperando ser leído, casi siete años. Eso de dejar libros en "espera" por tiempo indefinido es una de mis malas costumbres y me temo que no soy el único lector empedernido que hace lo mismo, que adquiere y amontona libros que al final nunca lee. Sea como fuere por fin le llegó su turno a este ensayo que me ha venido a reconciliar un poco con ese lado "friki" que poseo como forofo de la historia, y especialmente de la historia de los conflictos armados.
Nos encontramos aquí con la obra de un desconocido ensayista norteamericano, esta es su única obra publicada en castellano, nacido en 1.928, tiene por lo tanto 88 años, (si es que sigue vivo y la Wikipedia no anda desactualizada), fue policía militar en su juventud y más tarde corresponsal de guerra en la 25ª División de Infantería en la Guerra de Corea. Es por lo visto autor de numerosos artículos de temática militar en varios periódicos norteamericanos y escritor de ensayos de temática militar. Todo un especialista en el tema vamos. Alguien que ama el estudio de las guerras en la historia y que ha publicado varios libros de divulgación sobre recopilaciones de las más importantes, y curiosas, de la historia. Este fue su mayor éxito, publicado además en 2.004, y que nos viene a mostrar un conocimiento de los temas que trata y una erudición verdaderamente excepcionales.
En mis años de estudiante de EGB tuve un profesor que nos decía que en el tema de las guerras había tres consideraciones a tener en cuenta, la primera eran los antecedentes, el porqué se había desencadenado la guerra, la segunda el desarrollo de la misma en sí, y la tercera las consecuencias del conflicto. Siempre nos recalcaba la importancia de la primera y la tercera... de hecho nos invitaba a estudiar y exponer en los exámenes de forma muy superficial la segunda. Es una opinión que siempre he compartido, puesto que las guerras no surgen de la nada y desde luego que posteriormente tienen consecuencias, son acontecimientos que concentran un esfuerzo humano sin comparación posible con ningún otro y que cambian el curso de la historia para siempre... de hecho se podría definir la historia casi como la enumeración de los conflictos humanos. Es solo una definición posible como la historia de la economía, del pensamiento, del fenómeno religioso, de las migraciones y descubrimientos etc etc... lo cierto es que la historia de los conflictos humanos posee un atractivo innegable y propio. Dejando de un lado el hecho de que constituyen una fuente incalculable de sufrimiento y muestran, más que ningún otro acontecimiento, hasta donde puede llegar la maldad y la estupidez de nuestra especie, eso es innegable, también es cierto que en los indeseables conflictos armados, especialmente en los modernos a gran escala, es donde se concentra la mayor cantidad de inventiva y destreza técnica y además en un espacio de tiempo reducido.
A lo largo de esas 50 batallas que el Sr. William Weir nos muestra vamos a ser testigos de enormes esfuerzos, sacrificios, sufrimientos... pero también de ingenio, lecciones de estrategia, de cómo las debilidades humanas influyen en el curso de los acontecimientos, de grandes dotes de liderazgo... y también de errores garrafales, de excesos de confianza, de soberbia con fatales consecuencias. Veremos que no siempre el bando más numeroso y con mayor número de efectivos es el que gana, comprobaremos la importancia de la moral de las tropas, del terreno que ocupan durante las batallas, de la tecnología, la ingeniería y el armamento, de los efectos siempre nocivos de la falta de respeto al adversario, de las simulaciones y el engaño, del terror y la técnica psicológica de intentar amedrentar al enemigo, de en definitiva del inagotable ingenio humano centrado en dañar y destruir. En verdad somos una especie verdaderamente cruel y dañina... y el que no lo crea que abra un libro de divulgación histórica como este y comience a leer.
Me resulta sorprendente que Weir haya esperado tantos años a producir un ensayo como este, es autor de otros libros y la verdad es que si son la mitad de buenos que estas "50 Batallas... " pues que vale la pena leerle si uno está interesado en el tema. Es difícil concentrar en un solo trabajo un esfuerzo de erudición y una diversidad de temas, datos y diferentes épocas semejante a este. La sensación que tengo es de haber "raspado" apenas la punta del tremendo iceberg que constituye la documentación necesaria para producir un libro como este. Weir ha consultado casi doscientos libros y artículos, relacionados en las últimas páginas, para elaborar este trabajo... y el resultado ha sido bastante bueno aunque algo irregular.
La selección.
Es evidente que escoger cincuenta de los seguramente varios cientos de batallas importantes de la historia es una tarea condenada de antemano al fracaso y a la crítica. El autor así lo reconoce en el prólogo, confiesa su sesgo de escritor anglosajón y norteamericano, confiesa su sesgo de occidental y aun así defiende su selección con la idea, discutible, de que en general las batallas libradas en occidente, o bien, donde había un bando perteneciente al mundo occidental, en general han sido las más decisivas para el curso de la historia. Pudiera ser, no voy a discutirle eso a un historiador, pero lo que si es discutible desde luego es la selección.
Indudablemente hay batallas que por su relevancia cualquier historiador pondría en una antología, Stalingrado y Cannas por ejemplo, sin embargo ¿porqué no Kurks y Zama en este caso? ¿porqué meter dos batallas de la guerra de independencia americana que no fueron decisivas, como Saratoga y Bunker hill? ¿qué pinta aquí El Álamo? ¿o la batalla de Lutzen en la guerra de los 30 años? ... bueno y la inclusión de Chickamauga de la Guerra de Secesión Americana y el desprecio de Gettisburg solo puedo calificarlo de excéntrico. El título de "50 grandes batallas de la historia" era más apropiado... porque además este buen señor se atreve a ordenarlas no por orden cronológico, sino por "importancia"... esto ya es directamente un suicidio, mejor no comento nada de ese orden propuesto por el autor... es que poco bueno podría decir :-D. Está claro que los editores, y él mismo, buscaron el sensacionalismo desde el primer momento para captar lectores... algo estúpido porque el libro no lo necesita. Es muy bueno y no necesita venderse de esta forma tan burda... yo lo hubiera adquirido de todas formas ;-).
Rompiendo mitos.
A través de la narración de las batallas vamos a asistir a un repaso a la historia, generalmente la transcurrida en occidente, que viene muy pero que muy bien para refrescar la memoria y también para realizar algunos descubrimientos la mar de interesantes. En mi caso han sido varios, y es de agradecer la actitud del autor empeñado en consultar diferentes fuentes y mostrar en ocasiones una visión diferente a la historia oficial... si es que a estas alturas podemos afirmar que tal cosa exista. Por poner un ejemplo, he podido constatar que en ocasiones mis conocimientos de historia no es que fueran superficiales, es que además estaban distorsionados por determinadas lecturas (dejemos el tema de las visiones cinematográficas de acontecimientos históricos aparte), concretamente tras leer hace años la excelente novela "El conde Belisario" de Robert Graves, estaba convencido de que con el pobre Belisario se había cometido una gran injusticia al apartarle de la dirección de la campaña en la península Itálica y que el posterior triunfo del general Narses se debía fundamentalmente a el hecho de haberse encontrado la mayor parte del trabajo hecho ya por Belisario, así como haber disfrutado de mayores medios... algo que se le había negado al "Conde de los Establos Reales"... pues no, según el Sr. Weir, el consejero Narses no tuvo muchos más medios que Belisario y además desplegó una brillante ofensiva tanto en el terreno militar como en el político y diplomático, y en esto último Belisario hay que reconocer que era un negado por muy brillante que fuera en el terreno militar.
Otro de los mitos que caen leyendo a Weir es que la batalla de Cannas fue un ejemplo de "maniobra envolvente"... pues no, no lo fue, el ejército romano quedó atrapado y fue aniquilado... pero ni la maniobra del ejército cartaginés fue tan ejemplar ni tampoco los jefes romanos fueron tan incompetentes como se ha querido mostrar... Weir reivindica en cierto modo la figura del cónsul Varrón. Me ha gustado especialmente también el trato que el autor reserva a la actuación española tanto en el conflicto que involucró a la "Armada Invencible" como a la conquista de México y la guerra de Cuba. Vemos que su visión está bastante alejada de la tradicional de los historiadores anglosajones, al fin y al cabo los vencedores son los que escriben la historia, y no le duelen prendas al reconocer y afirmar con rotundidad que el incidente del Maine, por ejemplo, fue un simple accidente aprovechado para iniciar la guerra de 1.898 con España, y que los españoles no eran esos monstruos avariciosos y sedientos de sangre que han pintado tantas veces en el tema de la conquista de América. Otro de los mitos que cae en el relato de estas batallas es el de Atila, en nada parecido realmente a la visión que el cine o la literatura haya podido ofrecer.
Otro apartado que hay que resaltar del libro es que la concepción de "importancia" en relación a las batallas reflejadas en el libro muchas veces depende de un concepto bastante sutil por parte del autor, así por ejemplo en referencia a la mencionada "Saratoga" de la Guerra de Independencia Norteamericana y que es con diferencia el capítulo más aburrido, pletórico de detalles y confuso del libro, se debe a que tras ese enfrentamiento, que en realidad constó de una serie de escaramuzas de guerra de guerrillas más que de una verdadera batalla, distintas naciones de Europa, como Francia o España, decidieron apoyar a los rebeldes... en ese aspecto sí que fue decisiva. O que la lucha de la colonia del África Oriental alemana contra los británicos durante la primera guerra mundial, aunque no fue merecedora siquiera de un mísero pie de página en el relato general de ese espantoso conflicto, sí que fue relevante en relación a las futuras luchas de los países africanos por su independencia. Otro tanto se puede comentar acerca de la ofensiva del Tet en 1.968 en la Guerra de Vietnam, no consiguió sus objetivos... pero demostró que la guerra no podía ser ganada por los EEUU. O el fallido intento del levantamiento irlandés contra los británicos de 1.916 en Dublín... condenado al fracaso de antemano y sangrientamente reprimido, pero vencedor a la postre. Es decir, no siempre la historia da un giro favorable al vencedor de una batalla o una guerra... en ocasiones la victoria no deja de ser un caramelo envenenado.
Weir tampoco se deja seducir por las fanfarrias y el aspecto glorioso de los conflictos, es verdad que pasa de puntillas por encima de los datos más escabrosos, que pocas veces ofrece cifras de muertos y heridos, que no se recrea en el sufrimiento ni puede considerarse su obra como "antibelicista", ni mucho menos. Pero no por ello deja de apuntar al hecho de que muchas guerras podían haberse evitado... y de que al final aunque cambian el curso de la historia no necesariamente lo hacen para mejor, y sobre todo nos queda claro que al final la Historia la escriben los vencedores, quienes procuran deformar todo lo posible los acontecimientos para hacer aparecer al bando perdedor como un monstruo y pretender demostrar en la medida de lo posible de que la razón les asistía.
Lo mejor: Una serie de lecciones de Historia verdaderamente entretenidas, son cincuenta capítulos dedicados cada uno a una particular batalla de la historia de la humanidad... las hay que son muy bien conocidas, pero otras no tanto, de forma que no importa los conocimientos que el lector tenga acerca de la Historia y sus conflictos inevitablemente va a aprender bastante con este libro. Y con diferencia lo más interesante no es el relato de la batalla en sí, sino todas las explicaciones acerca del momento histórico, los antecedentes y las consecuencias... ahí si que el libro brilla con luz propia, y solamente por ello vale la pena leerlo y recomendarlo. Lo dicho, me ha encantado ese intento del autor por intentar narrar la historia desde otro punto de vista y de hacerla lo más comprensible posible. Las batallas reunidas que corresponden a la época antigua y especialmente a la Edad Media creo que son lo mejor del libro.
Otro de los mitos que caen leyendo a Weir es que la batalla de Cannas fue un ejemplo de "maniobra envolvente"... pues no, no lo fue, el ejército romano quedó atrapado y fue aniquilado... pero ni la maniobra del ejército cartaginés fue tan ejemplar ni tampoco los jefes romanos fueron tan incompetentes como se ha querido mostrar... Weir reivindica en cierto modo la figura del cónsul Varrón. Me ha gustado especialmente también el trato que el autor reserva a la actuación española tanto en el conflicto que involucró a la "Armada Invencible" como a la conquista de México y la guerra de Cuba. Vemos que su visión está bastante alejada de la tradicional de los historiadores anglosajones, al fin y al cabo los vencedores son los que escriben la historia, y no le duelen prendas al reconocer y afirmar con rotundidad que el incidente del Maine, por ejemplo, fue un simple accidente aprovechado para iniciar la guerra de 1.898 con España, y que los españoles no eran esos monstruos avariciosos y sedientos de sangre que han pintado tantas veces en el tema de la conquista de América. Otro de los mitos que cae en el relato de estas batallas es el de Atila, en nada parecido realmente a la visión que el cine o la literatura haya podido ofrecer.
Otro apartado que hay que resaltar del libro es que la concepción de "importancia" en relación a las batallas reflejadas en el libro muchas veces depende de un concepto bastante sutil por parte del autor, así por ejemplo en referencia a la mencionada "Saratoga" de la Guerra de Independencia Norteamericana y que es con diferencia el capítulo más aburrido, pletórico de detalles y confuso del libro, se debe a que tras ese enfrentamiento, que en realidad constó de una serie de escaramuzas de guerra de guerrillas más que de una verdadera batalla, distintas naciones de Europa, como Francia o España, decidieron apoyar a los rebeldes... en ese aspecto sí que fue decisiva. O que la lucha de la colonia del África Oriental alemana contra los británicos durante la primera guerra mundial, aunque no fue merecedora siquiera de un mísero pie de página en el relato general de ese espantoso conflicto, sí que fue relevante en relación a las futuras luchas de los países africanos por su independencia. Otro tanto se puede comentar acerca de la ofensiva del Tet en 1.968 en la Guerra de Vietnam, no consiguió sus objetivos... pero demostró que la guerra no podía ser ganada por los EEUU. O el fallido intento del levantamiento irlandés contra los británicos de 1.916 en Dublín... condenado al fracaso de antemano y sangrientamente reprimido, pero vencedor a la postre. Es decir, no siempre la historia da un giro favorable al vencedor de una batalla o una guerra... en ocasiones la victoria no deja de ser un caramelo envenenado.
Weir tampoco se deja seducir por las fanfarrias y el aspecto glorioso de los conflictos, es verdad que pasa de puntillas por encima de los datos más escabrosos, que pocas veces ofrece cifras de muertos y heridos, que no se recrea en el sufrimiento ni puede considerarse su obra como "antibelicista", ni mucho menos. Pero no por ello deja de apuntar al hecho de que muchas guerras podían haberse evitado... y de que al final aunque cambian el curso de la historia no necesariamente lo hacen para mejor, y sobre todo nos queda claro que al final la Historia la escriben los vencedores, quienes procuran deformar todo lo posible los acontecimientos para hacer aparecer al bando perdedor como un monstruo y pretender demostrar en la medida de lo posible de que la razón les asistía.
Lo mejor: Una serie de lecciones de Historia verdaderamente entretenidas, son cincuenta capítulos dedicados cada uno a una particular batalla de la historia de la humanidad... las hay que son muy bien conocidas, pero otras no tanto, de forma que no importa los conocimientos que el lector tenga acerca de la Historia y sus conflictos inevitablemente va a aprender bastante con este libro. Y con diferencia lo más interesante no es el relato de la batalla en sí, sino todas las explicaciones acerca del momento histórico, los antecedentes y las consecuencias... ahí si que el libro brilla con luz propia, y solamente por ello vale la pena leerlo y recomendarlo. Lo dicho, me ha encantado ese intento del autor por intentar narrar la historia desde otro punto de vista y de hacerla lo más comprensible posible. Las batallas reunidas que corresponden a la época antigua y especialmente a la Edad Media creo que son lo mejor del libro.
Lo peor: El desarrollo del libro es muy irregular, está claro que hay batallas de las que había muchísima información y el trabajo habrá consistido principalmente en una criba y "destilación" de los datos más fundamentales, y de otras, especialmente de los conflictos de la antigüedad donde hay pocas fuentes escritas el problema habrá sido justamente el contrario, de ahí la gran irregularidad que marca la tónica general del libro. Batallas relativamente irrelevantes contadas con una minuciosidad que resulta árida, y otras relatadas "a vista de pájaro". Lo bueno es que cuando te empiezas a atragantar con algún relato de alguna batalla el capítulo termina y el siguiente sin duda es mejor :-). Lo peor de todo sin duda ha sido el sesgo pro-occidental y pro-anglosajón del autor... y esa ordenación de las guerras y batallas según su importancia... bueno, como intención inicial queda bien pero uno tiene la sensación de que sobran como mínimo una docena, y eso siendo generoso, y faltan bastantes.
Interesante libro el que hoy traes a colación, amigo A. Pacheco. Haces una reseña extensa y completa que me ha gustado mucho. Casi lo que más me ha llegado es esa discrepancia entre la visión de un mismo hecho dado por la historiografía y/o por la novela histórica (me refiero a toda tu reflexión sobre "El Conde Belisario" de Robert Graves); es un asunto que siempre me ha atraído y como yo soy así pues suelo inclinarme más por la verdad novelada que por la Verdad histórica, y eso que sé que yerro con eso, pero...
ResponderEliminarEstoy contigo y con tu profesor de EGB de que las guerras hay que mirarlas desde el porqué de ellas, el desarrollo de las mismas, y las consede éstas. ¡Qué suerte tuviste y qué orgullo debe sentir tu antiguo maestro al ver que sus enseñanzas calaron en un alumno como tú tan profundamente.
Un fuerte abrazo
Gracias por tu comentario Juan Carlos. Robert Graves se documentó muy bien para su novela, el problema es que parte de sus fuentes vienen del que fue secretario personal de Belisario (creo recordar que se llamaba Apolodoro), de ahí que aunque valiosa fuese una fuente indudablemente "tendenciosa" que viene muy bien a la hora de la narración, ya que pinta a Justiniano como un villano desagradecido (luego lo sería sin duda) y a Belisario como un santo y a Narses como un hábil oportunista. Sin duda que el autor conoce la novela de Graves, pero no se tragó esa historia tan simple. Omite el maltrato recibido por Belisario y encumbra a Justiniano como el jurista más importante de la historia, y a Narses como uno de los más grandes generales de su tiempo... aparte de un diplomático y político fuera de serie. Llega a afirmar que de haber seguido la guerra en la península italiana de la forma que la planteaba Belisario, a base de atacar y defender ciudades, no hubiera quedado nada en pie sobre lo que gobernar. Una versión diferente sin duda... y que en el libro no será la única. Ese "mojarse" y dar una visión alternativa (bien fundada sin duda) de los hechos es lo que más me ha gustado del libro. Saludos :-)
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