"Las montañas no son estadios donde satisfacer mi ambición deportiva, son catedrales donde practico mi religión... voy a ellas como la gente va a su fe. Desde la altura imposible de sus cimas veo mi pasado, sueño con el futuro y con inusual claridad puedo sentirme en el presente... mi visión se clarifica, mis fuerzas se renuevan. En las montañas celebro la creación. En cada viaje renazco."
Anatoli Bukreev. Alpinista kazajo fallecido en el Annapurna. Epitafio en el campo base.
Ficha: "Slow Mountain", Juanjo Garbizu, editorial Diëresis, 227 páginas, ISBN: 978 849 4362 774
Encontré este librito en las estanterías de la biblioteca en la sección de novedades, llamó mi atención lo suficiente como para decidirme a leerlo, el montañismo y el senderismo son temas que me gustan aunque nunca libros de esta temática han tenido espacio aquí en mi blog. A pesar de la definición que le puse en sus inicios solamente he escrito un artículo centrado en el senderismo, posiblemente porque era un tema que ya concentraba mis esfuerzos en otro lugar, recogido el primero en la lista de mis enlaces, y porque pronto los comentarios de libros monopolizaron todo mi interés. No obstante siempre he tenido la sensación de que era algo que dejaba de lado de forma injusta y que podía marcar una buena diferencia entre este blog y otros de comentarios de libros, ha sido en estos años un rico filón sin explotar por mi parte.
Así que leyendo este pequeño ensayo de Juanjo Garbizu, publicista de profesión, alpinista y desde hace algunos años también escritor, y coincidiendo con mi renovado interés por las actividades senderistas y montañeras, tras un paréntesis casi forzado de algunos meses, he decidido dedicarle más espacio aquí al tema, aunque difícilmente podría escribir nada mejor y más completo sobre el mismo que lo expuesto por Juanjo. De hecho al leerlo me he encontrado en muchas ocasiones con mis propios pensamientos sobre el tema.
Juanjo tras el éxito cosechado por su primer libro, "Monterapia", publicado también en la misma editorial, se decidió seguir explotando el tema no solamente en el sentido de continuar alabando las virtudes y beneficios que conlleva la práctica del senderismo y el montañismo, de eso hay mucho en el libro, sino invitando al lector a disfrutar de esas actividades de otra forma. La aceleración del ritmo de vida en estos últimos años no es algo nuevo, lo paradójico es que esa aceleración que vivimos desde hace tiempo se ha extendido también a unas actividades que tradicionalmente se han practicado con un ritmo muy diferente. Podríamos pensar que es algo inevitable, que es el signo de los tiempos que nos ha tocado vivir... pero lo cierto es que si la moda de las prisas, los records y las competiciones se extienden de forma generalizada a las actividades montañeras se pierde prácticamente toda su esencia. De ahí que el autor invite a replantear la forma en la que nos acercamos a la montaña y la naturaleza para evitar ir por la misma como burros con anteojeras... solamente pendientes del espacio de terreno que tenemos delante de nosotros y siguiendo encima los dictados del reloj... como si no tuviésemos bastante con aguantar su dictadura en la vida diaria y en el trabajo como para que nos siga esclavizando en nuestro tiempo libre.
Juanjo nos habla de la diferente percepción del tiempo en otros países y en la montaña, cómo la proliferación de las carreras de montaña amenaza con quitarnos la esencia de esas actividades en la naturaleza, los beneficios que para el cuerpo y nuestra psique tiene la práctica del senderismo y el montañismo de forma reposada, en como el tiempo cobra otra dimensión y lo percibimos de otra forma... en cómo se puede disfrutar un buen paseo por la montaña para conversar con los amigos, dormir una buena siesta, recrearse con las vistas del paisaje, sumergirse en definitiva en otro mundo tan diferente del que habitualmente habitamos en nuestra vida cotidiana y en nuestro trabajo que solamente por esa "desconexión" ya vale la pena.
En mi caso particular me he visto retratado en muchas de los pensamientos de Juanjo, mi limitada experiencia de diez años en las actividades montañeras no ha evitado sentir que en ocasiones hablaba para mí... y no porque uno vaya por el monte como una "maquinilla", que a veces lo soy y disfruto con el caminar rápido y alguna que otra carrerilla, aunque cada vez menos por cuestiones de edad y salud, sino porque sé muy bien de lo que habla cuando comenta lo de comer rodeado de amigos, de esa cerveza al terminar una ruta, de la siesta bajo un árbol, de la afición a echar fotografías y cómo se transforma la mirada del excursionista con esa afición, de la sensación de cansancio y el esfuerzo al ascender una cumbre, de la emoción de un día en la montaña que suele comenzar con un buen madrugón, del disfrute de la compañía... pero también de la emoción de la soledad, de la sensación de majestad y maravilla que en ocasiones uno experimenta en determinados entornos y que le hace comprender inmediatamente cómo se han sentido los místicos de todos los tiempos ante el despliegue de las maravillas de la naturaleza, la emoción al coronar un collado y preguntarnos qué hay más allá... naderías seguramente en comparación con la experiencia de un montañero que suma ya los mismos años de afición a la montaña que los que un servidor tenía cuando comenzó con esto.
Al igual que Carl Honoré en su excelente "El elogio de la lentitud" que seguro que Juanjo ha leído también, su libro es de comienzo a fin una reivindicación del disfrute de la montaña a ritmo pausado, sin convertirnos en una tortuga... pero sin correr de aquí para allá esclavos del reloj, salvo por motivos de fuerza mayor claro está, porque a veces en la montaña hay que apresurarse. Recuerdo en una de mis excursiones de los comienzos, cómo un aficionado a los paseos por el campo para avistar aves y otras actividades de tipo ecológico se sorprendió cuando le hablé de las excursiones que hacía con un grupo organizado de senderismo, no entendía esa forma de aproximarse a la montaña a caminar sin más... lo calificaba de "actividad deportiva". Hace tiempo que no defiendo el senderismo como deporte si con ello asumimos cierto grado de competición, no me importa si se le califica como una actividad recreativa al aire libre, porque en esencia es lo que es. De ahí que hago míos, aunque llevo años haciéndolo, los postulados de Juanjo en este ensayo, en verdad que convertir el montañismo o el senderismo en una competición, en un coleccionar cumbres y rutas le quita casi todo su encanto, aunque respeto al que a pesar de todo siga enfocándolo de esa forma... mi opinión es que antes o después se terminará cayendo del burro, y si no peor para él o ella ;-)
Resaltar por último mi coincidencia con la repugnancia que Juanjo siente por los cazadores, y con buenos motivos además debido a un encontronazo con esos individuos hace años en una excursión, coincidencia también con ese sentido común que impera entre los montañeros veteranos respecto a la forma física necesaria y también a esa gran virtud que debe tener un buen montañero... saber retirarse a tiempo, y también con los efectos beneficiosos que la montaña y la naturaleza tienen para nuestra mente. Podrían añadirse más cosas en este ensayo para intentar mostrar a los no iniciados los beneficios de una práctica deportiva tan completa como el montañismo o el senderismo, pero seguramente ese ya fue el tema central de su primer libro, y tampoco importa tanto, para los que ya conocemos de que va el tema por haberlo experimentado en verdad que sobran ya las palabras.
Para terminar un enlace al manifiesto "Slow Mountain" de Juanjo. En Youtube podréis encontrar también su canal con entrevistas y alguna que otra charla. Visionado más que obligatorio si sois aficionados a esta hermosa y gratificante actividad del montañismo. Aquí de propina algunas líneas del manifiesto "Slow Mountain":
"Camina o pasea por los espacios naturales buscando ese ritmo cómodo que te permita disfrutar de todo y con el que a la vez puedas recorrer largas distancias. Encuentra el placer en el puro vagabundeo, sin pensar tanto en realizar una práctica deportiva"
"No vayas tan deprisa en la montaña que tu respiración te impida hablar con tus compañeros o que el esfuerzo te obligue a inclinar tanto tu cuerpo que el campo de visión básicamente se reduzca a tus botas"
"Detén tu camino de vez en cuando, no intentes batir un tiempo o una marca. La percepción que tienes del paisaje mientras caminas es diferente a la que puedes tener cuando te tomas un respiro y miras con calma a tu alrededor"
Lo mejor: Un ensayo breve pero muy completo sobre lo que significa disfrutar de un entorno natural y los beneficios que nos puede acarrear tanto física como mentalmente. Una llamada a no dejarnos invadir por esa absurda moda del "más rápido" en un ámbito donde casi nunca deberían estar presentes las prisas si uno quiere exprimir al 100% todo lo que la montaña y un entorno natural pueden ofrecernos.
Lo peor: El verme también en ocasiones identificado con alguna que otra actitud poco recomendable, y bueno que ya estoy tardando en buscar y leer también el primer libro de este autor ;-)
Muchas gracias por tu artículo. Me ha gustado mucho. Me alegro que hayas disfrutado con mi libro. Un saludo y muchas montañas.
ResponderEliminarYo no soy mucho de caminar por el monte, pero tengo amigos que son fanáticos de la cosa. Me apunto, pues, este título para recomendárselo a todos ellos.
ResponderEliminarUn abrazo