domingo, 16 de junio de 2013

Consilience. La unidad del conocimiento



Ficha:  "Consilience. La unidad del conocimiento", Edward Osborne Wilson, Editorial Galaxia Gutenberg, 484 páginas, ISBN: 84 8109 239 8

Hace poco tiempo se publicó en nuestro país el último ensayo de este gran científico, "La conquista social de la tierra", me enteré a través de la web "papelenblanco" de la que soy asiduo visitante hará cosa de poco más de un mes. En ella aunque Sergio Parra hacía una crítica positiva del mismo se lamentaba de que el libro no estaba a la altura de lo esperado teniendo la firma de Edward O. Wilson, y señalaba uno anterior como prueba de lo dicho, "Consilience. La unidad del conocimiento", era según Sergio un libro de mucha más categoría y profundidad.

Suelo respetar bastante las opiniones de gente que ha leído muchísimo más que yo, especialmente en temas de divulgación científica, donde en ocasiones ando bastante despistado y doy de lado a obras maestras para leerme en cambio libros de calidad bastante cuestionable. Así que la elección estaba clara, si debía comenzar a leer al Sr. Wilson tenía que empezar por su mejor libro, mejor pasarme de rosca y vérmelas con un estudio serio, completo y con ideas de gran alcance, aunque su lectura se me hiciera un poco pesada, que leerme un ensayo más del montón.


Una vez terminado he de decir que el libro no me ha defraudado ni un ápice, es más, estamos ante una obra que marca un antes y un después en el concepto que de la ciencia tenga el lector, Wilson no solamente es un entomólogo de categoría mundial sino también un filósofo de la ciencia y un pensador de tal calibre que su propia especialidad se le queda pequeña. Se le considera también el padre de la "sociobiología" una especialidad interdisciplinar que combina biología, sociología, antropología, genética poblacional, teoría evolutiva... un campo inmenso donde Wilson se mueve a sus anchas, estamos sin duda ante una de las mentes más poderosas y lúcidas que ha dado el siglo XX y que afortunadamente todavía sigue en activo a sus ochenta y cuatro años recién cumplidos. Decía Mario Bunge el otro día en una entrevista a JotDown Magazine que se "jubiló" a los noventa porque no soportaba ya su habitual ritmo de trabajo y desde entonces, hace seis años de eso, se lo tomaba con más calma... Wilson va sin duda por el mismo camino :-)

Lo primero que choca es la palabra del título "consilience", en el texto se la denomina consiliencia, es una palabra inventada en castellano, de ahí que se la haya mantenido en el título su forma inglesa. No tenemos traducción en nuestro idioma aunque no estaría mal que finalmente terminase incorporada. Consiliencia es "un avance del conocimiento mediante la conexión de sucesos y de teorías basadas en hechos de varias disciplinas para crear un terreno común de explicación". Esta interconexión de diferentes ramas del saber se da ya en el terreno de las ciencias desde hace mucho tiempo. Entre la física y la química, entre esta y la biología a través de la bioquímica, la biología molecular y la genética, y esta y la zoología y la antropología... aunque en el caso de esta última estamos ya en otro terreno, en el de las ciencias sociales. 

Hace ya siglos que el conocimiento científico y humanístico se fraccionó en diferentes especialidades, cada una es ya de por sí un campo inmenso imposible de abarcar completamente por una sola inteligencia humana. En esta especialización cada vez más acentuada donde van surgiendo más y más especialidades se corre el riesgo de perder de vista el conjunto y lo que es más grave de cerrar los ojos ante especialidades y ramas diferentes del saber que tienen también valiosas aportaciones que realizar en el mismo campo donde se esté ubicado. Wilson a través de sus experiencias en sociobiología ha podido ver como diferentes ramas del saber pueden interactuar entre sí, no para competir, ni para presentar visiones diferentes y antagonistas de la realidad, sino para avanzar juntas en el conocimiento.

"La idea central de la concepción consiliente del mundo es que todos los fenómenos tangibles, desde el nacimiento de las estrellas hasta el funcionamiento de las instituciones sociales, se basan en procesos materiales que en último término son reducibles, por largas y tortuosas que sean las secuencias, a las leyes de la física. En apoyo de esta idea está la conclusión de los biólogos de que la humanidad está emparentada con todas las demás formas de vida por descendencia común"

El libro es una maravilla, ninguno de los comentados aquí en estos cuatro años y medio se le puede comparar en cuanto a envergadura y majestuosidad, un torrente de ideas, cientos y cientos de referencias a las más variadas ramas del saber, historia de la ilustración, una visión completa de la ciencia desde la física atómica hasta la biología, y desde esta hasta la psicología, la antropología, economía y sociología... e incluso al arte y la religión. La propuesta es audaz, profunda y de una envergadura que produce vértigo. Si la humanidad continúa su andadura y supera los retos gravísimos que se le están planteando en el futuro próximo no me cabe la menor duda de que este libro de Edward O. Wilson será nombrado en un futuro como uno de los referentes del pasado que anticiparon la realidad de las ciencias y el saber. 

Wilson es un visionario optimista, puede serlo en su terreno donde es testigo de el clima de cooperación y ayuda mutua entre las ramas científicas... ve barreras importantes en el salto de las ciencias físicas a las ciencias sociales, aunque en modo alguno insalvables... y más problemático es el nexo de unión con las humanidades, particularmente con la religión y la filosofía. Con esta última no habrá problemas de consiliencia debido a la misma naturaleza de la filosofía y su naturaleza promiscua y a la vez humilde donde coincide con los postulados de Wilson de centrarse más en realizar la pregunta correcta que en encontrar la verdad. La relación con la religión siempre será más problemática debido al vicio de esta de andar siempre mano a mano con la política y el poder, sin los que parece que no puede existir religión organizada alguna.

La obra está dividida en doce capítulos, a cual más interesante, el primero es solamente una breve introducción con apuntes autobiográficos del autor en el que relata sus inicios como biólogo y como tuvo su primera "revelación" de los temas expuestos en esta obra a través de la historia de la evolución y su vinculación con la genética... esa visión de un mundo cuasi mística de que ese conocimiento que se nos presenta fragmentado y difuso es en realidad uno solo y tiene su expresión en el mundo material del que se deriva también el mundo de las ideas. Esa visión del mundo como unidad es lo que Wilson llama "el hechizo jónico", la creencia en la unidad de las ciencias, y por ende la creencia en la unidad de todo el conocimiento.

La increíble empresa de la unión práctica de ese conocimiento, de momento solo intuido, es planteada en el segundo capítulo. En el tercero se hace un paréntesis y se nos muestra la historia de la ciencia de la mano del espíritu de la ilustración, verdadero gérmen del sueño de la unidad del conocimiento. El movimiento intelectual quedaría arrasado con los fuegos del romanticismo pero sus ideas continuaron vivas y aún hoy seguimos siendo sus deudores, la idea de la consiliencia parte precisamente de ahí. El capítulo también habla del postmodernismo y sus excesos contra los que Wilson se despacha a gusto.

El cuarto capítulo se centra en las ciencias naturales y la historia y desarrollo de las mismas a lo largo de los últimos dos siglos. El siguente se centra en la biología y su impresionante complejidad. El siguiente se centra en la mente y en los descubrimientos de la neurobiología y la psicología... el libro multiplica su densidad de ideas, cada uno de estos capítulos podrían ser ensayos independientes por su extensión y complejidad que llega a su punto más alto en el capítulo séptimo, "De los genes a la cultura". Aquí se nota que Wilson está en su terreno porque constituye una especie de libro aparte, aunque evidentemente muy relacionado con el tema principal. El debate entre cultura, genética y epigenética está servido, solo este capítulo justifica ya la adquisición del libro, aunque desde luego que todavía queda mucho más. El octavo capítulo se centra en la relación entre hechos culturales y motivaciones de origen biológico, el noveno se adentra ya en terrenos más peligrosos y muestra las avanzadillas de la ciencia en las llamadas ciencias sociales y como estas pueden beneficiarse de los conocimientos científicos. 

Especialmente jugoso será el ejemplo dedicado a la economía... antes del batacazo de la bolsa en 2.008 y de la crisis que estamos viviendo, Wilson, y estoy seguro que muchos otros científicos señalaban a los economistas que su modelo de predicciones era imperfecto porque no tenía en cuenta muchos datos de la naturaleza humana, de los individuos que no siempre optan por la elección más lógica y conveniente, y abogaba por que los economístas tuvieran en cuenta a los biólogos y sobre todo con los psicólogos. Los resultados están a la vista... si los economistas hubieran sido menos arrogantes... y los políticos un poco menos ciegos. Es uno de los efectos beneficiosos de la consiliencia, el avance no solamente conjunto en pos de la verdad sino más rápido y eficaz, aunque parezca en un principio que todo se complica más.

El décimo capítulo se centra en el arte y en su relación con la biología y la naturaleza humana, el onceavo se centra en la religión y la ética, en el mismo se promueve el debate entre el sentimiento tracendalista que busca una deidad externa para hacer surgir de la misma el origen de la ética y la moral, y la mentalidad o postura empirista que trata de buscar un porqué basado en el efecto positivo y práctico de la ética sin orígenes divinos de ningún tipo. Wilson no entra en la guerra personal contra la religión que sostienen otros científicos como Dawkins, seguramente por su carácter y porque su mentalidad "consiliente" está más empeñada en buscar nexos de unión y terrenos comunes, una postura que personalmente considero más acertada en la actualidad. No por ello deja de tomar partido evidentemente por el empirismo, la única postura que un científico serio como él puede sostener. Es uno de los mejores y más sencillos capítulos del libro.

Finalmente se llega al último capítulo donde Wilson se pregunta por el destino de la humanidad ante los tremendos retos que se le presentan en las próximas décadas. Ahí es claro y rotundo, abandona su tradicional optimismo y plantea simple y llanamente que nos encaminamos hacia un desastre si no total si de proporciones colosales. Ferviente defensor de la biodiversidad como uno de los mayores tesoros del planeta, posiblemente el más grande que existe, en otra obra llegó a afirmar que "destruir la selva por motivos económicos es como quemar las pinturas del Renacimiento para cocinar". La multiplicación descontrolada de la población, el cambio climático, la deforestación, la perdida de la biodiversidad y las extinciones masivas... solo recuperables a lo largo de un periodo de tiempo de decenas de millones de años, la imposibilidad de preservar los ecosistemas mediante la reconstrucción y traslado a otros sitios, la increíble complejidad de los hábitats tropicales...

"En la medida en que dependemos de dispositivos protésicos para mantenernos vivos y mantener viva la biosfera, lo tornaremos todo frágil. En la medida en que proscribamos al resto de los seres vivos, empobreceremos nuestra propia especie para toda la eternidad. Si acabamos renunciando a nuestra naturaleza genética frente al raciocinio ayudado por las máquinas, y si también renunciamos a nuestra ética y nuestro arte y nuestro significado mismo, a cambio de un hábito de divagaciones despreocupadas en el nombre del progreso, imaginándonos como dioses y absueltos de nuestra antigua herencia, nos convertiremos en nada."


Lo mejor: Un trabajo impresionante, un compendio de las más variadas disciplinas aunado a una visión profunda del saber y de la interconexión que existe entre las mismas. Todo un despliegue de datos, ideas, historias. Un lúcido ensayo que ofrece la visión más completa de la ciencia y su relación existente y futura con el resto de las ramas del saber que he visto. Digno de ser leído, y releído y vuelto a releer otra vez. Data de 1.999 y sigue tan vigente como el día que se publicó, es más, de aquí a diez, veinte o treinta años seguirá posiblemente igual de "fresco", apostaría por ello. Las analogías entre las serpientes como animal y las visiones de las mismas en los sueños de los chamanes, junto con la de la naturaleza física del ojo humano, su percepción de los colores, y la relación entre los mismos con los idiomas en las diferentes culturas son para quitarse el sombrero por su claridad. Su precio es ridículo, menos de 20 euros, en relación con multitud de ensayos que circulan por ahí y que no poseen ni la mitad del genio y la profundidad de este de Wilson, vamos para cualquier amante de la divulgación científica este es sencillamente un libro que no se puede perder.

Lo peor: Al igual que con todo tipo de lecturas existen diversos "grados", una analogía con los restaurantes concedería a este libro unos buenos "cinco tenedores" y un puesto de honor en la guía Michelín... no es para todos los paladares, los aficionados a las hamburguesas y a los huevos fritos con patatas mejor que lean otras cosas :-). En mi caso reconozco que la lectura de algunos capítulos se me ha hecho un poco cuesta arriba, acostumbrado a leer como una aspiradora aquí no he tenido más remedio que hacer pausas, volver en ocasiones hacia atrás y releer muchos párrafos hasta asegurarme que las ideas calaban en mi cabeza, no es sin embargo dificil de leer, Wilson casi nunca utiliza términos técnicos que no sean de dominio general y su estilo es claro, pero es tan abundante la proyección de ideas que el lector sufre, o disfruta más bien, de un contínuo bombardeo... es un libro que requiere de una lectura lenta, tranquila y reflexiva, pero vale la pena.

2 comentarios:

  1. Sin duda un libro que hay que leer, y estudiar, aunque más por la propuesta general que por el contenido concreto. Al contrario de lo que señalas en la reseña, a mí este texto me decepcionó mucho. Pues se limita a describir, más que a argumentar o razonar. Ese criterio descriptivo quizás puede estar bien en el contexto científico, pero no en el filosófico. Sin embargo, parece que Wilson no distingue bien entre ambas cosas.

    Solamente lo he leído una vez, así que tendría que hacer una relectura antes de valorarlo definitivamente, por eso me gustaría aportar un simple comentario.

    Estoy a a favor de la consiliencia, pero no a la manera naturalista o cientificista de E.O. Wilson. La unidad está en la razón, en la lógica, no en la ciencia. La ciencia es una disciplina específica de conocimiento. Pretender que todo conocimiento debe ser científico es como pretender que toda la matemática debería ser geométrica o que toda filosofía debería ser analítica.

    La ciencia nada puede decirnos acerca de la propia ciencia, ni tampoco acerca de la moralidad, o del sentido personal de nuestra existencia. Del mismo modo, la ciencia tampoco puede acceder al contenido de nuestra conciencia. Esos terrenos pertenecen a diversas ramas de la filosofía.

    Lo que debemos aprender de la ciencia es el rigor de atenernos a la evidencia, y a la lógica. La ciencia es la disciplina más racional, y por eso ha prosperado y triunfado. El hecho de que otros ámbitos, como la ética, no se hayan basado puramente en la razón (sino en prejuicios y sentimientos) es la causa de que vivan inmersas en una permanente confusión y anarquía.

    Por tanto, es la razón (y no la ciencia) la base de la consiliencia.

    Las propuestas que pretenden reducir todo conocimiento al estudio científico de la naturaleza, ni siquiera se dan cuenta de que los conceptos de ciencia y de naturaleza son filosóficos, y no científicos.

    Un saludo.

    ResponderEliminar
  2. Muchas gracias por tu comentario. Tambien creo que el libro flojea cuando llega al punto de la consiliencia con las humanidades, llama la atención que le dedique más espacio a la religión que a la filosofía por ejemplo. No lo he escrito en mi comentario pero lo cierto es que me decepcionó en ese punto.

    En cuanto al futuro de la consiliencia, y esto ya es una opinión personal, creo que queda muy claro en el ámbito de las ciencias naturales, de hecho allí ya se está dando; es bastante probable entre estas y las ciencias sociales... pero sera una tarea casi imposible con las humanidades. La ciencia es dueña y señora de su ámbito, la verdad objetiva, pero todavía está muy lejos de decidir sobre lo que está bien o mal, o sobre la belleza. Allá donde la interpretación sea al menos tan importante como los datos empíricos la ciencia tendrá que buscar apoyo en otras disciplinas como la filosofía.

    Wilson plantea las cosas como si fuese la ciencia la única interesada en la consiliencia y fuese esta la que poco a poco va infiltrándose en el terreno de las ciencias sociales y las humanidades. Estoy seguro que si se produce alguna vez tal unidad del conocimiento tendrá que ser a base de un esfuerzo mutuo. De hecho ya muchos trabajos de filosofía tienen muy en cuenta los avances científicos. Quizás hubiera sido deseable, a fin de realizar un trabajo más completo y "redondo", e incluso como signo de consecuencia con las propias ideas, que Edward O. Wilson hubiese escrito este libro en colaboración con algún otro especialista no científico, un sociólogo, filósofo, antropólogo... o quizás varios de ellos. Definitivamente esta obra está muy necesitada de una buena continuación.

    ResponderEliminar