"Una persona que haya percibido lo que es la grandeza del alma, aunque sea temporal y brevemente, ya no puede ser feliz si se deja convertir en un ser mezquino, egoísta, atormentado por molestias triviales, con miedo a lo que pueda depararle el destino. La persona capaz de la grandeza de alma abrirá de par en par las ventanas de su mente, dejando que penetren libremente en ella los vientos de todas las partes del universo. Se verá a sí misma, verá la vida y verá el mundo con toda la verdad que nuestras limitaciones humanas permitan; dándose cuenta de la brevedad e insignificancia de la vida humana, comprenderá también que en las mentes individuales está concentrado todo lo valioso que existe en el universo conocido. Y comprobará que aquel cuya mente es un espejo del mundo llega a ser, en cierto sentido, tan grande como el mundo. Experimentará una profunda alegría al emanciparse de los miedos que agobian al esclavo de las circunstancias, y seguirá siendo feliz en el fondo a pesar de todas las vicisitudes de su vida exterior"
Ficha: "La conquista de la felicidad", Bertrand Russell, Random House Mondatori, 121 páginas, ISBN: 84 9759 288 3
Bertrand Russell vivió una larga y fructífera vida, fallecido a los 97 años en 1.970 tras haberse sido durante muchos años una figura de relevancia mundial en el campo de la filosofía y las matemáticas, siendo por ejemplo uno de los fundadores de la filosofía analítica... por si ello fuera poco en 1.950 fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura "en reconocimiento de sus escritos variados y significativos en los que
defiende los ideales humanitarios y la libertad de pensamiento".
Autor de casi cuarenta libros, Russell fué un coloso del pensamiento del pasado siglo y un gran ser humano en todos los aspectos, mantuvo una gran actividad intelectual hasta poco antes de su muerte... quizás de alguna forma la fortuna le compensó con una larga y fructífera vida tras haber padecido una niñez muy desgraciada y una adolescencia espantosa en medio del represivo ambiente de la sociedad victoriana donde vino a nacer. Un ambiente donde un pensador brillante, independiente y con una mentalidad liberal y avanzada dificilmente podía sentirse a gusto.
Filosofía analítica, ética, lógica y teoría de las matemáticas, filosofía del lenguaje, filosofía de la ciencia, activismo social a favor de causas pacifistas... defensor de las ideas socialistas pero a la vez muy crítico con el régimen soviético debido a su carácter totalitario y dogmático... sin duda alguna que fue no solamente un gran intelectual y una figura de calado internacional, también fue una persona muy adelantada a su tiempo en muchos aspectos. Por ejemplo en su momento apoyó el sufragio femenino, tenía una visión de la sexualidad mucho más abierta y liberal que la que imperaba en su época, y también una postura muy crítica con la iglesia y la religión en general. Fue en definitiva todo un personaje.
En 1.930, a la edad de cincuenta y ocho años, en una época especialmente fecunda y creativa en la que publicaba un libro al año como mínimo, se atrevió con este ensayo "La conquista de la felicidad", probable antecesor de la moda de libros de autoayuda que iba a plagar las estanterías de las librerías décadas más tarde. No era la primera vez que escribía sobre el tema, "Como ser libre y feliz" fue escrito seis años antes... volvía a retomar el tema y seguramente de todas las obras de Russell que hay circulando por Internet esta sea la más difundida. Tengo que decir que los ochenta y cuatro años transcurridos desde su publicación le han pasado un fuerte tributo... y aun así, sigue mereciendo la pena adentrarse en el pensamiento de este brillante filósofo, incluso en terrenos donde no podemos considerarlo una autoridad en el tema nos propone cosas interesantes.
No he podido evitar que viniera a mi mente el libro que en 1.990 publicó el psicólogo americano Mihaly Csikszentmihalyi "Fluir", cuando leía este de Russell... porque aparte de algunos consejos y temas que veremos más adelante la clave fundamental para una vida más feliz que nos proporciona el filósofo británico es básicamente el estar centrado en algún aspecto externo de nuestra existencia, en alguna habilidad que se nos de particularmente bien, que admita un perfeccionamiento progresivo, y que exija nuestra atención completa... estoy seguro, absolutamente convencido vamos, que el psicólogo americano de nombre impronunciable y casi "inescribible" (viva el corta y pega ;-), fue un devoto lector del tratado sobre la felicidad de Russell.
"Y todo interés externo inspira alguna actividad que, mientras el interés se mantenga vivo, es un preventivo completo del ennui (aburrimiento crónico). En cambio, el interés por uno mismo, no conduce a ninguna actividad de tipo progresivo. Puede impulsar a escribir un diario, a acudir a un psicoanalista, o tal vez a hacerse monje. Pero el monje no será feliz hasta que la rutina del monasterio le haga olvidar su propia alma. La felicidad que él atribuye a la religión podría haberla conseguido haciéndose barrendero, siempre que se viera obligado a serlo para toda la vida. La disciplina externa es el único camino a la felicidad para aquellos desdichados cuya absorción en sí mismos es tan profunda que no se puede curar de otro modo"
El "centramiento" en uno mismo es puesto en el libro como el problema número uno a resolver, o al menos mitigar si se quiere ser mínimamente feliz, los siguientes problemas serán a juicio de Russell:
El pesimismo y la angustia vital, la competencia con otros, el círculo vicioso del aburrimiento y su opuesto, la excitación, la fatiga (motivada por las preocupaciones, no por el trabajo), la envidia, el sentimiento de culpa (llamado "sentimiento de pecado por Russell", la manía persecutoria (o sentimiento de que el mundo conspira contra uno) y el miedo a la opinión publica (o la obsesión por el "que dirán").
Russell no se erige en ningún moralista, si examinamos cada uno de estos obstáculos veremos que todos dependen de la actitud que uno tenga ante la vida... la misma mediante un oportuno cambio nos puede acercar, o alejar, del objetivo de ser felices en la vida. También como muy bien aclaran el propio Russell en su comienzo y nuestro filósofo Fernando Sabater en el prólogo a la edición española, el autor no trata de minimizar y dar de lado a aquellas personas que se sienten desgraciadas por una causa externa importante, como puede ser el fallecimiento de un familiar o una grave enfermedad... el libro está dedicado a todas aquellas personas que gozando de una razonable buena salud y teniendo las necesidades más importantes cubiertas no consiguen ser felices. En el momento de la publicación del libro corría el año 1.930, en occidente y aun a pesar de la crisis actual ese grupo de personas hoy en día es cuantitativa y porcentualmente mucho más elevado que en aquellos tiempos... si bien no lo sería mucho tiempo, al menos en los EEUU debido a la gran depresión, pero eso es otra historia... la clave es que incluso hoy, seguramente mucho más que en aquel año, el mensaje sigue vigente. Todos conocemos a personas notoriamente infelices cuya "infelicidad" tiene bastante que ver con las causas esgrimidas por Russell, quizás incluso empezando por nosotros mismos.
Tras esta serie de capítulos identificando los obstáculos y sugiriendo, con mejor o peor acierto, los remedios, siempre a base de sentido común, el libro se encarrila en su segunda parte en sus puntos opuestos, es decir, en aquellos elementos que hay que cuidar y potenciar en la vida si queremos acercarnos lo más posible a esa felicidad ideal:
El entusiasmo, el cariño, la familia, el trabajo, el cultivo de intereses no personales, el esfuerzo y la resignación, son los aspectos de la vida que hay que cuidar especialmente según el filósofo británico, para acercarse siquiera un poco, o con la mayor frecuencia posible, a ese estado de felicidad. Todo ello puede resumirse en el siguiente párrafo:
"Cuando las circunstancias exteriores no son decididamente adversas, la felicidad debería estar al alcance de cualquiera, siempre que las pasiones e intereses se dirijan hacia fuera, y no hacia dentro. Por tanto, deberíamos proponernos, tanto en la educación como en nuestros intentos de adaptarnos al mundo, evitar las pasiones egocéntricas y adquirir afectos e intereses que impidan que nuestros pensamientos giren perpetuamente en torno a nosotros mismos. Casi nadie es capaz de ser feliz en una cárcel, y las pasiones que nos encierran en nosotros mismos constituyen uno de los peores tipos de carcel."
Hay unos capítulos que me han parecido mejores que otros, pero uno que me ha sorprendido por su actualidad y por su brillantez, y quizás por sentirme muy identificado con lo que en él se dice es el dedicado a los "intereses no personales", es decir, al cultivo de las aficiones... no importa lo extravagante y absurda que pueda parecer a los demás, si uno se siente realizado en la misma ¡adelante! :-) ... Russell no discrimina ni establece jerarquías en los entretenimientos y las pasiones ajenas a los intereses, pone en el mismo plano al visionado de espectáculos deportivos y a la lectura ¿por qué no?, cuando se trata de hacer descansar la mente de las rutinas habituales de la actividad profesional todo vale. Por otra parte no puede evitar elevar su pensamiento a cuotas "místicas" como las señaladas en el párrafo inicial de este comentario... no hay peligro, Russell posee un sentido de lo práctico que lo hace posar inmediatamente los pies en la tierra.
Finalmente me quedo con este párrafo digno de ser enmarcado:
"El animal humano, igual que los demás, está adaptado a cierto grado de lucha por la vida, y cuando su gran riqueza permite a un Homo Sapiens satisfacer sin esfuerzo todos sus caprichos, la mera ausencia de esfuerzo le quita a su vida un ingrediente imprescindible de la felicidad. El hombre que adquiere con facilidad cosas por las que solo siente un deseo moderado llega a la conclusión de que la satisfacción de los deseos no da la felicidad. Si tiene inclinaciones filosóficas, llega a la conclusión de que la vida humana es intrínsecamente miserable, ya que el que tiene todo lo que desea sigue siendo infeliz. Se olvida de que una parte indispensable de la felicidad es carecer de algunas de las cosas que se desean"
Lo mejor: Un compendio de sentido común breve y sencillo de leer, seguramente la obra más accesible para acercarse al pensamiento de este gigante, una lectura en definitiva muy agradable que hará las delicias de los amantes de este tipo de libros hoy denominados de "autoayuda". Muchas de las premisas de las que parte el filósofo británico siguen siendo hoy tan válidas como en la época de su publicación. Muy recomendable.
Lo peor: El paso del tiempo es inmisericorde, y no iba a hacer una excepción con el libro, el mundo ha girado y cambiado mucho desde 1.930 hasta hoy. Aunque Russell era un hombre avanzado en cuanto a mentalidad se refiere, sus opiniones referentes a las mujeres por ejemplo poseen una considerable aura de candidez y de torpeza, me niego a calificarlo de machista, y hay que hacer un esfuerzo en muchas partes del libro para situarlo en su contexto... es un libro escrito por un varón blanco de clase acomodada y edad madura, de mentalidad liberal progresista si, pero también hombre de su tiempo... una época en la que los medios de comunicación de masas consistían en la prensa y la radio por ejemplo. Aun así resulta reveladora su intuición en algún asunto como el pronosticado descenso de la natalidad en occidente que tendrá que compensarse con flujos migratorios procedentes del tercer mundo.
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