"Cada persona vale tanto en este mundo como ella misma se hace valer. Esta es una regla de oro, un tema que podría llenar todo un volumen en folio: hablar sobre el esprit de conduite y sobre los medios de lograr nuestros propósitos en el mundo; una máxima cuya verdad queda confirmada por la experiencia de todas las épocas."
Ficha: "De como tratar a las personas", Adolph Franz Friedrich Ludwig Knigge, Arpa Editores, 431 páginas, ISBN: 9788416601004
Lewis Mumford al comienzo de su gran ensayo "El mito de la máquina" defiende la tesis de que el elemento principal y decisivo en la evolución humana, aquel que nos hizo tal y como somos, no fue la postura erguida, ni la habilidad a la hora de manejar y construir herramientas, sino nuestra gran capacidad social... seguramente influida por nuestras habilidades físicas, pero que en modo alguno habría que identificar al hombre bajo la etiqueta de "homo faber", hombre que fabrica, como elemento determinante de la aparición de nuestra consciencia. Son nuestras complejas relaciones sociales y la aparición del lenguaje como necesidad para potenciar y sostener las mismas las causantes de ese desproporcionado desarrollo cerebral. Por ejemplo un chimpancé, nuestro antepasado más cercano, posee una inteligencia muy superior a la que necesitaría simplemente para sobrevivir en la selva, tal y como hace un leopardo de inteligencia muy inferior, sin embargo en la naturaleza no hay despilfarro alguno, todo tiene su porqué, y el motivo para ese exceso neuronal hay que buscarlo ante todo en las necesidades sociales de nuestro pariente, complejas, pero extremadamente simples cuando se las compara con las habilidades humanas en la misma área.
Saliendo del tema de la inteligencia y entrando ya de lleno en temas filosóficos, y la búsqueda de la felicidad lo es sin duda, nos encontraremos con que las relaciones sociales poseen una importancia difícil de exagerar, son tanto un escollo como una plataforma para alcanzar un progreso en todo tipo de objetivos, "el infierno son los otros", dijo Sartre, y lo cierto es que también son nuestro cielo. No importa cuanta inteligencia haya en otros ámbitos, cuanta suerte material se tenga en la vida, cuanta presencia de ánimo, valor y tenacidad... sin unas relaciones sociales satisfactorias, sin la habilidad necesaria para ser querido y apreciado, sin capacidad para salir airoso y evitarnos problemas en el trato con los demás, todo se puede ir por el desagüe.
Adolph F. Knigge sabía mucho de relaciones sociales, no tuvo más remedio, se pasó la vida intentando ascender en la escala social en la Alemania ilustrada del siglo XVIII, un país que por aquel entonces no existía como unidad política, aunque poseía una cultura y una fuerte identidad propia que hacía innecesario aclarar a qué se refería uno al decir "Alemania" o "los alemanes". Dividido en principados independientes, cada uno de los cuales estaba presidido por una corte y un gobierno que Knigge debió de recorrer en casi su totalidad. Nacido en una familia adinerada, recibió una exquisita educación solamente para ver como la fortuna familiar se esfumaba prácticamente al acabar sus estudios dejándole con una magra pensión y con sus bienes embargados y administrados por la justicia. Pasaría el resto de su vida intentando recuperar el patrimonio familiar y tratando de volver a alcanzar una elevada posición, contaba con poderosas armas a su favor, era trabajador, inteligente, de noble carácter, mentalidad abierta... no lo conseguiría, cometió el error de intentar medrar a través de su relación con las sociedades secretas de la época, la masonería, el Orden de la Rosacruz, y la Orden de los Iluminados, allí se terminó estrellando con la cruda realidad, no importaba cuanto trabajara, cuantos afiliados consiguiera captar para las mismas, cuanto aportara a esas organizaciones, su ausencia de fortuna personal le impidió pasar de cierto punto, allí era poco menos que una mula de carga... tampoco tuvo mucho éxito en sus relaciones en las distintas cortes de los principados alemanes, la vida cortesana estaba llena de intrigas, las calumnias y la envidia eran moneda corriente.
Alcanzó algún que otro título honorífico... que eran una carga más que otra cosa y finalmente decidió intentar ganarse la vida como escritor. Fue autor de alguna novela y obra teatral de éxito moderado y pasajero... pero donde la fortuna le sonrió fue en el caso de este ensayo, "De como tratar con las personas" se convirtió en un gran éxito en Alemania, de hecho conoció varias ediciones en vida del autor y otras muchas posteriores donde no siempre se respetó la integridad del texto. Esta primera edición de su famoso ensayo, inédita hasta ahora en castellano, se corresponde con la última que pudo revisar y ampliar en vida, las ediciones posteriores como muy bien indica su traductor, José Rafael Hernández Arias, por cierto excelente el estudio introductorio y la traducción, un trabajo realmente soberbio, esas ediciones, como decía, son ya bastante dudosas e inferiores.
De modo que aquí nos encontramos con un ensayo que revela ante todo un fracaso, o más bien, de como convertir un fracaso en éxito. F. Knigge desde el comienzo nos deja bien claro que él no es un ejemplo a seguir, que ha cometido muchos errores y que solamente ha aprendido en base a los mismos cómo debe ser ese trato exitoso con las personas. Él sabía mucho del tema si tenemos en cuenta sus experiencias viajando de corte a corte y los cientos de personas a las que terminó convenciendo para que se incorporaran a la orden de los Rosacruces, pero por desgracia ese conocimiento le llegó ya en un momento tardío, en un momento en el que ya había perdido toda ilusión y ambición por medrar socialmente y que solamente deseaba ya vivir en paz y con cierto desahogo económico como correspondía a un responsable padre de familia... no lo consiguió nunca del todo y finalmente terminó falleciendo en medio de polémicas y procesos judiciales motivados por su adhesión a los principios de la Revolución Francesa a la que siempre apoyó con firmeza a pesar de sus ideas ilustradas moderadas.
Si tuviera que definir en una palabra su estilo, con todas las reservas que conlleva juzgar una traducción naturalmente, escogería la palabra "elegancia", F. Knigge poseía un estilo claro y elegante, nunca una palabra de más, nunca un argumento retorcido... "sensatez", "nobleza" y "sentido común" vienen también a mi mente cuando pienso en este libro. Knigge no era ningún visionario, tampoco era un idealista sin contacto con la realidad, hay idealismo sí, una defensa de principio a fin de las virtudes más nobles del ser humano, defensa de la verdad, de la nobleza de sentimientos, de la compasión, de la consideración a los demás, del arte de conversar, de en definitiva vivir y dejar vivir y hacerlo sin dañar a nadie. Ahora bien, no estamos ante un ingenuo, sí ante un idealista y moralista que nos va a decir lo que está bien y lo que está mal, pero no ante alguien que nos habla continuamente de cómo deberían ser los hombres, sino de alguien que sabe muy bien como son.
Bajo su experta pluma vamos a asistir a toda una disección de la sociedad de su tiempo, al trato entre personas de diferentes temperamentos y en diferentes situaciones, excepcional esta parte primera del libro donde se centra en generalidades... sólo por la misma el libro ya valdría la pena, y sin embargo estamos ante un "aperitivo".
Las relaciones entre personas de diferente edad, las que se establecen entre diferentes miembros de una familia, el trato entre cónyuges, el trato entre enamorados, sobre cómo tratar con las mujeres, las relaciones entre los amigos, entre señores y sirvientes, con los caseros, los vecinos, huéspedes y anfitriones, el trato con personas en situaciones complicadas y el trato con personas en diferentes ocasiones en la vida... todo un tratado de sociología práctica en esta segunda parte que se verá ampliado en la siguiente parte del libro.
En un viaje siempre de lo más general a lo más concreto abordamos la tercera parte, una parte donde se dejarán traslucir algunas vivencias personales del autor, este siempre eludirá las referencias concretas a su experiencia personal, pero conociendo los datos de su biografía no será difícil ver en sus duras palabras sobre las sociedades secretas el fruto de su amarga experiencia, recomiendo la lectura de ese pequeño capítulo a cualquiera que esté interesado en las mismas, no se puede ser más claro y contundente a cerca del "engañabobos" que constituyen... y donde naturalmente el autor hablaba con mucho conocimiento de causa, me temo que lo que podía decir este hombre hace más de doscientos cincuenta años podría suscribirse también hoy en día ;-).
Otro capítulo de esta tercera parte con indudables tintes autobiográficos es el dedicado al trato con los poderosos, y también al dedicado al trato con los cortesanos, temas de los que era un indudable experto. Los dedicados a las profesiones, a los artistas y académicos, y a la gente humilde nos irán subrayando una y otra vez de forma indirecta las experiencias del autor, una vida intensa, donde las debió de ver "de todos los colores".
Decir también como curiosidad, que el libro conoció como ya comenté un gran éxito en Alemania y que fue reeditado una y otra vez, con la excepción del periodo en el que los nazis estuvieron en el poder... no debió gustarles demasiado el apartado en el que Knigge habla de los judíos, porque si bien es cierto que se hace eco de los prejuicios que se tenían en aquel entonces y trata de advertir al lector de las precauciones a tomar en el trato con estos, también es verdad que no deja de ver en los judíos cualidades positivas para según que actividades... ni asomo de antisemitismo en esta parte, simplemente se limita a mostrar las peculiaridades de ese pueblo, con más o menos acierto o más o menos prejuicios, pero sin realizar ninguna condena.
Y es que esa es una característica que vamos a tener siempre presente en Knigge, su honradez y su nobleza, el mundo es como es y en nuestra mano está hacer del mismo un lugar mejor, hay que evitar los conflictos y observar y comprender antes de lanzar juicios a la ligera, Knigge a pesar de su apoyo a los ideales de la Revolución Francesa y su apoyo sin reservas al pensamiento ilustrado era lo que podríamos llamar un "moderado", no veía mal alguno en la forma política de una monarquía ilustrada, siempre que sus integrantes cumplieran con su deber, nos va a señalar los peligros y las dificultades en el trato con tal o cual tipo de personas, pero siempre, siempre nos va a mostrar también lo bueno, siempre va a recomendar la firmeza, la nobleza de sentimientos y la virtud como fondo de todas nuestras acciones, el amor a la verdad, y también la compasión respecto a otros seres humanos, independientemente de su extracción social y de su "utilidad" en relación a nuestros objetivos. Le veremos rechazar por ejemplo tanto el fanatismo religioso como el ateísmo militante y el desprecio a la religión, le veremos defender ardientemente las bondades del género femenino... y también señalar los que consideraba sus vicios y sus excesos, una defensa del papel de los grandes de la tierra... y también una serie de severas advertencias si tratamos con los mismos. Nunca veremos una condena categórica ni un meter a todo el mundo en el mismo saco.
"Si nos colgamos un cartel demasiado espléndido, despertaremos por ello una atención excesiva, y ello invitará a otros a investigar más a fondo estos pequeños defectos de los que ningún ser humano está libre, y así perderemos de golpe todo nuestro esplendor. Muéstrate, por lo tanto, con cierta conciencia modesta de dignidad interna y ante todo haz que resplandezca en tu frente la conciencia de la verdad y de la honestidad. Muestra sensatez y conocimientos cuando se presente la ocasión adecuada; sin exagerar, para no provocar envidia o no caer en la sospecha de tener pretensiones desmesuradas, ni muy poco como para ser ignorado o callado. Muéstrate reservado, pero evita que se te tome por un original o un tímido o por arrogante"
Un enlace para terminar a la excelente reseña, como siempre, de mi blog filosófico favorito sobre esta interesante obra.
Lo mejor: Un ensayo de otra época, de un tiempo en el que escribir lo que podríamos llamar "manuales de autoayuda" era algo muy distinto al día de hoy. Knigge fue mucho más lejos, su libro no solamente era una colección de recetas sino que apuntaba a algo más profundo, al significado último de ser un humano y de saber estar en el mundo. Escrito con el afán de ganar dinero, sin duda, pero también con el incuestionable afán de ser de utilidad, de evitar que otros cometieran sus mismos errores en la medida de lo posible. Escribió pues el libro que a él le hubiera gustado leer en su juventud y que le hubiera evitado muchos problemas y sinsabores de haber seguido sus consejos. Esa quizás sea la clave de el porqué de su éxito, la sinceridad aunada a la voz de la experiencia, y la clave seguramente de porqué otras obras más comerciales y superficiales no sobrevivieron a su época y en cambio este ensayo, pariente cercano en cuanto a temática y objetivos de "Oráculo manual y arte de prudencia" de nuestro Baltasar Gracián, es una obra intemporal que vale la pena conocer. Un libro muy hermoso que nació con vocación de clásico.
Lo peor: El tiempo es inmisericorde con todo y con todos, y no iba a ser menos con el infortunado escritor alemán, aunque el ser humano de hoy en esencia no es diferente al europeo del siglo XVIII, la naturaleza humana para bien o para mal no ha cambiado nada, sí que en cambio lo ha hecho la sociedad en la que vivimos... de ahí que muchos consejos que da en el libro nos puedan chocar, de ahí que se pueda catalogar a su autor sin temor a ser injustos y a pesar de sus esfuerzos de clasista, sexista... y alguna cosa más. F. Knigge era un hombre de su tiempo, no era un visionario, su pensamiento era avanzado en algunos aspectos, de ahí su defensa del trato humano con los animales, o del trato compasivo con los menos afortunados por ejemplo, pero bebía tanto o más del pasado, era por lo tanto un hijo de su tiempo como lo somos nosotros del nuestro, de ahí que tampoco podemos pedirle demasiado.
Destacar también, puesto que lo anteriormente dicho era un poco "de cajón", su voluntad de evitar problemas y de abordar temas espinosos, así le veremos insinuar algún que otro asunto para a continuación escurrir el bulto. Vamos, que indudablemente hacía suyos algunos de los consejos que vierte en el libro y los aplica a su propio escrito. Estaba claro que de la misma forma que se conducía ya a esas alturas de la vida, con una mezcla entre firmeza y habilidad para evitar conflictos, aplica lo dicho a su propia obra... Knigge no quería problemas con la censura, ni tampoco quería generar polémicas. De hecho no las tuvo por lo que se ve, ello hace que quede al final una sensación de que el escritor se guardó pensamientos para sí, y que podía haber cargado más las tintas y haber sido más políticamente incorrecto, y de paso más interesante sin duda para un lector actual.
Destacar también, puesto que lo anteriormente dicho era un poco "de cajón", su voluntad de evitar problemas y de abordar temas espinosos, así le veremos insinuar algún que otro asunto para a continuación escurrir el bulto. Vamos, que indudablemente hacía suyos algunos de los consejos que vierte en el libro y los aplica a su propio escrito. Estaba claro que de la misma forma que se conducía ya a esas alturas de la vida, con una mezcla entre firmeza y habilidad para evitar conflictos, aplica lo dicho a su propia obra... Knigge no quería problemas con la censura, ni tampoco quería generar polémicas. De hecho no las tuvo por lo que se ve, ello hace que quede al final una sensación de que el escritor se guardó pensamientos para sí, y que podía haber cargado más las tintas y haber sido más políticamente incorrecto, y de paso más interesante sin duda para un lector actual.
No hay comentarios:
Publicar un comentario