Ficha: "Ensayos, Diario del viaje a Italia, correspondencia, efemérides y sentencias", Michel de Montaigne, Penguin Randon House Grupo Editorial, 730 páginas, ISBN: 978 849 0622 391
Vuelvo a ocuparme en este blog de un viejo conocido, mi amigo Michel Equyem de Montaigne, no está de más una recopilación del espacio que le he dedicado aquí desde hace casi tres años ya:
Antecedentes.
En mayo de 2.012 incluía una pequeña selección de sus "Ensayos" vendida junto con el ejemplar número 11 de la revista Filosofía Hoy, una publicación que no me canso de recomendar, la misma junto con una obra (incompleta) de Schopenhauer y el archifamoso "El príncipe" de Maquiavelo fueron comentados en aquel artículo. También por supuesto en el excelente ensayo de Sara Bakewell centrado en su obra, sin duda uno de los mejores libros que leí ese año, una referencia indispensable a la hora de acercarse del genial escritor. Y por supuesto, inevitable es señalar el emotivo librito que a Montaigne le dedicó Stefan Zwzeig... todavía recuerdo una fragmento de la lectura del mismo en la soledad de la mesa de un bar, sin más compañía que una pinta de cerveza, en la que me tuve que secar los ojos húmedos de la emoción ante la prosa del inmortal Stefan... no, definitivamente aquel noble francés de la Gascuña que fue contemporáneo de nuestro Cervantes y W. Shakespeare hace tiempo que representa mucho para mí.
Con tales antecedentes y habiendo leído dos ensayos sobre Montaigne y su obra lo más lógico sería emprender la lectura de sus Ensayos, sin duda una de las cimas de la literatura de todos los tiempos, reconozco aquí que tras adquirir la edición de los ensayos de la editorial Cátedra, basada en la edición de Burdeos, la última que se sepa donde él realizó una revisión y que incluye además la obra "La servidumbre voluntaria" de su amigo Étienne de La Boétie, que no he sido capaz todavía de completar la lectura del libro.
Por ese motivo adquirí sin vacilar demasiado esta edición de bolsillo que a una selección de los mejores ensayos adjunta otra obra menor del autor titulada "Diario del viaje a Italia", junto con una interesante colección de cartas y finalmente y a modo de curiosidad una lista de efemérides anotadas por Montaigne junto con la relación de las inscripciones en griego y latín que adornaban las vigas del techo de su biblioteca.
Los Ensayos.
Montaigne se retiró de la vida pública a la edad de treinta y ocho años, había ya vivido mucho, la muerte de su amigo La Boetie, la de su padre, el terrible conflicto civil que vivía Francia, una caída del caballo con una experiencia cercana a la muerte... circunstancias todas ellas que sumadas le convirtieron en el ser profundamente escéptico y desengañado que era... sin embargo no pudo cumplir ni su deseo de una vida completamente ajena a lo público ya que fue requerido para ser alcalde de Burdeos en dos ocasiones, ni tampoco pudo centrarse únicamente en sus quehaceres cotidianos como administrador de su hacienda, su inquietud intelectual y su genio no le daban descanso ni de día ni de noche, de modo que la redacción de los Ensayos constituyó una gran válvula de escape, una suerte de locura que otorgó equilibrio y cordura a una vida que seguramente de otra forma no hubiera terminado muy bien.
La selección mostrada en el libro suma 25 de los 107 "ensayos" de los que consta la obra completa, además han sido debidamente expurgados de citas dejando solamente las imprescindibles, aliciente para unos y fastidio para la mayoría de sus lectores y que hacen un tanto engorrosa la lectura. La selección es buena aunque personalmente hubiera cambiado alguna de las referidas al primer tomo de los mismos, la parte que mejor conozco al tenerla ya casi leída.
Sea como fuere me ha gustado la idea de ofrecer una recopilación de lo mejor de los Ensayos para animar a los lectores a abordar la obra completa, pero también y mucho el incluir otras obras menores y hacerlo en una cuidada edición en tapa dura ideal para llevar de aquí para allá. En una ocasión comenté en una reunión de un club de lectura que los "Ensayos" de Montaigne eran un libro para leer y releer a la menor ocasión, quedaron un poco sorprendidos y me pidieron explicaciones ya que como habituales lectores de narrativa el hecho de leer una y otra vez un libro parece un poco raro... no recuerdo la justificación que dí, pero si que puedo afirmar que sigo pensando lo mismo, y bueno, no era el único que pensaba así, dicen que el gran Gustave Flauvert regaló una edición de los ensayos a una mujer a la que amaba con la siguiente recomendación "Montaigne. Léelo de principio a fin y cuando termines vuelve a leerlo, es una maravilla" ... ¿quién soy yo para contradecir a Flauvert? ;-)
La idea de releer a Montaigne se justifica plenamente cuando uno emprende la tarea de internarse en su pensamiento, con posterioridad ha habido otros escritores que se han tomado a ellos mismos y su vida como tema principal, algo que hoy es bastante común en blogueros de todo pelaje, incluido el que escribe estas líneas, pero que en la época en que Michel escribió su libro era algo del todo punto insólito. La anteriormente mencionada Sara Bakewell fue precisamente bastante criticada por haber comparado al gran Montaigne con un vulgar "bloguero"... algo por lo demás discutible, pero para mí no hay la menor duda, si el bueno de Michel viviese hoy escribiría un blog, estoy seguro, en el que tal y como hizo en su época, nos expondría sin pudor los lugares más recónditos de su alma con la sana intención de dejar para la posteridad un fiel retrato de sí mismo, para que cada persona que leyese su obra sintiese esa cercanía y humanidad. Algo que nunca podríamos sentir al examinar una obra de la ficción o tener que leer entre líneas y suponer cosas sobre un relato sobre un tema cualquiera. Él mismo, la máxima autoridad posible sobre si, fue el tema de sus ensayos, lo deja bien patente desde el principio en un prólogo maravilloso digno de ser enmarcado:
"Este es un libro de buena fe, lector. Desde el comienzo te advertirá que con él no persigo ningún fin trascendental, sino solo privado y familiar; tampoco me propongo con mi obra prestarte ningún servicio, ni con ella trabajo para mi gloria, que mis fuerzas no alcanzan al logro de tal designio. Lo consagro a la comodidad particular de mis parientes y amigos para que, cuando yo muera (lo que acontecerá pronto), puedan encontrar en él algunos rasgos de mi condición y humor, y por este medio conserven más completo y más vivo el conocimiento que de mí tuvieron. Si mi objetivo hubiera sido buscar el favor del mundo, habría echado mano de adornos prestados; pero no, quiero solo mostrarme en mi manera de ser sencilla, natural y ordinaria, sin estudio ni artificio, porque soy yo mismo a quien pinto. Mis defectos, mis imperfecciones y mi manera de ser ingenua se reflejarán a lo vivo: en tanto que la reverencia pública lo consienta. Si hubiera yo pertenecido a esas naciones que viven todavía bajo la dulce libertad de las primitivas leyes de la naturaleza, te aseguro que me hubiese pintado de buen grado de cuerpo entero y completamente desnudo. Así, lector, yo mismo soy el contenido de mi libro, lo cual no es razón para que emplees tu vagar en un asunto tan frívolo y baladí. Adiós, pues."
Diario del viaje a Italia.
Montaigne se hubiera horrorizado al ver esta obra menor para su uso personal y distracción publicada, estoy convencido, no es que no faltasen notas personales, escatológicas incluso, en los Ensayos, ni mucho menos, lo que ocurre es que lo vulgar y lo escatológico llega un punto que se convierte en el tema principal de este peculiar "Diario". Naturalmente tenemos con pelos y señales, y no podría ser de otro modo tratándose de Montaigne, notas sobre los lugares que visita, sobre las costumbres locales, la gente que se encuentra, los monumentos, el trazado de las calles y caminos, el dinero que costaba llegar a tal o cual sitio o lo que importaba tal o cual mercancía... pero de ahí pasamos con frecuencia a lo que se comía en el viaje, lo que se bebía... y también al onmipresente tema de cuando bebía, cuanto orinaba, la frecuencia de sus deposiciones de heces y la aburrida retahila sobre los cólicos nefríticos que el pobre tuvo que padecer durante el mismo y el aspecto de las piedras que sus riñones arrojaban... con notas sobre el color y cantidad de sus orines entre otras...
Montaigne era consciente de que seguramente era el último viaje importante de su vida, da la impresión de que en él básicamente quería disfrutar de la vida, hacerlo con los ojos bien abiertos sin perder el menor detalle, ir de balneario en balneario y de cura en cura para su mal de riñón, que le llevaría a la tumba unos años después... no le interesaban aquí las disgresiones filosóficas de ninguna especie, estaba muy claro que este fue un trabajo que realizó para entretenerse durante el viaje a modo de divertimento y sin ninguna intención como he comentado de verlo publicado, lo dicho, aunque es interesante para sus lectores habituales de los Ensayos, se trata de una obra que no merece más comentario que el de constituir una mera curiosidad y que comprensiblemente decepcionó a muchos de los que adoraban su obra magna. La última parte me ha parecido aburrida, Michel da la impresión de sufrir mucho y de encontrar cada vez menos consuelo en la escritura.
Correspondencia.
Si el "Diario de viaje a Italia" es una obra posterior a los Ensayos, algo que el autor realizó como divertimento personal y en un momento en el que sentía que no tenía ya nada que añadir a lo ya escrito o demostrarle a nadie en la selección de la correspondencia tenemos justo lo contrario, son escritos anteriores a los Ensayos donde se tocan diversos temas en función de la persona a la que van dirigidas, memorable especialmente es una carta a su padre donde le cuenta con todo el detalle del que es capaz el suceso de la muerte de su amigo del alma, el poeta La Boetie, un suceso que le trastornaría y cambiaría para siempre, una muerte que no dejó de lamentar el resto de su vida. Son conmovedoras también las cartas en las que trata, seguramente con poco éxito, salvar la vida a tal o cual personaje en medio de la guerra, o simplemente llamar la atención sobre la obra de su amigo muerto con la finalidad de que sus versos no caigan en el olvido y honrar su memoria. Unas cartas que en definitiva nos hablan de la tremenda humanidad de su autor y de que personalidad bondadosa, compasiva y a la vez firme era algo que estaba muy lejos de constituir una pose.
Extras.
Con tales antecedentes y habiendo leído dos ensayos sobre Montaigne y su obra lo más lógico sería emprender la lectura de sus Ensayos, sin duda una de las cimas de la literatura de todos los tiempos, reconozco aquí que tras adquirir la edición de los ensayos de la editorial Cátedra, basada en la edición de Burdeos, la última que se sepa donde él realizó una revisión y que incluye además la obra "La servidumbre voluntaria" de su amigo Étienne de La Boétie, que no he sido capaz todavía de completar la lectura del libro.
Por ese motivo adquirí sin vacilar demasiado esta edición de bolsillo que a una selección de los mejores ensayos adjunta otra obra menor del autor titulada "Diario del viaje a Italia", junto con una interesante colección de cartas y finalmente y a modo de curiosidad una lista de efemérides anotadas por Montaigne junto con la relación de las inscripciones en griego y latín que adornaban las vigas del techo de su biblioteca.
Los Ensayos.
Montaigne se retiró de la vida pública a la edad de treinta y ocho años, había ya vivido mucho, la muerte de su amigo La Boetie, la de su padre, el terrible conflicto civil que vivía Francia, una caída del caballo con una experiencia cercana a la muerte... circunstancias todas ellas que sumadas le convirtieron en el ser profundamente escéptico y desengañado que era... sin embargo no pudo cumplir ni su deseo de una vida completamente ajena a lo público ya que fue requerido para ser alcalde de Burdeos en dos ocasiones, ni tampoco pudo centrarse únicamente en sus quehaceres cotidianos como administrador de su hacienda, su inquietud intelectual y su genio no le daban descanso ni de día ni de noche, de modo que la redacción de los Ensayos constituyó una gran válvula de escape, una suerte de locura que otorgó equilibrio y cordura a una vida que seguramente de otra forma no hubiera terminado muy bien.
La selección mostrada en el libro suma 25 de los 107 "ensayos" de los que consta la obra completa, además han sido debidamente expurgados de citas dejando solamente las imprescindibles, aliciente para unos y fastidio para la mayoría de sus lectores y que hacen un tanto engorrosa la lectura. La selección es buena aunque personalmente hubiera cambiado alguna de las referidas al primer tomo de los mismos, la parte que mejor conozco al tenerla ya casi leída.
Sea como fuere me ha gustado la idea de ofrecer una recopilación de lo mejor de los Ensayos para animar a los lectores a abordar la obra completa, pero también y mucho el incluir otras obras menores y hacerlo en una cuidada edición en tapa dura ideal para llevar de aquí para allá. En una ocasión comenté en una reunión de un club de lectura que los "Ensayos" de Montaigne eran un libro para leer y releer a la menor ocasión, quedaron un poco sorprendidos y me pidieron explicaciones ya que como habituales lectores de narrativa el hecho de leer una y otra vez un libro parece un poco raro... no recuerdo la justificación que dí, pero si que puedo afirmar que sigo pensando lo mismo, y bueno, no era el único que pensaba así, dicen que el gran Gustave Flauvert regaló una edición de los ensayos a una mujer a la que amaba con la siguiente recomendación "Montaigne. Léelo de principio a fin y cuando termines vuelve a leerlo, es una maravilla" ... ¿quién soy yo para contradecir a Flauvert? ;-)
La idea de releer a Montaigne se justifica plenamente cuando uno emprende la tarea de internarse en su pensamiento, con posterioridad ha habido otros escritores que se han tomado a ellos mismos y su vida como tema principal, algo que hoy es bastante común en blogueros de todo pelaje, incluido el que escribe estas líneas, pero que en la época en que Michel escribió su libro era algo del todo punto insólito. La anteriormente mencionada Sara Bakewell fue precisamente bastante criticada por haber comparado al gran Montaigne con un vulgar "bloguero"... algo por lo demás discutible, pero para mí no hay la menor duda, si el bueno de Michel viviese hoy escribiría un blog, estoy seguro, en el que tal y como hizo en su época, nos expondría sin pudor los lugares más recónditos de su alma con la sana intención de dejar para la posteridad un fiel retrato de sí mismo, para que cada persona que leyese su obra sintiese esa cercanía y humanidad. Algo que nunca podríamos sentir al examinar una obra de la ficción o tener que leer entre líneas y suponer cosas sobre un relato sobre un tema cualquiera. Él mismo, la máxima autoridad posible sobre si, fue el tema de sus ensayos, lo deja bien patente desde el principio en un prólogo maravilloso digno de ser enmarcado:
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"Este es un libro de buena fe, lector. Desde el comienzo te advertirá que con él no persigo ningún fin trascendental, sino solo privado y familiar; tampoco me propongo con mi obra prestarte ningún servicio, ni con ella trabajo para mi gloria, que mis fuerzas no alcanzan al logro de tal designio. Lo consagro a la comodidad particular de mis parientes y amigos para que, cuando yo muera (lo que acontecerá pronto), puedan encontrar en él algunos rasgos de mi condición y humor, y por este medio conserven más completo y más vivo el conocimiento que de mí tuvieron. Si mi objetivo hubiera sido buscar el favor del mundo, habría echado mano de adornos prestados; pero no, quiero solo mostrarme en mi manera de ser sencilla, natural y ordinaria, sin estudio ni artificio, porque soy yo mismo a quien pinto. Mis defectos, mis imperfecciones y mi manera de ser ingenua se reflejarán a lo vivo: en tanto que la reverencia pública lo consienta. Si hubiera yo pertenecido a esas naciones que viven todavía bajo la dulce libertad de las primitivas leyes de la naturaleza, te aseguro que me hubiese pintado de buen grado de cuerpo entero y completamente desnudo. Así, lector, yo mismo soy el contenido de mi libro, lo cual no es razón para que emplees tu vagar en un asunto tan frívolo y baladí. Adiós, pues."
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Y bueno, tenemos en esta selección a Montaigne en estado puro, escéptico, indeciso, sincero, sinuoso, navegando siempre entre dos aguas, haciendo gala continua de su humildad y falta de dogmatismo, humano, contradictorio, piadoso, compasivo, erudito... y sobre todo cercano y amistoso, un escritor que supo acercarse más al lector que ningún otro de antes de él y que no dejará de utilizar citas de clásicos, sobre todo de Séneca y Plutarco sus autores favoritos pero también de una miriada de escritores a modo de muleta. El hecho de reflejar principalmente sus opiniones sobre casi todo y no tenerse personalmente por entendido o experto en nada le causaba una gran inseguridad, de ahí que necesitase continuamente, especialmente en sus primeros ensayos, el utilizar las citas de clásicos a modo de "muletas" para justificar sus palabras con la pícara intención además de hacerlo para poder contestar a las críticas con mayor fuerza, porque una cosa era poner en tela de juicio sus palabras y otra bien diferente el criticar la de los escritores consagrados.
En definitiva, una lectura densa, en ocasiones enrevesada y claustrofóbica, en otras luminosa y plena de sentido común, mil disgresiones, mil idas y venidas saltando de un tema al otro, una libertad a la hora de escribir que parece indicar una espontaneidad que peca de irreal, Montaigne revisó cuidadosamente una y otra vez sus escritos en las diferentes ediciones... hizo mil correcciones y con el mérito de que el texto final que ha llegado a nosotros no pierde en ningún momento su frescura y la sensación de estar en muchas ocasiones escrito como de corrido, sin estructura definida en muchas ocasiones pero siempre absorbente e hipnótico... los Ensayos son una obra capaz de atrapar al lector como si de un agujero negro se tratase, cualidad que ha sido acrecentada por los editores de esta versión parcial al ofrecernos buena parte de lo mejor y sobre todo desbrozar bastante el camino. He disfrutado un montón con su lectura, es cuanto puedo añadir.
Diario del viaje a Italia.
Montaigne se hubiera horrorizado al ver esta obra menor para su uso personal y distracción publicada, estoy convencido, no es que no faltasen notas personales, escatológicas incluso, en los Ensayos, ni mucho menos, lo que ocurre es que lo vulgar y lo escatológico llega un punto que se convierte en el tema principal de este peculiar "Diario". Naturalmente tenemos con pelos y señales, y no podría ser de otro modo tratándose de Montaigne, notas sobre los lugares que visita, sobre las costumbres locales, la gente que se encuentra, los monumentos, el trazado de las calles y caminos, el dinero que costaba llegar a tal o cual sitio o lo que importaba tal o cual mercancía... pero de ahí pasamos con frecuencia a lo que se comía en el viaje, lo que se bebía... y también al onmipresente tema de cuando bebía, cuanto orinaba, la frecuencia de sus deposiciones de heces y la aburrida retahila sobre los cólicos nefríticos que el pobre tuvo que padecer durante el mismo y el aspecto de las piedras que sus riñones arrojaban... con notas sobre el color y cantidad de sus orines entre otras...
Montaigne era consciente de que seguramente era el último viaje importante de su vida, da la impresión de que en él básicamente quería disfrutar de la vida, hacerlo con los ojos bien abiertos sin perder el menor detalle, ir de balneario en balneario y de cura en cura para su mal de riñón, que le llevaría a la tumba unos años después... no le interesaban aquí las disgresiones filosóficas de ninguna especie, estaba muy claro que este fue un trabajo que realizó para entretenerse durante el viaje a modo de divertimento y sin ninguna intención como he comentado de verlo publicado, lo dicho, aunque es interesante para sus lectores habituales de los Ensayos, se trata de una obra que no merece más comentario que el de constituir una mera curiosidad y que comprensiblemente decepcionó a muchos de los que adoraban su obra magna. La última parte me ha parecido aburrida, Michel da la impresión de sufrir mucho y de encontrar cada vez menos consuelo en la escritura.
Correspondencia.
Si el "Diario de viaje a Italia" es una obra posterior a los Ensayos, algo que el autor realizó como divertimento personal y en un momento en el que sentía que no tenía ya nada que añadir a lo ya escrito o demostrarle a nadie en la selección de la correspondencia tenemos justo lo contrario, son escritos anteriores a los Ensayos donde se tocan diversos temas en función de la persona a la que van dirigidas, memorable especialmente es una carta a su padre donde le cuenta con todo el detalle del que es capaz el suceso de la muerte de su amigo del alma, el poeta La Boetie, un suceso que le trastornaría y cambiaría para siempre, una muerte que no dejó de lamentar el resto de su vida. Son conmovedoras también las cartas en las que trata, seguramente con poco éxito, salvar la vida a tal o cual personaje en medio de la guerra, o simplemente llamar la atención sobre la obra de su amigo muerto con la finalidad de que sus versos no caigan en el olvido y honrar su memoria. Unas cartas que en definitiva nos hablan de la tremenda humanidad de su autor y de que personalidad bondadosa, compasiva y a la vez firme era algo que estaba muy lejos de constituir una pose.
Extras.
El libro concluye con una breve relación de efemérides redactada por el mismo Montaigne que comienza con el día del nacimiento de su padre y concluye con el nacimiento de su primer nieto.También a modo de curiosidad se ofrece la inscripción que hizo poner sobre la chimenea de su biblioteca y las que decoraban las vigas del techo de su biblioteca, inscripciones griegas y latinas con la correspondiente transcripción en castellano, una decoración sencilla y a la vez que instructiva porque las mismas fueron cuidadosamente escogidas. Hay también un pequeño plano de la biblioteca con la situación precisa de cada viga, de ahí que uno pueda hacerse a la idea de la situación exacta de cada inscripción de este santuario del saber y que todavía hoy se puede visitar.
No quiero abandonar la redacción de este
comentario sin dejar de alabar el prólogo de Gonzalo Torné por su breve
y acertada introducción a la obra de Montaigne:
"...
podríamos decir que la lectura de Montaigne nos aporta algo realmente
estimable: compañía. Quizás la palabra esté en desuso, pero califica
bien la experiencia de leer a Montaigne: encontraremos autores más
intensos, un puñado de más imaginativos, pero me cuesta caer en la
cuenta de otro escritor de quien, al leerlo, se desprenda una sensación
parecida de cercanía, una proximidad inmaterial y desinteresada, la de
una voz que se examina sin restricciones para que incrementemos nuestro
conocimiento sobre la existencia humana, para nuestro provecho."
Lo mejor: Un librito excepcional que hará las delicias de los aficionados a la obra del inmortal gascón, por su formato y sus añadidos constituye una compra inexcusable incluso en el caso de que se tengan ya la versión completa, ya sea esta la excelente de Cátedra inspirada en el manuscrito de Burdeos, o la impresionante edición de Acantilado, inspirada en la edición póstuma a cargo de su gran amiga Marie de Gournay. Ideal para llevar de viaje y releer una y otra vez.
Lo peor: Que no sea una edición completa sino una selección, seguramente para algunos demasiado "aligerada" y que Montaigne sea uno de esos escritores que o bien te apasionan, o los encuentras insufribles, siendo ambas opiniones completamente equivalentes... el mismo Michel hubiera encontrado más que razonable un rechazo a su persona y su obra y hubiera recibido la misma con una gran sonrisa y un encogimiento de hombros ¿bueno y qué? :-)
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