Ficha: La Primera Guerra Mundial contada para escépticos, Juan Eslava Galán, editorial Planeta, 346 páginas, ISBN: 9788 408 124535
Por un capricho de los números el año pasado se cumplieron cien vueltas alrededor del sol del inicio de la Primera Guerra Mundial, aquella guerra que iba a "terminar con todas las guerras", según palabras del presidente norteamericano W. Wilson, y que puso patas arriba la Europa de comienzos del siglo veinte marcando toda una época y a varias generaciones para siempre, una guerra con una amplitud y una ferocidad hasta entonces desconocidas, la Gran Guerra, como fue conocida entonces tardaría solamente veintipocos años en quedar relegada al estatus de un preludio de una guerra mucho más "mundial" y mortífera que con casi toda probabilidad no hubiera sucedido nunca de no haber tenido este terrible precedente.
Juan Eslava Galán, doctor en filología, novelista y ensayista de notable éxito con más de sesenta o setenta títulos publicados, sobre todo de novela histórica, presentó este entretenido ensayo el año pasado con un evidente oportunismo editorial, no fue el único título que se puso a la venta sobre el tema de la Primera Guerra Mundial, casi todos fueron obras más "serias" y voluminosas que esta, pero eso no le quita el menor interés porque la verdad es que es un libro agradable de leer y que se disfruta de principio a fin... a pesar del tema.
Ironía y sentido del humor con las señas de identidad del autor, la extensión del título "contada para escépticos" sería equivalente a decir "sin mistificaciones de ningún tipo" o "sin ideologías de ninguna clase"... esta no es una historia de buenos y malos sino una tragedia de proporciones inmensas, sería una tarea inabarcable el vislumbrar ni remotamente el dolor y sufrimiento acaecido en esos cuatro infames años al término de los cuales habían desaparecido cuatro imperios, alemán, austro-húngaro, turco y ruso, se había producido una revolución de enorme magnitud en Rusia y acabado con la vida de no menos de diez millones de combatientes, más una cifra enorme de heridos y mutilados que superaría los treinta millones...
Cuando estudié la Primera Guerra Mundial en el instituto nuestro profesor, que no era ningún lumbreras aunque su nombre figurara entre los autores del manual de Historia que usábamos, poco menos que culpaba al asesino del archiduque Francisco, un terrorista y nacionalista serbio, del estallido del conflicto... todavía recuerdo la indignación que le embargaba cuando comentaba el tremendo coste humano del conflicto y decía que a aquel tipo habría que haberlo "aplastado como un gusano" ... la verdad es que aquel elemento, Gavrilo Princip, no fue condenado a muerte por ser menor de edad y terminó con una condena a 20 años de prisión en un castillo... moriría de tuberculosis en 1.918 poco antes del final del conflicto, un final demasiado bueno para él. Sin embargo culpar a un solo individuo del clima de absurda locura que se vivía en Europa en 1.914 es ir demasiado lejos.
En el libro Juan Eslava viene a decir que el nacionalismo es el ideal más estúpido que existe, un servidor bastante menos comedido agregaría que el mismo tiene la virtud de atraer a todos los estúpidos más que ninguna otra ideología, no se si es condición previa ser estúpido o que todos los cretinos van al mismo sitio... pero lo cierto es que ese cretinismo constituía toda una plaga en la Europa de la época, los alemanes por ejemplo se consideraban lo mejorcito de Europa, llevaban décadas cultivando una soberbia y una arrogancia que indefectiblemente les hacía verse a sí mismos como un pueblo superior y en contrapartida despreciar y envidiar a Francia e Inglaterra por sus imperios coloniales, mucho más grandes que el suyo, debido a su tardía llegada al "reparto" de África y su casi nula influencia en Asia.
Delante tampoco tenían precisamente a seres virtuosos, Francia estaba todavía resentida de la pérdida de Alsacia y Lorena en la guerra franco prusiana de 1.870 y ansiaban la venganza contra la aborrecida Alemania que además se había convertido desde final del siglo XIX en la primera potencia industrial de Europa y poseía con diferencia la mejor red ferroviaria. Gran Bretaña por su parte aunque tenía un enorme imperio colonial y una flota que dominaba los mares no podía ver sino con miedo el auge industrial de una Alemania a la que Europa parecía quedársele pequeña y estaba deseando pararle los pies. Rusia por su parte hacía tiempo que se había aliado con Francia en un intento de frenar a Alemania y de esta forma cogerla entre dos frentes... intervencionismos en los Balcanes aparte, del que formaba parte su alianza con Serbia. Austria por su parte intentaba sofocar los levantamientos indepentistas de la región balcánica y se sentía firmemente apoyada por Alemania... de ahí su declaración de guerra a Serbia tras el magnicidio al que fueron literalmente empujados por Alemania. El apoyo de Rusia a Serbia, la declaración de guerra de Alemania tanto a Rusia como a Francia, y la de Gran Bretaña a Alemania casi completaron la loca cadena de acontecimientos, nadie parecía tener interés en la paz... si había una ficha que podía poner en funcionamiento todo el engranaje infernal era lo sucedido en Sarajevo en 1.914... pero podía haber sucedido en cualquier otra parte.
La Primera Guerra Mundial ha pasado a la historia como paradigma de una guerra de trincheras, de un terrorífico equilibrio en el que los frentes apenas se movieron y donde miles de hombres morían por un pedazo de terreno no más grande que un campo de fútbol, una guerra donde se lució siniestramente la ametralladora y la artillería, pero donde también se usaron por primera vez los gases venenosos y el lanzallamas, donde la aviación comenzó a usarse de forma más o menos masiva y comenzaron los ataques directos a la población civil... afortunadamente de alcance limitado todavía, una guerra donde la artillería convertía kilómetros y kilómetros cuadrados en paisajes que parecían fotos de la superficie de la luna, un amasijo de cráteres y tierra batida entremezclados de carne humana, una guerra en la que los muertos eran enterrados de forma apresurada y vueltos a sacar fuera por las bombas y donde todavía hoy en pleno siglo XXI quedan bombas sin estallar y miles y miles de muertos anónimos atomizados y triturados bajo las verdes colinas de Flandes, nada menos que setecientos mil soldados se dieron por desaparecidos y quedaron convertidos en abono.
El libro se hará eco de las operaciones militares, del clima prebélico, del influjo de la Gran Guerra en nuestro país, donde, como no, sirvió también de tema de enfrentamiento, de la vida en las trincheras y la retaguardia, la propaganda de uno y otro bando, los sufrimientos y las penalidades, los errores monstruosos de unos generales que no parecían entender que no se podían usar estrategias antiguas con armas modernas, de los crímenes y la violación de tratados y fronteras haciendo valer el viejo y terrible dicho de "el fin justifica los medios", de los intereses económicos en juego y las trampas y sucios trucos de la diplomacia... en fin, una guerra da para mucho y la Gran Guerra fue un enorme y trágico escenario donde lo que no faltan son historias y ángulos para observarla y escribir sobre ella.
Eslava Galán ha documentado su obra abundantemente, la misma está ilustrada con un gran número de fotografías no ya solo de las típicas en blanco y negro retratando a los soldados en el campo de batalla, que las hay, sino también fotos curiosas, como esa que preside la portada en la que un soldado alemán da fuego a uno británico, seguramente tomada en el momento del alto el fuego, sino también fotografías de los protagonistas, fotos de propaganda y carteles publicitarios, armamento, fortalezas etcétera, prácticamente no queda ningún aspecto del conflicto sin reseñar aunque sea de forma breve y donde cuando la ocasión da para ello no deja de ironizar con las ideas de tal o cual estadista o general, y es que afortunadamente el mundo ha cambiado bastante desde entonces, y no porque sea ahora mucho mejor, que no lo es, sino porque nos resulta chocante una mentalidad tan ingenua como la de aquella época en la que resultaba inaudito una manifestación por la paz y donde todo el mundo se echó a la calle aquel verano de 1.914 para ¡celebrar! el estallido del conflicto pensando que la guerra era la solución y que en unos meses todo habría acabado... en fin, quiero pensar que algo bueno se ha aprendido tras tantos millones de muertos y tanto sufrimiento.
Muy buenos los apuntes en el libro sobre la evolución posterior de sus protagonistas, y la tan manida historia sobre si el tratado de Versalles fue o no injusto y que este puso la semilla del futuro ascenso del nazismo. Teniendo en cuenta como trataron los alemanes a los rusos en el tratado de paz de Brest-Litovsk no puedo estar más de acuerdo con el autor de este libro en el hecho de que si la victoria hubiera caído del lado de Alemania las duras condiciones del tratado de Versalles habrían palidecido al lado de las que la nación germana habría impuesto a Francia e Inglaterra.
Lo mejor: Un ensayo verdaderamente ameno, ágilmente relatado, plagado de anécdotas y sentido del humor. Dividido en pequeños capítulos bien ilustrados que hará las delicias de los aficionados al ensayo histórico. Me ha encantado la anécdota de la taberna "El Gorrión" y aquel jamón que unos y otros se apostaron y que terminó momificado e indultado en un escaparate. Podría pensarse que uno corre el peligro de aburrirse con una historia que conoce, aunque sea a grandes trazos, lo cierto es que no ha sido así y he aprendido bastante sobre ese conflicto gracias a este libro. No tengo la menor duda, el próximo ensayo histórico que lea será de este autor.
Lo peor: Que esto no ha hecho más que comenzar, hace unos días se "conmemoraba" la campaña de Gallipolli, con la notable ausencia de Turquía, imagino que el año que viene tocará recordar Verdún y el Somme, al año siguiente tendremos la misma brasa con el aniversario de la revolución rusa, al siguiente con el fin de la guerra... Los más aficionados a los ensayos históricos habrán encontrado este demasiado breve y no creo que su sentido del humor y el estilo desenfadado y jocoso, siempre con la estupidez humana como blanco y nunca con el sufrimiento que maldita gracia tiene, haya gustado a más de uno.
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