"La lección socrática básica es que una sociedad de individuos autónomos exige una forma de vivir mucho más deliberada por parte de todos y cada uno de esos individuos. Sócrates traduce esta mayor deliberación en la necesidad de vivir con arreglo a un método que es también una ética. Esta era la misión y también el castigo que dejaba Sócrates a sus condenadores atenienses. Y, por supuesto, también a todos nosotros después."
Ficha: "Sócrates", "Platón", colección "Aprender a pensar", Ramón Vilà Vernis y Ramón Alcoberro Pericay, 150 y 154 páginas, ISBN: 978 84 473 8318 4 y 978 84 473 8313 9
Hace
algún tiempo alguien me comentó que en una reunión en un café
filosófico alguien pidió un ejemplo de un filósofo, - ¡Sócrates!
- dijo esta persona, y alguien exclamó -¡no es un ejemplo válido!,
en todo caso habría que decir Platón, ya que Sócrates no escribió
nada y todo lo que sabemos de él lo conocemos a través de su
discípulo Platón-... y el resto estuvieron de acuerdo, de modo que
eligieron a otro filósofo... no sé de cual hablaron después, pero
este es un problema cardinal cuando abordamos a Sócrates, distinguir
entre el "Sócrates histórico" y el inventado por Platón.
Ese tema, de hasta donde llega uno y donde comienza otro ha sido un
problema que ha hecho darle vueltas a la cabeza a los especialistas
de la historia de la filosofía. Hoy existe más o menos un consenso
donde podemos encontrar a uno y donde comienza la invención e
idealización de su discípulo más aventajado.
Este
pequeño ensayo escrito por Ramón Vilà Vernis va a gravitar de casi de comienzo a fin sobre ese tema, de hecho fue una sorpresa para mí ver
que la colección de RBA le dedicaba un tomo a Sócrates, pues
habitualmente aunque se le reconoce, como no podía ser de otra
forma, la importancia que tuvo en el desarrollo de la filosofía, el
maestro ha quedado siempre un poco a la sombra de su brillante
discípulo, no es descabellado incluso suponer que sin Platón,
Sócrates hubiera quedado al final casi en el olvido.
Esa
distinción y clasificación entre filósofos pre y post socráticos
es un tanto injusta, como muy bien señala Michel Onfray, entre los
filósofos presocráticos se incluye por ejemplo a Demócrito... el
cual sobrevivió unos cuantos años al propio Sócrates, aun así es
una clasificación que cobra sentido si atendemos a las palabras de
Ramón V. Vernis en lo referente al método que inauguró Sócrates,
sin duda en ese aspecto hubo un antes y un después. Es curiosa la
historia de un pensador que no escribió ni una sola línea, pero que
en cambio inauguró tras su muerte todo un género literario, el
diálogo socrático, un subgénero dentro de la filosofía que
encontraría en su discípulo Platón su cima artística y
filosófica. Tanto es así que Platón elegiría esta forma para
transcribir sus pensamientos hasta casi sus últimas obras.
La
clave del pensamiento de Sócrates, como muy bien explica el libro,
no es lo que dijo sobre tal o cual tema, porque básicamente la frase
más conocida de su pensamiento es el tan conocido, y no exento de
controversia, "sólo sé que no sé nada"... lo dijera o
no, lo cierto es que desde ahí es posible enjuiciar su pensamiento,
Sócrates a diferencia de otros filósofos anteriores a él no se
preguntaba por la naturaleza del mundo, por el origen de las cosas y
la estructura del universo, él básicamente centró su atención en el ser humano y en los valores asociados al mismo, cuestiones como la virtud, la verdad, la bondad, la verdad, la justicia... que hacía tiempo que eran tratadas por los pensadores conocidos como "los sofistas" que se habían hecho muy populares, estos eran básicamente gente que habían viajado mucho y que dominaban el arte de la oratoria, centrándose en los aspectos relativos de los conceptos antes nombrados y en las distintas concepciones sobre los mismos en función de los intereses particulares y la cultura dominante. Pregonaban además los sofistas un saber de índole práctico y cobraban por sus clases de retórica y oratoria, no se preocupaban en lo más mínimo por encontrar definiciones absolutas, que sirvieran para todo el mundo, en lo relativo a la bondad, justicia, virtud o bien, fundamentalmente porque sabían muy bien que los que es bueno para alguien puede ser malo para otro, etc... en la Atenas de Sócrates, sobre todo desde que el régimen político era el democrático, el arte de defender una idea de forma convincente, independientemente de su valor, había tomado una importancia desmedida, hasta tal punto de que ya parecía que daba igual la bondad o la veracidad de la misma, lo importante era saber argumentar de forma convincente y lograr una mayoría de votos a favor de la causa defendida, fuera justa o injusta, ya fuera en una asamblea de carácter político o en un juicio. Sócrates se rebeló contra todo esto.
A
él, sin ningún género de dudas podemos atribuirle un método que
desde entonces ha formado parte indisoluble de la filosofía, el
llamado “método socrático”, que básicamente consiste en un
falso diálogo, donde el supuesto maestro hace las preguntas, cada
vez más inquisitivas e impertinentes, y el “alumno” contesta con
lo que él cree saber, poco a poco las preguntas del maestro van
arrinconándole y mostrando sus carencias y contradicciones… para
al final llegar a una “aporía”, es decir, a un callejón sin
salida donde quede bien patente que esa seguridad que tenía el
alumno en un comienzo en donde creía saber de qué estaba hablando
era en realidad una ilusión. Esta forma no ya de emprender un camino
hacia una definición concreta y satisfactoria de las cosas, sino más
bien de eliminar lo incorrecto y superfluo, de mostrar las
contradicciones, los prejuicios y cosas que se dan por supuestas y se
tienen muy asumidas sin haber reflexionado previamente sobre ellas
era su método. Un método reflejado una y otra vez por Platón de
forma brillante en los diálogos socráticos y donde, sobre todo en
los primeros: Apología, el Critón, el Laques, el Eutifrón, el Ión,
el Lisis, el Cármides, el Gorgías, el Hipias menor, el Hipias
mayor, y el Protágoras, sobre los que hay cierto consenso entre los
estudiosos, son los que nos van a mostrar con más fidelidad, siempre
de forma relativa, al Sócrates histórico… posteriormente Platón
ya pondría mucha cosas de su cosecha y se convertiría en un
filósofo de peso por méritos propios, pero eso es ya otra historia.
Solamente
apuntar como nota final algo obvio, que en el caso de Sócrates, así
como en el de cualquier filósofo del pasado, la explicación de las
circunstancias de su vida y el contexto histórico son algo que tiene
la mayor importancia, en ese aspecto el trabajo de Ramón Vilà es
ejemplar, también me ha gustado mucho esa selección de obras
recogidas en la parte de la bibliografía, donde se da prioridad a
las obras en castellano y que todavía es posible buscar y adquirir,
todo un detalle pasado por alto por demasiados autores y editores con
habituales referencias a obras ya descatalogadas o en otros idiomas.
Muy buen trabajo, una verdadera joya para leer y coleccionar.
“Platón considera poco significativo el éxito o el fracaso puntual de un gobernante, de la misma manera que no otorga valor al consenso o al pacto entre los ciudadanos. En el Estado platónico no hay lugar para la subjetividad ni necesidad de consenso. En él –ya no se pronuncian al unísono palabras tales como “mío” y lo “no mío”. Las contradicciones de clase, la subjetividad y el deseo han quedado superadas por la apelación a la Razón universal. El platonismo es, en definitiva, una propuesta para resolver conflicto mediante la apelación a principios universales. Que esos existan o no, y que la razón logre conocerlos, ha sido objeto de debate durante siglos, en filosofía y fuera de ella. Y seguramente seguirá siéndolo.”
Platón
representa naturalmente una continuidad natural del trabajo anterior,
cuando uno lee con atención este ensayo es cuando se da cuenta de
que aquella frase de Alfred North Whitehead “Toda la filosofía
occidental puede considerarse como anotaciones al margen de las obras
de Platón” lejos de ser exagerada cobra todo su sentido. No existe
ningún otro pensador de la antigüedad más vigente que Platón, sea
para alabar su concepción de las cosas, de los temas que trató y su
visión del sr humano, sea para considerarle una influencia
perniciosa y atacarle… da igual, hay otros pensadores que uno puede
eludir, a los que puede ignorar y no pasa absolutamente nada… pero
no es el caso de Platón, nos guste o no.
Estamos
ante el alumno más aventajado de Sócrates, con diferencia, y con el
más brillante escritor de la antigüedad, al menos de aquellos de
los que nos han llegado obras suficientes, que en el caso de Platón
es casi todo lo que escribió. Menudo contraste entre el maestro que
no escribió ni una sola línea porque despreciaba y desconfiaba de
la palabra escrita, y el alumno, el mejor escritor filosófico de la
antigüedad y una de las cimas de la lengua griega clásica. Todavía
recuerdo una frase de la profesora de filosofía que tuve en el
instituto cuando abordamos la filosofía platónica ante el gesto de
desagrado de una compañera por ser “demasiado antiguo” – si
hay un filósofo que sigue estando actual es Platón, si quieres
considerar un carca a Aristóteles, bueno, pero no a Platón- , creo
que en esa misma clase nos habló de su obra “El banquete” y las
definiciones del amor que el filósofo da en ella… ya se sabe basta
cualquier mención al tema del amor a unos adolescentes para que
automáticamente las neuronas, debidamente estimuladas por el flujo
hormonal, se pongan en marcha. De hecho alguna vez he comentado
en alguna tertulia con amigos alguna de las cosas que comenta el
filósofo en esa inmortal obra… y es que Platón da para mucho,
muchísimo.
Me
ha gustado especialmente este ensayo firmado por Ramón Alcoberro,
porque trata de buscar un hilo conductor en una filosofía que parece
hablar de casi todo y donde parece difícil encontrar un sentido
general… no es así, Platón es fundamentalmente un filósofo político, preocupado más que nada por elaborar una teoría sobre el
gobierno justo de una ciudad-estado, había vivido en su juventud el
trauma de ver como los atenienses condenaban a muerte a su maestro
Sócrates, el hombre que él consideraba el más justo y bueno de la
ciudad y no sin motivos, ello le hizo renegar del sistema democrático
para siempre, pero si el sistema democrático de la mayoría (de los
ciudadanos con derecho a voto claro… mujeres, extranjeros y
esclavos fuera por favor) daba unos resultados tan injustos y
aberrantes, ¿cuál era el mejor sistema para gobernar a los
hombres?... para llegar a eso faltaba mucho por decir y escribir.
Donde en Sócrates teníamos a un sabio que paseaba sin parar por la
ciudad preguntando e incordiando a los transeúntes con los que se
cruzaba aquí tenemos todo lo contrario. A un brillante escritor y a
un pedagogo centrado en enseñar a una élite. Platón fundó una
escuela, la Academia, donde no entraba cualquiera. Tuvo siempre un
punto en sus enseñanzas de elitista que no hubiera sido
aceptado o visto bien por su maestro, pero para entonces Platón
hacía mucho que era un pensador independiente, su base filosófica
es naturalmente las enseñanzas de Sócrates, pero Platón fue mucho
más allá.
Porque
para llegar a dilucidar la teoría de lo que sería un estado ideal,
teoría expuesta en su obra magna “La República” había mucho
que decir, el alma humana y sus diferentes atributos, que quedarían
reflejados en la misma estructura de esa ciudad ideal, el mundo de
las ideas… algo completamente contrapuesto al saber sofístico de
la época, y en definitiva sus preguntas sobre la posibilidad de
alcanzar, o acercarnos al menos, al saber absoluto a unas
definiciones perfectas sobre asuntos de vital importancia para la
vida y la convivencia de los hombres, el ideal de la justicia, la
bondad, la importancia de llevar una vida virtuosa, la relación
entre el alma y el cuerpo, el aspecto de “reconocimiento” que
anida en el aprendizaje de las cosas, el amor y sus diferentes
aspectos y su papel como motor que nos lleva progresivamente hacia la
idea suprema de la belleza y el bien… Platón imaginó un gobierno
ideal gobernado por reyes filósofos que representaban el aspecto
racional del alma, con un cuerpo de seguridad formado por soldados
que representaba el lado pasional de esta y una base formada por
productores donde se representaba el lado sensual del alma… nada de
democracia pues, un sistema de gobierno que despreciaba y que ponía
solo por encima del peor posible, el gobierno de un tirano.
El
gobierno ideado por Platón el gobierno autoritario de una élite de
gobernantes representada además por la figura del rey-filósofo lo
que Platón consideraba ideal, sostenida además por una casta de
militares y con la mayoría de la ciudadanía reducida al nivel de
“productores”… ello ha dado lógicamente pie a considerar a
Platón como un defensor de los fascismos y regímenes autoritarios,
pero es algo injusto… ya que el gobierno imaginado por él a pesar
de su carácter autoritario poco o nada tiene que ver con las
habituales dictaduras, mezcla de tiranía y oligarquía, que forman
el habitual cóctel dictatorial, un tirano sanguinario y caprichoso
sostenido por el poder del miedo del ejército y la policía y
también por las prebendas repartidas a una élite económica que
hace caja en detrimento de la mayoría de los ciudadanos. Ese esquema
lo vemos repetido en los dictadores africanos, latinoamericanos y
asiáticos… y también sin ir más lejos todavía lo tenemos fresco
en nuestra historia reciente. Un gobierno de ese tipo hubiera
horrorizado al mismísimo Platón que proponía en cambio una especie
de “dictadura inteligente” como bien hubiera expresado nuestro
Miguel de Unamuno, aunque claro como cualquiera sabe los términos
dictadura e inteligencia son bastante incompatibles.
El
ensayo, igual que en el caso anterior, abunda en explicaciones
históricas, claves del pensamiento del filósofo, esquemas, algún
gráfico inclusive… se nota mucho el esfuerzo de intentar hacernos
accesible el pensamiento platónico y conseguir que el lector se
anime a intentar una lectura de sus obras. Evidentemente eso
requerirá un esfuerzo para el que apenas se nos ha preparado aunque
hay un punto que me ha gustado mucho del libro, la estructura de su
diálogo más conocido “El Banquete”, parece que Ramón Berrueco
ha pensado que este va a ser el ensayo elegido para comenzar a leer
al filósofo y como su estructura es un tanto enrevesada nos
proporciona un cuadro para que podamos hacernos una idea de su
génesis y entenderlo mejor… todo un detalle, así como la atención
mostrada a “La República” no solamente por su importancia sino
probablemente porque sabe de sobra que será posiblemente el ensayo
más leído.
Conclusión.
Dos
obras interesantes, asequibles, bien editadas, merecedoras de una
lectura atenta y que consiguen que el lector se “pique” con la
filosofía del inmortal filósofo y se anime a acercarse a su obra de
una forma más seria. En definitiva una joya en medio del
batiburrillo habitual presente en los kioskos, llenos habitualmente
de sensacionalismo y vulgaridad. Lo recomiendo.
Lo
mejor: Dos ensayos poco menos que ideales para iniciarse en el
pensamiento platónico y socrático, separando muy bien, dadas las
circunstancias, aquello que pertenece a cada uno, con muchas
explicaciones históricas, referencias a otras obras y otros
pensadores, donde no solamente se muestran las ideas y el pensamiento
sino que se le dan diferentes enfoques, se analiza y se van
entresacando sus claves, no es una obra divulgativa semejante a lo
que podríamos leer en la Wikipedia o en cualquier enciclopedia… va
más allá y vale la pena como obra de referencia y punto de partida.
Lo
peor: La extensión limitada a unas 150 páginas de cada ensayo
en la colección es a la vez una ventaja, porque obliga al autor a
“exprimir” al máximo el contenido y a purgarlo de información
que no sea relevante, y a la vez una verdadera faena… porque queda
claro que una inmersión más exhaustiva en el pensamiento de este
filósofo excedería con mucho los límites impuestos por la
publicación. Por ejemplo en el caso de Platón, se pone demasiado
énfasis en sus ideas y se reducen al máximo sus datos biográficos,
justo al contrario de lo mostrado en Sócrates, apenas se habla de
sus peripecias como consejero de los tiranos de Siracusa y de otros
temas. Aun así tengo que decir que el espacio queda muy bien
aprovechado, el contenido es bastante completo, e invita a repasos y
a interesantes segundas lecturas :-).
hola! un placer llevarte y pegarte en el muro, que varios de nuestro seguidores leeran gustoso. gracias, es muy bonito aprender cada dia! saludosbuhos!
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