miércoles, 26 de junio de 2013

Ajedrez y ciencia, pasiones mezcladas


Ficha: "Ajedrez y ciencia, pasiones mezcladas", Leontxo García Olasagasti, Editorial Crítica, 352 páginas, ISBN: 978 8498 925 524

Ví por primera vez a Leontxo García en televisión en el año 1.990 cuando presentó aquel programa de tan grato recuerdo "En jaque". Dos años antes había decidido aprender a jugar y adquirí un tablero y unas piezas junto con un libro de Ricardo Aguilera "El ajedrez", y lo hice tras la propaganda mediática del evento Kasparov-Karpov de Sevilla en 1.987, evento donde Leontxo también estuvo presente como comentarista deportivo.

De modo que para mí este periodista nacido en Irún y mi afición al ajedrez han estado unidos casi desde el comienzo, y no solamente eso, en mi caso ajedrez e informática, y su parte de ciencia, se dieron la mano ya que durante todos los años que transcurrieron desde finales de los ochenta hasta el comienzo de Internet mi único contacto con el ajedrez se limitó a leer libros sobre el juego y practicarlo con mis computadoras y programas de juego. 

Esa pasión solitaria, más o menos forzada, fue en buena parte la responsable de que nunca adquiriese un buen nivel aunque si un caudal "cultural" relacionado con el ajedrez bastante superior a la media del jugador típico que ha aprendido a jugar en un club sin tocar un libro. Explico todo esto porque tiene mucho que ver con el presente libro de Leontxo, ¿cómo justificar su compra cuando ya tengo una importante biblioteca sobre el tema?, precisamente por eso, porque este libro apunta al núcleo mismo de mi afición por el juego, a la que para mí es su máxima esencia, su relación con la ciencia, con la informática y la inteligencia artificial, y también su relación con las actividades cognitivas humanas y su valor como ejercicio mental, un tema que me interesa y mucho a título personal.

Naturalmente el ajedrez es mucho más que eso, envidio y he envidiado toda mi vida a aquellos jugadores que han tenido la suerte de iniciarse en el juego en un club, de comenzar en el ajedrez desde su faceta más humana, la relación con otras personas diréctamente a través del juego, las competiciones y las actividades propias de una agrupación deportiva y solamente desde ahí acceder, o no, a la versión más científica del ajedrez. En mi caso ha sido al revés, la parte "humana" es la más reciente... y sinceramente no llega a gustarme tanto como la otra, que le vamos a hacer, raro que es uno ;-).

Por eso, a pesar de la cantidad de títulos de ajedrez, algunos en inglés, que abarrotan mi biblioteca, a pesar del cada vez más escaso tiempo que le dedico y a pesar de haberme tomado una especie de "año sabático" en relación con el juego para centrarme más en otras actividades intelectuales, el ajedrez sigue estando ahí, los buenos aficionados lo saben, para los demás resulta algo extraño y lo sé, pero el amor por el ajedrez es para toda la vida, no existe el divorcio, solo las separaciones temporales que tarde o temprano se convierten en dulces reconciliaciones... Bent Larsen lo expresó mejor que nadie cuando escribió "el ajedrez es como una bella amante con la que uno vuelve una y otra vez sin importar las veces que sea rechazado", sin duda. una amante caprichosa y cruel, amén de irresistible.

Tras un breve prólogo de José Antonio Marina, que ha publicado muchos trabajos sobre el siempre escurridizo e inagotable tema de la inteligencia, donde se señala la importancia de este juego en las investigaciones sobre la misma, el libro entra de lleno en el mundo del ajedrez y su vinculación con la ciencia con una serie de "jugosos" capítulos centrados en algunos de los aspectos más desconocidos y polémicos.

El hecho de que las mujeres, en general claro, jueguen peor será analizado en el primer capítulo, el mismo recoge la historia de las mujeres más notables en este deporte, desde Vera Menchik a las hermanas Polgar y por supuesto a las últimas grandes jugadoras de China. La polémica está servida aunque partiendo del hecho muy constatado de la igualdad de inteligencia en ambos sexos sigue siendo un misterio el porqué las mujeres pierden habitualmente el interés por el juego a partir de su adolescencia. Los motivos socioculturales y biológicos pueden aportar razones de peso que sin embargo están lejos de haber dado el tema por concluido. Aunque haya casos, como el de Georgia, donde las mujeres poseen un nivel superior a sus homólogos masculinos y donde queda claro que culturalmente las mujeres son incentivadas para la práctica del ajedrez el asunto está muy lejos de terminar ya que siguen siendo minoría en occidente las que se centran en esta actividad sin presiones negativas de ningún tipo, es más, ni siquiera los incentivos, y el ajedrez es el único deporte a nivel mundial donde exista discriminación positiva a favor de la mujer, terminan de dar fruto... ni las mismas mujeres saben por qué.

El segundo capítulo se dedica por entero a la práctica del ajedrez a ciegas, sin duda alguna una de las demostraciones más impresionantes que existen del poderío del cerebro humano en acción. Un servidor ha sido testigo de alguna partida a ciegas, a cargo de un maestro de la federación de mi club, o ex club, y la verdad es que es alucinante... el libro tratará de desvelar algunos de los misterios del como se puede jugar al ajedrez sin ver el tablero, records mundiales de simultáneas a la ciega, y un apartado interesante sobre los jugadores ciegos y ciegos de nacimiento y el material adaptado a esta modalidad del ajedrez.

El tercer capítulo se centra en la eterna polémica sobre si el ajedrez es un deporte o un juego, una polémica absurda y cansina donde es inútil lo que se les diga o como se les diga a los que no conocen el ajedrez, que insisten en no ver en el mismo ninguna actividad deportiva... aunque de paso se la reconozcan al billar, al golf, al tiro olímpico y la fórmula 1 ... solo por poner algunos ejemplos de actividades sedentarias o con un esfuerzo físico mínimo a las que nadie discute dicha naturaleza de deporte. El libro recoge la opinión del Comité Olímpico, la polémica que hubo hace años en el País Vasco por la retirada del carácter deportivo del ajedrez, los estudios sobre los cambios fisiológicos que experimentan los jugadores de ajedrez... todos los datos de que se disponen apuntan a lo que los que lo practicamos, aunque sea de forma esporádica, ya sabemos, le pese a quien le pese el ajedrez es un deporte. Leontxo en su libro lo deja muy claro, sin ambigüedades de ningún tipo.

En el siguiente capítulo tendremos como consecuencia de la calificación deportiva del ajedrez otra polémica, el de si las drogas pueden mejorar o no el rendimiento en ajedrez y si tienen sentido por lo tanto los controles anti-doping. Creo que queda bien claro el absurdo de ese tipo de controles ya que no existe prueba alguna de la eficacia del dopaje relacionado con la práctica del juego... aunque por otra parte el juego ha de tener un carácter deportivo seguramente será inevitable el que durante un tiempo los ajedrecistas, al menos los de alta competición, se vean sometidos a los mismos. En el quinto capítulo se analiza el siempre interesante tema de la relación entre el ajedrez y la salud mental, se hará a través no solamente de datos sacados de estudios psicológicos sino también a través de la biografía de algunos "locos" famosos del juego. Concretamente se analizan y comentan con detalle los casos de Paul Morphy y Bobby Fischer, ambos son de lo mejor que hay en el libro, especialmente en el caso de Morphy en el que se comentan muchos datos biográficos que personalmente no conocía y también, como no, en el de Fischer merced al conocimiento de primera mano y privilegiado que tuvo el autor del libro durante años... todo un regalo para los mitómanos del juego.

El capítulo sexto se centra en el ajedrez y su relación con la fisiología del cerebro, un episodio interesante aunque demasiado breve en mi opinión. El séptimo toca muy de pasada la relación entre el ajedrez y las matemáticas, sin duda alguna más de uno quedará impresionado con las posibilidades combinatorias del ajedrez y sus, casi, infinitas posibilidades. Aquí termina esta primera parte centrada en la vinculación del juego rey con la ciencia. La segunda parte se dedica al valor pedagógico del ajedrez, sin duda uno de los grandes caballos de batalla, verdadera clave de la promoción del ajedrez en el mundo.

Primeramente se examinan las cualidades pedagógicas del ajedrez y el posible beneficio de su enseñanza en las escuelas, se dan muchas pistas del camino a seguir en la misma y se defiende el uso del ajedrez como materia optativa en las áulas. De una edad de la vida saltamos a otra en el siguiente capítulo, un tema tan importante como el anterior teniendo en cuenta el envejecimiento de la población, el uso del ajedrez como terapia en la prevención del Alzheimer y otras enfermedades degenerativas del cerebro. 

En el siguiente apartado de esta segunda parte se examina la influencia positiva del ajedrez en determinados colectivos humanos con características peculiares, presos adultos y juveniles, exdrogodependientes, personas con el transtorno de hiperactividad y falta de atención, síndrome de Asperger y autismo, niños enfermos de cáncer, desempleados, indigentes, superdotados, personas con síndrome de Down... el libro examina las posibilidades del ajedrez a la hora de ofrecer una mejor calidad de vida y cosas positivas a estos grupos humanos. Quizás hubiera sido deseable una mayor extensión y profundidad en el mismo.

Tras exponer el autor su "decálogo" personal sobre los beneficios del ajedrez, fruto de un conocimiento intensivo en todas sus facetas a lo largo de más de tres décadas el libro entra en su punto culminante a través de una entrevista con Fernand Gobet, Maestro Internacional de ajedrez y científico. Aquí Leontxo hace gala de su habilidad como periodista para ofrecernos una larga entrevista "sin desperdicio", para mi gusto lo mejor del libro. Gobet es bastante escéptico en lo que se refiere a las cualidades del juego, si bien tal y como señala Leontxo, peca un poco de excesivamente purista y ortodoxo. De todas formas me parece una persona notablemente sensata que biene a decir muchas cosas que parecen de sentido común, quizás tanto el menosprecio por el juego como su extremo, el pensar que mejora la inteligencia general "per se", sean posiciones no deseables. Leontxo naturalmente aboga por las bondades del ajedrez aunque en ocasiones no pueda citar estudios y datos concretos, el debate sigue abierto.

En la tercera parte llegamos a la faceta más querida del ajedrez en mi caso, y con diferencia, la historia del ajedrez como campo de investigación de la inteligencia artificial y por supuesto su fuerte vínculo con la informática y la computación. Un primer capítulo con la máquina apodada "El turco" de Von Kempelen, un ingenioso fraude digno de figurar entre los mejores trucos de ilusionismo de todos los tiempos y el injustamente olvidado artefacto de Torres Quevedo, aquí ya sin trampa ni cartón, capaz de jugar eficazmente el final de rey y torre contra rey. En el capítulo siguiente se hablará de Alan Turing y su trágica y heróica vida, este notable personaje fue el autor de los algoritmos necesarios para construir una máquina que jugase al ajedrez... aunque su aportación quedó simplemente en teoría que otros utilizarían más adelante. El libro avanza pronto al invento de los primeros artefactos electrónicos capaces de jugar al ajedrez, no sin antes abordar el problema de la computación ajedrecística. Claude Shannon, con su aportación del algoritmo alfa-beta que todos los programas usan, Herbert Simmon el autor del primer programa operativo, Ken Thompson y su computadora "Belle" etc.. van desgranando poco a poco la historia del ajedrez por computadora. En esta no solo cobra importancia el avance teórico sino también técnico a través de la mayor potencia de los chips, aunque como acertadamente comenta Leontxo, y en mi opinión no se insiste nunca lo suficiente en este tema, la potencia de cálculo aun siendo importante no es el tema verdaderamente crucial.

A trancas y barrancas con sonados éxitos y también graves derrotas las computadoras van ganando terreno hasta llegar a los conocidísimos matches entre Deep Through, y su sucesor Deep Blue, y el entonces campeón mundial Garry Kasparov. El libro le dedica tres capítulos, muy interesantes, al enfrentamiento decisivo hombre-máquina. Posteriormente hay otro dedicado al enfrentamiento entre Vladimir Kramnik contra Deepfritz y a la fallida revancha de Kasparov contra Deepjunior. El libro también dedica un apartado al ya desaparecido enfrentamiento entre "centauros" como se calificaba a la asociación entre ajedrecista y computadora contra otro también equipado con los mismos medios.

La masacre de jugadores profesionales en el torneo de Bilbao en 2.004 marca el final de enfrentamientos serios entre hombre y máquina, el camino ha sido largo pero finalmente aunque muchos pronosticaron que nunca llegaría ya los mejores ajedrecistas no son humanos. Eso no le ha quitado un ápice a la emoción del enfrentamiento entre grandes jugadores aunque ha introducido un asunto mucho más serio que el supuesto dopaje con drogas, el dopaje electrónico, este será el protagonista del penúltimo capítulo. Finalmente el libro ofrece un panorama desde la actualidad con un anticipo poco halagüeño del futuro próximo merced a la influencia de la computación en el estilo y preparación de los grandes jugadores... bueno tengo que disentir en este tema respecto a lo que expone el autor, quizás el estilo de la élite va siendo cada vez más "maquinal" pero posiblemente sea por la propia evolución de un juego que avanza hacia su perfección, el error es consustancial a la naturaleza humana de forma que veo lejos, muy pero que muy lejos la muerte del ajedrez por este concepto. Han habido muchos "pájaros de mal agüero" en el pasado, "las tablas serán la muerte del ajedrez " llegó a decir Capablanca, y siempre se han equivocado, y respecto al ajedrez se continuarán equivocando, no me cabe la menor duda. Sus, en la práctica, infinitas posibilidades sumado a la naturaleza finita del potencial intelectual humano nos depararán inevitablemente un futuro tan interesante, o  más, que el pasado ya vivido.


Lo mejor: Un repaso muy completo a la relación entre el ajedrez y la ciencia, sus valores pedagógicos y la historia de la computación relacionada con juego. El libro aporta una cantidad considerable de datos que la mayoría de los aficionados al ajedrez ignoran. No es necesario conocer la notación del ajedrez y disponer de un tablero para leerlo... y eso es un descanso siempre que de libros de ajedrez se trata ;-). Se lee con gran facilidad gracias no solamente a lo ameno y lo interesante de los temas tratados sino también al buen hacer de Leontxo y su habilidad para explicarlos. Ningún buen aficionado a estos temas vinculados con el juego rey debería perdérselo. Los asuntos como el sexismo, el dopping, la dualidad deporte-juego, el ajedrez a la ciega etc etc también de gran interés, no solamente para los ajedrecistas, hacen su lectura muy interesante.

Lo peor: Demasiados temas que en ocasiones son tratados de forma muy superficial, falta información sobre el desarrollo de los programas informáticos, hay escasa o nula información desde el año 2.004 a la actualidad. No se comenta que incluso un programa gratuito, la versión gratuita 1.5 de Houdini, o la última de Critter o Ivanhoe, corriendo en una interfaz también gratuita, como Arena, en un ordenador portátil podría hoy en día tumbar al campeón del mundo, bueno más que tumbar hablaríamos de machacar y arrastrar por el barro sin posibilidad alguna para el humano... menudo camino desde el ingenio de Torres Quevedo, e incluso desde el enfrentamiento con Garry Kasparov y Deep Blue, un monstruo que calculaba cien millones de posiciones por segundo y que jugaba bastante peor que buena parte de los programas disponibles hoy para los aficionados. No se menciona tampoco el campeonato de Argentina de 2.001 con la sensacional victoria del programa Chess Tiger que terminó invicto... de los comentarios "el tigre se cobró otra víctima" se pasó rápidamente a "el tigre está cebado" :-). Bien por el tema de la pedagogía, excelente la entrevista a Gobet, sobresaliente el análisis del juego en sus diversas facetas, pero para mí solo un "suficiente" raspado por el tema de la computación ajedrecística de la tercera parte.

domingo, 16 de junio de 2013

Consilience. La unidad del conocimiento



Ficha:  "Consilience. La unidad del conocimiento", Edward Osborne Wilson, Editorial Galaxia Gutenberg, 484 páginas, ISBN: 84 8109 239 8

Hace poco tiempo se publicó en nuestro país el último ensayo de este gran científico, "La conquista social de la tierra", me enteré a través de la web "papelenblanco" de la que soy asiduo visitante hará cosa de poco más de un mes. En ella aunque Sergio Parra hacía una crítica positiva del mismo se lamentaba de que el libro no estaba a la altura de lo esperado teniendo la firma de Edward O. Wilson, y señalaba uno anterior como prueba de lo dicho, "Consilience. La unidad del conocimiento", era según Sergio un libro de mucha más categoría y profundidad.

Suelo respetar bastante las opiniones de gente que ha leído muchísimo más que yo, especialmente en temas de divulgación científica, donde en ocasiones ando bastante despistado y doy de lado a obras maestras para leerme en cambio libros de calidad bastante cuestionable. Así que la elección estaba clara, si debía comenzar a leer al Sr. Wilson tenía que empezar por su mejor libro, mejor pasarme de rosca y vérmelas con un estudio serio, completo y con ideas de gran alcance, aunque su lectura se me hiciera un poco pesada, que leerme un ensayo más del montón.


Una vez terminado he de decir que el libro no me ha defraudado ni un ápice, es más, estamos ante una obra que marca un antes y un después en el concepto que de la ciencia tenga el lector, Wilson no solamente es un entomólogo de categoría mundial sino también un filósofo de la ciencia y un pensador de tal calibre que su propia especialidad se le queda pequeña. Se le considera también el padre de la "sociobiología" una especialidad interdisciplinar que combina biología, sociología, antropología, genética poblacional, teoría evolutiva... un campo inmenso donde Wilson se mueve a sus anchas, estamos sin duda ante una de las mentes más poderosas y lúcidas que ha dado el siglo XX y que afortunadamente todavía sigue en activo a sus ochenta y cuatro años recién cumplidos. Decía Mario Bunge el otro día en una entrevista a JotDown Magazine que se "jubiló" a los noventa porque no soportaba ya su habitual ritmo de trabajo y desde entonces, hace seis años de eso, se lo tomaba con más calma... Wilson va sin duda por el mismo camino :-)

Lo primero que choca es la palabra del título "consilience", en el texto se la denomina consiliencia, es una palabra inventada en castellano, de ahí que se la haya mantenido en el título su forma inglesa. No tenemos traducción en nuestro idioma aunque no estaría mal que finalmente terminase incorporada. Consiliencia es "un avance del conocimiento mediante la conexión de sucesos y de teorías basadas en hechos de varias disciplinas para crear un terreno común de explicación". Esta interconexión de diferentes ramas del saber se da ya en el terreno de las ciencias desde hace mucho tiempo. Entre la física y la química, entre esta y la biología a través de la bioquímica, la biología molecular y la genética, y esta y la zoología y la antropología... aunque en el caso de esta última estamos ya en otro terreno, en el de las ciencias sociales. 

Hace ya siglos que el conocimiento científico y humanístico se fraccionó en diferentes especialidades, cada una es ya de por sí un campo inmenso imposible de abarcar completamente por una sola inteligencia humana. En esta especialización cada vez más acentuada donde van surgiendo más y más especialidades se corre el riesgo de perder de vista el conjunto y lo que es más grave de cerrar los ojos ante especialidades y ramas diferentes del saber que tienen también valiosas aportaciones que realizar en el mismo campo donde se esté ubicado. Wilson a través de sus experiencias en sociobiología ha podido ver como diferentes ramas del saber pueden interactuar entre sí, no para competir, ni para presentar visiones diferentes y antagonistas de la realidad, sino para avanzar juntas en el conocimiento.

"La idea central de la concepción consiliente del mundo es que todos los fenómenos tangibles, desde el nacimiento de las estrellas hasta el funcionamiento de las instituciones sociales, se basan en procesos materiales que en último término son reducibles, por largas y tortuosas que sean las secuencias, a las leyes de la física. En apoyo de esta idea está la conclusión de los biólogos de que la humanidad está emparentada con todas las demás formas de vida por descendencia común"

El libro es una maravilla, ninguno de los comentados aquí en estos cuatro años y medio se le puede comparar en cuanto a envergadura y majestuosidad, un torrente de ideas, cientos y cientos de referencias a las más variadas ramas del saber, historia de la ilustración, una visión completa de la ciencia desde la física atómica hasta la biología, y desde esta hasta la psicología, la antropología, economía y sociología... e incluso al arte y la religión. La propuesta es audaz, profunda y de una envergadura que produce vértigo. Si la humanidad continúa su andadura y supera los retos gravísimos que se le están planteando en el futuro próximo no me cabe la menor duda de que este libro de Edward O. Wilson será nombrado en un futuro como uno de los referentes del pasado que anticiparon la realidad de las ciencias y el saber. 

Wilson es un visionario optimista, puede serlo en su terreno donde es testigo de el clima de cooperación y ayuda mutua entre las ramas científicas... ve barreras importantes en el salto de las ciencias físicas a las ciencias sociales, aunque en modo alguno insalvables... y más problemático es el nexo de unión con las humanidades, particularmente con la religión y la filosofía. Con esta última no habrá problemas de consiliencia debido a la misma naturaleza de la filosofía y su naturaleza promiscua y a la vez humilde donde coincide con los postulados de Wilson de centrarse más en realizar la pregunta correcta que en encontrar la verdad. La relación con la religión siempre será más problemática debido al vicio de esta de andar siempre mano a mano con la política y el poder, sin los que parece que no puede existir religión organizada alguna.

La obra está dividida en doce capítulos, a cual más interesante, el primero es solamente una breve introducción con apuntes autobiográficos del autor en el que relata sus inicios como biólogo y como tuvo su primera "revelación" de los temas expuestos en esta obra a través de la historia de la evolución y su vinculación con la genética... esa visión de un mundo cuasi mística de que ese conocimiento que se nos presenta fragmentado y difuso es en realidad uno solo y tiene su expresión en el mundo material del que se deriva también el mundo de las ideas. Esa visión del mundo como unidad es lo que Wilson llama "el hechizo jónico", la creencia en la unidad de las ciencias, y por ende la creencia en la unidad de todo el conocimiento.

La increíble empresa de la unión práctica de ese conocimiento, de momento solo intuido, es planteada en el segundo capítulo. En el tercero se hace un paréntesis y se nos muestra la historia de la ciencia de la mano del espíritu de la ilustración, verdadero gérmen del sueño de la unidad del conocimiento. El movimiento intelectual quedaría arrasado con los fuegos del romanticismo pero sus ideas continuaron vivas y aún hoy seguimos siendo sus deudores, la idea de la consiliencia parte precisamente de ahí. El capítulo también habla del postmodernismo y sus excesos contra los que Wilson se despacha a gusto.

El cuarto capítulo se centra en las ciencias naturales y la historia y desarrollo de las mismas a lo largo de los últimos dos siglos. El siguente se centra en la biología y su impresionante complejidad. El siguiente se centra en la mente y en los descubrimientos de la neurobiología y la psicología... el libro multiplica su densidad de ideas, cada uno de estos capítulos podrían ser ensayos independientes por su extensión y complejidad que llega a su punto más alto en el capítulo séptimo, "De los genes a la cultura". Aquí se nota que Wilson está en su terreno porque constituye una especie de libro aparte, aunque evidentemente muy relacionado con el tema principal. El debate entre cultura, genética y epigenética está servido, solo este capítulo justifica ya la adquisición del libro, aunque desde luego que todavía queda mucho más. El octavo capítulo se centra en la relación entre hechos culturales y motivaciones de origen biológico, el noveno se adentra ya en terrenos más peligrosos y muestra las avanzadillas de la ciencia en las llamadas ciencias sociales y como estas pueden beneficiarse de los conocimientos científicos. 

Especialmente jugoso será el ejemplo dedicado a la economía... antes del batacazo de la bolsa en 2.008 y de la crisis que estamos viviendo, Wilson, y estoy seguro que muchos otros científicos señalaban a los economistas que su modelo de predicciones era imperfecto porque no tenía en cuenta muchos datos de la naturaleza humana, de los individuos que no siempre optan por la elección más lógica y conveniente, y abogaba por que los economístas tuvieran en cuenta a los biólogos y sobre todo con los psicólogos. Los resultados están a la vista... si los economistas hubieran sido menos arrogantes... y los políticos un poco menos ciegos. Es uno de los efectos beneficiosos de la consiliencia, el avance no solamente conjunto en pos de la verdad sino más rápido y eficaz, aunque parezca en un principio que todo se complica más.

El décimo capítulo se centra en el arte y en su relación con la biología y la naturaleza humana, el onceavo se centra en la religión y la ética, en el mismo se promueve el debate entre el sentimiento tracendalista que busca una deidad externa para hacer surgir de la misma el origen de la ética y la moral, y la mentalidad o postura empirista que trata de buscar un porqué basado en el efecto positivo y práctico de la ética sin orígenes divinos de ningún tipo. Wilson no entra en la guerra personal contra la religión que sostienen otros científicos como Dawkins, seguramente por su carácter y porque su mentalidad "consiliente" está más empeñada en buscar nexos de unión y terrenos comunes, una postura que personalmente considero más acertada en la actualidad. No por ello deja de tomar partido evidentemente por el empirismo, la única postura que un científico serio como él puede sostener. Es uno de los mejores y más sencillos capítulos del libro.

Finalmente se llega al último capítulo donde Wilson se pregunta por el destino de la humanidad ante los tremendos retos que se le presentan en las próximas décadas. Ahí es claro y rotundo, abandona su tradicional optimismo y plantea simple y llanamente que nos encaminamos hacia un desastre si no total si de proporciones colosales. Ferviente defensor de la biodiversidad como uno de los mayores tesoros del planeta, posiblemente el más grande que existe, en otra obra llegó a afirmar que "destruir la selva por motivos económicos es como quemar las pinturas del Renacimiento para cocinar". La multiplicación descontrolada de la población, el cambio climático, la deforestación, la perdida de la biodiversidad y las extinciones masivas... solo recuperables a lo largo de un periodo de tiempo de decenas de millones de años, la imposibilidad de preservar los ecosistemas mediante la reconstrucción y traslado a otros sitios, la increíble complejidad de los hábitats tropicales...

"En la medida en que dependemos de dispositivos protésicos para mantenernos vivos y mantener viva la biosfera, lo tornaremos todo frágil. En la medida en que proscribamos al resto de los seres vivos, empobreceremos nuestra propia especie para toda la eternidad. Si acabamos renunciando a nuestra naturaleza genética frente al raciocinio ayudado por las máquinas, y si también renunciamos a nuestra ética y nuestro arte y nuestro significado mismo, a cambio de un hábito de divagaciones despreocupadas en el nombre del progreso, imaginándonos como dioses y absueltos de nuestra antigua herencia, nos convertiremos en nada."


Lo mejor: Un trabajo impresionante, un compendio de las más variadas disciplinas aunado a una visión profunda del saber y de la interconexión que existe entre las mismas. Todo un despliegue de datos, ideas, historias. Un lúcido ensayo que ofrece la visión más completa de la ciencia y su relación existente y futura con el resto de las ramas del saber que he visto. Digno de ser leído, y releído y vuelto a releer otra vez. Data de 1.999 y sigue tan vigente como el día que se publicó, es más, de aquí a diez, veinte o treinta años seguirá posiblemente igual de "fresco", apostaría por ello. Las analogías entre las serpientes como animal y las visiones de las mismas en los sueños de los chamanes, junto con la de la naturaleza física del ojo humano, su percepción de los colores, y la relación entre los mismos con los idiomas en las diferentes culturas son para quitarse el sombrero por su claridad. Su precio es ridículo, menos de 20 euros, en relación con multitud de ensayos que circulan por ahí y que no poseen ni la mitad del genio y la profundidad de este de Wilson, vamos para cualquier amante de la divulgación científica este es sencillamente un libro que no se puede perder.

Lo peor: Al igual que con todo tipo de lecturas existen diversos "grados", una analogía con los restaurantes concedería a este libro unos buenos "cinco tenedores" y un puesto de honor en la guía Michelín... no es para todos los paladares, los aficionados a las hamburguesas y a los huevos fritos con patatas mejor que lean otras cosas :-). En mi caso reconozco que la lectura de algunos capítulos se me ha hecho un poco cuesta arriba, acostumbrado a leer como una aspiradora aquí no he tenido más remedio que hacer pausas, volver en ocasiones hacia atrás y releer muchos párrafos hasta asegurarme que las ideas calaban en mi cabeza, no es sin embargo dificil de leer, Wilson casi nunca utiliza términos técnicos que no sean de dominio general y su estilo es claro, pero es tan abundante la proyección de ideas que el lector sufre, o disfruta más bien, de un contínuo bombardeo... es un libro que requiere de una lectura lenta, tranquila y reflexiva, pero vale la pena.

domingo, 9 de junio de 2013

Cuando nada vale nada



"Vivimos atrapados en una cultura que insiste en que la forma más adecuada de ver el mundo es a través de un mercado salvaje y que afirma que, mediante el libre ejercicio de la oferta y la demanda, podemos hacer del mundo un lugar mejor. Esto no es sólo delirante, sino que también distorsiona nuestra mirada sobre el resto del mundo."

Ficha: "Cuando nada vale nada", Raj Patel, Editorial "Los Libros del Lince, S.L.", 255 páginas, ISBN: 978 849 3756260

En una de esas incursiones por la red a las que soy tan aficionado encontré en esta página web "Traficantes de sueños" toda una colección de ensayos sobre política y temas de actualidad, tras examinar muy por encima algunos de los títulos más recientes decidí echarle un vistazo a este libro publicado en 2.009 por Raj Patel, un jóven economista e investigador autor de otro sonado éxito "Obesos y famélicos" donde se analizaba el impacto negativo de la globalización y su relación con las crisis alimentarias. 

En este caso el libro no enfoca sus críticas sobre el tema de la globalización, sino que toma como objetivo al ultra mercantilismo ideológico que preside la política a nivel mundial. El libro fue redactado y publicado al año siguiente del gran colapso del sistema financiero de 2.008 y en él se dan las claves del mismo, ya apuntadas de forma brillante por Nassim Taleb en su magnífico ensayo "El Cisne Negro", comentado también en este blog. Taleb en su libro se centraba en los presupuestos erróneos de los sistemas de predicción económica y en el porqué de sus fallos... es un libro mucho más extenso y más técnico, pero que sin embargo se queda en cierta forma en una crítica superficial, no se cuestiona al sistema en sí, sino que simplemente se ponen en duda, y se refuta de modo convincente las premisas en las que se basa todo el actual modelo económico financiero.

Raj Patel lleva su ensayo a terrenos políticos y filosóficos, no entra en detalles de forma, sino que lo hace mediante análisis históricos de como ha ido cambiando la mentalidad relacionada con el mundo de los negocios y lo mercantil a lo largo de los últimos dos siglos para mostrarnos como gran parte que damos por supuesto, por "normal", no lo es en absoluto. Y como la ideología pura y dura con su siempre importante carga de distorsión de la realidad, se ha infiltrado hasta tal punto en nuestra forma de concebir el mundo y las relaciones humanas, que nos termina conduciendo inexorablemente a cometer mil y un disparates en nombre del "mercado" y del más feroz y suicida egoismo disfrazado de sentido común.



De ahí que Patel llegue en su libro mucho más lejos que Taleb, su pensamiento surge de la raíz de la actual mentalidad mercantilista donde se pretende poner un precio a todo, y no se queda ahí sino que además propone soluciones, muestra ejemplos, aún a escala reducida y local desgraciadamente, de como hacer mejor las cosas, de como cambiar la forma de actuar. Es un libro pequeño, el texto principal una vez expurgado de notas e índices solo llega a las 208 páginas, pero rebosante de ideas, donde el autor hace gala de una capacidad de síntesis, de ir a la esencia de las cosas, de quitar cuanto sea accesorio, digna de los mayores elogios.

El pensamiento de Raj Patel posee un marcado sesgo ideológico, politicamente encuadrado en la izquierda, eso es innegable, pero a través de lo que debería de ser la verdadera ideología de izquierdas, el beneficio de la mayoría, la defensa de los oprimidos, la búsqueda de soluciones sociales y medio ambientales, y sobre todo la construcción de un futuro donde la democracia sea algo real, donde la participación de la ciudadanía en los problemas que le afectan diréctamente sea un hecho cotidiano y no el simulacro que vivimos en la actualidad donde hace tiempo que hemos despertado del sueño de creer que con ir a echar una papeleta en una urna cada cuatro años, otorgando de facto un cheque en blanco a unos políticos para que atiendan principalmente sus intereses y los de la casta económica dirigente, ya con eso somos demócratas, libres y lo que nos quieran hacer creer. De ahí que Patel llame a las actuales democrácias "quejocrácias"... el ciudadano no participa salvo simbólicamente para elegir a representantes, que realmente no ha elegido elegir, para luego pasarse toda la legislatura "quejándose" de lo mal que van las cosas.


Esta será la conclusión, pero el libro no llega a la misma de forma gratuita, antes nos dará una detallada explicación de donde proceden las ideas económicas que rigen en la actualidad, se nos hablará del Adam Smith y su concepto clave de los valores de utilidad y valor de cambio, se nos hablará de Jonh Stuart Mill, de John Maynard Keynes y también de la escuela de Chicago, y de como las proposiciones de la misma, completamente erróneas y de consecuencias apocalípticas, han sido adoptadas por el liberalismo económico de los ochenta que finalmente terminaría convirtiendose en la ideología dominante durante más de dos décadas hasta que la crisis de 2.008 ha puesto en entredicho todos sus postulados. 

Desde entonces por ejemplo asistimos a un renovado interés por la filosofía de Marx precisamente porque este ya predijo en su época que el capitalismo dejado fuera de control es fundamentalmente auto-destructivo. Keynes también se ha puesto de moda por introducir en su pensamiento en su día un componente psicológico sistemáticamente despreciado por la escuela de Chicago. El libro revela como el capital necesita paradójicamente de la acción estatal que lo apoye, por mucho que se pregone desde el liberalismo económico la "maldad" intrínseca del estado, el gran capital no puede existir sin el apoyo de los gobiernos. Ni la política económica es una nube que flota etérea sin contacto con la realidad ni las ideas políticas pueden perder de vista la realidad económica.

El libro le dedica también su espacio a la relación entre poder económico y gubernamental, a las acciones de resistencia contra la depredación de las grandes compañías, al verdadero sesgo de la naturaleza humana, distorsionada por las políticas económicas liberales deudoras de la escuela de Chicago y del sacrosanto Adam Smith que sin embargo se muestran completamente reales cuando pasan de la escala del individuo aislado a la corporación. Se habla del valor "externalizado" de los productos de consumo teóricamente baratos pero que conllevan un enorme coste medioambiental, de gastos sanitarios y de todo tipo sufragados por los impuestos... véase la diferencia entre el coste de una hamburguesa de 3 dólares y el verdadero valor de la misma, 200 dólares, si se suman todos estos costes externos... 

En definitiva un libro excelente, de fácil lectura y donde su autor exhibe una capacidad de explicar asuntos complejos haciéndolos sencillos de entender, reduciéndolos a su esencia, que es para quitarse el sombrero. Toda una muestra de sentido común, brillantez e inteligencia a raudales.


 "Si Keynes es el economista del momento es precisamente gracias a su análisis de los impulsos animales del empresariado y de las estrategias del gasto público. Sus estudios demuestran que los mercados necesitan que los gobiernos reactiven la economía, porque en el sistema capitalista falta algo que el dinero nunca podrá suplir: la confianza. Al mismo tiempo, Keynes pone sobre la mesa un problema que los economistas clásicos ignoraban: que la gente puede actuar movida por el deseo de obtener un beneficio, pero también puede operar irracionalmente en el proceso, y que esa irracionalidad se potencia en el caso del capital financiero."

"Debemos ver, valorar y gestionar el mundo de u modo mucho más democrático, y entender que la propiedad y el gobierno pueden ser mucho más flexibles de lo que creíamos. En última instancia este será un proyecto colectivo, arduo pero sin duda más gratificante que la actual sociedad de mercado. Nuestra felicidad no será producto de una búsqueda solitaria, sino de la libertad de vivir en sociedad, emprendiendo políticas democráticas que nos permitan valorar mejor el futuro de todos"


Aquí teneis un vídeo promocional del libro colgado en Youtube:  "Cuando nada vale nada"

 
Lo mejor:  Naomi Klein lo calificó de "brillante y lúcido", John Gray se deshizo también en elogios, nada habitual en él. De hecho durante el año de su publicación fue candidato al libro del año según el "New York Times". Tengo que decir después de leerlo que no es para menos. El mercado editorial rebosa, en este caso por desgracia, de títulos que se centran en el crack económico que todavía andamos sufriendo, los hay buenos, regulares y malos... la mayoría no le llegan a la suela del zapato a este. Quien ande buscando un buen libro sobre la crisis actual, ni demasiado técnico ni extenso, que no solamente analice lo ocurrido estos años, sino que además busque sus causas más profundas, y que además se esfuerce en encontrar una vía de salida; evitando de paso los localismos y peculiaridades de nuestra desgraciada sociedad española, que no tenga la menor duda de que este es su libro.

Lo peor: El precio de los libros, y especialmente los libros de ensayo, en España es verdaderamente abusivo. Los libros de ficción, al menos en el caso de los más exitosos, con el tiempo tienen su versión de bolsillo... pasa mucho menos con los ensayos y es una verdadera pena que obras como estas queden por ese motivo fuera del alcance de tantos lectores. Si por mí fuera autores como Raj Patel deberían de ser de lectura obligada en los institutos y universidades.






sábado, 1 de junio de 2013

Etocracia y Cartas a Eugenia - Especial Holbach



"Unas leyes fundadas sobre la moral constituyen la felicidad permanente de las naciones, de los soberanos, de toda clase de ciudadanos, de las familias y de los individuos. Sin moral o sin virtud ningún hombre, ninguna sociedad, ningún pueblo puede ser feliz sobre la Tierra"

Ficha: Etocracia, Paul Heinrich Dietrich barón de Holbach, editorial Laetoli, 206 páginas, ISBN: 978 849 2422579

Conocí la existencia de esta colección dedicada a los pensadores más radicales de la ilustración francesa del siglo XVIII a través de un ejemplar de la obra de Helvetius "Del espíritu" ojeado en la Biblioteca Regional de Murcia, si bien desistí de su lectura completa tras tomarlo en préstamo y tenerlo unos días por casa debido a su voluminoso tamaño, decidí que dicha colección merecía sobradamente mi interés. En diciembre del año pasado se publicaba esta obra del barón de Holbach, "Etocracia. El gobierno fundado en la moral" aquí comentada, mucho más asequible y breve, que en esta ocasión ha sido leída íntegramente y no solamente eso, me ha impresionado muy favorablemente... tanto que no he podido evitar la tentación de tomar en préstamo otra obra del desconocido filósofo francés del siglo de las luces, "Cartas a Eugenia" y leerla conjuntamente. No será lo último que lea o comente aquí en este blog del ya para mí "divino barón".

Hasta ahora solo existía una versión de la obra más importante de Holbach "Sistema de la naturaleza" en castellano, y además perteneciente a una editorial ya extinta... de ahí que cuando la editorial navarra Laetoli comenzó su colección "Los ilustrados" comenzasen precisamente por esta obra y por este autor, injustamente olvidado y menospreciado junto con Meslier, Fougeret, Helvétius y otros que están finalmente siendo rescatados del olvido por este proyecto editorial digno del mayor de los elogios. Como muy bien señala Josep Lluis Teodoro en el epílogo Holbach ni es un escritor con gran estilo ni tampoco es original, su filosofía es un compendio de multitud de ideas de carácter materialista que abundaban en su época, su estilo es reiterativo y pesado en exceso... sin embargo posee una pasión y una radicalidad de la que carecen otros filósofos mucho más leídos e influyentes como Rousseau, Voltaire, Diderot... en el caso de la mayoría de los pensadores más conocidos de la ilustración francesa existe un consenso "deista" , es decir, si bien renegaban de la iglesia, de la religión y su visión de un Dios personal en contrapartida defendían la existencia de un Dios arquitecto del mundo, de una especie de diseñador de los mecanismos de la naturaleza. En general los filósofos ilustrados, al menos los más conocidos, se negaron a dar el paso hacia un ateísmo más radical.

No fue ese el caso de Holbach y de otros como él, en este caso no es solamente una opinión personal... es que su filosofía era decididamente materialista y hedonista, defendida además con gran pasión en sus escritos. No es de extrañar que la mayoría de los mismos fuesen publicados con nombre falsos. El barón consiguió mantenerse al margen de polémicas y aunque sus ideas eran bien conocidas en los círculos intelectuales en los que se movía nunca tuvo problemas legales ni los encontronazos con la justicia que hubieran sido inevitables ya que su obra en su mayor parte fue prohibida por el antiguo régimen. Hay pues que tener en cuenta este detalle a la hora de comentar cualquiera de sus libros.

Estas tres fases se dan en su pensamiento, según Michel Onfray que también le estudió y comentó a fondo en una de sus obras, primero una deconstrucción del cristianismo, segundo una elaboración de una filosofía propia, sensualista y atea, y finalmente una propuesta política utilitarista basada en las leyes morales. En esa tercera fase de su pensamiento podemos encuadrar "Etocracia". Choca ver en una obra de un escritor que ha publicado la mayor parte de sus libros con nombres falsos en la más rigurosa clandestinidad una dedicatoria a su rey, el entonces Luis XVI, arquetipo en aquellos momentos para él de monarca ilustrado. Gracias a esta moderación que impregna la obra, aunque no está exenta de interés ni de espíritu reformista sino todo lo contrario, es por lo que no fue prohibida. Sin duda alguna que el barón conocía muy bien cuando publicar algo bajo su nombre, lo que sería censurado y lo que no, conocía pues muy bien los límites bajo los que tenía que escribir. 

La idea central del libro es muy simple, las leyes de un país han de adecuarse perfectamente a la moralidad, esta a su vez ha de tener como objetivo fundamental la felicidad del mayor número posible de ciudadanos, el utilitarismo como vemos como teoría política estaba dando sus primeros pasos, y naturalmente cada ciudadano desde el rey al último campesino ha de estar sometido a estas leyes. Holbach suscribe la idea en este libro de que es posible realizar una reforma interna en un estado que derive finalmente en una sociedad más justa y libre, y por ende más feliz.

Nada pues del pensamiento "sudversivo" de sus principales obras donde realiza una sistemática demolición del cristianismo, el papel de la iglesia y su relación con el estado. Aquí tenemos a un Holbach conciliador, defensor a ultranza de la razón, de la moral y de la adecuación de las leyes a la misma. Todo es posible para él, aunque quedan dudas de que lo creyese realmente, a través de la acción de un monarca ilustrado, convenientemente educado y portador de estas ideas de renovación política a través de las leyes.

Tras un planteamiento inicial donde deja bien clara su posición de partida a favor de un gobierno fundamentado en leyes morales Holbach con su característico estilo machacón, reiterativo y apasionado irá describiendo, más bien cincelando a martillazos sus ideas al respecto. Pasiones aparte Holbach era un pensador enórmemente sistemático, por lo que he visto hay siempre orden y claridad tanto en su prosa como en la esctructura de sus obras, de ahí que de arriba hacia abajo realice una disección de las clases sociales y elementos del estado capítulo a capítulo, comenzando naturalmente por el dedicado al monarca, la nobleza, los militares, los magistrados, los sacerdotes, ricos y pobres, los sabios las ciencias artes y letras, educación, vida privada, los delitos, los vicios y desórdenes públicos y finalmente para las costumbres. Nada es dejado al azar, todo está relacionado entre sí y de una forma admirable. A este tratamiento sistemático une como comento antes una gran claridad expositiva, Holbach no escribía en general para eruditos ni para filósofos de profesión... él mismo tampoco era un gran especialista aunque si en cambio un hombre de una enorme cultura y erudición que dominaba no solamente sus dos lenguas nativas, el alemán y el francés, sino también poseía avanzados conocimientos de inglés que le permitieron traducir y editar varias obras de pensadores de la nación británica. Amén de los más diversos conocimientos en casi todas las materias que se podían estudiar en su época, sus contemporáneos quedaban siempre impresionados por sus alardes de erudición de los que hacía gala en las reuniones de los círculos intelectuales, de las que era un gran promotor.

"Bajo el despotismo y la especulación, una nación se llena de tiranuelos altivos que, sintiéndose protegidos, hacen impunemente la guerra a todos los ciudadanos y los someten a tributo. La sociedad se convierte entonces en víctima de una multitud de espías, delatores y bribones con autoridad que enturbian en todo momento la felicidad pública y privada con el pretexto de asegurar la tranquilidad del Estado. Cuando gobiernan con justicia, el soberano y sus ministros nada tienen que temer de los buenos ciudadanos".

A pesar de su tono en general amable el libro no pierde por ello su interés, petición de la abolición de los privilegios de la nobleza, utilización sensata del estamento militar para obras de interés público en vez de mantenerlos en la ociosidad, abolición de los privilegios del clero y sometimiento de este a las mismas leyes que al resto de los ciudadanos más su utilización por el estado para tareas de educación, prioridad de la misma para mantener la paz social y construir un futuro mejor, mayor dignidad y ayuda para los más desfavorecidos, sometimiento y vigilancia de los comerciantes y banqueros... ideas avanzadas para su época y por suerte o desgracia completamente actuales.

"La fuente más corriente de las desdichas de los pueblos es el hecho de que los favores, las intrigas y la cuna, que raras veces suponen un mérito, hacen que sean llamados a los cargos más importantes hombres sin principios, sin luces y sin buenas costumbres, cuyos vicios e incapacidades ponen al príncipe y sus súbditos en los mayores aprietos. Las dignidades y los altos cargos parecen a menudo ser sorteados en una lotería... Unos ministros incapaces perjudícan a su país y hacen despreciable al soberano que les da su confianza."

¡Caramba! ¿habla de su tiempo o del nuestro? ¿de la Francia del XVIII o de la España del XXI? ;-). Holbach en sus ejemplos sobre lo que debería ser contrapuestos a lo que no debería ser indudablemente lanza afilados dardos a la realidad imperante en su país y en la Europa del dieciocho, de forma indirecta claro, pero es evidente que el libro está cargado de crítica social de principio a fin. No importa por donde se lea, cualquier capítulo, cualquier página al azar... el estilo es el mismo, las frases lapidarias y contundentes forman parte del personal estilo de su autor, cada párrafo parece sujeto con clavos y remachado contundentemente. No solamente el ideario sino también la pasión es la marca de la casa del "divino barón", una pasión benévola y firmemente anclada en la defensa de la virtud y una moral de corte marcadamente humanista.

Lo mejor: Simple, directo, apasionado, sistemático... leer a Holbach es un todo un placer que recomiendo. Un gran pensador, un apasionado de la razón que no se contentó con disfrutar de su posición económica desahogada heredada como tantos seres mediocres hubieran hecho y trató de difundir todo cuanto pudo unas ideas en las que creía sin regatear esfuerzos. Este interesante libro es una pequeña prueba de ello. Que a nadie despisten sus más de doscientos años de antigüedad, gran parte del pensamiento de Holbach sigue teniendo plena vigencia y suenan hoy tan "frescas" como cuando fueron escritas, en algunos aspectos incluso más.

Lo peor: Que un pensador de esta talla y semejante talento haya estado sin traducir al castellano hasta fechas tan súmamente recientes. Pese a su claridad expositiva estamos ante un ensayo de filosofía política, tampoco es una lectura típica de evasión, ni posee el estilo fluido y ameno plagado de ejemplos actuales de un escritor de nuestro tiempo.





"Los prejuicios arman de tal modo a los hombres que el mundo está lleno de personas que, a pesar de su juicio, se resisten obstinadamente a las demostraciones más evidentes. Unos ojos cerrados por mucho tiempo sólo soportan la plena luz con muchas dificultades, los párpados se entreabren un instante y se cierran acto seguido. Las verdades más patentes no son para la mayoría de personas más que destellos incómodos de los que se libran enseguida sumergiéndose en la oscuridad"


Ficha: Cartas a Eugenia, Paul Heinrich Dietrich barón de Holbach, editorial Laetoli, 214 páginas, ISBN: 978 849 2422272

Esta es una obra de carácter marcádamente diferente de la anterior, aquí desde luego no hay ya dedicatoria a rey alguno, tenemos al divino barón en su elemento más querido, la demolición y destrucción sistemática de los dogmas y los fundamentos del cristianismo y de las religiones en general, y una defensa apasionada del ateísmo. Lo digo ya, había que tenerlos muy "bien puestos" para declararse públicamente ateo en la sociedad del antiguo régimen francés. No era en absoluto como ahora, ni por asomo... un escrito donde se pusiese a caldo al cristianismo y la religión católica no solamente era sistemáticamente prohibido sino que quien tuviese relación con el mismo, ya fuese el autor, el editor o incluso cualquiera que lo distribuyese podía tener "problemas", un ejemplo:

Comenta Diderot en una carta a una amiga suya como una pareja de ciudadanos franceses que recibieron un ejemplar de una obra anterior de Holbach "El cristianismo al descubierto", totalmente prohibida, como pago a sus servicios, fueron denunciados, públicamente exhibidos en la picota, azotados, marcados con hierro candente y condenados, el vendedor a cinco años a galeras, el comprador a nueve y la mujer de este recluida en un asilo de por vida. No es extraño que obras como la mencionada y esta que comento a continuación fuesen editadas clandestinamente, bajo nombre falso de algún autor ficticio o ya fallecido, y naturalmente vendidas y distribuidas secretamente.




Holbach  nació en 1.723 en la región del Palatinado, en la ciudad de Edesheim, una región que aunque perteneciente a un principado alemán poseía notable influencia francesa. Al morir su madre  queda bajo la educación de su tío, barón de Holbach, poseedor de una gran fortuna, el cual le nombra su heredero y le transmitirá sin duda alguna de sus propias ideas progresistas, de ahí que escogiese para su formación  la universidad holandesa de Leiden, la más avanzada de su época en estudios de la naturaleza y verdadero crisol de ideas ilustradas, que Paul Heinrich debió absorber como si de una esponja se tratase. A los 25 años de edad se traslada a París, donde su tío tenía una mansión, allí comienza una incansable labor intelectual, primeramente como traductor de importantes obras científicas del alemán al francés, labor por la que fue reconocido en ambos paises, y sobre todo como colaborador de la "Enciclopedia" de Diderot y D' Alembert, la más monumental obra de conocimiento de su época, a ella contribuiría personalmente con casi 400 artículos y seguramente también con aportaciones financieras. Su mansión de París y una villa que poseía también en la campiña fueron durante años uno de los principales centros intelectuales de París, allí se llegaron a reunir parte de las cabezas pensantes más famosas de la época, Diderot, d' Alembert, Helvétius, Adam Smith, David Hume, Edward Gibbon, Benjamin Franklin... entre otros muchos. Diderot apodó a las reuniones "cenas en la sinagoga" debido a la seriedad imperante, las frivolidades y la diversión estaban proscritas, el ambiente era relajado pero no se iba allí a chismorrear desde luego entre tanta eminencia gris :-)



La publicación de la obra de Helvetius "Del espíritu" que acarreó un escándalo monumental por su fuerte crítica a la religión y defensa de un ateismo materialista ocasionó también la prohibición de esta magna obra del saber, la citada "Enciclopedia", a la que había dedicado tantos esfuerzos. En el año 1.754 su vida dió un enorme vuelco a raíz de varias desgracias, la peor de todas sin duda fue la muerte de su jóven esposa tras dar a luz su primer hijo y ese mismo año mueren también su tío y su suegro, heredando por tanto Holbach una gran fortuna. El dolor de la pérdida sumado a las nuevas posibilidades que le ofrecía ese caudal de dinero le hicieron entregarse en cuerpo y alma a su labor intelectual en defensa del más radical ateismo. Primero como editor de obras críticas con la iglesia, posteriormente como escritor de algunas de las soflamas más apasionadas que se hayan escrito nunca contra el cristianismo como la citada "El cristianismo al descubierto" y "Cartas a Eugenia" aquí comentada.

 En el siglo XVIII estuvo de moda el género epistolar, nada nuevo por supuesto pues estaba ya presente en bastantes obras clásicas. Esta forma de estructurar una obra dividiéndola en diferentes cartas, habitualmente supuestas cartas, donde no se suelen transcribir las respuestas, llegó por supuesto también al ensayo filosófico. "Cartas a Eugenia" comienza con un prólogo donde como de costumbre se juega a despistar al lector sobre la autoría de las mismas... una buena idea teniendo en cuenta la naturaleza de las ideas expuestas en este caso, o tal vez fuera simplemente una licencia estilística. No se sabe el autor, ni la época exacta, ni el lugar donde fueron escritas... supuestamente se trata de las epístolas dirigidas por un hombre cultivado y erudito a una amiga también de alta cuna, la cual tras una crisis personal ha tomado la funesta decisión, a juicio del autor de las misivas, de abandonar su familia y su actual vida mundana para irse a vivir de por vida a un convento.

Son en total doce cartas, doce capítulos perfectamente estructurados en torno a una crítica concreta de la religión cristiana. No se si el escritor y polemista Christopher Hitchens leyó alguna vez a Holbach, no se tampoco si Dawkins y otros apasionados escritores defensores del ateísmo militante han leído al barón, probablemente no me temo, lo que no me cabe la menor duda es que cualquier furibundo ateo puede disfrutar un horror con la lectura de las ideas expuestas en este libro. La forma en la que de forma implacable y sistemática Holbach pulveriza el edificio del cristianismo hasta sus mismos cimientos es impresionante. Es difícil encontrar una crítica más ácida, más contundente y más completa de los fundamentos no ya del cristianismo sino de cualquier religión.

Antes de entrar más "en harina" tengo que hacer un poco de abogado del diablo y romper una lanza aparentemente en defensa de la religión. Es muy necesario tener en cuenta la situación personal del barón y su contexto histórico en el momento de la gestación de esta obra. Lo que hoy consideramos como fanatismo religioso era moneda corriente en aquella época, lo que hoy tomamos como "integrismo" era lo habitual en la Europa del dieciocho, eran tiempos en los que no existía todavía una verdadera separación del poder eclesiástico y el civil. Estaban además muy vivos los recuerdos de un pasado reciente en Francia en el que las guerras civiles y guerras de religión habían producido verdaderos ríos de sangre. El país vivía sumido en un orden social anquilosado e injusto donde una minoría aplastaba los derechos de una gran mayoría con la complicidad del poder político, judicial... y religioso naturalmente. Hay que pensar en como era la religión católica de entonces antes de extrapolar las críticas de Holbach a la religión de nuestros días y también hay que tener en cuenta como es la realidad actual del hecho religioso en comparación con esa época.

Así que antes de tener la tentación de ver al barón como un fanático desde la óptica tolerante y permisiva de nuestros días haríamos bien en pensar como era la vida de un intelectual de la época comprometido con la causa de la razón, dotado de gran sentido común y una gran humanidad al ver consternado el cuadro que presentaba la sociedad de su tiempo... la situación de la iglesia de entonces, año 1.768, bien poco tenía que ver con la actual, ni en Francia ni en ninguna parte de occidente. Aunque por desgracia hay que decir que sus pulsiones y su apego por vincularse con el poder siguen vigentes y siguen teniendo buena parte de sus miembros la tentación de volver a pasadas épocas gloriosas de antes de la revolución de 1.789. En aquel entonces se ocupaban además de la censura, y por lo tanto la iglesia era el principal escollo contra el que se estrellaban los intelectuales ilustrados de la época. Otro motivo más para entender el feroz anticlericalismo de Holbach.

En la primera carta su autor se presenta como un amigo de la citada Eugenia, le comunica su pesar por la decisión que ha tomado y le pide que la tome en consideración. Redactada en un tono de exquisita cortesía y sensibilidad nos muestra a un Holbach seductor y zalamero a más no poder, que parece que se toma una cucharada de miel antes de escribir cada párrafo... en fin, se trata de ganarse su confianza y demostrarle por activa y por pasiva que solo se desea su bien. No faltan los elogios a la susodicha dama en medio de una prosa elegante y exquisita... hay que decir que esta obra estaba sobre todo destinada al público femenino, al que se consideraba en aquel entonces peor preparado intelectualmente, de ahí que si ya de por sí Holbach escribe de forma sencilla en estas "Cartas a Eugenia" no ahorrará esfuerzos por presentar sus ideas de la forma más clara posible.

El tono cambia conforme van sucediéndose las cartas, más seguro de sí mismo, cada vez más apasionado y contundente, es sorpredente la capacidad del barón para encontrar blancos sobre los que arrojar sus dardos y la vehemencia de sus opiniones. Sin duda era una obra concebida no solamente para las mujeres y los lectores menos instruidos de la burguesía ilustrada sino también para ser distribuida en la clandestinidad, de ahí que desaparezca toda intención de añadir "paños calientes". Holbach jamás caerá en la vulgaridad, pero tampoco ahorrará epítetos "cariñosos" a la religión católica y entre ataque y ataque no olvida tampoco de usar la ironía:

"Si se nos dice que somos como lombrices de tierra respecto a Dios, o que estamos en sus manos como un tiesto en las de un alfarero, responderé que en ese caso no pueden existir relaciones ni deberes morales entre la criatura y su creador, y concluiré que la religión es inútil, puesto que la lombriz de tierra no debe nada al hombre que la aplasta, y que el tiesto no puede deber nada al alfarero que lo ha modelado, y suponiendo que el hombre no fuese sino un tiesto de arcilla a los ojos de la divinidad, no sería capaz de servirla, glorificarla, honrarla ni ofenderla"

"Los libros que contienen la revelación sobre la que se funda el cristianismo os mostrarán por todas partes a un Dios bueno que comete maldades, un Dios todopoderoso cuyos proyectos fracasan continuamente, un Dios inmutable que cambia constantemente de conducta y de reglas, un Dios providente que se encuentra a cada instante pillado por sorpresa, un Dios sabio cuyas medidas jamás tienen éxito, un Dios grande que se ocupa de minucias pueriles, un Dios que se basta a sí mismo y sin embargo es celoso, un Dios fuerte que está lleno de suspicacia, vengativo y cruel, un Dios justo que comete o prescribe las más atroces iniquidades. En pocas palabras, un Dios perfecto que nos muestra imperfecciones y vicios que harían enrojecer al más malvado de los hombres"

Y esto es solo una pequeña, una pequeñísima muestra de la contundencia del barón. Casi todo el libro es igual, críticas a las ideas de la religión, al contenido de la Bíblia, a los dogmas del cristianismo, a la teología, a los sacramentos y las ceremonias religiosas, a las prácticas religiosas y las oraciones, a las virtudes teologales y el ideal de perfección cristiana... así hasta la carta número ocho. Holbach no deja títere con cabeza, no deja palo sin tocar, hilo del que tirar. Su furia y su pasión fluyen incontenibles a lo largo de todo el libro... sin embargo es en los capítulos finales donde hinca más cruelmente el puñal y asesta los golpes definitivos.

La clave reside en que no importa que toda la religión sea de principio a fin una farsa o una impostura, alguien podría argumentar que aunque fuese así se trata de una farsa útil que proporciona beneficios a la sociedad y al individuo. Esa ha sido en ocasiones la actitud hipócrita, aunque relativamente comprensible, de algunos pensadores de la historia, incluso de algunos muy brillantes por desgracia. La idea de que sin religión estaríamos peor y que independientemente de su verdad o falsedad más nos vale tenerla que estar sin ella, que unos hombres sin religión están más perdidos, que una sociedad sin religión sería peor, e incluso estaría poco menos que condenada ¿que piensa Holbach de esto?... aquí es donde el divino barón le arrea una buena "patada en los huevos" a esta infeliz idea, y perdón por la expresión.

La carta número nueve ataca la idea de que la religión sea necesaria para el buen gobernar, de hecho en la época en la que fue redactado el libro no existía en casi ninguna parte una separación de iglesia y estado, tampoco es que exista hoy en la mayor parte del mundo... ahí tenemos el lamentable ejemplo del islam, y sin irnos tan lejos a casos tan extremos en nuestro querido occidente, inclusive en nuestro país, tenemos un tira y afloja constante de la iglesia con los gobiernos y sus políticas. En aquellos tiempos era mucho peor, inclusive en el más civilizado e ilustrado siglo XVIII que en el terrorífico siglo anterior escenario de guerras como la de los treinta años, con marcado carácter religioso aparte de económico y político, que convierten a cualquier guerra actual de nuestro siglo XXI ,excepto quizás la guerra civil del Congo, en riñas de patio de colegio en comparación. Hasta el tan cacareado y sanguinario conflicto árabe israelí es un chiste en comparación con las guerras de religión de los siglos dieciséis y diecisiete. Para Holbach la religión no solamente no es una ayuda para el buen gobierno de una nación sino también un serio impedimento, un lastre que se opone tercamente a cualquier reforma en pos de un futuro mejor.

"Ya es hora de que este espejismo desaparezca, ya es hora de que el género humano se preocupe por sus verdaderos intereses, siempre incompatibles con los de esos guías que creen haber adquirido el derecho imprescriptible de extraviarlos. Cuanto más examinéis la religión cristiana, más os convenceréis de que sólo puede ser ventajosa para quienes se han encargado de la fácil ocupación de guiar a la especie humana después de haberla dejado ciega". 

La carta número diez se centra en los supuestos beneficios que la religión puede aportar a título individual al creyente que la profesa, aquí Holbach es de nuevo implacable, los creyentes no son ni mejores ni peores que los ateos. Es más, aquellos que son buenos lo son por cualidades puramente personales, nada que ver pues con la fe que profesan. En nuestros días parece algo obvio de decir, pero en aquellos tiempos la palabra "ateo" era casi sinónimo de criminal, de alguien que si no había cometido ningún crímen o acción condenable estaba casi predispuesto a cometerla. La moral estaba acaparada por las prácticas y creencias religiosas hasta ese punto. Declararse en nuestros días abiertamente ateo era muy diferente de hacerlo hace doscientos cincuenta años. Se podía ser hombre sin fe, pero más valía no hacer demasiada publicidad de ello y en determinados círculos aparentar otra cosa, tal y como hoy sucede en los países donde impera el fanatismo religioso.

"... son precisamente las ideas abstractas, inciertas y engañosas que la religión ha inspirado siempre, y que a menudo han infectado hasta a los propios filósofos, las que han retrasado el progreso de la moral, y han convertido la ciencia más segura, clara y evidente para cualquier persona que piense en una ciencia dudosa, enigmática y llena de dificultades."

Hasta ahora solamente vemos ataques, más o menos virulentos, destrucción sistemática y críticas. Esto nos plantea un problema que Holbach tratará de resolver en las dos últimas cartas-capitulos. Veamos, si no podemos basar nuestra moral en la religión, si aceptamos abandonar esta y abrazar el más sincero ateismo y levantamos la bandera de la razón ¿sobre que construir pues las bases de una vida feliz y virtuosa?. Holbach abandona ya aquí su reiterativo, y en ocasiones excesivamente repetitivo, mensaje antireligioso, anticlerical, anticatólico y anti... lo que sea, para tratar de convencer a su amiga Eugenia, que a esas alturas tras el interminable chorro de argumentos "razonables" tenía que tener el cerebro más lavado que una esponja marina y huir de cuanto huela a religión a un kilómetro como gato escaldado, convencerla pues de que es posible una vida feliz, virtuosa, ética, y todo cuanto se quiera sin necesidad alguna de "espiritualidad certificada alguna", vamos que el camino de la razón y la reflexión personales puede suplir con éxito la práctica religiosa. El barón nos da la clave en la conclusión de la memorable onceava carta:

"Amar y practicar la virtud es el único modo de amar y honrar a la divinidad. Si existe un Dios que se preocupa por el bienestar de sus criaturas, si existe un Dios lleno de justicia y bondad, si existe un Dios sabio y razonable, no se enfadará con vos porque hayáis tenido en cuenta a vuestra razón. Si existe otra vida, ese Dios no podría haceros desgraciada en ella después de haberos utilizado para hacer felices en ésta a tantas personas."

Finalmente en el capítulo más importante del libro, el duodécimo y último, ya conocedor de que Eugenia ha resuelto finalmente abandonar la idea de ingresar en el convento, el narrador se muestra complacido de ver que sus esfuerzos han dado fruto y le advierte sobre los peligros de sus convicciones. Holbach sabía por experiencia de la fragilidad de las propias ideas, del hecho de que hay que estar alerta para no recaer de nuevo en la superstición, los prejuicios y el oscurantismo ,que eran moneda muy corriente en su época, llevados allí de nuevo por nuestra debilidad y la desesperación. Sus palabras suenan sorprendentemente modernas:

"Es imposible aniquilar de golpe los hábitos arraigados; el espíritu del hombre parece flotar en el vacío cuando le quitan de un golpe las ideas que durante largo tiempo le han servido de puntos de sustento y se encuentra en un mundo nuevo cuyos caminos desconoce. Cualquier sistema de ideas es efecto de la costumbre, el espíritu tiene tantas dificultdes para apartarse de su modo de pensar como el cuerpo cuando se le priva de la capacidad de actuación que le era familiar"

"Si queremos salir de nosotros mismos para meditar, mantengámonos, al menos, en armonía con la naturaleza. No abandonemos nunca la antorcha de la razón y busquemos sinceramente la verdad. Cuando nos sintamos inseguros, detengámonos o sigamos lo que nos parezca más probable, abandonemos nuestras ideas cuando nos parezca que están faltas de fundamento. Actuando de buena fe con nosotros mismos, no nos opongamos a los impulsos de nuestro corazón cuando estén guiados por la razón. Si nos dejamos asesorar por ella con las pasiones en calma, nunca nos aconsejará que admitamos delitos o vicios, ocultos o públicos. La razón nos demostrará que no tenemos que sentirnos orgullosos de complacer a un Dios sabio creyendo absurdos, ni a un Dios bueno haciendo cosas que nos perjudican a nosotros mismos y a nuestros semejantes"

AMÉN.


Lo mejor: Un poderoso y apasionado alegato no solamente contra el cristianismo y la religión en general, sino en también en defensa de la razón humana y el amor a la verdad. Holbach murió el mismo año en que comenzó la revolución francesa, se hubiera llevado una inmensa alegría al ver el comienzo de la misma, la caída del antiguo régimen y el triunfo de las ideas de la ilustración... y afortunadamente para él no le tocó vivir la época de terror revolucionario que la siguió, no tengo la menor duda de que se hubiera sentido horrorizado y hubiera terminado exiliado o sufriendo una suerte mucho más desgraciada. Una lectura más que recomendable para entender mejor la Ilustración. Resultan evidentes los motivos por los que este no fue un autor más traducido y divulgado. Aplaudo de nuevo la labor de la editorial.

Lo peor: Su guerra personal, su furor antireligioso fue llevado al extremo en esta y otras obras, aunque hay que aclarar que jamás cae en la tentación de incitar a la violencia, puede violentar al lector con creencias religiosas. No siempre sus ideas están al servicio de una razón inmaculada que tanto defiende. Spinoza decía que había que convertir la razón en pasión, Holbach sin duda lo hizo, pero hay que tener cuidado porque una vez convertida en pasión se puede perder pie fácilmente. Su estilo reiterativo, machacón e insistente resulta a veces un poco cansino, una crítica que sus contemporáneos le hicieron en ocasiones y que es fruto del formato filosófico al uso en su época. La identificación de superstición con religión y de ahí el paso a identificar esta con el vínculo con el poder no define completamente al fenómeno religioso, ahí pecaba notablemente de estrechez de miras.