domingo, 24 de septiembre de 2017

Paz y armonía en la vida cotidiana

"Los acontecimientos suceden, las acciones se llevan a cabo, pero no hay ningún hacedor individual"

Buda.

"El sabio vive con la comprensión absoluta de que la vida está siendo vivida a través de su propio cuerpo y el de todos los demás en el universo. El sabio experimenta la vida como cualquier otra persona, excepto que él sabe que no hay nadie que esté experimentando"

Ramesh Balsekar.



Ficha: "Paz y armonía en la vida cotidiana", Ramesh Balsekar, editorial Trompa de Elefante, 344 páginas, ISBN: 9788 493 565923

Continúo con mi inmersión en la lectura de libros sobre advaita (no-dualidad) que tenía ya olvidados y pendientes de leer por casa. En este caso le ha llegado el turno a este trabajo del que seguramente fue en vida uno de los mayores maestros y expertos, reconocido internacionalmente en el Vedanta Advaita. Ya tenía comentado en este blog un trabajo suyo, "Deja que la vida fluya", uno de los libros que más he recomendado y dejado en estos últimos años, y que constituye una introducción poco menos que ideal por su sencillez y brevedad al pensamiento del sabio hindú. Aunque el asunto de la sencillez en el caso de este autor puede ser bastante engañoso, el señalado posee un gran contraste en relación con el libro que comento hoy aquí. En este caso en concreto estamos ante un trabajo mucho más completo y ambicioso, una especie de "summun" del pensamiento del autor. En mi opinión mejor y más exhaustivo que otro que leí hace años "Habla la Consciencia", el único publicado con su firma por la editorial Kairós y bastante diferente en cuanto a su formato.

En este ensayo estamos ante un libro de más de 300 páginas, denso y muy completo. Dudo seriamente que la totalidad del mismo hubiese sido escrita por Ramesh con la intención de darle forma publicable, se trata por su forma y estilo de una recopilación de textos sobre el tema principal del libro, la idea de que no somos realmente autores de nuestras acciones, aunque nos parezca que así es, y que solamente a través de la comprensión de este aparentemente ilógico y absurdo concepto puede llegar la felicidad a nuestra vida. Los diferentes cambios de registros, la diversidad de niveles que el libro posee, la abundancia de anécdotas, citas de otros pensadores e incluso "chistes" junto con ese texto formado por párrafos agrupados en unidades temáticas y separados por un signo tipográfico semejante a una "s" grande y acostada, también usado por Eckart Tolle en alguno de sus libros, y que simplemente sugiere una pausa para la reflexión, le da un carácter especial, se asemeja mucho más a una colección de textos dispersos agrupados temáticamente en diferentes capítulos que a un libro escrito de principio a fin en el orden que se lee. El habitual formato de preguntas y respuestas de otros libros de Balsekar, que indica una transcripción de sus charlas y enseñanzas, tal y como se hace en "Habla la Consciencia" desaparece completamente aquí.




Otro de los indicios que podrían indicar este origen disperso es la abundante repetición del motivo principal, ya sé que ello es algo habitual en los ensayos de R. Balsekar, pero es que aquí la repetición va un paso más allá. La cita de Buda con la que encabezo este comentario se lee no menos de seis o siete veces durante el libro, ya que de forma sucinta resume la idea que Ramesh defiende una y otra vez. De todas formas y a pesar de llegar a cansar un poco no hay que olvidar el propósito general de los libros de este gran autor; la pretensión de generar una transformación en el lector, así como en todo aquel que asistía a sus enseñanzas, de provocar un cambio de mentalidad que le condujera a una comprensión profunda, más allá del mero entendimiento intelectual, de la idea que se repite una y otra vez... lo cual de producirse, un objetivo muy ambicioso por cierto, podría acarrear un replanteamiento completo de la forma de entender la vida en el oyente-lector con el resultado de aquello a lo que apunta precisamente el título del libro "Paz y armonía en la vida cotidiana". Es irónico a pesar del propósito calificar este libro de "psicología autoayuda", aunque desde luego una vista superficial del título y portada así lo parezcan,  y desde luego que hay libros de otros autores de advaita en su versión no tradicional que perfectamente podrían encajar en este patrón... pero eso sería negar el importante, colosal diría yo, contenido espiritual del libro, como en otros trabajos de este autor estamos ante una espiritualidad de altos vuelos, un contenido de efectos "sísmicos", capaz de hacer temblar el suelo bajo los pies de cualquiera.

Desde la misma introducción del libro tenemos el planteamiento del meollo del asunto, ¿qué es lo que nos impide en tantas ocasiones disfrutar la vida?, Ramesh cree que una vez resueltos los temas más acuciantes de nuestras necesidades más básicas, de alimento, cuidados médicos, cobijo, educación etc. habituales en la mayoría de la población de los países desarrollados, vemos que la inmensa mayoría de las personas que no tienen que pelear diariamente por estos temas vitales siguen sin poder considerarse felices. Balsekar no va a caer en la trampa de despreciar el materialismo, y menos él que fue durante una década presidente del Banco de la India y conoce mejor que nadie los efectos derivados tanto de la abundancia como de la falta de medios materiales, pero sí que apunta, y con buenos motivos en mi opinión, a que los pensamientos negativos que aparecen en nuestra consciencia acerca de hechos del pasado que nos causaron vergüenza o arrepentimiento, así como otros donde volvemos a recrear palabras o actos de personas que nos hicieron sufrir, tienen la culpa de nuestro estado de infelicidad, sean cuales sean las condiciones personales o materiales que disfrutemos en el presente. 

Lo peor de todo es que nadie puede cambiar el pasado, de modo que no importa el momento que uno viva, esos pensamientos de dolor y vergüenza por lo que hicimos en el pasado, por lo que dejamos de hacer, por lo que dijimos u otros nos hicieron o dijeron van a seguir ahí. Nunca, jamás podremos controlar la llegada a nuestra mente de ese tipo de pensamientos aguafiestas que seguimos invariablemente alimentando con nuestra atención. ¿Existe alguna forma de romper ese círculo vicioso de pensamientos negativos?, cualquiera de las tradiciones místicas y meditativas tienen la solución, o creen tenerla, simplemente observando los pensamientos sin darles fuerza, sin alimentarlos, simplemente observándolos cómo aparecen y desaparecen en nuestra consciencia. Sin embargo para Ramesh Balsekar ello NO es suficiente, pues antes o después volverán a aparecer y nos pillarán con la "guardia baja" y volverán a hacernos daño. 

Él tiene una fórmula personal, directamente derivada de sus creencias espirituales y filosóficas extraídas del Vedanta Advaita. De la misma forma que el gran Ramana Maharsi explicaba que en ocasiones es necesaria una espina para extraer otra que tenemos clavada hay que contrarrestar ese tipo de pensamientos con otro. En el budismo es corriente también una solución semejante, generando voluntariamente un pensamiento positivo por ejemplo para anular otro negativo, además de la tan habitual simple y pura observación desapasionada. Receta que seguramente será recomendada en cualquier tradición de corte místico. La fórmula de Balsekar es simple, no somos responsables de nuestras acciones, nadie es responsable, los acontecimientos ocurren pero no existe "nadie" que pueda ser considerado responsable de los mismos. Es un pensamiento que debe impregnar nuestra conciencia cada día y al que hay que irse acostumbrando teniéndolo constantemente presente. Poco a poco debería, o quizás no, generar una comprensión a nivel íntimo tan fuerte que termine desactivando el círculo vicioso de pensamientos dolorosos-identificación-sufrimiento.


Esta idea aparentemente tan extraña y que parece una llamada a la pasividad y la irresponsabilidad tiene "truco" y debe ser aclarada convenientemente, algo que hará Ramesh a lo largo de todo el libro una y otra vez. Todo el pensamiento filosófico y espiritual que podríamos etiquetar de “no-dualidad”, advaita, sea Budismo Zen, Sufismo, Taoismo, Dgozchen tibetano y por supuesto el Vedanta Advaita del hinduísmo, incide en lo mismo: no vemos el mundo tal cual es, la percepción que tenemos del mundo no deja de ser una ilusión semejante al mundo onírico de los sueños, el hecho de que experimentemos la realidad como una dualidad sujeto-objeto y otros muchos diferentes pares de opuestos no es más que una ilusión que está en la misma raíz del sufrimiento humano. La Totalidad, la Fuente, la Consciencia, el Tao, Dios o como queramos llamarlo, la etiqueta que le asignemos no importa, es lo único que existe y los individuos aislados no somos más que manifestaciones de esa Totalidad, manifestaciones dotadas de la ilusión, por otra parte necesaria para nuestro funcionamiento en el mundo, de ser seres aislados del resto de todo lo que hay. Según R. Balsekar no hay absolutamente nada real en eso denominado “libre albedrío”, una preocupación filosófica sobre la que nunca hemos dejado de argumentar a favor y en contra durante siglos.

Hay filósofos que están completamente de acuerdo con la existencia del mismo, otros afirman que sí existe pero con matices y otros completamente en contra, vamos que lo del “libre albedrío” es una bonita ilusión pero nada más. Balsekar es de estos últimos, para él si sumamos los condicionamientos derivados de nuestros genes y las circunstancias externas de nuestra vida, aquellas que no hemos podido elegir ni controlar, que son la gran mayoría, el resultado está claro, vamos por la vida como los conductores de un vehículo cuyo volante está desconectado de la dirección viviendo la ilusión de que este se mueve a un lado u otro en función de nuestra voluntad cuando lo cierto es que estamos total y completamente condicionados por causas externas que no dependen de nosotros... inclusive nuestros pensamientos, que son los que condicionan y ha veces provocan de una forma u otra nuestras acciones denominadas “libres”. Si no existe el libre albedrío entonces está claro que es una tontería culparnos a nosotros mismos por las consecuencias de unos actos sobre los que realmente no tenemos posibilidad de escoger... tampoco podemos culpar entonces a los demás, pero claro, el que no tengamos posibilidades de escoger no significa que nuestras acciones no produzcan resultados que afectan a otros terceros de la misma forma que sufrimos las consecuencias de las acciones de otros, este es un tema distinto, porque la aceptación de esa realidad no conlleva ni pasividad, ni irresponsabilidad, ni auto complacencia, ni tampoco lleva aparejada la inacción ante los actos de los demás... no nos convertimos en bobos sonrientes y babeantes, tal y como expresó Voltaire en una ocasión "no quisiera obtener la felicidad a condición de ser imbécil", no se trata de eso, se trata simplemente de dejar de luchar contra lo que no tiene remedio, dejar de luchar y hacernos daño a nosotros mismos para empezar.

Lo cierto es que para Balsekar, tal y como comenté antes, la comprensión de que todo cuanto ocurre no es otra cosa que la voluntad de Dios, o de la Totalidad, la Fuente, Consciencia o como queramos llamarla, es lo único que nos puede desconectar de ese círculo vicioso en el que vivimos perpetuamente enganchados con los sentimientos de culpa, vergüenza o ira, debidos a los efectos y resultados de pasadas acciones que ya NO se pueden cambiar. Nos equivocamos por lo tanto cuando nos consideramos autores de nuestras acciones, y también cuando consideramos a otros autores de las suyas. De alcanzar esta comprensión e interiorizarla lo suficientemente no habría lugar para los remordimientos de conciencia, la vergüenza, la ira o el resentimiento... ni tampoco para el orgullo o la satisfacción en el caso de una acción que ha proporcionado resultados positivos, ni tampoco evidentemente para la envidia por los resultados de las acciones de otros. ¿Podemos vivir con esta comprensión y desempeñarnos sin problemas en nuestro quehacer diario? ¿implica alguna diferencia importante?. Es una idea capital en la visión Advaita de Ramesh, de hecho se puede decir que a pesar de la variedad y riqueza de los pensamientos recogidos en el libro, sorprendente en verdad, todo gira en torno a lo mismo. Para Ramesh aquello que en V. Advaita se denomina la "Realización del Ser", es justamente alcanzar esta comprensión y solamente eso... en el budismo lo denominan iluminación.

El autor.
En la India existe una arraigada tradición de buscar a un guru para asuntos espirituales, la relación guru-discípulo posee sus particularidades que resultan un tanto extrañas a nuestra mentalidad occidental, es, o era, también muy frecuente que la vida se dividiese tradicionalmente en tres fases, la primera correspondiente a la infancia y la juventud dedicada principalmente a la educación y la formación, la segunda dedicada al trabajo y la vida familiar, y la tercera y última centrada en los asuntos espirituales. Balsekar en 1,977 ya con sesenta años buscó un maestro espiritual para poder centrarse en estos temas tras una exitosa vida profesional, tuvo ese privilegio pero también una suerte enorme que en su propia ciudad, Bombay, viviese por aquel entonces el que probablemente era la máxima autoridad viva en Vedanta Advaita, un humilde ex-vendedor de cigarrillos hindúes ya retirado, en cuyo domicilio (que todavía albergaba una tienda en la planta inferior) había un improvisado “ashram” o aula. Allí Nisargadatta Maharaj impartía sus enseñanzas a todo aquel que quisiera acudir a recibirlas... la conexión entre el ex-banquero y el antiguo estanquero fue instantánea, Balsekar hizo de intérprete de Maharaj en los últimos años de vida del mismo, llegando a impartir al final alguna de sus enseñanzas en lugar del maestro por recomendación suya. Maharaj falleció en 1.981 y Balsekar dedicó su vida a estos asuntos, comenzando pronto a impartir enseñanzas, escribir y publicar libros. A su muerte en 2,009 había publicado una veintena. Creo que desde 2,008, justo este libro, no se publica nada más de él, la confección (o recopilación como antes he apuntado) del mismo data de 2,003 y tiene una historia interesante detrás.

En 2,001 un empresario que había acudido a uno de los seminarios que Ramesh había dado en Alemania le escribió una carta donde le daba gracias por sus enseñanzas y le comentaba cómo había aplicado una idea de las mismas, la de que nadie es autor de sus acciones, a su trabajo. El asunto es que desde hacía varios años presidía una reunión anual de accionistas de la empresa para la que trabajaba en la que había varias facciones enfrentadas entre sí. Dejó de tomarse aquellos conflictos como algo personal y evaluar con ecuanimidad las posiciones de unos y otros, algo tuvo que cambiar en su actitud y su forma de enfrentar esa, habitualmente difícil, experiencia cuando finalmente fue felicitado por todo el mundo por su trabajo. Por lo visto esa carta de agradecimiento fue el detonante que desencadenó la redacción de este libro... demostrar que más allá de la teoría y que más allá del aspecto intelectual y espiritual de esta convicción, la de que no somos realmente los autores de nuestras acciones, se esconde un enorme potencial para aplicar en nuestra vida personal y profesional. Esa vertiente práctica de unas enseñanzas espirituales son el punto fuerte tanto de este libro como del resto de las enseñanzas de Ramesh, y algo en lo que se diferencia de otros autores de Advaita, esa cercanía con el lector que lo aleja de otros autores mucho más ambiguos y desapegados de los aspectos materiales, o simplemente más “puristas” que se limitan a elaborar trabajos que parecen libros de texto y que se olvidan con la misma rapidez con la que se leen. 

Conclusión.
Es un libro que se puede abrir por cualquier parte y comenzar a leer a partir de ahí, aunque es recomendable comenzar por la introducción que ya de por sí sola justifica la adquisición del libro. Desde ese punto nos vamos a encontrar con un trabajo sencillamente excepcional, difícilmente encontraremos un libro sobre advaita aparentemente en su vertiente no-tradicional, aunque firmemente anclada en el Vedanta, y con referencias a distintas tradiciones religiosas de marcado carácter místico, mejor y más completo que este. Ramesh hace principalmente alusiones al Bhagavad-Gita, pero no deja nunca de desaprovechar la ocasión para demostrarnos que otras tradiciones, especialmente el budismo zen y el taoísmo, llevan a la misma idea y concepto que no se cansa de tratar de mostrar en este trabajo, la inexistencia de un hacedor individual, de hecho el libro abunda en recopilaciones de cuanto R. Balsekar ha podido reunir para apuntalar esta idea, buscando incluso en temas científicos como la teoría cuántica, tal y como se hace desde hace años en los trabajos de esta índole o también en la literatura de clara inspiración mística.

Un asunto en absoluto fácil de entender, pero que cuando se examina y se reflexiona sobre el mismo lo suficiente no deja de desprender un cierto “aroma” a verdad, por muy difícil de asumir que resulte en función del punto de vista desde el que se reflexione. Ramesh era plenamente consciente de ello y lo comentará en muchas ocasiones, pues si este autor tenía una virtud era la de saber ponerse en la piel de aquel que se “topa” con estas ideas que parecen darse de tortas con el sentido común, pero que por algún motivo, y es es mi caso, no puedes dejar de encontrar fascinantes. A pesar del tono repetitivo hay mucho que descubrir en este libro, me parece un trabajo simplemente formidable y recomendable que rompe muchos moldes y echa abajo muchas falsas ideas de la denominada  “búsqueda espiritual”, que en el fondo no es otra cosa que el anhelo presente en muchos seres humanos de acercarse todo lo posible a la Verdad y dotar a su vida de un sentido más profundo.

"Para el buscador espiritual supondría un gran paso adelante darse cuenta de que no es que "su" estado natural de paz y ecuanimidad se de solamente en ciertos momentos, sino que está siempre en dicho estado; ¿en qué otro estado podría estar? Pero lo olvida en aquellas ocasiones en las que se sume en los recuerdos del pasado, cuando piensa en las muchas acciones que llevó a cabo y que no debería haber hecho, o en las acciones que debería haber hecho y que no hizo. Cuando no piensa en el pasado, especula sobre sus miedos y sus esperanzas en un futuro incierto e imagina, innecesariamente, que es infeliz. En cualquiera de los dos casos pierde la tranquilidad de sentirse "en casa", en el estado natural del momento presente, al sumirse en el lujo ilusorio de vivir en el pasado o en el futuro. Uno está siempre en el estado natural, excepto en las ocasiones en las que se aleja de él, de Consciencia impersonal del momento presente, del SOY."

"Por tanto, vemos que el sabio, alguien en el que ha tenido lugar la Comprensión Final, vive su día a día libre de ataduras afectivas, sin culpar a nadie por ninguna "acción", y desempeña su papel en este drama ilusorio llamado vida sin tomase nada demasiado en serio, ¡con una cierta sensación de sorpresa ante lo aparentemente absurdo que es todo!".

Dos enlaces que recomiendo, en el primero el que apunta a la ficha que sobre el autor hay en nodualidad.info donde podemos ver todos los libros de este autor junto con unos excelentes comentarios sobre los mismos. El segundo es un vídeo alojado en Youtube donde podemos ver al autor en vida dando una charla en su casa, justamente sobre el tema principal del libro.

Lo mejor: La mejor, más clara y completa exposición, aunque un tanto particular, que he leído hasta ahora de la filosofía del Vedanta Advaita, escrito en un tono cercano al lector y muy poco académico, también muy alejado del tono habitual condescendiente y alejado de asuntos mundanos que otros autores poseen, pero no por ello exento de profundidad y seriedad. Temas como la responsabilidad de las acciones, la búsqueda de la paz y la felicidad en la vida, la muerte, el significado de la existencia... y todo aderezado con multitud de citas, anécdotas sacadas de su vida, mención a hechos científicos, chistes inclusive... Ramesh dotaba a sus escritos y sus enseñanzas de un estilo fresco y vivo que le convierten en un autor inigualable. Este ensayo es simplemente oro puro, vale la pena si uno está interesado en estos temas.

Lo peor: Su excesivo uso de un mensaje repetitivo y didáctico llega a cansar, también es muy irregular y da muchísimos “bandazos” de temática y estilo, posee multitud de niveles y da la impresión de ser un poco caótico... aunque constituya de hecho un maravilloso caos donde merece la pena perderse; pero la verdad es que podrían suprimirse perfectamente más de cien páginas del ensayo y conservaríamos intacta la fuerza y riqueza de su mensaje. Una pena que la editorial que le ha publicado buena parte de sus trabajos haya, de momento, desistido de publicar más obras suyas.


domingo, 17 de septiembre de 2017

El libro de los porqués



Ficha: "El libro de los porqués", Irene Lara (redacción), Sic Idea y Creación Editorial, 337 páginas, ISBN: 978 84 15101 14 7

Descubrí esta pequeña joya en un mercadillo de segunda mano hace poco más de un mes, el libro data de 2.011, una fecha demasiado reciente a mi juicio como para estar ya en esa situación, pero lo cierto es que mis indagaciones por Internet me sugieren que el mismo se encuentra ya descatalogado y solamente se encuentra ya disponible de segunda mano. Un libro de corta vida pues, como tantos que pasan sin pena ni gloria por el mercado editorial. Una pena en este caso.

Hacía tiempo que no tenía en mis manos un libro tan bien editado, en tapa dura, con un tacto que invita a acariciarlo y tan agradable de leer. Como su nombre indica estamos ante un ensayo de divulgación, uno de esos de preguntas y respuestas, tan queridos por mí hace ya muchos años. En particular recuerdo algunos leídos en mi infancia que terminaron con las tapas arrancadas de tanto ser manoseados y releídos, me refiero a aquella maravillosa serie "dime quien es, dime que es, dime donde está y dime cómo funciona" que seguro que todavía ruedan por ahí en colecciones privadas y alguna tienda de segunda mano.

Estamos ante una colección de casi cuatrocientas preguntas con sus correspondientes "respuestas", las cuestiones abarcan no solamente el ámbito de la ciencia, el cual por sí mismo podría perfectamente cubrir no ya un libro de preguntas y respuestas, sino una enciclopedia por méritos propios, sino también la historia, la tecnología y otros ámbitos como el social o la psicología, un hecho que me ha agradado especialmente de este libro ya que no nos encontramos con una obra centrada exclusivamente en el ámbito científico... así caerán cuestiones sobre el lado de situar los botones, o porqué a los niños se les viste de azul y a las niñas de rosa, o porqué a los fantasmas se les representa con una sábana blanca... no es que el libro responda a cuestiones que alguna que otra vez nos hemos planteado, va mucho más allá, el libro responde incluso a preguntas que nunca se nos habían ocurrido... así ha sido en mi caso. Dudo mucho que haya una sola persona que haya leído este libro y que no haya tenido el pensamiento "anda, pues a mí no se me había ocurrido plantear esta pregunta". Para mí indudablemente es una virtud, no solamente el responder a cosas que uno se había planteado alguna vez y que ignoraba la respuesta, sino el mismo hecho de mostrar preguntas que están más allá de la curiosidad de cualquiera, y es que el mundo de las preguntas y respuestas es literalmente infinito.

Aún hay más, hay otro tipo de preguntas más interesantes aún, aquellas de las que uno cree conocer la respuesta, y en las que nos podemos encontrar fácilmente con conclusiones sorprendentes, o bien que nuestra respuesta es equivocada, o bien, que la misma contiene más matices y datos de los que creíamos conocer. Así me ha pasado con algunas... por ejemplo con la aparentemente sencilla ¿por qué tienen joroba los camellos?... ocupa casi dos páginas, y no, no es para almacenar agua ;-), o aquella tan aparentemente simple ¿por qué no se marea la jirafa al levantar la cabeza?... ¿a alguien se le había ocurrido plantearse semejante cuestión?.


¿Cómo ordenar un caudal de preguntas semejante sobre temas tan variados?, los autores optaron por desechar los habituales índices temáticos y escogieron un índice alfabético, tan bueno como cualquier otro. De esa forma podemos volver a encontrar fácilmente cualquier pregunta leída ya con anterioridad solamente con recordar la palabra clave. Ese tipo de orden le da un simpático parecido con una enciclopedia, en este caso una enciclopedia de las curiosidades. El tono de las respuestas es didáctico y sencillo, se evitan los tecnicismos de todo tipo, sin embargo no evitan la precisión cuando es necesaria. El nivel es aceptable, quizás un poco flojo para lectores adultos ya versados en obras de este tipo, pero sin duda alguna un nivel perfecto para niños curiosos de primaria y chavales que cursan enseñanza secundaria... o simplemente lectores adultos que buscan una obra sencilla y que como en mi caso olvidan lo leído con una facilidad y rapidez pasmosas.

Como valor añadido a una edición ya realmente bonita hay que señalar los abundantes y sencillos dibujos que adornan esta pequeña obra, no es que aclaren nada o que sean realmente necesarios, pero se agradecen este tipo de detalles que embellecen y hacen más agradable la lectura y el manejo del libro. Por otra parte nos vamos a encontrar con preguntas realmente ingeniosas y no tan inocentes como puede parecer a simple vista ¿por qué no se electrocutan a sí mismas las anguilas? ¿por qué usamos anillos de compromiso? ¿porqué las arañas no quedan atrapadas en su tela? ¿por qué los cirujanos usan batas verdes? ¿por qué se contagian los bostezos? ¿por qué los flamencos son rosados y encogen una pata? ... es complicado hojear este libro por encima y no quedar enganchado a alguna pregunta.

Lo mejor: Un libro sencillo, ameno, instructivo, muy agradable de leer... en su momento sin duda alguna fue una buena opción para ofrecer como regalo debido a su cuidadosa edición. Muy recomendable. Su aparente simplicidad llega a ser engañosa en muchas ocasiones, se le puede sacar mucho partido.

Lo peor: Lamentar su corta andadura, si es que se encuentra ya descatalogado, y que su excesiva simplicidad le aparte de ese tipo de lector más aficionado a obras de divulgación más especializadas en un determinado ámbito. Ese picoteo y brincar de un tema a otro puede ser fascinante entre lectores jóvenes, especialmente en las mentes abiertas de los niños, pero un poco fastidioso para cerebros más "cuadriculados". 


jueves, 7 de septiembre de 2017

La Libertad y el Amor

"La comprensión profunda llega con la libertad total y esta se da solo cuando se rompen las barreras del yo, con sus limitaciones. Entonces ya no existe lo mío y lo tuyo, solo lo que es. No hay tampoco diferencias entre mi amor, que lo doy generosamente, y el que me dan aunque con restricciones. Sólo hay amor. Vivimos una gran libertad al descubrir que el amor no es ese gran negocio que imaginábamos. No es el triunfo de la astucia, no es competitividad o lucha, no es sacrificio, no es entrega. El amor es. Y la realidad está hecha de amor. El amor somos nosotros. En la alegría de la libertad, rotas las ataduras de todos los prejuicios, descubrimos que siempre ha estado el amor y siempre estará sin que lo falso le pueda tocar. Aunque aparezca tapado con ideas, creencias, interpretaciones, hemos de saber que estas capas que lo cubren no son realidades. De todo ello solo el amor es real. "


Ficha: "La Libertad y el Amor", Consuelo Martín Díaz, Ediciones Obelisco, 219 páginas, ISBN: 978 8477 206 422

Revisando el sitio donde tengo almacenados una buena cantidad de libros de hace unos años, me encontré con este de Consuelo Martín. El mismo forma parte de un conjunto de una docena de libros, o más, de temática espiritual que adquirí y nunca leí.

El tema del mundo de la espiritualidad y todo lo relacionado con la misma había formado durante cinco años el grueso de mis lecturas. Hubo un punto en que quedé tan saturado que sin darme cuenta, pero ya de forma inexorable, mis intereses como lector fueron dirigiéndose a otros terrenos... pero no del todo, y es que hay temas que parece que llegan a uno de forma natural en función de la etapa de la vida que le toca vivir, a veces buscamos literatura de evasión, otras veces buscamos formarnos... y hay ocasiones en las que uno se vuelve adicto al efecto que determinadas lecturas opera en nosotros. 

En un mundo desquiciado, lleno de problemas que no parecen tener solución, en un mundo donde cada vez parece más difícil encontrar un rincón para la esperanza, o quizás, donde esa sensación sea pura y simplemente una sensación subjetiva mía; que uno va cumpliendo años y acumulando lecturas de todo tipo... bueno pues como que también apetece encontrar un oasis particular de paz, leer sobre un tema que en esencia es optimista y a determinados pensadores y filósofos que todavía creen en la capacidad del ser humano de llegar a algo mejor. También me parecía que este blog estaba recibiendo últimamente demasiadas visitas y creo que una de las mejores formas para bajarlas es comentar libros como este ;-).

Decía William James en una de sus conferencias recogidas en "Pragmatismo" comentado por mí hace poco, que él no se consideraba ni optimista ni pesimista, sino "meliorista", porque a diferencia de los pesimistas que consideran imposible una mejora con el tiempo del ser humano, y a diferencia de los optimistas que consideran que esa mejora es inevitable, él creía que tal mejora en el futuro era simplemente posible, a condición claro está de lo que los seres humanos hicieran. Ese mismo mensaje, en mi opinión, nos lo intenta transmitir Consuelo Martín en este y en cada uno de sus libros.

El mensaje yo lo resumiría de la siguiente forma: El ser humano posee un enorme potencial de mejora y autorrealización, el origen de sus conflictos y sufrimiento psicológico se origina fundamentalmente en la ignorancia, no vemos el mundo tal y como es, lo vemos distorsionado a través de nuestras ideas preconcebidas, dogmas, prejuicios etc, que varían de un individuo a otro y en función de la cultura donde este se inserte. Da igual su nacionalidad, su condición, da igual sus opiniones políticas y creencias religiosas... en esencia todo es falso, erróneo, y pura distorsión. Solamente la percepción atenta, desprovista de prejuicios, la contemplación, el silencio de la mente y la introspección pueden dejar al descubierto las distorsiones a través de las que contempla el mundo y encontrar la verdad, sea lo que esto sea... y solamente a través de esta iluminación, realización o comprensión, llámese también como se quiera, uno puede aspirar a superar el sufrimiento y el conflicto. Un mensaje que por un lado invita a la esperanza, hay posibilidades reales de cambio para mejor, pero que por otro insiste en la necesidad de un trabajo individual, de introspección interior, un trabajo tenaz y disciplinado, para observar de forma fresca y libre de prejuicios, y darnos cuenta de cómo tantas cosas que damos por sabidas, por supuestas y aceptadas habitualmente no son sino errores que nos llevan al sufrimiento. Vamos el mensaje platónico de toda la vida, sostenido en un primer momento por Sócrates, que veía en la ignorancia la raíz de todo mal, y que bastaba la mera observación del bien y la verdad para desencadenar el cambio. Un tema controvertido, donde personalmente tengo unas cuantas objeciones a que el simple conocimiento consiga operar el cambio, pero hay quien cree firmemente en esa idea.



Consuelo Martín es doctora en Filosofía por la Universidad Complutense y experta en la corriente filosófica Advaita, no-dualidad, proveniente de la India, aunque podemos encontrar enormes similitudes también en otras tradiciones religiosas y filosóficas, desde el platonismo a la mística cristiana, el budismo zen o el sufismo del Islam; tradiciones y ramas de la espiritualidad a las que en ocasiones se clasifica bajo la etiqueta de "filosofía perenne". En sus libros podemos comprobar una continuación de las ideas de Jiddu Krishnamurti, por ejemplo en este último libro que he leído con su firma hay bastantes citas del afamado sabio hindú, aunque también de otros, como el que es uno de mis sabios favoritos de la India, Nisargadatta Maharaj, del que espero poder comentar algún texto un día de estos. De Consuelo Martín, además de este, puedo recomendar libros como el ya comentado aquí "El arte de la contemplación", y otros leídos por mí hace años tal y como "El silencio creador", "La revolución del silencio", y "Sé una luz". Probablemente alguno de ellos y algún otro más terminará releído y comentado aquí en este blog próximamente.

"La Libertad y el Amor" era, creo, su séptimo libro, publicado en 1.999. Apenas lo hojeé un poco, no pensaba leerlo en principio, quedé enganchado, a pesar de haberlo tenido más de ocho años guardado en una estantería. Me decidí a terminarlo y comentarlo aquí porque trata de dos temas que a todos nos afectan de una forma u otra durante toda nuestra vida, el tema del amor y el de la libertad, ambos muy relacionados con ese pensamiento fundamental del que brotan todas las ideas de sus libros, y del Advaita en general. 

Según Consuelo confundimos el Amor, ese con mayúsculas, el genuino, con cosas que no lo son... de ahí que en ocasiones pensamos que este no existe, o que tiene duración en el tiempo, o que no es más que un espejismo... y claro que lo es, cuando este, el que creemos que es, no es más que una ilusión formada por la proyección de nuestros deseos físicos, sentido de la posesión, contaminado todo por el miedo a la pérdida e ideas erróneas difícilmente podríamos idealizar ese tipo de amor. Sin embargo hay otro, uno que está siempre presente en nosotros, que no posee condición alguna para existir, y que forma parte de nuestra más íntima naturaleza... solo que no somos conscientes de él, pero, y aquí está lo interesante, podemos alcanzar a vislumbrarlo, a ser conscientes de él a través de la contemplación. Se supone naturalmente que la autora sabe por experiencia de lo que habla y que no hace de "maestro Ciruela"... ya sabéis, aquel que no sabía leer y puso una escuela ;-).

De la libertad se podría decir otro tanto, habitualmente pensamos que no somos libres pero nos gustaría serlo, o bien, que no lo somos en absoluto y que nunca lo podremos ser. El problema según esta escritora es que confundimos e ignoramos en qué consiste la verdadera libertad. Como en el caso del amor, esta confusión está en la raíz de nuestro sufrimiento, y solamente la comprensión que se deriva de una actividad introspectiva y contemplativa, extremadamente simple pero también muy difícil, nos puede llevar a vislumbrar ese singular estado de libertad que poseemos y que simplemente no podemos llegar a perder, sean cuales sean nuestras circunstancias externas. Porque la verdadera Libertad no es aquello que creemos habitualmente que es, poder hacer cuanto a uno le viene en gana, o bien, ser dueño del manejo de una situación concreta. Al igual que en el tema del amor también nos movemos en terrenos que se adentran en la metafísica, en el límite entre la filosofía y la mística, y donde se observa la intención de la autora de hacernos replantear muchas cosas, hacernos reaccionar y llevarnos hacia una actitud de observación desapasionada donde dejemos de enredarnos en el pensamiento, tal y como hacemos continuamente. Advierto que no se nos indican nunca "trucos" o "recetas" para ello. Esa ausencia de consejos prácticos, esa calculada ambigüedad es quizás el punto flaco de esta autora, posiblemente ante la imposibilidad de dar consejos que puedan servir a todo el mundo por igual en lo que inevitablemente es un trabajo extremadamente personal. También seguramente porque de hacerlo así, entraríamos en un terreno más espinoso, el libro se convertiría simplemente en un manual de "autoayuda" más, algo que Consuelo seguramente trata de evitar.

El libro está dividido en diecinueve capítulos que corresponden a otras tantas "investigaciones", tal y como las denomina Consuelo y que tienen su origen en una serie de trabajos realizados con grupos de personas, seguramente en diferentes "retiros" y actividades de contemplación guiadas. Consuelo lleva muchos años organizando o participando en eventos de este tipo y me ha sorprendido ver que aún continúa con esta labor, así como con la escritura y publicación de nuevos libros, dieciocho en total según he podido comprobar.

Poco más puedo comentar de un libro que está concebido como texto meditativo, para ser leído y releído con cierta frecuencia, que posee esa elegancia y sencillez típica de esta ensayista. Una prosa reiterativa pero con un intenso contenido lírico en ocasiones, elegante e inspirada y sobre todo que no da concesión alguna a ningún "pero", hay una insistencia machacona en el mensaje principal, nunca vamos a leer otra cosa, por muchas vueltas y revueltas que adopten sus argumentaciones:

"Desde el desconocimiento de la lucidez en mi conciencia, actúo buscando alguna teoría, alguna manera distinta de las ya probadas de manipular al otro, para conseguir amor.
No veo que amar es lo contrario de manipular, que es lo opuesto a vivir con astucia. El camino de acumular información y con ella el poder de dominar a otros va en dirección opuesta al amor. Porque la información se acumula capa sobre capa en la ignorancia básica y el desconocimiento de nuestra esencia que es amor.
Lo que acompaña al amor es la inocencia. Habitualmente no la conocemos. Siempre se confunde con falta de madurez o de conocimientos. Cuando al contrario, se requiere una gran madurez y una inmensa lucidez para ser inocente."

El punto fuerte, o débil según se mire, del Advaita, de esta filosofía de la no-dualidad tan de moda en la nueva espiritualidad desde hace años, es que nunca se nos va a señalar ninguna definición o dogma, es como una especie de pensamiento "negativo" en el sentido de que se nos señala aquello que NO es la verdad ni puede serlo pero no se indica aquello que ES, esto último solo puede ser vislumbrado a través de una súbita comprensión, eso sí... cuidadosamente preparada por un trabajo previo que puede durar años, o toda la vida si se quiere, un trabajo de contemplación y en el que habría que enredarse de forma intensa para poder llegar a reconocer en estos textos algo que uno ya ha experimentado, no una mera indicación del camino a seguir.

Hay un tipo de indagación filosófica típico de la India denominado "vichara", muy usado por aquel sabio llamado Ramana Maharsi, que consiste en definir algo a través de decir lo que no es, no es esto, no es aquello etc, porque se supone que aquello que constituye su verdadera realidad es indefinible, pero sí que podemos en cambio expresar el lenguaje para delimitar aquello que no es... tal y como una huella de un pie delimita con su forma aquello que la causó aunque en realidad no contiene nada. Este tipo de recurso, el de cercar y tratar de acorralar la realidad, o la verdad, a través de la negación de aquello que no puede serlo pero que pensamos que guarda relación es muy utilizado en esta peculiar e interesante filosofía. El resultado puede ser desalentador para todos aquellos que buscan un dogma, una definición, un "algo" a lo que aferrarse, difícilmente encontrarán nada parecido en el Advaita, especialmente en su versión moderna y actualizada, prácticamente desligada de toda tradición religiosa. Naturalmente, rizando el rizo, podríamos pensar que un no-dogma no deja de ser un dogma camuflado, y que al final vamos a terminar entrando en algún tipo de contradicción lógica... bueno creo que los pensadores adscritos a esta corriente espiritual-filosófica del Advaita poco o nada les importan las contradicciones. Las generalizaciones, las ambigüedades, el "leer entre líneas", son características que van a estar siempre ahí, sea cual sea el autor que leamos, desde Krishnamurti a Maharaj, de Wilber a Liquorman, Kersschot o Parsons... si bien el tono, el estilo y la forma en la que escriben pueden variar, y mucho.

No puedo dejar de recomendar algunos comentarios de este blog, como el archiconocido "El poder del Ahora", de Eckart Tolle, uno de los trabajos más originales y recomendables de este tipo de nueva espiritualidad no dogmática y fuertemente anclada en la mística y la contemplación, o el excelente trabajo de Byron Katie "Mil nombres para el gozo", muy en la línea del anterior, o "La vida sin centro", de Jeff Foster, otro de los autores más interesantes de esta nueva hornada de escritores en esta temática, como el original No Way de Wayne Liquorman, otro de mis referentes, y por supuesto el erudito Ramesh Balsekar, y su "Deja que la vida fluya", autor del que espero pronto comentar algo más aquí.

Y para aquellos que sientan curiosidad sobre el denominado Advaita, tanto en su versión tradicional como en su versión más moderna, hay una visita absolutamente obligada, el excelente portal no-dualidad.info, un sitio de Internet con una gran cantidad de información sobre autores, libros, artículos... etc etc, incluso con una clasificación, un poco "sui géneris", de los mismos en función de la tradiciones seguidas. Todo un descubrimiento para cualquier seguidor o curioso interesado en conocer mejor esta interesantísima rama del mundo de la nueva espiritualidad, que a pesar de su lavado de cara hunde sus raíces en una antiquísima tradición que se remonta en el tiempo más allá de los inicios de la filosofía occidental. Comentar también que este portal no solamente se concentra en el Advaita del hinduísmo y su moderna revisión, sino que está dedicado también al Budismo Zen, al Dzogchen tibetano y al Sufismo, con el que comparten muchas similitudes.

Conclusión: De la misma forma que afirmar que uno es apolítico no deja de ser una forma de posicionarse en política, afirmar y pretender estar alejado de cualquier dogma no deja de ser una forma sutil de defender un dogma camuflado. Sí, es verdad que se nos invita a contemplar y experimentar la realidad de la que se nos habla, pero por desgracia no es algo que esté dentro de las posibilidades y alcance de cualquiera, desde luego no a corto plazo; lo que nos puede llevar a la paradoja de convertirnos en seguidores y adherirnos, sin experimentar plenamente, las enseñanzas de una rama filosófica que precisamente propaga la idea de que la aceptación ciega y acrítica de los dogmas, de cualquier tipo, no sirve para nada. 

Estos ensayos en general están muy bien, pero si nos interesa el tema, tanta o más espiritualidad podemos encontrar en obras puramente literarias como "Siddartha" de Hermann Hesse, por ejemplo. La clave la podríamos encontrar en esa frase, acertadísima, del protagonista de esa novela cuando se encara con el mismísimo Buda y le espeta "sí, pero tú no alcanzaste la iluminación siguiendo tu propia doctrina"... de la misma forma hay que afrontar la lectura de estos libros en mi opinión, indican un camino, muestran indicios, pero solo son un punto de partida que fácilmente puede quedar en nada. A pesar de todo, constituyen en ocasiones todo un bálsamo de tranquilidad y sosiego, inspiran sentimientos positivos, levantan el ánimo, proporcionan una especie de "droga" si se quiere considerar así, que en ocasiones necesitamos ¿que pueden fomentar una actitud pasiva y una adicción estéril que no nos mueve a la acción necesaria para cambiar las cosas?... anda pues como tantas otras aficiones o lecturas de cualquier tipo ;-), hay válvulas de escape mucho peores. Animo a quien sienta curiosidad a buscar información, experimentar y adentrarse en este mundo, vale la pena.


domingo, 3 de septiembre de 2017

Las torres del olvido

"El efecto invernadero. Es improbable que tengamos información concreta sobre la extensión de este fenómeno antes de que termine el siglo. Podría tratarse de unos cambios climáticos graduales y comparativamente suaves (aunque no por ello deberían ignorarse), o podría ser un desastre global que golpease de forma violenta o repentina.

Únicamente podemos estar seguros de que en el curso de las próximas dos o tres generaciones tendrán lugar enormes cambios, todos ellos causados por nosotros mismos y para los cuales no estaremos preparados. ¿Cómo podríamos estarlo? Hablamos de dejar a nuestros hijos un mundo mejor, pero prácticamente no hacemos más que enfrascarnos en nuestros problemas cotidianos y esperar que las catástrofes a largo plazo no se produzcan nunca. 
Tarde o temprano, alguna de ellas se producirá. Las torres del olvido trata del posible coste de la autocomplacencia. Que duerman ustedes bien."     

George Turner. 1.987.



Ficha: "Las torres del olvido", George Turner, Ediciones B, 587 páginas, ISBN: 978 8440 66 8134


Cuando al final de su vida profesional George Turner, ya con setenta años de vida, publicó esta novela, hizo algo más que buscar el dinero o la fama que cualquier escritor podría legítimamente perseguir, envió un mensaje al futuro para las siguientes generaciones. Viví los años ochenta, tenía 19 años cuando esta novela fue publicada, y no recuerdo que el problema del cambio climático fuera algo muy comentado por aquel entonces. 

El agujero de la capa de ozono, las acciones de Green Peace contra los vertidos de residuos nucleares en el mar, el miedo a un accidente nuclear, materializado por desgracia en Harrisburg en los setenta y Chernobyl ya en plenos años ochenta, o incluso la posibilidad de una tercera guerra mundial, creo que fueron temas mucho más publicitados en aquella década. Sí, algo se habló del posible cambio climático, de la necesidad de restringir la emisión de CO2... pero mucho, muchísimo menos que  las siguientes décadas. Buscando en internet he visto que la primera cumbre internacional sobre el clima se celebró ya en Ginebra en 1.979. Desde entonces se han convocado no menos de nueve reuniones y conferencias internacionales con los resultados prácticos que pronosticaba George Turner en 1.987, es decir, con ninguno. Es posible que sus palabras sonaran pesimistas en su momento, pero estaba muy claro que estaba siendo simplemente realista. El conocimiento de la naturaleza humana, del que da una buena muestra en este libro, y el problema principal de las democracias... es decir, la incapacidad generalizada de unos gobiernos elegidos para periodos de cuatro o cinco años para la planificación a largo plazo, era ya un problema para cuya anticipación tampoco había que ser un visionario.



La novela consiguió el premio Arthur C. Clarke de ciencia ficción en 1.988, el mayor galardón que George Turner conseguiría en vida, publicó posteriormente un par de novelas, aún inéditas en castellano, que yo sepa, y terminó sus días en 1.997, para entonces había sido nombrado invitado de honor a una convención internacional de ciencia ficción que se iba a celebrar en 1.999 en Melbourne y a la que lógicamente no pudo asistir, Australia perdió al que seguramente ha sido su mejor autor de este género, o subgénero, literario. Cada año que hubiese vivido más le hubiera demostrado lo acertado, por desgracia, de algunas de sus predicciones.



La edición que he leído corresponde a la publicada por Ediciones B en bolsillo de 1.997, aunque la primera edición en castellano se publicó en 1.989 como corresponde a una novela premiada y conocida. La adquirí en un lote de libros baratos hace unos cuantos años y ha venido bien que haya tardado tanto tiempo en leerla... treinta años desde su publicación dan margen suficiente para ver hasta que punto las predicciones del Sr. Turner se han cumplido o no. Aunque pensé que la novela podía estar descatalogada me ha alegrado comprobar que no es así y que existen incluso versiones en versión electrónica. No me extraña, los temas de los que habla, el cambio climático, las desigualdades sociales, la superpoblación y las crisis económicas, difícilmente van a pasar de "moda" por desgracia.




La historia que nos cuenta, a pesar de su claro pesimismo, no es la típica novela de anticipación catastrofista, aunque los editores en la edición de bolsillo le añadieron la coletilla publicitaria "El mejor heredero de George Orwell", la verdad es que no es para tanto... el futuro que describe es sombrío, no se puede negar, pero el hecho de que la novela arranca como una historia dentro de otra historia posterior le quita un poco de hierro al tema, al fin y al cabo la humanidad ha terminado sobreviviendo y desembocando en una sociedad aparentemente mejor que la actual.

Todo comienza en un futuro lejano, a finales seguramente del tercer milenio, un dramaturgo australiano busca material para documentarse sobre la llamada "Cultura de Invernadero" que existió en el siglo XXI, el nuestro. A pesar del tiempo transcurrido son visibles todavía los efectos de aquel cambio climático que se desencadenó en este siglo, las torres que se citan en el título, en la edición en castellano porque el original era "The sea and summer", son los restos de una docena de imponentes rascacielos que se ubicaban en la zona cercana a la costa en Melbourne. De sus más de setenta pisos originales, apenas han quedado unos pocos por encima del nivel del mar. Allí trabajan los arqueólogos todavía rescatando restos de lo que era la vida cotidiana en unas construcciones de pesadilla. Edificios donde se amontonaban miles de seres humanos en unas condiciones pésimas, rozando lo imposible.

Teniendo poco tiempo para documentarse y demasiada información sobre la que trabajar, una historiadora le pasa una novela "histórica" que ha escrito ella misma, basada en la información que durante años ha ido recopilando, sobre el periodo de mediados del siglo XXI. Una historia que se desarrolla precisamente en Melbourne y donde incluso hay algún personaje que vivió en aquel entonces en una de las torres ruinosas que el dramaturgo ha visitado. Pronto este quedará enganchado con la obra y prescindirá de cualquier otra documentación... 

La historia nos muestra los avatares de una familia acomodada de Melbourne, los Conway, perteneciente a la clase "supra" que reúne únicamente al 10% de la población, a partir de que el cabeza de familia, el padre, pierda su empleo... tragedia que le lleva a suicidarse ante la perspectiva de ver como su familia pueda descender socialmente y zambullirse en la clase "infra", el otro 90% de la población que no trabaja, vive hacinada en enormes construcciones y espacios reducidos, y es mantenida a duras penas por el subsidio público. Un empleo es lo que diferencia a ambas clases sociales, profundamente divididas, tanto que incluso hablan idiomas casi diferentes. La madre, Alison, y sus hijos varones Teddy y Francis, son reubicados en la llamada "periferia", una zona deprimida de los barrios "supra" que limitan y tienen a la vista a las zonas "infra", una especie de limbo, un purgatorio con el infierno a la vuelta de la esquina y que saben que habitualmente constituye la antesala del hundimiento definitivo.

Profundamente orgullosos, con aires de grandeza a pesar de su pertenencia a una simple clase obrera, la familia se ha pasado la vida mirando por encima del hombro e ignorando a la clase "infra", a la que consideran poco menos que salvajes incivilizados, vagos y delincuentes, desechos humanos a pesar de constituir el 90% de la población en la supuestamente civilizada Australia del siglo XXI. La nueva realidad que van a sufrir y experimentar va a poner una y otra vez patas arriba sus convicciones y prejuicios. A lo largo de toda la novela van a experimentar, aunque de forma diferente en cada caso, una conversión, dolorosa eso sí, que les va a demostrar una y otra vez lo equivocados que estaban y cómo en su privilegiado guetto de antaño vivían de espaldas a la realidad.



La novela es extensa aunque contiene pocos personajes, además de los miembros de la familia Conway nos encontraremos con Billy Kovacs, un "infra" que ha acumulado bastante poder en su comunidad y que se erigirá en protector de la desafortunada familia, con el capitán de policía Nikopoulos, que se convertirá en el mentor de Teddy, y Nola Parkes, una ricachona benébola y corrupta, los seis, con algún personaje secundario, y con capítulos donde se muestran los hechos desde diferentes puntos de vista, nos irán desvelando detalles de la realidad social en la que viven. El choque entre la mentalidad de las dos clases sociales, los manejos de la política y la economía, los efectos de una subida progresiva del nivel del mar, los problemas de salud, el hacinamiento en el que viven los infra, la visión apocalíptica de una sociedad al borde del colapso, el miedo a la exclusión social... todo ello forma un rico marco donde va a tener lugar la historia que se prolongará durante una década. 



Como la mayoría de las novelas de ciencia ficción, o al menos de las buenas, estamos ante la típica obra donde el fondo, las ideas y lo que se pretende comunicar predomina claramente sobre la forma. La sensación es de una historia contada de forma escueta en el aspecto visual, probablemente por las limitaciones como narrador de George Turner, una historia que gira constantemente en sí misma, una especie de thriller psicológico donde se nos van a mostrar continuamente el mundo interior de sus personajes y donde, con una sola excepción, estos van a ser bastante esquemáticos y planos. La excepción es el personaje de Teddy Conway, que al comienzo de la novela se nos muestra como un bruto insensible y algo psicópata, para ir evolucionando y cambiando su forma de actuar y pensar a lo largo de la historia. 

El fondo, la idea que subyace a la obra de principio a fin, es mostrarnos un futuro posible, que el autor ubicaba en la mitad del siglo XXI, un siglo devastado por la crisis económica, ambiental y unas desigualdades sociales brutales. A pesar de todo hay, como suele ser habitual en la mayoría de la ciencia ficción, una visión optimista... la humanidad sobrevive a ese siglo de catástrofes, pero evidentemente no lo hace gratis. En el momento en que arranca la historia la realidad es diferente, se siguen sufriendo las consecuencias del cambio climático, en este caso con un inicio de lo que podría ser una era glacial, y se culpa directamente a los antepasados de esa "cultura de invernadero", la nuestra. Solamente la aparición de un nuevo tipo de ciudadano y el establecimiento de una nueva mentalidad, que hace su asomo aunque de forma incipiente en la novela, podrá evitar el desastre total. Optimismo por lo tanto en el fondo, por parte de un escritor que estaba ya en sus últimos años de vida y que tampoco quería dejar para el futuro un mensaje de desesperanza. La humanidad saldría adelante, de una forma u otra. 

Lo mejor: Una sombría visión de hace treinta años, que se ha mostrado acertada en buena parte, Turner acertó de pleno en la incapacidad de los políticos para hacer frente al problema, acertó también en la existencia de crisis económicas futuras que ampliarían la brecha entre ricos y pobres,  y en que las revoluciones, no confundir con revueltas, iban a convertirse en un asunto imposible. Como nota curiosa hay que resaltar que la tan endiosada y venerada tecnología brilla por su ausencia en esta novela, que posee poco de ficción, lo justo, y menos aún de ciencia. No es una novela especialmente buena en mi opinión, George Turner me parece un escritor que era bastante limitado, pero sí lo bastante hábil en plasmar asuntos psicológicos y sociológicos como para hacer que su lectura valga la pena, asuntos y aspectos que suelen estar ausentes en la mayoría de las novelas del género.

Lo peor: La historia se alarga innecesariamente, su parte intermedia es un poco tediosa y le sobran no menos de cien páginas. Hay un tratamiento en general benébolo de las instituciones y el gobierno australiano, a pesar de todo, que resulta poco creíble, como poco creíbles son algunos de los personajes. No hay mención al sistema político y a las elecciones, tampoco se anticipa la existencia de una red de comunicaciones mundial, no se habla del tema de la inmigración, no hay comunicaciones internacionales, los personajes parecen vivir en una burbuja... si a la novela se le quita el elemento "cambio climático" pierde bastante interés, no deja de ser una especie de obra teatral sobredimensionada, quizás en el fondo esa era la pretensión original de su autor.