lunes, 22 de septiembre de 2014

Una historia secreta de la consciencia

"... mientras se mantenga un halo de misterio en torno a nuestra experiencia subjetiva, siempre existirán individuos como yo, que consideren que todo el proyecto científico de explicar la consciencia está mal encaminado. Para nosotros, explicar la consciencia sería lo mismo que "explicar" una cantata de Bach o los girasoles de Van Gogh. ¿Quién querría hacer tal cosa? Y en todo caso, ¿cómo podría hacerse y de qué serviría semejante explicación?"

Ficha: "Una historia secreta de la consciencia", Gary Lachman, ediciones Atalanta, 455 páginas, ISBN: 978 849 4094 149

Supe de la existencia de este libro a través de un artículo de la revista "Filosofía Hoy", donde se presentaba como una especie de historia "alternativa" de ese elemento tan misterioso y escurridizo llamado consciencia. Los temas esotéricos y el ocultismo no son precisamente algo que me guste y este libro en principio despedía un ligero "tufillo" a magufadas varias y charlatanería... aun así decidí adquirirlo y leerlo porque tocaba un tema que en alguna ocasión me ha interesado mucho. 

Hace años tuve la ocasión de leer algunos libros del filósofo y psicólogo norteamericano Ken Wilber, esa mezcla de psicología, espiritualidad y filosofía oriental me tuvo realmente enganchado durante bastante tiempo. Aunque posteriormente mis gustos como lector evolucionaron a otros derroteros, nunca ha dejado de interesarme el tema de la psicología y los estudios sobre la conciencia, tanto en su vertiente más ortodoxa y científica como en los terrenos más ambiguos y resbaladizos, aunque también fascinantes, del mundo de la espiritualidad.


Gary Lachman no es un escritor del montón, lo primero que sorprende de su biografía es ver su mutación de músico de rock a escritor. Bajista, letrista y miembro de la primera formación del grupo de rock "Blondie" allá por el año 1.975, guitarrista posteriormente del grupo de  Iggy Pop... como curiosidad lo podemos ver en este enlace tocando el bajo en un vídeo de un conocidísimo tema de este legendario grupo neoyorquino. Su carrera como músico fue bastante breve y pronto comenzó a ser más conocido como escritor, siempre en el ámbito del ocultismo, la espiritualidad y el misticismo.

Desde 1.996 se convirtió en escritor profesional y aparte de numerosos artículos de colaboración con revista como "The guardian", ha publicado ya casi una veintena de libros. De toda esta amplia producción literaria en castellano solo tenemos traducidos dos títulos, esta "Historia secreta de la consciencia" y una biografía del filósofo y místico Rudolf Steiner, ambos en la misma editorial caracterizada no solo por la temática filosófico-espiritual, entre otras, sino también por lo cuidado de sus publicaciones. 


Lachman desde el comienzo nos deja muy claro su objetivo y el tema principal del libro, defender una visión diferente de la consciencia, ese elemento tal y como escribía antes tan escurridizo y dificil de definir, pero a la vez tan importante, tanto, que ante la dificultad que entraña su definición precisa hay incluso científicos y algún que otro filósofo que se niegan a reconocer su existencia. El autor se rebela contra la idea de que ese agregado de pensamientos, emociones y sentimientos junto con nuestro sentido del "yo" que llamamos de forma habitual consciencia pueda ser definido y reducido a una mera serie de intercambios químicos y eléctricos entre las neuronas del cerebro, niega la idea de que la consciencia no sea más que una especie de epifenómeno o un fenómeno emergente semejante "al vapor que se desprende de un líquido en ebullición". La consciencia pese a su inmaterialidad es real, no niega que la misma esté ligada al cuerpo físico y al cerebro, pero se niega a que dependa en exclusiva de este. Para Lachman la conciencia forma parte intrínseca de la vida y como tal evoluciona con esta... al igual que existe una graduación en la complejidad de las formas de vida existe también una graduación en la consciencia, esta ha evolucionado en el pasado junto con las formas materiales y biológicas que la soportan y seguirá evolucionando en el futuro... en vez de considerar a la consciencia un mero subproducto fruto de la complejidad cerebral la ve como una entidad, eso sí inmaterial, que de alguna forma guía la evolución.

Como vemos y aunque la idea se de de tortas con la ciencia ortodoxa, en algún sentido es más una cuestión de matices... Lachman nunca defiende, al menos en este libro, la existencia independiente de la conciencia respecto a su medio material, la vida biológica, pero se niega a que la misma vaya un paso por detrás de la evolución y desarrollo físico. Sería la conciencia más bien la que evoluciona por su cuenta y fuerza con su evolución la configuración del cuerpo, la mente humana y por supuesto la historia y el mundo tal y como lo conocemos... aquí ya entramos en palabras mayores y evidentemente pisamos un terreno oscuro y peligroso. El autor es un hombre instruido y extremadamente culto, no me ha quedado la menor duda tras leer su libro. Posee además una exquisita sensibilidad artística, seguramente derivada en parte de su antigua carrera de músico y su afición a la música clásica, a la que hace referencia en distintas ocasiones durante el ensayo, pero me da la impresión que en su afán de explicar lo, todavía, inexplicable se deja llevar y va un poco lejos por decirlo suavemente.

Visiblemente molesto por ese intento de apropiación, y también de negación, por parte de la ciencia del fenómeno de la consciencia, nos expone las ideas de un variopinto grupo de pensadores que a lo largo de casi dos siglos han ofrecido una versión diferente a la científica... aunque habría que aclarar que la ciencia no ha ofrecido una sola explicación al problema de la consciencia. La misma ha sido en ocasiones simplemente negada, otras veces reducida a simples procesos físicos y solo ahora con las modernas investigaciones neurológicas empieza a ser, aunque eso sí muy ligeramente todavía, comprendida. El mercado abunda de tratados sobre el cerebro, psicología y la búsqueda del yo, de los pensamientos, las emociones... etc etc... como alguna vez comenté aquí una vez, hablamos de un enorme continente desconocido del que apenas se han cartografiado sus costas. Como simple muestra nombrar tan solo la obra de Antonio Damasio "En busca de Spinoza" ya comentada aquí.

"Para los materialistas, lo primero es la materia, y lo segundo la consciencia; para la tradición contraria, lo primero es la consciencia. Es más, para la tradición contraria, la consciencia no es un estático producto del cerebro, sino una presencia viva y en evolución cuyo desarrollo puede seguirse a lo largo de varios períodos históricos. Nadie habla de una evolución de la bilis, en el sentido de que en su interior haya potenciales y posibilidades aún por descubrir. En cambio, para la historia secreta de la consciencia, la idea primordial es que los seres humanos, tal como son, no constituyen el punto final de una evolución, y que su consciencia, tal como es, no es un estado definitivo alcanzado por casualidad."

Tomando esa idea central de la consciencia como un proceso en permanente cambio, imbricado en la vida pero en modo alguno derivado de la misma de forma secundaria como un subproducto, se nos presentarán una galería de curiosos, y en ocasiones semi desconocidos, pensadores y filósofos que han sido más o menos defensores de esta idea... eso sí en muy diversas formas y también en su mayoría añadiendo a esta idea central una mezcla de "inspiraciones", divagaciones y chifladuras de lo más variopinto. Porque en la larga relación de pensadores cuya obra e ideas son desgranadas por Lachman encontramos un poco de todo... filósofos conocidos y respetados, independientemente de que uno comulgue o no con sus ideas, como Henry Bergson, uno de los grandes pensadores del siglo XX bastante maltratado por la posteridad, junto con figuras bastante más discutibles como Madame Blavatsky y la Sociedad Teosófica y P. D. Ouspensky. 

Sorprende el doble rasero del Sr. Lachman al ser tan crítico con la ciencia, convirtiendo los excesos de una parte de la misma y el cientificismo en una generalización completamente injusta, y en cambio la manga ancha con la que trata los temas esotéricos... me pregunto porqué motivo, si tal y como reconoce en una parte del libro que la consciencia y su evolución difícilmente pueden ser seguidas y estudiadas por la ausencia de pruebas materiales, presta oídos y difunde ideas peregrinas y absurdas sin el menor asomo de crítica. No es de recibo hacerse eco de las "revelaciones" y desvaríos de alguno de estos personajes, simplemente porque apoyan una idea que él mismo tiene... alguien dijo una vez que debíamos tener una mente abierta, pero no tanto como para que se nos salgan los sesos... Sea como fuere tras una introducción verdaderamente interesante el libro va perdiendo fuelle y la lectura se ve salpicada con mil y un disparates procedentes de esta irregular cuadrilla de pensadores como los ya mencionados y otros entre los que sobresale la enigmática y fascinante figura de Rudolf Steiner.

El ensayo nos relata la vida y obra de este singular filósofo, ocultista, escritor y tremendamente complejo y polifacético personaje. Empeñado en dotar a las investigaciones sobre la consciencia del rigor del método científico fue autor de una ingente obra que Lachman ha tratado de resumir y señalar en este libro... como ya comenté anteriormente hay otra obra en esta misma editorial del mismo autor que se centra en la extraña figura de este filósofo inclasificable. Para los propósitos del libro que ahora nos ocupa Lachman sobre todo se centrará en sus ideas de la evolución de la consciencia y en su peregrina teoría de las fases de la evolución de la misma, fases que haría coincidir con el nombre de distintos planetas y que desvaríos aparte, que los hay, muchos y de grueso calibre en cuanto el Sr. Steiner se mete en cuestiones históricas, no deja de ser seguramente el primer intento serio de ofrecer una explicación coherente de esta singular evolución. Aunque por desgracia con demasiadas mezclas pseudohistóricas, mitológicas y esotéricas como para tenerlo siquiera en cuenta. Es de agradecer la voluntad de hierro de Lachman de hacernos partícipes de tales desvaríos porque debajo de todo ese montón de basura se encuentra el "leiv motiv" del libro, la idea de la evolución de la consciencia... aunque reconozco que estuve a punto de abandonar la lectura en este punto, y es que mi capacidad de aguante tiene un límite.

Lo confieso, tras superar la primera y la segunda parte del libro abordé la tercera parte ya desilusionado y con la idea de que había tirado mi dinero al adquirir este libro. Es tal la cantidad de "paja" y desvaríos de las teorías expuestas que me empezaba a ronda la idea de ponerme a leer otra cosa... afortunadamente Lachman se ha dejado lo mejor para el final y este atípico ensayo comienza a rendir dividendos justo en este momento. Es la parte más "filosófica" aquella en la que el autor pone más de si y no se limita a exponer solamente las ideas de otros en una secuencia interminable de datos que llegan a aburrir, sino que se "moja" y comienza a elaborar y recrear unas ideas que consiguen captar la atención y donde asoma, a pesar de lo controvertido del tema, frecuentemente el razonamiento crítico y el sentido común. 

"Un hacha rota no son dos simples escombros. El hacha y la estatua son materia imbuida de espíritu, no como fuerza o energía que penetra la materia, como en el caso de las cosas vivas, sino como impronta de la imaginación humana. Es la mente abriéndose paso por el mundo material. Y a través de esas improntas de la mente podemos seguir rastreando la evolución de la consciencia"

La evolución de la consciencia en el pasado, la evolución de la misma a lo largo de la vida humana, los estadios regresivos de la misma, la evolución hacia estadios superiores, las especulaciones sobre la consciencia humana en la prehistoria, ideas controvertidas sobre la antigüedad de algunas construcciones... esta parte del libro aunque al igual que anteriormente también difunde algunas ideas heterodoxas y bastante cuestionables como la de la supuesta extrema antigüedad de la esfinge según una teoría hoy ya refutada, o la de descubrimientos anacrónicos en el yacimiento de Laetoli en África... el Sr. Lachman en su defensa de una versión alternativa de la consciencia y de su supuesta evolución cae en el error de prestar espacio y credibilidad a estudios que no por estar apartados de la ortodoxia científica resultan por ello más "creibles". A pesar de todo esta manía por sembrar la duda y "meter cicaña" no deja de tener su lado positivo y dar interés al libro. Por ejemplo sus insinuaciones de que la consciencia humana, más allá del puro conocimiento, en otros tiempos tuvo una naturaleza muy diferente a la nuestra no deja de tener su encanto y por alguna razón me resulta una idea muy creíble. También me resultó bastante interesante la idea de explorar la consciencia de otras épocas a través del lenguaje y sus metáforas.

Interesante es también la parte dedicada a la representación del mundo en la mente a través del primer filtro de los sentidos, el posterior del cerebro y finalmente el foco de atención de la consciencia. No son ideas originales del autor ni muchísimo menos, aun así no deja de resultar ingenioso el modo en que las utiliza para seguir apoyando su teoría de la consciencia como creadora del mundo, idea frecuente en la espiritualidad oriental y en las filosofías de la contracultura y que Lachman maneja con habilidad. Hay todo un despliegue, en ocasiones brillante, de ideas en esta parte del libro, seguramente la mejor con diferencia. Una de las virtudes de este ensayo es sin duda la gran cantidad de referencias a autores relacionados, más o menos, con el tema. El libro constituye toda una guía de pensadores heterodoxos y sorprendentes. La erudición mostrada por el autor nos llevará a examinar la figura y la obra de otro singular escritor.



El novelista Colin Wilson, un escritor también desconocido para mí es uno de los descubrimientos que brinda este libro. A pesar de la gran diversidad de los temas que trata en sus obras, tanto de ficción como de no ficción, será en su faceta de explorador de la consciencia humana, en ocasiones también de su lado más oscuro y siniestro, el motivo por el que figura en este libro.

Sus investigaciones en relación con la mentalidad de la época del romanticismo mostradas en el ensayo, junto con alguna que otra obra de ficción, lo convierten en una figura de lo más interesante... aunque serán sus ideas sobre el funcionamiento de la consciencia expuestas por Lachman lo más reseñable: la naturaleza humana, su incapacidad para la satisfacción y su dependencia de estímulos externos que no obstante pueden ser "puenteados" a través de la concentración y estímulo de la mente en sí misma... la obra y habilidades de determinadas personas desde luego parece confirmar esta teoría. Más cuestionable es en cambio la llamada "facultad X" por Wilson que consiste en la trascendencia a través de la mente del tiempo y el espacio... entramos ya en los nebulosos terrenos de magufos y charlatanes, no obstante me he propuesto acercarme a alguna de las obras de C. Wilson un año de estos... sus investigaciones históricas sobre la historia de los crímenes y su relación con la evolución de la consciencia y la archiconocida pirámide de las necesidades humanas de Abraham Maslow es demasiado atractiva para ignorarla ;-)



La quinta y última parte del libro se centra en la idea, de nuevo, de la evolución de la consciencia a través de la obra de otro personaje singular, el filósofo Jean Gebser. Tras un comienzo contundente y apasionante, que nos ofrece un supuesto "punto de inflexión" de la actual y predominante mentalidad lógica-racional a través de la excursión campestre y la ascensión a una montaña del poeta italiano Petrarca... un punto de partida de lo más extraño, entramos de lleno en la obra magna de Gebser. Su voluminoso tratado sobre la evolución de la consciencia humana, "Origen y presente", con una grandiosidad que recuerda a la filosofía de Hegel nos trae una especie de historia de la consciencia, plena de elucubraciones históricas aunque de sentido mucho menos fantasioso que las de Steiner, donde se hablará de los distintos estadios de la consciencia a través de la historia y también en relación con el propio desarrollo del individuo desde su nacimiento hasta su edad adulta. Como no podía ser de otra forma el Sr. Chapman nos ofrecerá datos y más datos biográficos y notas sobre la obra de Gebser, su pensamiento y sus influencias... Lo más interesante en el caso de Gebser es que en los estadios de la consciencia que describe no se queda solamente en el momento actual sino que también teoriza sobre cual sería el siguiente paso de la consciencia humana. Los estadios "arcaico" donde hay un todo indiferenciado, semejante a la consciencia animal y también a la consciencia de la primera infancia, deja paso al estado mágico, donde todavía no existe el yo pero ya hay al menos un "nosotros", para dar paso al estado mítico más avanzado en relación a la individualidad pero todavía firmemente anclado en la mentalidad de grupo y la comunión con el entorno. El estado mental-racional sería el siguiente escalafón y es el estado mental que apareció ya en tiempos históricos en el primer milenio AC. Es el estadio actual... "emergimos como criaturas que por primera vez sentían que se encontraban en el mundo teniendo que valerse por sí solas. Nos convertimos en agentes que tomaban decisiones por sí mismos, como egos conscientes capaces de actuar". 

El actual estado de consciencia estaría por así decirlo en crisis y decadencia, algo largamente anunciado desde hace muchos años y que basta con mirar alrededor para darnos cuenta de que si bien en algunos aspectos, como la ciencia y la tecnología, la humanidad progresa más que nunca, en otros hay un evidente estancamiento. La salvación vendría, según Gebser, idea también apoyada por Lachman en este ensayo, de la emergencia de un nuevo estado de consciencia colectivo, la llamada "estructura integral". Una idea sobre la que inciden varios pensadores, como el mencionado anteriormente Ken Wilber, sin duda influido por la obra de Gebser. Especulativamente hablando, como en casi todo lo que se comenta en el libro la verdad, vendría a ser este estado como una especie de ampliación de la perspectiva... una visión de conjunto que trae de vuelta elementos ya superados de la consciencia como el sentimiento de unidad con el cosmos y la visión mística de la que hablan las religiones junto con la capacidad analítica del estadio actual. No consiste en una regresión a un estado anterior y una vuelta a la "inocencia" que seguramente nunca existió, sino una trascendencia que incluya lo mejor de estadios anteriores... me quedo al final con la crítica de Lachman a los tiempos actuales con sus prisas, la fragmentación de la atención, la hiperactividad, la superficialidad, el exceso de información y la ausencia de una capacidad eficiente de filtrado y de clasificación para distinguir entre lo útil y lo irrelevante... a modo de metáfora y epílogo optimista habría que decir que una pelota arrojada contra el suelo necesita chocar con este antes de volver a ascender :-)

"El propio Gebser avisó de que más vale no abrigar grandes expectativas. Como dijo en uno de sus últimos libros, el mundo nunca volverá a ser un paraíso. Si llegase a serlo, su existencia se volvería ilusoria. No nos engañemos ni sucumbamos a falsas esperanzas. El mundo no mejorará demasiado, tan sólo será un poco distinto, y tal vez sepa valorar un poco más las cosas que realmente importan. Ahora que comienza un nuevo milenio, en una época en que el misterio de las cosas, y no solamente la consciencia, se desvanece bajo la luz mal dirigida de la explicación, un posible futuro que sepa valorar un poco más las cosas que realmente importan es algo hacia lo que siempre debemos aspirar"


Lo mejor: Un libro complejo y fascinante, bien escrito y repleto de información sobre esa "historia secreta de la consciencia" que más que secreta habría que decir, ignorada, creo que en gran parte por buenos motivos... lo que no quiere decir que no hayan enseñanzas e ideas interesantes en la misma. Muy recomendable para lectores extremadamente curiosos y de mentalidad abierta a los que no les importe descender a las espesuras mostradas por Gary Lachman, eso sí, hay que armarse de bastante  paciencia, aviso. Los amantes de temas esotéricos o donde se mezcle la espiritualidad y la psicología no deberían perderse este trabajo que además tiene la virtud de dar a conocer a numerosos autores que podrían resultar interesantes si se quiere seguir ahondando en el tema.

Lo peor: No creo que convenza a nadie, que no esté ya convencido de antemano sobre la teoría esgrimida acerca de la evolución de la consciencia. Lachman, así como otros escritores situados en la misma onda no hacen más que aprovechar la gran laguna de desconocimiento, un impresionante abismo más bien, que se alza entre el mundo material tal y como lo conocemos hoy día y el mundo interior de la subjetividad humana... para apuntarse a una especie de "todo vale" que termina restando credibilidad a sus trabajos. El despliegue de nombres, ideas, datos biográficos, referencias cruzadas y especulaciones que pueblan sus páginas no es lectura que se pueda recomendar a cualquiera. Por otra parte el autor pretende hacer un estudio completo y riguroso del tema y termina añadiendo demasiada paja e información irrelevante. En ocasiones resulta difícil mantener el interés y seguir el hilo del caótico mundo de las ideas que el autor desarrolla en la obra. 

martes, 16 de septiembre de 2014

Historia de las utopías

"Incluso la más ingenua de las utopías que se haya escrito jamás posee notables cualidades humanas que están completamente ausentes en los planes de los superhombres científicos y los imbéciles morales que han ideado la estrategia ruso-americana de exterminio total actualmente en curso. Los utópicos idealistas que han sobrevalorado el poder del ideal están, sin duda, más plenamente en sus cabales y más estrechamente ligados a las realidades humanas que los realistas científicos y militares que han transformado el uso del arma definitiva en un ideal compulsivo. "

Lewis Mumford (1.962)


Ficha: "Historia de las utopías", Lewis Mumford, editorial Pepitas de calabaza, 296 páginas, ISBN: 978 84 15862 062

Más de una vez he comentado aquí como mis andanzas por la biblioteca me deparan en ocasiones gratas sorpresas. Era de esperar que si este libro se cruzaba en mi camino no me iba a dejar indiferente. En principio el autor me era completamente desconocido, pero no por su obra o su importancia en el mundo del ensayo, sino porque suelo tener muy mala cabeza para los nombres... había leído un extenso comentario sobre el mismo en la monumental "Historia intelectual del siglo XX" de Peter Watson, y su nombre había terminado perdido y olvidado en los innumerables recovecos de mi memoria, seguramente porque su especialidad, los ensayos sobre urbanismo, no son precisamente un tipo de lectura que capte mi atención.

Tras devorar el libro en apenas un par de días e informarme más sobre su autor es bastante probable que más adelante me atreva con alguna de sus monumentales obras. Suelo subrayar aquí también la labor de las editoriales cuando se atreven con proyectos arriesgados y editan libros sobre temas minoritarios aunque de gran calidad. Tengo que añadir a la lista de mis editoriales favoritas a partir de ahora a la riojana "Pepitas de calabaza", basta echar una ligera ojeada a su catálogo para darse cuenta de la calidad y el cuidado que ponen en sus ediciones, por no hablar del buen gusto al escoger las obras editadas... y que conste que no me llevo comisión alguna ;-).

Lewis Mumford merece por derecho propio figurar entre los más grandes ensayistas del siglo pasado, en la Wikipedia podemos leer como se le califica de sociólogo, historiador, filósofo de la tecnociencia, filólogo y urbanista... personalmente le calificaría principalmente de "humanista", una persona provista de una gran curiosidad y un enorme apetito por saber, Mumford no es fácilmente clasificable. Aunque el ámbito del urbanismo haya sido al que más energía y tiempo le haya dedicado en sus escritos, basta leer los títulos de sus obras para darse cuenta de que estamos fundamentalmente ante un historiador y un sociólogo con múltiples intereses que incluyen el mundo del arte, la filosofía, la ciencia y todo cuanto se le pusiera a tiro.


Mumford en la época en la que escribió este libro contaba solo con veintiséis años y seguramente se encontraba embarcado en sus interminables estudios universitarios que compaginaba con su trabajo como articulista para la revista "The Dial". Sorprende sobremanera la gala de erudición y la madurez que muestra en este trabajo tan temprano, leyéndole se diría que uno se encuentra ante un maduro erudito que ha pasado la vida con la nariz enterrada en libros... y estamos hablando de los comienzos de una carrera literaria que abarcaría seis décadas... algo verdaderamente impresionante, sin duda un buen indicativo de como serían sus obras en la plenitud de su carrera. De momento tengo ya en mi lista de futuras lecturas, el binomio "El mito de la máquina" y "El pentágono del poder", y por supuesto la monumental "La ciudad en la historia"... únicas obras del escritor publicadas en castellano que yo sepa, editadas también por la empresa riojana.

Este "Historia de las utopías" fue su primer libro, publicado originalmente en 1.922, viene a ser una especie de relato sobre las utopías en la literatura a través de sus ejemplos más conocidos, la República de Platón y Utopía de Tomás Moro, y otras menos conocidas por el gran público pero consideradas por el autor lo suficientemente interesante para sus propósitos, Cristianópolis de Andreae, Ciudad del Sol de Campanella, La nueva Atlántida de Francis Bacon  etc etc. La antiguedad, el Renacimiento, el Barroco, el siglo de las luces y el siglo XIX serán las épocas donde dichas obras literarias verán la luz, las épocas en las que diferentes autores retomaron una y otra vez el mismo tema... imaginar como debería ser una ciudad o una nación ideales, como vivirían sus ciudadanos, como estarían organizados social y políticamente, como se administraría la justicia, como funcionaría su gobierno, como estaría estructurado su espacio físico... 

El libro comienza con una brillante introducción fruto de posteriores reediciones de la obra, concretamente en el cuarenta aniversario de su publicación, ya en 1.962. Un escritor ya en el ocaso de su vida, un ocaso que todavía habría de extenderse casi tres décadas más, pero en plenitud de facultades tal y como atestigua su impresionante carrera literaria. En este prefacio se muestra avergonzado por la superficialidad y la rapidez con la que escribió aquella obra... un libro que fue gestado en febrero, documentado en marzo, entregado al editor en forma de primer borrador en junio y terminado en julio de aquel año milagroso de 1.922 ... el mismo autor reconoce que pecó en el mismo de superficialidad y apresuramiento y que si tuviera que recomponerlo y revisarlo en ese momento terminaría destruyendo el trabajo inicial por la mera adición de contenidos. Creo que se muestra demasiado exigente consigo mismo teniendo en cuenta el nivel de lo publicado en su momento, me pregunto cuantos escritores actuales tendrían esa actitud ;-) Por otra parte el autor reconoce la importancia de este primer trabajo, hasta el punto que marcaría las líneas maestras de todas sus obras posteriores. Construir un proyecto de utopía mínimamente serio y completo, e incluso analizar seriamente la utopía ideada por otra mente pensante supone un ejercicio fascinante y complejo... tal y como Mumford expone:

"El pensamiento utópico, tal como yo llegué a concebirlo, era pues lo opuesto al unilateralismo, el sectarismo, la parcialidad, el provincianismo y la especialización. Quien practicase el método utópico debía contemplar holísticamente la vida y verla como un todo interrelacionado: no como una mezcla azarosa, sino como una unión de piezas orgánica y crecientemente organizable, cuyo equilibrio era importante mantener - como en el caso de cualquier organismo viviente - a fin de promover el crecimiento y la trascendencia"

Mumford nos introduce en el primer capítulo en una visión general de las utopías en la historia de la literatura, como cada una de ellas es como una imagen especular de la sociedad de su tiempo, semejante y a la vez invertida. Cómo en las mismas podemos leer entre líneas y captar todo aquello que el autor critica o ve en sentido negativo del tiempo que le ha tocado vivir. En la expresión de las características de esa sociedad ideal y ejemplar cada autor revela también sus contradicciones y limitaciones porque si algo queda claro a lo largo del libro es que no existe una utopía perfecta. Por simple etimología la palabra utopía deriva de u-topos, ningún lugar, o bien eu-topos, buen lugar... escojamos una u otra, está claro que los autores de las mismas nunca confiaron en ver tal proyecto realizado. Sin embargo no todo el esfuerzo en imaginar y pensar una utopía es esfuerzo baldío.

"La creencia en que el mundo era plano fue, en otro tiempo, más importante que el hecho de que fuera redondo, pues dicha creencia impidió que los marinos del mundo medieval se internasen mar adentro de forma tan efectiva como lo habrían hecho una flota de cañoneros o una barrera de minas flotantes. Una idea es un hecho sólido, una teoría es un hecho sólido, una superstición es un hecho sólido mientras la gente continúe regulando sus acciones conforme a esa idea, teoría o superstición, y no dejan de ser menos sólidas porque se trasmitan mediante imágenes o sonidos"

El autor dividirá las utopías literarias en dos tipos, aquellas que son concebidas únicamente como vía de escape ante una realidad cotidiana demasiado dura e inadmisible, y aquellas que poseen en el fondo una intención de materializarse en un futuro. La primera se aparta cuanto puede de la realidad y deja fluir la imaginación, la segunda se atiene a unas normas y una lógica... es una utopía "seria" elaborada con tan sumo detalle en todos sus aspectos que parece el esbozo de una obra de ingeniería social... aunque no se pueda hablar de utopía en el sentido en que Mumford lo hace en este libro ¿que son si no los experimentos sociales llevados a cabo por los regímenes comunistas?... el intento, casi siempre nefasto y fracasado, de recrear una utopía, una sociedad o gobierno ideal que solo existe en la mente de sus diseñadores o del lider de turno. Lewis M. nos deja muy claro en este primer capítulo que las utopías son un asunto muy serio.

La República.
Metidos ya en harina el autor nos introduce en el mundo griego y en la magna obra de Platón "La República", el más conocido de sus diálogos. La continua fundación y refundación de colonias por parte de este singular pueblo, su división política en ciudades-estado (al menos en la época que le tocó vivir a Platón), y la misma esencia de la filosofía y pensamiento del genial pensador desembocaron en esta obra donde se preguntaba cómo sería la organización y la vida en una polis ideal... filósofos a cargo de la política, una casta de militares que vela por el orden y la seguridad y que llevan una vida de entrega y abnegación... con el reverso negativo de la crítica platónica a las artes ¿es concebible una vida buena sin el arte?, y por supuesto la imposibilidad de encontrar gente de una talla semejante, porque como muy bien apuntará Mumford en el libro más adelante, el enfoque en la educación es de lo más acertado pero ¿cómo manejar el tiempo de transición hacia esa república ideal? ¿cómo educar a los adultos?... para eso Platón no tenía ninguna respuesta.



Utopía.
El siguiente capítulo se aborda la utopía de utopías, aquella que ha dado el nombre a todas las demás, "Utopía" de Tomás Moro. Ciudadano del Renacimiento, la obra de Tomás Moro constituye, según Mumford, un salto en el tiempo de más de mil años entre la República de Platón y la suya... y es que por lo visto en la Edad Media no había necesidad de elucubrar e imaginar utopías, el mundo era un valle de lágrimas y toda perfección solo pertenecía a Dios y a lo que este tuviera dispuesto en la otra vida. Moro como humanista y hombre del Renacimiento no puede estar de acuerdo y sueña con un mundo mejor, con un gobierno más justo... la pequeña comunidad rural y la familia serán los átomos constitutivos de su fantasía utópica. Esta a diferencia del diálogo platónico, otra de mis innumerables lagunas en el tema de lecturas de clásicos, es una obra que ya leí oportunamente hace mucho tiempo... de ahí que haya disfrutado especialmente con este capítulo. Si con Platón teníamos la base de la continua fundación de colonias y ciudades griegas, con lo que se ofrecía la oportunidad de comenzar desde cero, en la época de Tomás Moro sería el descubrimiento y la colonización del nuevo mundo el que espolearía la imaginación del Lord Canciller. A pesar del bucólico cuadro descrito por Moro su utopía no está exenta de lacras, como la esclavitud, ni de temas difíciles de justificar moralmente para un hombre de nuestro tiempo, como la guerra y el engaño, pero que eran completamente admisibles en su época.


Cristianópolis.
El capítulo siguiente nos mostrará la obra "Cristianápolis" de Johann Valentin Andreae, una obra y autores completamente desconocidos para mí y que Mumford considera esenciales en esta singular historia de las utopías, tanto que le dedica un capítulo entero... será el último del libro centrado en una sola obra. Desconozco si existe traducción castellana de esta "Reipublicae Christianopolitanae descriptio". Andreae era un predicador alemán protestante que vivió en el siglo XVII,  y de alguna manera su obra es precursora de lo que será la utopía moderna del siglo XIX, un relato minucioso y elaborado de una ciudad-estado, al estilo de la república de Platón, donde como su nombre indica vendría a ser una antesala del cielo en la tierra "una sede que, si está por debajo del cielo, está por encima de la basura de este mundo conocido"... como se puede ver es la reacción contra el mundo real casi siempre el motor de una utopía. Una ciudad-estado situada en una isla, se impone el aislamiento físico al igual que en "Utopía" para justificar su presencia en el presente, una ciudad que viene a representar en sí la esencia de las virtudes cristianas, perfectamente delimitada, ordenada, una especie de monasterio ampliado donde las máximas "ora et labora" se lleva a su máxima expresión.

Lo que sorprende en la utopía de Andreae es su modernidad, la importancia que da en la ciudad utópica a la industria, a la ciencia, a la actividad comercial y empresarial... sin duda que el predicador alemán era un adelantado a su época y en su obra se comienza a vislumbrar la importancia que la ciencia, nacida en su siglo, y la tecnología iban a tener en la historia de la civilización. Es una ciudad-factoría, con un componente religioso si, pero hasta cierto punto mínimo. Mumford no dudará en poner esta obra a la misma altura que la de Platón.

Más adelante en el libro nos encontramos con los intentos fallidos de Campanella y Francis Bacon de ofrecer una obra con una consistencia similar a las ya expuestas... tanto "La nueva Atlántida" como "La Ciudad del sol" vienen a ser utopías de "escape" en las que Mumford trata de sacar algo válido y extraer algo de utilidad... por alguna razón que desconozco le tiene una especial inquina a Bacon. 

El utopismo industrial.
La llegada de la revolución industrial en el siglo XVIII puso en marcha los engranajes no solo de las máquinas de vapor, sino de la imaginación de algunos escritores que veían en los nuevos tiempos y en las posibilidades que se abrían gracias a la tecnología la clave de la realización del viejo sueño, nunca olvidado, de las utopías. Aquí aparecen las utopías industriales de Marie Fourier, se cita al "utopismo" de Robert Owen, la obra utópica de James Buckingham... no hablamos de grandes obras sino de artículos, fragmentos, obras pequeñas y dispersas... la utopía se encuentra firmemente asentada en el espíritu de los tiempos.

Mumford nos describe este clima del utopismo industrial con maestría... una moda que lejos de construir modelos "holísticos" como los de Platón, Moro o Andreae se centraban y ceñían fundamentalmente al "envoltorio", es decir a la organización del territorio y las ciudades... como si eso por sí mismo fuera ya suficiente. No faltaron en la época utopías anti-industriales, la radical "Spensonia" de Thomas Spence es un ejemplo,  "Freiland" de Theodor Hertzka por el contrario se centra casi exclusivamente en la economía... dejando todo lo demás en el tintero. "Icaria" de Etienne Cabet lleva la obsesión por la organización al paroxismo... un país organizado como un ejército, de nuevo la falacia de que basta una mera organización eficiente para que todo lo demás se de por añadido, sin importar que tipo de seres humanos estamos creando en el proceso... no es extraño que la mayoría de estas obras hayan caído en el olvido.

Más interesante es la obra de Edward Bellamy "El año 2.000, una visión retrospectiva", aunque  a juicio de Mumford también termina adoleciendo del principal defecto de todas las utopías de su siglo... la brecha que existe entre la concepción que sus autores tienen de lo que es una buena vida y la estructura que elije para alojarla, de nuevo un excesivo énfasis en el papel de la organización:

"Podemos decir que, en términos generales, todas las utopías de reconstrucción presentan una asfixiante semejanza en sus objetivos y una deprimente uniformidad de intereses: aunque contemplan la sociedad como un todo, se plantean el problema de su reconstrucción como una simple cuestión de reorganización industrial."

En el capítulo noveno se abordan los trabajos de Willian Morris, W. H. Hudson y el conocidísimo (y ya era hora) H. G. Wells. Autores todos ellos de las llamadas utopías de "escape", menospreciadas en general en la obra, terminan en el caso de estos escritores aportando la pizca de humanidad y fantasía de la que parecen carecer unánimemente los demás autores de utopías literarias. La "Edad de Cristal" de Willian Morris, una delirante historia que raya en la ciencia ficción y que a la inversa de las utopías de reconstrucción de la época se sitúa en un entorno rural cuasi-normal que no tiene nada de particular excepto la mentalidad de sus habitantes que viven en un orden social muy diferente al "normal". "Cuando el dormido despierte" de W.H. Hudson sueña con una Inglaterra alternativa que ha regresado a la vida rural centrada en pequeñas comunidades, el capitalismo ha sido abolido y las relaciones sociales vuelven a recuperar la calidad que alguna vez tuvieron, seguramente en un pasado mítico que nunca existió realmente. "Una utopía moderna" de H. G. Wells es según Mumford el mejor ejercicio utópico de su tiempo, y seguramente el último importante y más cercano a la fecha de la escritura del libro. Wells imaginó un mundo casi idéntico al nuestro donde todo ha salido bien, el progreso humano ha sido progreso de verdad, se han erradicado las guerras y la miseria, la economía abandonó el sistema capitalista y es rigurosamente planificada... y encima el experimento triunfa. La sociedad se divide en diferentes estamentos en función de su nivel de conciencia y sus habilidades, se presta una gran atención a la educación y por supuesto no falta una clase, disciplinada y entregada a la causa, encargada de mantener el orden... no se si Mumford llegó a conocer a H.G. Wells... pero por sus elogios se diría que era pariente del escritor americano :-)


La Casa Solariega, Coketown y la utopía nacional.
Lewis Mumford cambia ahora de rumbo y una vez llegado a su tiempo, en la figura de H.G. Wells, comienza a teorizar no ya sobre obras literarias concretas, sino sobre una serie de mitos que persisten en una u otra forma en la literatura utópica de los últimos tiempos. Comenzará por el mito de la Casa Solariega y Coketown. El primero hace referencia a una residencia ideal, una residencia donde el trabajo no tiene lugar, una residencia o complejo residencial que se caracteriza por su falta de utilidad práctica, salvo para llevar una vida de ocio, y su relación con las obras de arte que lo decoran en toda su extensión... cuadros, estatuas, jardines... la Casa Solariega constituye un lugar recurrente, una especie de paraíso en la tierra consagrado al ocio y al placer. La encontramos en la literatura pero también en los palacios y las mansiones de los ricos, atiborradas de obras de arte... cuantas más mejor, con una decoración recargada, de múltiples estilos, donde todo sigue la consigna vulgar en extremo de que la calidad va de la mano de la cantidad. Aristocrática en un principio, terminó siendo adoptado este esquema por la alta burguesía e incluso por las instituciones del estado en forma de museos... no tiene nada que ver con la felicidad de la comunidad, como bien apunta Lewis, sino con la felicidad de los mandatarios, poder político y riqueza económica son sus requisitos. La codicia, la posesión y el materialismo llevado al extremo, el arte florece en la Casa Solariega... pero como posesión y objeto de contemplación. 

Coketown, la ciudad del carbón, nombre de una ciudad ficticia donde se desarrolla la acción de "Tiempos difíciles" de Dickens, está en las antípodas de la Casa Solariega, Coketown es la ciudad del trabajo, los feos pueblos mineros de la Inglaterra del XIX, las ciudades industriales... hoy podríamos encontrar a Coketown en lo que en tiempos posteriores a la publicación del libro de Mumford se llamaron las ciudades-dormitorio, con sus colmenas de pisos y bloques iguales. Suciedad, uniformidad, líneas rectas, ausencia de esfuerzo por un mínimo de estética, por una preocupación en suma por la calidad de vida de sus habitantes. La fábrica es su centro neurálgico, Mumford al igual que se despacha a gusto en el caso del mito de Casa Solariega por su consumismo vacío, nos muestra también que el ideal de la ciudad industrial se reduce a la producción de basura... hay una relación directa entre la producción de bienes para el consumo, bienes de ciclo de vida breve, y la creación de basura... si en Casa Solariega hay que amontonar obras de arte, en Coketown se amontona basura. 

Aprovechando el repaso a estos dos mitos, Mumford continúa su labor de sociólogo y se enzarza en una crítica con otros mitos sociales, como la figura del estado nacional y su carga de burocracia... aquí su discurso se torna bastante oscuro, algo normal, porque el escritor americano tenía todavía recientes en su memoria los horrores de la primera guerra mundial cuando elaboró este trabajo y para él estaba claro en aquel momento que el nacionalismo y su carga de fanatismo había sido el culpable de la hecatombe y seguía constituyendo un serio peligro. 

"Si Coketown, la Casa Solariega y la Utopía nacional no hubieran pasado del papel, sin duda habrían hecho una amena y edificante contribución a nuestra literatura. Por desgracia, estos mitos sociales son poderosos. Han moldeado nuestras vidas y son el oigen de muchos de los grandes males que, como hierbas venenosas, amenazan con ahogar la vida buena en nuestras comunidades. No he criticado con tanto tesón estos mitos porque sean utopías, sino más bien porque siguen provocando daños generalizados"

Conclusión.
Finalmente el libro termina realizando un análisis de lo que el autor llama "utopías parciales", donde por fuerza se tiene que enzarzar en una historia del socialismo, el marxismo, anarquismo y sus aplicaciones en la vida real, estamos en 1.922, a los que achaca su falta de realismo a la hora de tratar de crear utopías sin tener en cuenta la naturaleza humana y su superficialidad... un cambio de amo nunca es una mejora significativa para un esclavo. Se trata también el tema de las dificultades en poner marcha cualquier teoría sociológica en la práctica, y de como se choca siempre con lo mismo... Mumford pide disculpas por sus críticas a la ideología del mundo obrero, se considera simpatizante de muchas de sus reivindicaciones pero:

"No entienden por revolución una transvaloración de los valores, sino la disolución y la difusión de las prácticas e instituciones dominantes... Como si un cambio de propietarios o en el equilibrio de poder pudiese alterar el rostro de Coketown y, de esta manera, sus hornos dejasen de arder y sus cenizas de polucionar"

En definitiva solamente un cambio de mentalidad puede poner la primera piedra de cualquier utopía, en esto Mumford se aparta claramente del materialismo del siglo XIX que presuponía que era el hombre el que cambiaba según cambiase su entorno. El escritor americano se muestra por un lado optimista... ya que no ve como algo imposible las utopías, lo que si ve imposible es que alguna se pueda materializar sin un cambio en lo que denomina idola  es decir, el mundo de las ideas particular de sus habitantes, también opina que no hace falta un cambio masivo de la mentalidad de millones de personas... que basta con unos pocos y que estos en base a su éxito ya irán propagando su propia utopía. Dudo mucho que el Lewis maduro estuviera de acuerdo con la conclusión de este vigoroso ensayo lleno de la audacia de la juventud, tal y como él mismo lo calificó.

"Sin un designio común, sin un gran designio, tanto da que nuestros pequeños ladrillos para la reconstrucciónse queden en la fábrica; pues la discordia entre los hombres presagia, al final, el rápido deterioro de todo lo que pudiera haberse construido. Pongamos el punto y final aconsejando la perfección. Cuando lo perfecto llegue, lo imperfecto se desvanecerá"

Lo mejor: Un ensayo apasionante, magníficamente bien escrito, de hondo calado y que muestra una maestría, una sencillez y una erudición fuera de lo comunes. Un impresionante primer trabajo de un escritor de enorme talento que nos regaló esta obra imperecedera. Destaco también la riqueza de ideas de Mumford que arrolla literalmente al lector en muchos temas que todavía hoy tienen plena vigencia. Muy recomendable, imprescindible diría yo, si se tiene algún interés en el tema de las utopías, su historia pasada y su proyección en el futuro.

Lo peor: El libro pedía a gritos una revisión y ampliación... entiendo que el autor estuviera enfrascado en otros proyectos, más ambiciosos e importantes, pero aun comprendiendo los reparos en tocar la obra original unos capítulos anexos hubieran actualizado el ensayo y le hubieran otorgado mayor interés aún. En esa oportuna revisión posterior hubiera sido muy de agradecer espacios dedicados a esas grandes antiutopías del siglo XX, "Un mundo feliz" de Huxley y "1.984" de Orwell... estoy seguro que les tuvo que dedicar espacio en alguna de sus obras posteriores, o bien, en alguno de sus artículos.


lunes, 15 de septiembre de 2014

La agonía del Eros y En el enjambre

"El Eros no ha de confundirse con el deseo (epithymia). Es superior no solo al deseo, sino también al Thymos (valor). Lo incita a producir bellas acciones. El Thymos es el lugar donde puede existir contacto entre el Eros y la política. Pero la política actual, que además carece de valentía se desarrolla por completo sin Eros, se atrofia para convertirse en mero trabajo. El neoliberalismo lleva a cabo una despolitización de la sociedad, y en ello desempeña una función importante la sustitución del Eros por la sexualidad y la pornografía. Se basa en el deseo (epithymia). En una sociedad del cansancio, con sujetos del rendimiento aislados en sí mismos, también se atrofia por completo la valentía. Se hace imposible una acción común, un nosotros"


Ficha: "La agonía del Eros", Byung-Chul Han, editorial Herder, 79 páginas, ISBN: 978 8425 432545

Vivimos en un mundo enfermo, enfermo de egoísmo y soledad, un mundo inmerso en una constante exaltación del "yo" y una incesante llamada a la acción. Una acción enmarcada siempre en lo "positivo": hay que tener éxito profesional, cuidar la salud y mantenerse eternamente jóven, ganar dinero, consumir, acumular experiencias, hacer de la propia vida una singular obra de arte... eliminando, eso sí, todo rastro de negatividad. Las estanterías de las librerías rebosan de la llamada literatura de "autoayuda" con títulos que muchas veces alcanzan las ventas millonarias, el mundo de la publicidad nos bombardea continuamente con sus mensajes que podrían centrarse en uno solo "puedes tener más, puedes ser más feliz... puedes puedes puedes".

Estamos en definitiva metidos en una vorágine de auto-explotación donde continuamente nos exigimos unas metas la mayoría de las veces erráticas y absurdas... es la "sociedad del cansancio", ya perfilada y denunciada oportunamente por el autor que trato aquí, el germano-coreano Byung-Chul Han, un filósofo bastante atípico al que a estas alturas ya no se puede ignorar.

En este, que ya es su tercer ensayo traducido al castellano, Han se pregunta por cual puede ser el antídoto que ataque de raíz los problemas ya apuntados en sus trabajos anteriores, concretamente el mal que genera esa auto-explotación que conlleva la sociedad del cansancio, es decir el agotamiento y la destrucción de la personalidad que se alcanza a través de un exceso de positividad, de una auto exigencia que no tiene fin, que viene incitada desde los más diversos frentes y que termina sumiendo al individuo en el agotamiento y la depresión.

El filósofo parece haber encontrado la clave en esa fuerza denominada Eros, el amor pasional, un Eros que relacionará en la obra con los más diversos asuntos pero que se negará a definir. Si Compte-Sponville en su "Pequeño tratado de las grandes virtudes" hacía, en el apartado dedicado al amor, una apología del Filos, o amor filial definido principalmente por la alegría y disfrute de aquello que se tiene, Byung-Chul Han en cambio se centra en el Eros, amor-ausencia, pasión por aquello que se ama y se desea con fervor... pero que no se posee todavía, que no se puede poseer en realidad. Una pasión que vivifica pero que también, y esta es la clave, está teñida de tragedia, de negatividad, una pasión que coquetea con la muerte... y que por ello mismo constituye la contrapartida perfecta, el otro plato de la balanza que viene a equilibrar esa desmedida "positividad" que lleva al agotamiento del individuo y la depresión en su vertiente más extrema.

En el primero de los pequeños capítulos en los que el autor divide este breve ensayo, se nos ejemplifica a través del análisis del film del danés Lars von Trier, "Melancolía",  el proceso por el cual a su juicio el Eros puede constituir el antídoto contra los excesos de la positividad de la sociedad del cansancio.... la caída en la depresión de la protagonista y su redención final, a través precisamente de su aceptación de la muerte, convertida en pulsión erótica, y su entrega a los demás. Espoleado por la curiosidad y por los comentarios de Byung-Chul Han visualicé el film en una sesión doméstica y pude disfrutar de lo que de otra forma hubiera sido una película de autor verdaderamente soporífera ;-).

Sociedad del cansancio, sociedad de la transparencia, infierno de lo igual... esta no es una obra que pueda o deba leerse de forma independiente de las ya conocidas del autor. Es obligada su lectura de forma secuencial porque el filósofo en cada uno de sus pequeños ensayos nos da las claves para el siguiente, realiza un trabajo que podríamos llamar acumulativo en el que es necesario seguir un orden a pesar de las repeticiones de conceptos y argumentos.

En el llamado Eros y su antagonismo con la "tabla rasa" que genera la despersonalizada sociedad actual ha encontrado como decía antes el antídoto para la misma. Seguramente por la ausencia de mero interés económico, entre otras cosas, una pasión verdadera siempre es contraproducente, poco o nada tiene que ver con la lógica del mercado, choca frontalmente con nuestro habitual sentido del interés propio, quizás será por eso seguramente las auténticas y genuinas pasiones, aquellas embebidas por el espíritu del Eros son tan raras...

Sea como fuere no solamente Eros es una salvaguarda contra la sociedad del cansancio y el exceso de positividad, también tiene su influencia en la política, en la lucha por unos ideales, en como bellamente lo describe Han "Es exaltado como fuente energética de una renovación, de la que ha de alimentarse también la acción política. A través de su fuerza universal une entre sí lo artístico, lo existencial y lo político. El Eros se manifiesta como aspiración revolucionaria a una forma de vida y sociedad completamente diferente. Es más, mantiene en pie la fidelidad a lo que está por venir."

Disuelve el todopoderoso "yo", y es capaz de arrastrar al sujeto que la disfruta y padece, porque una verdadera pasión tiene siempre algo de ambas cosas, a una salida de ese círculo infernal que suele terminar en el agotamiento y la autodestrucción. Sobre el tema de los círculos viciosos y las encerronas a uno mismo desde una perspectiva filosófica recomiendo "El infierno horizontal" de la filósofa hispana Ana Carrasco Conde.

La importancia de la ausencia y el deseo, la "muerte del Eros" que trae consigo la sociedad de consumo donde el amor se pervierte y convierte en un simple contrato de compraventa donde se busca la equidad de la transacción y el sexo se convierte en simple distracción y objeto de consumo... la exhaltación de la vida, pero no en cuanto a calidad sino a simple cantidad, lo que el autor llama mera vida... una vida que se aferra a sí misma y elude de forma obstinada a la muerte, sin valorar la calidad de la misma. La pornografía en sentido ámplio como mercantilización vulgar y grosera que despoja de contenido y profundidad al sexo y a cuanto se expone en la misma, la falta de distancia entre el observador y lo observado que se traduce en falta de respeto... el libro, como no podía ser de otra manera en una obra de Han, rezuma de ideas, en ocasiones profundas, casi en cada una de sus páginas.

Finalmente el autor realiza una analogía, más o menos forzada, entre la filosofía y el pensamiento crítico con el Eros... no hablamos aquí ya de una pulsión erótica en el sentido comunmente aceptado del término, sino que se relaciona a Eros con cualquier pasión por el pensamiento:

"El pensamiento en sentido enfático comienza por primera vez bajo el impulso de Eros. Es necesario haber sido un amigo, un amante, para poder pensar. Sin Eros el pensamiento pierde toda vitalidad, toda inquietud, y se hace represivo y reactivo. Eros da nervio al pensamiento con la aspiración al otro atópico."

En definitiva otro trabajo breve pero extremada mente denso, complejo y fascinante, digno sucesor de los dos libros anteriormente publicados de Han y muy vinculado a los mismos. En cierta forma constituye una conclusión a "La sociedad del cansancio" en cuanto que apunta a una salida de la burbuja que nos atrapa. Otro ensayista podría confeccionar un libro de cientos de páginas con las ideas con las que el filósofo germano-coreano trabaja en este, pero no es el estilo del mismo por lo que se ve. Frases cortas, lapidarias, densidad conceptual, sencillez y profundidad constituyen sus señas de identidad y tengo que decir a estas alturas que a pesar de lo chocante que resulta en un principio, es esta forma de escribir y concebir sus obras lo que le confiere un atractivo especial.

No faltan tampoco las referencias a otros autores, en ocasiones para subrayar las propias ideas, pero las más, para realizar alguna aguda crítica sobre algún aspecto que el filósofo considera equivocado... Me ha gustado y parecido especialmente oportuna la crítica a una idea que expone Eva Illouz en su "Por qué duele el amor", ya que leeré y comentaré ese libro en breve.

Lo mejor: De nuevo otro ramillete de ideas capaces de bombardear la conciencia del lector como una granizada, a modo de pequeñas y densas piezas que son capaces de alterar la superficie tranquila de una laguna y generar todo un pequeño festival de ondas... y es que hay dos libros realmente, uno es el formado por todo aquello que nos cuenta B. Han, y otro las conclusiones y las reflexiones del lector sobre aquello que el autor nos ofrece de forma tan breve. Quien disfrutó de las dos primeras obras publicadas por la editorial Herder no debería perderse esta, sobre todo porque lejos de exponer una situación nada deseable y tomar simplemente conciencia de la misma, algo ya intrínsecamente valioso,  apunta además, y este es para mí el punto fuerte del libro, a una posible solución... aunque el final quede más abierto que nunca.

Lo peor: La lectura previa de "La sociedad del cansancio" es imprescindible, recomendable también la de "La sociedad de la transparencia" antes de abordar esta "agonía del Eros", a pesar de que nos vamos a encontrar con muchos temas ya expuestos. Decía Bergson que un verdadero filófoso construye su obra en torno a una sola idea, en el caso de Han es algo completamente cierto de forma que las repeticiones van a ser inevitables. Para lo bueno o lo malo son inevitables una lectura lenta y sosegada, y también una segunda y aún una tercera lecturas pausadas y reflexivas... solo un lector habitual de ensayos filosóficos puede valorar una obra así, lo cual no es gusto de todos los platos. Desesperará a todo aquel lector amante de obras más fluidas... y es que leer a Han en ocasiones se asemeja a ponerse en la piel de un ebanista y tallar un trozo de madera, golpe a golpe y viruta a viruta, el esfuerzo que se ahorra en la breve extensión de sus libros se toma, con creces, en la relectura y reflexión.


"El respeto constituye la pieza fundamental para lo público. Donde desaparece el respeto, decae lo público. La decadencia de lo público y la creciente falta de respeto se condicionan recíprocamente. Lo público presupone, entre otras cosas, apartar la vista de lo privado bajo la dirección del respeto. El distanciamiento es constitutivo para el espacio público. Hoy, en cambio, reina una total falta de distancia, en la que la intimidad es expuesta públicamente y lo privado se hace público. Sin distancia tampoco es posible ningún decoro. También el entendimiento presupone una mirada distanciada. La comunicación digital deshace, en general, las distancias. La destrucción de las distancias espaciales va de la mano con la erosión de las distancias mentales"

Ficha: "En el enjambre", Byung-Chul Han, editorial Herder, 109 páginas, ISBN: 978 8425 433689

Aquellos que por suerte o desgracia hemos nacido bastante antes de la existencia de Internet, el auge de las redes sociales y en definitiva la invasión de lo "digital" en cada aspecto de la vida, aquellos que nacimos y nos educamos en un mundo fundamentalmente "analógico", de hecho todavía la mayoría de la población en este envejecido occidente supuestamente civilizado, tenemos una percepción diferente sobre muchas cosas respecto a los más jóvenes que se mueven con los ordenadores y móviles de última generación como peces en el agua.

Personalmente me niego a pensar que en general los mal llamados "nativos digitales" salgan peor parados, me parece un exceso de arrogancia generacional ¿ha existido en el tiempo alguna generación que no halla mirado por encima del hombro a la que le precede y a la que le sucede?... aunque no faltan las voces que opinan lo contrario y miran con suspicacia a este mundo digital en el que todos somos todavía unos novatos. Byung-Chul Han es una de estas voces críticas, aunque no desde luego la única... viene a mi memoria a propósito del tema el espacio dedicado al mundo digital y a la conservación del saber libresco que Ignacio Domingo Baguer expone en su magnífico "Para qué han servido los libros", o el ensayo de Eugeny Morozov "El desengaño de Internet", otro de mis libros en lista de espera... 

Ruido.
Han utiliza la palabra "enjambre" para distinguir a un grupo humano que podríamos también denominar, "masa", "turba", "horda" o "rebaño" en un sentido bien concreto. Sea un grupo de aficionados al fútbol, una cola de consumidores a la espera de la apertura de unos centros comerciales en época de rebajas, los espectadores a un concierto de música o los participantes en una manifestación, en todos estos casos e independientemente del fin que lleva a la congregación y la concentración humana hay siempre un nexo común, un disfrute de un espectáculo, un sentimiento generalizado que permite la inclusión del grupo en la primera persona del plural, hay un "nosotros". En el caso de la comunidad ligada a través de la red no suele existir. Aquí hablamos casi siempre de un conjunto de individualidades sin otra conexión que la física a la red, un rebaño de gatos donde no hay un vínculo común, donde el "nosotros" se desvanece. Hoy pensaba antes de escribir sobre el libro de Han que también el término "enjambre", por su evocación a una laboriosa colmena de abejas, podría ser incluido en el conjunto de grupos humanos con cierto sentido... sin embargo hay algo que un enjambre hace, zumba, emite sonido que no tiene sentido y significado alguno. De ahí que la palabra "enjambre" referido a la comunidad de Internet tenga aquí bastante sentido. Cualquiera que entre en algún foro de opinión, sobre cualquier tema, independientemente de lo controvertido o no que el mismo pueda ser, comprobará las toneladas de basura que los participantes vierten en forma escrita amparados en el anonimato... Internet promueve el ruido en las más diversas formas, información irrelevante, insultos y calumnias, comentarios fuera de lugar... encontrar algo de valor supone siempre hurgar y remover la porquería... navegar por las redes sociales e incluso por la misma red web buscando información sobre cualquier tema se convierte de forma obligada en una visita a un basurero, un viaje que a alguien de otra época le parecería una verdadera pesadilla y que a los afortunados habitantes de este mundo digital nos resulta ya de lo más familiar. 

Crítica a la falta de respeto que promueve la red, crítica a las olas de indignación como resorte para configurar el espacio público, crítica al "ruido", a lo banal, a la falta de identidad común, a la superficialidad y a la falta real de compromiso, a la volubilidad, a la falta de mediación entre el emisor y el consumidor de información y los excesos que conlleva, la falta de reflexión, la suma de información que lejos de aclarar ideas y ayudar a pensar no hace más que dificultar el pensamiento creativo y reflexivo... Muy oportuna por parte de Han la siguiente cita del escritor francés Michel Butor:

"No solo vivimos en una crisis de la economía, vivimos también en una crisis literaria. La literatura europea está amenazada. Lo que ahora experimentamos en Europa es precisamente una crisis del espíritu... Desde hace diez o veinte años apenas sucede nada más en la literatura. Hay un diluvio de publicaciones y, sin embargo, nos hallamos en una pausa espiritual. La causa es una crisis de la comunicación. Los nuevos medios de comunicación son admirables, pero producen un ruido enorme"

B. Han no se para aquí en su demoledora crítica a la sociedad digital, en este libro se muestra incansable lanzándole agudas críticas, criticando incluso la esencia misma de la representación digital "No hay un rostro transparente. La cara que apetecemos es siempre opaca. Opaco significa, literalmente, sombreado. Esta negatividad del sombrear es constitutiva para el apetito. La pantalla transparente no admite ningún apetito, pues en el apetito apetecemos al otro."... aquí reconocemos de nuevo al filósofo obsesionado con lo negativo y lo positivo, su particular Ying y Yang, que le sirve de brújula... "La cara expuesta no es ningún semblante que esté enfrente, que me atrae a su cauce y me encadena. Así, la cárcel del amor cede el puesto a la caverna de la libertad"... amén ;-)

El mundo de la imágen y su versión digital, especialmente en el caso de esta última, también recibe la atención del filósofo germano, que añora los tiempos de la imagen analógica y consigue captar de una forma poética ese "algo" que hemos perdido con la digitalización masiva "La imágen digital no florece o resplandece, porque el florecer lleva inscrito el marchitarse, y el resplandecer lleva inherente la negatividad del ensombrecer". La pérdida de la habilidad manual en favor del "tecleo" también será protagonista en otro de las pequeñas unidades temáticas en las que se divide el libro, en este caso el uso de los dedos para teclear y que lo "digital" etimológicamente venga de "dedo" le viene al pelo... "La época digital totaliza lo aditivo, el contar y lo numerable. Incluso las inclinaciones se cuentan en forma de "me gusta". Lo narrativo pierde importancia considerablemente. Hoy todo se hace numerable, para poder transformarlo en el lenguaje del rendimiento y de la eficiencia".

A continuación el libro se centra también en los cambios que operan en la mentalidad del habitante del mundo digital, en como la mentalidad del "labrador", apegado a la tierra, a lo tangible y lo material, cede el paso a la mentalidad del "cazador", ansioso por capturar información, a través de la cámara de su teléfono móvil, buscándola en Internet o más aún, filmándola a través de las Google Glass... convirtiéndose él mismo, sus ojos y su mirada, en una fuente de captación de datos "Las Google Glass totalizan la óptica de los cazadores, que ofusca todo lo que no es una presa, es decir, lo que no permite ninguna información. Pero, en el fondo, la dicha más profunda de la percepción, de ver, consiste en la carencia de eficiencia. Brota de la mirada larga, que se demora en las cosas sin explotarlas".  La conversión de la vida en un proyecto interminable y la desaparición del ser humano como sujeto, la sustitución del pensamiento por el mero cálculo, la ausencia de narración, la eliminación de distancia... el libro se adentra en su tramo final en opacas espesuras. Me ha gustado especialmente el apartado dedicado a Kafka y los fantasmas digitales, y el juego que el autor hace con los conceptos de "complejo", "transparente" y "misterio", todo un ejercicio en el que no se sabe donde termina la filosofía y donde lo literario o lo poético.

Finalmente el autor entra en la problemática del exceso de información y su relación con la omnipresente "sociedad del cansancio", el exceso de narcisismo e individualidad en la llamada "crisis de la representación", la desaparición del ciudadano que conlleva la aparición del "consumidor", el no menos importante tema de la vulneración sistemática de la intimidad, algo ya tratado en "La sociedad de la transparencia" y actualizado en el presente ensayo, para terminar finalmente con la inquietante conclusión, la aparición de la "psicopolítica", una evolución de los mecanismos represivos y de control de los estados, sean estos nacionales o supra-nacionales, que va más allá del denominado por Focault "biopoder", el estado actual de las cosas y digno sucesor de la represión pura y dura.

Primero los estados y los soberanos ejercían la coacción física, luego a través del "biopoder" se convertían en organizadores y controladores... el "psicopoder" va más allá y llega a manipular la mente de los ciudadanos hasta un punto en el que no pueden hacerlo los simples policías y carceleros. Para Han el último reducto de la libertad humana, su conciencia y pensamiento, está firmemente amenazado por el mundo digital "La psicopolítica digital se apodera de la conducta social de las masas, pues echa la zarpa en su lógica inconsciente. La sociedad de la vigilancia digital, que tiene acceso al inconsciente colectivo, al futuro comportamiento social de las masas, desarrolla rasgos totalitarios. Nos entrega a la programación y al control psicopolíticos"


Lo mejor: Byung-Chul Han consigue ofrecer un panorama sombrío del mundo digital en el que nos desenvolvemos de forma cotidiana, cualquier adicto a Internet, a las redes sociales y a Facebook en particular, como un servidor, verá retratados en este ensayo muchas de las carencias y defectos del medio... y lo que es más, lejos de los tópicos y caminos trillados que otros autores recorren, Han consigue dotar a su crítica de una profundidad y una agudeza fuera de lo comunes. Me ha gustado entre otras cosas por su independencia de lo expuesto en otros trabajos, aunque la conclusión final se de la mano con la apuntada en "La sociedad de la transparencia". En definitiva un ensayo filosófico excelente que da mucho que pensar, digno de ser releído varias veces, comentado y debatido... y esta es la principal virtud de los trabajos del filósofo alemán, su capacidad para estimular el pensamiento del lector y convertirse en joyas imprescindibles en cualquier buena colección de libros de filosofía .

Lo peor: Destila cierta inquina y revanchismo contra el actual mundo digital, no creo que todo sea negativo en el mismo, y lo siento pero creo que alguna que otra crítica es injusta. Dudo mucho que el paradigma en el que nos movíamos antes del desarrollo del mundo digital, Internet y las redes sociales fuese mucho mejor que este en el que vivimos ahora, y que ni mucho menos fuese ningún mundo ideal... aunque no está mal que alguien nos recuerde que este tampoco lo es, ni por desgracia apunta a serlo. Creo que hay otros trabajos que tratan el mundo de Internet y las redes sociales desde una perspectiva más completa e interesante, eso sí, será difícil encontrar otro ensayo más profundo y agudo que el que nos ofrece B. Han en este librito. 


lunes, 8 de septiembre de 2014

Este libro le hará más inteligente

Ficha: "Este libro le hará más inteligente", John Brockman (editor), editorial Paidós, 540 páginas, ISBN: 9788 449 327 865

En 1.959 el físico y novelista Charles Percy Snow dió una conferencia en Cambridge que ha pasado a la historia. Titulada "Las dos culturas", la misma posteriormente fue ampliada y editada en forma de ensayo. Esta conferencia trataba sobre la situación de incomunicación que se daba por aquel entonces entre las denominadas por Snow cultura científica y las humanidades, más concretamente el mundo literario. Los representantes de ambas residían en mundos aparte, en compartimentos estancos y aparentemente se ignoraban mutuamente.

Snow conocía ambos mundos, ya que participaba en ellos como hombre de ciencia y escritor, y mostraba su pesar e impotencia por comprobar el abismo que mediaba entre ambos... algo que en su opinión era un error y constituía un freno para el progreso humano. Destacaba la desconfianza de los científicos hacia los escritores, a los que consideraban apartados de los asuntos humanos, y el desprecio generalizado hacia la ciencia y sus representantes mostrado por sus colegas escritores. 

En 1.981 un avispado empresario cultural llamado John Brockman creó una especie de club elitista formado por destacados representantes de la ciencia, las ciencias sociales, el arte y las humanidades, entre otros campos, con la sana intención de comenzar la fundación de lo que él llamaría después "la tercera cultura", el club fue bautizado en un primer momento como "El club de la realidad" y estaba orientado a crear un espacio de comunicación interdisciplinar entre especialistas de las principales ramas del saber. Todo ello con la sana intención de tender puentes en ese abismo atisbado 22 años antes por C.P. Snow... era necesaria una futura evolución hacia esa llamada tercera cultura, o cultura 3.0 capaz de aunar lo mejor de cada una de las ramas del saber humano y el arte. En 1.997 gracias a la cada vez mayor difusión de Internet el club cambió de nombre e irrumpió en la red bajo el nombre de Edge (borde o límite en inglés). La declaración de intenciones de Brockman y este singular círculo intelectual quedó recogida en la obra posterior, ya en  1.991, "La tercera cultura" que espero poder comentar en este blog con detalle un día de estos.


La web del proyecto Edge de J. Brockman, www.edge.org, contiene una ingente cantidad de material consistente entre otros en extensas entrevistas y vídeos con sus colaboradores, más de cincuenta, especialistas e investigadores en los más variados temas, física, biología, antropología, astronomía, medicina, sociología, matemáticas,  ciencias de la comunicación, economía, psicología... tras una detallada inspección se echan en falta más representantes del mundo del arte y sobre todo del mundo de las humanidades, y es que la versión de la cultura tercera cultura del Sr. Brockman es un tanto peculiar... Aparte de por el hecho evidente de que edge.org esté lógicamente escrito en inglés, la gran mayoría de los colaboradores son norteamericanos, personalmente prefiero el proyecto Cultura 3.0 "made in Spain", mucho más ecléctico e interesante a pesar de ser también bastante más modesto.

En Edge no se limitan a publicar material on-line, también bajo la supervisión del Sr. Brockman publican material impreso, este libro que aquí comento se publicó a finales de 2.012, constituye una recopilación y traducción de las respuestas que un buen número de colaboradores de la web y otros dieron al editor de la revista digital. Los artículos recogidos varían en extensión e interés, hay para todos los gustos... desde la simple patochada de media página al aparente "mareo de perdiz" de cinco o seis... naturalmente también en mi opinión hay alguno breve e interesante y y también alguno largo y aburrido, pero en general queda bastante claro que no todos los encuestados sabían que responder ni tampoco todos tenían el mismo interés. A todo esto ¿cual era la pregunta?... 

¿Qué concepto científico podría venir a mejorar el instrumental cognitivo de las personas?... esa era la preguntita de marras, con lo cual queda justificado, en parte, el pretencioso título que además sirve de gancho a los incautos lectores, como un servidor. No se si uno termina el libro siendo más o menos espabilado que antes, al menos en mi caso puedo comentar que el libro me ha parecido a ratos extremadamente interesante, y en ocasiones también me ha parecido mortalmente aburrido... lo bueno es que en general las respuestas de los colaboradores no pasan de las dos o tres páginas, de ahí que si se encuentra el lector con algún concepto que se le "atraviesa" o con algún fragmento francamente olvidable, demasiados para mi gusto al final, el martirio termina pronto. No da tiempo a centrarse en ningún tema, no da tiempo a profundizar en nada... texto plano, simple y en ocasiones mortalmente aburrido con ocasionales destellos de brillantez que hacen que su lectura al final valga la pena.

Porque hay autores que se han tomado en serio la pregunta, vienen a mi memoria los artículos del Sr. Myers y el principio de mediocridad,  Hazel Rose y el ciclo de la cultura, Gregory Cochran y el "efecto Veeck", Jaron Lanier y el error acumulativo... hay visiones místicas como la de Scott D. Sampson y la idea de "interseidad", e ideas complejas pero fascinantes como la de "superveniencia" apuntada por Joshua Greene, y engaños a evitar como la "apofenia" señalada por Daviz Pizarro y la fascinación por los "atractores culturales" según Dan Sperber. Me ha parecido especialmente interesante y revelador entre otros el concepto de "caconomía" señalado por Gloria Origgi, verdadera clave para entender muchas cosas del mundo que nos rodea... en fin, una verdadera mina de oro de buenas ideas a las que el formato de recopilación apresurada no hace sino un flaco favor en mi opinión. Un libro que hiciese una buena criba de lo expuesto en esta recopilación, quitando redundancias, artículos de relleno y eliminando alguna que otra contradicción y desarrollando más y mejor los temas hubiera sido mucho más que recomendable, una pena. 

Lo mejor: Un recorrido ameno y entretenido en su mayor parte, en general los breves artículos que giran en torno a una idea están escritos con sencillez y claridad y son lo suficientemente variados como para que el interés del lector no decaiga con facilidad. Algunas de las ideas mostradas son de lo más interesantes, aun así no lo puedo recomendar sino con algunas reservas.

Lo peor: Sabe a poco y lo que es peor, se olvida con gran facilidad. El bombardeo y la dispersión al que se somete al lector termina cansando, echándose en falta una mayor diversidad de disciplinas representadas por el elenco escogido por el Sr. Brockman. Algunos temas se repiten y no solo eso, algún artículo podría haber sido escrito por simples aficionados a la ciencia... se nota que no todos los entrevistados tal y como he dicho se tomaron en serio la pregunta de la web, o bien, simplemente se limitaron a cumplir. También quiero pensar que finalmente se publicó una selección de las mismas, aunque viendo alguna suelta igual se terminó mandando todo el paquete a la imprenta. No siempre las firmas más conocidas son las que realizan la mejor o más brillante aportación al libro, ni mucho menos, aunque sus nombres figuren en portada. Demasiado sensacionalista, "mucho ruido y pocas nueces"... estaré al quite de cualquier otra publicación que lleve la firma de Brockman, pero desde luego que la miraré con lupa antes de adquirirla. Creo que el contenido de la página web es muy superior en calidad.

lunes, 1 de septiembre de 2014

El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas

"Hubiese querido deshacerme en lágrimas, pero no podía llorar. Era demasiado mayor para hacerlo, había tenido demasiadas experiencias en mi vida. En este mundo existe un tipo de tristeza que no te permite verter lágrimas. Es una de esas cosas que no puedes explicar a nadie y, aunque pudieras, nadie te comprendería. Y esa tristeza, sin cambiar de forma, va acumulándose en silencio en tu corazón como la nieve durante una noche sin viento."


Ficha: "El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas", Haruki Murakami, Tusquets Editores,  617 páginas, ISBN: 9788 483 835807

Casi he terminado ya con mis lecturas de verano, me apetecía volver a asomarme al particular universo del escritor japonés, sus libros pertenecen a ese tipo de cosas que o te gustan o no, al igual que los gatos por ejemplo no existe prácticamente el término medio, o te gustan o no... puedes saltar de una opción a la otra pero no suele haber nada a medio camino de ambas. Murakami es así, o bien te enzarzas en la lectura de un primer libro suyo, no importa cual, y lo dejas sin terminar... o bien, te lees todo lo que lleve su firma, es un escritor tan particular con un mundo tan único que raramente admite medias tintas.

De todo el material que se ha publicado en castellano solamente me queda ya por leer su monumental "1Q84", que conscientemente me estoy dejando para el final y su última novela... este que comento aquí era el penúltimo peldaño para sumergirme de lleno en la obra mencionada. Tal y como acostumbran a hacer las editoriales con las obra de un autor al que le llega la fama en un momento relativamente tardío, Murakami lleva bastantes años escribiendo aunque la fama le ha llegado en una época relativamente tardía en nuestro país, Anagrama publicó la primera traducción castellana de una obra suya en 1.992 y tuvieron que pasar nueve años para que la versión en español de "Crónica del pájaro que da cuerda al mundo" viese la luz. El orden de publicaciones de sus novelas traducidas al castellano ha sido bastante errático, publicándose obras de sus comienzos de forma posterior a otras obras más conocidas... en fin, un verdadero caos porque esta insólita obra suya data nada más y nada menos que de 1.985, y se publicó su original en Japón justo antes de la conocidísima "Tokio blues"... aunque se haya publicado en nuestro país cuatro años más tarde. 


Afortunadamente a pesar de todo ese desorden cronológico al que ya nos tienen acostumbrados las editoriales a los fans del escritor nipón, sus obras se pueden leer de forma independiente y es más... repiten obsesivamente los temas de siempre, el amor y la soledad, la extrañeza frente a un mundo demasiado complejo e inexplicable, la sensación de no pertenecer a ninguna parte, la sensación de vacío frente a algo que se tuvo y ya no se tiene... narraciones casi siempre en primera persona de un personaje que se repite la mayoría de las veces, un varón de treinta y pocos años, soltero, divorciado o que acaba de perder a su mujer o a su novia... nunca hay vida familiar, apenas aparecen niños, muchas referencias a la música pop y rock de los setenta y ochenta aunque también al jazz y a la música clásica, y por supuesto muchas referencias culinarias, sobre todo a platos típicos de la cocina japonesa... en esta novela tenemos más de lo mismo.

Aunque por su temática de fondo sea reconocible al 100% como una típica novela de Murakami no lo es tanto por su forma, el autor abandona su típico relato lineal en primera persona para ofrecernos lo mismo pero escindido en dos... realmente son dos novelas entrelazadas, "El fin del mundo" nos muestra a un personaje atrapado en una misteriosa ciudad rodeada por una enorme muralla, no recuerda nada de su vida anterior, en la ciudad habitan una serie de curiosos personajes que parecen encontrarse en una especie de paz interior que les hace aceptar plenamente el papel que allí desempeñan... una ciudad sin crímen, sin violencia, pero también sin emociones y sin esperanzas... como nota curiosa hay un enorme rebaño de unicornios que día tras día entra y sale de la ciudad cuya única puerta guarda un celoso guardián experto en afilar cuchillos...

"Un despiadado país de las maravillas" nos muestra esta vez al típico personaje de las novelas de Murakami, japonés, treinta y cinco años, y más solo que la una, con una vida anodina y sin expectativas de ninguna clase antes de su jubilación... tras la misma solo tiene un ambiguo plan de "aprender griego y a tocar el violonchelo", hasta ese momento se limita a realizar eficazmente su trabajo, una especie de cifrado de datos que solamente pueden realizar determinadas personas que trabajan para una organización oficial "El Sistema", enfrentados permanentemente con "La Factoría" una organización rival, e ilegal, que realiza los mismos cometidos. Una peculiaridad de su cerebro le permite realizar mediante unas técnicas secretas el trabajo. Precisamente a raíz del último "encargo" que recibe conocerá a un misterioso profesor y a su hija... la historia se irá complicando cada vez más ya que se ve inmerso en medio de una lucha entre organizaciones rivales, y por si fuera poco deambulando por un Tokio subterráneo por donde pululan criaturas de lo más extraño... 

Así en esta ocasión Murakami nos obsequia con dos historias en una, se van sucediendo los capítulos donde vamos alternando los dos diferentes escenarios, el escenario fantástico de la ciudad del fin del mundo y ese Tokio extraño (aunque se empeñen en algunos sitios en denominarlo "futurista") ya bastante más afín a los típicos escenarios donde se suceden las narraciones del autor. Da la impresión de que Murakami quería hacer algo distinto, darle un giro más marcadamente fantástico a su relato, jugar con la estructura (aunque no mucho) y escribir una especie de alegoría sobre el sentido de la vida humana y la naturaleza última de los deseos. Hay un homenaje claro, bueno más claro que de costumbre, a Kafka y a la literatura fantástica en general. 


Naturalmente si hablamos de Murakami no podían faltar los personajes femeninos, tres mujeres, fascinantes y extrañas, ocuparán su lugar en la narración como de costumbre... una chica singular (a la que el autor a través de su personaje insiste en llamar "gorda" de forma políticamente incorrecta en estos tiempos), otra no menos extraña, la bibliotecaria con dilatación gástrica capaz de engullirse lo que le pongan por delante y la pobre alma perdida (también en una biblioteca donde en vez de libros solamente hay cráneos de unicornios y en los mismos se leen "viejos sueños") atrapada en el mundo fantástico del fin del mundo.

Poco a poco la trama se irá desvelando y quedará clara la relación que existe entre ambas historias... viene a mi memoria una frase de Lovecraft donde más o menos decía "aquello que llamamos vida no es sino una serie de imágenes almacenadas en nuestro cerebro y no existe ningún motivo para darle más importancia a aquellas procedentes del mundo real y aquellas imaginadas"... precisamente el relato del "despiadado país de las maravillas" posee muchas resonancias de Lovecraft, el mundo subterráneo del laboratorio del doctor y los "tinieblos" tienen demasiada semejanza con los relatos de horror del escritor americano como para ser casual. 

La sensación final que me queda tras leer esta novela es que es una historia "redonda" donde hay un final que poco a poco se va perfilando como previsible, es más, seguramente es el único admisible y donde el autor como de costumbre vuelve a verter sus miedos, sus preocupaciones, sus angustias y su sentido de la extrañeza ante el mundo de forma más intensa si cabe. Un final redondo que no exime al autor del exceso, porque hay demasiado exceso en esta novela, parece como si determinados escenarios hubieran cautivado su imaginación o le hubieran resultado tan fascinantes que no quisiera abandonarlos... termina cansando un poco, termina siendo demasiado reiterativo... y sobre todo sobrecargando una novela a la que le sobran un centenar largo de páginas en mi opinión.


Lo mejor: Los que ya lleven a cuestas unas cuantas lecturas del escritor japonés y aún no hayan escarmentado no deberían perderse esta novela, todo un banquete a base de un Murakami en estado puro adobado con más elementos extraños de lo habitual. De nuevo las cavilaciones referentes al sinsentido de la vida, a la soledad, a la importancia de los sentimientos y las emociones... todo un ensayo camuflado cargado de referencias simbólicas que hará la delicia de los fans de este especialista en cuentos extraños. Si no has leído nada de Murakami ni se te ocurra comenzar con este libro :-).

Lo peor: Melancólico, triste, un poco pasado de rosca, demasiado pesado con los asuntos de cifrado de datos y el procesamiento cerebral de los mismos... demasiadas galerías subterráneas, demasiado vacío y angustia. No es la mejor obra de este autor aunque desde luego contenga todos aquellos elementos que puedes esperar en las mismas.