lunes, 27 de abril de 2015

La edad de la empatía


Ficha: "La edad de la empatía", Frans de Waal, Tusquets Editores, 358 páginas, ISBN: 9788 490 660607

En ocasiones asistimos a la proliferación de políticas e ideologías donde se busca promover la libre competencia al máximo desregulando mercados y dejando al estado al márgen reduciendo las políticas sociales al mínimo bajo el pretexto de que cualquier intervencionismo es intrínsecamente malo y "antinatural"... que vamos que la ley de la jungla es la mejor de las leyes ya que si al fin y al cabo el ser humano no deja de ser un animal, racional pero animal al fin y al cabo, ¿qué sentido tiene la empatía y la compasión con los más débiles? ¿porqué tendríamos que intervenir corrigiendo una situación que en el fondo es de lo más "natural"? ¿no están acaso equivocadas de lleno las políticas que tienen como objetivo la igualdad y la corrección de desigualdades cuando lo que vemos en el entorno natural es la eterna ley del "pez grande que se come al chico"?... 

Dejémonos pues de sentimentalismos antinaturales que solamente traen la opresión de las libertades y sigamos la ley de la naturaleza donde cada ser lucha por su propia supervivencia o como mucho la de su familia y amigos y solamente mira por su propio interés. Porque porque si así es como ha funcionado siempre el mundo y si así es como viven los animales ¿porqué tendríamos que aspirar a un orden moralmente superior cuando no existe nada semejante en el mundo natural?... bueno Frans de Waal, un biólogo y zoólogo holandés especializado en el comportamiento de los primates a los que lleva investigando muchos años no podría estar más en desacuerdo... de eso va este libro, un libro sobre comportamiento animal donde se insisten una y otra vez en la conexión entre la política y la comprensión del mundo animal que conocemos, especialmente en el caso de nuestros más avanzados parientes evolutivos, los grandes simios.

Y es que de forma desafortunada cuando queremos insistir en el aspecto feroz y despiadado de la naturaleza humana no dudamos en utilizar las comparaciones con los animales, "homo homini lupus est", el hombre es un lobo para el hombre... una frase ya usada por los romanos y que el filósofo inglés Thomas Hobbes hizo popular en su conocida obra "Leviatán" donde aducía que el orígen del orden social era un compromiso donde se reducían libertades a cambio de seguridad, evitando la perpetua caída en la barbarie que era el resultado inevitable de una vida basada únicamente en leyes naturales. El hombre era malo por naturaleza pues, un lobo para el hombre, y era necesario meterlo en vereda mediante la coacción de las leyes, la policía y el ejército, para evitar el cáos y la anarquía. Si Hobbes hubiera podido conocer bien la vida de los chimpancés o los babuínos probablemente hubiera cambiado de opinión, al menos respecto a lo "salvaje" de la vida animal.

Ya quisiéramos, según Frans de Waal, ser lobos para el hombre, el lobo es un depredador despiadado si, pero que casi nunca agrede a los de su especie y posee un rígido sentido del compañerismo, respeta una jerarquía basada principalmente en la "meritocracia" y por supuesto trabaja en equipo compartiendo las presas capturadas, de lo contrario no existirían manadas de lobos como tales y por lo tanto no sería un cazador tan eficiente. De los chimpancés podría decirse dos tantos de lo mismo y mucho más. Al igual que el ser humano poseen una dualidad de comportamiento, pueden ser taimados, vengativos, mentirosos, competitivos crueles y feroces... pero también compasivos y enormemente empáticos con el sufrimiento de sus semejantes, hasta puntos que poco tienen que envidiar a nuestra especie tal y como han descubierto los trabajos de los primatólogos modernos, entre ellos Frans de Waal.

De ahí la insistencia del biólogo holandés en que si aducimos a la naturaleza animal del ser humano para justificar determinadas políticas hemos de hacerlo conociendo toda la verdad, ver a los animales como principalmente despiadados y competitivos no es real, es tan solo una proyección humana que elude como mínimo a la mitad del asunto. El libro está repleto de relatos de experimentos de Frans y su equipo con distintas especies de monos, chimpancés principalmente pero también macacos y monos rhesus. Experimentos y observaciones de muchos años donde podemos ver que los simios poseen una acusada habilidad para conectar con los sentimientos de sus semejantes, de como reaccionan al trato injusto, de como en la mayoría de las ocasiones prefieren recompensas por realizar trucos que premien también a amigos y parientes, en como cuidan a las crías, a los enfermos y desvalidos, como median en los conflictos, como se comportan de forma sensata con el reparto de los alimentos, como en definitiva se ayudan unos a otros aunque sea para fomentar la cohesión del grupo en el que viven y terminar beneficiándose de forma indirecta. 

El libro no se limita a las experiencias de Frans con simios, incluye numerosos ejemplos de comportamientos similares en delfines, elefantes y otros animales, si el cerebro humano posee el sistema límbico en común con el resto de los mamíferos resulta que es ahí precisamente donde sabemos que se gestionan y se originan las emociones, estas se pueden racionalizar a posteriori pero siempre surgirán mediante un acto reflejo justo de ahí. Frans no dejará de criticar duramente a aquellos que niegan a los animales superiores cualquier vestigio de sentimientos aferrándose de continuo a una supuesta "superioridad" humana... y no se refiere en sus críticas a líderes políticos o religiosos, sino a una parte considerable de la comunidad científica empeñada en seguir dogmáticamente el credo de la singularidad humana... como si la ley de la evolución hubiera afectado solamente a una parte de la fisiología cerebral y no hubiera existido también un continuo en relación con la evolución de las emociones o estas últimas fueran privativas del ser humano y existiese una clara demarcación entre este y sus ancestros vivos más directos. Leyendo el libro queda claro que poco, muy poco, del mundo de los sentimientos que conocemos podría considerarse patrimonio exclusivo del homo sapiens. 

La obra de F. De Waal está plagada de anécdotas, de estudios sobre el tema y también de "jugosas" apreciaciones en relación con las leyes humanas y la política, si esta muchas veces se intenta apropiar de los descubrimientos científicos para enarbolar sus banderas y credos ¿por qué no iban a meterse en cuestiones políticas los científicos?, Frans no tiene ningún reparo en hacerlo, es más, creo que si hubiera más personas como él en puestos de responsabilidad y poder igual el mundo sería un poco mejor. El título del libro hace referencia a lo que al autor le gustaría que sucediera en el mundo en los próximos años, a que una mejor comprensión del cerebro y del comportamiento animal terminara derribando los prejuicios y las falsas ideas sobre el mundo natural que damos por ciertas sobre lo "implacable" de la ley natural cuando existen ya pruebas abrumadoras de que precisamente los animales con un cerebro más desarrollado, con el hombre a la cabeza, son también los más empáticos y los que muestran comportamientos más solidarios con los miembros de su misma especie, e incluso con casos bien documentados de ayuda y solidaridad entre individuos de especies diferentes. Definitivamente la ley de la selva aunque implacable no es tan cruel e insolidaria como nos la han pintado, ni mucho menos.

Lo mejor: Un libro magnífico que he devorado prácticamente de una sentada, no tiene desperdicio, encantará a todos los amantes de los animales, especialmente a los aficionados a las historias sobre simios y su increíble parecido con sus hermanos mayores, nosotros. Me ha encantado la lectura política que Frans realiza en el mismo y en como sabe darle la vuelta a esa pretendida "ley natural" que en algunos países se alude para justificar la desigualdad. Tampoco faltan las críticas a un sistema que cayera en las antípodas, es decir, donde solamente existieran "derechos", Frans como holandés que ha vivido muchos años en los Estados Unidos sabe ver lo bueno de un sistema como el americano que premia ante todo el mérito pero que por desgracia ofrece una escasa o nula cobertura social o con un sistema como el europeo donde si bien hay un colchón social que protege al ciudadano también se ve con suspicacia y se envidia a todo aquel que sobresale. 

Lo peor: Que Frans no sea en el fondo más que otro predicador clamando en el desierto en un mundo enfermo de egoísmo y que difícilmente su visión del mundo animal vaya a calar a corto plazo en el saber popular y mucho menos influir en política alguna... aunque debería.


La primera guerra mundial contada para escépticos



Ficha: La Primera Guerra Mundial contada para escépticos, Juan Eslava Galán, editorial Planeta, 346 páginas, ISBN: 9788 408 124535

Por un capricho de los números el año pasado se cumplieron cien vueltas alrededor del sol del inicio de la Primera Guerra Mundial, aquella guerra que iba a "terminar con todas las guerras", según palabras del presidente norteamericano W. Wilson, y que puso patas arriba la Europa de comienzos del siglo veinte marcando toda una época y a varias generaciones para siempre, una guerra con una amplitud y una ferocidad hasta entonces desconocidas, la Gran Guerra, como fue conocida entonces tardaría solamente veintipocos años en quedar relegada al estatus de un preludio de una guerra mucho más "mundial" y mortífera que con casi toda probabilidad no hubiera sucedido nunca de no haber tenido este terrible precedente.

Juan Eslava Galán, doctor en filología, novelista y ensayista de notable éxito con más de sesenta o setenta títulos publicados, sobre todo de novela histórica, presentó este entretenido ensayo el año pasado con un evidente oportunismo editorial, no fue el único título que se puso a la venta sobre el tema de la Primera Guerra Mundial, casi todos fueron obras más "serias" y voluminosas que esta, pero eso no le quita el menor interés porque la verdad es que es un libro agradable de leer y que se disfruta de principio a fin... a pesar del tema.

Ironía y sentido del humor con las señas de identidad del autor, la extensión del título "contada para escépticos" sería equivalente a decir "sin mistificaciones de ningún tipo" o "sin ideologías de ninguna clase"... esta no es una historia de buenos y malos sino una tragedia de proporciones inmensas, sería una tarea inabarcable el vislumbrar ni remotamente el dolor y sufrimiento acaecido en esos cuatro infames años al término de los cuales habían desaparecido cuatro imperios, alemán, austro-húngaro, turco y ruso, se había producido una revolución de enorme magnitud en Rusia y acabado con la vida de no menos de diez millones de combatientes, más una cifra enorme de heridos y mutilados que superaría los treinta millones...

Cuando estudié la Primera Guerra Mundial en el instituto nuestro profesor, que no era ningún lumbreras aunque su nombre figurara entre los autores del manual de Historia que usábamos, poco menos que culpaba al asesino del archiduque Francisco, un terrorista y nacionalista serbio, del estallido del conflicto... todavía recuerdo la indignación que le embargaba cuando comentaba el tremendo coste humano del conflicto y decía que a aquel tipo habría que haberlo "aplastado como un gusano" ... la verdad es que aquel elemento, Gavrilo Princip, no fue condenado a muerte por ser menor de edad y terminó con una condena a 20 años de prisión en un castillo... moriría de tuberculosis en 1.918 poco antes del final del conflicto, un final demasiado bueno para él. Sin embargo culpar a un solo individuo del clima de absurda locura que se vivía en Europa en 1.914 es ir demasiado lejos.

En el libro Juan Eslava viene a decir que el nacionalismo es el ideal más estúpido que existe, un servidor bastante menos comedido agregaría que el mismo tiene la virtud de atraer a todos los estúpidos más que ninguna otra ideología, no se si es condición previa ser estúpido o que todos los cretinos van al mismo sitio... pero lo cierto es que ese cretinismo constituía toda una plaga en la Europa de la época, los alemanes por ejemplo se consideraban lo mejorcito de Europa, llevaban décadas cultivando una soberbia y una arrogancia que indefectiblemente les hacía verse a sí mismos como un pueblo superior y en contrapartida despreciar y envidiar a Francia e Inglaterra por sus imperios coloniales, mucho más grandes que el suyo, debido a su tardía llegada al "reparto" de África y su casi nula influencia en Asia.

Delante tampoco tenían precisamente a seres virtuosos, Francia estaba todavía resentida de la pérdida de Alsacia y Lorena en la guerra franco prusiana de 1.870 y ansiaban la venganza contra la aborrecida Alemania que además se había convertido desde final del siglo XIX en la primera potencia industrial de Europa y poseía con diferencia la mejor red ferroviaria. Gran Bretaña por su parte aunque tenía un enorme imperio colonial y una flota que dominaba los mares no podía ver sino con miedo el auge industrial de una Alemania a la que Europa parecía quedársele pequeña y estaba deseando pararle los pies. Rusia por su parte hacía tiempo que se había aliado con Francia en un intento de frenar a Alemania y de esta forma cogerla entre dos frentes... intervencionismos en los Balcanes aparte, del que formaba parte su alianza con Serbia. Austria por su parte intentaba sofocar los levantamientos indepentistas de la región balcánica y se sentía firmemente apoyada por Alemania... de ahí su declaración de guerra a Serbia tras el magnicidio al que fueron literalmente empujados por Alemania. El apoyo de Rusia a Serbia, la declaración de guerra de Alemania tanto a Rusia como a Francia, y la de Gran Bretaña a Alemania casi completaron la loca cadena de acontecimientos, nadie parecía tener interés en la paz... si había una ficha que podía poner en funcionamiento todo el engranaje infernal era lo sucedido en Sarajevo en 1.914... pero podía haber sucedido en cualquier otra parte.


La Primera Guerra Mundial ha pasado a la historia como paradigma de una guerra de trincheras, de un terrorífico equilibrio en el que los frentes apenas se movieron y donde miles de hombres morían por un pedazo de terreno no más grande que un campo de fútbol, una guerra donde se lució siniestramente la ametralladora y la artillería, pero donde también se usaron por primera vez los gases venenosos y el lanzallamas, donde la aviación comenzó a usarse de forma más o menos masiva y comenzaron los ataques directos a la población civil... afortunadamente de alcance limitado todavía, una guerra donde la artillería convertía kilómetros y kilómetros cuadrados en paisajes que parecían fotos de la superficie de la luna, un amasijo de cráteres y tierra batida entremezclados de carne humana, una guerra en la que los muertos eran enterrados de forma apresurada y vueltos a sacar fuera por las bombas y donde todavía hoy en pleno siglo XXI quedan bombas sin estallar y miles y miles de muertos anónimos atomizados y triturados bajo las verdes colinas de Flandes, nada menos que setecientos mil soldados se dieron por desaparecidos y quedaron convertidos en abono.


El libro se hará eco de las operaciones militares, del clima prebélico, del influjo de la Gran Guerra en nuestro país, donde, como no, sirvió también de tema de enfrentamiento, de la vida en las trincheras y la retaguardia, la propaganda de uno y otro bando, los sufrimientos y las penalidades, los errores monstruosos de unos generales que no parecían entender que no se podían usar estrategias antiguas con armas modernas, de los crímenes y la violación de tratados y fronteras haciendo valer el viejo y terrible dicho de "el fin justifica los medios", de los intereses económicos en juego y las trampas y sucios trucos de la diplomacia... en fin, una guerra da para mucho y la Gran Guerra fue un enorme y trágico escenario donde lo que no faltan son historias y ángulos para observarla y escribir sobre ella. 

Eslava Galán ha documentado su obra abundantemente, la misma está ilustrada con un gran número de fotografías no ya solo de las típicas en blanco y negro retratando a los soldados en el campo de batalla, que las hay, sino también fotos curiosas, como esa que preside la portada en la que un soldado alemán da fuego a uno británico, seguramente tomada en el momento del alto el fuego, sino también fotografías de los protagonistas, fotos de propaganda y carteles publicitarios, armamento, fortalezas etcétera, prácticamente no queda ningún aspecto del conflicto sin reseñar aunque sea de forma breve y donde cuando la ocasión da para ello no deja de ironizar con las ideas de tal o cual estadista o general, y es que afortunadamente el mundo ha cambiado bastante desde entonces, y no porque sea ahora mucho mejor, que no lo es, sino porque nos resulta chocante una mentalidad tan ingenua como la de aquella época en la que resultaba inaudito una manifestación por la paz y donde todo el mundo se echó a la calle aquel verano de 1.914 para ¡celebrar! el estallido del conflicto pensando que la guerra era la solución y que en unos meses todo habría acabado... en fin, quiero pensar que algo bueno se ha aprendido tras tantos millones de muertos y tanto sufrimiento.

Muy buenos los apuntes en el libro sobre la evolución posterior de sus protagonistas, y la tan manida historia sobre si el tratado de Versalles fue o no injusto y que este puso la semilla del futuro ascenso del nazismo. Teniendo en cuenta como trataron los alemanes a los rusos en el tratado de paz de Brest-Litovsk no puedo estar más de acuerdo con el autor de este libro en el hecho de que si la victoria hubiera caído del lado de Alemania las duras condiciones del tratado de Versalles habrían palidecido al lado de las que la nación germana habría impuesto a Francia e Inglaterra.


Lo mejor: Un ensayo verdaderamente ameno, ágilmente relatado, plagado de anécdotas y sentido del humor. Dividido en pequeños capítulos bien ilustrados que hará las delicias de los aficionados al ensayo histórico. Me ha encantado la anécdota de la taberna "El Gorrión" y aquel jamón que unos y otros se apostaron y que terminó momificado e indultado en un escaparate. Podría pensarse que uno corre el peligro de aburrirse con una historia que conoce, aunque sea a grandes trazos, lo cierto es que no ha sido así y he aprendido bastante sobre ese conflicto gracias a este libro. No tengo la menor duda, el próximo ensayo histórico que lea será de este autor.


Lo peor: Que esto no ha hecho más que comenzar, hace unos días se "conmemoraba" la campaña de Gallipolli, con la notable ausencia de Turquía, imagino que el año que viene tocará recordar Verdún y el Somme, al año siguiente tendremos la misma brasa con el aniversario de la revolución rusa, al siguiente con el fin de la guerra... Los más aficionados a los ensayos históricos habrán encontrado este demasiado breve y no creo que su sentido del humor y el estilo desenfadado y jocoso, siempre con la estupidez humana como blanco y nunca con el sufrimiento que maldita gracia tiene, haya gustado a más de uno.



viernes, 24 de abril de 2015

El gozo intelectual


"Los verdes abrieron lentamente el camino. En una democracia los políticos escriben sus programas según sus ideas, pero también según lo que pueden extraer de la opinión pública. La prueba de que la convicción de los ciudadanos acaba por trascender es que hoy no hay partido político que no incluya su preocupación ambiental en sus programas. Quizás haya llegado la hora de empezar a prestigiar el conocimiento a golpe de genuino gozo intelectual. Quizá llegue un día, día sublime, en el que la comprensión, la intuición y el gozo intelectual tengan incluso interés comercial."



Ficha:" El gozo intelectual. Teoría y práctica sobre la inteligibilidad y la belleza", Jorge Wagensberg, Tusquets Editores, 258 páginas, ISBN: 978 849 0660 218

Hablar de "gozo" parece remitir de forma obligatoria a los sentidos, a actividades placenteras como la comida, la bebida o el sexo, por lo tanto su asociación con el intelecto vendría a ser para muchos una especie de oximorón, o a lo sumo una metáfora, más incluso que aquel derivado del éxtasis religioso o de la contemplación estética. Jorge Wagensberg intenta convencernos en este modesto ensayo que el intelecto puede depararnos una intensa satisfacción que en nada tiene que envidiar a los placeres obtenidos en cualquier actividad "sensual" que imaginemos, sexo incluido, es más, se llega a insinuar que podría ser incluso mucho más gratificante...

Aunque para mí este escritor ha sido todo un descubrimiento, la verdad es que Jorge dista mucho de ser un recién llegado al mundo de los libros de divulgación. Publicó su primer libro (según la Wikipedia) en 1.980, hace treinta y cuatro años ya... casi nada. Siendo esta última década la más prolífica en cuanto a publicaciones con un libro, o más, al año. Doctor en física, fundador del museo de la ciencia de la Fundación La Caixa rebautizado como "Cosmocaixa" de Barcelona, todo un referente mundial en lo que a museos de la ciencia se refiere...

Tras leer este libro, publicado en 2.007 y que ahora ha visto la luz en la colección "booket ciencia", puedo ratificar, por lo que a mí respecta al menos, la afirmación de que estamos ante uno de los mejores divulgadores españoles de ciencia, la vena de divulgador y pensador en los más diversos temas que cultiva y atesora como director científico de la Fundación La Caixa hasta fecha muy reciente desborda cada página de esta obra. Por si fuera poco su labor al frente de esta fundación y su trabajo como escritor, ha trabajado también como editor de la colección "Metatemas" de la editorial Tusquets... en fin, a su sólida formación como científico se añade su experiencia como director de un museo de ciencia, viajero incansable, escritor y editor, todo esto lo comento para subrayar que no estamos ante un autor cualquiera y también para señalar mi enorme ignorancia por haber "esquivado" sus libros tanto tiempo.

Puestos a remediar esta imperdonable laguna en mi conocimiento de grandes autores de ciencia, creo que he comenzado con buen pié al elegir esta obra, ¿habría un gozo más imponente para un músico que deleitarse con una nueva obra maestra de la composición? ¿o para un místico que tras un prolongado retiro espiritual atisba lo que él reconoce como una indudable presencia de lo divino? ¿o para un cultivado gourmet encontrar un nuevo plato especial que vaya más allá de todo lo que ha probado en su vida?... sin duda alguna que para alguien inmerso en una intensa vida intelectual de reflexión, estudio e investigación, una nueva comprensión que arroje luz sobre las leyes de la naturaleza puede suponer, estoy convencido, un gozo indescriptible que en nada tenga que envidiar los antes señalados o cualquier otro que podamos imaginar. De esto va el libro, de lo que es y no es el llamado gozo intelectual, la teoría; y los ejemplos, la práctica, a través de los cuales podamos entender mejor de que va todo.


En la primera parte, que constituye un ensayo independiente por sí mismo, Jorge se dedica a reflexionar, analizar y diseccionar todo lo posible el fenómeno, estamos en el terreno de las definiciones, las ideas, los esquemas y los ejemplos... una parte que por sí sola podría ser el prólogo de otra obra mucho más ambiciosa, la descomposición del gozo intelectual en estímulo, conversación y comprensión, donde se alternan los elementos clave como nuevas preguntas, viejas preguntas, nuevas y viejas respuestas y los fundamentales no-pregunta y no-respuesta... la relación entre estos seis elementos conformarán la parte más teórica, y la verdad que un poco plomífera, del libro. Afortunadamente dura poco y el autor no tarda en ilustrar todo cuanto dice con ejemplos que aclaran lo que quiere exponer. Lo que sigue es bastante más interesante, pura filosofía de la ciencia que hará las delicias de los interesados en el tema, especialmente el apartado dedicado a la enseñanza y como esta tiende, en su formato tradicional, más bien a anular que fomentar el gozo intelectual... Jorge no se quedará en la mera teoría y propondrá ideas y cambios, es una parte del libro que contiene una gran densidad de ideas y que vale la pena leer y releer con atención.

Por gustos e inclinaciones personales me quedo de esta primera parte del libro con la crítica que hace a las diez ideas del gran ensayista George Steiner acerca de la tristeza inherente al pensamiento, no puedo decir a ciencia cierta quien de los dos tiene la razón, pero ha sido agradable leer en estos tiempos en los que predominan los pensadores "cenizos" y pesimistas, de los que suelo ser asiduo lector ;-), a alguien que rompe la maldita ecuación pensamiento = tristeza. Estoy de acuerdo en general con la idea budista de que el pensamiento fuera de control nos puede amargar la vida, sobre todo cuando sabemos que una y otra vez nos lleva al mismo lugar de no-retorno, la conciencia de la finitud de la vida y la realidad de la muerte, un muro con el que uno se topa una y otra vez... sin embargo Wagensberg toma cada una de esas razones acerca de la asociación del pensamiento con la tristeza: duda e incertidumbre en el pensar, esfuerzo, única vía de autoconocimiento, limitaciones del lenguaje, pérdida de energía, actos reflejos, límites del pensamiento, imposibilidad de una comunicación plena con otra mente, colisiones entre pensamiento y lenguaje, y finalmente la impotencia del pensamiento ante el vértigo de la nada...  y le da la vuelta, o lo intenta al menos, y es que también el pensamiento nos conduce al gozo intelectual, de modo que la raíz del problema no estaría en el mismo acto de pensar... bueno, un tema que da mucho para eso, para pensar :-)

Una vez abandonadas las profundas aguas de la teoría sobre el gozo intelectual el libro se aligera notablemente con una serie de pequeñas historias, 63 en total, donde hay un poco de todo, y que tienen como nexo común precisamente el tema del libro, ejemplos donde este goce intelectual puede sobrevenir de las formas más insospechadas... una cena al aire libre en Atenas donde la inesperada cooperación entre un perro y una gata callejera le hace reflexionar al autor sobre el fenómeno de la simbiosis, la inesperada revelación de las costumbres sexuales de una ranita de la selva amazónica, excepciones a la regla "el pez grande se come al chico", situaciones en que un instinto de supervivencia opta por una insólita solución ilustrado con una historia en un acuario, las ventajas e inconvenientes de una funda acorazada, la aventura de las iguanas que naufragaron y arribaron a las islas Galápagos, historias de supuesto "progreso" y regresiones que parecían la solución y que terminaron mal... en fin, todo un picoteo en temas de biología, conservación medioambiental, más filosofía de la ciencia, temas de física e ilusiones ópticas, historia de la escritura, curiosidades filológicas... el autor no se priva de entrar aquí y allí demostrando una infinita curiosidad por el mundo, no me cabe duda de que ese gozo intelectual del que tanto habla en el libro ha sido una constante en su vida profesional, he ahí a un ser afortunado, sin duda.

Lo mejor: Interesante, revelador, escrito con claridad y pleno de buenas ideas, encontrar a este brillante autor entre los autores hispanos ha sido todo un hallazgo. Leeré más obra suyas sin dudarlo. Recomendable para todos aquellos lectores curiosos y especialmente para los más aficionados a la filosofía de la ciencia. La parte dedicada al tema de la enseñanza y su relación con el gozo intelectual y la dedicada a exponer y tratar de rebatir las ideas de Steiner me parecen lo mejor del libro.

Lo peor:  No todas las historias que expone en la segunda parte del libro están directamente relacionadas con el tema del libro, lo que no quiere decir que no sean interesantes de leer, y el apartado dedicado a teorizar sobre el gozo intelectual creo que se pasa un poco de la raya, un poco pesado la verdad, sin aportar más claridad al mismo, aunque imagino que ese esquema tan bonito con flechas que relacionan conceptos era algo demasiado tentador para dejarlo fuera. Aunque podemos englobar a esta obra en el apartado de divulgación sin problemas, realmente versa sobre filosofía de la ciencia más que sobre otra cosa y ese es un tema que no será del gusto de muchos lectores habituales de temas científicos ávidos de datos e información.

martes, 14 de abril de 2015

Ensayos - Selección

Ficha: "Ensayos, Diario del viaje a Italia, correspondencia, efemérides y sentencias", Michel de Montaigne, Penguin Randon House Grupo Editorial, 730 páginas, ISBN: 978 849 0622 391

Vuelvo a ocuparme en este blog de un viejo conocido, mi amigo Michel Equyem de Montaigne, no está de más una recopilación del espacio que le he dedicado aquí desde hace casi tres años ya:

Antecedentes.
En mayo de 2.012 incluía una pequeña selección de sus "Ensayos" vendida junto con el ejemplar número 11 de la revista Filosofía Hoy, una publicación que no me canso de recomendar, la misma junto con una obra (incompleta) de Schopenhauer y el archifamoso "El príncipe" de Maquiavelo fueron comentados en aquel artículo. También por supuesto en el excelente ensayo de Sara Bakewell centrado en su obra, sin duda uno de los mejores libros que leí ese año, una referencia indispensable a la hora de acercarse del genial escritor. Y por supuesto, inevitable es señalar el emotivo librito que a Montaigne le dedicó Stefan Zwzeig... todavía recuerdo una fragmento de la lectura del mismo en la soledad de la mesa de un bar, sin más compañía que una pinta de cerveza, en la que me tuve que secar los ojos húmedos de la emoción ante la prosa del inmortal Stefan... no, definitivamente aquel noble francés de la Gascuña que fue contemporáneo de nuestro Cervantes y W. Shakespeare hace tiempo que representa mucho para mí.

Con tales antecedentes y habiendo leído dos ensayos sobre Montaigne y su obra lo más lógico sería emprender la lectura de sus Ensayos, sin duda una de las cimas de la literatura de todos los tiempos, reconozco aquí que tras adquirir la edición de los ensayos de la editorial Cátedra, basada en la edición de Burdeos, la última que se sepa donde él realizó una revisión y que incluye además la obra "La servidumbre voluntaria" de su amigo Étienne de La Boétie, que no he sido capaz todavía de completar la lectura del libro.

Por ese motivo adquirí sin vacilar demasiado esta edición de bolsillo que a una selección de los mejores ensayos adjunta otra obra menor del autor titulada "Diario del viaje a Italia", junto con una interesante colección de cartas y finalmente y a modo de curiosidad una lista de efemérides anotadas por Montaigne junto con la relación de las inscripciones en griego y latín que adornaban las vigas del techo de su biblioteca.

Los Ensayos.
Montaigne se retiró de la vida pública a la edad de treinta y ocho años, había ya vivido mucho, la muerte de su amigo La Boetie, la de su padre, el terrible conflicto civil que vivía Francia, una caída del caballo con una experiencia cercana a la muerte... circunstancias todas ellas que sumadas le convirtieron en el ser profundamente escéptico y desengañado que era... sin embargo no pudo cumplir ni su deseo de una vida completamente ajena a lo público ya que fue requerido para ser alcalde de Burdeos en dos ocasiones, ni tampoco pudo centrarse únicamente en sus quehaceres cotidianos como administrador de su hacienda, su inquietud intelectual y su genio no le daban descanso ni de día ni de noche, de modo que la redacción de los Ensayos constituyó una gran válvula de escape, una suerte de locura que otorgó equilibrio y cordura a una vida que seguramente de otra forma no hubiera terminado muy bien. 

La selección mostrada en el libro suma 25 de los 107 "ensayos" de los que consta la obra completa, además han sido debidamente expurgados de citas dejando solamente las imprescindibles, aliciente para unos y fastidio para la mayoría de sus lectores y que hacen un tanto engorrosa la lectura. La selección es buena aunque personalmente hubiera cambiado alguna de las referidas al primer tomo de los mismos, la parte que mejor conozco al tenerla ya casi leída.

Sea como fuere me ha gustado la idea de ofrecer una recopilación de lo mejor de los Ensayos para animar a los lectores a abordar la obra completa, pero también y mucho el incluir otras obras menores y hacerlo en una cuidada edición en tapa dura ideal para llevar de aquí para allá. En una ocasión comenté en una reunión de un club de lectura que los "Ensayos" de Montaigne eran un libro para leer y releer a la menor ocasión, quedaron un poco sorprendidos y me pidieron explicaciones ya que como habituales lectores de narrativa el hecho de leer una y otra vez un libro parece un poco raro... no recuerdo la justificación que dí, pero si que puedo afirmar que sigo pensando lo mismo, y bueno, no era el único que pensaba así, dicen que el gran Gustave Flauvert regaló una edición de los ensayos a una mujer a la que amaba con la siguiente recomendación "Montaigne. Léelo de principio a fin y cuando termines vuelve a leerlo, es una maravilla" ... ¿quién soy yo para contradecir a Flauvert? ;-)

La idea de releer a Montaigne se justifica plenamente cuando uno emprende la tarea de internarse en su pensamiento, con posterioridad ha habido otros escritores que se han tomado a ellos mismos y su vida como tema principal, algo que hoy es bastante común en blogueros de todo pelaje, incluido el que escribe estas líneas, pero que en la época en que Michel escribió su libro era algo del todo punto insólito. La anteriormente mencionada Sara Bakewell fue precisamente bastante criticada por haber comparado al gran Montaigne con un vulgar "bloguero"... algo por lo demás discutible,  pero para mí no hay la menor duda, si el bueno de Michel viviese hoy escribiría un blog, estoy seguro, en el que tal y como hizo en su época, nos expondría sin pudor los lugares más recónditos de su alma con la sana intención de dejar para la posteridad un fiel retrato de sí mismo, para que cada persona que leyese su obra sintiese esa cercanía y humanidad. Algo que nunca podríamos sentir al examinar una obra de la ficción o tener que leer entre líneas y suponer cosas sobre un relato sobre un tema cualquiera. Él mismo, la máxima autoridad posible sobre si, fue el tema de sus ensayos, lo deja bien patente desde el principio en un prólogo maravilloso digno de ser enmarcado:

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"Este es un libro de buena fe, lector. Desde el comienzo te advertirá que con él no persigo ningún fin trascendental, sino solo privado y familiar; tampoco me propongo con mi obra prestarte ningún servicio, ni con ella trabajo para mi gloria, que mis fuerzas no alcanzan al logro de tal designio. Lo consagro a la comodidad particular de mis parientes y amigos para que, cuando yo muera (lo que acontecerá pronto), puedan encontrar en él algunos rasgos de mi condición y humor, y por este medio conserven más completo y más vivo el conocimiento que de mí tuvieron. Si mi objetivo hubiera sido buscar el favor del mundo, habría echado mano de adornos prestados; pero no, quiero solo mostrarme en mi manera de ser sencilla, natural y ordinaria, sin estudio ni artificio, porque soy yo mismo a quien pinto. Mis defectos, mis imperfecciones y mi manera de ser ingenua se reflejarán a lo vivo: en tanto que la reverencia pública lo consienta. Si hubiera yo pertenecido a esas naciones que viven todavía bajo la dulce libertad de las primitivas leyes de la naturaleza, te aseguro que me hubiese pintado de buen grado de cuerpo entero y completamente desnudo. Así, lector, yo mismo soy el contenido de mi libro, lo cual no es razón para que emplees tu vagar en un asunto tan frívolo y baladí. Adiós, pues."

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Y bueno, tenemos en esta selección a Montaigne en estado puro, escéptico, indeciso, sincero, sinuoso, navegando siempre entre dos aguas, haciendo gala continua de su humildad y falta de dogmatismo, humano, contradictorio, piadoso, compasivo, erudito... y sobre todo cercano y amistoso, un escritor que supo acercarse más al lector que ningún otro de antes de él y que no dejará de utilizar citas de clásicos, sobre todo de Séneca y Plutarco sus autores favoritos pero también de una miriada de escritores a modo de muleta. El hecho de reflejar principalmente sus opiniones sobre casi todo y no tenerse personalmente por entendido o experto en nada le causaba una gran inseguridad, de ahí que necesitase continuamente, especialmente en sus primeros ensayos, el utilizar las citas de clásicos a modo de "muletas" para justificar sus palabras con la pícara intención además de hacerlo para poder contestar a las críticas con mayor fuerza, porque una cosa era poner en tela de juicio sus palabras y otra bien diferente el criticar la de los escritores consagrados.

En definitiva, una lectura densa, en ocasiones enrevesada y claustrofóbica, en otras luminosa y plena de sentido común, mil disgresiones, mil idas y venidas saltando de un tema al otro, una libertad a la hora de escribir que parece indicar una espontaneidad que peca de irreal, Montaigne revisó cuidadosamente una y otra vez sus escritos en las diferentes ediciones... hizo mil correcciones y con el mérito de que el texto final que ha llegado a nosotros no pierde en ningún momento su frescura y la sensación de estar en muchas ocasiones escrito como de corrido, sin estructura definida en muchas ocasiones pero siempre absorbente e hipnótico... los Ensayos son una obra capaz de atrapar al lector como si de un agujero negro se tratase, cualidad que ha sido acrecentada por los editores de esta versión parcial al ofrecernos buena parte de lo mejor y sobre todo desbrozar bastante el camino. He disfrutado un  montón con su lectura, es cuanto puedo añadir. 



Diario del viaje a Italia.
Montaigne se hubiera horrorizado al ver esta obra menor para su uso personal y distracción publicada, estoy convencido, no es que no faltasen notas personales, escatológicas incluso, en los Ensayos, ni mucho menos, lo que ocurre es que lo vulgar y lo escatológico llega un punto que se convierte en el tema principal de este peculiar "Diario". Naturalmente tenemos con pelos y señales, y no podría ser de otro modo tratándose de Montaigne, notas sobre los lugares que visita, sobre las costumbres locales, la gente que se encuentra, los monumentos, el trazado de las calles y caminos, el dinero que costaba llegar a tal o cual sitio o lo que importaba tal o cual mercancía... pero de ahí pasamos con frecuencia a lo que se comía en el viaje, lo que se bebía... y también al onmipresente tema de cuando bebía, cuanto orinaba, la frecuencia de sus deposiciones de heces y la aburrida retahila sobre los cólicos nefríticos que el pobre tuvo que padecer durante el mismo y el aspecto de las piedras que sus riñones arrojaban... con notas sobre el color y cantidad de sus orines entre otras...

Montaigne era consciente de que seguramente era el último viaje importante de su vida, da la impresión de que en él básicamente quería disfrutar de la vida, hacerlo con los ojos bien abiertos sin perder el menor detalle, ir de balneario en balneario y de cura en cura para su mal de riñón, que le llevaría a la tumba unos años después... no le interesaban aquí las disgresiones filosóficas de ninguna especie, estaba muy claro que este fue un trabajo que realizó para entretenerse durante el viaje a modo de divertimento y sin ninguna intención como he comentado de verlo publicado, lo dicho, aunque es interesante para sus lectores habituales de los Ensayos, se trata de una obra que no merece más comentario que el de constituir una mera curiosidad y que comprensiblemente decepcionó a muchos de los que adoraban su obra magna. La última parte me ha parecido aburrida, Michel da la impresión de sufrir mucho y de encontrar cada vez menos consuelo en la escritura.


Correspondencia.
Si el "Diario de viaje a Italia" es una obra posterior a los Ensayos, algo que el autor realizó como divertimento personal y en un momento en el que sentía que no tenía ya nada que añadir a lo ya escrito o demostrarle a nadie en la selección de la correspondencia tenemos justo lo contrario, son escritos anteriores a los Ensayos donde se tocan diversos temas en función de la persona a la que van dirigidas, memorable especialmente es una carta a su padre donde le cuenta con todo el detalle del que es capaz el suceso de la muerte de su amigo del alma, el poeta La Boetie, un suceso que le trastornaría y cambiaría para siempre, una muerte que no dejó de lamentar el resto de su vida. Son conmovedoras también las cartas en las que trata, seguramente con poco éxito, salvar la vida a tal o cual personaje en medio de la guerra, o simplemente llamar la atención sobre la obra de su amigo muerto con la finalidad de que sus versos no caigan en el olvido y honrar su memoria. Unas cartas que en definitiva nos hablan de la tremenda humanidad de su autor y de que personalidad bondadosa, compasiva y a la vez firme era algo que estaba muy lejos de constituir una pose.

Extras.
El libro concluye con una breve relación de efemérides redactada por el mismo Montaigne que comienza con el día del nacimiento de su padre y concluye con el nacimiento de su primer nieto.También a modo de curiosidad se ofrece la inscripción que hizo poner sobre la chimenea de su biblioteca y las que decoraban las vigas del techo de su biblioteca, inscripciones griegas y latinas con la correspondiente transcripción en castellano, una decoración sencilla y a la vez que instructiva porque las mismas fueron cuidadosamente escogidas. Hay también un pequeño plano de la biblioteca con la situación precisa de cada viga, de ahí que uno pueda hacerse a la idea de la situación exacta de cada inscripción de este santuario del saber y que todavía hoy se puede visitar.

No quiero abandonar la redacción de este comentario sin dejar de alabar el prólogo de Gonzalo Torné por su breve y acertada introducción a la obra de Montaigne: 

"... podríamos decir que la lectura de Montaigne nos aporta algo realmente estimable: compañía. Quizás la palabra esté en desuso, pero califica bien la experiencia de leer a Montaigne: encontraremos autores más intensos, un puñado de más imaginativos, pero me cuesta caer en la cuenta de otro escritor de quien, al leerlo, se desprenda una sensación parecida de cercanía, una proximidad inmaterial y desinteresada, la de una voz que se examina sin restricciones para que incrementemos nuestro conocimiento sobre la existencia humana, para nuestro provecho."

No podría decirlo mejor, un amigo y un hermano nos habla desde las páginas de los Ensayos cruzando el abismo de cuatro siglos con una facilidad que todavía hoy impresiona :-)


Lo mejor:  Un librito excepcional que hará las delicias de los aficionados a la obra del inmortal gascón, por su formato y sus añadidos constituye una compra inexcusable incluso en el caso de que se tengan ya la versión completa, ya sea esta la excelente de Cátedra inspirada en el manuscrito de Burdeos, o la impresionante edición de Acantilado, inspirada en la edición póstuma a cargo de su gran amiga Marie de Gournay. Ideal para llevar de viaje y releer una y otra vez.


Lo peor: Que no sea una edición completa sino una selección, seguramente para algunos demasiado "aligerada" y que Montaigne sea uno de esos escritores que o bien te apasionan, o los encuentras insufribles, siendo ambas opiniones completamente equivalentes... el mismo Michel hubiera encontrado más que razonable un rechazo a su persona y su obra y hubiera recibido la misma con una gran sonrisa y un encogimiento de hombros ¿bueno y qué? :-)

lunes, 6 de abril de 2015

Voltaire I


"La edad debilita el carácter; es un árbol que no produce más que algunos frutos degenerados, pero siempre son de la misma naturaleza; se cubre de nudos y de musgo, se agusana, pero siempre es una encina o un peral. Si se pudiera cambiar el carácter, si se lo diera uno a sí mismo, se llegaría a ser el amo de la naturaleza. ¿Es posible darse tal cosa? ¿No la recibimos totalmente? Probad a animar al indolente con actividad continuada, a congelar por la apatía el alma bulliciosa del impetuoso; a inspirar el gusto por la música o la poesía al que carece de gusto y oído: no conseguiréis mucho más que si pretendéis conceder la vista a un ciego de nacimiento."


Ficha: "Cartas filosóficas - Diccionario filosófico - Memorias", François Marie Arouet "Voltaire", editorial Gredos, 468 páginas, ISBN: 978 84 473 7714 5

Desde el mes de septiembre del año pasado la editorial Gredos viene inundando los kioskos de prensa con una serie de gruesos volúmenes dedicados a los que la historia oficial de la filosofía considera los más grandes filósofos de la historia, Platón, Aristóteles, Nietszche, Kant… etc, meses después añadió a esa colección otra de clásicos de la literatura grecolatina, pero esa es ya otra historia.

Tras acumular una veintena de gruesos tomos de filosofía me propuse comenzar ya de una vez a leerlos, pero ¿por cual primero?, me decidí por Voltaire por motivos estrictamente personales que no voy a dejar de comentar aquí
En mis ya lejanos años de estudiante en el bachillerato tuve la suerte de contar con un excelente profesor de francés en los últimos dos años, un buen hombre del que guardo muy grato recuerdo, este aparte de tratar de inculcarnos, con mejor o peor fortuna, la pasión que sentía por su asignatura trató también de acercarnos aunque fuese un poco a la cultura francesa, un día, no recuerdo a cuento de qué, nos recomendó que leyésemos a Voltaire, nos comentó como el gran pensador francés de la ilustración se había dado cuenta de que en la vida para escribir, y sobre todo hacerlo con independencia, había que poseer primero suficientes medios para vivir, no depender de lo que uno escribía y los caprichos de un mecenas particular sino tener ya el asunto económico resuelto. De ahí que se dedicó a sus negocios hasta amasar una importante cantidad de dinero… se compró entonces una propiedad en un pueblecito en la frontera entre Francia y Suiza con una parte de la misma en suelo francés y otra en territorio suizo, de forma que cuando sus escritos causaron la habitual conmoción y reacciones adversas, Voltaire era un provocador nato, pudiera refugiarse en uno u otro lado en función de quien lo persiguiera, si los católicos franceses o los calvinistas suizos… y como estos nunca se ponían de acuerdo al final la jugada le salió bien. Nos citó de paso una frase que él atribuyó a Voltaire “el hombre es la medida de todas las cosas” … aunque años después he sabido que no era original suya sino del sabio de la antigua Grecia Protágoras, aun así Voltaire y cualquiera de los sabios de la ilustración del dieciocho podrían perfectamente haberla hecho suya.
He tardado treinta años en seguir el consejo de mi antiguo profesor y la verdad es que aparte de eso tenía una deuda pendiente con Voltaire, tras haber leído ya a Meslier y Holbach, y tener a Kant, Diderot y Rousseau a punto para una incursión lectora no tenía más remedio que completar mis lecturas de los pensadores de ese portentoso siglo con Voltaire, el pensador que ejemplificó y simbolizó más que ningún otro la ilustración. 
Voltaire no es un personaje al que se pueda eludir mucho tiempo de una forma u otra, Michel Onfray mi más admirado filósofo francés de la actualidad lo cita de vez en cuando aunque no precisamente en sentido elogioso, de él y de otros critica la tibieza con la que se acercaron al tema del ateísmo por ejemplo, elogiando en cambio a Meslier, Holbach y otros… para Onfray Voltaire se quedó a medio camino, por un lado en sus escritos atacó duramente al fanatismo y dogmatismo religioso y en especial a la iglesia católica y al cristianismo en general, y sin embargo siempre se confesó creyente, en un dios al estilo del dios de Spinoza, una inteligencia omnipotente, eterna y creadora del mundo pero en modo alguno preocupada por asuntos humanos, un dios impersonal al que es por lo tanto inútil rezar y contra el que es completamente imposible blasfemar o halagar de ningún modo. 

No me cabe duda de que Voltaire era lector secreto del gran judío de Ámsterdam, sin duda alguna el escritor más maldito de todos los tiempos, al igual que casi todos los ilustrados franceses. Sin embargo estas medias tintas a la hora de declararse ateo es lo que critica Onfray, de forma bastante injusta a mi modo de ver, ya que una cosa es declararse hoy día ateo y otra muy diferente hacerlo en el siglo de las luces con todas las fuerzas fanáticas y reaccionarias en perpetua vigilancia. De hecho Meslier hizo su trabajo en secreto y este fue publicado solo tras su muerte de forma clandestina, Voltaire por ejemplo hizo una “selección” de su libro y una vez expurgado de sus aspectos más polémicos intentó publicarlo, y el barón de Holbach, ilustrado radical allá donde los haya, publicó toda su obra bajo pseudónimos con la suficiente habilidad para no llegar a ser descubierto. Era otra época sin duda, aun así en mi opinión, y esta es más que discutible por supuesto, creo que el deísmo de Voltaire era completamente sincero, y que como hombre práctico que era no dejaba de recomendar la religión para el pueblo, aunque él mismo renegara de la misma... una actitud en los límites de la más directa hipocresía pero también plena de sentido común si se tiene en cuenta la época en la que escribió. También es cierto que aunque no le importaba provocar y granjearse  enemigos todo tenía un límite.
Sea como fuere y tras décadas y décadas de ser un escritor ignorado en nuestro país, su obra entera fue condenada por la iglesia, desde los trabajos más provocadores hasta los poemas y obras de teatro más inocentes… en Francia tuvieron su revolución que cambió las cosas hasta cierto punto, pero en España nunca tuvimos esa suerte, de ahí que hasta fechas increíblemente recientes, prácticamente ya metidos en democracia, no hemos podido tener traducciones y trabajos de Voltaire en suficiente número y calidad, salvo que uno supiera francés claro, como mi afortunado ex profesor.
Los libros publicados por Gredos en esta colección aparte del valor intrínseco de proporcionarnos algunas de las obras más brillantes de los mejores pensadores de todos los tiempos traen un trabajo introductorio a cargo de algunos de los mejores autores de filosofía de nuestro país, unos pequeños ensayos que en ocasiones superan las cien páginas y que solo por sí mismos justificarían la adquisición de cualquiera de los volúmenes publicados. El tomo dedicado a Voltaire no es una excepción y trae un estudio de Martí Dominguez y un prólogo de Fernando Sabater. El estudio es realmente bueno y poco menos que perfecto como guía para adentrarnos en el mundo volteriano, me ha gustado mucho su equilibrio entre los datos biográficos y aquellos relacionados con su obra, algunos quizás echarán de menos más apuntes sobre la vida del gran pensador francés, y es verdad que sobre todo en los primeros años de su vida, su periodo de formación quizás se echen en falta más datos personales, sin embargo estos abundan en cuanto se relaciona su obra, bastante voluminosa, y también en los “porqués” … Voltaire era un hombre que nunca gozó de buena salud y al que sus ideas trajeron no pocos problemas, la prudencia no fue durante la mayor parte de su vida una de sus cualidades y se buscó multitud de enemigos. 
Sin embargo su musa, su impulso creador era demasiado fuerte, podía haber llevado una vida cómoda y tranquila, pero su ansia de escribir y pasar a la inmortalidad por sus poemas, obras de teatro y escritos era demasiado grande. Ese apremio constante de escribir y escribir como si cada día fuera el último es el que le sostuvo durante toda su vida, una vida consagrada a la actividad, negocios y asuntos personales por un lado, obra literaria por otro, con un tremendo caudal de correspondencia, probablemente no hubo otro escritor en su siglo que cultivase más el género epistolar y será bastante dudoso que los lectores en castellano tengamos alguna vez la alegría de disfrutar de su obra completa. En definitiva escribió como si la vida le fuera en ello, como un poseso, y en una época donde todo se escribía a mano con pluma y tinta.
Aunque ha pasado a la historia fundamentalmente por sus cuentos filosóficos, especialmente por “Cándido”, considerado por todos su obra maestra, algo que sin duda le hubiera sorprendido en vida ya que sus principales esfuerzos estuvieron siempre centrados en la poesía y sobre todo el teatro, en este primer volumen de Gredos se recoge una selección de sus “Cartas filosóficas”, otra de su “Diccionario filosófico” y una obra menor titulada “Memorias”. Tres muestras de su talento pero indudablemente de inferior rango en el conjunto de su obra.
En “Cartas filosóficas” Voltaire principalmente habla de temas relacionados con Inglaterra, a ese país marchó tras unos asuntos bastante turbios en Francia, sus tempestuosas relaciones con algunos nobles y autores locales terminaron mal, un día unos matones le propinaron una paliza por encargo de un noble al que había ofendido en uno de sus escritos, en su ansia de venganza se topó con la policía y dio con sus huesos en la cárcel durante una temporada, harto ya del ambiente hostil que encontraba en su patria, y que él no hacía más que azuzar como el que intenta apagar fuego con gasolina, cruzó el Canal de la Mancha y se estableció durante unos años en el país vecino, allí encontró un ambiente muy diferente, quizás demasiado indiferente hacia su persona y su obra, pero que le enriqueció notablemente, aprendió el idioma inglés y trabó conocimiento de la filosofía de algunos filósofos ingleses, Locke especialmente, al que admiró profundamente y cuya obra intentó luego después divulgar. La obra de Newton también le impactó y no dejó de alabar al genio inglés y de sentir admiración por el trato dispensado en Inglaterra a los genios y hombres de talento, en contraposición a la difícil vida que en ocasiones sufrían los grandes hombres en su patria.
Aunque no faltan sutiles críticas y la mordaz ironía típica de su estilo Voltaire deja muy claro en sus cartas la admiración y la sana envidia que le proporcionaba Inglaterra, un país que tras una serie de guerras civiles y revoluciones había sabido conducir el gobierno hacia algo mejor, donde un rey tenía limitadas sus funciones “manos libres para hacer el bien y manos atadas para hacer el mal”… un gran contraste en relación con los tiranos ilustrados franceses de su tiempo. Cartas sobre los cuáqueros, sobre la obra de Newton, sobre los trabajos de Locke, alabanzas al sistema económico liberal inglés… y finalmente una serie de comentarios ácidos e inmisericordes sobre, aunque no exentos de elogios, sobre dos de los grandes filósofos franceses del siglo anterior, Descartes y Pascal. 
Sobre el primero aunque enunciará con todo lujo de detalles las partes de su pensamiento a las que considera totalmente equivocadas no dejará sin embargo de elogiarle por haber abierto el camino a la filosofía moderna. Sobre el segundo no será tan magnánimo y en una serie de largas cartas verterá mordaces y fuertes críticas comentando algunos párrafos de sus famosos “Pensamientos”, ante todo se puede observar como las críticas van en dos sentidos, primeramente critica las contradicciones y la ligereza con la que en ocasiones se muestra Pascal, algo por un lado de sentido común pero por otro un poco injusto ya que es una obra que el mismo Pascal no revisó ni publicó en vida, que escribió seguramente a “vuelo de pluma” en notas dispersas y que nunca hubiera publicado en la forma en la que finalmente llegó hasta nosotros. Y en segundo lugar le critica su fanatismo religioso, su integrismo cristiano, algo que evidentemente Voltaire no podía dejar de señalar y atacar. Sea como fuere y aunque en la mayoría de las ocasiones da en la diana con sus críticas en modo alguno, en mi opinión, consigue que el gran científico, matemático y místico del siglo diecisiete termine cayendo mal al lector, si acaso uno puede compadecerle, e incluso llega a caer simpático
La crítica a la religión será la gran protagonista de su “Diccionario filosófico”, ataques a la idea del alma y al idealismo inmaterial que impregnaba el pensamiento teológico y filosófico de la época, desde una perspectiva empírica y material que sin duda bebía abundantemente de los autores ingleses y de otros pensadores “radicales” de la época, burlas también al sacramento del bautismo, al dogmatismo religioso, a la inquisición… Voltaire se despacha a gusto usando sus principales armas, la ironía, el sarcasmo y sobre todo un estilo ágil, breve y conciso que destila inteligencia y vivacidad por los cuatro costados, en él nunca hay nada aburrido, denso, oscuro o repetitivo.
Finalmente en sus "Memorias" ajustará cuentas con el rey de Prusia Federico II "El grande", a cuya corte acudió cuando hastiado de sus conflictos en París y tentado por las proposiciones del monarca alemán pensó que allí podría encontrar el lugar que sistemáticamente se le negaba en Francia. No tardaría mucho en darse cuenta del carácter despótico y falso del prusiano y tras una accidentada estancia en una corte repleta de aduladores y bufones consiguió a duras penas escapar de sus garras quedando lo bastante traumatizado como para buscar con bastante fortuna un refugio en la frontera franco-suiza que terminó convirtiendo en su paraíso particular. A salvo ya de las intrigas palaciegas de uno y otro país se tomó cumplida venganza en esta obra, de la que la presente edición solo selecciona una parte, aunque no vería su publicación en vida. El Voltaire más irónico y mordaz se asoma en sus páginas poniendo una y otra vez en ridículo a los grandes personajes de la política europea.
Lo mejor: Una buena muestra de lo que podemos encontrar en la obra del gran escritor francés de la Ilustración y un excelente punto de partida para conocer más a fondo su obra. Sin duda uno de los filósofos más fáciles de leer y entender, no uno de los más grandes en cuanto a ideas o aportaciones originales, pero sí en cambio en cuanto estilo y amenidad. 
Lo peor: Que solamente sea un aperitivo y una selección, me hubiera gustado una edición más ambiciosa de la obra del gran escritor francés. Aunque en un segundo tomo se completa con algunos de sus más célebres cuentos y alguna obra menor me sigue sabiendo a poco.

Fábulas de Esopo


"Un grajo, al ver en un palomar unas palomas bien nutridas, tras blanquearse él mismo, fue a participar de su comida. Ellas, mientras estuvo callado, lo admitieron creyendo que era una paloma. Pero cuando en un momento determinado se olvidó y dio un graznido, las palomas, como no conocían su voz, lo echaron. Y perdiendo la comida que allí encontraba, tuvo que regresar con los grajos, pero éstos que no le reconocieron por culpa de su color, lo expulsaron también de su comunidad. Y así, por buscar dos sitios donde pillar lo que quería, no logró ninguno." 

Ficha: "Fábulas de Esopo", Editorial Gredos, 400 páginas, ISBN: 978 84 473 7828 9

Esta lectura fue fruto de una debilidad, suelo husmear como buitre por los kioskos de prensa en busca de novedades y cosas interesantes en materia de libros, las revistas salvo notables excepciones me interesan bien poco, de ahí que me llevé una grata sorpresa cuando encontré este simpático librito publicado por Gredos en su colección de clásicos de la literatura grecolatina, ¿existe alguien que no haya oído hablar de las fábulas de Esopo?, su tamaño y su cuidada factura lo convertían en un bocado demasiado apetecible. Tengo que decir que su lectura ha sido de lo más agradable.
Ya he comentado alguna vez aquí la frase de Schopenhauer que rezaba “leer a los clásicos es como abrir una ventana y dejar que entre aire fresco”. Si, los clásicos, esos libros que todo el mundo cita y que casi nadie lee, los clásicos, esos libros generalmente condenados a permanecer en las estanterías criando polvo y de los que a uno le gusta decir que los tiene como si ello significara lo mismo que “los he leído”.
El libro contiene una recopilación de todas las fábulas conocidas de este oscuro personaje de la Grecia clásica del siglo IV antes de Cristo, su origen se pierde en el tiempo y se mezcla con la leyenda, lo que está claro es que gozaron en la antigüedad, y sobre todo en la Edad Media, de una gran popularidad, tanto que muchos de sus breves cuentos denominados fábulas han llegado hasta nosotros y forman parte del acervo literario universal.

Aparte de las fábulas de Esopo y de un estudio filológico sobre su origen, que encuentro bastante aburrido, técnico y que no me avergüenzo decir que no me he leído en su totalidad, tenemos también dos “extras”, las fábulas de Esopo recogidas en una época muy posterior, en el siglo tres de nuestra era, por un tal “Babrio”, personaje no menos oscuro que el autor griego, y que aumenta y enriquece el legado de Esopo añadiendo quizás más elementos literarios, más trabajo en la redacción de las mismas. Las suyas son en general algo más largas y elaboradas… eso sí, sin pasarse ya que estamos hablando de relatos sumamente esquemáticos, y otra obra, esta verdaderamente divertida y deliciosa denominada “Vida de Esopo”, una obra popular de la Grecia clásica de autor desconocido en la que se nos relata una supuesta vida del personaje autor de las fábulas, ello con una gracia y un desparpajo digno de el mejor Aristófanes, no oculto que me ha hecho reír en más de una ocasión con sus procacidades y tremendo humor de trazo bien grueso, al gusto griego… y bastante actual por suerte o desgracia ;-)
Fábulas, relatos sumamente breves protagonizados generalmente por animales “humanizados” que ejemplifican caracteres por aquel entonces y ahora muy admitidos, el león, rey de los animales como símbolo de fuerza y fiereza, el lobo símbolo de ferocidad, el zorro símbolo de la astucia, el ratón o el escarabajo símbolos de lo insignificante y humilde, el perro como símbolo de la fidelidad, el burro como símbolo de la testarudez y torpeza, el cuervo como símbolo de la estupidez, el águila como símbolo de poder… los mensajes son variados pero se pueden agrupar por temas, básicamente son llamamientos a la prudencia, a no querer forzar al destino, valoran más la inteligencia y la astucia que la fuerza bruta, reflejan en ocasiones la bondad pero mucho más la maldad humana y dan ejemplo de escarmientos, muchas veces de forma brutal pero por ello mismo con notable fuerza didáctica. Su brevedad incita a recordarlas de memoria, a fijarlas en la memoria y tenerlas como sabias enseñanzas:

La fábula de la gallina de los huevos de oro nos pone en guardia contra la avaricia, la del cuervo con el queso y la zorra a desconfiar de los que nos alaban, la del sol y el viento que competían para quitarle la capa a un viajero ensalza la habilidad por encima de la fuerza bruta, la del león y el ratón nos muestra que no hay que despreciar a los humildes porque en las vueltas que da la vida podemos necesitar la ayuda de quien menos lo esperamos, la del escarabajo y el águila nos muestra que no hay enemigo pequeño, la de la liebre y la tortuga que la diligencia y el esfuerzo terminan siempre derrotando al talento cuando este no va acompañado del trabajo, la de las comadrejas y los ratones que aquellos que intentan elevarse sobre su humilde condición son los primeros en sufrir la ira de los más fuertes, la del avaro que ocultaba oro en su casa nos habla de la estupidez de no disfrutar de la riqueza en vida, la de la cigarra y la hormiga nos habla en cambio de la virtud del ahorro…


En fin, una lectura sencilla y sumamente breve, muchas de las fábulas cabrían perfectamente en un breve párrafo de esos que se transmiten en twitter, la temática es muy repetitiva, nos encontramos no solamente repeticiones en Esopo sino también en la recopilación de Babrio, ideales para ser transcritas a mano para los niños o para las personas que aprenden un idioma por su extrema simplicidad, ando ya buscando una edición en inglés, y poco más. Vuelvo a destacar la divertida historia de la vida de Esopo, una historia recientemente vertida al castellano y que hubiera merecido mucha más suerte en forma de obra teatral, película o novela porque es divertida de veras.
"Un avaro convirtió en dinero toda su hacienda y lo invirtió en un lingote de oro, lo escondió en una pared y se pasaba la vida yendo continuamente a vigilarlo. Uno de los obreros del lugar observó sus idas y venidas y sospechó la verdad, salió y le quitó el tesoro. El avaro cuando volvió, encontró vacío el escondrijo, lloraba y se mesaba los cabellos. Alguien que le vio dolerse tanto y preguntó el por qué, le dijo -No te aflijas, compañero, coge una piedra, ponla en el mismo sitio y piensa que tienes allí el tesoro, porque cuando lo tenías no te serviste de él-"


Lo mejor: La fábula grecolatina ha sido el germen de multitud de ideas en la literatura de occidente, es curioso ver como aunque las formas cambian, la esencia de muchos relatos y "moralinas" se mantiene iguales, simplemente son enseñanzas que no tienen fecha de caducidad mientras la naturaleza humana siga siendo la misma. El largo cuento "Vida de Esopo" ha sido todo un descubrimiento y por sí solo justifica la adquisición de este delicioso libro.

Lo peor: Aunque por riqueza de ideas no creo que exista en la historia de la literatura ninguna recopilación semejante, la extrema simplicidad de las fábulas primitivas atribuidas a Esopo hace que su valor literario sea bastante "flojo", eso sí, como fuente de ideas para cuentos y obras más ambiciosas es muy interesante.