sábado, 20 de diciembre de 2014

Diario 1.887-1910


"No hay que creer que la pereza sea estéril. Se vive en ella intensamente, como una liebre alerta. Nadamos en ella como en el agua, pero sentimos el roce de las hierbas del remordimiento."

"A los jóvenes. Os voy a enseñar una verdad que quizá os resulte desagradable, porque vosotros siempre esperáis cosas nuevas. Esta verdad es que no envejecemos. Con el corazón, está claro: ya se sabía, por lo menos en cuanto al amor. Pues bien: con el espíritu sucede lo mismo. Permanece siempre joven. Uno no comprende la vida a los cuarenta años mejor que a los veinte, pero lo sabe y lo confiesa. Eso es juventud."


Ficha: "Diario 1887-1910", Jules Renard, editorial Debolsillo, 300 páginas, ISBN: 978 84 8346 708 4

Su inclusión en la lista de escritores recomendados por Alberto Domínguez en su interesante libro "Cioran. Manual de antiayuda", fue lo que me impulsó a conocer a este escritor francés, uno de los más importantes de su época, finales del siglo XIX, un periodo excepcionalmente fértil en lo que a literatura se refiere dominado por la corriente del realismo literario. En esa corriente artística habría que encuadrar a un Jules Renard que trató de buscar fortuna en todos los géneros, novela, teatro, poesía... además escribió numerosos artículos de crítica de novela y teatro para diferentes publicaciones siendo uno de los fundadores de la revista literaria "Mercure de France" en su reaparición en 1.890.

A los 23 años Renard comenzó a escribir la que sería su obra más ambiciosa, su diario, publicado póstumamente en 1.925, el diario, definido por el autor como  "cartas a mí mismo que os permito leer", constituía sin lugar a dudas una especie de válvula de escape, una forma de exorcizar sus demonios personales y alejar el terrorífico fantasma del bloqueo del escritor. La versión que he leído es la selección y edición de Josep Massot e Ignacio Vidal-Foch, una versión reducida de la ya de por sí "expurgada" que ha llegado a nosotros. Tal y como los editores recogen en la introducción del mismo, la viuda de Renard, Marie Morneau, censuró buena parte de los mismos, aparte de realizar otras acciones más drásticas como la eliminación física de tres mil doscientas cartas de las más de cuatro mil que guardaba el escritor... todo con la sana intención de evitar perjuicios y ofensas a terceros, y es que Renard era implacable cuando escribía con libertad.


El libro ha supuesto una pequeña decepción para mí, seguramente causada por haberme hecho demasiadas expectativas, es verdad que en el mismo hay abundantes destellos de ingenio, de momentos en los que el escritor lanza punzantes dardos sobre sus contemporáneos, sobre la vida en general y muy especialmente contra sí mismo... pero no es menos cierto que la mayor parte del diario está ocupado por observaciones sobre el mundo literario de su época, donde sus colegas del mundillo de las letras, dramaturgos, editores, actores etc. son constantemente ridiculizados. En ocasiones nos vamos a encontrar frases sueltas, dispersas, que sin la correspondiente referencia no terminan de cobrar sentido. En fin, salvo excepciones nada del otro mundo. 

Quizás sea cuestión de gustos, pero no me ha parecido para nada un escritor tan genial como me lo pintan, aunque sí desde luego que hay en él fugaces destellos de genio, especialmente cuando escribe máximas y sentencias cortas... no me extraña que muchas de las mismas terminasen al final, ironías del destino, impresas en calendarios, dudo mucho que a Renard le hubiera gustado.

"La mujer, con sus piernas abiertas como tijeras, corta la gavilla de nuestros deseos"
"Que no te engañen los rostros altivos y silenciosos: son tímidos"
"En mí, la necesidad casi incesante de hablar mal de los demás, y una gran indiferencia por hacérselo". 
"Avaro, pero muy cortés. Cuando un mendigo se quita la gorra para tendérsela, él responde con una profunda reverencia"

Hay un sentimiento durante toda la obra, al menos en la selección escogida por los editores, presente de principio hasta casi el fin... el ansia de gloria, de reconocimiento, de triunfar en el mundo de las letras, de ver sus novelas vendidas en cantidades masivas y saborear el triunfo como dramaturgo, y sobre todo obtener el reconocimiento público a través de las condecoraciones, estuvo obsesionado por la "Legión de honor" por ejemplo, y sobre todo con la remuneración que la fama conllevaba, casado y con dos hijos, no sufrió graves penurias económicas pero tampoco terminó de vivir nunca con desahogo. Esta obsesión con la fama y el reconocimiento literario, a ser posible en vida y debidamente remunerado, contrasta con sus pensamientos íntimos donde se critica duramente y se considera un escritor fracasado y sin talento. 

"No serás nada, Llora, grita, agárrate la cabeza con las dos manos, espera, desespera, reanuda la tarea, empuja la roca. No serás nada"

Dicen en ajedrez que solo un fuerte jugador sabe cuan débil es su juego, se podría decir en contrapartida que solamente un escritor de talento sabe hasta qué punto su arte con las palabras es limitado y mediocre. Renard era muy consciente de su inferioridad respecto a los grandes de su siglo:

"Si vinieras a besarme mientras estoy leyendo un soneto de Baudelaire, sería capaz de no interrumpir la lectura; y si me anunciaran la muerte de mi padre entre dos estrofas de Hugo, diría -espere-".

En su diario como es de esperar hay un poco de todo, referencias a su familia: se muestra la indiferencia y el resentimiento que le provocaban su madre, a la que nunca quiso, la admiración hacia su padre, su referente en lo personal aunque siempre le reprochó su indiferencia hacia su obra, y a quien terminó admirando sinceramente a través del acto de su suicidio, que Renard consideró siempre un acto de valor que él estaría obligado a emular si llegaba a vivir en sus mismas condiciones... algo que no pudo hacer al final. Y también alguna referencia a la educación de sus hijos y alguna muestra conmovedora de cariño hacia su esposa.

"Mamá se podría pasar horas charlando con una niña, con un gato: con un ronroneo de respuesta se conforma. No miente: inventa. Se lo inventa todo con una facilidad insignificante, incluso sus sueños. No se puede decir que robe: ella desplaza. Cuando sabe que estás buscando un dado, lo esconde. No lo devuelve enseguida: deja que lo busques. No son hurtos de persona adulta; son pequeños robos de urraca"

"¡No! No nos había prevenido. Solíamos hablar de la muerte, pero no de la suya. Habríamos necesitado virtudes de los antiguos romanos. Él quizá las tenía. Pero nosotros no. Sería un culpable y un necio si no supiera sacar de esta muerte la hermosa lección que nos da. No se puede llorar y pensar a la vez, porque cada pensamiento absorbe una lágrima."

"A veces, cuando mira a sus hijos, parece tan cerca de ellos que se diría que son dos ramas suyas. A través de sus ojos se ve su corazón, un corazón rosado. Es el sol. En el fondo de sus ojos, en la retina, ¿habrá un espejo, un rinconcito no velado por la ternura, donde mi imagen no es buena?... Tengo a Marinette: ya no tengo derecho a nada."

Pero por encima de todo el diario está ocupado por impresiones sobre su obra y sus colegas literatos, a los que en general no deseaba mejor suerte que la suya pues como bien expresa en algún lugar de su diario un triunfo artístico completo requiere no solo un éxito personal sino un fracaso de los demás. También expresa su aproximación a las ideas socialistas, llegaría a ocupar la alcaldía de su pueblo representando a este partido, su rechazo a la religiosidad... hay unas cuantas líneas encendidas en el diario donde critica la "beatería", también expresa su menosprecio por diferentes artes como la pintura y la música, que no acierta a comprender y valorar. Y por encima de todo carga contra las convenciones sociales y el mundo teatral en el que vive, dentro y fuera del escenario, hacia el final de su vida solamente la vida retirada en el campo y la naturaleza parecían reconfortarle un poco, hastiado de todo llegó un punto en el que hasta la lectura, especialmente la de sus contemporáneos, dejó de interesarle. 

"No tengo prisa por ver la sociedad futura: la nuestra es buena para el escritor. Con sus injusticias, sus vicios y su estupidez, alimenta la observación literaria. Cuanto mejores sean los hombres, más insulsos"


Lo mejor: Su sinceridad, su ingenio e ironía a la hora de retratar personajes y mostrar de forma ácida y despiadada la ridiculez, las contradicciones, la fragilidad y lo pretencioso de la naturaleza humana. Hay entradas en el diario en verdad memorables, como la del 1 de enero de 1.895 donde hace un maravilloso examen de conciencia que habría que leer y releer una y otra vez, o como la bellísima, e irónica, del 31 de julio de 1.889, todo un alegato en pos de la vida contemplativa y su imposibilidad en el mundo moderno. En fin, un escritor al que todavía da gusto leer a pesar del tiempo transcurrido y cuyos mordaces pensamientos y reflexiones acerca del alma humana difícilmente pasarán de moda, estoy seguro de que cualquier lector se verá en más de una ocasión retratado en ellos.

"Yo no diré, como Jean-Jaques Rousseau: -No estoy hecho como nadie que haya conocido; me atrevo a creer que no estoy hecho como nadie que haya existido antes- . ¡No, no! Estoy hecho como todo el mundo, y si consigo verme en mi espejo sólidamente colgado, veré a la humanidad casi entera".

"Qué cómodos son los entierros. Se puede ser huraño con la gente: lo toman por tristeza"

Lo peor: Aparte de algunos destellos indudables de ingenio y de alguna entrada memorable como las ya mencionadas el diario en general está ocupado en su mayor parte por comentarios sobre reuniones y conversaciones con sus colegas literarios y no siempre se explica el contexto lo suficiente o tienen interés, salvo para los estudiantes de filología y literatura francesa. En fin, abundan la paja y fragmentos que me han resultado aburridos y repetitivos, completamente disculpable en una obra como esta donde el autor escribió con total y plena libertad sin pensar en nadie más que en sí mismo y que sin duda debió de constituir todo un consuelo en una vida forzosamente llena de ataduras y convencionalismos que despreciaba profundamente.


miércoles, 17 de diciembre de 2014

Reflejos del Edén






"Nuestro exilio del Edén nos permite reflexionar. Nos permite hacer una reflexión sobre nuestros orígenes y nuestras relaciones con otras criaturas, sobre el bien y el mal y, en último término, sobre la posibilidad de que estemos provocando nuestra propia extinción. Nuestros inocentes parientes póngidos, que no han abandonado nunca el Paraíso, no tienen que cargar con este conocimiento y con la responsabilidad que conlleva. Al asomarnos a los ojos serenos y atentos de un orangután vemos, como a través de una serie de espejos, no solo la imagen de nuestra propia creación, sino también un reflejo de nuestra alma y un Edén que una vez fue nuestro. Y de vez en cuando, fugazmente, durante un nanosegundo apenas, pero con una intensidad cuya profundidad conmueve, reconocemos que no hay separación entre nosotros y la naturaleza. Y se nos permite ver los ojos de Dios"


Ficha:  "Reflejos del Edén", Biruté Marija Filomena Galdikas, editorial Pepitas de calabaza, 644 páginas, ISBN: 9788415862031

Existe un tipo bastante raro de personas que parece que vienen al mundo con una misión, desde muy jóvenes tienen muy claro lo que quieren ser en la vida y enfocan todos sus esfuerzos en esa dirección, poseen además una fuerza de voluntad inquebrantable y una enorme fe y confianza en sí mismas, no importa los retos que tengan que afrontar, nunca se rinden, y superan obstáculos que parecen imposibles para la gran mayoría.

Biruté M.F. Galdikas pertenece sin duda alguna a ese tipo humano, enfocado además para mayor gloria de la humanidad a un noble objetivo, el estudio y la preservación de los orangutanes de Borneo y su medio natural. A finales de los sesenta Biruté era una estudiante canadiense, de padres lituanos, que se encontraba en la Universidad de California terminando sus estudios de antropología donde conoció al célebre investigador, arqueólogo y paleoantropólogo Louis Leakey. Biruté estaba obsesionada con la investigación de los grandes primates en su medio natural, por aquel entonces Leakey había ya apadrinado en 1.960 a la británica Jane Goodall, que trabajó primero para él como secretaria, en sus investigaciones de campo sobre chimpancés en su entorno salvaje, posteriormente en 1.963 Leakey haría lo mismo con la norteamericana Dian Fossey aunque esta se centraría en el estudio de los gorilas... quedaba una tercera especie de grandes primates por estudiar, los orangutanes, ese era por aquel entonces el sueño de Biruté, convertirse en una nueva Jane Goodall, investigadora a la que admiraba profundamente.

Leakey que demostró tener un ojo excepcional para calibrar el talento y las cualidades humanas necesarias para investigaciones de este tipo con grandes primates, nunca tuvo la menor duda de que debía apoyar a aquella terca estudiante, algo debió de ver en ella sin duda para darse cuenta de que con Biruté se podía completar el estudio sobre los grandes simios, algo que Leakey consideraba fundamental para comprender mejor también de paso los inicios de la evolución humana, el que era específicamente su campo. 

A pesar del decidido apoyo del científico británico a la que con el tiempo se convertiría en el tercer "ángel de Leakey" el camino no fue fácil y tuvieron que transcurrir más de dos años para que finalmente una exhultante Biruté Galdikas, acompañada de su marido Rod Brindamour al que había conocido en la universidad, pusieran el pie en la isla de Borneo, Kalimantan en indonesio, y se encaminaron hacia el que durante años sería su base, el que bautizaron como "campo Leakey" en honor a su mentor, situado en el parque natural de Tanjung Puting.

Los viajeros que hoy visitan Borneo, la tercera isla más grande del mundo tras Groenlandia y Nueva Guinea, con una superficie superior a la suma de la Península Ibérica y Grecia, se encontrarán con un país muy diferente al que llegaron Biruté y Rod en 1.971. La isla por aquel entonces estaba cubierta en su mayor parte por un denso bosque tropical, solo su parte costera estaba habitada, estando casi todo el interior prácticamente vacío de presencia humana a excepción de unas pocas aldeas diseminadas de la etnia nativa insular, los dayakos, que por aquel entonces estaban siendo desplazados por colonos procedentes de otras islas más pobladas... proceso que continuaría posteriormente y que unido a la masiva deforestación, la mayor de los tiempos modernos con proporciones incluso más grandes que la sufrida por la selva amazónica, junto con la construcción de carreteras, nuevos asentamientos humanos y plantación de campos de cultivo configuran el Kalimantan de hoy en día.


Nada que ver con aquella selva impenetrable surcada de cenagosas vías fluviales que constituían el único medio de comunicación con el interior. Si uno mira el mapa y localiza el campamento Leakey verá que la población más cercana, Kumai, está a pocos kilómetros río abajo... sin embargo a efectos prácticos los intrépidos investigadores estaban casi abandonados a su suerte en medio de la jungla. El libro es prolijo en detalles de la vida cotidiana en el campamento, las incursiones por la jungla en busca de orangutanes, la onmipresente lluvia, los insectos, los caminos por la foresta embarrados y encharcados plagados de sanguijuelas, los mosquitos y la malaria... unas condiciones de vida que hacían que un simple y rústico lecho seco junto a una palangana y un balde con agua fresca parecieran el no va más del confort.

Definitivamente, había que tener mucho valor... unos ovarios/testículos como huevos de avestruz para afrontar el reto de vivir, no ya durante días, semanas o meses... sino de años, en un lugar como este. Añadamos los interminables trámites burocráticos, la necesidad imperiosa de aprender la lengua indonesia, la lucha denodada contra las compañías madereras y por velar que se cumpliera la ley, la inevitable soledad y aislamiento... el intento continuado de salvar no solamente a los orangutanes sino sobre todo de salvar su entorno natural, la convivencia con los mismos en el campamento, que se fue llenando paulatinamente de "refugiados" liberados del cautiverio.

El libro escrito y publicado por Biruté en 1.994 resume sus 23 años, en aquel entonces, de experiencia en el estudio y la observación de los orangutanes y su denodada lucha personal a favor de la conservación de la selva tropical. Toda una epopeya que el libro relata hasta en sus más mínimos e íntimos detalles. A pesar de todos los elementos propios de una aventura y donde sería muy sencillo convertirse en protagonista absoluto Biruté nunca olvida el objetivo principal, el estudio de estos enigmáticos primates. Ellos serán, más que su labor de investigación, más que su lucha heroica, los protagonistas.


En 1.971 los orangutanes eran un misterio, era ya conocida su gran inteligencia, característica que comparten con los chimpancés, nuestros ancestros zoológicos más próximos y los gorilas... sin embargo había algo que no cuadraba en la ecuación. Chimpancés y gorilas son simios muy sociables que viven organizados en clanes, la compleja iteración social era por aquel entonces, y creo que también ahora, la explicación más plausible sobre el porqué de su gran inteligencia... sin embargo los orangutanes son simios solitarios, los machos son agresivos, solitarios y territoriales, los jóvenes inmaduros también viven la mayor parte del tiempo en soledad, y las hembras con sus crías también viajan solos por la selva. Hay contacto entre sus miembros, de otra forma no existirían, pero siempre de forma ocasional... y sin embargo no parecen mucho menos inteligentes que sus primos chimpancés y gorilas. Cuando Biruté llegó a Borneo nadie había podido observar a los orangutanes en libertad durante mucho tiempo, estudios puntuales, instantáneas... un puzzle al que le faltaban la mayoría de las piezas era todo lo que se poseía. La valerosa investigadora ayudada en los primeros años por su no menos esforzado y valiente marido, desvelaron tras décadas de observación el misterio de la  inteligencia del gran simio pelirrojo, unas sorprendentes conclusiones que se servirán al lector como la guinda de un pastel al final del libro.

Capítulo a capítulo, el magnífico libro editado por "Pepitas de calabaza", una editorial con menos proyección que un Cinexín según reza en su web, nos hace partícipes de su aventura personal y científica, con más de seiscientas páginas llenas en ocasiones de una gran intensidad y dramatismo, capítulos enteros dedicados a un simio o grupo de simios en particular y los pormenores de su observación y la relación con la investigadora, como poco a poco la "humanidad" de estos animales va penetrando y calando en la psicología de la antropóloga canadiense y esta va implicándose más y más a título personal. Son conmovedores los fragmentos del libro dedicados al cuidado de los orangutanes en el campamento, como tuvo que hacer de "madre" para muchos de ellos y cargar con los simios a todas partes... uno se pregunta donde está el límite de la paciencia de esta gran mujer, de este ser extraordinario digno de subir a los altares o de ser beatificado, si su causa, que no su entrega y espíritu de sacrificio, hubiera sido otra.



Mención aparte merece su homenaje a su querida Dian Fossey, archiconocida gracias al film "Gorilas en la niebla" y su lucha por la preservación de los gorilas de montaña, el reconocimiento al papel del gran Louis Leakey, sin el cual le hubiera sido mucho más difícil poner un pie en aquella isla, y por supuesto a Jane Goodman, verdadera pionera en los estudios de campo de los grandes simios. Biruté es mucho menos conocida que estas otras investigadoras y este libro, y su secuela en forma de documental protagonizado entre otros por la propia Galdikas, "Born be wild", en cierta forma hacen justicia a su figura y su trabajo.
Lo mejor: Un libro excelente donde resuena de forma incesante un amor y una pasión por la naturaleza fuera de lo común, y donde además se nos hace partícipes de los problemas que conlleva su conservación de una forma completamente realista. Es un libro por otra parte con múltiples niveles, el relato de una epopeya humana, una historia personal, la problemática del estudio de los grandes simios en su hábitat natural, la filosofía de la investigación de campo y los límites de la intervención humana, las conclusiones de un estudio de décadas de obstinado y difícil seguimiento de unos animales extremadamente difíciles de observar, la implicación emocional al convivir cada día con unos animales complejos y fascinantes... estoy seguro que ningún lector aficionado a estos temas quedará decepcionado.


Lo peor: Llevada por su pasión por la investigación Biruté en ocasiones describirá con tal lujo de detalles y de forma tan pausada sus vivencias en la selva con los orangutanes que en alguna que otra vez se nos escapará un bostezo... tengo la sensación de que al libro le sobraban más de cien páginas, siendo generoso, aunque también es verdad que en sus dos últimos y maravillosos capítulos es fácil tener también la sensación de que el tedio bien valió la pena, al menos así lo he vivido yo ;-).


martes, 2 de diciembre de 2014

El silencio de los animales



Ficha: "El silencio de los animales", John N. Gray, editorial Sexto Piso, 177 páginas, ISBN: 978 84 15601 35 7

En el último capítulo de su excelente ensayo "Perros de paja", J. Gray tras dedicarse a intentar arrasar los fundamentos de cualquier tipo de creencia, no solamente ya en el dios de la religión, sino también en las ideas de progreso humano, moralidad, fe en la ciencia etc etc y en definitiva cualquier característica "humana" que pueda diferenciarnos del resto de los animales llega a un punto final donde ya solo le resta exponer su conclusión, un vistazo al paisaje tras la batalla... un "bueno, ¿y ahora que?", que se resume en una defensa de la vida comtemplativa, así de simple. 

"La contemplación no es la calma deseada de los místicos, sino la rendición voluntaria a momentos que nunca se repetirán. Cuando renunciamos a esas ansias nuestras tan humanas, damos la espalda a lo mortal. Los verdaderos objetos de contemplación no son las esperanzas morales ni los sueños místicos, sino los hechos sin fundamento...    Los demás animales no necesitan propósito alguno en su vida. Siendo, como es, una contradicción para sí mismo, el animal humano no puede vivir sin uno. ¿Tan inconcebible nos resulta que el objetivo de la vida sea sencillamente ver?."

En esta obra, publicada diez años después, retoma el tema principal de aquel radical ensayo, para mí sin duda una de las obras imprescincibles de este nuevo siglo, y lo hace justo en el punto donde lo dejó. De nuevo vuelve a la carga contra todo tipo de idealismo, especialmente contra su objetivo principal que sorprendentemente no es ni mucho menos la religión, sino el humanismo moderno, la creencia y la fe en el progreso de la humanidad, en un progreso sostenido por la ciencia y la tecnología, en definitiva en lo que para el pensador británico son los nuevos dioses, los sucedaneos de la religión.

No es que Gray no perciba el enorme progreso científico y tecnológico, es sencillamente que no cree que este se traslade al ser humano en el aspecto ético de la misma forma... vamos que a pesar de los logros de la ciencia seguimos, y seguiremos en un futuro, siendo el mismo ANIMAL de siempre, si acaso incluso peor. Una visión muy sombría sin duda, pero que para Gray está más que demostrada.

Es lógico que la religión por una vez sea dejada un poco al margen, ya que se despachó a gusto contra ella en la obra señalada, y que en este caso arremeta contra el humanismo, siempre en la definición un tanto estrecha que él le da, seguramente porque para el autor la religión dejó hace bastante tiempo de constituir la base fundamental del espíritu de los tiempos, ahora el adversario es otro.


Los años han pasado y el estilo de Gray se ha hecho mucho más literario. Este es un libro diferente aun tratando básicamente sobre lo mismo, Gray en este caso no salta de una referencia a otra ni atiborra al lector con datos, hay un desarrollo más lento y se nota su maduración como escritor, ha atemperado un poco su furia y su radicalidad, da la sensación de que al volver sobre lo mismo quisiera completar la visión de aquel pequeño gran ensayo y reelaborar sus ideas con mejor estilo:

"Los mitos modernos son mitos religiosos formulados en otros términos. Ambos responden a una necesidad de significación innegable. A fin de sobrevivir, los seres humanos inventaron la ciencia. Si se lleva a cabo de manera coherente, la investigación científica socava el mito. Pero la vida sin mitos es imposible, por eso la ciencia se ha convertido en un canal para los mitos, y el más importante de ellos es el mito de la salvación a través de la ciencia. Cuando la verdad es irreconciliable con el sentido, el sentido gana".

En su intento de demostrar que los avances del progreso humano dan tanto pasos hacia atrás como hacia adelante, por mucho que la ciencia y la tecnología avancen siempre, no dudará en presentar numerosos ejemplos históricos, los desastres de la Segunda Guerra Mundial, los totalitarismos nazi y muy especialmente el de la Rusia de Stalin y países afines, no dudará en echar mano de los ejemplos sacados de la literatura del siglo pasado, ver como lo que conocemos como civilización se disuelve rápidamente en la nada ante determinadas circunstancias y como surge nuestra siempre onmipresente animalidad en el momento en que se lucha por sobrevivir. Para Gray somos incapaces de dejar de engañarnos a nosotros mismos, de hecho esa capacidad de autoengaño es fundamental en nuestra supervivencia, no dejará de ofrecer ejemplos de ello a lo largo del libro.

El novelista Joseph Conrad, los escritores Norman Lewis, Curzio Malaparte, Arthur Koestler, Joseph Roth, George Orwell, Eugene Lyons... toda una selección de autores que vivieron intensas y dramáticas experiencias que plasmaron en sus libros donde se ahonda en la naturaleza humana, servirán de base a Gray para detallar su falta de fe en una naturaleza "superior" del ser humano. Sus obras serán la inspiración para la idea de que la civilización, la moral, y cualquier ideal basado en un futuro mejor o en un progreso general de la humanidad no son más que ficciones que se desmoronan rápidamente si las circunstancias que las sostienen cambian. En un ejemplo también presente en "Perros de paja" comparará a la humanidad con los peces, prisioneros del medio acuático por naturaleza, aunque una de sus especies pueda abandonarlo brevemente para volar eso no significa que la capacidad de volar, y su comparación con la libertad, sea la verdadera esencia del pez. Gray tiene muy claro que el ser humano aunque aparentemente ansíe libertad en la práctica esta le da miedo y siempre preferirá una esclavitud si esta le reconforta y le hace sentir mínimamente seguro ¿alguien lo duda a estas alturas?.

Tras centrarse en los aspectos externos de la civilización en su primera parte "El viejo caos", el libro en su segunda parte "Más allá del último pensamiento" aborda el siempre nebuloso y resbaladizo tema del mundo psicológico, el lado íntimo e interno de la naturaleza humana ... de buenas a primeras una curiosa apología de Sigmund Freud cuyas investigaciones y conclusiones sobre el inconsciente, hoy más que cuestionadas, le vienen a Gray como anillo al dedo para intentar demostrar que el libre albedrío no es más que otro mito más, la parte que le dedica al gran pensador y filósofo austríaco es con diferencia la más importante y "sustanciosa" del libro, aunque para mí sea de lejos la más prescindible. Afortunadamente pronto el libro aborda la obra de otros autores como el desconocido poeta T.E. Hulme y el filósofo Fritz Mauthner que siguen subrayando la idea principal de Gray en este capítulo, la inexistencia del yo, de los conceptos y la irrealidad del mundo de las ideas.

Finalmente el libro en su tercera parte titulada "Otra luz solar" aborda a través de la obra de J. A. Baker, la posibilidad de una conciencia alternativa a la humana, un intento de ver el mundo a través de los ojos de un animal y de examinar las cosas de una forma nueva, Gray se adentra en los terrenos inexplorados de una especie de misticismo basado en la contemplación de la naturaleza... de nuevo aparece la temática de los animales, la analogía entre la vida de estos y la vida humana, la búsqueda del silencio, ya sea ambiental o mental, en contraposición al mundo siempre silencioso de los animales. 

"Mientras que para el resto de los animales el silencio es un estado natural de quietud, para los seres humanos el silencio es una huida de la conmoción interna. El animal humano, de naturaleza volatil y discordante, busca en el silencio un alivio del hecho de ser quien es. Por el contrario, las otras criaturas disfrutan del silencio como un derecho de nacimiento. Los seres humanos buscan el silencio con el anhelo de redimirse de sí mismos; los otros animales viven en silencio porque no necesitan redimirse"

El libro tras realizar algunas incursiones en la obra de varios autores y su peculiar visión de la vida, en ocasiones muy marcada por la tragedia, termina de la misma forma que "Perros de paja", un llamamiento a la vida contemplativa como la forma más auténtica de existencia humana:

"El misticismo sin dios no puede escapar del carácter definitivo de la tragedia ni hacer que la belleza sea eterna. No disuelve el conflicto interno en la falsa quietud de una calma oceánica. Lo único que ofrece es el mero ser. No hay redención de la condición humana, pero no hay necesidad de redención".

No parece gran cosa, contemplación, disfrute de la vida en lo que se pueda, abandono de falsas ilusiones... no me cabe la menor duda, el fantasma de Schopenhauer ronda bastante por la obra y la cabeza del Sr. Gray, el viejo filósofo también llegó a la misma conclusión, mejor apartarse lo más posible y limitarse a contemplar, sin intentar cambiar nada, ni casarse ni con nadie ni con ideal alguno, ni complicarse la vida. Al menos en esta ocasión hay un llamamiento a hacer algo... aunque sea la pura y simple contemplación. Afortunadamente, y en una contradicción tipicamente humana, tenemos este libro y otros del pensador británico, frutos del pensamiento y la acción ;-)

Lo mejor: Recomendable ante todo para los que ya conozcan la obra de John Gray y disfrutasen de la brillante exposición de ideas de "Perros de paja", este es más de lo mismo solo que más pausado, con más referencias literarias, más poético y quizás algo menos radical, al menos asoma por parte del autor una mayor comprensión hacia aquellos, creo que casi todos nosotros, enredados en los mitos de la modernidad. Su progresiva derivación hacia temas relacionados con la mística ha sido una agradable sorpresa... quizás siga por ese camino en futuros ensayos. Tengo muy claro que seguiré leyéndole.

Lo peor: ¿Era necesario este libro?, como muy bien señaló Antonio Muñoz Molina en El País Semanal, "un nuevo libro de John Gray es siempre más de lo mejor y más de lo mismo", dicen que los más grandes filósofos suelen vertebrar su obra en torno a una sola idea... esa descripción le viene a Gray como anillo al dedo. Tanto sus defensores como sus detractores lo son por lo mismo, es por eso uno de los filósofos a los que hay que leer para alinearse a uno u otro lado, por mi parte me cuesta mucho trabajo encontrar argumentos para rebatir o condenar sus ideas... seguramente porque el signo de los tiempos que corren se obstina en darle una y otra vez la razón.