martes, 24 de diciembre de 2013

El latín ha muerto, ¡viva el latín!

"Me he lanzado a una empresa que poca gente ha intentado hasta ahora: contar las aventuras de esta lengua latina que tanto amo, de esta reina de las lenguas, desde sus orígenes hasta nuestra época, en la que son muchos los que piensan que habría que abandonarla, declararla muerta y enterrarla. 

 Me opongo rotundamente a estas personas y demostraré que el latín no ha muerto ahora, sino que murió hace dos mil años y que esta "muerte", si puede llamarse de muerte, le ha permitido gozar de una vida casi eterna"


Ficha: "El latín ha muerto, ¡viva el latín!", Wilfried Stroh, Ediciones del Subsuelo, 364 páginas, ISBN: 978 8493942694

Supe de la existencia de este singular ensayo casi desde el momento de su publicación en castellano, hace ya más de un año, aunque en aquel momento captó mi atención desistí de su compra y lectura debido fundamentalmente al tema, la historia de la lengua latina. Definitivamente el latín en mi etapa de estudiante no fue santo de mi devoción, tuve que sufrirlo durante un año por ser asignatura obligatoria y posteriormente como "mal menor" tras mi huída de las matemáticas... no dudé ni un instante en quitármelo de encima en el último curso en el instituto para cambiarlo por Historia del Arte, una asignatura fundamentalmente de "codos" con un gran volúmen de materia en un solo año pero que consideré preferible a la aridez de la lengua latina. De aquellos dos años de latín solo conservo en cambio el buen recuerdo de mis profesores que hicieron lo posible por hacer la asignatura lo menos odiosa posible... tarea harto complicada.

La semana pasada vi este libro en la estantería de las "novedades" en la Biblioteca Regional y decidí darle una segunda oportunidad, y no fué como ya he comentado antes por mi afición a la inmortal lengua de Cicerón y Virgilio sino por mi debilidad por las causas perdidas. A finales de junio de este mismo año publicaba el ensayo de Marta Nussbaum "Sin fines de lucro" donde la autora, filósofa y Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales, realizaba una enconada defensa de la enseñanza de las humanidades, todos pensamos en la filosofía, la historia, el arte... pero solemos olvidarnos de las lenguas clásicas, el griego y el tan menospreciado latín. Precisamente por eso, porque defender la enseñanza y el valor de la lengua latina en pleno siglo XXI parece a priori un disparate es por lo que me embarqué en la lectura de este libro, de golpe y porrazo el Sr. Wilfried Stroh me cayó la mar de simpático.



El experto filólogo alemán, que lleva muchos años batallando para hacer más popular la lengua latina en su Alemania natal y en Europa, ha escrito un ensayo realmente ameno sobre la historia de la singular lengua, una historia apasionante y completamente diferente de todas las demás. De siempre he escuchado el comentario de que el latín es una lengua muerta... Stroh no contradice necesariamente este epíteto, lo que rebate es la idea de que sea justo ahora o en los últimos dos siglos con el advenimiento de la modernidad cuando podemos datar la fecha del deceso, la lengua latina lleva muerta muchos siglos, casi dos mil años, y cada vez que se la ha dado por finiquitada no ha dejado de resucitar. 

A su favor posee su incomparable belleza, muy superior a la de cualquier lengua moderna... incluyendo esa lengua bárbara de la "pérfida Albión" que actualmente pasa por ser la lingua franca de la comunicación internacional, y que no hay más remedio que aprender si uno quiere considerarse persona culta... en su contra tiene su extrema dificultad, sobre todo por el sistema habitual de enseñanza, basado en el análisis gramatical... que la convierte en algo tan bonito y elegante como la disección de una rana.

El libro no pretende tampoco convencer al lector para que inmediatamente se ponga manos a la obra y se lance a la aventura del aprendizaje del latín, aunque desde luego intenta transmitir parte de la pasión que su autor siente por el mismo, sino ante todo informar al lector de la historia de la lengua, que este siga paso a paso su evolución, sus principales protagonistas, sus épocas más gloriosas y su decadencia, sus inesperados renacimientos y sobre todo hacer hincapié en sus beneficios a la hora de afrontar el estudio de otros idiomas, la utilidad para entender los términos científicos y técnicos, y sobre todo para pensar con lógica y disciplinar el pensamiento debido a su particular gramática y estructura, muy diferente de la gran mayoría de lenguas modernas.

Como era de esperar el relato sigue un orden cronológico desde los inicios de la lengua latina, sus primeras inscripciones, su encuentro y la gran relación que tuvo con la lengua griega, sus principales autores clásicos, Plauto, Horacio, Virgilio, Cicerón... su progresivo alejamiento de la lengua hablada en la calle lo que motivó, según Stroh, su primera "muerte", cuando llegó un punto, más o menos unos años antes del nacimiento de Cristo, en el que ya no evolucionó más como lengua, alcanzó la perfección con Virgilio y Cicerón sufriendo una "muerte en la belleza", permaneciendo desde entonces inalterable en lo que se refiere a reglas gramaticales y normas, recibiendo meras ampliaciones de vocabulario que han continuado hasta nuestros días en los que los modernos latinistas agregan términos como "Internet", "World Wide Web", "Móvil"... para intentar lo imposible, mantenerla con vida aunque sea en estado comatoso...

Asistiremos también al relato de sus principales intérpretes, enseñantes y autores literarios tras la caída del Imperio Romano, a su supervivencia en los conventos, a su decadencia al final de la Edad Media y a su espléndido florecimiento en el Renacimiento... y finalmente a su fin como lengua principal de la ciencia y la erudición en el siglo XVIII en detrimento de las lenguas nacionales. La historia de la misma estará principalmente, y como es lógico, centrada en un primer momento en la península italiana para después irse extendiendo al paso triunfal de las legiones, sufriendo un enorme retroceso, al menos en su variante culta, con la caída del imperio, pasando desde el siglo XVI en adelante a centrarse sobre todo en Alemania. Ya en su prólogo Wilfried pide disculpas a los lectores de otros países por su excesivo centramiento en la historia del latín en su país, aunque importante para el desarrollo de la lengua y comprensible debido a la autoría del libro creo que es uno de los puntos flacos del por otra parte magnífico ensayo.

El libro está salpicado con ejemplos del uso de la lengua, fragmentos de obras célebres, poemas, diálogos, en ocasiones escogidos por su belleza, otras por su sentido del humor, otras ocasiones para ilustrar ejemplos de la perfección, o del uso incorrecto "macarrónico" del latín... no hay espacio para el aburrimiento a pesar de la ingente cantidad de nombres y datos que acompañan la narración. Todo un festín, en definitiva, para los enamorados de la lengua de Cicerón, y también muy interesante para aquellos aficionados a la historia antigua, como un servidor.


"Sería un acto de justicia que el latín fuese la única lengua cotidiana en el Cielo. De lo contrario, ocurriría lo mismo que en la actualidad: los de Oxford destacarían en inglés, los de París en francés, los hijos de Israel no tendrían rival hablando hebreo. Fiat iustitia! (¡Que haya justicia!). Así regresaríamos todos a nuestra lengua común, el latín. Porque el latín es la lengua que todos desconocemos".

AMEN


He aquí un vídeo en Youtube donde se le puede ver en acción dándo una conferencia en latín... recomendable incluso aunque no se entienda una palabra, apuesto a que nadie esperaría que sonase tan "alemán"... risas garantizadas ;-)


Lo mejor: Un ensayo muy ameno, original e interesante que revelará muchos datos desconocidos para la gran mayoría de lectores que se acerquen al mismo. Nunca volverán a contemplar esa lengua de la misma forma. Wilfried es un romántico que no teme remar contracorriente y un gran apasionado de su especialidad, debuta también con este libro como un brillante ensayista... una pena que haya tardado tantos años en escribir este libro.

Lo peor: Un excesivo centramiento en la historia del latín en Alemania que llega a hacerse tediosa en la segunda mitad del libro. Aunque el latín se ponga un rostro más amable, se vista de brillantes colores y se impregne del perfume del romanticismo sigue siendo eso... una lengua muerta y fosilizada a la que hay que venerar como se respetan a los antepasados. Mientras que no se enseñe como se enseñan los idiomas modernos, mediante el habla, a través de la literatura, la poesía y el teatro, a través de diálogos con temática actual o al menos de uso cotidiano, minimizando los errores del estudiante tal y como se disculpan los cometidos en la enseñanza de otras lenguas, dificilmente podrá salir de las catacumbas donde parece que se va hundiendo más y más.

El esfuerzo de Wilfried Stroh por hacer todo eso para popularizarla y devolverle de nuevo su lugar de honor, lamentablemente perdido, solo puede caer en saco roto en el mundo actual. Naturalmente no faltarán círculos de latinistas y grupos de conversación de latín en Internet... ¿acaso no hay asociaciones de pesca con mosca o numismática? ¿por qué no las iba a haber de Latín?, eso no es prueba de ningún renacimiento de un interés verdadero por las lenguas clásicas... aunque por otra parte tampoco certifica lo contrario, que el latín vaya a desaparecer completamente, lleva muriendo varios siglos ¿por qué iba a extinguirse en este siglo XXI?, apuesto a que todavía le queda "agonía" para rato.



sábado, 21 de diciembre de 2013

Elogio de la lentitud

Ficha: "Elogio de la lentitud", Carl Honoré, ediciones RBA, 230 páginas, ISBN: 978-84-7871-249-6

El año entra ya en su recta final y me dispongo a comentar aquí casi el penúltimo libro de este año, tan fructífero en el terreno de las lecturas y tan especial para mí por motivos personales. 

Lo hago con este breve y bonito ensayo del polifacético escritor escocés Carl Honoré, todo un personaje. Periodista, licenciado en Historia y Lengua Italiana, ex-asistente social, articulista de alguno de los más prestigiosos diarios de los EEUU... en estos últimos años se ha especializado en la escritura y publicación de una serie de libros centrados en un mismo tema, el llamado "slow movement", un conjunto amplio y heterogéneo de asociaciones repartidas por todo occidente que abarcan las más diversas actividades humanas, todas ellas con un mismo denominador común: la lentitud.

El autor relata como hace varios años tuvo una revelación personal, una especie de epifanía, sobre la forma en la que estaba conduciendo su vida. Cada día una de las últimas tareas que hacía cuando estaba en casa era ir a acostar a su hijo pequeño y contarle un cuento antes de que se durmiera... tan ajetreada y estresante era su vida en aquel momento que incluso en esa tarea, tan entrañable e íntima, seguía inoculado por el virus de la velocidad... tenía la costumbre de saltarse frases y párrafos enteros cuando le leía los cuentos, lógicamente el crío que se sabía muy bien los mismos protestaba... de forma que lo que tenía que ser un momento tan bonito entre ambos se convertía en un forcejeo de egos, uno queriendo terminar cuanto antes para centrarse en otras tareas y el otro deseando prolongar el momento. Un día vio en un periódico un anuncio de un libro de cuentos que resumía tanto las historias que aseguraba que se leían cada una en menos de un minuto... "ya está, me lo compraré y asunto resuelto", pensó... para a continuación darse cuenta de que algo estaba mal en su vida si había llegado a ese extremo. No compró el libro, y a partir de ese momento comenzó a interesarse por el tema del "slow movement" que aunque ya conocido apenas había despertado su interés hasta el momento. Sus investigaciones, viajes y entrevistas con representantes del mismo por varios países, concretamente Italia, su gran bretaña natal y los EEUU es de lo que trata este libro.

Slow movement trata fundamentalmente de asociaciones y organizaciones que esgrimen como estandarte los beneficios de la lentitud, toda una filosofía de vida centrada en aquel dicho castellano que tan bien expresara nuestro inmortal Baltasar Gracian "despacito y buena letra, el hacer las cosas bien importa más que el hacerlas" .En el campo del arte culinario por ejemplo, uno sin duda alguna de los más perjudicados por el estresante ritmo de vida occidental, es donde mejor se puede observar el cambio entre una comida bien elaborada donde los cocineros se han tomado su tiempo y por supuesto donde los comensales también participan de esa lentitud a la hora de degustar la misma... con la horripilante "fast food" de las ajetreadas ciudades, sencillamente es que no hay color.

El ejercicio físico también tendrá su correspondiente "versión lenta" a través de una serie de gimnasios donde los tradicionales ejercicios de pesas con tandas a velocidad normal se ven sustituidos por ejercicios de resistencia a ritmo lento que potencian la fuerza, más que modelar el físico. La salud se verá también inmersa en esta nueva moda de lentitud a través de las nuevas terapias donde prima la atención personalizada y los llamados tratamientos "holísticos". Naturalmente actividades como el yoga y la meditación en sus distintas modalidades también tienen su espacio en el movimiento de la lentitud, así como el más moderno pilates... mención aparte merecen actividades de naturaleza "calmada" como la horticultura y la jardinería, incluso algo tan aparentemente retrogrado y pasado de moda como el punto y las labores tradicionalmente asociadas a las amas de casa tienen también mucho que decir.

Más allá de este tipo de ocupaciones que tratan de ofrecer un oasis de calma en medio de la frenética actividad cotidiana podemos también encontrar las llamadas "ciudades lentas", pequeñas localidades que se han sumado a esta moda ofreciendo una serie de facilidades para el ciudadano que desea sumergirse en un modo de vida más humano, rico y saludable. Ciudades con más zonas peatonales, con restricciones a la velocidad y al tráfico rodado, con mercados y actividades al aire libre... nada del otro mundo para un habitante de nuestro país pero algo novedoso si tomamos como referente el estilo de vida anglosajón, ellos están por lo tanto redescubriendo aquello que por fortuna en la Europa continental no se ha olvidado todavía. Aquí en el momento en que uno se aleja de las grandes urbes queda sumergido la mayoría de las veces en un ambiente diferente donde todavía se puede disfrutar de una actividad tan simple como caminar... la proliferación de actividades como el senderismo desde hace algo más de una década, actividad que practico personalmente desde hace algunos años y que recomiendo a todo el mundo, pueden ser un buen síntoma de esta huida de la rapidez.

El libro termina con una abundante bibliografía e información sobre las distintas actividades que podríamos encuadrar en el movimiento slow... el mismo está salpicado de anécdotas, historias relacionadas con diferentes estudios sobre la lentitud, la percepción del tiempo y la importancia de vivir de otra forma abarcando temas tan aparentemente dispares como la salud, la educación, la música... algunos apartados del mismo poco o nada dirán a un habitante hispano de una pequeña, más o menos, localidad como donde yo vivo. Sin embargo hay temas como el musical que han constituido una pequeña sorpresa y me han hecho ver de otra forma algunas obras de los clásicos.

Probablemente uno de los elementos más importantes del mensaje que Carl Honoré nos quiere transmitir, es de que no se trata de combatir la velocidad "per se", de que esta es necesaria para bien o para mal en muchas actividades, de que las prisas son componente fundamental de la vida, al igual que la calma. De lo que se trata en definitiva es de encontrar el "tempo" apropiado, de no correr por correr y de distinguir precisamente entre todo aquello donde la prisa y la velocidad es necesaria, y aquello donde el apresuramiento se torna en vicio indeseable. Por lo tanto no estamos ante un libro para gente con sangre de horchata ni para vagos, al contrario, más bien se trata de intentar vivir mejor, ser más eficaces con nuestro tiempo libre, con nuestro trabajo y con nuestra vida. En definitiva, pisando el freno y disfrutando de la lentitud cuando ello sea algo imprescindible. Sin duda alguna que es un mensaje que sigue teniendo una gran validez y que dificilmente, como todas las grandes verdades, tendrá fecha de caducidad.

En este enlace podemos ver una charla TED protagonizada por el autor donde precisamente habla, rápidamente a un ritmo frenético ;-), de las virtudes de la lentitud:  "Elogio de la lentitud" recomiendo su visionado a cualquier curioso interesado en los libros de este autor.


Lo mejor: Un libro agradable y sencillo de leer, abunda en ejemplos y casos tomados de la vida cotidiana, entrevistas a los diferentes protagonistas de este movimiento que trata de cambiar nuestra visión del ritmo al que hay que vivir y sobre todo constituye una buena colección de excelentes consejos e ideas sobre el disfrute de la existencia. No es extraño que el libro haya tenido desde la fecha de su publicación, 2.004, un notable éxito que le ha llevado a ser traducido y reeditado constantemente. Desde entonces su autor sigue trabajando en el mismo tema y con el mismo éxito... muestra de la importancia del cambio que en él propone.


Lo peor: Para muchos será un simple conjunto de verdades de perogrullo redactado con más o menos ingenio. Es difícil que aquellas personas que más lo necesitan, aquellas que como su autor deberían poner freno a la actividad alocada de su vida se molesten siquiera en leerlo. La lectura como actividad calmada que es, o debería ser para ser provechosa, suele ser eludida por los adictos a las prisas y la adrenalina... por regla general solo un toque de atención en forma de dolencia física, del tipo que sea, suele funcionar a modo de advertencia. Carl Honoré es por tanto una persona muy afortunada si no llegó a ese extremo... camino llevaba desde luego si todo lo que nos cuenta es cierto.


lunes, 9 de diciembre de 2013

Los productos naturales ¡vaya timo!

"Por tanto, la alimentación presuntamente natural no es más que un capricho de gente que se puede permitir pagar más por llenar la cesta de la compra. Si el sueldo no te permite frecuentar la tienda de alimentación ecológica, no sufras. La alimentación ecológica no es más sana, ni es mejor para el medio ambiente ni está más buena. Solo es más pija."


Ficha: Los productos naturales ¡vaya timo!, autor José Miguel Mulet Salort, editorial Laetoli, 151 páginas, ISBN: 978-84-92422-28-9

De nuevo tengo que comentar otro libro de la editorial navarra en mi blog, en este caso uno de la colección "¡vaya timo!" que posee títulos dedicados a temas tan sugerentes como la parapsicología, la acupuntura, el creacionismo, los ovnis, el tarot, la sábana santa, la conspiración lunar, las religiones y las pseudociencias... todos en la misma línea de denunciar flagrantes estafas al ciudadano y sobre todo al consumidor. 

El asunto de los productos naturales es bastante espinoso, hay una conciencia generalizada, y muchas veces equivocada y carente del más mínimo fundamento de que artificial = nocivo para la salud, natural = bueno... y es una idea muy complicada de rebatir, no hay más ciego que el que no quiere ver y resulta chocante, en ocasiones hasta niveles cómicos. Es curioso ver a tanta gente que no participa de creencia religiosa alguna, que ridiculizan las de otras personas y actúa como si fuesen las personas más lógicas y racionales del mundo burlándose de cualquier superstición... ver a esas mismas personas actuando en relación con el mundo de lo "natural" como verdaderos fanáticos, tragándose de buenas a primeras la etiqueta de "natural", "biológico" o "ecológico" asociados a cualquier producto sin molestarse en pensar un poco, informarse y probablemente darse cuenta de que le están metiendo gato por liebre. Los publicistas lo saben muy bien, lo natural vende, en cualquiera de sus formas... a poco que uno se descuide nos la "meten doblada". 

Nadie nace enseñado, dice el refrán, otro dice que "el que no sabe es como el que no ve", lo que no dicen estos dichos populares es que las mentiras reconfortantes y bonitas son las que llegan más lejos. Es tanto el bombardeo publicitario a favor de este tipo de productos, tanto el miedo generado con todo lo que huela a "artificial" o a química alguna que llegamos a extremos ridículos. El libro de José Miguel Mulet no solamente va en la dirección de denunciar los abusos al consumidor sino también, y esto es mucho más importante, en la dirección de divulgar una serie de conocimientos que habitualmente ignoramos la masa de los consumidores. Armado de datos, lógica, sentido común y un enorme sentido del humor, es un libro con el que te ríes mucho, el autor echa por tierra muchos mitos y falsedades que hay sobre el tema de lo "natural" como valor añadido a un producto, nunca hemos tenido tanta información tan accesible como en estos momentos y en proporción nunca hemos sido, o somos, tan ignorantes a la vez. 

Exceso de información, ausencia o carencia de pensamiento crítico, mucha información manipulada y malintencionada... la confusión y la ignorancia es moneda tan común que no resulta nada dificil de creer que haya tanto espabilado haciendo negocio con la buena fe, en general basada en la ignorancia, del consumidor. De los diferentes temas tratados en el libro el autor se centra sobre todo en el de la alimentación por ser sin duda el más importante, veremos la cantidad de confusión que hay con el etiquetado y las normativas, las contradicciones de una agricultura que presume de lograr productos más sanos... sin que hasta ahora lo haya demostrado. Los problemas ocasionados con la llamada agricultura ecológica, que no es ninguna solución perfecta y que en ocasiones causa más problemas que los que pretende solucionar.

El libro toca su tema más polémico con el asunto de los trasgénicos, el autor los defiende a capa y espada, no solamente dice que no hay problema alguno con su consumo sino que además, dada las exigencias y la normativa existente para su venta y salida al mercado los recomienda encarecidamente... vamos justo lo contrario de lo que se "comenta por ahí". Confieso que la palabra transgénico se ha convertido en el "coco" de la alimentación... sin que nadie haya podido probar hasta ahora ni un solo caso, ni un solo problema de salud asociado a su consumo... los ecologistas ahí se han salido con la suya, han conseguido que la población sienta fobia hacia un tipo de alimentos... y mira por donde parece que no hay ninguna fobia hacia el hambre y la desnutrición que deberían de preocuparnos mucho más. El hecho de que 57.000 personas mueran diariamente en el tercer mundo de enfermedades asociadas a la desnutrición parece no importar tanto, eso sí, que se vean libres de malignos cultivos transgénicos difundidos por las corporaciones del mal e impuestos a la fuerza a los pobres agricultores.

La defensa del uso del DDT también me ha parecido uno de los puntos más polémicos y a la vez sorprendentes del libro, un servidor ha vivido toda la vida pensando que esa sustancia era una auténtica bomba de relojería para la salud... y mira por donde estaba desinformado. Ni un solo caso de intoxicación humana por el uso de ese pesticida y si en cambio pavorosas estadísticas de millones de muertos por enfermedades tropicales trasmitidas por insectos... que elimina precisamente el DDT. El libro aporta también datos muy interesantes, aunque insuficientes, al tema de las energías renovables. Hubiera sido deseable una mayor atención al mismo aunque entiendo que al no ser la especialidad del autor el asunto posiblemente le venía un poco grande. Aún así lo señalado en el mismo resulta de lo más interesante ya que también ahí tenemos la mayoría de los ciudadanos una percepción errónea, o cuanto menos discutible, de ciertas cosas, como la energía fotovoltáica y la nuclear... temas que seguramente merecían más espacio.

Muy bueno, y especialmente ácido y desternillante, el capítulo dedicado a las medicinas "alternativas", me he reído un rato con las críticas a la homeopatía, osteopatía, acupuntura, reiki... y al resto de las prácticas que poco a poco se han ido inoculando en nuestro sistema sanitario, público y privado, y que en muchos casos ponen en riesgo a los pacientes, por no decir que constituyen una estafa pura y dura en la mayoría de las ocasiones. El autor denuncia también a diversas publicaciones, como la revista Integral, y programas radiofónicos, que con una apariencia de seriedad y profesionalidad no hacen más que de voceros del gremio de las medicionas alternativas... o sea, de los en su gran mayoría timadores profesionales del ramo. En fin, cualquiera es libre de tirar su tiempo y su dinero como le venga en gana, siempre claro está que esté previamente bien informado, algo que no ocurre habitualmente.

"Ningún medicamento sale al mercado hasta que no se han completado todos los ensayos clínicos y tenemos datos sobre su posible toxicidad o incompatibilidad. En cambio, los herbolarios venden basándose en la tradición o en los principios ayurvédicos. Lo natural se puede vender a la brava. Si los estudios llegan, que lleguen; y si no dicen lo que yo quiero que digan, pues ni caso."


A pesar de las buenas labores efectuadas en el pasado me ha gustado especialmente la sarta de capones y tirones de oreja que le pega a Greenpeace, una organización que ya no es ni la sombra de lo que fue y cuyos fines, y la formación de sus miembros desde hace tiempo son más que dudosos, me ha gustado ver como alguien los pone en su sitio. Y eso que un servidor valora mucho los que en otro tiempo fueron sus objetivos más nobles, cuando se jugaban el tipo por la lucha contra la caza de focas, la pesca de ballenas, la lucha contra los vertidos tóxicos en el mar... o cada vez queda menos de eso o solo salen en la tele colgando pancartas en las reuniones del FMI cuando las cámaras están presente, un poco patético la verdad.

"Aunque sigas todas las recomendaciones de Greenpeace y digas que eres antitransgénico, los utilizas. Muchísimas medicinas, los billetes de euro, la ropa de algodón, los tampones, algunos colorantes no alimentarios y las enzimas de los detergentes provienen de organismos transgénicos. Y aunque pienses que no has comido nunca nada transgénico porque miras las etiquetas en el súper, seguramente estás equivocado. Mira los prospectos de los medicamentos. Si has utilizado alguna pastilla elaborada con almidón de maíz como excipiente, ese almidón es transgénico. Al no ser un producto destinado a alimentación, se le aplica la legislación farmacéutica y no existe la obligación de indicar que es transgénico."



Lo mejor:  Extremadamente instructivo, divertido y recomendable. Ante todo es un libro que tiene como meta instruir y abrirle los ojos al lector para que esté en guardia contra tanto charlatán vinculado al mundo de los productos supuestamente naturales y la medicina alternativa, verdaderos campos plagados de farsantes y gentes faltas de escrúpulos. Enhorabuena a su autor por haber tenido la valentía de escribir un libro como este en medio de tanta estupidez generalizada.

Lo peor: Seguramente es una obra que da igual lo mucho que la recomiendes, te puedes secar la boca a base de defender lo que el autor defiende, dudo mucho que ni uno solo de mis conocidos, y alguno muy querido, "fanáticos" de lo natural y lo "alternativo" se moleste en leerla... lo dicho, habrá menos afluencia a los templos religiosos, pero la fe ciega está más viva que nunca, unas ficciones sustituyen a otras, debe ser algo inherente a la naturaleza humana. En el más que dudoso caso de que algún aficionado, o más bien creyente, en las terapias naturales se atreva a leer este libro... hace falta mentalidad abierta, ganas de saber y un mínimo de inteligencia, no faltarían las acusaciones al autor de estar vendido a las farmaceúticas, a las eléctricas o vete a saber que... seguro que la teoría "cospiranóica" surgirá inmediatamente en sus obtusas cabezas. Es un hecho, a las terapias alternativas y a la moda de lo natural en asociación con la moderna espiritualidad de la "new age" le sigue quedando mucha vida por delante... por desgracia.