lunes, 29 de mayo de 2017

Vivir sin dinero

"Si vertimos un poco más de amor, respeto y cuidado en el mundo, creo que todos nos beneficiaremos de que en el mundo haya más amor, respeto y cuidado. No es una teoría muy complicada. Situarse y mantenerse libremente en el flujo de dar y recibir es todo un reto. Yo no siempre lo consigo. Pero las veces que me sitúo en ese flujo son las que soy más feliz. La vida parece fácil, no hay ninguna resistencia, no se nada contra la corriente. Confiar en que la vida nos suministra lo que necesitamos representa, para mí, una liberación absoluta. Te liberas de las preocupaciones y te capacita para hacer lo que quiera que sea lo que realmente quieres hacer. "



Ficha: "Vivir sin dinero. Un año libre de economía", Mark Boyle, editorial Capitán Swing, 220 páginas, ISBN: 978 84 945481 5 4


















 
El 28 de noviembre de 2.008 el activista y empresario irlandés Mark Boyle ,residente en la ciudad británica de Bristol, comenzó un experimento. Durante un año completo iba a prescindir del dinero, no podría gastarse ni una libra. Intentaba demostrar que aunque a priori la tarea parecía algo imposible se podía conseguir, de que era factible incluso para alguien como él conseguirlo a la primera. Como muy bien comenta en su excelente “De animales a dioses” Yuval Noah Harari, la ficción del dinero, porque en definitiva no se trata de nada más que una ficción… y quien no lo crea que intente convencer a un chimpancé de que se desprenda de una banana a cambio de un billete de cincuenta euros, es una de las ficciones más poderosas creadas por la humanidad, a cuyo lado palidecen otras aparentemente insuperables como las de las grandes religiones. Esa ficción compartida, por la que un amable tendero me dará una bolsa llena de apetitosa fruta a cambio de un trocito de papel de colores, es especialmente poderosa por eso mismo, porque todos creemos en ella, independientemente en la práctica del resto de creencias que sostengamos. 


Creada originalmente para constituir una herramienta eficaz de cambio e intercambio de mercancías y servicios, ha llegado a convertirse en un fin en sí mismo, estando está detrás de la sobreexplotación de los recursos del planeta, de las desigualdades sociales, del crímen y de casi todas las injusticias de este mundo… de hecho la sobrevaloración del dinero ocasiona muchos más problemas, entre otros por ejemplo el que haya una distancia mayor entre el uso de un producto y los detalles de su producción, de que vivamos en la ilusión de que los recursos del planeta son infinitos, de que solo con entregar cierta cantidad de dinero tenemos derecho a disfrutar de energía inagotable, a cualquier producto del que desconocemos en general lo difícil de su elaboración, transporte etc. En las sociedades primitivas donde había que saber un poco de todo y las habilidades para cazar o recolectar alimentos, para cultivarlos, para construir viviendas y utensilios, ropa y calzado, etc, eran algo valorado por todos y que se podía distribuir con más o menos libertad. Ahora simplemente entregando a cambio algo simbólico, obtenido con trabajo y esfuerzo generalmente en labores que no son precisamente de nuestro agrado, es posible obtener casi cualquier cosa, ignorando por lo demás casi todo de lo que ha sido necesario hacer e idear para elaborarla, la mercantilización de casi todo lleva aparejado, en el aspecto psicológico, también un menosprecio de su verdadero valor.



No es extraño que Mark Boyle, tras su intento fallido de poner en pie una empresa dedicada a la venta y distribución de comida de origen biológico, negocio del que terminó desilusionado, cuando comprobó que en esencia estas empresas seguían las mismas reglas del juego que el resto, así que enfocó el problema de una forma más radical, el dinero estaba en el meollo de todo el asunto. Detrás de la explotación del planeta, de la deshumanización de la sociedad moderna, de la fiebre por competir, de la ilusión de estar desligado del mundo que se traduce de forma necesaria en un feroz egoísmo individualista de seres permanentemente insatisfechos, algo que viene muy bien a los que más ganan, relativamente pocos, con la sociedad de consumo y que es el principal punto en el que se apoyan todas las empresas de marketing. El dinero era la bestia a batir, si conseguía demostrar que una vida sin dinero, aunque con algunas condiciones, fuera mínimamente aceptable… bueno, entonces quizás hubiese demostrado algo sobre lo que valía la pena reflexionar.



Este libro, escrito en su mayor parte tras el experimento, nos cuenta desde dentro como se fraguó y sobre todo como se llevó a cabo todo, un reto con todas las trazas de terminar abocado en el fracaso, aunque su autor nunca pretendió que este triunfara al 100%. Los resultados finales superaron sus expectativas, Boyle no solamente consiguió lo que parecía imposible sino que terminó transformado por la experiencia, y no me refiero a alguna demencia o a alguna tara física ;-), aunque más de uno que supiera en aquel momento lo que estaba intentando hacer este excéntrico irlandés pensara que así iba a quedar. Mark estudió el tema a fondo durante meses, contactó con grupos que en su entorno local prestaban servicios gratis, tuvo paradójicamente que invertir previamente algo de dinero… lo que parece un contrasentido ya que la idea era no tener que usar dinero, pero por más que le diera vueltas a la cabeza no tuvo más remedio que invertir en comprar un remolque, unos paneles de energía solar, adquirir una estufa para calentarse y cocinar, un generador de calor que usaba biocombustible para el invierno… tuvo también que obtener cosas a cambio de su trabajo, el alojamiento incluso lo pagó de esta forma ya que los terrenos donde situó su remolque, y su ducha solar y su WC orgánico, no eran de su propiedad.

En su libro, realmente entretenido, lo veremos sumido en sus tribulaciones para conseguir viajar, sus problemas para reparar gratis su bicicleta, aislar su remolque, combatir el frío, cubrir sus necesidades de aseo, recolectar comida silvestre en los bosques y en contenedores de basura, cargar la batería de su teléfono móvil (sin saldo) y su ordenador portátil. Sus normas estrictas incluían el aprovecharse de invitaciones y de ir a ningún sitio en coche o vehículos de motor si no era haciendo autostop… evidentemente para evitar que se lo calificase automáticamente de gorrón y el experimento fracasara. En los breves momentos en que se conectaba a internet, en la biblioteca pública o en algún sitio con wifi gratis, contestaba a todos los correos que podía y también resolvía las dudas de los curiosos, que en general le apoyaban, pero que también le ponían en cuestión y le criticaban. Boyle nunca se escondió y trató de rebatir cuantos argumentos en su contra y su experimento pudiesen hacerle llegar. Según su testimonio la gran mayoría de los mismos fueron de apoyo y ayuda.



En todo ese tiempo Mark vivió no solamente un cambio radical en su vida, la vida sin dinero donde a diario tienes hasta que recoger la leña con la que te calientas y recolectar la comida es dura, sino también en su forma de pensar. Descubrió que no era el único, que otros estaban haciendo algo parecido desde hacía años, que cuanto más prescindes del dinero más necesitas el apoyo de los amigos y la comunidad en la que vives, que la individualidad en la que nos movemos normalmente no es más que un mito porque en realidad necesitamos más a los demás de lo que pensamos, de que la seguridad que aporta tener una cartera llena de dinero puede ser sustituida, con mucha más efectividad, por un entorno donde se han creado sólidos vínculos sociales donde no solamente recibes de los demás, sino que también y ante todo das lo mejor de ti. Y que nunca jamás se valora algo tanto como cuando no lo puedes comprar y te lo tienes que proporcionar por ti mismo… son montones de cosas que eran imposibles de aprender en los libros, que aunque te las digan y te las enseñen solamente se aprenden cuando te enfrentas a ese tipo de situaciones en vivo. Mark como diría alguno, olvidó el precio de algunas cosas, y aprendió el gran valor que tienen muchas más.

No estamos ante un moderno Don Quijote alucinado que no tuviera los pies en el suelo, era consciente de muchas de las dificultades, otras se las encontró durante la marcha. Tuvo a su favor algunos factores, como su juventud y fortaleza física, la abundancia de información, tener de antemano los contactos adecuados, su inteligencia y habilidad, aunque él no deje de decir que era bastante torpe, cosa que no me creo. Aun así hubiera fracasado miserablemente al poco tiempo si no hubiese tenido la ayuda desinteresada, o casi, de muchas personas. Su familia, por ejemplo, al final le dio un considerable apoyo aunque fuera en el plano moral, tuvo también la compañía de algunos amigos que compartían en parte sus actividades… esos viajes en verano y esas expediciones de “forrajeo” para recolectar comida silvestre y asaltar de noche los contenedores de basura suenan divertidos ;-). 

Incluso, gracias a su trabajo ya que una de sus normas era no aceptar regalos, disfrutó en verano de la asistencia a conciertos de música, recibió múltiples entrevistas, conectó vía internet con mucha gente que le apoyaba, o criticaba. En definitiva nunca se sintió completamente solo, al menos en los momentos más críticos donde perfectamente había podido tirar la toalla. 

El libro está lleno de detalles sobre alimentos, sobre la forma correcta de alimentarse, sobre qué cultivar, qué recoger en los bosques y en las parcelas semiabandonadas… solamente tuvo un susto en una ocasión debido a una intoxicación alimentaria por un trozo de pan con moho, de la que salió airoso gracias a la ayuda desinteresada de un colega, y sobre todo tuvo, teniendo en cuenta la aventura en la que se convirtió su vida diaria en la que tenía que recorrer kilómetros en bici y no siempre por carreteras decentes, mucha pero que mucha SUERTE. Mark Boyle no necesita jugar a la lotería para demostrarlo, también ha descubierto que hay cosas que son más insustituibles, mucho más, que un buen saldo en una cuenta bancaria.

En definitiva un libro muy interesante, que va más allá de la anécdota y que hace que el lector se replantee muchas cosas, y que me recuerda mucho a otro ya comentado en este blog “Hacia la sobriedad feliz”, de Pierre Rabhi, y cuya lectura también recomiendo. Añado también este otro ensayo muy relacionado con el tema que trata Mark en el suyo, el excelente "Cuando nada vale nada", de Raj Patel.

Conclusión.
Es un libro de desbordante pasión por algo en lo que su autor cree, de optimismo y fe en el ser humano al que la sociedad y sus "antivalores" deshumaniza y envilece, pero que una vez que se le da la oportunidad de hacer algo por los demás de forma desinteresada y entra en el juego de compartir descubre cosas que ni sospechaba que pudieran estar ahí. Veremos un buen número de ejemplos de esto a lo largo de sus páginas. Probablemente lo más interesante de todo es que el reto de Boyle fue el germen para una comunidad de lo "gratuito" muy activa en el área de Bristol donde invirtió los beneficios de las ventas del libro en un espacio libre de dinero en el que se demuestra no que el dinero no sirva para nada, sino que el mismo no es necesario para muchas más cosas de las que creemos. En fin, ¿qué mas puedo escribir aquí?... que lo recomiendo ;-).

Enlaces de interés:  "Gratis sin dinero". "Freecycle". "Todogratis".


Lo mejor: Ameno, divertido, instructivo... el ejemplo de Mark puede parecer bastante radical, ya que por ejemplo, y es mi opinión particular, no es necesario llegar a esos extremos y soñar siquiera con la abolición del dinero. Bastaría con una vida más sobria y no despilfarrar recursos valorando más lo que se tiene, pero reconozco que un reto más "razonable" no hubiera llamado tanto la atención de los medios británicos. Ese extremismo y esa supuesta radicalidad no fueron otra cosa que intentos de llamar la atención porque Boyle, está claro que ya hace tiempo que abandonó ese reto de vivir sin dinero, pero de lo que estoy seguro es de que hubo un antes y un después. Su experiencia, aunque no fuera tan ambiciosa, debería ser compartida por más personas, sin duda alguna debe ser una de las más educativas que se puedan concebir. En fin, un ensayo curioso y extremadamente interesante, otro más de la excelente selección que posee esta pequeña editorial.

Lo peor: Lo fácilmente que se puede ridiculizar o malinterpretar un reto como ese, lo fácilmente que puede atraer las críticas de los cínicos y escépticos de todos los pelajes... y por supuesto la conciencia, también compartida por el autor, de que la idea que todo el mundo o casi todo el mundo emprendiera una aventura semejante no dista de ser una quimera, un sueño irrealizable. De aquí a unos pocos años, no obstante, es posible que recordemos trabajos como este y lo oportunos y premonitorios que resultaron.




domingo, 28 de mayo de 2017

El panóptico de Enzensberger

"¿Acaso esto es serio? ¿Puede uno, sin ser filósofo, distinguir entre problemas solubles e insolubles o explicar, sin parir una obra de referencia, cómo se inventan naciones desde el tintero?. Sí, es posible. Textos pequeños sobre temas gigantes: tampoco supone ninguna novedad, pues se encuentran ejemplos desde hace quinientos años. Fue el gran patriarca del ensayo, Michel de Montaigne, quien dio la pauta escribiendo "De la tristeza" , "De la incomodidad de la grandeza" o "De los caníbales", siempre a impulsos de su estado de ánimo, a golpe de ocurrencias y sin agotarse a sí mismo, ni al lector ni la materia"


Ficha: "Panóptico", Hans Magnus Enzensberger, editorial Malpaso, 138 páginas, ISBN: 978 8416 42 0278

Antes de que este librito de pequeños ensayos se me viniera a las manos en la biblioteca, ando siempre como un buitre escrutando la sección de novedades, no tenía ni idea de la existencia de este polifacético y brillante escritor alemán. Ha sido todo un descubrimiento, sin duda, de momento puedo decir que no he leído a otro ensayista o articulista mejor que este hombre.

En noviembre de este año cumplirá los 88 años, y teniendo en cuenta que los artículos recogidos en este pequeño recopilatorio datan de hace unos pocos años, la mayoría fueron escritos entre 2.009 y 2.012, algunos de ellos publicados previamente en la revista Der Spiegel solo me queda desearle una existencia aún más dilatada y fecunda. Viendo su trayectoria como escritor y la colección de escritos que nos ha legado en su larguísima trayectoria profesional no hay duda, estamos entre uno de los grandes de las letras del pasado siglo, y que por lo visto aún continúa con su actividad creadora. 


Más de veinte ensayos, varias obras de teatro, poesía, obras para público juvenil, y una cantidad inagotable de recopilaciones de artículos... lo dicho, todo un descubrimiento, máxime cuando he podido constatar que en la biblioteca que frecuento hay una buena cantidad de obras suyas. Debería poner a este libro comentado aquí, sin dudarlo, la etiqueta "Enzensberger", porque seguro que añadiré pronto más obras con su firma a este blog.

En la introducción H. Magnus E. ironiza sobre si alguien que no es filósofo o autor renombrado de literatura, o filólogo puede hablar de temas que escapan a su especialidad, y de paso comenta medio en broma medio en serio, el porqué de titular "Panóptico" a esta colección de artículos, o micro-ensayos, y NO lo hace aludiendo al conocido invento de Jeremy Benthan, aquella cárcel con un sistema eficiente de vigilancia... por cierto ya comentado por aquí en su momento en un artículo que con diferencia ha sido el más leído de mi blog, que nadie me pregunte porqué, ya que es uno de los más malos que he escrito ;-). Sino que alude a ese nombre, panóptico, en relación a una especie de atracción de feria que un tal Karl Valentin en 1.935 puso en marcha donde se exhibían, a modo de museo de curiosidades y horrores, instrumentos de tortura, inventos extraños y seres humanos con anomalías. En ese afán de llamar la atención del lector y llevarle de sorpresa en sorpresa es por lo que a esta pequeña colección su autor la denominó panóptico.



Veinte artículos sobre los temas más diversos, unidos por una cierta carga de crítica y denuncia de aquello que no le gusta, evidentemente un artículo para alabar las bondades del universo resultaría de lo más aburrido :-), en su artículo "Microeconomía" lanza sus dardos sobre los economistas y las teorías en las que se basan sus cálculos, el autor se pregunta cómo es posible pretender siquiera establecer pronósticos a través de la presunción de que los seres humanos somos ante todo seres racionales que actúan siempre en defensa de sus intereses hasta extremos cuantificables. Si la economía general no es más que la suma de las economías particulares y estas no se rigen por el mundo aséptico de la lógica sino que entran en juego los sentimientos, el azar y la irracionalidad... bueno ahí tenemos el origen de todos los fracasos de las predicciones y la falsedad de los modelos económicos, deja claro algo que algunos ya sabíamos y que vemos muy bien expresado en este ensayo, que los economistas son los nuevos teólogos, que más valdría realizar predicciones adiestrando a un chimpancé para que lance unos dados.

Tras este potente arranque llegamos al artículo que trata sobre la clasificación entre problemas solubles e insolubles, metiendo entre los segundos a muchos que aunque técnicamente tienen solución, en la práctica son imposibles de resolver pues dependen de demasiados factores imposibles de calcular en su totalidad. Entre estos estarían los problemas de la sanidad, la educación o un gobierno justo que contentase a todos. El artículo explica porqué el sucedáneo de solución habitualmente hallado consiste simplemente en una especie de precario equilibrio. El siguiente artículo, "Naciones surgidas de un tintero", tiene su miga... expresa la idea de cómo muchas de las nacionalidades y naciones europeas han sido obra de poetas, filólogos y políticos. Allá donde no existía nada semejante a una conciencia o identidad nacional, en menos de doscientos años para acá, nos hemos encontrado con un buen número de estas nuevas "naciones" ... me vienen a la memoria unas cuantas surgidas de la desmembración del Imperio Austro Húngaro tras la guerra del 14, pero hay más... no suena el nombre de Alemania en el artículo, pero se sugiere y de ahí la táctica de los pies de plomo que el amigo Enzensberger adopta en este artículo, se ve que quería tener una vejez feliz y en paz en su patria-tintero. Por cierto que aquí en nuestra querida España tenemos también algunos casos.

La estupidez supina de jubilar a todo el mundo a una edad fijada, cuando hay gente que quiere seguir activa más allá de los sesenta y cinco porque ama su trabajo, efectivamente existen casos como esos y el autor de esta recopilación de artículos es uno de ellos, y otros en cambio llegan a esa edad convertidos en un despojo a nivel físico y mental. Esa manía de igualar a todo el mundo y poner límites arbitrarios será la protagonista de otro artículo, en el otro le veremos alabando la creatividad humana y la que a juicio del autor es nuestra principal habilidad, la capacidad de aprender cualquier cosa, "Seis mil millones de expertos" es todo un elogio de la inteligencia y creatividad humana, la cual se manifiesta incluso en individuos que desempeñan las tareas más anodinas y rutinarias a través precisamente de sus ocupaciones de ocio y tiempo libre... no podría estar más de acuerdo, ejem.

El sombrío futuro imaginado por Orwell, ya ampliamente superado gracias a ese espía omnipresente que llevamos casi todos en el bolsillo y al que suministramos toda clase de datos, el malestar en la cultura que no cesa ni puede cesar... y que no tiene nada de malo, la inutilidad de sacar a la luz secretos de estado, el lado perverso de la fotografía, la extraña normalidad de funcionamiento de un mundo donde en teoría nada debería funcionar bien, la superación de la antigua división entre profesiones supuestamente honestas y las que no lo eran, las manchas de la ropa y la guerra que desde siglos se lanza contra la suciedad, la insistente persistencia de los regalos y las dádivas pese a su persecución por el erario público... en fin, todo un cuadro de temas de lo más diverso que sorprenden una y otra vez al lector. 

Me ha venido a la mente otro librito de ensayos leído aquí hace casi dos años, "Ensayos de herejía" de Luis Andrés Bredlow, estos ya de un tono más amargo y una intencionalidad política más evidente. En comparación Enzensberger adopta un tono más mesurado, una distancia más irónica con los hechos, más amable, más breve... pero no menos certero. La divisa de "menos es más" parece abanderar esta recopilación, decir más con menos y hacerlo de una forma elegante y divertida ¿se puede pedir más a un articulista?... 

"La sociedad se resignará a cualquier escándalo, cualquier ruptura de la legalidad y cualquier revelación mientras crea que lo único que pretenden los servicios es su seguridad. Cuanto más grande sea el miedo, tanto mayor la aceptación. Mientras esto sea así, ni siquiera se preguntará por la relación entre el coste y el beneficio. Los servicios seguirán proliferando a su aire y sus residuos se nos pegarán en los zapatos.  Solo si alguien lograra romper la cáscara de su cósmico secreto, podría comprobar que la nuez está hueca."

"Culturas anteriores a la nuestra preferían ponerse de acuerdo sobre vicios y virtudes, tabúes e imperativos. Aquellas viejas normas podrán parecer anacrónicas, pero obedecían a un código claro y transparente que permitía saber a cualquiera a qué atenerse. La consistencia gelatinosa de nuestros "valores" , en cambio, produce un efecto repulsivo. Nunca fueron tan nulos como ahora. De ninguna manera debería depositarse en el contenedor de los residuos recuperables. Correríamos el peligro de verlos reutilizados una y otra vez y de que la palabrería no acabe nunca."


Lo mejor: Un articulista y escritor en verdad sobresaliente, según algunos uno de los adalides de las letras alemanas de la posguerra... y la verdad es que se disfrutan sus artículos del primero al último. Es difícil concentrar tanta sagacidad, sentido común, elegancia, ironía, sabiduría concentrada y erudición (sin caer nunca en la pedantería) de la que hace gala este hombre. Sin duda que seguiré leyéndole porque tiene una cualidad que cada vez se encuentra menos, la capacidad de transmitir muchas ideas escribiendo muy poco.

Lo peor: Por decir algo podría apuntar al restringido ámbito, en ocasiones, de sus referencias, me refiero a su país desde el que escribe, y bueno... lo que siempre me ocurre cuando encuentro a un escritor interesante del que hay mucho publicado y no he leído nada ¿por qué no lo descubrí antes?... en fin, nunca, o casi nunca, es tarde.


sábado, 27 de mayo de 2017

Memorias, Douglas Macartur

"Estas reminiscencias no son historia, ni biografía, ni diario, aunque entrañen algo de cada una de estas categorías. Lo que aquí presento dista mucho de ser un relato completo de todos los incidentes en que tomé parte, sino meramente los recuerdos que guardo de los acontecimientos, reavivados mediante consultas a mi propia agenda y el libre uso de los planes del Estado Mayor y los anales históricos hechos bajo mi supervisión y dirección [...] Abrigo también la esperanza de que la lectura de estas páginas ofrezca algún incentivo a la nueva nación norteamericana y consiga grabar en su espíritu esta verdad trascendental: un país y un régimen como el nuestro son dignos de que se pelee y, si es preciso, se muera por ellos"



Ficha: "Memorias", Douglas Macarthur, editorial Altaya - colección Memorias de Guerra, 488 páginas, ISBN: 978 84 487 2362 0
































Encontré este libro en una papelería cercana al lugar donde trabajo y donde últimamente han puesto a la venta libros de segunda mano. La edición data de 2.008, una colección con las memorias de protagonistas de la Segunda Guerra Mundial, aunque no ha pasado demasiado tiempo parece bastante más viejo y hay páginas con letras parcialmente borradas, usando además un tipo de imprenta, como de periódico antiguo, que hacía mucho tiempo que no veía. No es que tenga especial predilección por los libros viejos, pero este me gustó especialmente, además lo vendían por un precio irrisorio… demasiada tentación como para no caer en ella.

Como se puede leer desde el comienzo, el libro que se supone que fue escrito por el mismo Douglas Macarthur en persona tras su retirada de la vida militar. Corría el año 1.951, cuando su enfrentamiento con los políticos de Washington en relación a la conducción de la Guerra de Corea, estando él mismo al frente del ejército norteamericano bajo supervisión de la ONU, condujo finalmente a su relevo, y también a su retirada del puesto que ocupaba en Tokio como jefe de la fuerza de ocupación tras la guerra. Seguramente comenzó a aburrirse en esa nueva vida de militar retirado y siendo consciente ya de su inminente fin, falleció en 1.964, quiso dejar por escrito una obra para las futuras generaciones de norteamericanos en la que fundamentalmente no hace otra cosa que hacer apología de su forma de pensar y defenderse de las que considera acusaciones falsas y malintencionadas, además naturalmente de relatar los hechos y acontecimientos históricos en los que se vio envuelto... que son muchos y abarcan varias décadas. Si ha existido en la historia militar, no solamente la norteamericana, un general brillante, osado, querido, homenajeado y condecorado y a la vez públicamente ese ha sido Douglas Macarthur, un militar irrepetible y fuera de serie como ninguno.

Mis sentimientos durante la lectura de este libro han oscilado entre la franca admiración, la sorpresa y la repugnancia, porque es un personaje por el que es tan fácil caer presa de la admiración a través de sus argumentos, convicciones y hechos que lo respaldan, como el tener que taparse la nariz ante el tufo autoritario y arrogante que desprenden algunas de sus ideas. Lo que nos lleva a su principal característica, la rectitud y honradez, sumado a una cierta ingenuidad... me pregunto que pensaría hoy este general al contemplar la política exterior de su país de los últimos veinte o treinta años. Sin duda, el nuevo escenario que tuvo que vivir en los comienzos de los cincuenta, cuando se le ordenó dirigir un ejército sin que una voluntad política de ganar la guerra lo respaldase en la Guerra de Corea le resultaría harto familiar, como tampoco se sorprendería de la sangrienta patochada de Vietnam, ¿se tragaría sus propias palabras acerca de la necesidad de luchar y morir si es necesario por un país así?, quiero pensar que sí.


Saltos de rana.
Existe una película de los años setenta sobre su figura que ví hace muchos años protagonizada por Gregory Peck en el papel del famoso general. Me llamó la atención bastante, y hubo una escena que quedó en mi memoria, y no me refiero a la representación de la famosa escena en la que  hizo cuando tuvo que abandonar las Filipinas invadidas por los japoneses y pronunció aquel famoso discurso "¡volveré!", promesa que cumplió, como Terminator ;-), sino que fue la escena en la que planea la campaña en el Pacífico Sur, cuando indica a sus colegas del alto mando que los tiempos de los ataques directos han pasado a la historia, que no hace falta ese derroche de vidas en la guerra moderna. 

Macarthur no sé si inventó esa forma de dirimir conflictos a base de operaciones coordinadas con distintas armas, la guerra “trifibia” como él la llamaba, que constaba de operaciones simultáneas por tierra, mar y aire, pero está claro que en la Segunda Guerra Mundial fue el que aplicó esa forma de utilizar las armas modernas de la manera más eficaz. La campaña que le llevó desde Australia hasta Filipinas marcó todo un hito en la historia militar, y sin duda que ha sido muy estudiada en todas las academias militares del mundo como ejemplo perfecto de esfuerzo coordinado entre fuerzas de tierra, aviación y armada. 



Utilizando siempre el elemento sorpresa, llevando la iniciativa de forma agresiva, sabiendo centrarse en los puntos clave y dejando a un lado los objetivos secundarios, eludiendo los puntos más fuertes y limitándose a aislar las fuertes guarniciones japonesas, moviendo siempre las tropas bajo cobertura aérea y usando el mar no como una barrera sino como vía de comunicaciones evitando siempre que se podía el moverse por terrenos difíciles como las montañas y la jungla, una estrategia bautizada como "saltos de rana" en sentido irónico pero que supuso abrirse paso hacia Filipinas desde sus bases en el norte de Australia conquistando las islas Salomón y Nueva Guinea dejando aisladas y fuera de combate a fuerzas japonesas de más de 180.000 soldados sin enfrentarse directamente a ellas. Todo ello consumiendo apenas un 10% de los recursos que Estados Unidos destinaba a la guerra. Viendo esta campaña uno solamente puede pensar en la palabra "chapuza" cuando ve la campaña que hizo el almirante Nimitz y sus cabezazos contra Peleliu, Iwo Jima y Okinawa... Macarthur dejó fuera de combate tropas mucho más numerosas de las que estaban acantonadas en esas islas y con una fracción de las pérdidas de este. D. Macarthur no solamente era un brillante organizador, era también un brillante táctico y estratega, un lider nato que sabía como utilizar lo mejor de cada uno de sus comandantes, fue, y me la juego con quien quiera, el mejor militar aliado de la Segunda Guerra mundial y con diferencia, el más completo... por mucho que hayan otros como Patton o Eisenhower que a la larga resultaron más populares.


El general incomprendido.
Mc Arthur era un divo, un rey en sus dominios, un director de orquesta… pomposo, seguro de sí mismo, pretencioso, orgulloso… no ha existido en la historia de norteamerica, ni en la de occidente en los últimos cien años, pues habría que remontarse atrás en el tiempo al mismísimo Napoleón, un genio semejante para la guerra y a la vez a alguien tan atacado por la prensa y seguramente tan insoportable. Dice un refrán que “el clavo que sobresale es el primero en recibir un martillazo” y Douglas Macarthur se llevó muchos… de hecho, como comenté antes, estas memorias  son de principio a fin una apología de las decisiones que tomó a lo largo de su vida, por las que fue duramente criticado en su país, y una encendida defensa del militarismo defensivo, en el seno de una democracia, y una actitud beligerante contra los enemigos de su país… es curioso ver al militar más galardonado de la historia americana dotado de una piel tan fina y protestar tanto por sentirse “herido”. Debía ser todo un suplicio ser subalterno suyo, es lo primero que uno puede pensar. En cierto modo hay un tono "antipacifista" y "anticomunista" presente en la mayor parte, ahora bien, antes que emitir condena alguna hay que puntualizar qué significaría esto para alguien como este general.




Estados Unidos no era, a comienzos del siglo XX, la superpotencia imperialista y militarmente agresiva que es hoy en la actualidad, al menos no en la misma medida. Había comenzado su andadura en este campo, atacando los restos del imperio español en Cuba y Filipinas, pero de paso había liberado a estos países de un dominio colonial caduco y depredador, no es que Francia o Gran Bretaña fuera mejores, pero lo cierto es que la guerra de 1.898 en la que los EEUU comenzaron a extender su área de influencia por el mundo distó mucho de ser una guerra para ocupar, dominar y explotar salvajemente otros territorios, todo lo contrario, España no estaba precisamente por la labor de otorgar la independencia a esos países, mientras que alcanzaron la misma bajo bandera norteamericana. Otro asunto sería la vinculación económica que los terminó ligando con el nuevo "amo". El caso es que en los EEUU a pesar de este episodio dominaba la mentalidad aislacionista, la de ocuparse de sus propios asuntos y mantener un ejército con fines puramente defensivos. La llegada de la Primera Guerra mundial puso de manifiesto las carencias de ese sistema, Estados Unidos tardó casi un año desde su entrada en la guerra en poner en pie un ejército para auxiliar a sus aliados en Europa Occidental que se encontraban en un momento crítico, se puede afirmar sin reservas que la entrada en el conflicto de los norteamericanos los salvó del desastre. Macarthur entonces era ya un brillante y prometedor oficial que se hizo cargo de la división "arco iris" en suelo francés, su intervención en este conflicto, oscurecida por sus posteriores actuaciones, le acarreó no pocas medallas y condecoraciones.



Antipacifista.
Las presiones para limitar las dimensiones del ejército norteamericano y evitar su implicación en conflictos en el exterior de forma simultáneamente arreciaron más que nunca tras la Primera Guerra Mundial, Macarthur tras sus condecoraciones y ascensos en el conflicto mundial fue designado para dirigir la famosa academia militar West Point, allí emprendió una dura labor convirtiendo la misma en una academia que fuese modelo en todo el mundo, abandonando su elitismo cultural, su conexión con una cierta aristocracia militar y modernizándola todo lo posible, ampliando también su capacidad... era consciente ya por aquel entonces que el mundo no iba a permanecer en paz mucho tiempo y su país necesitaba formar de forma apresurada cuadros militares modernos y eficientes que constituyeran el corazón de unas futuras fuerzas armadas de mayores dimensiones. Es aquí seguramente el momento en el que comienza a chocar con los grupos "pacifistas", y no me refiero a activistas que se manifiestan a favor de la paz en manifestaciones tal y como los entendemos ahora, sino a políticos y sectores influyentes de la opinión pública que preconizaban lo contrario, de que era un contrasentido buscar la paz y de paso prepararse para la guerra. La idea podía parecer sensata, pero en un mundo donde florecían regímenes políticos de corte fascista y militarista era algo que no podía terminar bien. Douglas Macarthur siempre asumió como suyo el viejo dicho de "si buscas la paz prepárate para la guerra". Nos guste o no, fue algo que resultó ser completamente cierto en la convulsa y dura realidad europea de los años treinta. En este contexto es donde hay que situar siempre su "antipacifismo".

Anticomunista.
Otro de sus caballos de batalla fue su lucha contra el comunismo como ideología, no hay que perder de vista nunca que estamos en los años treinta y cuarenta, el comunismo tenía en esas primeras décadas de existencia tras la toma del poder por los bolcheviques en Rusia un marcado carácter revolucionario. Entraba en el juego democrático en muchos países pero hay que tener en cuenta que no creía en la democracia como sistema, cosa que hoy afortunadamente hace, pero eran otros tiempos y muchos, Macarthur incluido, no veían otra cosa en el comunismo que un fascismo camuflado, en el que sus activistas aprovechando las injusticias y desigualdades como gasolina para funcionar, se limitaban a subvertir el orden público embaucando a una clase obrera empobrecida y explotada, para finalmente conseguir tomar el poder... que indefectiblemente se tornaría en una dictadura, de otro signo político, pero con igual ferocidad y desprecio por los derechos humanos que las tiranías más tradicionales. Es en este marco conceptual donde hay que entender muchas de las obsesiones anticomunistas tanto de Macarthur como de otros... no hay que caer por lo tanto en la estúpida y falsa dicotomía de anticomunista = fascista que encontramos hoy en día. Muchos de los partidarios que hoy tiene la ideología comunista simplemente no soportarían vivir en un régimen comunista de la época, por mucho que esa ideología cautivara a las masas y a muchos intelectuales occidentales que demostraban no tener ni puñetera idea de lo que significaba vivir en un país comunista a la antigua usanza.

Naturalmente que hay siempre un punto donde algo que no es en sí ni bueno ni malo se torna vicioso y patológico, y por desgracia el anticomunismo de Macarthur pasó esa barrera, su represión de los ex-militares que protestaban en Washington. Fue algo muy criticado en su momento y que el general disculpa en estas memorias aludiendo a una supuesta infiltración de agentes comunistas entre los veteranos de guerra, dando por supuesto que solamente una pequeña parte de los alborotadores eran veteranos de guerra, mentira, y dando por supuesto la implicación del partido comunista norteamericano en los alborotos de carácter subversivo... el caso es que cuando le pidieron comandar las fuerzas del orden para reprimir las protestas se pasó dos pueblos, aunque él naturalmente no lo veía así y se consideraba casi un salvador de la patria a la que había visto en "peligro"... en fin. No se de su opinión de la persecución contra los simpatizantes, o supuestos, simpatizantes del comunismo que llevó a cabo el senador Joseph Mc Carthy, en los cincuenta, pero apuesto a que el viejo general fue un fervoroso partidario, máxime cuando su orgullo herido por su retirada de Corea, combatiendo contra los comunistas o como él los denomina "los chinos rojos" lo vivió siempre como una derrota injusta. 

El general en la paz.
Existe un simpático librito titulado "El arte de la guerra", de un militar chino que ha pasado a la historia bajo el nombre de Sun Tzu, es una obra que data del siglo quinto antes de cristo y que ha sido el libro de cabecera de la mayoría de los estrategas militares de oriente durante siglos, es una de esas joyas de valor intemporal lleno de sentido común y buenos consejos, que no ha pasado de moda y que seguramente nunca lo hará, el principal axioma del mismo vendría a decir que el mejor general es el que evita la guerra o vence a su enemigo sin entrar en combate. Sin duda era un libro que Macarthur lo había leído bien a fondo. Tras la victoriosa campaña que lo llevó a reconquistar Filipinas y tras la rendición de Japón, Macarthur fue escogido para liderar a las tropas de ocupación norteamericanas en el archipiélago japonés. Ironías del destino, los japoneses iban a ser gobernados por su mayor y más emblemático enemigo, aquel que habían prometido colgar en Tokio si lo hubiesen capturado tras la caída de Batán y Corregidor. Si en la campaña militar el genio de este ya anciano general, tenía sesenta y cinco años, había marcado un hito en la historia sería sin embargo su labor durante cinco años al frente de las fuerzas de ocupación lo mejor que hizo en su vida y con diferencia.




Decía Buda que quien se vence a sí mismo tiene mayor mérito que quien vence a mil enemigos en mil batallas, pero no dijo nada, que yo sepa, de quien es capaz de convertir a un enemigo en amigo ¿es siquiera imaginable una mayor victoria que esa?... pues este sátrapa oriental, divo y general-estrella lo hizo. Se encontró a su llegada tras la firma de la paz con un país arrasado por los bombardeos, una población famélica, y sobre todo desmoralizada. No es posible imaginar siquiera la humillación y la conmoción que supuso para el pueblo japonés la derrota, una cultura que se mueve y gira en torno al sentimiento de vergüenza y el honor de repente se ve destrozada, humillada, y hasta con un emperador, sacrosanta y endiosada figura, convertida en un títere de sus enemigos... un pueblo que hasta hacía bien poco había vivido bajo un régimen militarista y expansionista, convencido de su supremacía sobre el resto de los pueblos de Asia. Ahora se veían reducidos a la impotencia... nada bueno dice el código samurai, el Bushido, a cerca de los que se rinden, "no los dejes vivir, no los dejes morir". Los japoneses esperaban lo peor, esperaban un trato semejante al que ellos sin duda hubieran otorgado, y otorgaron de hecho, a sus enemigos derrotados. 

Macarthur se dio cuenta, merced a su experiencia y sus conocimientos de lo que ocurrió en Alemania tras la derrota en la Primera Guerra Mundial, que una política dura y cruel en Japón tendría a la larga funestas consecuencias. El comunismo era una fuerza ideológica muy pujante en esa parte del mundo, por una vez demostró sus dotes políticas y se negó a una partición del territorio japonés en zonas de influencia, tal y como se había hecho con Alemania, bastante que se hizo con Corea, una mala idea tal y como se demostró más adelante. Los soviéticos habían rehusado entrar en guerra con Japón cuando este iniciaba el conflicto y se expandía victorioso, y solamente entraron en ella ya cuando el país oriental se encontraba vencido... ansiosos de disputarse sus despojos. Macarthur había intentado presionarles para que abriesen un frente en Siberia que aliviase la presión sobre Filipinas y las colonias británicas, sin éxito, seguramente al final se alegró de que no lo hicieran. Primero se esforzó, con éxito, en evitar la presencia del ejército soviético en Japón, lo siguiente fue mejorar las condiciones de vida de los japoneses, reconstruir el país y sobre todo modernizarlo.




No fue una tarea fácil, se encontró con un país que había entrado de forma harto desigual en la modernidad, industrialmente avanzado, pero con estructuras feudales, había que reconstruir, y también evitar que quienes habían detentado el poder y llevado al país al desastre volvieran a ocupar sus puestos. Para ello solamente había un camino, la modernización y la democratización. Aunque fue muy criticado por haber dejado en el poder al emperador, Macarthur demostró ser inteligente en esto, conocía mejor que los políticos de Washington y Europa la peculiar forma de ser del pueblo japonés y su devoción por esta figura política, de forma que no quiso enjuiciarlo por sus pasadas actuaciones, de hecho era consciente que él nunca había tenido el poder real en el país, de modo que era útil mantenerle en el puesto. Un emperador encarcelado, juzgado y condenado a muerte hubiera suscitado la ira de una buena parte del pueblo, y era justo lo último que el país necesitaba. Macarthur le dejó en su puesto, aunque reducido a una figura simbólica controlado por el parlamento, a semejanza de las monarquías parlamentarias europeas, intervino en la redacción de una nueva constitución en la que, por ejemplo, se equiparaban los derechos de hombres y mujeres. Presionó al gobierno de su país para que enviasen alimentos y ayuda humanitaria a Japòn, y prohibió terminantemente que las fuerzas de ocupación consumieran productos del país y se alimentasen solamente con sus raciones del ejército. Japón se moría literalmente de hambre, y en una carta memorable pidió a sus superiores "o me dais alimentos o me dais cartuchos, los hombres prefieren morir peleando antes que morir de hambre". Promovió además una campaña de vacunación para erradicar enfermedades que hacía décadas que habían desaparecido de los EEUU y que allí, y no solamente a causa de la guerra, eran endémicas... cuando los expertos en sanidad le dijeron que a causa de estas campañas se podían haber salvado dos millones de vidas no cupo en sí de satisfacción, tras tantas vidas perdidas en la guerra el hecho de salvar vidas humanas era algo que lo llenaba de orgullo.

Cuando marchó del país dos millones de japoneses acudieron a despedirlo, poco tiempo después el gobierno del país le concedía la más alta condecoración... ¿alguna vez un general ha sido honrado con algo semejante por parte de sus peores enemigos?. El país siguió evolucionando y cambiando tras su marcha, pero está muy claro que los efectos de esos primeros años de la ocupación tras la guerra sentaron las bases del Japón moderno.

Corea.
El breve episodio de Corea fue a la vez uno de los más brillantes y el más amargo de su carrera como militar. La partición del país tras la guerra trajo consigo una enemistad entre el norte comunista y el sur situado en la esfera capitalista occidental que no podía terminar bien. El sur había sido provisto de un ejército al que se habían eliminado los elementos pesados, artillería y carros de combate, para evitar, paradojas de la vida, que invadieran al norte, se pensó que era buena idea para impedir el conflicto civil que el sur no tuviera medios para atacar al norte... lo malo es que el norte sí que los tenía para atacar al sur. Armados por la Unión Soviética y la China comunista Corea del Norte atacó a su vecino, y hermano, del sur con el propósito evidente de reunificar el país bajo la bandera roja. 

Era demasiado tarde para rectificar errores, pero no para intervenir, el ejército americano, de nuevo con Macarthur como comandante en jefe, acudió presto para defender a Corea del Sur y darle la vuelta a la situación. No era fácil, el ejército del sur había retrocedido hasta el puerto de Pusan y perdido la capital Seúl, sin embargo la rápida intervención norteamericana, incluso con fuerzas insuficientes, consiguió ralentizar el avance norcoreano y conseguir un ámplio perímetro defensivo en torno a Pusan. Fue entonces cuando Macarthur en lo que sería su última "genialidad" propuso un plan para desembarcar en Inchon, ciudad portuaria tras las líneas enemigas y cercana a la caída Seúl, para cortar las líneas de suministro del enemigo. Otro general más cauto se hubiera limitado a enviar tropas a la cabeza de puente del sur, eternizando con ello la guerra, sin embargo si el viejo general intervenía en un conflicto era ante todo para ganar, no para adoptar una estrategia timorata y defensiva buscando resistir o el empate. Esa era su filosofía de combate a la que fue fiel siempre.

Aunque con muchas reticencias y muy desaconsejado la seguridad en sí mismo de Macarthur doblegó la misma, era una operación difícil, el punto escogido no era precisamente de fácil acceso, el riesgo era tremendo... pero por eso mismo la sorpresa fue absoluta, y Macarthur hizo de nuevo cierto aquel dicho romano "audentis fortuna iuvat", a los audaces les sonríe la fortuna. Me pregunto cuantos generales de hoy en día serían capaces de liderar y llevar a buen término algo semejante, de plantearlo incluso, y de si los actuales políticos les dejarían correr tantos riesgos en esta época de drones :-). El caso es que se salió con la suya y el ejército norcoreano estuvo muy cerca de ser aniquilado en la pinza entre las fuerzas norteamericanas, y de otros países con el respaldo de la ONU, y el sur. Sin embargo el tratar de convertir la victoria en victoria total terminó mal.

Si las tropas norteamericanas se hubieran limitado a expulsar a las norcoreanas al otro lado del paralelo 38 que constituía la frontera... pero no lo hicieron e invadieron el norte, buscando la victoria total. La China de Mao intervino... al ejército norteamericano se le prohibió sobrevolar inclusive la frontera con China, no era posible ganar un conflicto con tales limitaciones de suministros, tropas y movilidad geográfica... que era aprovechada al máximo por sus enemigos. Macarthur hizo cuanto pudo para desbloquear la situación y finalmente fue destituido. El mundo había entrado de lleno en la llamada Guerra Fría, la política respecto a al guerra había cambiado para siempre, el viejo general ya no tenía su sitio en este nuevo escenario. Su vuelta al país, acompañada de multitudes que le vitoreaban y de discurso en discurso, condecoraciones y homenajes tuvo siempre un regusto amargo.


Lo mejor: Un libro en general ameno, que nos permite conocer de primera mano los pensamientos de uno de los protagonistas del mayor conflicto bélico, hasta ahora, de la humanidad. Un personaje polémico, con muchas luces y sombras, brillante más allá de la duda y del que resulta interesante conocer más detalles de los hechos en los que se vio involucrado. Hará sin duda alguna las delicias de todos aquellos aficionados a la historia de la Segunda Guerra Mundial. Como ya he aludido antes, a la continua defensa y apología que el general hace de sí mismo y de las decisiones que tomó a lo largo de los años se añaden una serie de "pruebas" consistentes en transcripciones de documentos oficiales y cartas que durante los años intercambió con las personalidades de la época. Posee por lo tanto esta obra un considerable valor histórico para todos aquellos que deseen conocer, por el motivo que fuese, con mayor detalle los acontecimientos descritos en estas "memorias" ... aunque no se si llamarles "desmemorias" ;-).


Lo peor: No deja de ser un panfleto de autodefensa y apología, con mayor o peor fortuna. Decía Orwell que una memorias debían estar siempre acompañadas de un sentimiento de derrota, yo añadiría que eso sucederá siempre que la persona que las escribe sea honesta. Macarthur dentro de sus limitaciones, su ideología y su ingenuidad lo es. Aunque por momentos resulta un poco patético que el general más querido, laureado y admirado de la historia americana arremeta una y otra vez contra aquellos que le critican. 

No asume por ejemplo responsabilidad alguna por su desidia y mala organización en el ataque japonés a las Filipinas, se pasa páginas y páginas demostrando que había solicitado una ayuda mayor a Washington parar armar al pueblo filipino y a continuación tras ser advertido del ataque a Pearl Harbour pone como excusa el que no conocía su alcance y la victoria de los japoneses para no poner a sus fuerzas en alerta. Siete horas tardaron los japoneses en enviar su aviación a bombardear los aeródromos norteamericanos y se encontraron a la mayoría de los aparatos en tierra perfectamente alineados para hacer tiro al blanco... nunca admitió responsabilidad alguna por ello. 

Como tampoco admitió responsabilidad por su empeicinada, y de derrota más que previsible, defensa de Bataan... dice que lo hizo para ganar tiempo, como si los japoneses hubieran detenido toda su campaña precisamente para asediar Batán. Fue por motivos puramente personales, su arrogancia que no podía resistir el retirarse derrotado, ocasionó la muerte y sufrimiento de miles de soldados americanos y filipinos cuando sabía a ciencia cierta que no iba a recibir refuerzos. De la misma forma, aunque da mil excusas, hubo sin duda algo personal en la condena del general Homma, aunque este no estuvo informado, algo que parece probado, de las atrocidades cometidas contra prisioneros aliados en las Filipinas... Macarthur le derivó responsabilidades de los actos cometidos por sus subalternos, pero en el fondo había también algo personal, era el general que le había derrotado y expulsado de Filipinas. No aplicó por ejemplo el mismo rasero al juzgar las responsabilidades del emperador, aquí la conveniencia política pudo más.

En fin, hay otros ensayos donde se escuchan a las diferentes partes implicadas, este como no podría ser de otra forma solamente aporta la versión del propio Macarthur de los hechos, valiosa, indispensable, pero inevitablemente sesgada.


miércoles, 24 de mayo de 2017

De qué hablo cuando hablo de escribir


"La confusión habita en el corazón de todos. También en el mío, por supuesto. La confusión no se puede sacar a la luz. No es algo de lo que alardear. Si uno quiere enfrentarse a ella, no tiene más remedio que descender en silencio hasta las profundidades de su conciencia. Aquello a lo que debemos enfrentarnos, lo que merece la pena de verdad, solo existe ahí, oculto bajo nuestros pies.

Verbalizar esos procesos íntimos y hacerlo de una manera fiel y honrada exige concentración, silencio, una persistencia inagotable y una conciencia sistematizada, al menos hasta cierto punto. Y para mantener todas esas cualidades resulta imprescindible la capacidad física. Quizá sea una conclusión poco llamativa, prosaica, pero resume el núcleo fundamental del modo que tengo de pensar en mí como escritor. Aunque me critiquen, aunque me alaben, si me tiran tomates podridos o me ofrecen preciosos ramos de flores, solo puedo escribir de esa manera, solo puedo vivir así"



Ficha: "De qué hablo cuando hablo de escribir", Haruki Murakami, editorial Tusquets, 304 páginas, ISBN: 978 849 0663 998

































A veces me he preguntado qué es lo que me atrae de la obra de Haruki Murakami, no se si se trata de un supuesto “exotismo” al ser un autor japonés, la sencillez y la claridad con la que escribe, o ese elemento extraño que suele presidir su narrativa y que se filtra a través de los acontecimientos y situaciones más banales, o quizás, su inimitable descripción de la soledad del hombre moderno. No lo sé realmente, lo cierto es que también me gusta leerle cuando deja a un lado el terreno de la ficción y se pone a escribir ensayos.

Este que comento aquí es el segundo que leo con su firma, hace años ya leí y comenté el ensayo que escribió sobre su afición a correr. Evidentemente el carácter de sus escritos de no ficción es diferente al de su narrativa… pero algo hay que me recuerda a la misma, el mismo estilo seco y simple que la preside y que podría ser tildado por algunos de defecto en lo relativo a sus novelas, en el caso de los ensayos se convierte en un acierto sin el menor género de duda. Demuestra además con este en concreto que se puede decir mucho, incluso ir más allá de lo que muestran las palabras, incluso en el terreno de la no ficción.

Ambigüedad y contradicción, es lo primero que me viene a la mente cuando tengo que evaluar esta obra sobre la creación artística literaria. Murakami por un lado no deja de puntualizar y dejar claro que solamente muestra sus opiniones, a veces no parece estar seguro de casi nada y deja a propósito espacio para la duda de todo cuanto opina… y a la vez no deja de recordarnos que es un escritor de éxito que se dedica a ese trabajo desde hace más de treinta y cinco años, es decir, Murakami nos deja claro que todo es una opinión personal, pero a la vez fundamentada en una dilatada experiencia coronada además por un éxito incuestionable ¿falsa modestia?, probablemente. 

El escritor japonés por otra parte quiere darnos a entender que el ingrediente principal, según su opinión, del talento de escribir está mucho más fundamentado en un carácter especial que en una inteligencia notable… y se pone de nuevo como ejemplo. Elude como puede la actitud de alguien que “sienta cátedra” sobre un determinado asunto, pero no por ello deja de recordarnos que su opinión no es la de un cualquiera, algo con lo que estoy completamente de acuerdo por supuesto.


Los ingredientes humanos, a su juicio, que ha de tener un escritor que pretenda extender en el tiempo su actividad y optar al éxito son más que una notable inteligencia o un talento especial, la auto disciplina, el tesón, la confianza en sí mismo, y sobre todo la capacidad de trabajo, cualidades todas ellas más importantes que una supuesta genialidad o inspiración. Es decir con esas cualidades humanas, válidas también para otras muchas cosas, tenemos ya más del 50% de lo esencial. Evidentemente hay también que partir de la base de que uno sea primero y antes que nada un ávido lector y que le guste la actividad de escribir. Pero que vamos, que en su opinión a poco que cualquiera se lo proponga es relativamente sencillo escribir algo decente, bueno incluso… otra cosa es el factor suerte que no depende ya de uno y mantener la insistencia y el afán de escribir a lo largo del tiempo. Como su afición a las carreras de fondo el escribir es fundamentalmente, así lo entiende él, una actividad de resistencia y disciplina.


Otra de las incongruencias que encontré en el libro es su manifiesto desprecio por los premios, en dos ocasiones optó al más importante de las letras japonesas sin éxito y no tiene reparos en decirnos una y otra vez que le daba igual ganarlo que no. Sin embargo también reconoce que el haber ganado el premio al mejor autor novel con su primera novela fue todo un acicate que le animó a seguir escribiendo ¿en qué quedamos?... seguramente tras ese primer éxito, completamente inesperado, y el posterior de su novela “Tokio Blues” en cuanto a ventas, su carrera como escritor se vio desligada completamente de la necesidad de obtener premio alguno, aunque cada año ya como tradición su nombre suene relacionado con la posible concesión del Nobel de Literatura. Evidentemente el haber sido traducido a cincuenta idiomas y el haber vendido millones de ejemplares le pone en la situación de no necesitar ya el prestigio de ningún premio, pero no fue siempre así.

Algo que sí reconoce que debe poseer un escritor, aunque en mi opinión creo que solamente abarca a aquellos que escriben ficción, y en un estilo parecido al suyo, es una visión peculiar de las cosas, una atención al detalle y a captar elementos, de la vida cotidiana inclusive, que solemos pasar por alto. Una especial sensibilidad y cierta habilidad para conseguir aprovechar la misma a la hora de escribir, de ser capaz de transmitir cierta sensación a tus lectores… en fin, si eso no es inteligencia, aunque sea de un tipo especial, no sé que es. De modo que bueno, no me he tragado esa pose de escritor de éxito que viene a decir “en realidad casi cualquiera podría hacerlo si se lo propusiera”… de hecho creo que es una impresión falsa. Otro dato que le desmiente es su propia rutina y sistema de trabajo.

Pintura al óleo.
Hace cosa de un año en uno de esos cursos que se imparten de forma gratuita por la red leí que había básicamente cuatro técnicas de escritura, una de ellas, la técnica de la “pintura al óleo” concuerda perfectamente con la forma de trabajar de Murakami: primero se escribe de principio a fin toda la novela, una especie de borrador donde lo importante es producir material en bruto, sin pararse a corregir nada, dejando que la historia brote de forma intuitiva y fluida, y que sea el propio relato el que de pistas al escritor del curso que han de llevar los acontecimientos descritos en la propia obra, el carácter de los personajes, todo… para posteriormente afrontar, una vez terminada la redacción, una serie de revisiones a fondo donde se puede poner patas arriba prácticamente todo. 

Esa es la forma de escribir novelas de Murakami, periodos de incesante escritura en los que de forma disciplinada se sienta cada día varias horas y produce una media de diez páginas, y periodos de descanso seguidos de fases no menos intensas de corrección. Ese trabajo metódico, ordenado, donde el periodo de revisión, corrección y reescritura puede ocupar el mismo tiempo, o más, que el de escritura propiamente dicho. Hay algo en su estilo que nos dice que todo esto es cierto… alguien dijo una vez que “no había nada más laborioso que preparar una improvisación”. La frase concuerda a la perfección con un estilo aparentemente simple, donde muchas veces no parece sobrar ni faltar nada, y donde me he encontrado muchas veces con la sensación de que parece demasiado “sencillo”… vamos que me recuerda a esas casas donde uno va de visita  se sorprende del orden y la limpieza, digna de un quirófano, y donde no falta una habitación cerrada a los visitantes donde se acumulan todos los enredos y la porquería. Pura apariencia que esconde una labor intensa previa para dar la imagen de improvisación y naturalidad que pretende.

Otra de las claves de su estilo, aparte de una revisión minuciosa tratando de conseguir un efecto simple y fluido, es su afición, y dedicación en los comienzos de su carrera, a las traducciones. Nos cuenta como reescribió desde cero su primera novela cuando la tradujo del japonés al inglés… una forma curiosa de trabajar, pero que casa perfectamente con su estilo. La elección de vocabulario simple, frases cortas, situaciones familiares… son típicas de su forma de escribir, es como si desde el primer momento en que escribe el original en japonés estuviera ya pensando en la traducción al inglés, evitando escribir nada directamente que él mismo no fuese capaz de expresar en ese idioma. Desde sus inicios descubrió que se podían decir las mismas cosas, y que la simplicidad podía apuntar tan bien, o mejor incluso, a aquello que resulta en la práctica imposible de decir y que solamente se puede sugerir o insinuar. Ese esfuerzo por expresar lo inefable y causar una sensación extraña en el lector se adapta como un guante a su estilo.


El ensayo no es una apología de su obra, Murakami es consciente de que el mismo va a ser leído fundamentalmente por gente que ya lee sus novelas, de ahí que no considere necesario venderse, el formato escogido es el de una colección de conferencias, de hecho durante su lectura casi podía imaginarle hablando desde una tribuna, es un texto que perfectamente serviría para ello y que usa recursos de la lengua hablada, pareciendo una transcripción de una serie de conferencias. Un truco que le sale muy bien. Vamos a verle expresar su opinión en numerosos asuntos relativos a lo que significa escribir novelas pero también a otros no tan relacionados directamente con la escritura, como por ejemplo a sus comienzos, datos autobiográficos, a su organización del espacio y el tiempo, a lo que significó salir de su país para intentar promocionar su obra en los EEUU, a la siempre difícil relación con la crítica oficial, a la construcción de personajes y la relación de los mismos con la vida real, a sus rutinas diarias, a sus pasadas experiencias con el sistema educativo japonés, al hecho de que casi siempre nos muestra personajes masculinos y la diferencia a la hora de elaborar personajes femeninos, a su insistencia en protagonistas de una edad que él ya hace mucho que sobrepasó... al público al que van dirigidas sus historias, cien detalles que en definitiva van a encantar y cautivar a sus lectores habituales y que probablemente serán indiferentes a otro tipo de lectores. Es un ensayo peculiar, diferente, "made in Murakami" al 100%. Me ha encantado y al igual que me pasó con el otro señalado, apenas lo terminé me entraron ganas de volver al comienzo y volver a leerlo. 

No es su intención promover su profesión entre sus lectores, pero lo cierto es que consigue transmitir su pasión por la escritura y apenas uno lo lee se queda pensando, al menos a mí me pasó, "¿por qué no intentarlo?" ;-)


Lo mejor: Otro ejemplo del buen hacer del escritor japonés en su labor de ensayista. Ameno, interesante, muy recomendable para todos aquellos que disfrutan con su obra. Aviso que más de uno se va a animar a seguir su ejemplo y ponerse a escribir, tal y como imagino que algún otro hace tiempo se calzó unas zapatillas y se lanzó a salir a correr cada mañana.

Lo peor: La mayor parte de lo que nos dice no tiene demasiado interés, no nos descubre precisamente la rueda, aunque desde luego sí que habrá algunas notas sorprendentes a lo largo de la obra. Me da la impresión de que calla mucho más de lo que cuenta y que podía haberse extendido más en algunos detalles sobre la confección de algunas de sus obras que sus seguidores hubiésemos apreciado. Naturalmente para todos aquellos que no han leído nada de Murakami, o que simplemente lo detestan, bien poco van a sacar de este libro.




domingo, 21 de mayo de 2017

La invasión de las bolas peludas

"Nada es eterno. Gracias a vuestro Buda, nada es eterno. Toda vida es maldecida y bendecida por esta sencilla verdad: nada es eterno. La paradoja es que vosotros los humanos os empeñáis en no ver es que si algo fuera eterno, no sería importante. Solo el cambio es interesante. Toda vida es cambio. El ser que eres al principio de esta frase ha cambiado para siempre antes de que llegues al punto y aparte que la finaliza. "

Fragmento del artículo de opinión escrito por el terrorista proteico Louie.





Ficha: "La invasión de las bolas peludas", George Cockcroft, editorial Malpaso, 428 páginas, ISBN: 978 84 164 20 261

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Hace tiempo que vengo elogiando en este blog la labor de las pequeñas editoriales, un fenómeno que por lo visto es casi exclusivo de nuestro país. Todas las que conozco se caracterizan por lo mismo... unas ediciones cuidadas, en ocasiones creando verdaderas joyas dignas de figurar el un lugar destacado en cualquier biblioteca, con selecciones de títulos de lo más interesantes. Como contrapartida también es cierto que solemos hablar de libros relativamente caros, alejados de esas ediciones baratas de bolsillo... cuyas páginas se ponen amarillas en unos pocos años. 

Malpaso es una editorial que no conocía, y cuya divisa parece ser la de ofrecer títulos interesantes, al margen de los autores más conocidos y "taquilleros" y con la calidad como divisa. Sus libros, de hermosa factura y con un estilo propio, vienen editados en tapa dura y ofrecen también la posibilidad de obtener su versión en e-book al comprar la edición en papel. Todo un detalle, con cierto riesgo no lo voy a negar, que deberían seguir otras editoriales. Personalmente hace tiempo que prefiero el papel como soporte, aunque reconozco la ventaja y la utilidad del formato electrónico, mi opinión es que ambos son perfectamente válidos y compatibles, aunque diferentes, con sus ventajas y sus inconvenientes muy bien definidos.


Aquí estamos ante una novela, o más bien un ensayo político disfrazado de novela de ciencia-ficción, una sátira muy divertida y corrosiva centrada en el mundo que nos ha tocado vivir, escrita por un autor completamente desconocido, un norteamericano licenciado en literatura que en 1.971 escribió una novela "El hombre de los dados", que tuvo un gran éxito en el mundo anglosajón, vendiendo varios millones de ejemplares y permitiendo a su autor realizar el sueño que persiguen seguramente la gran mayoría de los profesores de literatura... dedicarse a escribir. Si en aquella primera obra su autor debió plasmar mucho de sí mismo y su vida en la figura del personaje protagonista, un psicólogo que decide un día pasar a tomar decisiones en su vida a través de puro azar lanzando dados, y cuyo éxito le animó a su autor a adoptar el nombre de su personaje ficticio "Luke Rhinehart" ya como seudónimo en el resto de sus novelas... la verdad es que suena mucho mejor que el de George Cockcroft :-).



El protagonista de esta novela "Billy Morton", es un anciano pescador semi-jubilado, dueño de una destartalada embarcación pesquera con base en Long Island, Nueva York. Se haya casado con una abogada, mucho más joven que él, de origen hispano y es padre de dos hijos. Forman una pareja muy bien avenida, él nos da la clave al comienzo, una total y completa rendición... es su mujer la que lleva en casa los pantalones, tal y como se suele decir, y hace bien porque ella es el contrapunto juvenil, enérgico y sensato de un viejo calavera y cabeza-loca, típico producto de la era de la contracultura sesentera... un ex-hippie que en el pasado tuvo más de un problema con la policía y que nunca ha perdido un sentido de la independencia y desconfianza ante cualquier forma de poder establecido. Un rebelde de los pies a la cabeza, lleno además de ironía y sentido del humor.

Un día en el que se encuentra faenando con su embarcación sus redes sacan una pesca de lo más inusual, en cubierta descargan un extraño pez con forma de pelota de baloncesto recubierta de un fino vello plateado, aunque su primera intención es devolver al agua ese raro ejemplar de lo que parece ser un pez-globo sin boca ni ojos, este de un bote se sube a la cabina del barco. Allí permanece hasta que llegan a puerto, la bola dando botes seguirá a Billy hasta su casa... allí se convertirá en mascota de sus hijos, a los que divierte con sus alocadas travesuras y sus juegos, para posteriormente revelar su verdadera naturaleza. Es un extraterrestre que ha llegado a la tierra de un universo paralelo, hay muchos otros como él y han venido a jugar. Su "juego" consistirá en tratar de subvertir el orden establecido en el mundo, en ponerlo todo patas-arriba, en intentar conseguir que la forma en que funciona el mundo, con leyes que favorecen a los ricos y poderosos, gastos desorbitados en armamento en detrimento de los gastos en sanidad y educación, guerras que se prolongan indefinidamente solamente para favorecer a las industrias armamentísticas y a los especuladores financieros... vamos el cuadro extremadamente lamentable que conforma nuestra actualidad política, y que todo esto pase a cambiar de forma definitiva. Es un juego duro, donde los extraterrestres hackearan ordenadores, realizarán incruentas acciones de sabotaje y otras muchas acciones para las cuales tomarán como compinches a muchos humanos, entre los cuales se encuentra Billy y su familia. Los mismos se verán poco a poco introducidos en el juego de estas encantadoras y juguetonas "bolas peludas" hasta que llegará un punto en el que ya no podrán salir del mismo.

Naturalmente los gobiernos del mundo, especialmente el de los EEUU no se van a quedar con los brazos cruzados, y entrarán a la greña con todos sus medios, legales e ilegales, para pararles los pies... lo primero será intentar manipular a los medios para que unos seres amistosos y buenos queden desprestigiados y etiquetados con la manida etiqueta de "terrorista", término del que hace años se abusa tanto, como el término "radical", que ya no queda claro muchas veces a qué hace referencia, extendiéndose su uso no solamente al criminal que realiza acciones violentas en nombre de una organización subversiva, sino también a todo aquel que se enfrente, aun por medios pacíficos y usando su libertad de expresión, a las políticas de terrorismo de estado oficiales de los EEUU y sus aliados. Por no hablar del uso de esta etiqueta para criminalizar a los opositores a las dictaduras a lo largo y ancho del planeta.

El libro está plagado de comienzo a fin de una cruda ironía y abundantes puyas y dardos a la política exterior norteamericana, mostrando sin duda el ideario "radical" de su autor, por mucho que el humor suavice situaciones que podo, o nada, tienen de graciosas. Ahí está su principal virtud, y es que es una narración que no da respiro al lector, que en ocasiones mueve a la carcajada, aunque trate de asuntos muy serios. De hecho el libro fue escrito y publicado hace poco, justo antes de que el Sr. Donal Trump, y su camarilla de negacionistas del cambio climático, xenófobos y belicistas ganase las elecciones. Ese hecho le ha dado un "plus" a este libro con el que no hubiese contado tiempo atrás, por desgracia hay que decir. 

Más allá de la crítica política fruto de las ideas del propio autor, hay también una muestra de la filosofía de la vida. Los extraterrestres que nos muestra en esta obra, amables, divertidos, bondadosos... son todo aquello que nos gustaría o deberíamos aspirar a ser los seres humanos. Su desorbitada inteligencia les ha llevado a esa meta tantas veces soñada pero nunca alcanzada por nuestra especie, la sabiduría. No se toman en serio a sí mismos, disfrutan de cada momento de su existencia, no temen a la muerte ni la consideran un drama, y hace tiempo que llegaron a la conclusión de que la vida no tiene ningún sentido aparte del de vivirla y disfrutarla lo más posible sin hacer daño a nadie. La vida para ellos es solamente eso, un juego en el que no hemos pedido participar y del que solamente saldremos muriendo, y que por lo tanto solamente hay una actitud válida posible, utilizarlo de la mejor manera, haciendo el bien y disfrutando. Hay mucho de budismo zen, taoismo y filosofía oriental en esta visión de las cosas, sin duda el señor "Rhinehart" es o ha sido practicante y estudioso de las mismas. Hay no solamente una crítica afilada no solamente hacia el "modus operandi" del gobierno de los EEUU y su política exterior, sino hacia la mentalidad egoísta, insolidaria y competitiva que se promueve a todos los niveles y que tiene como resultado un mundo que camina ciegamente hacia el abismo. A ojos de esos evolucionados y avanzados seres la humanidad presenta un cuadro tan fascinante como lamentable.

En la novela se alternan diferentes puntos de vista, el del protagonista, el anciano y rebelde pescador, el de agentes de la seguridad nacional, los extraterrestres, divertidos extractos de prensa... y un divertido, y horripilante por su acierto, manifiesto del Partido Republicano que no deja piedra sobre piedra. Hay discursos, diálogos, situaciones divertidas, acción, etc... el ritmo es trepidante, Rhinehart ha tratado por todos los medios de escribir una novela aburrida y la verdad es que se lee casi de un tirón... como ejemplo unas pequeñas muestras:

"CAMBIO CLIMÁTICO INDUCIDO POR HUMANOS: Proceso en curso negado por muchos americanos que consideran que solo Dios controla el clima y aceptado por buena parte de los demás americanos con un encogimiento de hombros.

CAPITALISMO: Apaño económico para que las empresas privadas y los muy ricos organicen el sistema y puedan controlar los medios de comunicación, a los políticos y todas las ramas del gobierno con el fin de garantizar que las cuentas bancarias de los ricos, por los ricos y para los ricos no desaparezcan de la faz de la tierra.

PUBLICIDAD: Eje de la civilización moderna, ahora con una nueva fórmula y el cincuenta por ciento de descuento. Permite a los humanos reemplazar el viejo excremento que no necesitan por un nuevo excremento que tampoco necesitan.

INFORMATIVOS DE TELEVISIÓN: Programas de media hora de duración cuyos largos e importantes mensajes publicitarios se ven interrumpidos por ocasionales comentarios sobre triviales sucesos recientes.

CREENCIAS: Sistemas organizados de pensamiento por medio de los cuales los humanos se convencen a sí mismos de que saben algo

Sobre la negación de la realidad.
Aunque los demócratas siempre nos reprochan que seamos indiferentes a la verdad de los hechos, nosotros, los republicanos hemos descubierto que negar los hechos y salirse por la tangente es política de triunfadores, y no la abandonaremos hasta que encontremos hechos que apoyen nuestro punto de vista.

Sobre las empresas que evaden impuestos.
Nosotros los republicanos creemos que es un derecho divino de toda empresa privada hacer cuanto esté a su alcance para no pagar impuestos. Muchos creemos que este derecho forma parte de la Declaración de Derechos de la Constitución. Por lo tanto, abrir un despacho en cualquier cuchitril de las Bermudas o las Islas Caimán y, como resultado, ser una empresa extranjera y quedar libre de impuestos en Estados Unidos, es justo, razonable y legal, siempre y cuando el cuchitril tenga un área superior a tres metros cuadrados"

Creo que en nuestra querida España hay muchos que comulgan con ideas semejantes a las atribuídas, en plan de coña pero con toda la mala leche del mundo, por el autor al Partido Republicano ;-)


Lo mejor: Una sátira política, con forma de historia de ciencia ficción de serie B, completamente actual, tanto por la fecha de su publicación hace un par de años, como por su acierto en retratar la actual política de los EEUU. Naturalmente estamos ante una sátira, de ahí su mirada simplista, grotesca y exagerada... pero más allá de la carcajada y la ironía cualquiera ve que la base sobre la que apunta y dispara sus dardos es completamente verídica. Hace más de veinte años que el gobierno de los EEUU se comporta exactamente de la forma descrita en esta novela. No todo es negativo tampoco, así como el gobierno es vapuleado sin piedad, el pueblo de a pie es alabado en general... aunque también se muestren sus contradicciones y la inmensa división y variedad que lo compone. Denuncia en definitiva de la xenofobia, del racismo, el sexismo, la desigualdad y la política imperial y de terrorismo de estado que se promueve sistemáticamente desde arriba, y se defiende todo lo apuntado anteriormente, la alegría de vivir, la solidaridad, la compasión y el intentar construir un mundo mejor.

Una vez a Noam Chomsky le reprocharon que siempre lanzara sus críticas contra el gobierno norteamericano y que eludiese entrar en críticas a otros gobiernos de otras naciones, el pensador norteamericano contestó que él había nacido en los EEUU y era ciudadano americano, y que antes de criticar lo que otros hacen o dejan de hacer hay que poner siempre por delante el ejemplo de tu propio país y que por ese motivo se sentía más legitimado a hacerlo... estoy seguro que el autor de esta sátira política estaría completamente de acuerdo.


Lo peor: La novela tiene un arranque potente, engancha desde las primeras páginas, para luego ir perdiendo fuelle pasada su primera mitad. A pesar del entusiasmo y el optimismo que trata de transmitir no deja de constituir un ejemplo de humor negro... apelar a una intervención extraterrestre para salvarnos de nosotros mismos no es precisamente el colmo del optimismo, como bien dijo una vez un filósofo "solo un dios puede salvarnos", Rhinehart sustituye la intervención divina por la extraterrestre, pero ambas serían similares. La novela no concluye... justo en el momento en que todo se ha puesto del color más negro termina, dejándonos intrigados con su continuación. Da la sensación de que al autor le creció en las manos y que llegó un punto en el que no sabía ya que hacer con la historia. Habrá que ver si en una futura continuación los seres humanos tenemos, o no, remedio. Por mi parte me apunto esa interesante primera novela del autor en mi lista de lecturas pendientes.