sábado, 28 de mayo de 2016

El bonobo y los diez mandamientos


 Ficha: "El bonobo y los diez mandamientos. En busca de la ética entre los primates", Frans de Waal, Tusquets Editores, 280 páginas, ISBN: 9788490660263

Hace un año publicaba en este blog una reseña sobre otro libro de Frans de Waal, seguramente el primatólogo más importante e influyente del mundo, excepto quizás la gran Jane Goodall, y todo un pionero de la investigación de la naturaleza y comportamiento de los simios en cautiverio. Autor de numerosos libros donde no solo se limita a desentrañar las claves de la vida social y la psicología de los simios sino que no se arredra en "mojarse" y meterse en materias, en principio ajenas a su especialidad, pero muy relacionadas en cierta forma con su trabajo... es decir, ofrecer opiniones muy bien fundadas sobre la sociedad y comportamiento "humanos".

Si ya "La edad de la empatía" caminaba por esos derroteros, los de salirse un poco del tema del estudio de los simios y otras especies de mamíferos avanzados, para enjuiciar de paso algunas ideologías dominantes y falsamente basadas en el mundo natural y la evolución darwiniana, en esta ocasión se mete de lleno en el tema.

Este es pues un libro un poco escrito "a la contra", un libro que fundamentalmente expresa una protesta contra la mala utilización de la teoría de la evolución de Darwin con fines políticos, y no solamente eso, sino también contra una torpe ceguera que ha guiado a la filosofía política y la antropología hasta hace bien pocos años. La falacia puesta en tela de juicio no es otra que la consideración de la naturaleza humana como eminentemente egoísta, donde cualquier comportamiento cruel, agresivo, egoísta y manipulador era visto como "natural", y cualquier comportamiento cooperativo, empático y solidario era puesto en tela de juicio por considerarse eminentemente hipócrita e interesado... vamos que daba lo mismo. Si partimos de la premisa de que el ser humano es egoísta y competitivo por naturaleza, ya que le va la vida en ello, no puede ser de otra forma, de ahí que la pulsión a sobrevivir y reproducirse, adaptándose de paso al medio, no podía ser más natural... siendo la cooperación y la empatía "desviaciones" de la ley natural. Sin embargo algo hay que no cuadra en esta ecuación. 



Si partimos del hecho que el ser humano es, al igual que el resto de los animales, fruto de la evolución biológica, y que nuestro antepasado más cercano era un simio descendiente de los que hoy conocemos como primates superiores, entonces nos llevamos algunas sorpresas en cuanto estudiamos el comportamiento de los simios... por un lado descubrimos como era de esperar comportamientos egoístas, mentiras, manipulaciones... incluso alianzas "políticas" y crímenes, pero por otro lado, como muy bien señala Frans de Waal descubrimos grupos jerárquicos donde lo habitual no es la imposición por la fuerza, sino la cooperación, la asistencia a los más débiles, el respeto a unas normas establecidas por el bien del grupo, la intermediación en conflictos, la adopción y ayuda a miembros del grupo con los que no se comparte herencia genética alguna... y de hecho este tipo de comportamientos, incluso entre los chimpancés, el simio más inteligente y más parecido socialmente al hombre son la norma, no la excepción ¿consideramos pues contra toda lógica como más "naturales" entre los primates los rasgos que apuntan al bien individual y al egoísmo pese a ser los menos frecuentes con diferencia? ... eso no se sostiene. Durante décadas Frans y el resto de los primatólogos tuvieron que olvidar lo que sus ojos veían, casi todos los resultados de sus experimentos donde probaban sobradamente que entre los simios hay indicios más que sólidos de algo que no dudaríamos en calificar como empatía, apoyo humanitario e incluso moral y sentido de la justicia, elementos que siempre se habían considerado propios en exclusiva de nuestra especie.

En el momento que Frans y sus colegas presentaban resultados de sus experimentos en comportamiento animal eran duramente criticados, ridiculizados incluso, sus conclusiones eran tachadas de visiones puramente antropocéntricas... en pocas palabras y como dice el refrán, "no hay más ciego que el que no quiere ver". Era un sesgo cognitivo en el que cayeron uno tras otro eminentes biólogos, empeñados en defender sus ideas de toda la vida, porque si atribuimos empatía y buenos sentimientos a los animales, si otorgamos un sentido moral a los primates superiores... entonces cae la bomba, LA MORAL TIENE INDUDABLES ORÍGENES BIOLÓGICOS, no es fruto  ni de la cultura, ni de la filosofía, ni de la religión... si acaso las diferentes culturas, a través habitualmente de las religiones, refuerzan el tono moral de una sociedad, pero no es esta sino la propia naturaleza humana, como primates que somos, la que fundamenta la misma.

¿Son pues necesarias las religiones?, para Frans de Waal solo hay una respuesta, "indudablemente de momento sí", en ese punto marcha de la mano con el filósofo Alain de Bottom quien en su libro "Religión para ateos" destaca que si bien hace tiempo que las religiones han quedado superadas en el plano ideológico o filosófico todavía cubren un vacío que ninguna ideología "laica" cubre o puede cubrir al menos de momento. Son todavía necesarias para dar cohesión social y promover la espiritualidad, entendida esta como el cultivo de las buenas cualidades humanas, en buena parte del mundo. Me recuerda a la idea de Voltaire de "si Dios no existiese habría que inventarlo", naturalmente siempre tendremos el ejemplo contrario de guerras y fanatismos religiosos... que no olvidemos son poco representativos en conjunto, por mucho que salten a las portadas de los periódicos. De ahí la crítica que de Waal lanza con el grupo de nuevos ateos encabezados por Dawkins y su "cruzada atea", comprensible por la influencia política que tienen en los EEUU los fanáticos cristianos que niegan la teoría de la evolución, pero en general una idea poco afortunada que no representa el sentir de la mayoría de los agnósticos y ateos de occidente quienes no tienen, no tenemos, problema alguno para convivir con las religiones.



Vemos que el título del libro nos da la clave de su tema principal, en este caso la alusión al bonobo se hace porque esta especie de simio, poco conocida hasta hace un par de décadas, lleva al extremo ese comportamiento empatico y solidario descubierto entre los primates. A diferencia del chimpancé, el bonobo no utiliza la violencia para sentar las bases de su jerarquía, y también a diferencia de este no se conocen casos de asesinatos entre la población de bonobos. El bonobo o "chimpancé pigmeo" utiliza el sexo como sistema habitual para resolver conflictos, incluso entre miembros del mismo sexo, algo insólito y único entre las especies de primate... lo que le ha valido apodos como el "mono hippie" o el "primate de izquierdas", dado incluso su sistema matriarcal, para diferenciarlo del primate violento y egoísta "de derechas" que sería el chimpancé y el resto... tonterías porque como bien demuestra Frans, incluso en una sociedad chimpancé donde no son raras las agresiones físicas, la manipulación y el engaño es la cooperación y la ayuda lo que predominan siempre. 

El libro, al igual que el ya mencionado, abunda en ejemplos sacados de los experimentos de Frans y su equipo realizados durante décadas, y sobre todo de observaciones de grupos de simios criados en cautividad, donde podemos constatar la complejidad de sus aparentemente simples sociedades, el sentido de la justicia, los numerosos casos de apoyo a los más débiles, incluso de la "adopción" por parte de adultos a algún que otro huérfano. en el caso de los bonobos vemos la utilización del sexo para dirimir conflictos, y de forma generalizada la preocupación por el resto del clan y los sentimientos, inclusive el de culpa, y el sentido de responsabilidad por acciones que van contra el bien común. Encontramos también, como no podía ser de otra forma en un primate jerárquico como nosotros ;-), el respeto por unas normas establecidas por el grupo que en modo alguno suponen el abuso de los ocupantes de la cima de la misma contra los ocupantes de la base... ya quisiéramos los humanos vivir en sociedades jerárquicas más parecidas a las de los simios. De hecho no son raros los casos en los que un "macho alfa" ha intentado pasarse de la raya en su aplicación de la disciplina a un díscolo miembro inferior y se ha encontrado con el correctivo del grupo en conjunto... o a un bonobo excesivamente agresivo que ha trasgredido uno de los tabús de esta especie, la violencia contra los pequeños está prohibida, para encontrarse con la agresión coordinada del grupo... vamos de una insubordinación en toda regla, que le obligan a quedarse en su sitio, pues nada puede un individuo, en cualquier sociedad humana o primate, solo contra la acción conjunta de una comunidad.


Lo mejor: Un libro ameno, bien escrito, interesante y sencillo de leer aunque no exento de ideas profundas y de gran transcendencia, no solamente para el reducido campo de los simios superiores, sino para sacar conclusiones acerca de la naturaleza del ser humano. Me ha gustado en particular la crítica a la mala utilización de la ciencia esgrimida por el autor donde se constata que si bien el método científico es la herramienta más poderosa conocida por el hombre para el conocimiento del mundo, este al estar realizado por seres humanos, imperfectos por definición, puede quedar viciado y no ser todo lo riguroso que se supone. Las referencias a los cuadros y pintura del Bosco incluidos de propina en el libro son especialmente sugerentes... ahora que se va a estrenar una gran exposición sobre este pintor en Madrid dan ganas de hacer las maletas e ir a verla como sea. En definitiva, otro ejemplo excelente de como hacer ensayos de ciencia que no se quedan solamente en su ámbito y pueden interesar a un público mucho más amplio.


Lo peor: Frans se "moja", y evidentemente saca los pies del tiesto en unas cuantas ocasiones... personalmente lo considero un acierto del libro, de hecho recomiendo cualquier trabajo que escriba este hombre porque me parece la lucidez y la sensatez en persona, pero es inevitable pensar que cuando no pisa su terreno corre el riesgo de meter la pata. Coincido con su opinión sobre la religión y su crítica a Dawkins y Sam Harris, pero hay quien puede perfectamente no estar de acuerdo con la misma o defender un ateísmo militante, me da la impresión de que en ocasiones peca un poco de ingenuo y desde luego en el tema de la religión hay mucho más de lo que él expone, normal si tenemos en cuenta su perspectiva del tema desde Holanda, pues en su tierra hay debates y asuntos ya resueltos desde hace mucho tiempo, un país que convierte iglesias desacralizadas en bibliotecas públicas tiene todo mi respeto ;-).



domingo, 22 de mayo de 2016

El comienzo del infinito


"Interpretamos las experiencias mediante teorías explicativas, pero las explicaciones verdaderas no son obvias. El falibilismo implica no buscar el respaldo de las autoridades, sino admitir que siempre podemos estar equivocados y tratar de corregir los errores. Hacemos esto buscando buenas explicaciones -explicaciones que son difíciles de modificar en el sentido de que cambiar los detalles echaría a perder la explicación. Este, y no la comprobación experimental, fue el factor decisivo en la revolución científica, y también en el progreso único, rápido y sostenido en otros campos que han participado en la Ilustración. Esta fue una rebelión contra la autoridad, que a diferencia de las mayorías de las rebeliones de este tipo, no trató de buscar justificaciones para las teorías en la autoridad, sino instaurar una tradición crítica."


Ficha: "El comienzo del infinito", David Deutsch, Biblioteca Buridán, 539 páginas, ISBN: 9788 415 216 759

Bonita papeleta la de tener que comentar un libro como este... no me extraña nada que hace bastantes años esa misma sensación, la de estar ante una obra inusualmente importante y profunda, embargara al comentarista del antecesor de este ensayo, "La estructura de la realidad", publicado en su día por Anagrama y hoy convertido en una obra de "culto" ensayístico. No es un libro fácil de conseguir este mencionado, pero un vistazo superficial al mismo en una biblioteca me ha hecho constatar que David Deutsch en 1.997 ya había trazado las líneas maestras que definen a este impresionante "El comienzo del infinito". 

Estamos ante los mismos temas, una forma parecida e incluso también encontramos un diálogo imaginario en un punto clave del libro. La teoría neodarwinista de la evolución, la teoría de los multiversos en la física cuántica, la filosofía de Popper acerca del conocimiento y la teoría de la computación de Alan Turing, los cuatro pilares en los que se basaba esa obra de final de los noventa aparecerán también en este ensayo, junto con muchos otros asuntos. En cierto modo estamos ante un libro que no es más que una actualización de aquel, repitiendo temática, filosofía y estructura... aunque seguramente en este caso nos encontramos con una obra más accesible, sin perder profundidad, y que pretende abarcar más incluso.

En general podríamos dividir los ensayos de divulgación científica, o divulgación a secas, en dos apartados, los escritos por especialistas en los temas tratados y aquellos escritos "de oído", por autores no especialistas, que simplemente se han documentado y asesorado convenientemente sometiendo sus escritos a la revisión de expertos, habitualmente prefiero a los segundos, Bill Bryson y Philip Hoare serían ejemplos perfectos de este tipo de ensayista autodidacta y multidisciplinar capaz de escribir bien y de forma interesante sobre cualquier tema. Aquí en cambio estamos ante un autor diferente, David Deutsch es un físico de reputación internacional y uno de los más insignes teóricos sobre la nueva rama del conocimiento, y probablemente fundamental en un futuro próximo, conocida como computación cuántica, por si fuera poco es uno de los padres de la teoría de los universos paralelos dentro de la física cuántica. Estamos pues ante un físico teórico de primera línea, pero a la vez también ante un excelente filósofo de la ciencia, y un magnífico pedagogo, capaz de bajar de ese olimpo del mundo de las ideas y ofrecer interesantes y comprensibles pensamientos al resto de los mortales.



El espectro de temas que David nos ofrece este ensayo es apabullante, biología evolutiva, matemáticas, filosofía de la ciencia, teoría del conocimiento, memética y demás teorías culturales, física cuántica, política, ecología... todo ello unido por el denominador común del pensamiento humano y nuestra habilidad como especie de ser capaces de resolver problemas y sobre todo, como "leiv motiv" de este ensayo, de ser capaces de encontrar lo que el autor llama "buenas explicaciones", para diferenciar entre aquellas explicaciones sobre el mundo y las cosas sometidas a examen y crítica de aquellas dadas por buenas a través del principio de autoridad que suele encubrir habitualmente falsedades. Para el autor, si bien no es posible vislumbrar el final del conocimiento posible, pues este es infinito, sí que es posible aventurar un principio y podemos situar su comienzo en occidente, en aquello que con los años se denominó Ilustración. A diferencia de otros movimientos intelectuales tanto en occidente como en otros lugares, la Ilustración, y su hija el método científico, hicieron algo nuevo, se rebelaron contra este principio de autoridad que había dominado el pensamiento prácticamente desde siempre, e incluso se atrevía, e invitaba, a cuestionarse a sí mismo. Era por lo tanto enemigo de todo dogmatismo... aunque con el tiempo no podría evitar crear sus propios dogmas y hacer aparecer otro tipo de errores, el mismo hecho de que en sus principios estuviera la autocrítica firmemente asentada le daba la facultad de poder corregirlos más adelante. David expone en este libro desde el principio que no hay problema o error que no se pueda solventar, salvo que este vaya directamente contra las leyes conocidas de la física, pero también añade que los errores son inevitables, pretender la perfección y una vez alcanzada esta, real o supustamente, buscar la inmovilidad es una orientación siempre condenada al fracaso de antemano.

Así podemos definir la filosofía de este autor firmemente anclada en el optimismo, los seres humanos somos por definición seres pensantes que no cesan de crear cosas nuevas con su pensamiento y no cesan nunca de buscar esas buenas explicaciones que nos han hecho progresar de forma exponencial desde el siglo XVII de forma más y más acelerada, creando un sin fin de nuevos problemas, es verdad, pero cambiando el mundo y creando conocimiento por primera vez con una rapidez que ya no se cifra en siglos o generaciones... sino que es perfectamente perceptible en el transcurso de una sola vida humana. Y ello se debe a la derrota, aunque no en todas partes por desgracia, del pensamiento estático y dogmático existente hasta entonces que tendía a refrenar y asfixiar cualquier nueva corriente de pensamiento que cuestionase el orden establecido. David cree en esa capacidad del ser humano como especie, pondrá numerosos ejemplos a lo largo del libro en los campos más diversos, y no dejará de mostrarnos el camino correcto, a su juicio, para que ese progreso siga hasta el infinito...

Aparte del optimismo inherente en esa forma de pensar hay algo también que me gusta de este autor, su empeño por no dejar "títere con cabeza" denunciando puntos de vista equivocados, los sostenga quien los sostenga, así por ejemplo lo veremos exponiendo, brillantemente, y denunciando el punto de vista antrópico... que pretende a través del análisis de las constantes físicas de nuestro universo conocido sembrar la duda y la incertidumbre, o atacar contundentemente ese principio de mediocridad que poco menos que viene a decir que el hombre es una vil y miserable criatura perdida en los confines de un universo indiferente... no, no vivimos en un lugar tan común y poco singular tal y como nos quieren en ocasiones hacer creer, bajo cualquier punto de vista estamos en un lugar extraordinario y somos extraordinarios como fenómeno. Tampoco está de acuerdo con la visión de la Tierra como una especie de nave espacial, con una biosfera que funciona poco más o menos como el sistema de soporte vital de una nave espacial... como bien sostiene David a la biosfera le importa un comino si vivimos o no, no se preocupa por nosotros lo más mínimo... somos nosotros, como seres vivos los que tratamos continuamente de adaptarnos a ella y en el caso de los seres humanos los que modificando nuestro entorno lo convertimos en algo habitable y confortable.

Veremos así mismo atacados duramente el positivismo lógico, el instrumentalismo, el postmodernismo, la visión mística que algunos han querido darle a la física cuántica... y defender, y explicar detalladamente, la teoría evolutiva en su faceta neodarwiniana que engloba a la genética, la filosofía de la ciencia de Karl Popper, y también esa particular teoría de los universos paralelos como explicación de la física cuántica que defienden David y unos pocos científicos teóricos. Por encima de todo hay también una defensa de la importancia de la teoría, la conjetura y la hipótesis como fuente de conocimiento, tanto si conduce a una experimentación que la pone a prueba como si no, pues para David esa capacidad del ser humano de imaginar y elaborar teorías y conjeturas es la fuente misma de nuestra inteligencia, el ser humano no es como un loro o un mono que imita comportamientos, fundamentalmente es un ser inteligente que primero piensa o aventura y luego, una vez interpretado lo que ve u oye, se lanza a la imitación y la experimentación.

Poco más tengo que decir de un libro impresionante, toda una aventura intelectual que lleva al lector desde el cosmos y los confines del universo a la naturaleza última de la materia, a la inteligencia artificial y a los mismos fundamentos del conocimiento, a la historia y al cómo y el porqué de la evolución del pensamiento, a aventurar el fin del mismo, a una simulación matemática sobre el infinito, a un diálogo imaginario entre Sócrates y el dios Hermes donde se tratan las cuestiones fundamentales de porqué sabemos lo que sabemos, a la imposibilidad de crear un sistema político realmente representativo, a los callejones sin salida en los que se meten en ocasiones las civilizaciones... todos estos temas y muchos más que harán las delicias del lector de ensayos, tanto filosóficos como científicos, pues en el libro de Deutsch se dan la mano tantos temas diferentes que es imposible que no interese a alguien. El capítulo que recoge ese diálogo imaginario entre Sócrates y el dios es una delicia que merece ser leído y releído muchas veces y que constituirá toda una puerta de entrada a la parte más "dura" del libro.


Lo mejor: Un ensayo extraordinario donde el autor se pregunta por la esencia de aquello que nos hace humanos, el origen del conocimiento y el porqué podemos comprender el universo del que formamos parte y cómo ese conocimiento nos proporciona un potencial literalmente infinito, y a la vez una infinita fuente de futuros problemas. El libro está redactado en un lenguaje sencillo, asequible y enormemente didáctico, con recopilación y definición de términos e ideas principales al final de cada capítulo, como si de un libro de texto para estudiantes se tratase. Todo un esfuerzo por ponerse en el lugar del lector e intentar que este asimile las ideas principales que es digno de alabanza y que brilla por su ausencia en demasiadas ocasiones en obras divulgativas. Me han gustado en particular su falta de corrección política y todos esos "capones" que les sacude a gente influyente e importante, sean quienes sean, y a los malos filósofos en general,  especialmente a aquellos que niegan el progreso humano y a los que critican a la ciencia desde una postura fundamentalmente ignorante. Muy interesante su ataque a aquellos que no ponen en primer lugar de toda posible interpretación al mundo de las ideas y el aspecto creativo del ser humano, y siguen empeñados en ver en las condiciones materiales el principio y el fin de cualquier interpretación... en definitiva a todos esos creadores de malas explicaciones y dogmas les haría bien leer a David Deutsch.

Conclusión:
Una obra muy estimulante desde el punto de vista intelectual, que merece ser revisada una y otra vez y que ofrece una visión alternativa de la especie humana, una visión optimista y "refrescante", pero a la vez firmemente anclada en la realidad, que creo que es muy necesaria en los tiempos que corren tan llenos de ignorantes, empapelados o no, con títulos académicos y pájaros de mal agüero.

Lo peor: No es un libro difícil en general, pero contiene algunos capítulos de no tan fácil asimilación, el dedicado a esa teoría sobre los universos paralelos por ejemplo ¿hay alguien que pueda entenderla bien a la primera?... y es que cuando David se mete en asuntos directamente relacionados con su especialidad, la computación y la física cuántica, es cuando termina endiosándose un poco y poniéndole las cosas difíciles al lector. Aunque por otra parte es estimulante encontrarse con un autor que no trata a sus lectores como si fueran idiotas me da la impresión de que a veces va un poco deprisa :-). Creo que incluso lectores habituales de temas filosóficos y científicos no podrán evitar en ocasiones la sensación de mareo y andar un poco perdidos, sin duda es un libro que necesita varias atentas lecturas y una buena dosis de reflexión para sacarle partido por la profundidad de los temas que expone.


lunes, 9 de mayo de 2016

La invención de la libertad



"Por mi parte, no doy crédito a ello, no creo en modo alguno que nuestra experiencia humana sea la forma más alta de experiencia que existe en el universo. Creo, más bien, que nuestra relación con la totalidad del universo es bastante parecida a la que mantienen nuestros perros y gatos con la totalidad de la vida humana. Ellos andan por nuestros salones y bibliotecas. Toman parte en escenas cuyo significado se les escapa. Sólo son tangentes a las curvas de una historia cuyos comienzos, fines y desarrollos quedan fuera de su comprensión. De igual modo, nosotros también somos tangentes con respecto a la vida, al desarrollo más ámplio de las cosas"

William James.



Ficha: "La invención de la libertad", Juan María Arnau Navarro, Ediciones Atalanta, 283 páginas, ISBN: 9788 494 3770 75

De nuevo tengo que comentar aquí un libro de Juan Arnau, hace poco más de un año escribía un comentario sobre su "Manual de filosofía portátil" que me pareció lo mejor que había leído sobre el tema, ese viaje a través del tiempo desde el estudio del mito en la época actual hasta el mito como inicio de la filosofía, un libro original y tan magistralmente escrito que se salía bastante de los cauces habituales de la divulgación filosófica. Este libro que comento hoy aquí es en cierta medida complementario de aquel, pues aunque el ciclo quedó cerrado hubo pensadores que se quedaron en el tintero... sobre todo tras aquel interesante capítulo dedicado a George Berkeley, una de las sorpresas más agradables del libro y un filósofo que en aquel momento debió darle la pista a Juan Arnau de por donde proseguir con su labor de escritor, de hecho lo comentado en este libro es en alguna medida una continuación de la labor y la notable intuición de aquel filósofo irlandés.

Ahora Juan se va a centrar en tres filósofos bastante originales, que propugnaron una "vía alternativa" a las corrientes principales de la filosofía, los tres desarrollaron su pensamiento como una especie de reacción contra la visión del mundo que propugnaba la visión científica. Una visión descarnada que trasladada a la filosofía de la mano del positivismo fue la madre de la corriente existencialista, así tenemos a nuestro Miguel de Unamuno, el cual se debatió entre el rechazo a la visión científica y mecanicista por un lado y sus dificultades para aceptar la visión de la religión por otro, los filósofos existencialistas no parecían tener otra salida que el lamento y la queja, algo normal cuando se considera el mundo vacío y estéril, un sinsentido grisáceo al que como mucho intentamos pintar color... otros pensadores se centraron en el análisis del lenguaje que condujo a otra tierra baldía y alejada de las preocupaciones cotidianas, un andar entre nubes alejados del mundo que ha sido la tradicional etiqueta despectiva contra la filosofía... 

Frente a ambas corrientes mayoritarias, existencialista y analítica, y siempre según J. Arnau, hubo tres intentos de la mano de William James, Henri Bergson y Alfred North Whitehead de establecer una vía alternativa, una nueva visión del mundo que fuese a la vez compatible con la ciencia, y por lo tanto alejada de las visiones teístas tradicionales con un "supremo hacedor" y sus acrobacias lógicas para justificarlo, y que por otra parte que otorgase un lugar digno al fenómeno de la conciencia, esta ya no se vería como un epifenómeno que surge espontáneamente de la evolución, sino que la misma sería poco menos que el fenómeno rector de la evolución misma, la aparición de la conciencia no sería un accidente evolutivo sino un paso fundamental e inevitable del proceso que conduce de la materia inanimada a la vida y de esta a la vida inteligente, el Universo sería visto pues como un todo orgánico, no como un desierto inanimado en el que ¡plop! ¡mira que casualidad!... ha surgido la vida inteligente y consciente de sí misma. Se rechazaría tanto la figura de un ser supremo creador separado de su creación como la existencia de leyes naturales omnipotentes surgidas de la noche de los tiempos e inmutables. El universo continúa su evolución, la conciencia humana sería, que nosotros sepamos, la cúspide de esa evolución, pero la misma no ha terminado ni seguramente terminará nunca... no hay una causa primera, ni tampoco leyes eternas e inmutables que solo nos queda descubrir a través de la ciencia. 

El universo, tal y como comenta J. Arnau, no sería ese complejísimo y enorme "sudoku" que nos quiere vender la ciencia, un problema enorme y complejo pero que podría ser resuelto en un futuro... ya que si continúa su evolución de forma constante es imposible de conocer en su totalidad. La búsqueda por lo tanto de esa teoría final que unificase todas las leyes pertenecería más a la metafísica, y al mundo de las quimeras que a la ciencia real... aunque se nos quiera vender como tal.




En fin, un tema complejo, apasionante, donde es tan fácil asentir con Juan Arnau y darle toda o parte de la razón como considerar la postura de esos tres filósofos, defendida y apoyada por el autor no hay que olvidarlo, como pura charlatanería vacía de contenido. Algo hay no obstante que resulta fascinante de la propuesta tanto de W. James, H. Bergson y sobre todo la de Whitehead, destilan una fe en la capacidad humana que excede el optimismo más desaforado de la ciencia, porque si la conciencia humana, o consciencia inteligente, es fruto inevitable de la evolución del universo, algo hay de divino, de enorme, de impresionante en nuestra, por otra parte miserable naturaleza. Reducirnos al estado de animal, a esa caricatura que definía Humbold como "simples transformadores de alimento y bebida en repugnantes heces y apestosa orina"... pues no se, creo que es una visión del mundo que nos dignifica un poco ;-)



Juan Arnau pertenece a esa no tan rara clase de filósofos que han tenido en origen una sólida formación científica, en este blog he comentado algunos de los libros de Matthieu Ricard, doctorado en Biología Molecular y monje budista posteriormente. En el caso de J. Arnau tenemos a todo un licenciado en Astrofísica y posteriormente estudioso de las filosofías orientales y especialista en lenguaje sánscrito, poco antes de este libro acaba de publicar una nueva traducción del clásico Bhagavadgita. Y es curioso porque los tres pensadores tratados en este libro tuvieron una trayectoria similar... W. James pasó de la fisiología y medicina a la filosofía, y Bergson y Whitehead llegaron a la filosofía tras su paso, brillante por cierto, por las matemáticas. De forma que es fácil establecer un símil entre el autor y los tres filósofos, es un libro escrito un poco "a la contra" comentando la obra de tres filósofos que, a su peculiar manera cada uno, hicieron básicamente lo mismo. Naturalmente que esa sólida formación científica pre-filosófica no tiene porqué ser garantía de nada en terrenos filosóficos, pero en mi caso particular, que profeso una especial admiración por el método científico como herramienta de conocimiento, hace que me caigan especialmente "simpáticos", que esa obsesión por ampliar el ámbito de lo humano sin reducirlo todo a organismos, química y procesos físicos me resulte particularmente atractiva, y sobre todo, que no me voy a encontrar así de entrada con los típicos "charlatanes new age", aunque no estén exentos, como humanos, de errores.

No es este un libro fácil, aunque el autor, tal y como hacía en su "Manual de filosofía portátil", nos va a brindar otra muestra de sus habilidades como buen narrador, en ocasiones con un estilo que recuerda más a la literatura que a la filosofía académica; es cierto que es tal la cantidad de ideas y pensamientos interesantes que habrá momentos en los que haya que retroceder en el texto y volver a leer, al menos así me ha ocurrido en varias ocasiones, especialmente en el tramo final, el centrado en la filosofía, o más concretamente, metafísica de A. N. Whitehead, todo un pulso intelectual que satisfará al lector de filosofía más exigente y que requerirá probablemente varias lecturas. 


En particular he disfrutado con la parte dedicada a H. Bergson, un filósofo por el que me interesé hace unos años y terminé dejando un poco de lado, más centrado en obras más sencillas, y he terminado un tanto disgustado por el hecho de que no haya nada decente publicado en castellano sobre A. N. Whitehead, posiblemente uno de los filósofos más difíciles y complejos del pasado siglo, pero que a la vez fue responsable del esfuerzo más serio, aunque fallido, de crear una nueva metafísica que pusiera en palabras de una forma sólida y "científica" la experiencia mística de unión con la totalidad... no podía terminar de otro modo el intento de estructurar y definir lo "inefable", pero ¡que esfuerzo más increíble y admirable!. William James también me ha terminado resultando interesante, quizás sea el menos "muerto" de los tres, y el que tuvo mayor continuidad, otro más de esos pensadores a apuntar.

Conclusión.
Un trabajo excelente, que trata de plasmar la vida y la obra de tres notables filósofos empeñados por encontrar una salida a la desesperanzada visión del mundo como un lugar donde la libertad es algo ilusorio y donde, o bien, somos las marionetas de una divinidad creadora, o bien, marionetas de unas todavía misteriosas leyes universales. Una reivindicación extremadamente optimista de la libertad del ser humano y de su capacidad a la hora de trascender su naturaleza, no exenta de problemas ni de contradicciones, pero quizás por eso mismo también mucho más interesante.

Queda abierta la cuestión de si realmente importa tanto una nueva filosofía de este tipo, posiblemente para mucha gente tenga peso la visión científica y mecanicista del mundo una vez abandonado el consuelo de la religión, pero también es verdad es que para la gran mayoría de las personas de este mundo, al menos de las que yo conozco, no hay otra concepción de la vida, otra filosofía y otra metafísica que la lucha con los problemas del día a día, quizás haya también un vuelco exagerado en el materialismo y consumismo como compensación de un vacío interior, pero ¿qué podría hacer la filosofía, incluso esta, al respecto?... no creo que haya filosofía alguna capaz de llenar ese vacío, todo lo contrario, el plantear más cuestiones o la verdadera naturaleza de nuestras preguntas y el inquietar casan más con su naturaleza. Por otra parte ¿hay alguna diferencia entre un universo en constante evolución que siempre irá por delante de nuestro conocimiento del mismo y otro tan complejo, aunque con unas "leyes" ya establecidas, que resulta virtualmente imposible de conocer? ... yo al menos no consigo ver una diferencia que otorgue más o menos sentido a la vida.

Quizás en unos años veamos un resurgir del concepto del universo defendido por alguno de estos filósofos ... pero de momento hay una cosa clara, en el fondo nos muestran tres ejemplos fallidos, aunque muy interesantes, y hasta cierto punto estériles. Quizás se pueda decir, al menos en el caso de Whitehead, lo mismo que alguien dijo hace años de la teoría de cuerdas en la física, que era una teoría del siglo XX que necesitaba de las matemáticas del siglo XXI... creo que con la física actual, en perpetuo cambio y con fascinantes descubrimientos a la vuelta de la esquina  poca metafísica podemos necesitar, pero ¿quién sabe?, si el filósofo S. Zizek medio en broma medio en serio recomendaba a los físicos estudiar la lógica, peculiar y aparentemente ilógica, de Hegel para ampliar su perspectiva de lo admisible o racional, igual podrían hacer lo mismo con la metafísica de Whitehead ;-).



 

"Dios está en el mundo, o no está en ninguna parte. Creando continuamente en nosotros y alrededor nuestro. Este principio creativo está en todas partes, en el mundo animado y en la llamada materia inanimada, en el éter, el agua, la tierra y los corazones humanos. Y esta creación es un proceso continuo, y el proceso en sí mismo es la realidad: tan pronto como llegas inicias un nuevo viaje."

A. N. Whitehead.



Lo mejor: Un libro excelente, muy bien escrito, sorprendente, intelectualmente muy estimulante, de los que se disfrutan y que recomiendo a todo buen amante de la filosofía. Un ensayo que nos descubre la obra de tres filósofos un tanto olvidados pero sumamente interesantes y que consigue que el lector quede con "ganas de más". No es un libro que se suelte de las manos con facilidad, aun tras haberlo acabado hace unos días sigo releyéndolo con el mismo placer, y eso no es algo que se pueda decir de todos los ensayos filosóficos.


Lo peor: El autor nos lleva de la mano desde el principio de una forma un tanto forzada, no se critica a la ciencia en sí, creo que este no es un libro "anticientífico" para nada... pero sí que se critican los excesos de la ciencia, precisamente cuando esta deja de serlo y se empeña en meterse en "arenas movedizas", pero me da la impresión de que es un poco injusto en ocasiones al despachar con tanta ligereza y subjetividad una visión del mundo llevada de antemano a la caricatura. Aunque Juan Arnau nos señala las líneas maestras de una nueva filosofía centrada en las líneas maestras de la empatía, la creatividad y la atención, una propuesta muy atractiva así de entrada, se echa en falta un mayor desarrollo de la misma, un "mojarse" más y ofrecer él mismo su propio sistema basado en estas premisas... imagino que lo habrá dejado para más adelante, de momento hay pensamientos y "señales" más que suficientes en este excepcional ensayo. Hay momentos donde su lectura no resulta nada fácil y el lector tendrá fácilmente la sensación de ir demasiado aprisa. ¿Para cuando un buen ensayo o una publicación de la obra de Whitehead en castellano? ... ya se que es difícil, por decirlo suavemente, de entender, pero Kant, Husserl, Heidegger o Hegel tampoco son fáciles precisamente :-).