sábado, 24 de septiembre de 2016

50 Batallas que cambiaron el mundo



Ficha: "50 batallas que cambiaron el mundo", William Weir, colección Books4Pocket, 574 páginas, ISBN:  978 849 682 9640

Repasando los libros pendientes de leer y ya prácticamente olvidados en mi pequeña biblioteca me encontré con este que puede presumir, o casi, de ser el que más tiempo lleva esperando ser leído, casi siete años. Eso de dejar libros en "espera" por tiempo indefinido es una de mis malas costumbres y me temo que no soy el único lector empedernido que hace lo mismo, que adquiere y amontona libros que al final nunca lee. Sea como fuere por fin le llegó su turno a este ensayo que me ha venido a reconciliar un poco con ese lado "friki" que poseo como forofo de la historia, y especialmente de la historia de los conflictos armados.

Nos encontramos aquí con la obra de un desconocido ensayista norteamericano, esta es su única obra publicada en castellano, nacido en 1.928, tiene por lo tanto 88 años, (si es que sigue vivo y la Wikipedia no anda desactualizada), fue policía militar en su juventud y más tarde corresponsal de guerra en la 25ª División de Infantería en la Guerra de Corea. Es por lo visto autor de numerosos artículos de temática militar en varios periódicos norteamericanos y escritor de ensayos de temática militar. Todo un especialista en el tema vamos. Alguien que ama el estudio de las guerras en la historia y que ha publicado varios libros de divulgación sobre recopilaciones de las más importantes, y curiosas, de la historia. Este fue su mayor éxito, publicado además en 2.004, y que nos viene a mostrar un conocimiento de los temas que trata y una erudición verdaderamente excepcionales.

En mis años de estudiante de EGB tuve un profesor que nos decía que en el tema de las guerras había tres consideraciones a tener en cuenta, la primera eran los antecedentes, el porqué se había desencadenado la guerra, la segunda el desarrollo de la misma en sí, y la tercera las consecuencias del conflicto. Siempre nos recalcaba la importancia de la primera y la tercera... de hecho nos invitaba a estudiar y exponer en los exámenes de forma muy superficial la segunda. Es una opinión que siempre he compartido, puesto que las guerras no surgen de la nada y desde luego que posteriormente tienen consecuencias, son acontecimientos que concentran un esfuerzo humano sin comparación posible con ningún otro y que cambian el curso de la historia para siempre... de hecho se podría definir la historia casi como la enumeración de los conflictos humanos. Es solo una definición posible como la historia de la economía, del pensamiento, del fenómeno religioso, de las migraciones y descubrimientos etc etc... lo cierto es que la historia de los conflictos humanos posee un atractivo innegable y propio. Dejando de un lado el hecho de que constituyen una fuente incalculable de sufrimiento y muestran, más que ningún otro acontecimiento, hasta donde puede llegar la maldad y la estupidez de nuestra especie, eso es innegable, también es cierto que en los indeseables conflictos armados, especialmente en los modernos a gran escala, es donde se concentra la mayor cantidad de inventiva y destreza técnica y además en un espacio de tiempo reducido. 

A lo largo de esas 50 batallas que el Sr. William Weir nos muestra vamos a ser testigos de enormes esfuerzos, sacrificios, sufrimientos... pero también de ingenio, lecciones de estrategia, de cómo las debilidades humanas influyen en el curso de los acontecimientos, de grandes dotes de liderazgo... y también de errores garrafales, de excesos de confianza, de soberbia con fatales consecuencias. Veremos que no siempre el bando más numeroso y con mayor número de efectivos es el que gana, comprobaremos la importancia de la moral de las tropas, del terreno que ocupan durante las batallas, de la tecnología, la ingeniería y el armamento, de los efectos siempre nocivos de la falta de respeto al adversario, de las simulaciones y el engaño, del terror y la técnica psicológica de intentar amedrentar al enemigo, de en definitiva del inagotable ingenio humano centrado en dañar y destruir. En verdad somos una especie verdaderamente cruel y dañina... y el que no lo crea que abra un libro de divulgación histórica como este y comience a leer.

Me resulta sorprendente que Weir haya esperado tantos años a producir un ensayo como este, es autor de otros libros y la verdad es que si son la mitad de buenos que estas "50 Batallas... " pues que vale la pena leerle si uno está interesado en el tema. Es difícil concentrar en un solo trabajo un esfuerzo de erudición y una diversidad de temas, datos y diferentes épocas semejante a este. La sensación que tengo es de haber "raspado" apenas la punta del tremendo iceberg que constituye la documentación necesaria para producir un libro como este. Weir ha consultado casi doscientos libros y artículos, relacionados en las últimas páginas, para elaborar este trabajo... y el resultado ha sido bastante bueno aunque algo irregular.

La selección.
Es evidente que escoger cincuenta de los seguramente varios cientos de batallas importantes de la historia es una tarea condenada de antemano al fracaso y a la crítica. El autor así lo reconoce en el prólogo, confiesa su sesgo de escritor anglosajón y norteamericano, confiesa su sesgo de occidental y aun así defiende su selección con la idea, discutible, de que en general las batallas libradas en occidente, o bien, donde había un bando perteneciente al mundo occidental, en general han sido las más decisivas para el curso de la historia. Pudiera ser, no voy a discutirle eso a un historiador, pero lo que si es discutible desde luego es la selección.



Indudablemente hay batallas que por su relevancia cualquier historiador pondría en una antología, Stalingrado y Cannas por ejemplo, sin embargo ¿porqué no Kurks y Zama en este caso? ¿porqué meter dos batallas de la guerra de independencia americana que no fueron decisivas, como Saratoga y Bunker hill? ¿qué pinta aquí El Álamo? ¿o la batalla de Lutzen en la guerra de los 30 años? ... bueno y la inclusión de Chickamauga de la Guerra de Secesión Americana y el desprecio de Gettisburg solo puedo calificarlo de excéntrico. El título de "50 grandes batallas de la historia" era más apropiado... porque además este buen señor se atreve a ordenarlas no por orden cronológico, sino por "importancia"... esto ya es directamente un suicidio, mejor no comento nada de ese orden propuesto por el autor... es que poco bueno podría decir :-D. Está claro que los editores, y él mismo, buscaron el sensacionalismo desde el primer momento para captar lectores... algo estúpido porque el libro no lo necesita. Es muy bueno y no necesita venderse de esta forma tan burda... yo lo hubiera adquirido de todas formas ;-).

Rompiendo mitos.
A través de la narración de las batallas vamos a asistir a un repaso a la historia, generalmente la transcurrida en occidente, que viene muy pero que muy bien para refrescar la memoria y también para realizar algunos descubrimientos la mar de interesantes. En mi caso han sido varios, y es de agradecer la actitud del autor empeñado en consultar diferentes fuentes y mostrar en ocasiones una visión diferente a la historia oficial... si es que a estas alturas podemos afirmar que tal cosa exista. Por poner un ejemplo, he podido constatar que en ocasiones mis conocimientos de historia no es que fueran superficiales, es que además estaban distorsionados por determinadas lecturas (dejemos el tema de las visiones cinematográficas de acontecimientos históricos aparte), concretamente tras leer hace años la excelente novela "El conde Belisario" de Robert Graves, estaba convencido de que con el pobre Belisario se había cometido una gran injusticia al apartarle de la dirección de la campaña en la península Itálica y que el posterior triunfo del general Narses se debía fundamentalmente a el hecho de haberse encontrado la mayor parte del trabajo hecho ya por Belisario, así como haber disfrutado de mayores medios... algo que se le había negado al "Conde de los Establos Reales"... pues no, según el Sr. Weir, el consejero Narses no tuvo muchos más medios que Belisario y además desplegó una  brillante ofensiva tanto en el terreno militar como en el político y diplomático, y en esto último Belisario hay que reconocer que era un negado por muy brillante que fuera en el terreno militar.



Otro de los mitos que caen leyendo a Weir es que la batalla de Cannas fue un ejemplo de "maniobra envolvente"... pues no, no lo fue, el ejército romano quedó atrapado y fue aniquilado... pero ni la maniobra del ejército cartaginés fue tan ejemplar ni tampoco los jefes romanos fueron tan incompetentes como se ha querido mostrar... Weir reivindica en cierto modo la figura del cónsul Varrón. Me ha gustado especialmente también el trato que el autor reserva a la actuación española tanto en el conflicto que involucró a la "Armada Invencible" como a la conquista de México y la guerra de Cuba. Vemos que su visión está bastante alejada de la tradicional de los historiadores anglosajones, al fin y al cabo los vencedores son los que escriben la historia, y no le duelen prendas al reconocer y afirmar con rotundidad que el incidente del Maine, por ejemplo, fue un simple accidente aprovechado para iniciar la guerra de 1.898 con España, y que los españoles no eran esos monstruos avariciosos y sedientos de sangre que han pintado tantas veces en el tema de la conquista de América. Otro de los mitos que cae en el relato de estas batallas es el de Atila, en nada parecido realmente a la visión que el cine o la literatura haya podido ofrecer.




Otro apartado que hay que resaltar del libro es que la concepción de "importancia" en relación a las batallas reflejadas en el libro muchas veces depende de un concepto bastante sutil por parte del autor, así por ejemplo en referencia a la mencionada "Saratoga" de la Guerra de Independencia Norteamericana y que es con diferencia el capítulo más aburrido, pletórico de detalles y confuso del libro, se debe a que tras ese enfrentamiento, que en realidad constó de una serie de escaramuzas de guerra de guerrillas más que de una verdadera batalla, distintas naciones de Europa, como Francia o España, decidieron apoyar a los rebeldes... en ese aspecto sí que fue decisiva. O que la lucha de la colonia del África Oriental alemana contra los británicos durante la primera guerra mundial, aunque no fue merecedora siquiera de un mísero pie de página en el relato general de ese espantoso conflicto, sí que fue relevante en relación a las futuras luchas de los países africanos por su independencia. Otro tanto se puede comentar acerca de la ofensiva del Tet en 1.968 en la Guerra de Vietnam, no consiguió sus objetivos... pero demostró que la guerra no podía ser ganada por los EEUU. O el fallido intento del levantamiento irlandés contra los británicos de 1.916 en Dublín... condenado al fracaso de antemano y sangrientamente reprimido, pero vencedor a la postre. Es decir, no siempre la historia da un giro favorable al vencedor de una batalla o una guerra... en ocasiones la victoria no deja de ser un caramelo envenenado.




Weir tampoco se deja seducir por las fanfarrias y el aspecto glorioso de los conflictos, es verdad que pasa de puntillas por encima de los datos más escabrosos, que pocas veces ofrece cifras de muertos y heridos, que no se recrea en el sufrimiento ni puede considerarse su obra como "antibelicista", ni mucho menos. Pero no por ello deja de apuntar al hecho de que muchas guerras podían haberse evitado... y de que al final aunque cambian el curso de la historia no necesariamente lo hacen para mejor, y sobre todo nos queda claro que al final la Historia la escriben los vencedores, quienes procuran deformar todo lo posible los acontecimientos para hacer aparecer al bando perdedor como un monstruo y pretender demostrar en la medida de lo posible de que la razón les asistía.


Lo mejor: Una serie de lecciones de Historia verdaderamente entretenidas, son cincuenta capítulos dedicados cada uno a una particular batalla de la historia de la humanidad... las hay que son muy bien conocidas, pero otras no tanto, de forma que no importa los conocimientos que el lector tenga acerca de la Historia y sus conflictos inevitablemente va a aprender bastante con este libro. Y con diferencia lo más interesante no es el relato de la batalla en sí, sino todas las explicaciones acerca del momento histórico, los antecedentes y las consecuencias... ahí si que el libro brilla con luz propia, y solamente por ello vale la pena leerlo y recomendarlo. Lo dicho, me ha encantado ese intento del autor por intentar narrar la historia desde otro punto de vista y de hacerla lo más comprensible posible. Las batallas reunidas que corresponden a la época antigua y especialmente a la Edad Media creo que son lo mejor del libro.


Lo peor: El desarrollo del libro es muy irregular, está claro que hay batallas de las que había muchísima información y el trabajo habrá consistido principalmente en una criba y "destilación" de los datos más fundamentales, y de otras, especialmente de los conflictos de la antigüedad donde hay pocas fuentes escritas el problema habrá sido justamente el contrario, de ahí la gran irregularidad que marca la tónica general del libro. Batallas relativamente irrelevantes contadas con una minuciosidad que resulta árida, y otras relatadas "a vista de pájaro". Lo bueno es que cuando te empiezas a atragantar con algún relato de alguna batalla el capítulo termina y el siguiente sin duda es mejor :-). Lo peor de todo sin duda ha sido el sesgo pro-occidental y pro-anglosajón del autor... y esa ordenación de las guerras y batallas según su importancia... bueno, como intención inicial queda bien pero uno tiene la sensación de que sobran como mínimo una docena, y eso siendo generoso, y faltan bastantes.


domingo, 18 de septiembre de 2016

S=EX2

"Escribiendo este libro he aprendido de los académicos pero también de los asexuales, poliamorosos, transexuales, tántricos, discapacitados, sadomasoquistas y de tantísimos testimonios que han compartido conmigo sus experiencias personales, hasta constatar lo amplísimo que es el abanico de expresiones sexuales y lo estrecha que era mi propia versión de la sexualidad"



Ficha: "S=ex2",  Pere Estupinyà, Editorial Debate, 446 páginas, ISBN: 978 849 9922386

Este de hoy es el post nº 400 de este blog, dicen que la media de vida de un blog en castellano no llega a dos años... en mi caso este que suscribo rebasa ampliamente la cifra con siete años, cuando empecé me hubiera gustado llegar a la cifra de cien post al año, o acercarme al menos, pero me temo que de momento no consigo leer tan rápido :-). Para celebrarlo qué mejor que hacerlo con un libro bastante ilustrativo del tipo de lecturas que se pueden encontrar comentadas por aquí, pues aunque aquí hay un poco de todo también es verdad que algunos temas tienen más peso que otros, y en mi caso son la ciencia y la filosofía los que ganan por goleada. Hoy le toca a la ciencia.

Rascar donde no pica.
Hace cuatro años comentaba aquí un curioso libro firmado por un  científico español volcado desde hace años en tareas divulgativas, Pere Estupinyà, titulado "El ladrón de cerebros", en el mismo veíamos toda una declaración de principios en defensa de la curiosidad, incluso en lo que podríamos llamar "curiosidad insana", que bajo el lema "rascar donde no pica" invitaba al lector a interesarse más por la ciencia y atreverse incluso a leer sobre temas y asuntos, no solamente en los que fuese un completo ignorante pues todos lo somos en lo relativo a miles de cosas, sino también en lo relativo a temas que a priori no fuesen de su interés... vamos que había un universo vasto y desconocido allá afuera, más grande e interesante de lo que podemos siquiera concebir.

El libro lo constituían artículos que versaban sobre los temas más variados y estaban protagonizados por investigadores generalmente desconocidos cuyas investigaciones probablemente iban a acaparar los titulares de las noticias científicas de los próximos años... era una mirada curiosa, a ver qué se cocía en las cocinas de la vanguardia investigadora, una mirada de lo más interesante. Creo que hace poco Estupinyà ha publicado un libro con el mismo formato y la misma temática. Tendré que echarle un vistazo aunque en el presente trabajo el enfoque es ligeramente diferente.

SEXO.
Si en "El ladrón de cerebros" se hablaba un poco de todo, se picoteaba aquí y allá intentando mostrar un espectro lo más amplio posible sobre el tema de las investigaciones científicas, siempre con el estilo desenfadado y tan cercano al lector, a la vez que riguroso, que caracteriza a Pere. En este caso tenemos un libro más estructurado en áreas temáticas y en torno a un campo tan sumamente complejo y amplio que termina saliéndose de las tradicionales atribuciones de la ciencia, nos encontramos ante el todopoderoso sexo.

Naturalmente nos vamos a encontrar con la ciencia y sus investigaciones de principio a fin, pero no solamente con esta, el sexo es un campo tan rico y complejo que invita, seguramente más que ningún otro, a una visión personal y un enfoque desde múltiples disciplinas, medicina, neurología, fisiología, psicología, antropología, sexología, especialidades médicas centradas en sus enfermedades y disfunciones, cirugía de cambio de sexo, biología evolutiva, visiones espirituales como el Tantra que ofrecen otra perspectiva radicalmente diferente de la tradicional... y por si esto fuera poco Pere incluye una serie de informaciones que solamente un periodista capaz de "mojarse" podría ofrecer... una investigación de campo que le ha hecho recorrer medio mundo y adentrarse en submundos alternativos como el del sadomasoquismo o los clubes de intercambios de parejas... y algún que otro tema relacionado con el sexo donde nos vamos a encontrar sorprendentemente con territorio casi virgen.



El autor ya lo comenta al principio de la obra, en nuestro supuestamente avanzado siglo XXI, tan supuestamente falto de prejuicios, al menos en ese occidente del que formamos parte, y donde creemos que sobre el tema del sexo está todo dicho y explicado pues resulta que no... que seguimos tratando con un tema TABÚ, que no hay nada tan engañoso como considerar al sexo como algo "natural" o "normal" teniendo en cuenta las definiciones de "normalidad" o "naturalidad" que solemos dar por supuestas.

Para dar un ejemplo Pere comenta cómo rechazó, en un primer momento aunque luego aceptaría, el participar en un curioso experimento donde el científico de turno simplemente le pedía que se masturbase dentro de un escáner para tomar imágenes de su cerebro... podría parecer un experimento banal para comprobar los cambios de actividad en las zonas del cerebro relacionadas con las sensaciones en los genitales, el placer, el orgasmo y la relajación posterior, pues nada más engañoso porque aunque parezca increíble, si tenemos que creer a Pere, ¡era la primera vez que tal cosa se observaba bajo escaner!. La sorpresa más grande que vamos a encontrarnos en este libro, con diferencia, es el desconocimiento tan grande que hay sobre el tema, la cantidad de prejuicios con los que topan los investigadores, especialmente a la hora de justificar los fondos para dicha experimentación, y el constatar que a día de hoy el sexo sigue siendo un tema tabú incluso para la ciencia. No es tan extraño cuando uno se da cuenta que al fin y al cabo los científicos son seres humanos, hijos de su entorno cultural como cualquiera, y que en ocasiones los que deciden sobre los fondos asignados a la ciencia no son precisamente gentes de ciencia... por ejemplo en un país pionero en investigaciones científicas como los EEUU queda todavía un trasfondo puritano plagado de prejuicios tan difícil de superar que resulta increíble que en ese país hayamos tenido precisamente los más famosos investigadores sobre la conducta sexual humana de la historia. 

El libro contiene un poco de todo,  los lectores que deseen conocer datos médicos, fisiológicos y químicos van a tener bastante donde "hincar el diente", los primeros capítulos se centran en temas de genes, hormonas y demás mensajeros químicos que afectan y condicionan la sexualidad, junto con los últimos descubrimientos sobre el tema. También el apartado de las disfunciones sexuales y los problemas médicos relacionados también tendrán un importante apartado en el libro. Al ser el sexo algo que nos afecta tanto a lo largo de la mayor parte de nuestra vida será complicado encontrar un libro de divulgación científica que nos resulte más interesante que este. Sin duda alguna no habrá un solo lector que no se vea afectado por algún que otro tema, o que no encuentre algo, o mucho, de su interés. 

No todo va a ser fisiología, química, neurología y explicaciones médicas sobre enfermedades sexuales y disfunciones anatómicas... también el comportamiento humano y cómo nos afectan los genes y la biología tendrán su momento de gloria. Veremos como no, el género no es solamente una construcción social, y que en verdad la biología influye y mucho. Pero también veremos como el tema de la biología es más complejo de lo que parece y nos vamos a encontrar de todo.

La sensación que he tenido durante la lectura del libro es que no hay nada claro, que no hay estudios psicológicos definitivos, que el conocimiento es solo aproximado, y que cualquier afirmación rotunda ha de ser examinada con mucho, pero que con mucho escepticismo, que este, el campo del sexo en lo relativo a la ciencia es todavía un territorio en gran parte sin explorar... y sobre todo que el ser humano es enormemente complejo.

Me ha gustado especialmente el trato que Pere ha dado a dos temas tabús (incluso dentro del gran tabú que es el sexo), el tema de la sexualidad de las personas que sufren una grave discapacidad física, como el caso de los parapléjicos y tetrapléjicos, y el tema del sexo en la tercera edad. No van a faltar temas que unos lectores más y otros menos consideren morbosos. Aunque no es este un libro especialmente morboso sí que en ocasiones vamos a experimentar un rictus de asco ¿algún lector será capaz de no sentirlo cuando nos encontremos la descripción detallada de una operación de cambio de sexo?... pues no quiero ni imaginarme lo que debió de sentir el propio autor cuando asistió "en vivo" a una como observador para escribir este libro. O sus experiencias en clubes de sadomasoquismo y de intercambios de parejas en Nueva York... eso es investigación de campo, y lo demás son tonterías.

No, desde luego que morbo no nos va a faltar, así veremos abordados los temas de las "desviaciones" y parafilias, la pornografía, el sadomasoquismo, y por supuesto el importante tema de la homosexualidad y las teorías y estudios que hay sobre la misma, la transexualidad e incluso temas tan poco conocidos como la asexualidad y la disexualidad... la complejidad está servida, llega un punto en que uno no sabe ya qué tiene más peso, si los condicionamientos culturales, la biología, la genética... al parecer el sexo es un "todo" donde posiblemente quede expresado más que en ningún otro tema, por su carga múltiple de biología, irracionalidad, condicionamientos culturales y neurología, la increíble diversidad del ser humano. De ahí que tanto intento de etiquetar, normalizar y pontificar sobre lo que está bien o mal, o sobre lo que podemos considerar normal o no, se encuentra siempre edificado sobre arenas movedizas.

Pere llega a afirmar por ejemplo que no es la homosexualidad la que merece una terapia, sino la homofobia... no puedo estar más de acuerdo. Estamos todavía muy lejos de poder considerar al sexo con la misma naturalidad, atención y sentido común que aplicamos a otras cosas. Los apartados dedicados al tema de la transexualidad, homosexualidad, la seducción y el sexo en las relaciones estables me han gustado especialmente. Por no hablar del controvertido tema de la hipersexualidad y las parafilias, quien crea que lo ha visto o leído todo sobre el sexo hará bien en echarle un vistazo a este ensayo, se va a sorprender.


Lo mejor: Un ensayo muy pero que muy instructivo, innovador, valiente, escrito con rigor pero también con sentido del humor y un estilo muy desenfadado que rompe la tradicional distancia entre el escritor y el lector, donde nos vamos a encontrar en ocasiones información rigurosa y otras asistir expectantes a vivencias e investigaciones del propio autor. Por todo ello no puedo más que recomendarlo, no todos los días se encuentra uno con un ensayo no solamente instructivo e interesante, sino ante todo necesario... muy muy bueno.

Lo peor: No es un tratado completo sobre sexualidad, tampoco es una guía ni un libro centrado en asuntos morbosos... el autor ha establecido un "filtro" para no apabullar al lector ni con multitud de casos clínicos y psicológicos para alimentar el morbo, ni con cientos de datos médicos o técnicos para convertir al lector en un erudito sobre el tema. Evidentemente ese "abarcar" tanto hace que quizás en algún que otro tema concreto, esto ya lo dejo al gusto de cada cual, el libro se haya quedado un tanto corto. Quizás al contrario en algún que otro tema se haya explayado demasiado... es difícil , por no decir imposible, encontrar un equilibrio. En mi caso por ejemplo me ha gustado el tratamiento del sexo en general, me parece fantástico, pero me hubiera gustado menos de algún tema y más de algún otro que no voy a decir aquí ;-). Ni que decir tiene que los lectores más mojigatos y llenos de prejuicios, aquellos más "cuadriculados", seguramente no compartirán la visión tan moderna, sensata y avanzada del Sr. Pere Estupinyà... aquellos que busquen visiones simplistas, dogmáticas y tranquilizadoras sobre el tema, que miren en otra parte.


domingo, 11 de septiembre de 2016

La Comisión para la Inmortalización

"El resultado final de una investigación científica es lograr que la humanidad vuelva a su propia existencia inextricable. En lugar de permitir que la muerte sea vencida, produce tecnologías todavía más potentes de destrucción masiva. Nada de esto es culpa de la ciencia. El incremento del conocimiento aumenta la cantidad de cosas que los humanos pueden hacer. No puede evitar que sean lo que son."


 Ficha: "La comisión para la inmortalización", John N. Gray, editorial Sexto Piso, 242 páginas, ISBN: 978 841 560 1715

 Tras la lectura de su libro "El silencio de los animales" me dije que seguramente no volvería a leer nada de John N. Gray simplemente por el hecho de que me parece un filósofo que en esencia sigue dándole vueltas a las mismas ideas: todo su pensamiento gira en torno a la naturaleza animal del ser humano y la crítica y demolición sistemática de cualquier ideología, credo religioso o idea que busque otorgarnos una naturaleza que no poseemos... llámese religión cristiana, llámese humanismo o fe en el progreso y la ciencia.

Según la teoría de la evolución de Darwin solo somos un animal que evolucionó como cualquiera de los millones de especies presentes en el mundo, una evolución que nos empuja sin un propósito concreto, y que solamente ha producido un animal extremadamente inteligente y autoconsciente por casualidad, no había propósito alguno en ello, ninguna deidad o entidad poderosa o inteligente que haya guiado nuestros pasos y de ahí saca la conclusión de que tampoco terminaremos convertidos en ningún ser especialmente mejor de lo que somos ahora o de lo que hemos sido en el pasado, pues la evolución no posee dirección alguna en ese sentido, ni en ningún otro. La misma evolución que proporcionó alas a las aves para a continuación atrofiárselas a las gallinas o al Kiwi, la misma que proporcionó patas a un mamífero parecido a un tapir y que se las transformó en aletas convirtiéndolo en una ballena nos ha proporcionado un cerebro extremadamente inteligente, los humanos somos un resultado inesperado de la evolución animal y nada más.

Ello evidentemente, al menos para el Sr. Gray, choca de plano con los dogmas de la mayoría de las religiones que otorgan un papel especial al ser humano, pero también con las creencias en el valor intrínseco de la especie humana y su especial papel en la evolución de la vida, choca con la creencia de progreso inevitable de la humanidad y también por supuesto con cualquier idea sobre un plano más allá de la naturaleza física del mundo como destino de las almas de los fallecidos y una futura evolución de un "superhombre" o una super-humanidad cualitativamente mejor que la que ya conocemos. Para Gray nuestra naturaleza animal y nuestra esencial imperfección van a hacer siempre fracasar cualquier intento de elevarnos por encima de cualquier otra especie de ser vivo en la tierra. Como bien apuntó un lector de este blog en su día, Gray es radicalmente ateo y a la vez muy consecuente con su pensamiento... Gray no ha cambiado la fe de la religión en otra vida o en el paraíso por la fe en la humanidad, en el progreso, o mucho menos por la fe en una futura mejora de la naturaleza humana. La verdad es que un examen histórico de los últimos cuatro o cinco siglos, sin necesidad de irnos más atrás, parece darle la razón.

Todo lo que comento queda meridianamente claro en su breve y contundente ensayo "Perros de paja", ya comentado en este blog, por eso para todo aquel que quiera iniciarse en la lectura de este filófoso recomiendo comenzar por esta obra. No obstante lo dicho, y aunque hace ya tiempo que el Sr. Gray no aporta ideas nuevas, hay algo en él, en su forma elegante de presentar los temas, en la erudición de la que hace gala últimamente y en su estilo que hace que leerle sea siempre interesante. Ya sabemos de partida cuales son sus ideas, no hay sorpresas en ese aspecto, pero uno no deja de asombrarse por el partido que les saca, su tono sombrío y crudamente realista por un lado, pero literario y preciosista por otro. Con los años va evolucionando y mostrándose sin lugar a dudas como un mejor escritor... aunque siempre de vueltas sobre lo mismo. Por eso he disfrutado de la lectura de este ensayo, porque a través de dos casos concretos en la historia "tirará del hilo" y terminará con un par de ensayos sorprendentes, tenemos el auge de la parapsicología y el espiritismo en la Inglaterra victoriana por un lado, y la fallida construcción de ese "nuevo hombre" que pretendía el comunismo soviético por el otro. Esa "Comisión para la Inmortalización" que da el título al ensayo y que pretendió entre otras cosas preservar de la corrupción la momia de Lénin, una historia tremenda y rocambolesca.




Por sus páginas veremos pasar a una serie de personajes de la Gran Bretaña del siglo XIX que pretendían la insólita tarea de investigar por medios supuestamente científicos la existencia de vida en el más allá, sesiones de espiritismo que no eran más que trucos de prestidigitación, y sobre todo la llamada "escritura automática", en la que se centra la primera parte del libro. En unos tiempos en los que todavía no habían comenzado los estudios sobre el subconsciente ese tipo de escritura, no consciente y realizada bajo autosugestión se tenía por prueba de la comunicación con el más allá... cuando no era otra cosa de una escritura generada en un "más acá" oculto y fragmentario como el mundo de las experiencias oníricas. Gray nos va a contar con todo tipo de detalles las tribulaciones de una serie de personajes muy conocidos de la época que creyeron haber encontrado en ese tipo de fenómenos una prueba más que evidente de que había otro mundo paralelo al nuestro y habitado por los espíritus de los fallecidos... un bulo, un autoengaño motivado sin duda por la añoranza y un deseo de recuperar a seres queridos ya fallecidos que duró hasta bien entrado el siglo XX, y al que no fueron ajenos personas con una buena educación y formación científica. La superstición religiosa como vemos puede mutar y adquirir formas sorprendentes.

La segunda parte del libro nos llevará de viaje a la Rusia de la revolución de octubre y sus trágicas consecuencias, tendrá como protagonistas en este caso no a los buscadores de pruebas de la existencia de vida más allá de la muerte, sino de aquellos que poco menos pretendieron endiosar al ser humano... a un futuro ser humano inexistente en el presente pero que terminaría surgiendo de las cenizas del mundo tal y como se había conocido. La historia demostró que no hay nada bueno que pueda surgir de la muerte y la destrucción, sólo más de lo mismo. Aquí tenemos a un escritor británico muy conocido, nada más y nada menos que a H.G. Wells y sus ideas de una futura utopía humana visitando la URSS y enamorándose de una misteriosa mujer secretaria de Gorki... una historia que a la vista de los sucesos acaecidos los siguientes años parece sacada de una novela negra.

El caso es que el escritor británico, firme defensor de una futura utopía en sus inicios, terminaría sus últimos días hundido en el más negro pesimismo. En otra historia paralela al pensamiento de Wells veremos los esfuerzos de las autoridades soviéticas en "forjar" un nuevo tipo de ciudadano y de hombre a base de destruir el antiguo orden, aplastar la naturaleza humana, y de como todo ese experimento masivo a gran escala, que ocasionó más víctimas al final que el holocausto nazi, terminó simplemente creando un estado fallido que terminó funcionando por pura inercia durante décadas, colapsándose al final de los ochenta. Hay pasajes de esta segunda parte que me han recordado mucho al trabajo de Martin Amis en su ensayo "Koba el temible" y que forman un cuadro realmente espantoso en el que sin duda alguna el Sr. Gray se recrea una y otra vez para estampárselo en la cara a todo aquel que a estas alturas le venga con hermosos ideales de una futura humanidad mejorada gracias a la política, las máquinas, la genética o la ciencia en general.

Tras esta visita al museo de los horrores del comunismo soviético de Lénin y Stálin, y las decepciones del Sr. Wells y en general de todos los que han creído en algún tipo de utopía futura, especialmente en ese terrible siglo XX del cual somos aún grandes deudores, el libro abandona su forma de ensayo literario y de investigación histórica y culmina en un pequeño ensayo filosófico mucho más en la línea de los habituales trabajos de este polémico y controvertido filósofo. Básicamente se dedica a poner en tela de juicio todos los proyectos en pos de un intento de alcanzar la inmortalidad a través de la ciencia, se habla de la suspensión criogénica y sus problemas, pero más que atiborrarnos de datos Gray hace hincapié en que la idea misma en en sí descabellada, de que conducir la marcha hacia ese objetivo, el de vencer a la muerte, es en sí una aberración, y de que la fe en el progreso de la humanidad de la mano de la ciencia y la tecnología no es más que un mito.

"Los mitos modernos están fuera de la realidad más que ninguno de los que puedan hallarse entre pueblos tradicionales, mientras que los absurdos de la fe son menos ofensivos a la razón que las afirmaciones hechas en nombre de la ciencia. La resurrección de los muertos al final de los tiempos no es tan increíble como la idea de que la humanidad, provista de cada vez más conocimientos, va camino a un mundo mejor"


Lo mejor: Tenemos de nuevo a un John N. Gray con la contundencia de siempre en denunciar aquellas ideas de los tiempos actuales que considera equivocadas y a la vez con un nuevo escritor cada vez más alejado de la escritura de un ensayo típico. Ambos van de la mano en este libro pero vamos a tener mucho más de lo segundo, de un trabajo de investigación histórica detallado, denso, con muchas referencias, nombres e historias donde el filósofo pasa a un segundo plano y nos expone sus ideas solo de forma indirecta... junto con un breve e intenso epílogo donde aparece el pensador contundente, combativo y tan políticamente incorrecto de siempre. Quizás solo por eso merece la pena seguir leyéndole, porque su voz tremendista y pesimista, pero a la vez sensata, sirve de contrapeso a cualquier optimismo infundado o interesado.

Lo peor: Si los adalides de la fe en el progreso de la humanidad se equivocan ¿no se equivocarán también los pájaros de mal agüero como el Sr. Gray? ¿acaso podemos basándonos en la pasada experiencia predecir lo que nos vamos a encontrar en los próximos tiempos?. Creo que la ingenuidad, generalmente estúpida e interesada, así como el pesimismo medular con aires de sabiduría pecan de los mismos excesos. En mi humilde opinión el futuro es una tierra en tinieblas que solamente se despejarán paso a paso... para ser sustituidas por otras seguramente pero que se despejarán sin duda. Me quedo con la visión de Yuval Noah Harari expresada en su excelente "De animales a dioses" de que el futuro sigue abierto y no podemos pretender conocerlo en base a las experiencias pasadas tal y como intentan el Sr. Gray y otros filósofos pesimistas, ¿se puede ser otra cosa que pesimista cuando se examinan por ejemplo los avatares políticos del pasado siglo?, y por supuesto me quedo más con el pensamiento de David Deutsch y su impactante ensayo "El comienzo del infinito" en el sentido de que pinta a una humanidad liderada por el pensamiento científico capaz de enfrentarse con éxito a cualquier problema, y también por desgracia capaz de crearse problemas inimaginables... porque eso es una constante con la que seguramente John N Gray estaría de acuerdo, el camino de la humanidad no es más que una carrera de obstáculos si, pero donde es tan absurdo negar el hecho de que nosotros mismos somos parte del problema, como negar el hecho de la capacidad humana de superar lo que le pongan por delante. La mera existencia de naciones como Rusia, Ucrania o incluso Alemania o Japón tras todo lo experimentado el pasado siglo XX ¿no tendría que hacer reflexionar también un poco a filósofos e historiadores expertos en los mil matices del color negro como el Sr. Gray? ;-).

miércoles, 7 de septiembre de 2016

El complejo de Copérnico


Ficha:  "El complejo de Copérnico", Caleb Scharf, editorial Biblioteca Buridán, 297 páginas, ISBN: 978 841 6288694

Cuando en 1.543, y de forma póstuma, se publicó el trabajo de Nicolás Copérnico "De revolutionibus orbium coelestium", uno de los mayores hitos de la historia de la ciencia, comenzó un proceso de devaluación de la importancia de la Tierra y del ser humano en el cosmos que no ha cesado hasta nuestros días. Aunque pude ver una conferencia hace tiempo de alguien que afirmaba que identificar el centro del universo con la Tierra, y de ahí considerar que esta era lo más importante por ello era una solemne tontería... el conferenciante subrayaba que dicha posición era en todo caso denigrante, ya que situaba el mundo bajo nuestros pies, mientras que lo más elevado, el reino celestial, se situaba en las alturas, precisamente alejado de dicho "centro".

Estemos equivocados o no en relación a la importancia que se otorgaba a situar la Tierra, y al hombre, en ese centro del universo, lo cierto es que tras Copérnico, y sobre todo tras sus principales valedores posteriores, Kepler y Galileo, la Tierra dejó de ocupar ese lugar central y orbitar en torno al sol, luego vendrían más "giros copernicanos", y llegaría el conocimiento de que las estrellas del firmamento eran "soles" situados a enormes distancias, de que seguramente habían innumerables sistemas de soles y planetas como el nuestro, de que ocupábamos un lugar insignificante en la periferia de una inmensa estructura denominada galaxia con más de cien mil millones de estrellas... y que había más de cien mil millones de galaxias esparcidas por un universo de dimensiones que escapan a la imaginación humana, y que el universo tuvo un inicio en el tiempo, que seguramente tendrá un final, y que se encuentra en rápida expansión... vamos que de ser el centro del universo y los reyes de la creación, a ocupar un lugar insignificante en un universo inimaginablemente inmenso, frío y vacío en su mayor parte.



Esa reubicación de nuestra posición y la toma de conciencia de nuestra verdadera insignificancia en términos de tamaño y localización vino también acompañada de una "devaluación" constante de la singularidad de la vida y la especie humana, es lo que el autor de este libro, Caleb Scharf director de astrobiología de la Universidad de Columbia denomina "complejo de Copérnico"... es decir la obsesión, justificada o no, de quitarnos importancia en todos los sentidos, de quitar relevancia alguna tanto a la Tierra, la vida e incluso a la humanidad... somos insignificantes en cualquier aspecto que podamos pensar ¿o no es así?. El autor propone que examinemos la cuestión de forma detenida, con pruebas concluyentes que o bien nos permitan afirmar nuestra insignificancia, o bien, que nos muestren lo extraordinariamente "raros" que somos, vamos que nos encontramos en un lugar que si bien no podemos llamar "centro del universo" pues tal cosa no existe que sepamos, está lejos, enormemente lejos de hecho, de ser considerado como vulgar o corriente.

Y es que este "complejo" durante mucho tiempo fue más o menos asumido, hasta el punto que hasta bien entrado el siglo XIX los científicos suponían que si la Tierra no tenía nada de especial, la vida tenía que ser un hecho común en el universo, se imaginaron que hasta nuestro mismo sistema solar, e incluso la Luna, podían albergar vida, vida inteligente e incluso civilizaciones. Ni que decir tiene que esa etapa de elucubraciones delirantes sin fundamento alguno han quedado más que superadas... sin embargo seguimos viendo esa obstinación por considerar la irrelevancia del fenómeno de la vida y la vida inteligente, parece que por fuerza esta ha de surgir de forma espontánea, aunque tarde miles de millones de años, a partir de la superior organización de la materia inerte... un proceso sobre el que todo son conjeturas, por muy apasionantes que sean. El caso es que el autor se pregunta si tenemos alguna forma de evaluar nuestra relevancia en el cosmos a partir de nuestra "excepcionalidad"... ¿es la Tierra el único mundo que alberga vida? ¿hay alguna forma de saberlo a ciencia cierta o al menos aproximada a la luz de nuestros conocimientos?.

 Durante años los científicos han usado distintos baremos, diferentes "varas de medir" en base a lo que conocemos ya con seguridad, tomando el ejemplo de la Tierra,  su clima,  su historia geológica, de lo que se sabe sobre la formación del sistema solar,  la composición del mismo con una estrella "mediocre" pero estable,  las órbitas planetarias,  la composición y la evolución de la atmósfera y el conocimiento que se tiene de cómo eran las condiciones iniciales... etc etc, y lo cierto es que todas esas suposiciones, o casi todas, han resultado ser poco acertadas para ser usadas como referencia... y eso por decir algo.

Desde el principio Caleb intenta desmarcarse de toda visión antropocéntrica, pero reconoce que es extremadamente difícil, en uno de los momentos más interesantes del libro se pregunta si nuestra visión del cosmos, o por lo menos la evolución de la misma, hubiera sido igual de haber visto la luz en un sistema solar diferente donde, por ejemplo, la disposición de los planetas hubiera dejado muy clara la órbita de los mismos en torno a un sol central, o donde por ejemplo hubiésemos tenido dos soles gemelos orbitando en torno a un punto de gravedad común y el resto de mundos girando en torno a esa "pareja"... indudablemente que la historia de nuestra cosmología hubiera sido muy distinta.

Hay muchos elementos que convierten cualquier conjetura sobre nuestra relevancia en el cosmos en imposible de calcular, el único elemento que arroja un poco de seguridad según el autor es la existencia comprobada, de momento, de una misma química y leyes de la física, lo que hace pensar razonablemente que si la evolución de la química terminó causando el origen de la vida, el salto de lo inanimado del mundo mineral a la complejísima realidad de la biología, incluso en su modo más simple, hay razones para pensar que eso mismo haya podido ocurrir en infinidad de mundos que han tenido la misma oportunidad que el nuestro a lo largo de un dilatadísimo periodo de tiempo. Este punto de partida inicial será prácticamente la única concesión que Caleb hará a la especulación.



La verdad es que aunque el autor se compromete a encontrar una respuesta razonable lo único que vamos a ver durante el desarrollo del mismo es una sucesión de "no es posible, no se puede, es imposible, no hay datos... ", seguramente es uno de los puntos fuertes del libro, la honestidad, aunque en algunos momentos resulta un poco enervante :-). La cosa se pone interesante cuando Caleb comparte con el lector los últimos conocimientos sobre el descubrimiento de "exoplanetas" y la dinámica planetaria en relación con nuestro sistema solar y las simulaciones por ordenador. Cuando no se habían descubierto todavía planetas externos a nuestro sistema solar parecía bastante razonable lanzar hipótesis sobre los sistemas planetarios por descubrir tomando el nuestro como modelo... menudo chasco cuando empezaron a aparecer planetas rocosos mucho más masivos que la tierra y planetas gaseosos más pequeños que Urano o Neptuno, por no hablar de que las órbitas excéntricas, en ocasiones hasta extremos inverosímiles, eran más frecuentes de lo previsto... la variedad de disposiciones planetarias no parece tener límite, en ocasiones nos encontramos incluso con distribuciones completamente dispares a nuestro sistema, y lo más raro de todo es que dejan a nuestro propio sistema solar en un lugar especial... como uno de los más raros y poco frecuentes de toda la gama descubierta. 

El hecho de saber ya con toda seguridad que los sistemas planetarios son sistemas dinámicos, que pueden cambiar mucho con el transcurso de los millones de años desde su formación, que los hay que parecen haber atravesado un periodo realmente violento, así como los relativamente estables como el nuestro, además de la contaminación y los cambios motivados por los intrusos como los cometas... crean un cuadro donde parece imposible predecir nada y mucho menos aventurar hipótesis sobre la presencia de vida. Esta parece depender de tantos ajustes, tantas eventualidades, tantos factores... que cobra fuerza la hipótesis de que realmente el nuestro es un mundo realmente singular, aunque esté formado por las mismas piezas y componentes que el resto. Entramos de lleno en la dinámica del caos donde tenemos que abandonar los cálculos exactos y movernos siempre en el terreno de las probabilidades, no importa la potencia de los equipos informáticos usados para las simulaciones planetarias.

Poco más que decir de un libro donde se nos hablará un poco de todo, de descubrimientos sobre la naturaleza del cosmos, del destino final del universo y cómo afectarían esos "últimos tiempos" a la observación de un hipotético ser inteligente, de la historia de la observación del espacio y el estado actual de los conocimientos que tenemos sobre el cosmos, de la teoría del cáos que nos advierte de la imposibilidad de calcular con exactitud las evoluciones planetarias... en fin, de tantas y tantas limitaciones y barreras que nos podemos encontrar a la hora de hacer previsiones mínimamente fiables, y de que la ciencia hoy por hoy no puede sino entrar en el terreno de la especulación cuando pisa este campo, por mucho que parezca caminar sobre terreno firme, estamos ante un inmenso pantano donde hay pocos trozos de terreno firme en los que apoyarse... y donde en ocasiones parece que no queda ninguno al alcance de nuestros pasos para seguir avanzando.


Lo mejor: Un buen ensayo que intenta poco menos que la cuadratura del círculo, lo imposible, pero que tiene como principal virtud la honestidad y que consigue impregnar de ese sentimiento de asombro ante lo desconocido al lector. Quizás no consigue llegar a ninguna conclusión definitiva, no nos puede dar datos y cifras que nos hagan darnos una idea de nuestra relevancia en el cosmos... pero nos dice al menos porqué dicha estimación hoy por hoy no se puede hacer, y desde luego deja el camino abierto a la conclusión de que efectivamente somos más singulares de lo que, llevados por ese complejo de Copérnico, somos capaces de admitir.

Lo peor: Dentro de diez o veinte años a lo sumo habrá que volver a replantear muchas de las cuestiones apuntadas por el libro, para bien o para mal nos encontramos en una encrucijada en relación con nuestro conocimiento del cosmos. Aunque Caleb se mete un poco en el tema de la filosofía de la ciencia y en lo que implican los conocimientos actuales en relación con el ser humano y su significación en el conjunto del universo... la verdad es que al final no puedo evitar la sensación de que todo el libro no es más que un encogimiento de hombros y un estrellarse contra un muro. Hay dos momentos del libro que me resultaron humorísticos (aunque no sería esa desde luego la intención del autor), uno es cuando en un arrebato comenta "Maldita sea la metafísica", y otro cuando explica que no conoce a nadie a quien no le interese el tema de la relevancia del ser humano en el universo... precisamente sin "metafísica" lo que podemos decir hoy por hoy cuando especulamos sobre el fin del universo y la presencia de la vida en él es bien poco, por desgracia, puras especulaciones en muchas ocasiones cogidas con alfileres donde lo que se ignora es casi todo... y en cuanto al interés sobre este tema... pues que Caleb es muy afortunado con las personas que tiene a su alrededor ;-).