lunes, 26 de diciembre de 2016

¿Tenemos suficiente inteligencia para entender la inteligencia de los animales?

"La diferencia mental entre el hombre y los animales superiores, aun siendo grande, ciertamente es de escala y no de tipo."

Charles Darwin.

Ficha: "¿Tenemos suficiente inteligencia para entender la inteligencia de los animales", Frans de Waal, Tusquets editores, 365 páginas, ISBN: 9788 490 662502

Si te interesa el mundo de los animales, si tienes alguna mascota, si crees que la zoología es un tema apasionante y no has leído ningún libro de Frans de Waal la verdad es que no se a qué estás esperando, acude a la biblioteca o visita una librería... de verdad que no sabes lo que te estás perdiendo.

Tras "El bonobo y los diez mandamientos" y "La edad de la empatía" de Waal publica ahora este interesante ensayo donde pone en tela de juicio la mayor parte de lo asumido hasta ahora por la investigación sobre inteligencia animal, el título y la cita que encabezan este artículo lo dicen todo, o casi todo, los recientes experimentos sobre la cognición e inteligencia animal demuestran que aquel pensamiento de Darwin que parecía hecho muy a la ligera está resultando ser muy cierto.


Durante mucho tiempo no obstante se pensaba justo lo contrario, que la inteligencia humana tenía algo de especial... no solamente era netamente superior a la de los animales, incluso a la de los animales más inteligentes, algo por otra parte para lo que no hay necesidad de experimentación alguna... sino que era de un TIPO diferente, una vez aceptada como cierta la teoría de la evolución de Darwin daba la impresión de que en algún momento del pasado remoto hubo un salto evolutivo, una especie de comprensión súbita que elevó al ser humano muy por encima de todos los animales y le concedió la bendición, o maldición según se mire, de una inteligencia muy diferente, de tener conciencia de sí, consciencia, de ser autoconsciente y estar dotado de raciocinio, de capacidad de pensar... mientras que el resto de los seres vivos del planeta se movían principalmente por instinto en el caso del hombre había entrado el pensamiento y el raciocinio por la puerta grande, marcando un antes y un después, y una diferencia, un abismo fundamental entre este y los animales. La habilidad para fabricar objetos y principalmente la adquisición del lenguaje nos convertían en algo tremendamente especial... y la verdad es que se mire como se mire lo somos, pero no tanto como creíamos, en ese punto es en el que Frans de Waal y muchos investigadores de esa joven rama de la ciencia denominada etología, una especie de psicología animal, van descubriendo sorprendentemente que si queremos establecer una diferencia fundamental, de tipo y no de grado, entre el hombre y los animales hay que redefinir muchas cosas.



De hecho es sorprendente la ceguera de los estudiosos, de los experimentadores y científicos en general, durante años... llevados por la idea preconcebida que bien poco tiene de científica y mucho de dogma cuasi religioso, se negaban a aceptar muchos resultados y observaciones experimentales, Frans de Waal recoge en este libro una buena cantidad de ejemplos de experimentos defectuosos, conclusiones precipitadas, prejuicios y en general MALA ciencia que iba no ya encaminada al descubrimiento de la verdad, sino a encontrar pruebas que justificaran los prejuicios existentes... vamos el peor pecado que puede cometer un científico. Veremos una buena cantidad de ejemplos de experimentos defectuosos porque los experimentadores no tenían en cuenta la fisiología y el mundo sensitivo de los animales sujetos a experimentación... un ejemplo concreto e instructivo es el que se realizaron con elefantes, a los que se dejaba un palo tirado en el suelo y un racimo de plátanos fuera del alcance de su trompa, un mono no dudaría en coger el palo y utilizarlo para alcanzar los plátanos casi al instante, pues los simios están acostumbrados al uso de herrramientas para manipular objetos, pues bien los elefantes no hacían nada de esto, no cogían el palo para alcanzar los plátanos... se dedujo que la inteligencia del elefante era inferior a la del mono. Hasta que alguien se dio cuenta de que el elefante vive en un mundo predominantemente olfativo y auditivo, que son criaturas poco visuales en comparación con los simios, y que al agarrar un objeto con la trompa cierran su conducto nasal y quedan ciegos a los olores. Se repitió el experimento dejando un cajón de madera por la habitación... y se pudo comprobar cómo el elefante rápidamente iba a por el cajón, lo arrastraba, y lo usaba para auparse y conseguir llegar a los plátanos... incluso aunque el cajón estuviese fuera de la vista en otra habitación. Es un ejemplo de conclusiones precipitadas causadas por nuestro imperfecto conocimiento de la realidad sensitiva de un animal... así se podrían citar muchos ejemplos, el libro hace hincapié en este tema... de que tenemos que intentar ponernos en la piel del animal a investigar, pero ello requiere tiempo, paciencia, y sobre todo abandonar determinados prejuicios. 

Afortunadamente con el tiempo tras una serie de trabajos de etólogos y primatólogos menos escrupulosos con la corriente ideológica dominante que trataba a los animales como meros autómatas, fueron llegando otro tipo de conclusiones, sorprendentes pero a la vez rigurosas, que hacían tambalear el mundo de la supuesta supremacía humana, la idea preconcebida de que se estaba evaluando la inteligencia animal del modo correcto... veremos como los animales son capaces de experimentar sentimientos muy semejantes a los que poseemos los humanos, cómo son capaces de realizar comportamientos complejos donde se llevan a cabo alianzas políticas, simbiosis con otros organismos, cómo tienen en cuenta la experiencia del pasado, como no viven exclusivamente en el presente tal y como se pensaba sino que muchos de ellos son capaces de anticiparse a las circunstancias futuras... y en definitiva la prueba de que la cognición animal es fruto de la evolución al igual que cualquier otra característica física, y que características que consideramos netamente humanas están ya ahí en nuestro pasado evolutivo y que muchas veces no cometemos ningún disparate al usar analogías con el comportamiento humano a la hora de traducir en palabras el comportamiento de los animales. 


Una y otra vez en el libro seremos testigos de cómo los investigadores tenían que elevar el listón de lo que se consideraba un rasgo fundamental y diferenciador de la inteligencia humana respecto a la inteligencia animal, pues en cuanto se conseguía demostrar experimentalmente que tal rasgo también estaba presente en los animales había una conmoción en determinados sectores de la ciencia y pasaban a replantear sus propias cuestiones, a su vez los etólogos y científicos que como de Waal se habían marcado el reto justo opuesto, de demostrar que el pensamiento de Darwin es correcto, volvían a la carga con más pruebas experimentales... al final la nueva etología evolutiva ha salido triunfando, ello no nos quita mérito alguno a los seres humanos, basta echar un vistazo al mundo que el hombre ha construido en el planeta, pero desde luego que nos ha acercado mucho más a los animales, demuestra que ese enorme abismo que parecía que nos separaba a lo mejor no es tan grande. Lo interesante, lo mejor con diferencia, no es solamente que las líneas investigadoras de estos modernos etólogos evolutivos nos llevan a una mejor comprensión de los animales, algo valioso por sí mismos, sino que están ayudando también a entendernos mejor a nosotros mismos... en resumen que no podemos llegar a entender bien la inteligencia animal sin comprender a la vez mejor la nuestra... de ahí el título del libro, indudablemente la investigación termina marchando en ambas direcciones.

"Perseguimos la validez ecológica de nuestros estudios, y seguimos los consejos de Uexküll, Lorenz e Imanishi, quienes promovieron la empatía humana como medio para entender a otras especies. La auténtica empatía no se centra en uno mismo, sino que se orienta al otro. En vez de convetir a la humanidad en la medida de todas las cosas, tenemos que evaluar a las otras especies por lo que son ellas mismas. Al hacerlo, estoy seguro de que descubriremos muchos pozos mágicos, incluyendo algunos que por ahora están más allá de nuestra imaginación".


Lo mejor: Un libro ameno, interesante, riguroso, sorprendente... seguramente el mejor de Frans de Waal que he leído hasta la fecha. Aquí le veremos contar con pelos y señales los detalles de muchos experimentos con simios, su especialidad, pero sobre todo teorizar sobre la inteligencia humana y la animal y su origen evolutivo, y también de ofrecer ejemplos sacados de la experimentación con otros animales y trabajos de otros colegas centrados en las aves y los mamíferos marinos. Ello lo convierte en el libro más variado y completo de los que he leído en comparación. Muy recomendable.

Lo peor: Que no se reediten más los libros de este autor y que otras obras escritas por él no estén más accesibles, si hay un divulgador científico al que vale la pena leer en el campo de la zoología es sin duda alguna este. Hay un punto en el libro en que se enzarza en discusiones teóricas sobre cómo debería ser la investigación con animales, qué habría que buscar, qué podemos esperar en un futuro próximo... para el lector más especializado puede ser un tema interesante pero creo que la parte final del libro pierde un poco esa familiaridad y sencillez del comienzo, aunque desde luego que está lejos de ser un tema difícil o árido. Lo dicho, si te gustan los animales y no conoces la obra de Frans de Waal es que no sabes lo que te estás perdiendo ;-).

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