Ficha: "La ciudad de los prodigios", autor "Eduardo Mendoza", Editorial Seix Barral, nº de páginas 574, ISBN: 9 788432 207815.
He aquí otra novela de este escritor catalán cuya obra ando descubriendo con el mayor interés, al igual que "La verdad sobre el caso Savolta" ya comentada en este blog "La ciudad de los prodigios" se centra en el mismo marco histórico que aquella y en el mismo espacio geográfico. Cesan aquí todas las similitudes porque esta novela es bien diferente.
Esta ya no es la obra de un escritor desconocido, fue escrita y publicada cuando Eduardo Mendoza era ya un escritor consagrado tras el éxito fulgurante de su primera novela. La redacción de la misma le llevó varios años tal y como él mismo cuenta en el prólogo de esta edición, eso le da un carácter marcádamente distinto, es con diferencia una novela más "hecha" más compleja y madura que la anterior. Su estructura no tiene tampoco nada que ver, es completamente lineal mostrándo siempre los hechos desde un único punto de vista, es un relato centrado en la vida de un personaje a lo largo del tiempo que media entre las dos exposiciones universales que ha visto la ciudad de Barcelona, la de 1.888 y 1.929, son dos pues los personajes principales, el protagonista, Onofre Bouvila, y la ciudad de Barcelona, los demás quedan muy en segundo plano.
Tenemos a un Eduardo Mendoza pletórico, lleno de ingenio y recursos, con la habitual carga de ironía, un rico vocabulario y una gran habilidad para la sátira, eso sí... algo más oscuro que de costumbre. A pesar de su extensión la novela se me hizo corta de leer, aunque no puede considerarse como una novela "histórica" uno no deja de preguntarse que hay de cierto y que hay de inventado en sus continuas referencias al desarrollo e historia de Barcelona.
El relato engancha y nos presenta a uno de los personajes más fascinantes que jamás he visto descritos en un relato. Un perfecto desalmado sin escrúpulos, un canalla extremadamente inteligente que seguramente tal y como reconoce el mismo escritor representa muy bien el espíritu de esa ciudad. No obstante lejos de ser un retrato despiadado que nos enfrenta permanentemente a un personaje vil y odioso nos cautiva y sorprende y no dejamos de preguntarnos "¿como va a salir de esta ahora? ¿que se le va a ocurrir?"... esa sensación nos envuelve hasta el sorprendente final.
Y creo que al final soy incapaz de juzgar al individuo que nos presenta Mendoza, este viene al mundo en una época terrible y símplemente usa toda su inteligencia para medrar y escalar socialmente, al final ya ni le motivan ni el dinero ni el poder llega a entender lo que tales cosas llevan aparejados en cuanto a soledad, uno se pregunta si al final llega a cambiar en algo y si aparte de aquellas pasiones que no puede controlar y que lo hacen más humano alberga algún sentimiento noble. Tal y como expresa en un lúcido momento en la novela "el mundo es mucho peor que yo".
Hay algunos apartados de la novela que parecen haber sido escritos hace cuatro días, me parece magistral la descripción que hace el autor del problema de la vivienda y la especulación inmobiliaria por ejemplo. La situación política de aquellos años es descrita con gran ironía y uno al leer la novela tiene la sensación, quizás falsa, de entender un poco mejor la historia y la mentalidad del pueblo catalán y del dolor y la miseria que siempre han ido aparejados a los grandes acontecimientos y como las grandes obras y las grandes empresas han tenido siempre su contrapartida en el sufrimiento de las clases más humildes y en base a que se ha construido el mundo del que ahora disfrutamos.
Lo mejor: El mejor Eduardo Mendoza construyendo un relato apasionante y extremadamente rico en matices, no hay nada escrito a la ligera ni improvisación de ningún tipo, la novela es fascinante, densa y sólida como una roca... a mil años luz de los bestsellers de turno, y sorprendentemente actual a pesar de los más de veinte años transcurridos desde su publicación.
Lo peor: Quizás el pesimismo reinante en la misma, la minuciosidad con la que se nos describen determinados hechos y luego la rapidez con la que se despacha en otros momentos, es comprensible dada la gran extensión del periodo de tiempo en el que discurre... pero no puedo dejar de ver algo tramposo y forzado en todo ello.
He aquí otra novela de este escritor catalán cuya obra ando descubriendo con el mayor interés, al igual que "La verdad sobre el caso Savolta" ya comentada en este blog "La ciudad de los prodigios" se centra en el mismo marco histórico que aquella y en el mismo espacio geográfico. Cesan aquí todas las similitudes porque esta novela es bien diferente.
Esta ya no es la obra de un escritor desconocido, fue escrita y publicada cuando Eduardo Mendoza era ya un escritor consagrado tras el éxito fulgurante de su primera novela. La redacción de la misma le llevó varios años tal y como él mismo cuenta en el prólogo de esta edición, eso le da un carácter marcádamente distinto, es con diferencia una novela más "hecha" más compleja y madura que la anterior. Su estructura no tiene tampoco nada que ver, es completamente lineal mostrándo siempre los hechos desde un único punto de vista, es un relato centrado en la vida de un personaje a lo largo del tiempo que media entre las dos exposiciones universales que ha visto la ciudad de Barcelona, la de 1.888 y 1.929, son dos pues los personajes principales, el protagonista, Onofre Bouvila, y la ciudad de Barcelona, los demás quedan muy en segundo plano.
Tenemos a un Eduardo Mendoza pletórico, lleno de ingenio y recursos, con la habitual carga de ironía, un rico vocabulario y una gran habilidad para la sátira, eso sí... algo más oscuro que de costumbre. A pesar de su extensión la novela se me hizo corta de leer, aunque no puede considerarse como una novela "histórica" uno no deja de preguntarse que hay de cierto y que hay de inventado en sus continuas referencias al desarrollo e historia de Barcelona.
El relato engancha y nos presenta a uno de los personajes más fascinantes que jamás he visto descritos en un relato. Un perfecto desalmado sin escrúpulos, un canalla extremadamente inteligente que seguramente tal y como reconoce el mismo escritor representa muy bien el espíritu de esa ciudad. No obstante lejos de ser un retrato despiadado que nos enfrenta permanentemente a un personaje vil y odioso nos cautiva y sorprende y no dejamos de preguntarnos "¿como va a salir de esta ahora? ¿que se le va a ocurrir?"... esa sensación nos envuelve hasta el sorprendente final.
Y creo que al final soy incapaz de juzgar al individuo que nos presenta Mendoza, este viene al mundo en una época terrible y símplemente usa toda su inteligencia para medrar y escalar socialmente, al final ya ni le motivan ni el dinero ni el poder llega a entender lo que tales cosas llevan aparejados en cuanto a soledad, uno se pregunta si al final llega a cambiar en algo y si aparte de aquellas pasiones que no puede controlar y que lo hacen más humano alberga algún sentimiento noble. Tal y como expresa en un lúcido momento en la novela "el mundo es mucho peor que yo".
Hay algunos apartados de la novela que parecen haber sido escritos hace cuatro días, me parece magistral la descripción que hace el autor del problema de la vivienda y la especulación inmobiliaria por ejemplo. La situación política de aquellos años es descrita con gran ironía y uno al leer la novela tiene la sensación, quizás falsa, de entender un poco mejor la historia y la mentalidad del pueblo catalán y del dolor y la miseria que siempre han ido aparejados a los grandes acontecimientos y como las grandes obras y las grandes empresas han tenido siempre su contrapartida en el sufrimiento de las clases más humildes y en base a que se ha construido el mundo del que ahora disfrutamos.
Lo mejor: El mejor Eduardo Mendoza construyendo un relato apasionante y extremadamente rico en matices, no hay nada escrito a la ligera ni improvisación de ningún tipo, la novela es fascinante, densa y sólida como una roca... a mil años luz de los bestsellers de turno, y sorprendentemente actual a pesar de los más de veinte años transcurridos desde su publicación.
Lo peor: Quizás el pesimismo reinante en la misma, la minuciosidad con la que se nos describen determinados hechos y luego la rapidez con la que se despacha en otros momentos, es comprensible dada la gran extensión del periodo de tiempo en el que discurre... pero no puedo dejar de ver algo tramposo y forzado en todo ello.
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