viernes, 11 de septiembre de 2015

En las cimas de la desesperación


Ficha: "En las cimas de la desesperación", Emil Cioran, Tusquets Editores, 208 páginas, ISBN: 9788 483 831 410


Me resulta sorprendente, por su temática... más propia de un escritor maduro, que este libro fuese escrito por su autor a la temprana edad de 22 años, por aquel entonces, 1.933, acababa de terminar su licenciatura en filosofía en Bucarest y había vuelto a su ciudad natal, Sibiu, donde volvió a vivir en casa de sus padres a los que engañó diciéndoles que estaba trabajando en una tesis sobre Henry Bergson. Bergson era el filósofo de moda en el primer tercio del siglo XX y aunque efectivamente Cioran escribió su tésis doctoral sobre el mismo posteriormente renegaría del filósofo francés alegando que este "no comprendía la tragedia de la vida"... algo que más adelante le llevaría a renegar también de su idolatrado, por aquel entonces, Friedich Nietzsche. Sea como fuere aquí están ya, en esta primera obra, "el más filosófico de mis escritos" como declararía muchos años más tarde, todos sus grandes temas y sus obsesiones. Hasta el punto que casi toda su obra posterior la veremos girar en torno a lo mismo.

En cierta forma Emil Cioran escribió siempre el mismo libro, en diversas entrevistas posteriormente comentó que para él la escritura era como una especie de psicoterapia, una válvula de escape para dejar salir las tensiones y los pensamientos que le atormentaban día y noche. A esta obra en particular, que fue originalmente publicado en rumano y ganaría varios premios, le debía poco menos que la vida... Cioran reconoció años más tarde que de no haberlo escrito probablemente habría terminado suicidándose.

Las circunstancias.
En aquella época de estudiante, y también posteriormente, Emile vivió una profunda crisis existencial, si damos como ciertas sus palabras acerca de lo intensamente feliz que fue su infancia, no puedo dejar de pensar en que su historia guarda cierto paralelismo con la de Buda, en este caso alguien que nace en un lugar bucólico y vive una infancia feliz, ingenuo como casi todos los niños, aunque él afirmó siempre que nunca tuvo el menor atisbo de fe religiosa a pesar de que su padre era pope de la iglesia ortodoxa... estado feliz en suma, optimista y despreocupado que no resiste el contacto con la realidad cruda de la vida y la existencia sufriendo un profundo "shock", algo que posiblemente hubiera superado con facilidad si otra hubiera sido su naturaleza, pero la de Emile Cioran para su desgracia, o para bien según se mire, no era una naturaleza demasiado común, no iba a ser un estudiante ni un filósofo o escritor del montón, ni mucho menos.

Angustiado, obsesionado, su insomnio le llevaba a pasear por las calles de Bucarest a altas horas de la madrugada, frecuentaba la compañía de vagabundos, prostitutas y demás gente de la calle y tuvo contacto continuado con los elementos más marginales de la sociedad... desde luego dificilmente aquello podía hacerle ver la vida de una forma menos sombría. Los temas que le obsesionaban día y noche eran entonces los que plasmaría posteriormente en esta primera obra, la angustia de la existencia, el horror ante el vacío de la nada, el sinsentido de la vida humana, la decepción por el género humano, la soledad y el sufrimiento entre otros... pura negatividad, puro pesimismo exagerado entonces por sus problemas para conciliar el sueño que le negaban la paz y el olvido que tanto necesitaba, espoleados en el caso de esta obra por el típico apasionamiento de la juventud.

Por fortuna para él y para nosotros sus lectores encontró en la escritura la terapia perfecta, la salida a ese estado depresivo que amenazaba con empujarlo al suicidio. Hay que tener esto en cuenta antes de juzgar el contenido de este libro, seguramente por ello él mismo lo aclara en el prólogo, añadido muchos años después seguramente cuando se publicó la primera traducción francesa, de la que el mismo se encargaría cuando vivía su auto-exilio en el país galo.

Con un estilo aforístico y vigoroso que recuerda mucho a Nietzsche, Cioran da rienda suelta a sus demonios personales de principio a fin, quizás demasiado radical, pretencioso y rimbombante, teniendo en cuenta su corta edad... si con 22 años parece ya estar de vuelta de todo y asqueado de la vida ¿qué tendría que decir más adelante cuando doblase o triplicase esa edad?... porque una de las primeras cosas que sorprende de Cioran, su principal inconsecuencia o paradoja a primera vista es obvia... si la vida es un asco, una dolorosa agonía, un callejón sin salida y casi sería mejor no haber nacido ¿por qué no suicidarse entonces y poner fin a todo?... la respuesta nos la da el mismo Cioran "¿Por qué yo no me suicido? Porque la muerte me repugna tanto como la vida".

Es más, como ya escribí aquí a propósito del primer libro que comenté del filósofo rumano "Adios a la filosofía y otros textos", una vez disuadió a un hombre en París de saltar desde un puente... y lo hizo a su manera, aconsejándole que de momento no se matara, que guardara en su interior la idea del suicidio, para que esta lo reconfortara sabiendo que podía tener esa opción en cualquier momento... una receta que sin duda se aplicaba a sí mismo. No sería la última vez que daría ese consejo a lectores suyos que le llamaban por teléfono, o le escribían desesperanzados y con ganas de abandonar el mundo.

Un inicio arrollador.
El libro comienza con una justificación de la escritura lírica, toda una declaración de principios que seguiría fielmente a lo largo de su vida: "Existen estados y obsesiones con los que no se puede vivir. La salvación ¿no podría consistir en confesarlos? Conservadas en la conciencia, la experiencia terrible y la obsesión terrorífica por la muerte conducen a la devastación. Hablando de la muerte salvamos algo de nosotros mismos, y sin embargo algo se extingue en el ser". Cioran una vez comentó que odiaba escribir, que primero lo hizo como terapia y luego como pura necesidad, y la prueba estaba en que había escrito muy poco, apenas lo justo para subsistir.

Su alienación del mundo cae en el siguiente aforismo, "Aislados, separados del mundo, todo se nos vuelve inaccesible. La muerte más profunda, la verdadera muerte, es la muerte causada por la soledad, cuando hasta la luz se convierte en un principio de muerte". Interpreto que hace aquí una alusión a la luz triplemente negativa... quizás la luz al final del túnel que algunos moribundos dicen ver en experiencias cercanas a la muerte, la luz-lucidez que le hacía ver lo trágico de la existencia humana por doquier, y sobre todo la luz del amanecer que lejos de constituir una alegría por el comienzo de un nuevo día se convierte en una maldición para un insomne... si tenemos en cuenta que su época de insomnio duró, según comentó en una entrevista, casi siete años se entiende que su estado psicológico al escribir este libro debía ser espantoso.

El libro continúa revelando su angustia por "no poder ya vivir", que evidentemente era pura exageración, su intento de encontrar sentido en lo absurdo, teniendo en cuenta que para él ya ningún ideal ni nada valían la pena... es decir, todavía se aferraba a la vida convirtiendo el sin-sentido en sentido, ¿a través quizás de una ironía trágica?. 

La deformación en la percepción que crea en el hombre un sufrimiento continuado será el motivo del siguiente aforismo "En este mundo orgánicamente deficiente y fragmentario, el individuo tiende a elevar su propia existencia al rango de lo absoluto: todos vivimos como si fuéramos el centro del universo o de la historia. Esforzarse por comprender el sufrimiento ajeno no disminuye en nada el nuestro propio.". 

Posteriormente toma nota de su soledad y sus habituales paseos nocturnos, que pese a lo que comente aquí, siempre en clave negativa, fueron el germen de su pensamiento filosófico, "¡Cuánta soledad necesitamos para poder tener acceso al espíritu! ¡Cuánta muerte necesitamos en la vida y cuánto fuego interior!"... en el siguiente capítulo-aforismo nos encontramos con su "declaración" ante el mundo "Yo y el mundo", escrito el día de su 22 cumpleaños tal y como comentaba en un texto añadido después por un Cioran maduro y condescendiente: "El hecho de que yo exista prueba que el mundo no tiene sentido. ¿Qué sentido, en efecto, podría yo hallar en los suplicios de un hombre infinitamente atormentado y desgraciado para quien todo se reduce en última instancia a la nada y para quien el sufrimiento domina el mundo?" ... ¿os imagináis a un Emile Cioran coreando con sus amigos "cumpleaños feliz" y soplando las velas de su tarta?, dudo mucho que llegase a celebrar en vida ninguno de sus cumpleaños cuando en este particular comentaba años después "Experimento una extraña sensación al pensar que soy, a mi edad, un especialista en la muerte".

Agonía, locura y muerte.
El cansancio vital será el protagonista del siguiente aforismo "Agotamiento y agonía", donde desvela su agotamiento vital, su lucha agotadora y agónica por escapar de sí mismo en sus innumerables noches en vela, en el siguiente no dudará en usar la ironía, siempre trágica, sobre sí mismo, al ver el estado al que tal situación le reduce... todavía dará otra vuelta de tuerca sobre el mismo tema expresando en el siguiente aforismo "El presentimiento de la locura" su miedo a que su insoportable tensión psicológica termine llevándole a perder el juicio: "El presentimiento de la locura va acompañado del miedo a la lucidez durante la locura, el miedo a los momentos de regreso a sí mismo, en los que la intuición del desastre podría engendrar una locura aún mayor"... aunque no ve una total negatividad en la pérdida de la lucidez "Me gustaría perder el juicio con una sola condición: tener la certeza de ser un loco jovial, sin problemas ni obsesiones, jocoso durante todo el día". 

Como no podía ser de otra forma su aforismo sobre la muerte es el más largo del libro, ya que su preocupación y su miedo a la misma son sin duda el elemento central de toda su filosofía, el elemento del que todo lo demás deriva, casi toda su filosofía se puede destilar de las líneas finales "Estar persuadido de no poder escapar a un destino amargo, hallarse sometido a la fatalidad, tener la certeza de que el tiempo se ensañará siempre en actualizar el trágico proceso de la destrucción, son expresiones de lo Implacable. ¿No constituiría la nada en ese caso la salvación? Pero ¿qué salvación puede haber en el vacío? Siendo casi imposible en la existencia, ¿cómo podría realizarse la salvación fuera de ella?. Y puesto que no hay salvación ni en la existencia ni en la nada, ¡que revienten entonces este mundo y sus leyes eternas!."

Allegro ma non troppo.
Tras esta apocalíptica traca Cioran baja unos grados la intensidad, ya se ha despachado a gusto y a partir de ahí seguirá tocando los mismos temas pero con otro ritmo, en una especie de "intermezzo" donde habrá todavía algún toque de tambor y algún estridente sonar de platillos... pero menos. La melancolía y su papel en la inspiración y el arte será el tema tratado en el siguiente aforismo, estamos sin duda en uno de los más bellos y líricos pasajes del libro "La nostalgia expresa en un nivel afectivo un fenómeno profundo: el progreso hacia la muerte mediante el hecho de vivir. Siento nostalgia de lo que ha muerto en mí, de la parte muerta de mí mismo. No actualizo más que el espectro de realidades y de experiencias pasadas, pero ello basta para mostrar la importancia de la parte difunta.". La futilidad de todo esfuerzo y toda lucha, teniendo en cuenta el inevitable final, será el protagonista del aforismo titulado "Nada es importante", posee este algunas de los mejores, y más inolvidables, momentos del libro "Si lo pensamos seriamente, ¿para qué sirve todo ello en realidad? ¿Para qué interrogarse, para qué intentar aclarar o aceptar sombras? ¿No valdría más que yo enterrase mis lágrimas en la arena a la orilla del mar, en una soledad absoluta? El problema es que nunca he llorado, pues mis lágrimas se han transformado en pensamientos tan amargos como ellas.".

El Cioran más especulativo aparece en "Extasis", donde identifica el estado extático, descrito por los místicos, con el sentimiento de la desesperación. Pasamos a palabras mayores con "Un mundo en el que nada está resuelto", donde se burla con cierta ironía de las tareas de la filosofía y los filósofos, y defiende lo que él llama la "filosofía lírica", la que él hacía en definitiva, "una filosofía en la que la idea tiene raíces tan profundas como la poesía. Tenemos acceso entonces a una forma superior de existencia, en la que el mundo y sus problemas inextricables ni siquiera merecen ya el desprecio [...] sucede, simplemente que nada, excepto nuestra agonía personal, nos interesa ya a partir de ese momento.". Así era el mundo de este atípico filósofo, un mundo donde no parecían existir las medias tintas, ni las medias verdades, todo o blanco o negro, sin espacio para el gris, con una capacidad sorprendente para revolcarse en sus propias miserias y sus negativos estados de ánimo "Todo aquel que repruebe los estados caóticos no es un creador, quien desprecie los estados enfermizos no tiene derecho a hablar del espíritu"... observamos una y otra vez como Cioran ya en aquella época sacaba inspiración de lugares a los que otros no querrían ni acercarse.

Su aforismo sobre la tristeza nos deparará algún que otro momento interesante "Una constatación que puedo, muy a mi pesar, hacer a cada instante: solamente son felices quienes no piensan nunca, es decir, quienes no piensan más que lo estrictamente necesario para vivir.", o en el dedicado a la insatisfacción "Renuncio a mi calidad de ser humano, a riesgo de hallarme solo en las pendientes que deseo escalar. ¿Acaso no estoy ya solo en este mundo del que he dejado de esperar algo?". Sus ensoñaciones y deseos de terminar de una vez con su sufrimiento, con esa incapacidad de soportarse a sí mismo llegan al paroxismo en el aforismo "El baño de fuego", donde fantasea con estallar literalmente en llamas, luego se bajará de las alturas y confesará su materialismo en "Sobre la realidad del cuerpo". La desorientación y el dudar constante, la soledad y sus desesperantes deseos de acabar con su sufrimiento y la inutilidad del mismo serán los temas de los siguientes aforismos... llegando hasta encontrar consuelo en las imágenes apocalípticas de un mundo volando en pedazos, de nuevo tenemos los rayos y truenos. El tema del suicidio, curiosamente un tema menor en su iconografía filosófica, entrará ya en esta parte del libro,... quedará reflejado el porqué no toma ese camino ¿repugnancia de la muerte cómo apuntaba aquí o simple cobardía? pero también su respeto por todos aquellos que decidieron poner fin a su vida. Del tema del suicidio saltará al aspecto lírico, para él, de los últimos instantes de la vida, "Quisiera fundirme en el mundo y que el mundo se fundiera en mí, que juntos tuviésemos en nuestro delirio un sueño apocalíptico, extraño como una visión del final y magnífico como un gran crepúsculo"... deseos en suma de grandeza, aunque fuese por unos instantes, tras toda una vida de arrastrarse por el fango.

La gracia.
El aforismo "La esencia de la gracia" nos traerá a un insólito Cioran que por una vez deja a un lado la negatividad, algo debió de captar su atención ¿un enamoramiento quizás?, sea como fuere aquí deja espacio a los aspectos bellos de la vida, la gracia, como una mariposa aleteando graciosamente por encima de las llamas de un incendio o de un abismo nos revela que no todo en el mundo es sufrimiento, que hay seres que parecen estar más allá de todo esto. "La gracia, por su parte, representa un estado de satisfacción, por no decir de felicidad: en ella no hay abismos ni grandes sufrimientos. Si las mujeres son más felices que los hombres es porque la gracia y la ingenuidad son en ellas mucho más frecuentes. Ellas también padecen por supuesto enfermedades e insatisfacciones, pero su gracia candorosa les proporciona un equilibrio superficial que no podría desembocar en tensiones peligrosas"... vemos aquí una cierta idealización de la mujer muy propia de la época, o quizás, de una juventud apasionada a pesar de todo, es la primera vez que vemos un atisbo de esperanza en el libro. 

Compasión y moral.
Tras esa fugaz luz en medio de la oscuridad el libro continúa con sus temas aunque ya al menos deja de estar tan centrado en el sufrimiento propio, deja de mirar obsesivamente su propio ombligo y echa una mirada al mundo... lo que ve no le va a gustar, pero al menos cambiamos el foco de atención. Sobre la inutilidad de la compasión, si no se traduce en ayuda inmediata, tratará su siguiente aforismo, en otro se mostrará partidario del disfrute y del placer, fuera moralinas, si hay quien encuentra un alivio en dichas prácticas y excesos ya que considera que hay ya demasiado sufrimiento en el mundo como para ponerle "puertas al campo" encima, lo resumirá así: "Sufrid, pues, embriagaos, bebed la copa del placer hasta el final, llorad o reíd, gritad de alegría o de desesperación, de todas maneras nada quedará de todo ello. Toda la moral no tiene más objetivo que transformar esta vida en una suma de ocasiones desperdiciadas".

Eternidad y contemplación.
El tema de la eternidad y el disfrutar del instante aparecerá en los siguientes aforismos, se nota la influencia de sus lecturas de autores místicos y seguramente de algún que otro libro de filosofía oriental, en todo ello veía solo cosas positivas, ya que el instante presente, esa eternidad que no significa prolongación indefinida en el tiempo sino la muerte del tiempo psicológico, la eliminación de la cuenta del mismo y su aspecto "demoníaco", el estar más allá del tiempo, forzosamente tenía que parecerle un alivio. Vemos una defensa de la vida contemplativa... el problema para Cioran era precisamente el mantenerse en ese estado de forma permanente, eso sí, hablaba siempre desde el exterior, "Superando la historia, adquirimos una especie de supraconciencia capital para la experiencia de la eternidad. Ella nos conduce, en efecto, hacia una región en la que las antinomias, las contradicciones y las incertidumbres de este mundo pierden su sentido, una región en la que se olvida la existencia y la muerte. Es el miedo a la muerte lo que motiva a los incondicionales de la eternidad: en efecto, la única ventaja real de la experiencia de lo eterno es que nos hace olvidar la muerte. Pero ¿qué sucede cuando la contemplación se acaba?" No detecto aquí un hablar desde la propia experiencia, sino solamente un imaginar... una pena que en la época de este libro no hubiese a disposición de Cioran clases de yoga o meditación, porque las necesitaba como el comer.

Esperpéntico.
En el aforismo "Dejar de ser hombre" especula con una vuelta a la animalidad para aliviar el sufrimiento, de nuevo nos encontramos a un Cioran fantaseando con abandonar su dolor... aun a costa de perder su humanidad en este caso. El sentido mágico del mundo, ya perdido, es el tema del siguiente aforismo... de nuevo otra imposibilidad, otro camino para evitar el dolor cerrado para él. En el siguiente apartado "La inconcebible alegría" revela su frustración por ser incapaz de superar su dolor y angustia, tal y como otras personas hacen... de ahí que el tema en el siguiente aforismo esté servido "Ambigüedad en el sufrimiento" nos trae la paradoja de como este en cierta forma llega a formar parte de la personalidad del afectado y como incluso en un hipotético "cese" puede llegar a experimentar una cierta nostalgia del mismo y tomar su cese como pérdida... vamos el colmo de los colmos, que quizás fuese una forma de decir "bueno todo no es tan tan tan malo" :-). El sinsentido de la vida será el tema de otro breve aforismo "Polvo nada más" donde introduce, irónicamente, la paradoja de que: "Todo me deja insatisfecho. Incluso si fuera elegido Dios, dimitiría inmediatamente; si el mundo se redujese a mí, si yo fuera el mundo entero, me rompería a mí mismo en mil pedazos, me haría estallar"... no se como pude evitar reírme al llegar a esta parte.

¿Entusiasmo?
Si antes nos revelaba su admiración por la existencia de la "gracia" en el mundo y la existencia de seres "tocados" por la misma, ahora el joven Cioran se nos descuelga por sorpresa con un aforismo en defensa del "Entusiasmo como forma de amor", alguien debió conocer que era poco menos que su némesis, el reverso luminoso de su propio carácter, Cioran nunca reprochó la falta de lucidez en los demás, bien sabía que la misma solo traía sufrimiento, de ahí que no podía menos que sentir admiración por aquellas personas entusiastas y optimistas, aquellos que a pesar de todo siguen adelante y contagian a los demás con su forma de ser, es otro tipo de luz a la que él no tenía acceso. En unas hermosas páginas, sin duda las más bellas del libro, veremos a Cioran divagar sobre el entusiasmo y su consecuencia, el amor incondicional, vemos al escritor más filosófico, más apartado de su tragedia personal "Yo renunciaría de buen grado a todos los problemas sin solución a cambio de una dulce e inconsciente ingenuidad. El espíritu no eleva: desgarra. En el entusiasmo, al igual que en la gracia o en la magia, el espíritu no se opone antinómicamente a la vida".  El aforismo "Luz y tinieblas" nos trae al filósofo interesado por la mística, al Cioran más teórico, al para mí menos interesante. El siguiente "La renuncia" expresa su desinterés por el abandono del mundo que predican las religiones místicas, el temperamental y amargado filósofo dificilmente podía transigir con prácticas que realmente no condujesen a la eliminación del sufrimiento en esta vida, para él ya no quedaban desiertos a los que poder retirarse, salvo el interior... y este era demasiado áspero y extenso.

El amor y su relación con el sexo, el insomnio, lo absoluto en el instante... serán los siguientes temas, las siguientes líneas fueron puestas por mí en mi muro de Facebook y si no lo hubiese escrito al pie ¿quién podría adivinar que son de Cioran?:

"Dichosos los que pueden vivir en el instante, sentir el presente constantemente, atentos únicamente a la beatitud del momento y al arrobamiento que procura la presencia íntegra de las cosas... Y el amor ¿no alcanza lo absoluto del instante? ¿No sobrepasa la temporalidad? Quienes no aman con un abandono espontáneo son frenados por su tristeza y su angustia, pero también por su incapacidad de superar la temporalidad. ¿No ha llegado ya la hora de declararle la guerra al tiempo, nuestro enemigo común?"

Ni que decir tiene que el texto recibió unos cuantos "me gusta"... me pregunto cuantos hubiera recibido el siguiente:

"La miseria objetiva de la vida social no es, en efecto, más que el pálido reflejo de una miseria interior. Sólo con pensar en ello pierdo las ganas de vivir. Debería tirar mi pluma para irme a alguna chabola en ruinas. Una desesperación mortal me invade cuando evoco la terrible miseria del ser humano, su podredumbre y su gangrena. En lugar de elaborar teorías y de apasionarse por las ideologías, este animal racional debería ofrecer hasta su camisa a quien lo necesitara.[...] Ante la miseria, hasta la existencia de la música me avergüenza"

No quiero seguir destripando el libro, creo que la autopsia ha sido ya excesiva y demasiado cargante ;-), ha quedado bien claro lo que podemos encontrar en el mismo, los grandes temas de su filosofía están todos en él. Quien no lo conozca hará bien por aproximarse a través de este autor y su ensayo "Cioran, manual de antiayuda" y quien desee caminar sin muletas y adentrarse directamente en el laberinto tenebroso y lúcido del inmortal pensador rumano no podría escoger una opción mejor que esta.

Decir finalmente que lejos de producir desazon, tristeza, melancolía o abrumar con sus pensamientos negativos Cioran trató de producir, con éxito, una honda impresión en el lector que le hiciese compartir algo bueno de él, lo mejor sin duda, la lucidez y la sensación de que la vida aunque probablemente no tenga sentido, aunque quizás no sea más que un accidente o un error posee también su lado bueno, aunque haya que rebuscarlo entre la tragedia y en el dolor. Y sobre todo compartir con él esa mirada especial y lúcida que tenía hacia el mundo y que le hacía dudar si este estaba loco o el loco era él. ¿Deprimente?, ni un ápice, y de forma sorprendente además. 


Lo mejor: Una obra apasionada, contundente, bien escrita y con una tremenda claridad expositiva. Quizás demasiado recargada y escandalosa. Sincera, a veces excesiva, en ocasiones hermosa y lírica, breve pero con una gran densidad de ideas y conceptos. Dudo mucho que su autor en el momento de su escritura pensase en continuar con su obra más adelante, de ahí ese sentido de "echar el resto" y esa pasión que se destila casi en cada página. Recomendable para los curiosos y aficionados a la filosofía que no teman adentrarse en las tinieblas y las angustias existenciales que no solamente su autor, sino que todos hemos experimentado alguna vez.

Lo peor: No demasiado recomendable para tener en la mesita de noche y leer antes de dormir... el insomnio puede ser la consecuencia. El estilo de Cioran, crudo y directo, es bueno en la misma... pero no se puede comparar en esta primera obra con lo que sería capaz de escribir después, sin duda alguna mejoró mucho en cuanto dejó de escribir en su lengua natal, el rumano, y se lanzó a la aventura de escribir en francés, esa obsesión por el buen estilo dejaría su huella en obras posteriores.



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