"Lejos de las violencias brutales del amor-pasión, el amor nace en este caso de un tiempo compartido, de una construcción. Lección de Lucrecio: el amor no nos es dado, hay que construirlo. Y lejos de las ficciones sociales o de los señuelos comunitarios. En la dulzura de una complicidad elaborada entre dos, el uno por el otro, el uno para el otro, Lucrecio propone la pareja ataráxica como obra de arte filosófica. ¿Lucrecio misógino, falócrata, pesimista, desesperado, suicida, loco? Vamos... "
Ficha: "Las sabidurías de la antigüedad. Contrahistoria de la filosofía, I", Michel Onfray, editorial Anagrama, 330 páginas, ISBN: 9788433977212
De nuevo otro libro de Michel Onfray, autor prolífico y polémico, de lo mejor que ha producido la filosofía en nuestro país vecino en las últimas décadas, y un autor, que independientemente de los gustos e inclinaciones de cada uno, simplemente no se puede ignorar.
Este es el sexto libro suyo que leo y comento en mi blog, y desde luego que no va a ser el último por lo que a mí respecta, tras haber abordado diversas lecturas de las que en general guardo un buen recuerdo, me faltaba comenzar por la que sin duda es su obra magna, un proyecto a la altura de este pensador iconoclasta, hedonista, postanarquista, materialista y ateo militante que lo mismo se muestra favorable a los trasgénicos que al uso civil de la energía nuclear.
En fin, un hombre que no teme escandalizar al gallinero ni tiene pelos en la lengua ni miedo alguno a exponer sus opiniones, en debates en televisión si hace falta tal y como se puede ver si uno busca su nombre en Youtube, y que se pasa por el forro de los pantalones cualquier atisbo de lo "políticamente correcto" aunque sea al precio de resultar incómodo, desagradable o antipático. En esta ocasión lo tenemos enzarzado en una cruzada particular en defensa de la filosofía materialista y hedonista, contra la historiografía tradicional de la filosofía en occidente, especialmente en lo que respecta al fundador "oficial" de la misma, Aristocles Podros, conocido universalmente por su apodo "Platón".
Aquí tenemos el punto de partida de esta particular y personal cruzada antiplatónica del bueno de Michel Onfray, suscribiendo casi por completo la conocida frase de Alfred North Whitehead que en su obra "Proceso y realidad" (1.929) rezaba "la manera más segura de describir el conjunto de la tradición filosófica europea es presentarla como una serie de acotaciones a Platón", Onfray defenderá la tesis en esta primera entrega de su "contrahistoria de la filosofía", de que al igual que en el caso de su hermana mayor, la Historia de la Filosofía ha sido escrita por los vencedores, y que los filósofos ganadores históricamente no lo fueron únicamente por la validez, belleza y perfección de sus ideas, sino también por avatares históricos alejados del mérito de las mismas y por "malas artes"... Platón por ejemplo, según una anécdota de la época no se si cierta o no, quiso comprar todas las obras de Demócrito de Abdera para pegarles fuego... una acción innoble de la que fue disuadido y optó por una estrategia mucho más sutil y efectiva, ningunear y ridiculizar las filosofías materialistas de sus opositores en sus famosos diálogos. No veremos en ninguna de ellas el nombre de Demócrito... solamente nombrará a Aristipo de Cirene, y de forma malévola señalando su ausencia el día de la muerte de Sócrates, tal y como señala Onfray, y no es el primer autor desde luego del que he oído este reproche, sus diálogos son puro teatro... nada que ver con una verdadera polémica sobre un determinado tema, donde expone ideas contrarias a las suyas de forma intencionadamente burda y simplona para al final resultar "vencedor".
Así era el mundo filosófico de la antigüedad, los filósofos copiaban ideas anteriores sin citar su procedencia, no existía nada semejante a la ley del "copyright", en ocasiones lo hacían mucho peor y publicaban trabajos propios como si fueran de autores célebres, y por supuesto... regía la ley no escrita de "al enemigo ni agua". De forma que para Onfray la filosofía de Platón no es más que un largo y elaborado manifiesto antimaterialista y antihedonista, donde se consagra la dualidad cuerpo-alma, o materia-espíritu, para dar preponderancia a este último, glorificar el mundo imaginario de las ideas y despreciar al cuerpo mortal y al mundo sensible por su imperfección. Unas ideas que fueron en origen seguramente importadas de oriente por Pitágoras y asimiladas por Platón, trascendieron mucho más allá de la existencia de este y sus discípulos, y que una vez adoptadas, y notablemente adaptadas, por el cristianismo tuvieron una vigencia de muchos siglos.
Ello no hubiera supuesto ningún problema si no fuera por el "reverso tenebroso" del hecho, es decir, la persecución, el olvido, la demonización de las ideas no-oficiales, la tergiversación, la mentira y la manipulación que hacían blanco en todos aquellos pensadores que no comulgaran con el idealismo platónico imperante. La idea de una lucha en igualdad de condiciones y "juego limpio" nunca estuvo en la mente ni de Platón, ni de muchos de sus seguidores... y muchísimo menos en los doctos sabios de la Iglesia que adoptaron parte de las ideas platónicas y condenaron sin paliativos todo lo demás que oliera a paganismo... no digamos ya las ideas que eran directamente contrarias a lo predicado por el Cristianismo, como un elogio del cuerpo, la negación de la existencia de los dioses y todo elemento inmaterial, la existencia de los átomos y su importancia como elementos constitutivos de toda realidad, denominese a la misma material u inmaterial, la exaltación del disfrute de la vida... todo debía ser borrado de la faz de la Tierra, había que tachar a los filósofos que enarbolaban estas detestables ideas de viciosos, borrachos, puteros, enfermos... de todo lo peor imaginable, y lo que es más importante, relegar sus ideas al mayor de los olvidos.
Onfray relata la tremenda dificultad de hablar hoy en día de estos filósofos casi-olvidados, de rescatar sus escritos, siempre fragmentarios, siempre escasos, que nos han llegado casi siempre de forma fortuita; la dificultad de esta labor de arqueología filosófica es inmensa, hay que consultar docenas de fuentes, enfrentarse a informaciones imprecisas, fragmentarias y contradictorias, y sobre todo intentar rellenar los espacios vacíos lo mejor posible a través de la interpretación... un terreno desde luego resbaladizo y donde la hipótesis es continua.
No he leído los siguientes trabajos de Onfray sobre esta particular "contrahistoria" de la filosofía, pero apuesto a que en este primero que trata de los filósofos más distantes en el tiempo, donde forzosamente ha tenido que lidiar con material más exiguo y fragmentario, es donde ha tenido que, para bien o para mal, verter más ideas propias. Es por eso que no sorprende leer en este primer trabajo, de un total de seis cuyos dos últimos no han sido todavía traducidos al castellano ¿a qué espera la editorial Anagrama?, a un Michel Onfray pletórico de ideas, apasionado y encendido defensor de sus ideas hedonistas y materialistas de toda la vida. No se si es por tratarse de la última obra leída de este filósofo, pero me da la impresión de que es de lo "mejorcito" que ha escrito nunca.
En sus páginas vamos a ver un más que interesante desfile, Leucipo, Demócrito, Hiparco, Anaxarco, Antifón, Aristipo, Diógenes el cínico, Filebo, Eudoxio, Pródico... y los dos grandes filósofos materialistas, Epicuro, al que dedicará páginas admirables, y Lucrecio quien con su monumental obra "De rerum natura", constituye seguramente la obra más íntegra y extensa de las legadas a la posteridad por ningún filósofo materialista... y que tuvo la suerte de sobrevivir, y esto no lo dice Onfray en su obra, por su belleza al estar plasmado en verso. Un largo recorrido donde Michel nos lleva una y otra vez a los mismos lugares comunes, la defensa a ultranza de la filosofía materialista-atomista y la desactivación, uno por uno, de todos y cada uno de los prejuicios y mentiras que en la época, y también posteriormente, se vertieron sobre esos pensadores... sin duda alguna la historia, no solamente la del pensamiento occidental, sino la del mundo hubiera sido diferente.
Me ha gustado mucho la atención, y respeto, mostrada por Onfray hacia los denominados "sofistas", y también sus irónicos comentarios acerca de la etiqueta "presocráticos"... donde curiosamente se incluye a Demócrito que sobrevivió más de treinta años a Sócrates... dos etiquetas con las que la enseñanza oficial de la filosofía se "despacha" y que niega a los primeros la categoría de filósofos, pasando a ser una etiqueta poco menos que peyorativa, y siendo tremendamente engañosa la segunda... algo así como si hubiera habido un antes de Sócrates y un después de él... vamos como con la historia antes y después de Cristo :-)... como si la de antes no fuera también historia o tuviera menos importancia. En fin, se pueden alabar muchas virtudes del libro, pero creo que la principal es lo ya señalado, la pasión y erudición que muestra Michel en este libro, su lenguaje claro y accesible, y su tremenda fuerza y energía, algo no habitual en un filósofo, en defender sus ideas... estilo de panfleto y soflama, dirán algunos, bien por él tengo que escribir aquí ;-)
"Sólo quienes se relacionan mal con sus deseos y sufren con el placer tienen interés en rechazar la palabra y sus apariciones, en caricaturizar, impedir el debate, enredar para evitar la confrontación, recusar la validez e incluso la posibilidad de las tesis hedonistas. La mala reputación de Epicuro informa menos acerca de la verdadera naturaleza del filósofo del Jardín que acerca de la inhibición, los complejos y la miseria corporal de sus adversarios, platónicos y estoicos en primera línea, luego cristianos, que, sin saberlo, han puesto de manifiesto que la insatisfacción que los poseía en lo relativo a su carnalidad llegaba al extremo de tener que detestarla, martirizarla, odiarla... El antihedonismo desvela sintomáticamente el odio a sí mismo, concentrado, transfigurado, desplazado, desviado y luego dirigido a un objeto fantasmático susceptible de recoger la totalidad de la negatividad acumulada en sí mismo: el placer."
Lo mejor: El mejor Michel Onfray posible, erudito y accesible, apasionado y batallador, capaz de desplegar una notable artillería verbal de grueso calibre pero también con un estilo bello y preciosista cuando quiere. Una obra marginal, herética, que difícilmente entrará en el plan de estudios de la carrera de filosofía pero que todo buen aficionado autodidacta debería leer. Apenas leída esta primera parte estoy deseando enfrascarme en la lectura de la segunda "El cristianismo hedonista". Mención aparte me merece la inclusión de esta primera entrega en la colección "compactos" de Anagrama... una pena que las otras tres publicadas en castellano no lo estén en esta misma colección, ese formato para leer es poco menos que ideal.
Lo peor: Muchos lectores sentirán que el juicio que hace Michel de Platón es injusto y exagerado, reducir su filosofía poco menos que a un manifiesto "antimaterialista" es bastante osado... otros le reprocharán la simpleza de sus posicionamientos y le acusarán de maniqueo, de radical, y de tratar de llevar por todos los medios el "ascua a su sardina"... aunque sea a martillazos al más puro estilo "Nietzsche". Por no hablar de las duras, durísimas palabras dedicadas al cristianismo... me temo que el bueno de Onfray a veces cae en los mismos excesos que reprocha a los adversarios de su filosofía.
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