miércoles, 3 de febrero de 2016

De la soltería


"En realidad hay muchas razones que cualquier soltero podría aducir lindamente para defender su soltería: "Porque me gustan mucho las mujeres", "porque no me gustan los niños", "porque me gusta tener espacios de soledad"... Yo mismo podría alegar cualquiera de ellas, y de hecho las retomaremos con calma más adelante. Pero hay otra respuesta -en forma de pregunta- para responder a los curiosos que quieren saber por qué no nos casamos. "Y por qué voy a hacerlo?" sería esa respuesta, tal vez algo desafiante e insatisfactoria para nuestro interlocutor, pero totalmente plausible en teoría, porque casarse es, en último término, un hecho aleatorio, y sería absurdo justificar con razones todo aquello que no hacemos en la vida".


Ficha: "De la soltería: reflexiones libres sobre la vida célibe", Javier Garcia Gibert, Editorial Biblioteca Nueva,  317 páginas, ISBN: 9788 416095391

En cuanto vi la reseña de este libro en la revista de filosofía que leo con cierta asiduidad, me dije que valdría la pena echarle un vistazo. He visto ensayos sobre los más variados temas, pero un ensayo dedicado al tema de la "soltería", este estado civil en el que sigo estando teóricamente a mis 47 años. Aunque según las indicaciones de su autor nunca he estado del todo en él, máxime cuando desde hace dos años y pico comparto lo mejor de mi vida con una mujer maravillosa, que espero que no se asome demasiado por este blog... ;-). Aun así, antes de esa época tampoco constituía un soltero "perfecto" tal y como lo define Javier García en este ameno ensayo. Para ello ese estado debería haber sido plenamente, o casi, vocacional y debería haber vivido solo. 

A pesar de mi imperfección solteril y mi todavía relativamente nuevo estado de "comprometido", pues ya ni siquiera soy para nada un  "single"; la verdad es que he sentido mucho de lo que habla el autor como propio, como algo que me toca la fibra sensible. También es cierto que no puedo suscribir punto por punto todas las ideas esgrimidas por el autor, pero sí que coincido con bastantes y desde luego que me reconozco en muchas de las situaciones reflejadas en este ensayo. Un libro que como su autor muy bien indica, tan solo pretende reivindicar la situación de la soltería como una opción vital tan válida como otra cualquiera, y no, como tantas veces se pretende desde tiempos inmemoriales, como calificar dicho estado de prueba de la existencia de una anomalía, aberración, tara o simplemente la antesala, en ocasiones interminable, de algo mejor, de un proyecto familiar nunca llevado a cabo... en definitiva de un fracaso como persona. Evidentemente no es así, el soltero tiene tanto derecho como el casado que ha constituido, o constituyó, una familia a sentirse a gusto con su opción vital... e incluso, como bien explica en el libro, dicha opción en algunos casos es la más conveniente si alberga la intención de llevar a cabo una labor intelectual fecunda e intensa. 

Para empezar tengo que alabar el estilo y buen hacer de Javier García Gibert, doctor en filología, y autor de media docena de ensayos, su forma de escribir, tal y como cabría esperar de un doctor en filología y ensayista es sobresaliente; no obstante, titulaciones aparte, se nota en esa forma de escribir el buen hacer de un autor experimentado y con innumerables y excelentes lecturas no solo "devoradas", como hacemos algunos, sino bien asimiladas. Esa forma de escribir, que me recuerda a los grandes autores de las letras españolas, simplemente me ha encantado, y la lectura del libro de principio a fin ha constituido todo un placer... algo que no puedo decir siempre de las obras que comento aquí.


Tras un prólogo que sienta las bases de lo que va a ser el resto de la obra, una visión personal y subjetiva del fenómeno de la soltería, el autor se lanza a mostrar una, también muy personal, visión de la historia de la consideración de ese estado u opción vital a través de la historia. Recorreremos la antigüedad, la Edad Media y en un capítulo donde el autor pisa terreno más firme, el de la literatura, su especialidad; allí le veremos realizar un interesante análisis de tres mitos de la literatura hispana y su relación con el tema de la soltería, hablamos de La Celestina, El Quijote y Don Juan... tres pequeños ensayos dentro del libro que harán las delicias de los aficionados a las letras. J.G. Gibert nos va a convencer de algo que los solteros, perfectos o imperfectos, ya sabíamos... que no se ha abierto nunca el periodo de "veda" de la reprobación social de la soltería. Vemos progreso en la aceptación de las diferencias de sexo y la emancipación de la mujer, aunque quede un abismo todavía por cubrir hay innegables avances en esto, lo mismo cabe decir con la aceptación de las diferencias raciales y las opciones sexuales que se salen de la "norma", pero no existe avance en la consideración del soltero como ciudadano de segunda, por mucho que avispados publicistas y empresarios hayan encontrado un filón en ofrecer productos para "singles", especialmente en aquellos diseñados para ayudar a los "pobrecitos" a salir de ese supuestamente penoso e indeseado estado, y de paso "sacarles las perras"... 

Tras esta personal visión de la historia de la soltería, en la segunda parte el autor se introduce en temas más psicológicos, no dudando en mostrarnos de vez en cuando ejemplos y situaciones sacados de su propia vida, la elección vital de tal estado y sus consecuencias serán analizados en esta ocasión, el dilema de casarse o no casarse, la diferente perspectiva desde el punto de vista del hombre y la mujer y  las distintas formas de enfocar el tema... para los que se lo hayan planteado claro. En este punto del libro comienzan, y ya se hará frecuente, las opiniones y vivencias personales del autor, donde va dejando claro, más o menos, el porqué de su elección personal. En resumidas cuentas la elección que nunca es fácil entre dos cestos llenos de pros y contras, porque tanto bueno o malo se puede decir de una opción u otra, especialmente desde el punto de vista del varón soltero, que es el que se trata mayormente en el libro.

"Mientras los vivos sigan leyendo a los muertos, ¿quién va a impedirme que abrigue la esperanza de que, una vez yo desaparecido, alguien se tope con uno de mis libros y de corazón aprecie, no tanto el mérito de la sabiduría, como el del amor de un ser que vivió con mi nombre y mis apellidos a la tradición y que encarnó del modo más bello y más persuasivo esa sabiduría? ¿Y no estaré viviendo entonces, aunque solo sea por un instante, una pequeña eternidad? Quizá existen inmortales de mayor alcance y envergadura. Pero yo no soy capaz de imaginarlas"

De todos los capítulos del libro, mi favorito con diferencia es el sexto, donde se cuenta la historia de tres solteros célebres, Henri-Frédéric Amiel, S. Kierkegaard y F. Kafka, que vivieron una soltería harto problemática, especialmente el último de los tres. Ejemplos los tres de lo que NO debería constituir la elección de la soltería, la negación de la elección misma poniendo de coartada un ideal que por supuesto nunca se materializa en el primer caso, la falta de conocimiento de uno mismo en el caso de Kierkegaard, y la fobia al compromiso en el caso de Kafka. Tres historias narradas meticulosamente, en consonancia con el tema del libro, que poseen un gran interés humano, y que nos muestran lo difícil que en ocasiones resulta el tan manido y extraño consejo de "ser ante todo uno mismo".

La relación, siempre especial, y en ocasiones problemática del soltero y las mujeres será el protagonista del siguiente capítulo, quien espere en el mismo ver un retrato negativo, deforme, poco elegante o caballeroso del bello sexo se equivocará de plano, el autor a mi juicio evita caer tanto en la idealización, aunque muestre ejemplos de ello, como en la misoginia. Ante todo y casi desde el comienzo del libro nos viene a recalcar que a pesar de su elección vital y de lo que opina a cerca del matrimonio, él está lejos de menospreciar o detestar a las mujeres... de hecho, más bien nos viene a decir justo lo contrario, que si algo nos puede gustar "demasiado" en la vida, ese es precisamente su caso con las féminas. Ello por supuesto no le coarta a la hora de decir con claridad lo que no soportaría de una convivencia continuada con una, por mucho que la amase, y simplemente pone distancia de por medio. Entramos de lleno en la parte más "políticamente incorrecta" del libro... pero como en mi opinión quien quiere ofenderse encontrará fácilmente cualquier excusa, real o imaginada, alabo la sinceridad y la falta de "paños calientes" empleados por el autor, siempre, eso sí, desde la caballerosidad, la elegancia y el respeto.

El sexo y la soltería serán los protagonistas de la parte final del libro, conforme este avanza se van tocando temas más "escabrosos" pero también comienza a aflorar en mayor medida las opiniones personales del autor y su experiencia propia... sin embargo no hay peligro de que el libro derive hacia una especie de autobiografía, afortunadamente el autor está muy comedido en este terreno, abunda en ejemplos sacados de la historia de la literatura, el arte y la filosofía, y sabe mantener el pulso de interés con el lector en cada momento con este torrente de referencias entresacadas del impresionante acervo cultural europeo donde parece moverse como pez en el agua. Una delicia esta parte del libro.

Y para finalizar ese especial capítulo que dedica a su biblioteca y su relación personal con la misma... me he visto retratado en más de una ocasión en esta parte del ensayo, y si, yo también poseo una, mucho, muchísimo más modesta que la que Javier García Gibert debe poseer en casa, pero donde me siento más a gusto que en ninguna parte. He leído estas últimas páginas del libro como "con bata y en zapatillas"... termino con una transcripción de un fragmento recogido en este capítulo de una obra anterior del autor:

"Las mujeres están siempre fuera de los libros -a veces más acá, a veces más allá-, son siempre, y en algún grado, superiores o inferiores a lo que los libros son y significan, y nos dan, por consiguiente, la medida exacta de lo que valen (tanto ellas como ellos). Un hombre se transparenta siempre en mi biblioteca: a su través, nítidamente, sigo viendo los libros que forman parte de ella. La presencia del hombre no los cuestiona, ni los justifica, ni los contradice. La mujer, en cambio, puede hacerse opaca y Mujer frente a ellos, provocando picos de revelación y de rebelión. O por decirlo de otra manera: un hombre está en su biblioteca como un monarca por sus dominios; solo la mujer puede hacer que se sienta como un monstruo por su laberinto. Pero eso, afortunadamente, solo ocurre a veces y por poco tiempo. Y no es malo, a fin de cuentas: solo es ampliar la perspectiva". 



Lo mejor: Un ensayo excelente, ameno, instructivo, sorprendente en ocasiones, divertido en otras, lleno de ejemplos sacados de la historia de la literatura, la filosofía, el arte y la historia en general, pero también con abundancia de opiniones y vivencias propias de su autor. No es para nada uno de esos ensayos asépticos, que cada vez me gustan menos, donde el autor desaparece y asemejan ser obra de un fantasma. Muy recomendable y mucho más variado de lo que se puede presumir en un primer vistazo superficial, incluida esta reseña por supuesto. Apunto en mi lista de libros pendientes de leer o adquirir su anterior ensayo "Sobre el viejo humanismo. Exposición y defensa de una tradición", creo que seguiré leyendo a este autor.


Lo peor: Como muy bien apunta el autor en el prólogo no es un tratado completo acerca de la soltería, aunque lo parezca, no posee pretensión científica ni utilidad pragmática alguna, ni es tampoco, afortunadamente, manual de auto-ayuda; ni tampoco un panfleto reivindicativo de la soltería. Para mí ha constituido ante todo una lectura edificante, amena y bastante instructiva... pero que nadie le busque mayor hondura ni pretensiones porque coincido con el autor en que el ensayo no las tiene ¿cómo podría si habla de un tema tan personal que cada cual ha de enfrentar a su manera y en función de su naturaleza y circunstancias?. 


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