Ficha: "El Tao de la Física", autor "Fritjof Capra", editorial Sirio, nº de páginas 458, ISBN: 84-7808-175-5.
Este es uno de los libros que más me ha costado comenzar a leer, estuvo más de un año en mis estanterías esperando y siempre posponía su lectura para embarcarme en otras obras aparentemente más sencillas, una vez leído la verdad es que no era el león tan fiero como lo pintaban, que a nadie asuste este título que este libro puede ser leído y entendido por cualquiera con unos mínimos conocimientos de física y filosofía oriental.
¿Física cuántica y filosofía oriental? ¡buffff! ¿muy espeso eso no?, pues depende... ya de entrada si le haces ascos a cualquiera de esas dos materias ni lo intentes pero si sientes algo de curiosidad por el universo y el mundo en el que vivimos, échale un vistazo porque tal vez su lectura te sorprenda.
La moderna física desde que se adentró en las profundidades del átomo allá a finales del siglo XIX comenzó a descubrir que el mundo tal y como lo perciben nuestros sentidos y lo describe la física newtoniana poco tenía que ver con la realidad que se iban encontrando experimento tras experimento, la Teoría de la Relatividad de Einstein vino a poner patas arriba todo lo que se tenía como verdad para las grandes sumas de materia y las grandes distancias, para todo lo inmensamente grande, de forma que así tenemos tres niveles en la física, la cuántica a niveles subatómicos, la newtoniana que sigue resultando válida para la mayoría de los fenómenos observables a simple vista, y la física de la Teoría de la Relatividad, operativa con grandes masas, grandes sumas de energía y grandes velocidades, en el universo de "lo enorme" por así decirlo.
Es en el terreno de lo muy pequeño a niveles atómicos y subatómicos donde los físicos se están encontrando mayor cantidad de sorpresas, la física cuántica parece un mundo surrealista y absurdo pues choca frontalmente con la percepción que tenemos del universo, es un mundo donde un objeto puede estar situado simultáneamente en dos o más lugares, donde por mucho que se busque no se encuentra materia por ningún lado y lo que debieran ser los elementos básicos constitutivos de la materia formados por "ladrillos" primordiales no existen, solo se encuentra vacío y más vacío entre pulsos de energía, como el espacio interior de un átomo ocupado por el vacío en su mayor parte... eso nos lleva a la certeza que el mundo no es tal y como lo observamos, que vivimos en un sueño irreal fruto de la forma de percibirlo a través de nuestros limitados órganos sensoriales.
Y que casualidad que esa es también la percepción que tienen los místicos orientales desde hace milenios, "El vacío es forma, la forma es vacío" proclamaba el filósofo budista Nagarjuna hacia el año 200 de nuestra era, ¿que decir también del dios Shiva del Hinduismo?, representado como un bailarín que no cesa de danzar, el llamado danzarín cósmico que simboliza la naturaleza etérea y en constante cambio del mundo, visión que concuerda con la de la moderna física, o del mito de la red del dios Indra en el budismo, una red infinita de joyas suspendidas en el espacio donde cada una de ellas es el reflejo de todas las demás... imposible encontrar una visión más cercana al mundo de infinitas interconexiones de la física moderna donde la separación de los distintos elementos del universo es solo aparente. Por no hablar del concepto de vacío del budismo, el denominado "Sunyata", nuestra verdadera naturaleza que sin embargo no tiene nada de inerte, es un vacío del que surge el mundo manifiesto... en la nueva física el concepto vacío ha sido abandonado, no existe tal cosa en el universo, incluso un espacio que estuviese privado de contenido de materia sigue estando afectado por la ley de la gravedad, las fuerzas electromagnéticas etc etc imposible crear o concebir siquiera un lugar "estanco" apartado del resto del universo.
Fritjof Capra es doctor en Física Teórica por la universidad de Viena, que nadie crea que es un impresentable estilo Iker Jiménez o un magufo del tres al cuarto que escribe sobre horóscopos, Tarot y demás gilipolleces, a través de los distintos capítulos del libro, dedicado cada uno a un aspecto de la física y sus semejanzas con la visión de los místicos orientales, nos lleva en un viaje apasionante que viene a echar por tierra algunos de los conceptos que muchos teníamos de los hombres de ciencia como gente de mente cuadriculada. Y lo hace en una obra que lleva escrita más de veinticinco años y que desde entonces ha resistido todas las críticas habidas y por haber y que sigue siendo plénamente actual ¡chapeau!.
¿Acaso significa esta obra como alguien podría pensar que los místicos orientales han "intuido" sin necesidad de experimentos científicos la verdadera naturaleza del universo desde hace siglos?... que cada uno piense lo que quiera, pero yo no lo creo, lo que no quita que haya convergencias realmente asombrosas de modo que en cierta forma los apasionados a la mística y la filosofía oriental estamos de suerte, la ciencia no solo no rebate la visión budista, taoista o hinduísta de la "verdadera realidad" sino que la confirma paso a paso, demostrándose que la ciencia no es enemiga en modo alguno de la espiritualidad ni de la religión, solo de los aspectos falsos y artificiales de la misma que solo están puestos ahí para crear barreras y diferencias entre los seres humanos, y que un entendimiento entre ambos mundos es más que posible una vez que ambas apuntan a la realidad más auténtica.
Lo mejor: Una visión nueva y fresca tanto de la espiritualidad como de la física que apasionará a aficionados tanto a una como a otra. También es un libro excelente de divulgación científica y que puede hacer que el lector se interese por las religiones y filosofías místicas orientales de paso, más que recomendable.
Lo peor: El texto no siempre es fácil de seguir por mucho que se haya empeñado su autor en hacerlo asequible a alguien con una cultura media, reconozco mis dificultades para terminar la lectura de algún que otro capítulo por mucho que el esfuerzo valga la pena. El título y el contenido pueden asustar a más de uno.
Este es uno de los libros que más me ha costado comenzar a leer, estuvo más de un año en mis estanterías esperando y siempre posponía su lectura para embarcarme en otras obras aparentemente más sencillas, una vez leído la verdad es que no era el león tan fiero como lo pintaban, que a nadie asuste este título que este libro puede ser leído y entendido por cualquiera con unos mínimos conocimientos de física y filosofía oriental.
¿Física cuántica y filosofía oriental? ¡buffff! ¿muy espeso eso no?, pues depende... ya de entrada si le haces ascos a cualquiera de esas dos materias ni lo intentes pero si sientes algo de curiosidad por el universo y el mundo en el que vivimos, échale un vistazo porque tal vez su lectura te sorprenda.
La moderna física desde que se adentró en las profundidades del átomo allá a finales del siglo XIX comenzó a descubrir que el mundo tal y como lo perciben nuestros sentidos y lo describe la física newtoniana poco tenía que ver con la realidad que se iban encontrando experimento tras experimento, la Teoría de la Relatividad de Einstein vino a poner patas arriba todo lo que se tenía como verdad para las grandes sumas de materia y las grandes distancias, para todo lo inmensamente grande, de forma que así tenemos tres niveles en la física, la cuántica a niveles subatómicos, la newtoniana que sigue resultando válida para la mayoría de los fenómenos observables a simple vista, y la física de la Teoría de la Relatividad, operativa con grandes masas, grandes sumas de energía y grandes velocidades, en el universo de "lo enorme" por así decirlo.
Es en el terreno de lo muy pequeño a niveles atómicos y subatómicos donde los físicos se están encontrando mayor cantidad de sorpresas, la física cuántica parece un mundo surrealista y absurdo pues choca frontalmente con la percepción que tenemos del universo, es un mundo donde un objeto puede estar situado simultáneamente en dos o más lugares, donde por mucho que se busque no se encuentra materia por ningún lado y lo que debieran ser los elementos básicos constitutivos de la materia formados por "ladrillos" primordiales no existen, solo se encuentra vacío y más vacío entre pulsos de energía, como el espacio interior de un átomo ocupado por el vacío en su mayor parte... eso nos lleva a la certeza que el mundo no es tal y como lo observamos, que vivimos en un sueño irreal fruto de la forma de percibirlo a través de nuestros limitados órganos sensoriales.
Y que casualidad que esa es también la percepción que tienen los místicos orientales desde hace milenios, "El vacío es forma, la forma es vacío" proclamaba el filósofo budista Nagarjuna hacia el año 200 de nuestra era, ¿que decir también del dios Shiva del Hinduismo?, representado como un bailarín que no cesa de danzar, el llamado danzarín cósmico que simboliza la naturaleza etérea y en constante cambio del mundo, visión que concuerda con la de la moderna física, o del mito de la red del dios Indra en el budismo, una red infinita de joyas suspendidas en el espacio donde cada una de ellas es el reflejo de todas las demás... imposible encontrar una visión más cercana al mundo de infinitas interconexiones de la física moderna donde la separación de los distintos elementos del universo es solo aparente. Por no hablar del concepto de vacío del budismo, el denominado "Sunyata", nuestra verdadera naturaleza que sin embargo no tiene nada de inerte, es un vacío del que surge el mundo manifiesto... en la nueva física el concepto vacío ha sido abandonado, no existe tal cosa en el universo, incluso un espacio que estuviese privado de contenido de materia sigue estando afectado por la ley de la gravedad, las fuerzas electromagnéticas etc etc imposible crear o concebir siquiera un lugar "estanco" apartado del resto del universo.
Fritjof Capra es doctor en Física Teórica por la universidad de Viena, que nadie crea que es un impresentable estilo Iker Jiménez o un magufo del tres al cuarto que escribe sobre horóscopos, Tarot y demás gilipolleces, a través de los distintos capítulos del libro, dedicado cada uno a un aspecto de la física y sus semejanzas con la visión de los místicos orientales, nos lleva en un viaje apasionante que viene a echar por tierra algunos de los conceptos que muchos teníamos de los hombres de ciencia como gente de mente cuadriculada. Y lo hace en una obra que lleva escrita más de veinticinco años y que desde entonces ha resistido todas las críticas habidas y por haber y que sigue siendo plénamente actual ¡chapeau!.
¿Acaso significa esta obra como alguien podría pensar que los místicos orientales han "intuido" sin necesidad de experimentos científicos la verdadera naturaleza del universo desde hace siglos?... que cada uno piense lo que quiera, pero yo no lo creo, lo que no quita que haya convergencias realmente asombrosas de modo que en cierta forma los apasionados a la mística y la filosofía oriental estamos de suerte, la ciencia no solo no rebate la visión budista, taoista o hinduísta de la "verdadera realidad" sino que la confirma paso a paso, demostrándose que la ciencia no es enemiga en modo alguno de la espiritualidad ni de la religión, solo de los aspectos falsos y artificiales de la misma que solo están puestos ahí para crear barreras y diferencias entre los seres humanos, y que un entendimiento entre ambos mundos es más que posible una vez que ambas apuntan a la realidad más auténtica.
Lo mejor: Una visión nueva y fresca tanto de la espiritualidad como de la física que apasionará a aficionados tanto a una como a otra. También es un libro excelente de divulgación científica y que puede hacer que el lector se interese por las religiones y filosofías místicas orientales de paso, más que recomendable.
Lo peor: El texto no siempre es fácil de seguir por mucho que se haya empeñado su autor en hacerlo asequible a alguien con una cultura media, reconozco mis dificultades para terminar la lectura de algún que otro capítulo por mucho que el esfuerzo valga la pena. El título y el contenido pueden asustar a más de uno.
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